INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Terapias desobsesivas
2.- El valor de la fe
3.- Racismo
4.- El Periespíritu
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EL VALOR DE LA FE
Jesús nos señala en el capítulo X, vers. 32 y 33 de
S.Mateo, el valor de la fe.
Quien le confiese y reconozca en su doctrina y enseñanza será reconocido y presentado por El ante el Padre Celestial. Esto viene a significar que en el Más Allá recogeremos los frutos de nuestra valentía o cobardía a la hora de reconocer y defender nuestras creencias y nuestra fe en las enseñanzas de Jesús y en la doctrina espírita que profesamos como una prolongación y ampliación de esas enseñanzas.
Podemos relacionar esta invitación de Jesús para que seamos valientes en nuestra fé, con la parábola en la que decía que no escondiéramos la luz debajo del celemín. En ese caso la luz del conocimiento que se oculta o la fe que se niega, es un acto de cobardía, comodísmo o egoísmo, al no permitir con nuestra actitud que otros se beneficien de esta luz. Cuando la Fe se oculta y no se expone con valentía, sencillez y claridad cuando llega la ocasión, debido a miedos o temores a la incomprensión o al ridículo, estamos y seguimos ocultando esa Luz debajo del celemín de nuestra cobardía.
Debemos ser prudentes, no obstante, y no precipitarnos dejándonos llevar por un exceso de entusiasmo a la hora de hablar o de afirmar, pero tras un análisis rápido de las situaciones que se nos presenten para sacar a la luz nuestra Fe en el Evangelio de Jesús, así como en el conocimiento espiritual que tenemos a la luz del Espiritismo, debemos elegir entre la opción cobarde del silencio o incluso la negación, o bien dar un paso al frente con valentía y firmeza, sin complejos ni temores y sabiendo que desde el Plano Espiritual nuestros amigos protectores no nos dejan solos nunca ante esas pruebas y disyuntivas.
En principio, al obrar así podremos dar una imagen de fanatismo religioso; no importa; lo importante es procurar estar abiertos al diálogo fraterno en una actitud de humildad , de serenidad y de paciencia y haciendo caso omiso a las posibles incomprensiones, recelos y hasta burlas en alguna ocasión, exponiendo con la mayor claridad nuestros fundamentos y confirmando y reafirmando nuestra fe.
Debemos estar seguros y confiar siempre en el apoyo de nuestros mentores espirituales cuando llegan esos momentos de prueba y afirmación, no cayendo en las redes del orgullo o de la soberbia de creernos superiores a nadie, o autosuficientes en la fe, y no nos pase como a Simón Pedro el discípulo del Maestro Jesús, al cual este le vaticinó que le negaría ante los demás. Y así fue hasta tres veces, de modo que la amargura y remordimiento por su falta de valentía, fueron un castigo a su orgullo . Pedro recibió una dolorosa lección de humildad y tiempo tuvo mas tarde de afirmar públicamente a Jesús enseñando su doctrina durante muchos años hasta su muerte cruenta a manos de los soldados de Roma, a semejanza del Maestro. Así se redimió ante Jesús y ante el Padre por su debilidad al negar al Maestro y a la enseñanza que este impartió a sus discípulos.
Hay que dar testimonio ante todo y en primer lugar mediante la fuerza del ejemplo, y cuando llegue el caso, con la afirmación verbal de nuestra Fe en las enseñanzas de Jesús y su mensaje de Amor, recogidos en los Evangelios y en las enseñanzas de la Codificación Espírita.
- José Luis Martín -
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RACISMO
¿Por el
hecho de no proceder de un solo individuo la especie humana, deben los hombres
dejar de considerarse hermanos?
Todos
los hombres son hermanos en Dios, porque son animados por el espíritu y van
para el mismo fin…
Cuestión
nº 54
Recuerdo
de una caricatura en que se veía un matrimonio de nobles ingleses, ambos snobs
y orgullosos, contemplando una galería de retratos de sus antepasados, donde
habían reyes, príncipes, lords, duques… Sobre sus cabezas un inmenso árbol
genealógico mostraba bandidos, piratas, bárbaros, indios, trogloditas, hasta
llegar a sus orígenes, un matrimonio de macacos. No eran seres especiales los
vanidosos británicos. Descendían, como todo el género humano, de los simios
antropoides.
Las
diferencias del tipo físico, color de la piel, estructura, altura,
comportamiento, costumbres, guardan su génesis en factores geográficos,
climáticos, de alimentación y cultura… No llegamos a percibir esas mutaciones
porque son extremamente lentas. Ocurren a lo largo de los milenios. Por otro
lado, hay una tendencia para la fijación de determinadas características que
identifican las razas. Es como si Dios hubiese preparado vestimentas variadas
para los Espíritus que reencarnan, diversificando sus experiencias evolutivas,
en aprendizaje compatible con sus necesidades.
***
El amplio conocimiento acumulado sobre nuestros orígenes y la evidencia de que tenemos en común el hecho de que nuestros ancestros vivían en los arboles, no han sido suficiente para eliminar uno de los males más lamentables de la sociedad humana, el preconcepto racial. Se inspira en la pretensión de que un hombre es mejor, superior al otro por causa del color de su piel, estructura física, nacionalidad…
En los
Estados Unido fue necesario, una guerra civil para acabar con el deshumano
régimen esclavizador. Hasta la década de los sesenta el país más rico y
poderoso de la Tierra, que siempre se arbolaba como el campeón de la
democracia, practicaba la segregación racial. La mayoría blanca imponía
humillantes restricciones a los negros, que no podían frecuentar las mismas
escuelas, sanitarios públicos, clubs, hospitales…
En áfrica
del Sur, en pleno continente africano, una minoría de origen europeo sustento
durante décadas la separación racial, apartando a los dueños de la casa a
posiciones de inferioridad. En Brasil, no obstante, la índole fraterna de
nuestro pueblo, durante más de tres siglos muchos encontraban natural la
existencia de hombres transformados en bestias de carga. Estamos libres de la
mancha de la esclavitud, pero no del preconcepto racial, que corre suelto, con
pocas oportunidades para los negros librarse de una condición racial inferior.
