jueves, 29 de marzo de 2012

Las Luces del Espiritismo





 Destinado el hombre a escudriñar hasta el último rincón de la tierra para investigar la verdad, no debe jamás encerrarse en la ignorancia, e ir acrecentando la duda, porque esta,es imágen de la pereza, dogal de la humanidad y claro indicio del atraso del espíritu.

   Cuando una nueva escuela abre sus puertas de par en par y les dice a los hermanos que vayan a beber en la fuente de su doctrina, porque ella es la regeneradora del Universo, no debe echarse en brazos de la indolencia, ni mirarlo como cosa baladí,tampoco es conveniente aceptar lo que no se comprende, afirmando lo que otros dicen, porque sí; ni creer lo que no se ve, por más que quepa en lo posible, pero sí hay una gran necesidad de que al presentarse una reforma, el hombre haga una observación prudente y un minucioso análisis de todo cuanto encierra.

   Todo el que funda una ley, lo hace con el pleno conocimiento de qué es lo mejor; pero esto no basta, porque así como puede ser una realidad, también pudiera no ser sino una ilusión creada por la ofuscación del que la fundó.

   Así es que para salir de la duda,es preciso apelar a todos los medios de que es capaz la inteligencia humana, para que al final de este trabajo, nos hallemos convencidos, ya sea de lo falso, ya de lo verdadero, advirtiendo que lo falso y lo ilusorio, es más difícil aclarar que lo real y positivo, porque el primero está artísticamente cubierto por los colores de la ficción, mientras que el segundo, ostentado un foco de Luz Divina, deja entrever cuantas verdades se quieran analizar.

   La inteligencia, sujeta como todo cuanto existe a la marcha del progreso no puede comprender a veces, hoy, lo que mañana dilucidará con suma sencillez, y únicamente la continuidad en el estudio y el transcurso del tiempo, podrán resolver todos los problemas.

   El racionalismo, esencia de las filosofías antíguas y modernas, es una de las escuelas que se abren para dar paso a la humanidad, diciéndole: Yo soy tu estrella polar,¡ sígueme!; sal de la inercia, pobre esclava; tiende tu vuelo en pos del progreso!; ten deseo de ver la Luz; fija tu vista en el voluminoso libro de la Creación; estudia sus páginas y allí comprenderás algo de la sabiduría infinita del Eterno; despierta a la voz del Espiritismo, que te anuncia un porvenir más risueño que el que tu mente forjaba; yo te conduciré por el sendero del bien y te enseñaré los escollos de la vida; yo te revelaré la existencia de mundos ignorados y fortaleceré tu ego,  abriré en tu corazón las fuentes del sentimiento y te inculcaré la Fe de la convicción, para que puedas luchar con valor y escudándote en la razón, arrolles la mentira y triunfe la verdad; yo soy, en fín, el mensajero de Dios que viene a dar vida al cuerpo, libertad al alma y alas al pensamiento.

   Esto es lo que dice la escuela racional a los habitantes de la Tierra y esto mismo, repetimos nosotros a los que dudan, o viven sin fe ni creencia alguna.

   El Espiritismo es ciencia para el sabio, luz para el ignorante y paz para el afligido.

   Sin religión no se puede vivir, porque es el santuario del alma, su fe y su esperanza; el que vive sin creencia es una planta sin Sol que la vivifique, sin mano que la cultive, sin auras que la acaricien ni aurora que la sonría; pero si la religión es falsa y su base un conjunto de ideas erróneas,aunque por algún tiempo aliente el espíritu, él es también el encargado de despejar la incógnita y poner de manifiesto cuantos errores existen; no así si se apoya en la verdad, pues cuanto más se estudia, se analiza y se pone en práctica, mejor resultado se obtiene.

   Todo ser pensador va siempre tras la verdad y no se cansa jamás de buscar y rebuscar hasta que la encuentra.

   Muchas veces hemos visto a personas ilustradas, dudar de una cosa y no hacer nada, sin dar un paso por averiguar aquello por si encerraba una gran verdad o un grave error. Esto demuestra el gran atraso que aún existe en nuestro planeta y los muchos siglos de existencia que necesita para el desarrollo moral e intelectual de sus habitantes.

