viernes, 7 de febrero de 2025

Reflexiones de un abuelo espírita

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Eficacia de la Oración

2.- Educación para un mundo mejor

3.- Visión espírita de la Metepsicosis o Transmigración de las Almas.

4.- Reflexiones de un abuelo espírita

                                         ****************************************


                           EFICACIA DE LA ORACION

                                                                        


“Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis y os vendrá” (Marcos, cap. XI,   v-24).  

   Jesús hizo tal afirmación y como en todas sus afirmaciones siempre señaló una gran verdad, aunque como todas,  mas o menos velada al entendimiento e interpretación de los hombres que, aunque llevados por la fe religiosa en Jesús, no siempre lo han sabido comprender e interpretar en los  aspectos velados y transcendentes que tantas veces se ocultan detrás de sus sencillas frases evangélicas.

    Al pedir orando, la persona está poniendo en marcha el mecanismo de su fe y devoción, de modo que el poder de sintonía  de sus propias ondas mentales y psíquicas, puede atraer a su vida aquello que con tanta fe y tan fervorosamente pide y desea.

    Hay para ello tres factores fundamentales que juntos, constituyen  un “triángulo mágico”:  El primer lado de ese triángulo  es el deseo ferviente de lograr aquello que aspiramos.

    El segundo lado del triángulo es la necesidad  de cuanto realmente creemos necesario para nuestras vidas y repercuta en el progreso de nuestro espíritu y el bien para los demás.

    Y el tercero lado es la FE.  Una fe con mayúsculas, de poder  alcanzar realmente aquello que aspiramos, sabiendo que si es algo bueno, justo y necesario, Dios va a permitir que nuestra oración actúe como una fuerza mental capaz de poner en marcha los mecanismos necesarios para que se concreten nuestras aspiraciones.

    Hay quien pueda creer que basta con pedir sin mas esfuerzo o mérito por nuestra parte, para que Dios nos complazca  en  todo lo que se nos antoje. Desde luego, se equivocan, porque Dios  no está a nuestro servicio o capricho, sino que somos nosotros los que debemos estar predispuestos a servirle.

    También hay personas que piensan que si hay unas  leyes establecidas por Dios, este no las va a modificar solo por complacernos. Y en parte eso es cierto. Pero no olvidemos que Dios es tan infinitamente justo, bueno y sabio, que no necesita derogar sus propias leyes en ninguna circunstancia, para  poder permitir que nuestra actividad mental y espiritual, con la vibración del deseo, de la voluntad  y  de la fe, nos permita ver realizado  el “milagro” de aquello que pedimos y  que realmente necesitamos,  pero siempre bajo el aspecto de nuestro interés espiritual y no de nuestros intereses mundanos o materiales.

    En cualquier caso, siempre deberemos tener en cuenta que  existe  una Ley de Consecuencias, o  Ley de Causa y Efecto, que es equilibradora y reguladora , que actúa como brazo ejecutivo de la Justicia Divina en el caminar evolutivo del alma, a la que corrige e  impulsa en su ascenso. Esta no es una ley ciega e inamovible que determine destinos fijos en el ser humano, sino que siempre su actuación se puede modificar mediante el libre comportamiento y elección de cada persona. Cuando por imperativo de ella debamos afrontar una situación humana difícil o delicada, el efecto de la misma  puede potenciar nuestra oración cuando a esta le acompañan los tres factores citados, pero igualmente también puede anular nuestra petición y deseo, si este no es sobre  todo bueno, justo y necesario, o  cuando  nuestra oración es superficial,  formulada con tibieza, con poca fe o si lo que pedimos es injusto o no es necesario  para el  bien y adelanto espiritual de alguien o de nosotros mismos.

    Tengamos presente como ejemplo, la oración que Jesús elevó al Padre cuando en el Huerto de los Olivos atravesaba momentos difíciles de sufrimiento humano ante el padecimiento  y el sacrificio que  veía llegar  : “ Padre mío, aparta de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la Tuya”. 

