miércoles, 6 de abril de 2011

Las recompensas del nuevo ser

Stanislav Grof


En Lalleshwari Spirirual Poems by a great Siddha Yogini, encontramos lo siguiente:


"Cuando se quemen tus impurezas a través del sufrimiento, te volverás más brillante que un espejo bajo el sol, más puro que la más perfecta de las perlas."

En una emergencia espiritual, se retiran muchas de las pantallas que oscurecen lo que uno es en realidad, y se puede comenzar a percibir una esencia personal positiva. Estas barreras eran las experiencias emocionales, psicológicas y físicas que estaban almacenadas en nuestro interior. Con la disolución o limpieza de estos bloqueos, aparecen y se fortalecen nuevas dimensiones del propio ser. A través de un desarrollo y una alimentación posterior, el núcleo central del espíritu se hace gradualmente más potente, más accesible e importante en la vida del individuo. Gran cantidad de personas que atraviesan esta etapa temporalmente piensan que han "llegado". Sin embargo, muy pronto suelen descubrir que están en movimiento una vez más, y se dan cuenta de que la autoexploración y la transformación son procesos que no se acaban.

   Una vez que se sienten renacer, se dan cuenta de que hay muchas otras oportunidades para morir y renacer. Ven que, cuanto más lejos vayan, más hay para hacer; cuanto más saben, más hay para aprender, pero, en vez de desanimarse por esta idea, suelen entusiasmarse por las danzas de la vida, sus misterios y sus deshazlos, y el rol que cumplen como participantes. A través de sus luchas, han ganado una nueva facilidad, fuerza y maestría que los acompañará en sus futuras aventuras de vida. Las circunstancias de vida de cada persona son distintas, y cada camino espiritual es único. Mientras algunas personas disfrutan de las   resoluciones dramáticas y del súbito acceso a algunas de esas recompensas, muchas otras sólo las prueban brevemente. Ahora saben que estas promesas existen y continúan desarrollándose lentamente en una continua autoexploración. Muchos de nosotros descubrimos estos elementos como una meta por la que continuamos luchando en la práctica espiritual. En un momento dado, se vuelven constantes y accesibles. A pesar de que estemos en contacto con ellas en ciertos períodos más que en otros, las sensaciones y actitudes armónicas suelen volver. Sin olvidar esto, analicemos las posibilidades que aguardan del otro lado de la transformación personal.

