sábado, 1 de febrero de 2025

Criterio espírita sobre la eutanasia

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- La turbación de la muerte

2.- Categorías de mundos habitados

3.- Reencarnación y homosexualidad

4.- Criterio espírita sobre la eutanasia

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           LA TURBACIÓN DE LA MUERTE

El espíritu se adhiere tanto más a la vida corporal cuanto no ve nada más allá.
Siente que se le escapa y quiere retenerla. En lugar de abandonarse al movimiento que le arrastra, resiste con todas sus fuerzas, pudiendo así prolongar la lucha durante días, semanas y meses enteros.
Sin duda en este momento el espíritu no tiene toda su lucidez.
La turbación ha comenzado mucho tiempo antes de su muerte, pero por esto no sufre menos, y la vaguedad en que se encuentra, la incertidumbre de lo que vendrá a ser de él, aumentan sus angustias.
Llega la muerte, y no se ha acabado todo.
La turbación continúa, siente que vive, pero no sabe si es de la vida material o de la vida espiritual.
Lucha todavía hasta que las últimas ligaduras del periespíritu se rompen. La muerte ha puesto término a la enfermedad efectiva, pero no ha tenido sus consecuencias.
Mientras existen puntos de contacto entre el cuerpo y el periespíritu, el espíritu siente los achaques de aquél, y sufre.
ALLAN KARDEC.
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CATEGORÍAS DE MUNDOS HABITADOS


3. De la enseñanza dada por los espíritus resulta que los diversos mundos están
en condiciones muy diferentes los unos de los otros, en cuanto al grado de adelanto o de inferioridad de sus habitantes.- Entre ellos los hay cuyos moradores son inferiores aún a los de la tierra, física o moralmente; otros están en el mismo grado y otros les son más o menos superiores en todos conceptos. En los mundos inferiores, la existencia es
enteramente material, las pasiones imperan soberanamente, la vida moral es casi nula. 

       A medida que la evolución del Espíritu se desarrolla, la influencia de la materia disminuye, de tal modo, que en los mundos más adelantados, la vida, por decirlo así, es enteramente espiritual.

4.      En los mundos intermediarios hay mezcla de bien y de mal, predominio del uno y del otro, según el grado de adelanto. Aun cuando no pueda hacerse una clasificación absoluta de los mundos, sin embargo, se hace atendiendo a su estado y a su destino y basándose en sus grados más marcados, dívidiéndolos de un modo general como sigue, a saber: mundos primitivos, afectos a las primeras encarnaciones del alma
humana; mundos de expiación y pruebas, en donde el mal domina; mundos
regeneradores, en donde las almas que ya no tienen que expiar adquieren nuevas fuerzas, descansando de las fatigas de la lucha; mundos felices, en donde el bien
sobrepuja al mal, y mundos celestes o divinos, morada de los espíritus purificados en
donde el bien reina sin mezcla alguna.. 

     La tierra pertenece a la categoría de los mundos de expiación y de pruebas, y por esto el hombre está en ella sujeto a tantas miserias.

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC
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REENCARNACIÓN Y HOMOSEXUALIDAD

     Al contrario de lo que muchos puedan imaginar, la posición de la Doctrina Espírita no es de condena al homosexual. Además, la filosofía espírita no posee la característica de condenar cualquier acto o postura. En vez de ello, estudia y comprende  el origen de los problemas procurando esclarecer a los individuos y no condenarlos.

   Todas las tendencias, vocaciones o inclinaciones psicológicas no son resultantes tan sólo de nuestra vida actual. Nuestra historia es mucho más antigua y compleja de lo que pueda parecer. Si fuera verdad que la gestación es una fase extremamente importante en la transmisión de energías mentales de la madre hacia el hijo y viceversa, si es real que nuestro psiquismo se consolida a través de las experiencias de las diversas etapas infantiles y juveniles, hay mucho más además de esto.

   Traemos en los archivos más profundos del inconsciente una suma de vivencias tanto felices como desagradables. Alegrías, decepciones, momentos de éxtasis o traumas violentos fueron asimilados por nosotros en vidas pasadas.      Acumulamos energías, en nosotros mismos, que podrán permanecer con nosotros durante siglos.

     No es posible, según la óptica del conocimiento reencarnacionista, limitarnos a una visión reduccionista relativa a las pocas décadas de una existencia, cuando tenemos información de que somos seres humanos que reencarnamos desde hace muchos millares de años.