   Las humanidades primitivas, vivían en la ignorancia y se alimentaban del error, siendo su creencia predilecta todo aquello que más carácter tenía de supersticioso, y sus escasas inteligencias ofuscadas por los vapores del vicio, no llegaban a comprender su estacionamiento ni las fatales consecuencias que podía reportarles aquél cúmulo de ideas ilusorias, hijas del atraso o creadas por el delirio.

   Después, el hombre, algo más cauto, fué desechando multiiitud de absurdos, y hoy son muchos los que no dan cabida en su cerebro a los misterios, sino que piden luz a voz en grito y no se conforman con lo que los demás dicen, queriendo tocar la realidad por sí mismos.

   Esto indica, que a pesar de la ignorancia, y el fanatismo que aun existen, y lo que falta para la regeneración del planeta, el progreso avanza, aunque sea a paso lento, y cuando se oye hablar de algo nuevo, ya no son todos los que se cruzan de brazos a escuchar con indiferencia, sino que se opera en algunos una revolución moral, y acuden presurosos a investigar lo que hay de cierto o falso en la nueva escuela. De aquí resulta que si ésta se basa en lo justo y lógico, demostrando la verdad clara y sencilla, según se vayan desarrollando las inteligencias, irá fructificando la semilla del bien.

    Muchas veces nos quejamos del poco adelanto y sin embargo, si echásemos una ojeada a las humanidades de ayer y las comparásemos con la presente,¡ Cuan distintas son sus ideas, tanto por lo presente como para el futuro!. Si abarcamos de una mirada sus trabajos, ayer estaban en embrión; hoy ya son un boceto y mañana una obra de arte acabada; y así sucesivamente todo cuanto data de aquellos remotos tiempos. 

    La escuela racional nueva en apariencia, pero antígua en realidad, porque el Espiritismo ha existido siempre, en atención a que todo cuanto se ha atribuido siempre a milagros o apariciones, no han sido otra cosa que revelaciones de los espíritus obtenidas por distintos médiums, nos demuestra una de las grandes verdades ignorada por la mayoría de los hombres; que hoy cuentan con millares de adeptos resueltos a todo trance a encontrar la verdad positiva, viven a su bienechora sombra, resignados, porque allí han hallado la tranquilidad del alma y el por qué de sus dolores.

    Si, ávida la humanidad de Luz, despertase del sueño de la indolencia, las nubes del error huirían con pasmosa rapidez, y el purísimo sol de la verdad, penetrando en todas las inteligencias haría comprender a los hombres la oscuridad en que han vivido y los múltiples desaciertos que han cometido por la falsa interpretación de las cosas.

 ¡ Cuantas veces la ofuscación nos conduce al precipicio !....

   En el triste destierro que vivimos y por mucho que nuestra mirada abarque, jamás vemos el peligro que nos cerca, sino a medias; somos niños ante los innumerables escollos que se nos presentan, y necesitamos un puro racionalismo que nos enseñe el modo de salvarlos; somos casi ciegos y es preciso ir con tiento para no caer.

   El espíritu maniatado por los lazos materiales, es un pobre preso que, aunque en más de una ocasión quisiera tender el vuelo, no tiene más remedio que sujetarse el pesado eslabón de su existencia y seguir paso a paso las distintas etapas de la vida; en ellas se adquieren infinidad de errores, quien más, quien menos, pero que sin ellos, no se puede llegar a la verdad ni se la sabe apreciar en todo su valor.

   Los que somos espiritistas racionalistas, deploramos la indolencia de muchos que, por no tomarse el trabajo de aclarar verdades, viven entre las sombras o en un completo escepticismo, pero amantes del bien en general, siempre nos convertimos en profetas para decir a la humanidad que una nueva aurora se ve brillar en lontananza, cuyo lema es el siguiente: Tras la tempestad, la calma; tras las luchas, el descanso; tras el llanto una sonrisa; tras el sufrimiento la recompensa.

   El Espiritismo es el ángel de la paz que viene a demostrarnos una de las verdades más positivas, para que al dejar la Tierra abriéndose paso por la inmensidad, entrevea un mundo de felicidad.
-Barcelona 1880-(recopilado por S. Sanchis Serra).

“Es más feliz el hombre a quien basta su riqueza interior y que para su contento y distracción pide poco o nada al mundo exterior”
- Schopenhauer-




Prefiera afrontar el mundo sirviendo a su conciencia, que afrontar su conciencia para ser agradable al mundo.”
Humberto de Campos
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