Después del fenómeno que llamamos muerte o desencarnación, los vínculos familiares no son destruidos, como algunas personas piensan. Por el contrario, son fortalecidos y estrechados, y lo que los destruye es el principio opuesto.
Integran, en el espacio, grupos o familias unidas por el afecto, la simpatía y la similitud de tendencias. Dichosos de estar juntos, se buscan unos a otros, solo se separan de manera momentánea, porque después de su vuelta se reencuentran como amigos al regreso de un viaje. Incluso, muchas veces se siguen, reunidos, dentro de una misma familia humana o en un mismo círculo y trabajan juntos para su común adelanto. Los que están libres velan por los que se hallan en cautiverio y los más evolucionados tratan de hacer progresar a los más retrasados. Transcurrida cada existencia, han dado un paso adelante en la senda de la perfección. Cada vez menos ligados a la materia, su afecto es más vivo por el hecho de ser más depurado y no verse perturbado por el egoísmo ni oscurecido por las nubes de las pasiones. Así pues, recorren un número ilimitado de existencias corporales, sin que su afecto recíproco experimente ningún deterioro.
Integran, en el espacio, grupos o familias unidas por el afecto, la simpatía y la similitud de tendencias. Dichosos de estar juntos, se buscan unos a otros, solo se separan de manera momentánea, porque después de su vuelta se reencuentran como amigos al regreso de un viaje. Incluso, muchas veces se siguen, reunidos, dentro de una misma familia humana o en un mismo círculo y trabajan juntos para su común adelanto. Los que están libres velan por los que se hallan en cautiverio y los más evolucionados tratan de hacer progresar a los más retrasados. Transcurrida cada existencia, han dado un paso adelante en la senda de la perfección. Cada vez menos ligados a la materia, su afecto es más vivo por el hecho de ser más depurado y no verse perturbado por el egoísmo ni oscurecido por las nubes de las pasiones. Así pues, recorren un número ilimitado de existencias corporales, sin que su afecto recíproco experimente ningún deterioro.
Es evidente que aquí se trata del afecto real, de alma a alma, el único que sobrevive a la destrucción del cuerpo, porque los seres que se unen en la tierra sólo por los sentidos no tienen motivo alguno para buscarse en otros mundos. Sólo los afectos espirituales son duraderos. Los carnales se extinguen junto con la causa que los engendró. Y esa causa no existe ya en ese otro mundo. Aquellas personas que sólo se encuentran unidas por el móvil del interés, en realidad no significan nada la una para la otra. La muerte las separa en la Tierra.
La unión y el afecto que existen entre los parientes son indicio de la simpatía anterior que los ha acercado. Por eso se dice, al hablar de una persona cuyo carácter, gustos e inclinaciones no tienen ninguna semejanza con los de sus allegados, que “no es de la familia”. Al expresarse de este modo se está enunciando una verdad mayor de lo que se cree. En las familias, se permite que unos sean antipáticos y extraños, con el doble propósito de servir de prueba para unos y de medio de progreso para otros. Porque los malos mejoran poco a poco en su contacto con los buenos y por las enseñanzas que de éstos reciben. Su carácter se suaviza, se depuran sus costumbres y las antipatías se van anulando. Así se establece la fusión entre las diversas categorías, de la manera que sucede en la Tierra entre las razas y los pueblos.
Resumiendo, cuatro alternativas se nos presentan en lo que se refiere al futuro después de la muerte:
1. La Nada, conforme a la doctrina materialista.
2. La inmersión en el todo Universal, según la panteísta.
3. La persistencia de la individualidad, con la suerte sellada definitivamente, según la doctrina de la iglesia católica.
4. La conservación de la individualidad, con un progreso ilimitado.
De conformidad con la primera y segunda alternativa, los vínculos de familia son quebrados después de la muerte, y para los seres no existe esperanza alguna de reencontrarse. En la tercera hay sí, posibilidad de volver a verse, pero ello está condicionado a que los seres se encuentren en el mismo lugar. Este sitio puede ser el paraíso o el infierno. Por último, la cuarta, es decir la pluralidad de vidas, que es inseparable del progreso gradual, existe certidumbre en lo que respecta a la continuidad de las relaciones entre aquellos que se han amado y es esto lo que constituye la verdadera familia.
Por lo pronto la existencia terrestre es solamente transitoria, pasajera y representa una especie de muerte, si se le compara con el esplendor y la actividad.
El respeto que profesamos a los muertos no tiene que ver con la materia, sino con nuestra recordación del ausente. Es un respeto análogo al que sentimos por los objetos que le han pertenecido, que él en vida tocaba, y que son guardados como reliquias, por los que le aman.
( Trabajo aportado en Espiritismo Estudios por Araceli Bastidas )
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