    Por tanto no pretendamos que Dios se preste a hacer nuestra voluntad humana a la medida del capricho de cada uno; mas bien debemos pedir  que ante todo se haga Su Voluntad Divina siempre, sea cual sea esta, y que en nosotros se haga el milagro de aceptarla, porque sabemos que siempre y en todo caso, será lo mejor para nosotros, o lo que más nos convenga, aunque no siempre lo comprendamos así, por lo que también le rogaremos que  nos inspire fuerza y valor para aceptarla y asumirla, pues El es nuestro Padre de Amor que nos ha creado por Amor y nos ha destinado a la Eterna Felicidad, por lo que Él sabe mejor que nosotros lo que debe dar en cada momento a cada uno de sus hijos.

José Luis Martín-

                                             ****************************************


EDUCACIÓN PARA UN MUNDO MEJOR

                                                           

Por Carlos Campety (Médium, periodista, orador, imparte charlas y seminarios sobre temas diversos a la luz del Espiritismo y de formación de trabajadores para centros espíritas. Dirigente del  centro de Estudios Espíritas Sin Fronteras y coordinador del ESDE del Campo Experimental de la FEB en Brasilia.) 

Al trabajar el contenido de lo que sería conocido como “la codificación espírita”, los Espíritus superiores anunciaron a Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo, que la Tierra se encaminaba hacia una nueva era: la de la regeneración. En aquel entonces, y hasta hace poco tiempo, el Planeta pasaba por un período de transición desde la condición de expiación y pruebas hacia la nueva etapa.

Ahora, la gran transición está en plena ejecución: nuestro Globo inicia los primeros pasos en la anunciada regeneración, en donde los cambios no son tan acentuados, por lo menos en sus comienzos, porque, así como la Naturaleza no da saltos en sus procesos evolutivos, los Espíritus, encarnados y desencarnados, ligados al Orbe, no evolucionan de un momento a otro. Así que, en el comienzo de la nueva era, siguen en situación de pruebas y con necesidades de espiar sus equívocos del pasado, o sea, de reparar, en nuevas oportunidades reencarnatorias, el mal que han producido en vidas anteriores. Pero, ahora, progresivamente, el mal perderá preponderancia y el bien ganará terreno en los corazones de los habitantes de ese hospital-escuela que es la Tierra.

En esos momentos, más que nunca, la educación gana una importancia capital para aquellos que empiezan a comprender y a comprometerse con esa idea de transformación de la sociedad. Estas personas, aunque entiendan el importante papel de las escuelas, en todos sus niveles, como instrumentos de preparación de los individuos para una desarrollar una vida social equilibrada y productiva, comprenden que la educación no puede quedar restringida a ese aspecto y se preguntan ¿dónde el niño y el joven en formación, como hijos de Dios, reciben ese algo más que les puede hacer ciudadanos útiles y conscientes de su papel fraternal en relación a su semejante?

Por eso, al tratar del tema de la educación, bajo el punto de vista del Espiritismo, no puede referirse únicamente a la educación volcada hacia los aspectos de la vida en el campo físico. La propuesta presentada por el Espiritismo trasciende la realidad que nosotros llamamos objetiva en el campo material. La propuesta es efectivamente de la educación del ser creado simple e ignorante por Dios nuestro Padre y que, a medida en que avanza en su evolución, va adquiriendo el libre albedrío, y con él la responsabilidad de sus acciones e inacciones cuando la Ley Divina le invita a actuar.

Dentro del contexto de la educación espírita, el individuo necesariamente llega a un momento en que le es imprescindible hacer la transición de un período de inconsecuencias, en que piensa que sus acciones, muchas veces automáticas, no generarán consecuencias, para asumir el control del proceso evolutivo de sí mismo.

Para auxiliar en ese momento de transformación, el Espiritismo vino a explicar la situación de la Tierra, de la mayor parte de sus habitantes. Vino a anunciar que esa condición de asumir progresivamente el control del propio proceso evolutivo es una conquista de cada uno en la medida de sus esfuerzos, de su interés, de su dedicación. Aclara, además que, en ese proceso, la educación moral no surge simplemente como una opción, sino como una condición imprescindible e inaplazable con la cual cada uno necesita comprometerse.

Allan Kardec ha dejado las directrices para esa educación en El libro de los espíritus. Él, como pedagogo, no ignoraba la importancia de las escuelas al ofrecer la instrucción para uso en la vida práctica. Pero, él ha reconocido que la educación que la Humanidad necesita no es solamente la instrucción. Ésta forma parte del proceso educativo. La instrucción es necesaria, pero no es suficiente. La escuela instruye, ¿pero quién educa?

