INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- La Caridad
2.- La Paciencia
3.- La Afabilidad y la Dulzura
4.- Desencarnaciones colectivas
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LA CARIDAD
Frecuentemente nos encontramos con hermanos de una excelente formación moral, quienes están convencidos que practicar la caridad es aceptar todo y que la paciencia debe soportar sin ninguna limitación.
La evolución, sin embargo, en su proceso de realización, exige más la superación que la conservación. En ningún sector de la existencia el progreso y la cultura se complican con el “estar con todo”.
La caridad de la vida es el perfeccionamiento. La paciencia de la Naturaleza es la selección.
Todas las disciplinas que orientan a las almas pulen impulsos hábitos, preferencias y actitudes impropias de la dignidad espiritual.
Todos los seres existentes en la Tierra se purifican en la medida que el tiempo les corrige las imperfecciones.
En la experiencia cotidiana los ejemplos son aún más evidentes Se compra de todo para la alimentación del núcleo familiar, pero de ello no se aprovecha indiscriminadamente.
El cuerpo humano que está al servicio del Espíritu encarnado, en oportunidades se nutre de todo, más nunca retiene todo. Expulsa mecánicamente lo que no sirve-
.En el plano del alma, la lógica no es distinta. Podemos ver, oír y aprender todo, pero sí es aconsejable destacar lo bueno de cada cosa, no resulta comprensible concordar con todo. Es necesario ver, oír y aprender con discernimiento. Observando a un compañero mentalmente desequilibrado es imprescindible hacerlo con caridad y paciencia, pero en nombre de la caridad y de la paciencia no nos podemos identificar con su locura.
Debemos tratar con benevolencia y suavidad a quienes no piensan como nosotros, sin embargo, con intenciones de serles agradables no podemos aceptar sus preconceptos, engaños, inexactitudes o impropiedades.
La Doctrina Espírita está basada en la lógica, siendo por ello que, para ser espíritas, es imposible evadirnos de ella. Hay que auxiliar a todos, tanto como sea posible, más analizando todo, a los efectos de que el juicio nos oriente siempre...
Pablo de Tarso escribiendo a los corintios expresó que “la caridad todo sufre, todo cree, todo espera, todo soporta”, más no se olvidó de recomendar a los tesalonicenses que examinen todo, reteniendo lo bueno. Admitamos así, con el máximo respeto al texto evangélico que el Apóstol de los Gentiles habríase hecho entender claramente explicando que la caridad todo sufre con el fin de ser útil, todo cree con discernimiento, todo espera con idea de realizar lo mejor y todo soporta con el objetivo de aprender, pero no para estar con todo y todo aprobar
.André Luiz
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LA PACIENCIA
LA AFABILIDAD Y LA DULZURA
6. La benevolencia para con los semejantes, fruto del amor al prójimo, produce la afabilidad y la dulzura que son su manifestación: Sin embargo, no es preciso fiarse siempre de las apariencias; la educación y las costumbres del mundo pueden dar el barniz de estas cualidades. ¡Cuántos hay cuya fingida bondad sólo es una mascara para el exterior, un hábito cuyo corte calculado disimula las deformidades ocultas! El mundo está lleno de esas personas que tienen la sonrisa en los labios y el veneno en el corazón; que son blandas con tal de que nada les incomode, pero que muerden a la menor contrariedad; cuya lengua dorada, cuando hablan cara a cara, se cambia en dardo envenenado cuando están ausentes. A esa clase pertenecen también esos hombres que son benignos fuera de casa y que, tiranos domésticos, hacen sufrir a su familia y a sus subordinados el peso de su orgullo y de su despotismo, como queriendo desquitarse de la opresión que se impusieron fuera; no atreviéndose a usar su autoridad ante extraños que los pondrían en su lugar, quieren a lo menos ser temidos por aquellos que no pueden resistirles; su vanidad se alegra de poder decir: “aquí mando yo y soy obedecido”; sin pensar que podrían añadir con mucha más razón: “y soy detestado”.
No basta que de los labios gotee leche y miel, pues si el corazón no toma parte en ello, hay hipocresía. Aquél cuya afabilidad y dulzura no son fingidas, no se contradice nunca; es el mismo ante el mundo que en la intimidad; sabe, además,
-El Evangelio según el Espiritismo-
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DESENCARNACIONES COLECTIVAS
¿Siendo Dios la Bondad Infinita, por qué permite la muerte aflictiva de tantas personas enclaustradas e indefensas, como es en el caso de los grandes incendios?
(Pregunta dirigida a Emmanuel por algunas decenas de personas en una reunión pública, la noche del 28 /02/ 1972, en Uberaba MG)
RESPUESTA:
Realmente reconocemos en Dios al Perfecto Amor aliado a la Perfecta Justicia. Y el hombre, hijo de Dios, creciendo en amor, trae consigo la Justicia inmanente, convirtiéndose, en razón de eso, en cualquier situación, en el más severo juzgador de sí mismo.
Cuando retornamos de la Tierra al mundo espiritual, concienciados en las responsabilidades propias, realizamos el balance de nuestras deudas del pasado y rogamos los medios precisos con el fin de rescatarlos debidamente.
Y siendo así, muchas veces, renacemos en el planeta en grupos comprometidos para la redención múltiple.
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Invasores laqueados por la propia ambición, que aplastamos colectividades en la voluptuosidad del saqueo, tornamos a la Tierra con encargos diferentes, más en régimen de un encuentro marcado para la desencarnación conjunta en accidentes públicos.
Exploradores de la comunidad, cuando les agotamos las fuerzas en provecho personal, pedimos el regreso al cuerpo denso para pasar juntos el ápice de arrasadora epidemias.
Promotores de guerras manejadas para el asalto y crueldad por la megalomanía de oro y el poder, fortalecidos para la regeneración, pleiteamos el plano físico con el fin de sufrir la muerte compartida, aparentemente inmerecida, en acontecimientos de sangre y lágrimas.
Corsarios que prendíamos fuego a embarcaciones y ciudades en la conquista de presas fáciles, cuando nos observamos en el más allá con los problemas de la culpa, solicitamos el retorno a la Tierra para la desencarnación colectiva en dolorosos incendios, que son inexplicables sin la reencarnación.
Creamos la culpa en nosotros mismos ingeniamos los procesos destinados para extinguir las consecuencias. Y la Sabiduría Divina se vale de nuestros esfuerzos y tareas de rescate y reajuste con el fin de inducirnos a estudios y progresos siempre más amplios en lo que dice respecto a nuestra propia seguridad. Es por este motivo que, de todas las calamidades terrestres, el hombre se retira con más experiencia y más luz en el cerebro y en el corazón, por en ellas defenderse y valorizar la vida.
Lamentemos sin desesperación a cuantos se hicieran víctimas de desastres que nos deprimen el alma. El dolor de todos ellos es nuestro dolor. Los problemas con los que se enfrentan son igualmente nuestros.
No nos olvidemos sin embargo, de que nunca estamos sin la presencia de la Misericordia Divina junto a las ocurrencias de la Justicia Divina, que el sufrimiento es invariablemente reducido al mínimo por cada uno de nosotros, que todo se renueva para el bien de todos y que Dios siempre nos concede lo mejor.
Emmanuel • psicografia de Francisco Cándido Xavier
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