      Muchas personas descubren elementos nuevos y positivos en su mundo de todos los días. Desarrollan la sensación de que se puede confiar en el proceso de la vida en vez de luchar o resistirse contra él. Probablemente se sientan más tranquilos, más relajados y satisfechos con lo que tienen, y aprecien la vida en general. Después de haber enfrentado muchas zonas difíciles en su interior durante estas crisis, individuos así suelen emerger con una apreciación más profunda de la vida. Si han visto a la muerte de cerca, la vida se vuelve más valiosa por contraste, y son capaces de reconocer y saborear facetas que antes se habían perdido. Luego de una crisis de transformación, muchas personas se centran más en el momento presente. Quizás antes hayan pasado mucho tiempo viviendo en el pasado o preocupados por el futuro; o hayan sido impulsivos, competitivos o exitistas; o se hayan tomado demasiado en serio, siempre demostrando lo que valían o adelantaban. Al alcanzar el éxito, lo más probable es que se sintieran insatisfechos, con la sensación de que siempre había algo más que hacer. Ahora es probable que sientan menos el impulso de probarle algo al mundo, ya que sus necesidades internas están más satisfechas. Gracias a haber sido liberados para disfrutar del momento presente y lo que éste tiene para ofrecer, su exitismo obsesivo disminuirá. Limpios de las energías frenéticas y las molestas emociones, muchos se sentirán más felices con lo que sea que esté a su alcance, y les atraerán los aspectos simples y poco complicados de sus vidas. Es factible que surja un nuevo interés en cultivar la serenidad y las metas de vida apacibles. Una persona que en el pasado se sentía fascinada por la excitación y el dramatismo descubrirá cómo se siente la verdadera paz de la mente, y tendrá mucho interés en nutrirla e incrementarla. Alguien así suele ser más capaz de disfrutar de la soledad, así como también de lograr una mayor apreciación de otros seres humanos. El tiempo en soledad será cualitativamente diferente al doloroso aislamiento que antes se sentía. Personas así pueden ahora disfrutar de momentos tranquilos de reflexión, meditación y creatividad. Es probable que este tiempo de soledad se convierta en una necesidad y en un elemento importante, un tiempo en el que se puede reconectar consigo mismo y sus atributos positivos. Al sentirse más tolerante y más cómoda consigo misma y con los demás, una persona también disfruta más del contacto con los demás, y le preocupan menos cuestiones tales como la aprobación o el éxito. Suele funcionar con alegría y una auto imagen positiva, y le resulta más fácil aceptar a los demás y relacionarse con sus cualidades positivas. Es probable que estas personas también sientan que su percepción ha sido limpiada y que gozan de una apreciación sensorial mayor del mundo que los rodea. Tal vez descubran que son capaces de percibir más claramente su medio ambiente, como si sus sentidos fueran más agudos y apreciaran más los detalles. El mundo parece más vivo y lleno de riquezas. La música de pronto adquiere otras dimensiones, y la comida resulta más sabrosa. Una persona que antes visitaba el desierto y veía tan sólo la muerte y la desolación, ahora percibirá activamente las múltiples formas de vida, el exquisito espectro de sonidos, la cualidad eterna de las rocas y la vastedad del espacio. Algunas personas descubren que son capaces de pensar con una mayor claridad y que de golpe tienen acceso a inagotables recursos de creatividad en su interior. Encontrarán formas nuevas y llenas de imaginar, de conceptualizar y transmitir ideas, o sentirán una nueva fuente de inspiración artística dentro suyo. Es posible que se sientan atraídos por actividades como la escritura, la pintura, la danza y el canto, o que encuentren nuevas expresiones creativas dentro de sus trabajos. Los valores personales pueden cambiar y nuevos valores convertirse en ingredientes esenciales de la vida. Estos valores adquiridos se hacen imprescindibles a medida que la persona evoluciona, y existir sin ellos iría en contra de sus creencias y enfoque actuales. Por ejemplo, muchas personas descubren una inédita aceptación de sí y una tolerancia hacía los demás, y aprecian la diferencia. Luego de haber calado hondo en la experiencia de la soledad extrema y la separación durante su emergencia espiritual, suelen llegar a sensaciones de unidad y conexión con todo y todos los que los rodean, algo antes desconocido. Quizás antes sentían que el mundo giraba en torno de ellos, y vivían preocupados por sus problemas y procesos personales. Con la resolución de su crisis, esta tendencia a concentrarse en uno mismo suele suavizarse y, naturalmente, redirige su enfoque para incluir a otros. Tal vez se sienta que se es especial o que se está lleno de gracia, y al mismo tiempo uno se dé cuenta de que los de- más son igualmente únicos y benditos. Algunas personas descubren la necesidad de ser honestas, así como también la sensación de amor y compasión hacia ellas, los demás y el mundo. Ahora que han atravesado su crisis, suelen sentir un gran respeto y cariño hacia el "viejo ser" que durante años transportó una pesada carga de problemas, así como por el "nuevo ser" que luchó con valentía para llegar a existir. A través de las vicisitudes, muchas personas sienten una mayor conexión con el sufrimiento de los demás. Además, tal vez hayan tenido una experiencia mística de unidad con la vida entera y se den cuenta de que no pueden lastimar a otros sin lastimarse a sí mismos. Sienten un compromiso más profundo de hacer más fácil la vida de los demás, y descubren que al hacerlo hacen más fácil la suya propia. Es posible que les interese utilizar su nueva fuerza y percepción para ayudar a los demás.