Sobre eso, dicen los Espíritus superiores, pregunta 385 de  El libro de los espíritus: «los padres son los responsables, pues ellos son los educadores naturales de sus hijos, siendo esa responsabilidad intransferible».

Allan  Kardec completa este pensamiento al informar que la educación a que él se refiere, con los Espíritus superiores, no es aquella educación que se encuentra en los libros, no es solamente la cuestión didáctica. Se trata de la educación moral, que es el arte de formar los caracteres, proceso que debe ocurrir dentro del hogar. O, de otro modo, la vida va a formar, más tarde, al individuo a través del proceso del dolor y del sufrimiento. A los padres, madres, o abuelos, responsables, corresponde ese gran desafío.

La educación para un mundo mejor empieza por nuestra propia transformación moral que va a influenciar, principalmente por el ejemplo del cambio de comportamiento y del esfuerzo por realizar todo cada vez mejor, que va a influenciar, decimos, a la nueva generación y nos dejará como herencia un mundo mejor que recibiremos, en el futuro, como nietos o bisnietos de nosotros mismos por el proceso de la reencarnación.

Esa es una condición imprescindible para que, como hijos de Dios, los seres humanos vengan a cumplir su papel dentro de la sociedad en ese mundo que puede ser cada vez mejor, brindando a sus habitantes condiciones de seguridad y paz que ya empiezan a ser opciones deseadas por una significativa parte de los Espíritus, encarnados y desencarnados.

De esa forma, en esos momentos en que la Tierra alcanza la era de la regeneración, sus habitantes son llamados a asumir el control de su proceso evolutivo, a planificar cómo quieren evolucionar, qué es lo que espera cada uno de sí mismo y qué es lo que puede ofrecer como contribución a la felicidad de los demás. Llegó el momento de la conciencia sobre la importancia de la educación moral del ser para la efectiva construcción de un mundo mejor.

1- Para más información sobre ese asunto, léase El Evangelio según el Espiritismo, de Allan Kardec, Cap. III.

 

                                                         *********************************


VISIÓN ESPÍRITA DE LA METEMPSICOSIS O  TRANSMIGRACIÓN DE LAS ALMAS       


“El dogma de la metempsicosis es de origen indio. De la India pasó a Egipto, de donde, más tarde, la importó Pitágoras a Grecia. Esta teoría, es de origen probablemente religioso.

La metempsicosis de los antiguos consistía en la transmigración del alma humana a los animales, lo que implicaba una degradación. La transmigración de los animales no era considerada como una condición inherente a la naturaleza del alma humana, sino como un castigo temporal.

De la identidad entre el ser y el espíritu se sigue la reencarnación, pudiendo el espíritu animar varios cuerpos, en sucesivas existencias, sin perder su identidad.

La diferencia entre la metempsicosis de Platón y la reencarnación espírita, en palabras del propio Kardec, no sería tal si por metempsicosis se entendiera la progresión de las almas de un estado inferior a otro superior, consumando el desarrollo que transformaría su naturaleza.

En algunas religiones, se considera posible la reencarnación del alma después de la muerte a otro ser vivo  o a otro cuerpo inanimado en función de los méritos alcanzados en la existencia anterior. Es una doctrina filosófica y religiosa que admite el paso del alma humana a través de seres humanos, de animales, o de plantas, por razones de purificación o castigo a causa de faltas cometidas en vidas anteriores. Olimpiodoro, en el Ad Phaedon (81,2), escribe que sería mejor decir metempsomatosis, ya que no es el cuerpo el que cambia de alma, sino el alma que cambia de cuerpo.

En El Libro de los Espíritus:

III.- Metempsicosis

611. La comunidad de origen en el principio inteligente- de los seres vivos ¿no significa la consagración de la doctrina de la metempsicosis?

- Dos cosas pueden tener un mismo origen y no asemejarse en modo alguno más tarde. ¿Quién reconocería al árbol, con sus hojas, flores y frutos, en el germen amorfo contenido en la semilla de donde él salió?

