El médium mineiro Francisco Cándido Xavier contó que, en sus días de profunda amargura, solicitó al espíritu benefactor que llevase su pedido de socorro a María de Nazaret, para que ella lo consolase, ya que sus problemas eran graves.
Después de algunos días, el benefactor retornó diciéndose portador de un recado de la madre de Jesús.
Chico inmediatamente tomo papel y lápiz y se colocó en la posición de escribir: Puede hablar, tomaré nota de cada palabra.
Emmanuel, benefactor atento, le habló:
Anote ahí, Chico. María me encargó que le trajese el siguiente recado:
“Eso también pasará. Punto final.”
Chico tomó nota rápidamente y pregunto al benefactor: ¿Solo eso?
Y él respondió: Solo eso Chico. La Madre Santísima me pidió que le dijese que eso también pasará.
* * *
Como Chico Xavier, muchos de nosotros, cuando nos visita el dolor, nos gustaría recibir un mensaje individual de consuelo.
Pensando que fuimos olvidados por la Divinidad, rogamos nos sea concedida una diferencia especial por parte de los benefactores espirituales.
Sin embargo, Dios todo lo sabe y todo lo ve. Nada acontece sin Su consentimiento, basta que depositemos nuestra confianza en Sus Soberanas Leyes.
Todas las cosas, en la Tierra pasan…
Los días de dificultades pasarán…
Pasarán también los días de amargura y soledad…
Los dolores y las lágrimas pasarán.
Las frustraciones que nos hacen llorar… Un día pasarán.
El dolor por el ser querido que se va por medio de la muerte, pasará.
Los días de glorias y triunfos mundanos, en que nos juzgamos mayores y mejores que los otros… Igualmente pasarán.
Esa vanidad interna que nos hace sentir como el centro del Universo, un día pasará.
Los días de tristeza… Los días de felicidad… Son lecciones necesarias que, en la Tierra, pasan, dejando en el Espíritu inmortal las experiencias.
Si hoy para nosotros, es un día de esos, repletos de amargura, paremos un instante.
Elevemos el pensamiento y busquemos la voz suave de la Madre amorosa que nos dice cariñosamente: Eso también pasará…
Y guardemos la certeza, por las propias dificultades ya superadas, que no hay mal que dure para siempre.
* * *
El planeta Tierra, semejante a una enorme embarcación, algunas veces parece que va a zozobrar ante la turbulencia de gigantescas olas.
Son guerras, intereses mezquinos, desvalores…
Más eso también pasará, porque Jesús está en el timón de esa embarcación, y sigue con la mirada serena de quien guarda la certeza de que la agitación forma parte del derrotero evolutivo de la Humanidad, y que un día eso también pasará.
Él sabe que la Tierra llegará a puerto seguro porque ese es su destino.
Así que hagamos nuestra parte lo mejor que podamos, sin desfallecer.
Y confiemos en Dios, aprovechando cada segundo, cada minuto, que ahora, ya no es igual que cuando iniciamos el programa y lo de ahora también pasará…
Redacción de Momento Espírita.
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