miércoles, 15 de junio de 2011
Indulgencia permanente
Escasea, cada vez más, en el comportamiento humano, la indulgencia.
Es relevante para el éxito de la criatura en si misma y en la relación al prójimo, el pragmatismo negativo de los intereses inmediatos viene, poco a poco, desacreditándola, dejándola al margen.
Sin la indulgencia en el hogar, ante actitudes infelices de los familiares o en referencia a sus equívocos, se instala la malevolencia; en la oficina de actividades comerciales, produce la desconfianza; en el trato social propicia el des confort moral y responde por la competición destructiva…
Intentando substituirla, las criaturas imprevisoras colocan en los labios la mordacidad en el trato con el semejante, la falsa superioridad, la ofensa frecuente, la hipocresía en imitaciones de tolerancia.
La indulgencia para con las faltas ajenas es perfecta comprensión de la propia fragilidad, se refleja en el error de otro, entendiendo que todos necesitan de oportunidad para recuperarse, y facultando sin asumir rígido comportamiento de censor o injustificable postura de benefactor.
La indulgencia es un sentimiento de humanidad que rige en todas las personas, aguardando desarrollarse y tomar vitalidad que solamente el esfuerzo de cada cual logra realizar.
Es calmada y natural, fraternal y gentil, brotando como linfa cristalina al alcance del sediento.
Generosa, no guarda cualquier resentimiento, olvidando las ofensas a beneficio del propio agresor.
La indulgencia es un acto de amor que se expande y de caridad que se realiza.
La conquista moral de un hombre se mide por el grado de indulgencia que posee en relación a los límites y errores ajenos.
Nadie que viaje, en el mundo, sin errar y que, a su vez, no necesite de la indulgencia de aquellos a quien daña o contra los cuales se levanta.
La indulgencia pacifica al infractor, auxiliándolo a crecer en espíritu y abre aéreas de simpatía en aquel que la proporciona.
Virtud del sentimiento, la indulgencia revela sabiduría de la razón. Agredido por la ignorancia del pueblo, o por la astucia farisaica, o por la cobardía de los amigos, o por la pusilanimidad de Pilatos, Jesús fue indulgente para con todos, no obstante jamás hubiese recibido o necesitado de la indulgencia de quien quiera que fuese.
Enseñando el amor, toda Su vida es un himno a la indulgencia y una oportunidad de redención al equivocado.
Se, pues, tu también, indulgente en relación a tu prójimo, como necesitado tú te encuentras de la indulgencia de los otros como de la Vida.
Por el espíritu Joanna de Angelis – del Libro: Vivir y amar, Médium: Divaldo Franco
(Ver el blog elespiritadealbacete.blogspot.com )
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