sábado, 15 de febrero de 2025

La virtud más meritoria

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- La vida

2.- El Guía espiritual

3.- Cuando todo parece imposible

4.- La virtud más meritoria

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                                                      LA VIDA


-Su manifestación en los planos físicos y espirituales.
-El hombre como ser humano y como ser espiritual.
-Objeto de la vida humana.


Comenzaré esta exposición con los siguientes interrogantes: ¿Qué es la vida? ¿De dónde emana la Vida? ¿Hacia dónde va esa Vida?

¡Cuántas veces habremos hecho éstas y otras preguntas sin respuesta!

Frente a ciertos fenómenos físicos y psíquicos que suelen denominar “misterios de la vida”, ¿cuántas veces habréis divagado, sentido estas inquietantes interrogantes y otras más?

Aun cuando difícil resulta definir lo que es la Vida en su aspecto transcendente, podemos decir que, Vida es y está en todo cuanto existe en los múltiples aspectos, y es indes­tructible en sí misma, aún cuando lo sea en la forma o formas en que la Vida se manifiesta. Me refiero aquí a la Vida como esencia, como energía animadora de las formas.

En las modalidades que conocemos, la Vida es energía, Más, la energía es manifestación de la Vida, es efecto no causa. Y donde hay Vida hay energía y viceversa. O sea que, donde hay energía existe Vida. Siendo que, como humanos sólo percibimos la Vida por su manifestación física en sus aspectos visibles.

La Vida en su origen, emana de Dios, de esa Energía Cósmica Creadora, que crea Vida de su propia esencia, para poblar el inconmesurable espacio cósmico, infinito en su extensión. Por ello, la Vida es una manifestación de Dios.

Y siendo que, todo lo que existe es una manifestación de Vida en sus diversos grados evolutivos y en un constante desarrollo, toda Vida manifestada en los planos físicos va hacia el objeto para el cual ha sido creada, llevando en su propia esencia la fuerza orientadora de su propio desarrollo y evolución, que va efectuando en el tiempo a través de las múltiples manifestaciones y mutaciones en constante desarrollo y transformismo, siempre ascendente; aunque no siempre perceptible a nuestros sentidos físicos.

Y ya en su manifestación humana, la energía emanada de la Vida misma del propio Ser espiritual, que contiene en sí y es en sí mismo la Vida, impele a la personalidad (a nosotros mismos como personas) a una constante acción y a un constante ejercicio, para el desarrollo de las facultades recibidas de la Divinidad Creadora, a fin de capacitarnos para cada vez más amplias y mejores realizaciones. Y ese constante ejercicio de las facultades espirituales y psíquicas, es indispensable para continuar ascendiendo, ascendiendo en ese ilimitado camino que conduce a la felicidad, felicidad que, en nuestra miopía psíquica no identificamos. De aquí, la necesidad de desarrollar esas facultades que en nosotros existen en estado potencial, mediante el ejercicio constante cuya oportunidad nos proporcionan las vicisitudes diversas en las vidas humanas. Por ello, necesario es no rebelarse contra las vicisitudes adversas que la vida humana nos presenta, a fin de superarlas, porque, las dificultades de la vida humana, son oportunidades para desarrollar las facultades de la mente, especialmente la facultad intelectiva y volitiva (inteligencia y voluntad); y cuyas dificultades son al Espíritu lo que la gimnasia es al atleta. Porque, si nos rebelamos, no las superamos; y se repetirán hasta tanto no hayamos aprendido a superarlas. Y una vez aprendido a superarlas, dejarán de ser dificultades.

En los planos etéreos del espacio o dimensiones espirituales más allá de lo planetario, existe la Vida en sus aspectos superiores de una mayor energía y capacidad de manifestación, de mayor sabiduría y amor, mayor poder y abarcamiento; habitadas esas dimensiones por seres ya más evolucionados en los diversos aspectos, que están ya liberados de los planos físicos, actuando activamente en el progreso de las humanidades.