   No se trata de un dogma de fe o de ciega creencia. Se trata de documentación obtenida a través de relatos de espíritus desencarnados, documentación a través de la memoria extra cerebral en la cual, personas recuerdan, espontáneamente, vidas pasadas y documentación obtenida por terapias regresivas de vivencias pretéritas.

   Existen una infinidad de experiencias, de las más diversas órdenes, que comprueban como nuestro psiquismo es el resultado de una larga caminata. Así que, cualquier peculiaridad comportamental nuestra, sea en la esfera sexual, sea en cualquier otra esfera, necesita ser atendida por la cosmovisión espírita. La homosexualidad, por lo tanto, no será la excepción, pues se trata de una característica bastante expresiva y determinante de importantes repercusiones individuales, familiares y sociales.

Es importante resaltar que la homosexualidad no ocurre, simplemente, por el campo de sexo biológico de una encarnación a otra. Esto significa que, si una mujer necesita renacer como hombre, o viceversa, este hecho por si sólo jamás determinará cualquier comportamiento en la esfera de la homosexualidad.

Hombre y mujer que están armonizados y en sintonía con su sexualidad, al reencarnar en el sexo opuesto continuarán emitiendo armoniosamente su energía sexual.

    El chacra genésico que trabaja en equilibrio expresará esta normalidad por el vehículo corporal, conforme su fisiología y anatomía por las cuales se expresa en la nueva existencia física.

   La adaptación se hace automáticamente, cuando no hay disturbios anteriores. La espiritualidad siempre nos esclarece que la reencarnación en sexo diferente del anterior, no acarrea disturbios homosexuales, y la propia lógica nos lleva a esta conclusión, pues la ley universal del renacimiento tiende a armonizar a las criaturas y no a generar dificultades y conflictos innecesarios.

   Conforme ya comentamos en otros escritos, en nuestro planeta existen tan sólo dos sexos biológicos: el masculino, proveniente de la unión de un espermatozoide Y con un óvulo, y el femenino, proveniente de la unión de un espermatozoide X también con el óvulo. O sea, que bajo el aspecto fecundativo, es solamente el espermatozoide  el que determina un sexo u otro.

    A pesar de que en su naturaleza íntima, el espíritu no tiene sexo, las experiencias de las vidas pasadas determinan una nítida polarización energética del espíritu  reencarnante, con características masculinas o femeninas.

    También es verdad, que el espíritu humano posee en las energías sexuales, uno de los mecanismos de su propio progreso espiritual, incluso porque son adquisiciones seculares, y constantemente renovadas en las nuevas encarnaciones.

  Los espíritus en fase evolutiva compatible con el planeta Tierra poseen, normalmente, las fuerzas sexuales inclinadas o hacia la polarización masculina o hacia la polarización femenina. Quien visualiza la respetable figura de Bezerra de Menezes siempre lo ve como una figura masculina, inclusive con barba, etc.… De la misma forma, en las visiones de la falange de María ellos son típicamente femeninos.

   En un nivel más periférico, y personal, diría que no hay como confundir la figura de mi padre desencarnado con, por ejemplo, mi tía. Observamos, por lo tanto, que los espíritus masculinos así como los femeninos, expresan en sus energías la tendencia sexual que les es natural y de conformidad con sus inclinaciones psíquicas.

   Las peculiaridades psico-sexuales de un espíritu determinan, de esta forma, su expresión física o su organización biológica, en lo que se refiere al aspecto de su cuerpo astral. Por lo tanto, el cuerpo espiritual es el reflejo de su mente.

   Conforme ya estudiamos, al reencarnar, el espíritu, ligándose al óvulo, transmite sus vibraciones tipificando, automáticamente, su polaridad sexual. A través de esta  polaridad sexual transmitida por el cuerpo espiritual al óvulo, ésta atraerá al espermatozoide X (femenino) o Y (masculino) que determinará el sexo biológico de la futura encarnación.

    Se concluye, por este motivo, que el sexo biológico será siempre el adecuado a las características psico-sexuales del espíritu. 

   La homosexualidad es una dificultad de adaptación del espíritu a su condición biológica. En este grupo, incluimos a todos los individuos con desequilibrio sexual en su organismo que buscan ejercer la fisiología sexual con personas del mismo sexo, en una incompatible práctica con la naturaleza que elaboró dos sexos opuestos o complementarios.

   Se trata de un desajuste, algo a corregir, amparado y tratado con respeto. No siendo perseguido o discriminado, pero tampoco encubierto bajo la falsa interpretación de “una libre opción sexual”. No existe un 3º, o 4º sexo. Existen, en nuestro planeta, tan sólo dos y de polaridad opuesta.

   La no discriminación del homosexual y el respeto que se debe tener hacia estos hermanos no excluye, sin embargo, que se trata de una dificultad sexual de los mismos.

   Dificultades o desajustes emocionales (o físicos), acaban siempre en una patología. Cuando se menciona el término patología hay, inmediatamente, una reacción de determinados grupos, pues la asocian a la discriminación. Volvemos a insistir, el homosexual no esta siendo excluido por la doctrina espírita, al contrario, es comprendido y amparado. Lo que constituye una patología es, pues, su inadaptación psíquica a una realidad biológica programada para la existencia actual.

   El origen del comportamiento homosexual se debe a un conflicto entre estructuras del consciente, u organización biológica, y las regiones del inconsciente o estructuras espirituales, en desarmonía energética.

   Conforme sabemos, cualquier postura mental genera núcleos de vibración en las estructuras del inconsciente. Posturas mentales, reforzadas por actitudes, intensifican esos campos de vibración. De esta forma, se comprende que actitudes de exacerbación sexual con desvíos de conducta, especialmente cuando perjudican a otros individuos, se graban indeleblemente en los campos energéticos de los espíritus.

   Al reencarnar, estos desvíos energéticos, o exacerbaciones de la polaridad sexual, determinan conflictos psico-sexuales serios, especialmente, si los espíritus necesitan renacer en sexo opuesto de la reencarnación anterior.

   Los conflictos entre el consciente (físico), y el inconsciente (espíritu), pueden tener, también, origen en vivencias de esta existencia actual. Si fuera verdad que disturbios de las vidas anteriores pueden ser determinantes de desarmonías energéticas en la esfera psico-sexual, el inconsciente también registra innumerables hechos de la existencia presente.

Podemos dividir, didácticamente, el inconsciente en dos partes principales:  Inconsciente presente e inconsciente pretérito.

    En el inconsciente presente, o actual, están archivadas las experiencias de esta encarnación que, por ser recientes, poseen gran influencia en la configuración psicológica de todos nosotros. El inconsciente pretérito constituye una franja mucho más amplia, pero, en ciertos casos, puede tener una extensión menos preponderante que las vivencias más recientes. Cada caso es estrictamente personal, por lo tanto, diferente   de un individuo a otro.

   Desde el inicio de la gestación, pasando por la infancia y adolescencia, el espíritu  vive las más diferentes situaciones en el área de la sexualidad. Así como muchos problemas tienen origen en la vida actual, frecuentemente, situaciones antiguas son recordadas o reforzadas en esta vida por errores de educación, padres violentos, abandono, agresión del medio ambiente, etc., que, conforme las particularidades de cada psiquismo, generan la identificación con el sexo opuesto.

    La homosexualidad, o inadaptación al sexo biológico es, por lo tanto, resultado de un conflicto entre zonas del inconsciente, (actual y/o pasado) con las estructuras de la zona consciente.

   En determinada ocasión, cuando fuimos invitados para dar una conferencia sobre el tema a un grupo de adolescentes, un joven me solicitó una explicación, bajo el punto de vista energético, del porque la homosexualidad no era normal. Me surgió una idea que en aquella ocasión me pareció adecuada:

- Si usted mira aquel enchufe de la pared, observará que hay dos orificios;

¿Por qué?

- Todo el mundo lo sabe, uno para el hilo positivo y otro para el negativo.

- ¿Por qué no pueden ser dos hilos positivos o negativos?

- Porque la corriente, para funcionar, necesita polos opuestos.

- ¿Qué ocurriría si yo pusiera sólo hilos de igual polaridad?

- O usted se lleva un latigazo eléctrico (dijo riendo), o la lámpara no se encenderá.

- Pues eso mismo es lo que acontece con relación a la sexualidad. Es necesario entender que, también, hay comunión de energías entre la pareja. Se establece un circuito fluídico-vibratorio intenso entre los dos.

   Un hombre y una mujer permutan cargas magnéticas de polarización complementaria que los realimenten psíquicamente. Una pareja, normalmente adaptada a su fisiología, al amarse y mantener relaciones sexuales intercambian intensamente,  ondas de energía que al complementarse absorben otras, por sintonía, de los planos energéticos superiores.