Tan pronto como el principio inteligente alcanza el grado necesario para ser Espíritu y entrar  en el período de humanidad, deja de tener relación con su primitivo estado, y sólo es, respecto del alma de los animales, lo que el árbol respecto de la simiente. En el hombre sólo queda de animal  el cuerpo, así como las pasiones que nacen de la influencia de éste y el instinto de conservación inherente a la materia. No se puede aseverar, pues, que ese hombre sea la encarnación del espíritu  de determinado animal, y por tanto la metempsicosis, tal como se la entiende, no es exacta.

612. El Espíritu que animó el cuerpo de un hombre ¿podría reencarnar en el de un animal?

- Esto sería retrogradar, y el Espíritu no retrocede. El río no se remonta hacia su fuente.

Según el párrafo n° 118. del L.E. Dice la pregunta :

¿Pueden los Espíritus degenerar?

- No, ya que conforme avanzan van comprendiendo lo que les alejaba de la perfección. Cuando el Espíritu ha superado una prueba, adquiere el conocimiento de ella y no lo echa al olvido. Puede permanecer estacionario, mas no retrocede.

613. Por muy errónea que sea la idea en que se basa la metempsicosis, ¿no será el resultado del sentimiento intuitivo de las diversas existencias del hombre?

- Ese sentimiento intuitivo se encuentra en tal creencia como en otras muchas. Pero, como sucede con la mayor parte de ideas intuitivas, el hombre lo ha desnaturalizado.

*La metempsicosis sería verdadera si se entendiese con esa palabra la progresión del alma de un estado inferior a uno superior, en el que adquiriría desarrollos que transformaran su naturaleza. Pero dicha doctrina es falsa si se la interpreta como transmigración directa del animal al hombre, y viceversa, lo cual implica la idea de una retrogradación o fusión. Ahora bien, como quiera que tal fusión no pueda tener lugar entre los seres corporales de una y otra especie, ello indica que se encuentran en grados no asimilables y que lo propio debe ocurrir con los espíritus que los animan. Si un mismo Espíritu pudiera animarlos alternativamente, se seguiría de esto una identidad de naturalezas que se traduciría en la posibilidad de su reproducción material. La reencarnación que enseñan los Espíritus se funda, por el contrario, en la marcha ascendente de la Naturaleza  y en la progresión del hombre dentro de su propia especie, lo que no le quita nada de su dignidad. En cambio, lo que sí lo rebaja es el mal uso de las facultades que Dios le ha concedido para su adelanto. Sea como fuere, la antigüedad y universalidad de la doctrina de la metempsicosis, así como los hombres prominentes que la han profesado, prueban que el principio de la reencarnación tiene sus raíces en la Naturaleza misma. Estos son, pues, argumentos en su favor más bien que contrarios.

El punto de partida del Espíritu es una de las cuestiones que se relacionan con el principio de las cosas y que están en el secreto de Dios. No es dado al hombre conocerlas de una manera absoluta, y a este respecto sólo pueden hacerse conjeturas, elaborar hipótesis más o menos probables. Los Espíritus mismos se hallan lejos de conocerlo todo. Y acerca de lo que no saben pueden ellos también sustentar opiniones personales más o menos sensatas.

Así por ejemplo, no todos piensan lo mismo sobre las relaciones que existen entre el hombre y los animales. Según algunos, el Espíritu sólo llega al período humano después de haberse elaborado e individualizado en los diversos grados de los seres inferiores de la Creación. En la opinión de otros, el Espíritu del hombre habría pertenecido siempre a la raza humana, sin pasar por la serie animal.

La primera de esas concepciones presenta la ventaja de otorgar un objetivo al porvenir de los irracionales, los que integrarían de ese modo los primeros eslabones de la cadena de los seres pensantes. La segunda está más conforme a la dignidad