      Para mucha gente, la espiritualidad se convierte en una parte deseable y necesaria de la vida. Se dan cuenta de que lo espiritual les estaba haciendo falta. Como parte del proceso de emergencia, tal vez hayan vivido experiencias que les han hecho percibir áreas de la existencia antes ocultas. Otros hallan esta dimensión expandida sólo luego de haber enfrentado ciertos aspectos difíciles de ellos mismos. Cualquiera sea la ruta, la mayor parte de las personas quiere seguir en contacto con las dimensiones nutrientes e inspiradoras que han descubierto. Es tos impulsos espirituales nuevos y potentes se expresan de diferentes maneras: Muchos descubren una profunda conexión con una fuente interior, un ser superior o Dios, y suelen ver al mundo como una expresión de lo Divino. Antes de su despertar, probablemente tenían sus propias ideas sobre Dios, que podían provenir de sus familias o religiones, de sus análisis intelectuales de la filosofía y la literatura, o de sus propias especulaciones sobre la forma en que funciona el universo. Quizás el concepto de Dios tenía que ver con algo inalcanzable, externalizado o imposible de ser conocido. Lo Divino los trascendía y era superior a ellos. Las personas experimentan por primera vez una conexión directa y personal con esta fuente durante la emergencia espiritual. Suelen vivir experiencias de primera mano que las transportan más allá de lo que pensaban o afirmaban, y se conectan con un potencial más grande que aquel que brindan los medios comunes. Esta fuente provee de respuestas e inspiración, guía y fuerza, protección y ayuda. Cuando la crisis se resuelve por sí sola, la conexión ocurre más o menos continuamente, y se suele sentir que, sin saberlo, un Poder Superior nos ha guiado a través de los desafíos y conflictos de la crisis. Dios se torna inmediato y accesible en nuestro interior, y se vuelve una parte importante y necesaria de la existencia diaria. Hasta quizás se comience a considerar a todo el proceso de la vida como una representación cósmica milagrosa orquestada cuidadosamente por una fuerza divina creadora. También se puede sentir que todo en el mundo que nos rodea es una muestra exquisita de la mano de obra divina. Una de nuestras historias preferidas ilustra la importancia de una genuina experiencia de lo Divino. Un periodista de la revista Time entrevistó al psiquiatra suizo C. G. Jung hacia el final de su vida. En un momento, el periodista le preguntó si creía en Dios, y él contestó: "No podría afirmar que creo. ¡Sé! He tenido la experiencia de ser tomado por algo que es más fuerte que yo mismo, algo a lo que la gente llama Dios". A raíz del descubrimiento de la sabia fuerza que los guía, muchos individuos desarrollan una confianza en el proceso de la vida a medida que ésta se da. Experimentan cada vez más una profunda fe en que su existencia se desarrolla corno debe, quizás como parte de un plan más vasto. Suelen dejar de luchar contra los momentos difíciles de la vida al descubrir que la resistencia a su dinámica siempre trae aparejado el dolor, y descubren que las cosas funcionan mejor si abandonan su necesidad de controlar la situación, permitiendo que su sabiduría más profunda los guíe. Una vez que se ha experimentado la dimensión espiritual que crece en la vida, se suele comprender que sin ella la vida es fútil y se ve empobrecida. Una persona que antes se manejaba adecuadamente pero era in feliz, no percibía las aparentemente interminables regiones que, desde entonces, han enriquecido su existencia. Ahora descubre que la espiritualidad es un elemento necesario que mejora su vida y le produce un bien estar. Tales personas suelen interesarse en desarrollar activamente su naturaleza espiritual. Su bienestar ha mejorado de tantas maneras desde el descubrimiento de su ser superior que quieren cultivar esa dimensión de su vida. Sienten el impulso de cultivar una práctica espiritual a diario que sirva para mejorar su contacto con su naturaleza más profunda, incorporándola a las actividades cotidianas. Estas personas comprenden que pueden entrar en contacto con esta fuente durante caminatas en medio de la naturaleza, o a través de la oración, la meditación u otra práctica devocional, y que pueden confiar en su sabiduría y benevolencia. En sus mejores momentos, sienten que todo lo que hacen durante el día es una forma de meditación, una ofrenda a Dios o a un Poder Superior. Al llegar al final de este volumen, miremos hacia atrás en el camino. Hemos examinado el potencial de la apertura espiritual, pero nos con centramos en los momentos en los que este desarrollo muy natural se convierte en una crisis. Para algunos de nosotros, la crisis es muy dramática y perturbadora; es una emergencia. Para otros no ocurre así. ¿Valen la pena los problemas y desafíos, el dramatismo y la perturbación, las alturas y los abismos? Creemos que sí, y también lo creen muchos otros que han probado los beneficios de esta aventura. ¿Y qué es lo que una transformación como ésta significa para nuestra vida? El conocido relato del alumno zen y su maestro captura la respuesta de una manera hermosa. El discípulo le preguntó al maestro: "¿Que hizo para obtener la iluminación?". El maestro respondió: "Corté leña y cargué agua". "¿Que hizo después de obtener la iluminación?", inquirió su discípulo, a lo que el maestro le contestó: "Corté leña y cargué agua". En una emergencia espiritual mucho, si no todo, cambia. El camino suele ser duro y difícil de recorrer, pero eventualmente conduce a la paz y la libertad interior. Al regresar al hogar, tal vez siga cortando leña y acarreando agua, pero de una forma totalmente distinta y, a pesar de que sepa muy bien que está todavía lejos la iluminación, su experiencia le brindará cada vez más luz a lo largo del camino.

 
Por Christina Grof & Stanislav Grof de "En Busca del Ser"

Pd.-Invito visitar el blog:  el espíritadealbacete.blogspot.com

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