El hombre como ser material.-

Aquellas personas que creen que al morir todo se termina, una gran sorpresa les espera. Ignorantes de su propia realidad existencial e imperecedera, la mayoría de los humanos limitan su vida a lo tangible, y buscando el placer van creando necesidades artificiales, terminando por convertirse imperceptiblemente en esclavos de las mismas. Alejados del verdadero camino de la Vida (la vida humana como realización), no disfrutan de las maravillas que ésta les ofrece. El amor sentido y realizado, que es fuente inagotable de armonía y felicidad, es desalojado por el egoísmo y la ambición, que crean rivalidades y estados afectivos perturbadores de enconos y malquerencias, que envenenan las almas; y el hombre se vuelve contra el hombre, transformando su vida en un tormento.

Según un mensaje recibido del espíritu de San Juan Crisóstomo, somos los más atrasados de nuestro sistema solar. Oigámosle: ... “Sois de todas las humanidades de vuestro sistema solar, la más criminal. De las humanidades alumbradas por el mismo sol, sois la única que se ataca como fieras, que se matan unos a otros por la ambición y el orgullo. Todos los mundos que gravitan en vuestro sistema, han adquirido ya la noción de su papel en el concierto universal, donde nadie duda de la existencia de Dios y su infinita misericordia manifestada a través de las vidas sucesivas”.

De ser esto cierto.... Y hay quienes, en su inferioridad mental se consideran como los únicos seres superiores del Universo.

Una de las causas que llevan al ateísmo y al materialismo perturbador, es la pérdida de la fe en las religiones. Y esta pérdida de fe, se debe a que, en los tiempos en que vivimos, ya no se pueden admitir conceptos carentes de lógica.

El materialismo embrutece al ser humano. Y ese materialismo lo podemos ver en todas partes. Una gran parte de la humanidad piensa tan sólo en enriquecerse, y en el poder generalmente deseado para satisfacción de dominio. Otra parte busca la felicidad en los goces momentáneos, quiere olvidarlo todo y vivir nada más que el presente, avanzando a ciegas hacia el abismo, inconscientes de su responsabilidad. Y así, en su ceguera psíquica van creando causas de dolor futuro, por hacer oídos sordos a esas llamadas de su conciencia superior, que son la manifestación de su espíritu, que es la realidad existencial, y que sigue siendo en el tiempo y en el espacio.

El hombre como ser espiritual.-

Y ahora, analicemos el hombre como ser espiritual.

En un universo donde todo expresa orden, causalidad, indestructibilidad; en el que todo es justicia perfecta; donde todo está ligado por una red de reacciones en un funcionamiento matemático del vasto organismo cósmico; en el que todo tiene una razón y una consecuencia lógica; resulta inaceptable la existencia del hombre como accidente, cual es el que todo termina con la muerte; como algunas seudoideologías sostienen.

Argumentos teológicos de milenios, por otro lado, obstruyeron y obstruyen todavía los canales de la inteligencia humana en cuanto a las realidades divinas. Pero, por ventura, ha llegado ya el momento de que la verdad sea conocida, de lo que dan prueba los descubrimientos y acontecimientos de los últimos tiempos, a través de los cuales vemos que la humanidad se encamina hacia la búsqueda de la Verdad, hacia la unidad espiritual y política. Pero, tanto en uno como en otro campo, el orgullo y el egoísmo humano, hacen todo el esfuerzo posible para detener ese avance.

Debemos elevarnos sobre el materialismo asfixiante que nos rodea, y lograr que nuestro espíritu vibre a una tónica más sutil. Y aun cuando las necesidades de nuestra vida humana presente, absorben la mayor parte de nuestro tiempo, llevemos a un segundo plano el aspecto material de nuestra vida (sin desatender nuestras obligaciones), si queremos avanzar, si queremos cumplir el verdadero objeto de la Vida, que es avance, progreso, evolución espiritual hacia estados de conciencia de una mayor felicidad. Los bienes materiales jamás satisfarán las ansias de nuestro espíritu.

Objeto de la vida humana.-

Más de una vez hemos escuchado a alguien preguntar: ¿Cuál es el objeto de la vida?

¿A qué hemos venido a este mundo?