Las distintas especies de animales no proceden intelectualmente unas de otras por vía de progresión. Así, el espíritu de la ostra no se torna sucesivamente en el del pez, del pájaro, del cuadrúpedo y del cuadrumano. Cada especie es un tipo absoluto, física y moralmente, y cada ejemplar de las diferentes especies toma de la fuente universal la cantidad de principio inteligente que le es necesaria, según el grado de perfección de sus órganos y la labor que debe realizar dentro de los fenómenos de la Naturaleza. A su muerte, devuelve esa parcela de principio inteligente a la masa. Los de los mundos más evolucionados que el nuestro (ver parágrafo 188) pertenecen asimismo a razas distintas, apropiadas a las necesidades de tales mundos y al grado de desarrollo de los hombres, de quienes esos animales son los auxiliares, pero sin provenir en modo alguno de los de la Tierra, espiritualmente hablando. No acontece lo mismo con el hombre. Desde el punto de vista físico, salta a la vista que integra un eslabón de la cadena de los seres vivos, pero en el aspecto moral, entre el animal y el hombre hay solución de continuidad. El hombre posee como propia el alma o Espíritu, la chispa divina que le confiere el sentido moral y un alcance intelectual del que carecen los animales. Es en él el Ser principal, preexistente y sobreviviente al cuerpo, y que conserva su individualidad. Ahora bien, ¿ cuál es el origen del Espíritu? ¿Cuál su punto de partida? ¿Se forma del principio inteligente individualizado? He ahí un enigma que sería inútil intentar develar y sobre el cual, como hemos dicho, no se puede sino elaborar hipótesis. Lo que es constante y que resalta a la vez del razonamiento y de la experiencia es la supervivencia del Espíritu, la conservación de su individualidad después de la muerte, su facultad progresiva, su estado feliz o desdichado, proporcional a su progreso en la senda del bien, así como todas las verdades morales que son la consecuencia de este principio. En cuanto a las misteriosas relaciones que existen entre el hombre y los animales, es ese – repetimos- el secreto de Dios, como otras muchas cosas cuyo conocimiento actual no interesa en modo alguno para nuestro adelanto, y sobre las cuales sería inútil insistir.

.OPINIÓN PERSONAL

Muchos ponen en duda lo que dijeron los espíritus, sobre la Metempsicosis o la transmigración del alma, aun hay muchos que creen que el alma puede tomar el cuerpo de un animal.

El ser humano es un ser pensante y que razona, Con esto no digo que un animal pueda ser malo pero el animal actúa por instinto, y eso no contribuiría al adelanto del espíritu.

·         ¿De que manera podría un alma desencarnada, degenerar en la de un animal?

No obstante esto se sigue cuestionando en algunas religiones.

En situaciones de regresiones a veces se da el caso de que puedan haber entidades que se prestan para intervenir en dichas comunicaciones, de lo cual puede parecer que sea cierto. Y de hecho hay que tener mucho cuidado. con el respeto que se merecen las personas involucradas.

 

( Trabajo aportado por Susana Gómez )

                                  *************************


REFLEXIONES DE UN ABUELO ESPÍRITA

                               

 

    Hace ya más de once años  tuve la dicha de ser abuelo, por primera y única vez,  de un precioso nieto, y ante mis inconmensurables sentimientos por él, yo a veces me he preguntado, si  no será el mío un caso único de amor de un abuelo por su nieto, o bien si esta ternura e infinito cariño que siento por esa criatura que me alegra el alma cuando estoy con él, entrará dentro de lo que es  normal, y que seguramente todos los abuelos sentirán lo mismo por sus nietos. 


    Pero este pequeño con su llegada nos trajo primero la alegría; después el disgusto y  la preocupación, pues a los pocos meses de edad le diagnosticaron el síndrome autista ( bastante profundo), con tantas complicaciones como  han tenido que sufrir sus padres desde entonces y con la consiguiente preocupación de sus abuelos.


  Tras estos años de preocupaciones y sufrimientos por la circunstancia familiar aludida, que sobrellevamos todos lo mejor que podemos, cada uno desde su papel familiar, me he preguntado alguna vez: ¿ Cual es la diferencia entre un abuelo espírita y otro que no lo es?, ¿ Quizás más conformidad ante los problemas?, ¿Más rebelaría ante este panorama  si no creyera o supiera lo que se `por ser espírita?.  Me parece un planteamiento muy  atrevido y difícil de contestar, porque además tengo la impresión de que siempre se me van a quedar fuera de las respuestas muchos detalles.


