sábado, 18 de junio de 2011
Ser normal
El hombre es gregario por naturaleza.
Por instinto, el busca estar próximo a sus semejantes.
El progreso es una de las leyes de la vida, cuyo atendimiento es facilitado por el intercambio de ideas y experiencias.
Se figura natural que los hombres procuren ser aceptados en su medio social y familiar.
En todas las fases de la vida, el fenómeno de la búsqueda de la aceptación ocurre.
Por ejemplo, en la adolescencia es marcada la preocupación en formar parte de un grupo.
Ciertamente por eso, los adolescentes normalizan gustos y comportamientos.
Visten, hablan y actúan de forma semejante.
El parecer diferente es algo asustadizo, pues puede conducir a la condición de paria social.
En la vida por fuera, ser normal es reconfortante.
Cuando la conducta y las creencias de un hombre son compartidas por otros, el se siente seguro y confortable.
Quien asume una postura diferenciada tiende a ser mal visto.
Cuando menos, por su comportamiento puede provocar reflexiones.
Lo que antes parecía tan acertado, tal vez no lo sea.
Para la mayoría de las personas, es desagradable de tener que examinar su postura en cara de la vida.
Cuando se admite un error, la etapa siguiente es engendrar esfuerzos para corregirlo.
Como es más fácil permanecer inerte, lo que lleva a la reflexión muchas veces es repudiado.
Es preciso madurez y coraje para ser diferente.
Quien osa contrariar los padrones considerados normales, en el medio en el que se inserte, se sujeta a críticas y rechazos.
Más ser normal no siempre es bueno.
En un mundo marcado por la corrupción, tal vez la conducta deshonesta sea tenida por normal.
Poner la salud en riesgo, por vicios de todo orden, tampoco causa espanto.
Muchos así lo hacen y ese comportamiento no desafinado con lo que la sociedad tolera con tranquilidad.
La maledicencia, los desórdenes sexuales, el habito de siempre llevar ventaja, nada de eso parece chocante.
En la sociedad actual, nada es más banal que el vicio.
La genuina virtud es la que es rara.
Justamente por su rareza, llama tanto la atención.
En un ambiente liviano, la conducta de quien prefiere vivir honesta y dignamente son como una censura para los demás.
Piense si su búsqueda por la aceptación no le está haciendo trillar caminos extraños.
Recuerde los ejemplos y la figura de Cristo.
El convivió con equivocados de todo orden más preservó su pureza.
Amparó a los caídos y los exhortó al bien.
Su conducta recta y sus sabias palabras causaron muchas molestias
Las personas importantes de la época hallaron necesario matarlo, para callar su voz y hacer cesar su influencia.
Reflexiona sobre eso y analiza tu vida.
Mira si el concepto de normalidad no la está corrompiendo.
Si vives ahora con tranquilidad entre corruptos, tal vez la corrupción ya te haya marcado.
Si tu compañía es muy apreciada por los livianos y maledicentes, quizás sea que simplemente eres uno de ellos,
Si la pornografía ya no te asombra , probablemente ya la incorporaste en tu vida.
Por cierto no te causa alegría el percibirse afinado con la maldad del mundo.
Aun así, atrévete a ser diferente.
Sé rigurosamente honesto, leal, integro y bondadoso.
Puede ser que tu presencia sea menos requerida.
Más sin duda serás más feliz y tendrás paz en tu corazón.
Texto del Equipo de Redacción de Momento Espirita
( Ver también el blog elespiritadealbacete.blogspot.com )
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