El verdadero objeto de la vida humana, es el progreso espiritual en sus diversos aspectos, según la necesidad evolutiva de cada cual. Y hemos venido a este mundo porque es el que nos corresponde por ley. Y estamos en este mundo, no para comer, dormir y divertirnos, como a algunos poco evolucionados les parece; sino para perfeccionarnos; no para continuar siendo lo que éramos o lo que somos, sino para ir acercándonos hacia lo que debemos ser.

La ciencia espiritual sostiene que, el objeto de las vidas humanas es progresar, evolucionar, para seguir ascendiendo en la escala de los mundos, hacia la meta, que es la perfección. Adquirir experiencias, conocimientos y desarrollar la inteligencia, fortalecer el Espíritu y sutilizar el alma, eliminando las imperfecciones; a fin de que, al final de esa jornada humana, volvamos al mundo espiritual, que es a donde pertenecemos, enriquecidos con un mayor progreso.

Y todo esto, ¿acaso se adquiere llevando una vida de vicios, comodismo o aislamiento? NO. Es en la lucha de la vida humana, venciendo tentaciones y dificultades; es por medio de la acción realizada, por medio del esfuerzo constante como desarrollamos las facultades contenidas en la esencia de Vida recibida de la Divinidad Creadora y nos hacemos fuertes y grandes.

Cierto es que toda ascensión requiere esfuerzo; pero, cierto es también que, en cada uno de nosotros existen recursos y fuerzas internas que desconocemos, y que puestas en acción, pueden llevarnos a las grandes realizaciones. NO LO OLVIDEMOS.

Y por último, necesario es conocer que, grandes acontecimientos están al llegar a nuestro mundo antes de la llegada del tercer milenio, para lo cual debemos prepararnos.

SEBASTIAN DE ARAUCO


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                             EL GUIA ESPIRITUAL

                                   


  

El Espíritu Guía ante todo es alguien a quien hemos conocido en el curso de nuestras diversas reencarnaciones y con quien tenemos afinidades (un pariente, un amigo de ruta o de combate…). Nos es cercano, nos ama. Es el Espíritu que espera por nosotros, que nos ve vivir y nos acompaña a todo lo largo de nuestra vida. 

¿Tenemos siempre el mismo guía? La regla no es absoluta. Podemos tener un guía durante cierto tiempo y luego cambiar. El guía puede ser el mismo a lo largo de toda nuestra encarnación y si es necesario durante varias vidas. 

Por múltiples razones, el Espíritu también puede suspender su función de guía. Puede necesitar reencarnar para su propia evolución o para cumplir otra misión en el más allá, lo cual no le permitirá asumir más su papel. Entonces, otro guía tomará su lugar. 

Palabras de un espíritu que responde a la pregunta: ¿Qué es el guía? “… un espíritu que ve a su protegido en todos los instantes de su existencia, un espíritu que lo sigue, un espíritu que lo conduce, un espíritu que sugiere el camino que precisaría seguir, un espíritu que se regocija, un espíritu que llora, un espíritu que transita todos los sentimientos de su protegido porque le acompaña sin cesar y sin descanso…” 

EL ENCUENTRO CON EL GUÍA.-  Cada vez que un guía puede manifestarse a su protegido, lo hace no sólo con alegría y felicidad sino sobre todo con amor, diciendo por ejemplo: “Soy tu guía y soy feliz por ello. Compartamos juntos este sentimiento de ser, de durar y de dar, pues tenemos un largo camino y un trabajo que cumplir. Te protejo, te amo y te sigo…”

  Además de la sesión espírita, hay otras circunstancias que permiten el encuentro con nuestro guía sin que nos demos cuenta. La más corriente, aunque natural e indispensable para nuestro equilibrio, es lo que se llama “la desincorporación nocturna”. 

Durante nuestro sueño, nuestro espíritu va a abandonar el cuerpo, gracias al periespíritu, para ir al encuentro del más allá y más particularmente al encuentro del Guía. Para comprender bien el fenómeno de la desincorporación nocturna, escuchemos las explicaciones del espíritu: “… El sueño es una pequeña muerte cotidiana que permite a cada uno captar las energías espirituales para comprender mejor la vida física. Así pues, cada noche, los espíritus humanos parten hacia el más allá al encuentro de sus Guías y de numerosos desencarnados. Aunque el recuerdo de este viaje sea ocultado por las barreras del inconsciente, los conocimientos y los estados espirituales adquiridos tienen una influencia cierta sobre el comportamiento del individuo…”

 Numerosas personas dan testimonio de haber sido advertidas de un peligro por una señal o una voz interior. Y a menudo, hacen referencia a su ángel guardián.

 El propio Allan Kardec, da 26 testimonio en El Libro de los Médiums de haber sido alertado por golpecitos cuando trabajaba en un libro. Al día siguiente, tuvo la oportunidad de hacer la pregunta durante una sesión mediúmnica y el Espíritu Guía le respondió que efectivamente, él buscaba hacerle comprender que cometía errores en su trabajo y le indicó cuáles. 

Durante una NDE o EMI (experiencia de muerte inminente), numerosas personas dan testimonio, después de haber sido reanimadas de un coma profundo o de una muerte clínica, de haber encontrado a un ser de luz al que con frecuencia relacionan con su Guía. Manifiestan haber sentido un gran calor, un amor inmenso y una sensación de paz y serenidad frente a este ser. No siempre es fácil descubrir la presencia del Guía, ya sea durante nuestras desincorporaciones, por el sueño o por diversas señales. Sin embargo, no habría que pensar que el guía decide por el protegido. Él sigue, cuida y trata de insuflar buenas decisiones. Sin embargo, no siempre está seguro de ser escuchado. Eso depende de la receptividad, de la conciencia y del estado de ánimo del protegido. 

Ciertos Guías quizás nunca entran en contacto con sus protegidos. Demasiado apegados a las dificultades de vivir, ya sea debido a su situación personal (malestar, depresión…), ya sea a un contexto desfavorable (guerra, hambre, violencia social…) o por inferioridad espiritual. Otros, a pesar de una relativa consciencia y contactos regulares con sus guías, permanecerán sordos a los consejos y con frecuencia se dejarán arrastrar a la facilidad y la renuncia por un orgullo demasiado pronunciado.

 EL PAPEL DEL GUÍA AL MOMENTO DE LA MUERTE Y EN EL MÁS ALLÁ.-  El papel del Guía no se detiene con nuestra muerte; los espíritus nos explican que cuando desencarnamos y llegamos al más allá al final del túnel, nuestro Guía está allí para recibirnos: “… De manera general, es pues el Guía quien va a recibir en el rellano del más allá al espíritu que acaba de desencarnar. Esa acogida es tranquilizadora, se hace para impulsar progresivamente al recién llegado hacia las esferas de lo invisible, para acostumbrarlo a su solo habitáculo periespiritual, para acostumbrarlo a esta inmaterialidad…”

 Precisemos que esto se refiere a los espíritus que han pasado el túnel sin conocer la turbación. Muchas personas que dejan la Tierra y su envoltura carnal, conocen el sentimiento de turbación de manera más o menos fuerte. En efecto, las muertes brutales (accidente, asesinato, suicidio…), ocasionan una profunda turbación. La psicología del espíritu, su carácter, sus faltas, sus creencias religiosas, su forma de percibir la muerte y su nivel de evolución, llevan igualmente a un estado de turbación. 

Veamos el caso de un espíritu que ha conocido la turbación y de alguna manera se siente perdido en el más allá y le cuesta trabajo comprender lo que ve: “… Es un espíritu que cuando ha llegado al más allá parece perdido. Es un espíritu que, en el punto de partida, ha errado un poco por los lugares de su última vida. Es como si hubiera sido ayudado. Lo veo como empujado y encontrarse un poco atontado (las cadenas fluídicas han sido establecidas). Ahora lo veo delante de mí. Parece bien. Dice gracias. Me dice que es ayudado por su Guía que no lo abandona jamás. Me hace pensar en un niño pequeño refugiado en los brazos protectores de una persona afectuosa. Es un espíritu que aún no es capaz de hacer elecciones. Es guiado en su totalidad”. 

Después de la acogida en el más allá, el guía conserva su función y permanece cerca de su protegido. Le permitirá comprender su nueva condición de espíritu y le hará descubrir el más allá. Juntos, guía y protegido harán una suerte de balance sobre la vida que acaba de pasar, sin juicio pero de manera objetiva y sincera. 

EL PAPEL DEL GUÍA EN EL MOMENTO DE LA REENCARNACIÓN .- Luego llega el momento de pensar en la reencarnación. Sobre los consejos del Guía, elegiremos el momento, el lugar y eventualmente la misión de nuestra próxima reencarnación. En el más allá, el espíritu vive liberado de las coacciones de la materia y tomar la decisión de reencarnar no es asunto trivial. Pueden sobrevenir temores y angustias. Es por ello que es muy importante para salir bien de su futura reencarnación, escuchar los consejos de su Guía. Un espíritu que reencarne demasiado rápido y sin escuchar los consejos de su protector podría conocer “un accidente de reencarnación” que podría traducirse, por ejemplo, en un hándicap físico o en un malestar psicológico. 

CONCLUSIÓN ;  Es importante tomar consciencia de que muy cerca de ustedes, hay un amigo seguro y abnegado, que cuida, que sostiene, que ayuda y que ama. Piensen entonces en él, aunque no conozcan su nombre, eso no es lo más importante; él sentirá el llamado y tratará de responder. En la noche, justo antes de dormir, piensen en él para facilitar el contacto durante la desincorporación nocturna. Ábranse a su amor y harán de su Guía, un guía feliz. 

Por Frédérique Minadakis 

Traducción del francés al español publicada en la edición castellana de Le Journal Spirite. La Revue du Centre Spirite Allan Kardec de Nancy. Julio – Agosto – Septiembre de 2020

( Tomado de Zona Espírita )
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CUANDO TODO PARECE IMPOSIBLE


¿Usted puede imaginar cómo sería su vida, si hubiese nacido sin brazos?

Una pregunta para la cual tal vez no tengamos respuesta, pues no tener los brazos parece un desafío por encima de nuestras fuerzas, ya que brazos y manos son nuestros instrumentos más usados.

Ahora imagínese usted sin brazos y aun así conducir un coche…

Pero no sólo eso: tocar la guitarra también. Eso es imposible, dirá usted.

Pues esa es la realidad de José Antonio Meléndez Rodríguez, conocido como Tony Meléndez.

Tony nació en Nicaragua y hoy es músico consagrado en los Estados Unidos, para donde se mudó con sus padres con un año de edad, en busca de ayuda médica para corregir un defecto en uno de los pies.

En el embarazo, su madre hizo uso del medicamento Talidomida, lo que provocó una deformidad física.

Pero Tony no dejó que la falta de los brazos le impidiese vivir. Y vivir con alegría.

Jamás permitió que la limitación física le quitase el placer de cantar. Desde muy pequeño comenzó a tocar algunas notas musicales con los pies y después descubrió que podría afinar la guitarra de forma a atender su necesidad.

A los 18 años Tony tocaba y cantaba en eventos especiales, y tenía éxito. Pero él no solamente  canta. Es compositor también.

A los 25 años, Tony tuvo la oportunidad de tocar su guitarra con los pies y cantar para millares de jóvenes, en la presencia del papa Juan Pablo II, en la ciudad de Los Ángeles, en el año 1987.

Un disco giratorio junto a los pedales del vehículo también fue la solución para que Tony pudiese conducir su propio coche, haciendo uso de los pies.

Y es así que Tony supera sus limitaciones, haciendo lo que muchos encuentran imposible, siempre con mucho amor a Dios y a su familia: esposa y dos hijos adoptivos.

En una entrevista el periodista le preguntó: “¿Cómo ha sido su vida sin sus manos?”

Y Tony respondió, siempre con buen humor: “yo no conozco las manos, pues no las tuve. Nunca tuve ese don de poder mover un dedo, de coger un teléfono, un lápiz. Mis pies siempre fueron mis dedos, mis manos.”