En los
Estados del Sur los del nordeste brasileño son marginalizados y menospreciados,
como si no fuesen brasileños, como si perteneciesen a una raza inferior. Algo
semejante ocurre en países ricos de Europa, como Francia y Alemania, donde hay
fuerte resistencia contra minorías que vienen de países pobres buscando mejores
condiciones de vida. Sanseis y niseis, descendientes de colonos japoneses que
van a trabajar al Japón, enfrentan el mismo problema, relegados al ejercicio de
tareas de trabajo físico.
Otro
ejemplo marcante envuelve a los judíos. No obstante su cultura e inteligencia
fueron discriminados y perseguidos a lo largo de la Historia. En la Alemania de
Hitler, la población acepto pasivamente su iniciativa de exterminarlos, cuando
sería mucho más razonable encaminar al dictador para el manicomio. Los
descendientes de Abraham, a su vez, no lo hicieron mejor. Imbuidos en la idea
del pueblo elegido por Jehová, cultivaron un insuperable racismo. Eso esta tan
entrañado en su mentalidad que desde el año 70 de la era cristiana, cuando
Jerusalén fue arrasada por Tito y fueron dispersados por el Mundo, los judíos
conservaron su nacionalidad, aun sin tener un territorio, lo que solo aconteció
en 1948, con la proclamación del Estado de Israel. Hoy discriminan a los
árabes, particularmente los palestinos, a los cuales niegan el derecho
elemental de tener su propio país.
La
Doctrina Espirita tiene una valiosa contribución a favor de la extinción de los
preconceptos raciales, revelando que somos todos Espíritus en evolución,
sometidos a la experiencia reencarnatória. Y que podemos resurgir en la Tierra
como negros, blanco o amarillos, en cualquier continente o región, de
conformidad con nuestros compromisos y necesidades. No hay porque cultivar
discriminaciones, no solo porque tenemos todos el mismo origen, que se pierde
en la noche de los tiempos, pero sobretodo porque la Ley Divina determinara
inexorablemente que reencarnemos entre aquellos que discriminamos. Hay
innúmeros relatos en obras mediúmnicas, dándonos noticias de hacendados que
judaizaban a los negros. Retornaban como esclavos africanos. Anti-semitas
vuelven como judíos para sentir en la propia piel lo que es ese preconcepto. De
la misma forma, judíos convencidos de que pertenecen a una raza superior,
escogida por Dios, resurgen en el seno de los pueblos que juzgan inferiores.
Aprendemos
con Jesús que el amor al prójimo equivale a amar a Dios. Eso significa que es
absolutamente imposible reverenciar al Creador discriminando a sus criaturas.
Además, no hay por qué menospreciar a alguien por causa de su color, raza,
nacionalidad. Al final, por más que eso nos disguste y constriña, aun
vinculados a movimientos segregacionistas, somos todos hermanos.
Descendientes de los primates como hombres perecederos… Hijos de Dios
como Espíritus eternos. Y a la luz de la reencarnación queda siempre la idea de
que el preconcepto racial es, sobre todo, insensato o, más popularmente, un
ejercicio de estupidez. Toda discriminación es víspera de transferencia
compulsiva para el lado discriminado, *( lo que significa que nos
veremos en el papel de los que menospreciamos por este u otros motivos)*
Richard
Simonetti
*La anotación entre paréntesis es mía)
Extraído
del libro “A Presença de Deus”
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EL PERIESPÍRITU
Es sabido que las moléculas de nuestro cuerpo físico están sometidas a constantes mutaciones.. Todos los días nuestro envoltorio carnal elimina y asimila un cierto número de elementos.
El cuerpo, desde las partes blandas del cerebro hasta las más duras parcelas de la carcaza ósea, se renueva íntegramente en un cierto número de años.
En medio de esas corrientes incesantes, subsiste en nosotros una forma fluidica original, compresible y expansible, que se mantiene y es perpetua.. Es en ella, en el diseño invisible que presenta, que se vienen a incorporar, fijar, las moléculas de la materia grosera. El perispíritu es como el molde, el esbozo fluídico del ser humano. Es por eso que, cuando con la muerte se efectúa la separación, el cuerpo material cae inmediatamente y se desorganiza y descompone..
El perispíritu es el envoltorio permanente del Espíritu, mientras que el cuerpo físico no pasa de envoltorio temporal, vestido prestado, que tomamos para realizar la peregrinación terrestre. El perispíritu existía antes del nacimiento y sobrevive a la muerte. El constituye, en su íntima ligación con el Espíritu, el elemento esencial y persistente de nuestra individualidad, a través de las múltiples existencias que nos es dado recorrer
Es por la existencia de ese cuerpo fluídico, por su desprendimiento durante el sueño, ya sea natural, o provocado, que se explican las apariciones de los fantasmas de los vivos y, por extensión, las de los Espíritus de los muertos.
LEÓN DENIS
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