  La primera respuesta que me doy  es  que yo se que en ese pequeñín que hoy es mi nieto, vive un ser espiritual que ya ha vivido antes, en  otras vidas, no se si teniendo alguna relación conmigo o tal vez no, pues yo al igual que  todo el mundo, ya he vivido antes muchas veces y posiblemente ya he convivido antes con algunos miembros de mi familia actual, aunque posiblemente en otros papeles familiares. Posiblemente  existen unos lazos de amor forjados desde entonces, que aún perduran y se sienten, aunque en este pequeño queden ocultos en su actual condición humana. Yo se que no es casualidad ni mala suerte que haya venido al mundo con ese problema; puede que sea por un karma de él, o de sus padres, o quizás de ambos, pero en cualquier caso es una prueba dura, humanamente hablando, para sus familiares y seguro que sobretodo para él, porque además de no poderse comunicar, también padece por ello, de vez en cuando,  crisis violentas que le llevan a autolesionarse. Creo que afrontando el problema con fe y resignación, podemos purgar faltas pasadas y  avanzar 
en nuestro progreso evolutivo con la experiencia de la situación que nos conduce a vivir un cursillo acelerado e intensivo de lo que es entrega, abnegación, paciencia, y en definitiva: Amor .


    El cariño, no es un sentimiento que nace espontáneo, de un momento para otro, sino que se forja y se fragua con el tiempo, con la entrega, la convivencia, la abnegación,  los lazos de familia, etc. Por eso, al pulsar mis sentimientos,  yo tengo la absoluta seguridad de que este pequeño con su dulce sonrisa, su incontrolable inquietud siempre en movimiento continuo en un derroche permanente de energía, y su aparente distracción; este  niño  por el que mi alma siente tanto cariño  y ternura, es quien motiva  estos maravillosos sentimientos de alegría y amor inconmensurables que nos embargan hacia él, y en el fondo no es otro el motivo sino  el reencuentro con un viejo conocido, amigo o familiar, ser muy querido  de otro tiempo,  que ahora es un miembro de  mi familia humana con el que todos nos tenemos que volcar, y con el que, tal vez, desde el pasado de nuestras existencias mantenemos fuertes lazos afectivos que se remontan, posiblemente, a lejanas épocas  en las que se forjó la relación de amor con este ser, hoy tan amado como desvalido, motivo de nuestras preocupaciones, aun sabiendo que él y nosotros estamos en manos de Dios que es quien nos guía.

 

    Los seres cuyo amor viene del pasado, se sienten y se reconocen, siendo motivo de regocijo el volver a reencontrarse con ellos, aunque ignoremos lo que nos unió y se  asuman ahora otros papeles de mutua relación  humana, diferentes a los anteriores.


   Por otra parte, el futuro de la criatura no nos inquieta demasiado a su familia porque tenemos una sólida fe en Dios y estamos seguros de que Él no abandona a ningún hijo.


   Para otro abuelo, no espírita, su nieto con deficiencia, seguramente, en principio, solamente es  un extraño que llegó para alterar la armonía familiar y es acogido con alegría forzada solo por los "lazos de sangre" que le relacionan con el resto de la familia; el amor que se siente hacia él, cree que se debe al aporte genético que heredó su nieto, lo que se llaman los lazos de sangre, semejantes a los que tienen los animales por sus crías.  Además el futuro del crío les inquieta y preocupa, pues no saben que será de él en unos años, cuando ellos ya no estén para protegerlo. Con amargura, no terminan de aceptar la situación que " les ha tocado vivir" y culpan a Dios o a su "mala suerte". ( 
Para estas personas, el horizonte de la muerte, se les hace cada día más cercano, y atemorizador, pues creen que con el fallecimiento, cuando les llegue,  lo van a perder todo para siempre, incluido a su nieto)


   Para el  abuelo espírita, no existe la muerte como plena y total extinción del ser; no teme la llegada de la muerte porque sabe que eso solo incumbe al organismo físico, pero nosotros, nuestro espíritu, como una llama de luz, sabemos que siguen vivos y luminosos después del fenómeno de la muerte del cuerpo.  "El Ser" que nos anima, nuestro YO, piensa y siente en nosotros, no es un ser aparte, somos nosotros mismos, y  tenemos la seguridad de que  continuamos viviendo tras la muerte, alternando periodos de existencias en ambos  planos,  el material y el espiritual. No se trata de creencias sino de demostraciones y evidencias, por la comunicación con esos Entes de personas fallecidas, llevadas a cabo  a través de la mediumnidad en sus diversas variantes.