Al final de la entrevista, el periodista le preguntó: “¿qué mensaje daría usted a aquellos que tienen algún problema y que están tristes?
“Yo digo la misma cosa para quien no tiene y para quien tiene todo: no dejen que la fe se vaya de sus corazones, pues a veces tenemos momentos en que nadie puede ayudarnos.”

Y para desafiar sus propias potencialidades, Tony escribió un libro autobiográfico, titulado “A gift of hoppe (un regalo de esperanza), tiene varios DCs. grabados, habiéndose presentado en 28 países.

Para finalizar, oigamos algunos consejos de ese músico sin  brazos:
“Yo veo a una persona como usted que tiene los brazos, las piernas, que tiene todo, decir: no puedo, no puedo.
¡Sí, puede; sí, puede!”
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Cuando las personas me preguntan donde están los milagros, yo siempre digo: yo veo la mano. Y cuando alguien levanta la mano, para mí eso es un milagro.

Por favor, no me digan que no pueden, no me digan que no pueden porque ustedes, ustedes, pueden hacer mucho, mucho más.

Levántense y digan: yo quiero, yo puedo, y voy a seguir adelante.

Hay un mundo entero sólo esperando a su mano decir sí.”

Y, cuando todo parezca imposible, acuérdese que basta apenas decir: “¡Yo quiero! ¡Yo puedo, yo voy  a seguir adelante.

- Joao Cabral-
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                                 LA VIRTUD MÁS MERITORIA                                          




El apego a las cosas materiales, es un indicio notorio de inferioridad, pues, cuanto más el hombre se apega a los bienes de este mundo, menos comprende su destino.

Por el desinterés, al contrario, él prueba que ve el futuro desde un punto de vista más elevado

 "El hombre de bien que, creyendo en su futuro celestial, quiere llenar su vida con nobles y bellas acciones, saca de su fe, la certeza de  felicidad que lo aguarda y  la fuerza necesaria para sus  acciones de caridad, de sacrificio y de abnegación.

Y, por fin, no hay malas inclinaciones, que con la fe, no puedan ser vencidas."

El Libro de los Espíritus, Allan Kardec, cap. XIX, íten 12.

 Pregunta Allan Kardec a los espíritus responsables por la codificación, cuál sería la más meritoria de todas las virtudes. De ellos obtuvo la siguiente respuesta que nos sugiere una gran reflexión:

"Todas las virtudes tienen su mérito, porque todas son indicios de progreso, en el camino del bien.

Hay virtud siempre que hay resistencia voluntaria, a ser arrastrado por las malas tendencias.

Mas la sublimidad de la virtud, consiste en el sacrificio del interés personal, por el bien del prójimo, sin segunda intención. La más meritoria es aquella que se basa en la caridad mas desinteresada".

 El hábito de hacer el bien 

Según los buenos espíritus, esa caridad es espontánea, sin necesidad de lucha interior, en las personas que realizan el progreso. Así, los buenos sentimientos no les cuestan ningún esfuerzo y sus acciones les parecen tan naturales; que el bien se tornó para ellos en un hábito.

Se debe honrar a esas personas, "como a viejos guerreros, que conquistan posiciones".

 Como estamos todavía lejos de la perfección, esos ejemplos nos sorprenden por el contraste y lo admiramos, porque son raros.

Sin embargo, en los mundos inter-dimensionales, más avanzados que el nuestro, eso que nos es excepción, es la regla.

 El indicio más característico de la imperfección, es el interés personal.

  Informan los espíritus orientadores que, en la evaluación de los tribunales de justicia divina (y de la conciencia), fuera la de nuestros defectos y  nuestros vicios, sobre los cuales nadie se engaña, el más característico indicio de la imperfección, es el interés personal.

 Según nos enseñan, las cualidades morales, son generalmente como un objeto de cobre, que no resiste a la piedra de toque. "Un hombre puede poseer cualidades reales que lo hacen para el mundo, un hombre de bien, pero esas cualidades, aunque representan un progreso, no soportan por lo general ciertas pruebas, y basta tocar la tecla del interés personal, para que se descubra el fondo de su pensamiento".

 Indicio notorio de inferioridad

 Dicen los espíritus orientadores al pedagogo de Lyon: "El verdadero desinterés, es un hecho tan raro en la Tierra, que se le puede admirar como a un fenómeno, cuando se presenta. El apego a las cosas materiales, es un indicio notorio de inferioridad, pues, cuanto más el hombre se apega a los bienes de ese mundo, menos comprende su destino. Por el desinterés, al contrario, se prueba que mira el futuro, desde un punto de vista más elevado".

 Y prosiguen: "A  medida que los hombres se aclaren, sobre las cosas espirituales, daran menos valor ha las materiales; en seguida, es necesario reformar las instituciones humanas, que lo entretienen y lo excitan.

Esto depende de la educación".

 Es necesario que el egoísmo produzca mucho mal, para hacer comprender la necesidad de su extirpación

 El egoísmo, que lejos de disminuir, crece con la civilización, que parece excitarlo y entretenerlo, se presenta como un gran mal. Y cuanto mayor es el mal, mas horrible se torna.

Cuando los hombres se hayan separado del egoísmo que los domina, vivirán como hermanos, no  haciendo el mal y ayudándose recíprocamente por un sentimiento fraterno de solidaridad.

Entonces el fuerte será el apoyo y no el agresor del débil, y no se verán hombres desproveídos de lo necesario, porque todos practicaran la ley de justicia.

Ese es el reino del bien, que los Espíritus están encargados de preparar".

 

 El medio de destruir el egoísmo

 

Por la práctica de la abnegación, se combate el predominio de la naturaleza corpórea, generadora del egoísmo. De esa forma el Espíritu triunfará sobre la materia.

 En su lógica irrefutable, esclarecen los bienhechores espirituales que, de todas las imperfecciones humanas, "la mas difícil de desenraizar es el egoísmo, porque se liga à la influencia de la materia, de la cual el hombre, todavía muy cerca de su origen, y del cual no puede liberarse.

Todo concurre para mantener esa influencia: sus leyes, su organización social y su educación.

El egoísmo se reducirá con el predominio de la vida moral sobre la vida material, y sobretodo, con la comprensión que el espiritismo nos ofrece en cuanto al nuestro estado futuro real y no desfigurado por las ficciones alegóricas.

 El egoísmo se funda en la importancia de la personalidad. Pues el espiritismo bien comprendido, hace ver las cosas desde un punto tan alto, que el sentimiento personal desaparece de alguna forma, ante la inmensidad.

Al destruir esa importancia, o por lo menos al hacer ver la persona como aquello que de verdad  es, combate necesariamente el egoísmo".

  El principio de la caridad y de la fraternidad, se opone  al egoísmo

 Es por el contacto, como el hombre experimenta el egoísmo de los otros  y que lo torna generalmente egoísta, porque siente la necesidad de ponerse a la defensiva.  

 En el contexto genuinamente cristiano, los buenos espíritus aseguran que solamente "el principio de la caridad y de la fraternidad debe de ser la base de las instituciones sociales, de las relaciones legales del pueblo para el pueblo y del hombre para el hombre, y este pensará menos en si mismo cuando mire, que los otros lo hacen.

Sufrirá, así, la influencia moralizadora del ejemplo y del contacto".

Explica Fénelon à Kardec: "en faz del actual desdoblamiento del egoísmo, es necesaria una verdadera virtud, para abdicar de la propia personalidad, en provecho de los otros que en general no lo reconocen.

Es a esos, sobretodo, a los que poseen esa virtud, es que está abierto el reino de los cielos; a ellos, sobretodo, está reservada la felicidad de los elegidos, pues, en verdad os digo, en el día del juicio, quien que no piense sino en si mismo, será puesto de un lado y sufrirá en el abandono".

Estudio elaborado sobre la condensación del cap. XII, Perfección Moral, del Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, traducción de J. Herculano Pires, Editora EME.

Lopes para Asociación Fraternal. 

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta


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