   El propio éxtasis sexual es una abertura magnética para la absorción de estas energías que los ampara, en términos de vibración psíquica.

  Como que en las uniones homosexuales la polaridad energética no se complementa, hay dificultades en que ocurra el proceso descrito. Es común, en los homosexuales, la insatisfacción íntima o sensación de vacío interior por ausencia de la complementariedad energética en las relaciones, lo que puede determinar consecuencias más o menos graves.

   No pretendemos agotar un tema tan complejo y doloroso. En términos de terapéutica, recomendaríamos que un minucioso acompañamiento psicológico y espiritual fuera hecho a los hermanos con esta dificultad.

  Tenemos por ejemplo un homosexual del sexo masculino. En vez de buscar          relaciones sexuales en las que desempeñaría el papel inverso al de su fisiología,    deberá drenar estas fuerzas hacia actividades compatibles con esta energía femenina.

   Un error común, cometido por muchos padres, es matricular al niño en aulas de boxeo u otro deporte para “machos”. Tal actitud agrava las dificultades del joven que necesita una canalización sana de los instintos opuestos a su morfología.

   Se le deben ofrecer actividades que sean afines con su psiquismo. No esconder o reprimir, sino direccionar bajo supervisión, hacia el arte, la música, o incluso hacia la ciencia, según el caso.

DEL LIBRO “PADRES E HIJOS”DE RICARDO  DE BERNARDI 

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          CRITERIO ESPÍRITA SOBRE LA                                     EUTANASIA



     Los mayores problemas y desgracias que le ocurren al ser humano provienen de su falta de espiritualidad.  Al centrar toda su vida en lo material no concibe una existencia sin manipular y aprovechar todo lo que encuentra.  No imagina, que tras la muerte, una vida más plena nos espere, una vida más parecida a la material de lo que pensamos, pero espiritual, donde rigen otras leyes.  Donde cuenta más lo amado que lo ganado, lo humilde más que lo poderoso, la sinceridad más que la falsedad y donde las conquistas más celebradas son sobre nuestro propio orgullo y nuestra vanidad.

    El problema del dolor es importante porque nuestra sociedad siempre ha buscado eliminarlo, pero la ciencia ha tenido claro que ese dolor tenía una causa y era necesario primero solucionar el origen del dolor para luego paliarlo.

    El dolor funciona como sistema de alarma de que algo no funciona bien en nuestro cuerpo y nos avisa para buscarle solución. El dolor, en sí mismo, es beneficioso.
    
    Obviamente, a pesar de reconocer el dolor como beneficioso, todos deseamos librarnos de él. Pero sin olvidar la causa.

    El espiritismo defiende la visión de que toda enfermedad física tiene su origen en el espíritu y este espíritu ha tenido muchas vidas antes que la actual, siendo habitual que transportemos problemas sin solucionar de una vida a otra.

    Tomemos el ejemplo de una persona que tiene una vida de grandes sufrimientos, alguno de estos padecimientos tendrán su origen en esta vida pero habrá otros que no se puedan explicar sin recurrir a sus vidas anteriores, porque no podemos olvidar el concepto de justicia divina, que no es como la humana, pues nada se le escapa.

    La función principal de la reencarnación es la de facilitar nuestra enseñanza en todos los ámbitos de la creación, así como la depuración gradual de todos nuestros vicios y defectos, por la ley de causa y efecto nos vemos obligados moralmente a rescatar el daño hecho a los demás en la misma medida en que fuimos causa de él.

    La duración de las penas que habremos de sufrir por nuestros errores viene dada por las leyes justas y sabias que Dios elaboró para nuestro bien y no nos corresponde a nosotros decidir cuando hemos sufrido ya suficiente.

    No recordamos la causa de nuestro mal pero eso no invalida el cumplimiento de la sentencia, que siempre es en nuestro beneficio, pues al retornar al mundo espiritual estaremos agradecidos de haber saldado esa deuda tan terrible que no nos dejaba vivir en paz y estaremos agradecidos por la oportunidad recibida.

    Cuando el plazo se cumple quedamos liberados de esa carga, no antes. Tomar la decisión de acabar con una vida bajo el pretexto de evitarle sufrimiento,   produce exactamente lo contrario, pues la parte de culpa que no pagó tendrá que volver a cumplirla  en otra vida.

     Los hermanos espirituales vienen a traer un poco de luz sobre este doloroso asunto:
« ¡Felices los de la Tierra! Cuando pasareis al pie de los lechos de cuantos atraviesan prolongada agonía, alejad del pensamiento la idea de acelerarles la muerte. Compañeros del mundo, que aún tenéis la visión limitada de la carne, por amor a vuestros sentimientos más preciados, dad consuelo y silencio, simpatía y veneración a los que están cerca de la sepultura. Ellos no son las momias torturadas que vuestros ojos contemplan, destinadas a la cripta que el polvo carcome. Son hijos del Cielo, preparando el retorno a la Patria, listos a transponer el río de la Verdad, a cuyas márgenes, un día, también vosotros llegaréis». 
(André Luiz, “sexo y destino)

El Espíritu San Luís afirma:
«El materialista que sólo ve el cuerpo y nada le importa el alma, no puede comprender estas cosas; pero el espírita que sabe lo que pasa más allá de la tumba conoce el precio del último pensamiento. Mitigad los últimos sufrimientos tanto como podáis, pero guardaos de abreviar la vida, aún cuando no sea sino por un minuto, porque este minuto puede evitar muchas lágrimas en el porvenir».

    La eutanasia, desde el punto de vista espírita, es un crimen espantoso.

    Considerándose que el paciente se encuentra en estado vegetativo o de gran aflicción, la mejor forma de minimizarle el sufrimiento, es continuar socorriéndolo con los recursos hábiles proporcionados por la medicina, no interrumpiéndole la existencia física bajo ningún pretexto.

    Tratándose, la eutanasia, de un crimen contra la vida, el Espiritismo esclarece que los dolores prolongados por los que pasan muchas personas, resultan de conductas infelices de otras existencias.

     Normalmente esos pacientes, anteriores suicidas, se recuperan de los delitos practicados, no disponiendo, en la situación actual, de la posibilidad de huir de la vida nuevamente, cumpliendo las determinaciones de los Soberanos Códigos que no pueden ser violados irresponsablemente.

    Es común que, en los momentos que preceden a la muerte, incluso que demorados, el Espíritu toma conciencia de su realidad y de los valores existenciales, procurando mantenerse con serenidad hasta que sea consumada la desencarnación.

    En los estados de coma el espíritu normalmente se encuentra lúcido, acompañando el proceso a que se ajusta.

    Casi siempre existen vínculos con actos criminales que no fueron reparados en existencias anteriores. También pueden esos fracasos haber acontecido en la actual reencarnación, dando una inmediata reparación.

    Todo y cualquier abuso que se practica en relación a la vida produce comprensibles efectos. En el caso en cuestión, enfrentamos el mal uso del cuerpo, los vicios morales, el suicidio como responsables por futuros procesos degenerativos que prolongan la vida física en estado deplorable sin posibilidad de recuperación, imponiendo expiaciones aflictivas.

     Se pudo comunicar con algunos Espíritus que habían solicitado la eutanasia y que despertaron en estado lamentable, sufriendo los dolores que se quisieron liberar o permanecieron anestesiados mucho tiempo padeciendo imposiciones penosas, siendo considerados suicidas.

   Otros, en los que fue aplicada la infeliz terapia, sin haberla solicitado, aunque sufren, porque no pudieron concluir las pruebas a que estaban sometidos, ruegan a Dios el regreso al cuerpo orgánico, a fin de liberarse de los sufrimientos que necesitaban para ser felices.

Recordemos el ejemplo de Terry Schiavo que murió tras una terrible agonía de 14 días por deshidratación. El proceso utilizado fue de una crueldad innombrable, aplicando la muerte lenta y dolorosa por falta absoluta de alimentación a un cuerpo que disponía de recursos para proseguir hasta el momento adecuado de su muerte. El origen de esa pena que fue aplicada a la paciente, remonta a la crueldad que rige en muchas leyes en países que se vanaglorian de ser cristianos, y, no obstante, no respetan el Decálogo, matando impunemente, desconsiderando la Ley de amor establecida por Jesús, a fin de atender a intereses no siempre dignos.

    Los espíritas hemos de mantener la postura de respeto a la vida bajo cualquier condición en que se presente – desde el estado de embrión – trabajando para que el amor y la solidaridad sustituyan la indiferencia y frialdad moral de los que cometen el terrible crimen.

¡Matar, nunca!

    Nos cabe, cuando sea solicitado, informar al paciente que desea huir del sufrimiento, que esa actitud irá solamente a transferirlo de una para otra situación vibratoria, no consiguiendo éxito. Explicarle que la vida tiene un sentido elevado: alcanzar la sublimación, y que uno de los métodos es el sufrimiento, sin ningún masoquismo, pero del cual nadie consigue huir.

    La ortotanasia es legítima. Es cuando la persona que ya no responde a ninguna terapia, opta por no someterse a nuevos tratamientos más dolorosos, pero continua con medicamentos y tratamientos médicos. Estos individuos aguardan la muerte natural. Fue lo que sucedió con el Papa Juan Pablo II, que pidió para permanecer en su residencia y aguardar la muerte, lúcido, trabajando, sirviendo. Lo que es perfectamente digno».

    Se afirma, en muchas ocasiones, que no se puede vivir sin dignidad, y claman por que alguien les asista a morir dignamente.

¿Han pensado esas personas en las posibilidades que aún les pertenecen?

     Cualquier disposición mínima a la vida puede ser aprovechada, tenemos el ejemplo del científico Stephen Hawkins, el genio de la física, convivió con Esclerosis lateral aniotrófica (ELA). Duración media de vida de 3 años. Superó todas las previsiones posibles, al mantener una lucha con el tiempo durante más de 38 años, y así continuó hasta el final de su vida en el año 2018.
     Christopher Reeve (superman): tetrapléjico a raíz de un accidente de caballo, luchó por salir adelante; después de estructurar su campo psicológico, se dedicó a contribuir con su fortuna para la investigación con células madre, hasta que murió por un ataque al corazón en el 2004.

    Otro caso sorprendente e inesperado: la conexión de circuitos nerviosos neuronales después de 20 años en coma de Terry Walis. ¿Y aun creemos que lo sabemos todo?

    Tenemos también el ejemplo de la doctora Elisabeth Kübler-Ross en su trabajo con enfermos terminales, tanto personas mayores como niños pequeños. Siguiendo el proceso de escuchar y estar abierta a todo lo que estas personas querían comunicarle, empezó a elaborar un esquema de las fases por las que pasa una persona que se enfrenta a la muerte: dolor, rechazo a la situación, enfado, negociación, aceptación, reconciliación con el proceso... Estos trabajos le valieron el reconocimiento internacional en el incipiente campo de estudio de la Tanatología: El proceso de morir.  

 
  Kübler-Ross pudo vivir una serie de experiencias extra-corporales y transcendentes que le validaron y confirmaron que lo que le habían dicho muchos de sus pacientes, acerca de seres y visiones que acontecían justo antes del momento de la muerte, eran algo verídico y que cabía tener en consideración, como uno de las etapas de mayor importancia en este proceso.
    A partir de allí sus conferencias se abrieron al objetivo de exponer que, además de la inexcusable importancia del acompañar al enfermo terminal, la posibilidad de la supervivencia de la consciencia después de la muerte era un ámbito de estudio que requería la atención de todos-sobretodo de los anonadados miembros de esta sociedad mecanicista occidental en la que vivimos. El deceso no sólo era un hecho que requería aceptación, sino que además era un proceso que había de ser afrontado sin miedo. Después de años de un relativo rechazo por parte de la comunidad científica, el reconocimiento llegó en forma de numerosas entregas de títulos honoris causa, concedidos por diversas universidades de todo el globo. La doctora, inválida por una embolia, escribe en su libro “La rueda de la vida”: “¿Qué tipo de vida es esta? Una vida desgraciada. A pesar de todo mi sufrimiento, continúo oponiéndome a Kevorkian, que quita prematuramente la vida a las personas por el simple motivo de que sienten mucho dolor o molestias. No comprende que al hacerlo impide que las personas aprendan las lecciones, cualesquiera que éstas sean, que necesitan aprender antes de marcharse. En estos momentos estoy aprendiendo la paciencia y la sumisión. Por difíciles que sean estas lecciones sé que el Ser Supremo tiene un plan. Sé que en su plan consta el momento correcto para que yo abandone mi cuerpo, como la mariposa abandona su capullo. Nuestra única finalidad en la vida es crecer espiritualmente.

La casualidad no existe.

Este mundo necesita, más que nunca, amor, compasión, ternura, bondad y comprensión.

 Que el dolor de estas personas, que también sufrimos nosotros, no nos impida comprender que todo lo que ocurre tiene un porqué, el hecho de no saberlo no nos da derecho a decidir, y esa decisión causa más daño del que pretende aliviar.
 

Jesús Valle
Centro espírita Manuel y Divaldo


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