   Sin embargo, para el abuelo no espírita, la muerte es el final de todo y este abuelo suele ser de los que de buena fe, dicen que "el muerto al hoyo y el vivo al bollo", en un intento de justificar los egoísmo que llevan en el alma, alegando que tras la muerte, a pesar de lo que dice la religión, posiblemente ya no haya nada y pasamos a un no existir y punto final.  Incluso entre los que se consideran "religiosos", suele haber  en el fondo de su alma cierta duda, de si llegado el momento, ¿ será o no será?, ¿ la vida nos acompaña de alguna forma, o solo nos espera  la nada y el vacío absolutos?, ¿ Habrá algo o no habrá nada?". Estas personas, generalmente, prefieren no pensar y generalmente ni tan siquiera comentar nada sobre el tema de la muerte que desconocen y les causa terror.


  La muerte, para un abuelo espírita , nos confirma la seguridad de que no supondrá la separación definitiva  y para siempre de  los seres queridos, sino que desde el plano espiritual donde seguiremos existiendo,  podremos continuar estando más intensamente cerca de ellos, aunque no todos capten nuestra presencia, pero tal vez más adelante, la vida nos volverá a reunir, aquí o allá. 


    Que la muerte me llegue cuando tenga que llegar, sin miedos ni temores de ninguna especie. Será como marchar de viaje a otro lugar y separarme de los míos solo temporalmente y de modo solo relativo, pues cada vez que piensen en mí o me añoren, estarán emitiendo vibraciones mentales que me llegarán y me atraerán cerca de ellos.


  Para un abuelo no espírita, la muerte supone una incógnita terrible, triste, porque  tanto si luego existe como si no existe después de la muerte, sus afectos cree que posiblemente los habrá perdido para siempre y ya no los va a encontrar más. 
Entre estos, están "los religiosos" quienes  creen o quieren creer en el Cielo, ( aunque no lo tengan muy claro ), tienen la esperanza de que allá  donde este se encuentre, (si es que existe en alguna parte), algún día se  reencontrará con todos los seres queridos que allí estén, ( dando por supuesto que todos ellos y que él mismo lo merecerán...).


   Por lo dicho,  también 
es posible que cuando yo ya no esté aquí, pero mi nieto aun siga  en este mundo,  durante su vida. tal vez yo vuelva a reencarnar aquí, por lo que en ese caso, yo sería para él, un nuevo familiar en mi nueva existencia humana, otra vez juntos pero interpretando diferentes papeles, volviendo a relacionarnos tal vez como padre-hijo/a o viceversa; o abuelo- nieto/a, o simplemente amigos o compañeros, etc. Por lo tanto, este cariño que ahora me une con mi nieto,  se que permanecerá y seguirá creciendo y fortaleciéndose a través de los caminos del tiempo y de las vidas sucesivas, porque el verdadero Amor perdura siempre y es indestructible.


   Por último, y como colofón de lo expuesto hasta aquí, solo deseo recordar a quienes albergan todavía dudas en cuanto a su futuro, que según establece la Ley de la Física llamada "Principio de Conservación de la Energía", esta, ni se crea ni se destruye, solamente se transforma, y la esencia del ser humano, lo que llamamos el alma o espíritu, somos en realidad energía, encarnada o desencarnada, por lo cual el horizonte de nuestra existencia se dilata y amplía en la eternidad durante tantas y tantas vidas en los planos físicos como permanencias en los planos espirituales, en los que según afirman y describen los espíritus, está la verdadera vida.


  Y respecto a mi nieto, seguiremos agradeciendo al Padre por su presencia entre nosotros, como una bendición, como un regalo,  y por las vivencias, a veces duras y a veces bellas, que podemos experimentar a su lado y nos ayudan a acelerar nuestra evolución.  Sus padres y abuelos, en la medida que sea posible, seguiremos porfiando por su restablecimiento, el cual si finalmente se logra, se lo agradeceremos al Padre, y si no se consigue del todo, pues igualmente será agradecido, pues Dios no nos pone en el camino de la vida nada que no necesitemos para nuestro bien.

 

- José Luis Martín-         

 

                                                         ***********************

 


No hay comentarios: