martes, 31 de diciembre de 2024

¡¡ FELIZ AÑO NUEVO 2.025 !!

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

 1.- Uno más y uno menos. 

2.- El Espíritu de Verdad 

3.- Fases del Espíritu tras su reencarnación

4.- Cualidades de la Oración

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                                                      2.025

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                      UNO MÁS Y UNO MENOS

Tras haber finalizado un año y de haber iniciado este año nuevo, siento la necesidad de compartir con quienes me lean, ciertas reflexiones e inquietudes que el momento me sugiere.
Dependiendo de la edad cronológica de cada uno, todos hemos visto ya muchas veces finalizar un año y comenzar otro nuevo. El calendario o el almanaque colgado en la pared, nos recuerda el paso inexorable y rápido del tiempo; un tiempo que nos pretende engañar pareciendo largo y tedioso, ofreciendo alguna pequeña ilusión o meta a alcanzar, por delante, que casi nunca llega, y así, mes a mes, hoja a hoja, el calendario va desgranando sus páginas y el tiempo va pasando. La cuestión es saber si esas páginas gastadas han quedado en blanco o han quedado escritas con nuestro esfuerzo, con nuestra evolución y con nuestros méritos y aprendizajes, o bien las hemos ensuciado con nuestros errores y fallos humanos; con lo que pudimos hacer de bueno y no hicimos; o tal vez, si las hemos dejado pasar sin esforzarnos, estérilmente y han quedado en blanco.
Y ese viejo calendario con sus hojas caducadas, ya no tiene marcha atrás. Lo bueno y lo malo, ahí queda para la eternidad, escrito en los pliegues del alma; y nosotros, tendremos que asimilar lo bueno y lo positivo para nuestro Ser espiritual, y despojarnos poco a poco del lodo de nuestros errores y defectos que nos anclan a nuestro atraso evolutivo y nos impiden que terminemos de alcanzar la felicidad. No está en nuestra mano cambiar lo que escribimos en él, pero si debemos tener el propósito de reescribirlo en el calendario nuevo de este año que ahora comienza, y hacerlo con más intención y cuidado para ir llenando sus hojas de luz y progreso, para que cuando hayan transcurrido otros doce meses, no nos parezca otro calendario lleno de tiempo desperdiciado e irrecuperable, sino un calendario lleno de amor, de realizaciones, de aprendizaje y maduración de nuestro Espíritu.
Cuando la mochila de nuestra alma, que cargamos con tantos errores y deudas pendientes, lleva tantos errores y fallos por situaciones de lo que pudo haber sido y no fue, como suele ser lo habitual en los seres humanos, no podemos pretender vaciarla de una vez de todos ellos, pero si podemos enfocar alguno de estos errores, sin fijarnos mucho en los demás, y trabajar por eliminarlo y superarlo, siendo conscientes del poder que todos tenemos y además de la ayuda espiritual con la que contamos; y una vez conseguido eliminar ese obstáculo, enfocaremos en otro, y así sucesivamente.
Todos tendremos días de aciertos y también días de errores; pero lamentablemente, momentos de fortaleza y otros de fragilidad, siendo estos errores y altibajos propios de nuestra condición humana, los tendremos que asumir pero siempre con el propósito de que no nos dejen una huella negativa, sino que sirvan como recordatorio de cómo deberemos seguir actuando en el futuro para no volver a errar más y también como acicate para tener en cuenta que al poder superarlos, estaremos cada vez más cerca de lograr la auténtica felicidad del Espíritu conforme este se purifique y se libere del lastre de sus errores pasados. Y si en esta lucha personal volvemos a caer o a tropezar en la misma piedra, saber que nos vamos a levantar de inmediato para continuar en la lucha y conquistar los objetivos señalados para nuestra mejora espiritual.
Todos celebramos el comienzo del nuevo año, sabiendo que la celebración es por otro año más de vida cumplida, y también por otro ciclo de tiempo igual que tenemos por delante para seguir viviendo, conquistando y aprendiendo. Pero al mismo tiempo, también comprendemos que el año finalizado, es un año menos de lo que nos queda por vivir en esta existencia y la oportunidad pasada de haber podido alcanzar aquellas metas evolutivas que nos fijamos desde antes de nacer. Es preocupante, pero cada vez nos va quedando menos tiempo y menos oportunidades de avanzar en esta vida. Recordemos que el sentido de la vida es la mejora y evolución, por lo que nos debemos preguntar: ¿ Cómo éramos antes y cómo somos ahora?; ¿ He mejorado en algo?; ¿He superado algo que tendría que superar?
Nuestra sociedad mundial, la formamos una mezcolanza de seres humanos, de muchos y diferentes niveles de evolución. Unos con unas ideas; otros con otras ideas diferentes, así en lo político, en lo religioso, en lo social, en lo ético, etc. Por ello deberemos estar posicionados y dispuestos para practicar en cada momento la tolerancia, la solidaridad y la caridad, que son el camino cierto para seguir avanzando en esta empinada senda evolutiva de nuestro Espíritu.
Recuerdo también en esta celebración, que actualmente estamos ya inmersos realmente en un cambio de ciclo evolutivo planetario, o sea que este planeta nuestro que todavía está clasificado como Mundo de Expiaciones y Pruebas, va a pasar a ser un Mundo de Regeneración, y esto en escasas décadas, se habrá completado, pero mientras tanto, nuestras sociedades humanas, por todo el planeta, habrán de sufrir las naturales convulsiones que conlleva un cambio tan grande a nivel físico, social, moral , así como de toda la Naturaleza del planeta, pero finalmente, se hará nueva luz para todos, los que entonces estén físicamente en el mundo, como los que tal vez estemos solamente como espíritus en la atmósfera espiritual del planeta. El cambio llegará- está llegando- para todos, por lo tanto, sabiéndolo, encaremos este año nuevo con ilusión y con nuevas fuerzas para colaborar, impulsando este cambio que se opera ya.
Y ya, sin más, y con el deseo de seguir aportando mi granito de arena a través de estas publicaciones para el conocimiento y mejora en general de esta sociedad que nos acoge, deseo a todos un ¡ Feliz año nuevo 2.025 !, y que no dejemos cada día de meditar y de ser conscientes de cada paso dado, para no cometer más errores. Que Dios nos conceda salud y felicidad.
- José Luis Martín-


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                               EL ESPÍRITU DE VERDAD

                                                                  



En el espiritismo, el Espíritu de Verdad es una figura clave que está asociada con las revelaciones espirituales y el progreso moral de la humanidad. Esta entidad es mencionada en el Evangelio de Juan (14:17 y 14:26) como el Consolador que Jesús prometió enviar para guiar a los seres humanos para recordar sus enseñanzas.

 Características del Espíritu de Verdad según el espiritismo: Guía espiritual y moral: 

El Espíritu de Verdad tiene la misión de iluminar a la humanidad, aclarar las enseñanzas de Jesús y proporcionar orientación sobre cuestiones morales y espirituales que no pudieron ser comprendidas completamente en la época de Jesús. Una colectividad de espíritus elevados: En el espiritismo, se interpreta que el Espíritu de Verdad no es un ser único, sino una colectividad de espíritus superiores que, bajo la dirección de Jesús, ayudan a la humanidad a través de la revelación de la Doctrina Espírita. Estos espíritus de luz transmiten enseñanzas mediante la mediumnidad para orientar a los seres humanos en su evolución espiritual. 

Revelador de la Doctrina Espírita: El Espíritu de Verdad es considerado uno de los principales responsables de la revelación de las enseñanzas contenidas en el Libro de los Espíritus y en las demás obras de Allan Kardec. Es visto como el portador de la Tercera Revelación, que complementa la Primera (Moisés) y la Segunda (Jesús). 

El mensajero del progreso: Este espíritu colectivo tiene la tarea de guiar a la humanidad hacia un mayor entendimiento de las leyes divinas, promoviendo la caridad, la fraternidad y el amor, principios esenciales en la moral espírita. Es una figura que trabaja para el bien común y para el avance espiritual de todas las personas. 

En resumen, El Espíritu de Verdad en el espiritismo es una representación de una entidad o grupo de entidades espirituales superiores que tienen el papel de guiar, consolar y esclarecer a la humanidad sobre las enseñanzas de Jesús, ayudando en su progreso hacia una mayor evolución espiritual y moral. 

Por Amalia

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              FASES DEL ESPÍRITU TRAS SU                                            REENCARNACIÓN




Período infantil: ( reencarnación ). 

La turbación no cesa en el instante del nacimiento, por el contrario persiste por algún tiempo.

 En los años siguientes de crecimiento del bebé, en el período de la infancia, el espíritu conserva esa turbación, que se va disipando despacio a lo largo del desarrollo del niño. 

El infante, en sus primeros años, debe adquirir capacidades motoras, de inteligencia, interactuar con el medio material para poder más adelante tomar decisiones en su vida de adulto. La función de la turbación en esa fase infantil es permitir un nuevo aprendizaje. 

En esa época, que puede durar más o menos siete años (como debemos saber, ese tiempo es relativo conforme al desarrollo de cada uno), el niño es susceptible a la influencia de los padres o tutores. Su personalidad es muy maleable, pudiendo absorber muchos conocimientos en varios aspectos, porque es más propicio a la asimilación de los principios educativos, donde las nociones morales vividas junto al ejemplo de los deberes de la vida deberían ser enseñadas en el seno donde vive. 
Es inmensa la responsabilidad de los progenitores o tutores en ese momento. Es de fundamental importancia que los padres sean conscientes de sus deberes y obligaciones para con el hijo, porque el niño absorberá lo que le enseñen, siendo un deber importantísimo de los padres o tutores la correcta educación moral e intelectual del niño, esforzándose para hacer del pequeño un individuo de bien, con valores morales. Si los padres fallan, por no dar al niño las enseñanzas morales correctas, tendrán que responder a eso y sufrirán en el mundo espiritual las caídas del hijo, sintiéndose responsables. 

La infancia es también una época de descanso para el espíritu y en ella el niño debe ir asumiendo poco a poco sus facultades inherentes, debe ir asimilando las condiciones físicas y mentales para desarrollar su encarnación con éxito. 

En ese momento infantil, las decisiones tomadas por un niño son proporcionales a sus necesidades básicas y sus sueños son pueriles. Él va adquiriendo paulatinamente el control de su libre albedrío, cuando empieza a tomar pequeñas decisiones. 

Período juvenil: 
Cuando llega la edad adolescente, esa edad de rebeldía a la que se refieren muchos padres, el espíritu se va mostrando tal como es, se transparenta su verdadero carácter y desvela algunas veces, facetas de su personalidad escondidas hasta entonces. 
Podemos observar que el olvido del pasado no es del todo absoluto en la encarnación, ya que en ese período se puede ver claramente en las inclinaciones de cada uno reminiscencias de vidas pasadas, en la manera de relacionarse con el medio en que se encuentra el espíritu encarnado, así como en las tendencias en hacer el bien o dejarse llevar por los impulsos viciosos que la sociedad ofrece. 

Período adulto: 
En la edad adulta el hombre ya posee todas las herramientas para decidir, actuar y resolver qué caminos a tomar, qué opciones elegir para sí mismo con total responsabilidad de sus actos. La ignorancia de su destino y del motivo de su presencia en la Tierra puede ser atenuante de las faltas que cometa pero no exime de la culpabilidad de ellas. 
Sabiendo, pues, el motivo de la encarnación, elegir una vida sana, de aprendizaje, de trabajo honesto, aprovechando el tiempo en enriquecerse moral e intelectualmente, practicando la caridad con uno mismo y con los demás, debería ser el objetivo prioritario a conseguir. 
Es importante, en la fase adulta, direccionar las verdaderas adquisiciones para construir un futuro para sí mismo mejor teniendo ciencia de que la vida es transitoria en la Tierra y que el hombre volverá a su estado de espíritu, tarde o temprano. A pesar de los sentidos humanos percibieren solamente las impresiones que la materia densa permite, el hombre debe hacer un esfuerzo decidido en adquirir bienes eternos y perecederos, aquellos que constituirán su verdadero patrimonio y que serán su legítima adquisición cuando su cuerpo alcance la decrepitud de sus órganos. Todas las acciones relevantes tomadas durante la vida tendrán consecuencias positivas o negativas para el espíritu en su vida póstuma.

Publicación de  Ángeles Calatayud-



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            CUALIDADES DE LA ORACIÓN

 

                                                      


   La oración siempre supone una conexión de la mente humana con la Mente Divina.

   Sencillamente, todo se resume en una cuestión de sintonía vibratoria, o sea, buscar la misma sintonía mental y sobre todo en cuanto a sentimientos, con la propia Vibración Divina que un día del pasado muy lejano en el tiempo, fue nuestro origen y punto de partida. 

Conectar con la Mente Divina, en realidad solamente es una aspiración, pues nuestras mentes humanas están todavía tan alejadas de la vibración Divina, que si es posible dicha conexión, es solamente porque Dios siempre está pronto a recibirnos y con su Vibración Divina nos ayuda a depurar nuestra vibración espiritual humana y así se nos permite poder aproximarnos cada vez más a Él,

    Por eso para orar no se necesitan palabras; basta con el pensamiento acompañado del sentimiento sincero,  siempre desde  una posición de sincera y profunda humildad; la oración así,  debe  ser una  vibración  de gratitud, amor y admiración hacia el Padre, nuestra Fuente de Origen, reconociendo y dándole gracias por Su magna obra, por Su bondad y por el Amor que plasma en toda Su creación y en  sus criaturas, unificando nuestro Amor con Su Amor.

     La oración que parte del alma no necesita de palabras, solo de sentimientos, pues estos son la vibración del alma  que mejor llega al Padre sin interferencias. Las interferencias que distorsionan la emisión del alma humana cuando por la oración trata de sintonizar con Dios, son las imperfecciones humanas, sobre todo el  orgullo y la vanidad de creernos merecedores de algo, o mejores, o superiores a los demás. También lo es la falta de disciplina mental, incapaz de centrarse y controlar a la mente cuando  no cesa de ir alocadamente  por sus fueros como un caballo desbocado.

      No es necesario que pidamos a Dios con palabras, porque Él ve nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras necesidades e inquietudes. Él los conoce porque la Mente Divina Creadora vive en todos y cada uno de nosotros.

     Sin palabras le podemos transmitir así nuestros sentimientos , agradecimientos e inquietudes. Él sabe de nuestras necesidades y siempre nos ayudará en la medida de nuestro merecimiento por como actuamos ante las pruebas de la vida que El permite o dispone para nuestro bien, según lo que nuestro espíritu requiere para evolucionar durante su estancia en este mundo.

      De otra parte, si cuando tratamos de orar sabemos que mantenemos alguna deuda pendiente con alguien a quien por cualquier motivo guardamos algún resentimiento. nuestra oración no puede ser sincera y sentida, y por tanto no puede llegar a Dios y ser eficaz,  Dios siempre escucha nuestro corazón y nos perdona en la medida en que nosotros somos capaces de perdonar  a los demás. Recordemos la oración que Jesús nos enseñó, en su parte que dice: “ perdona nuestras ofensas Así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” . O sea, le pedimos que nos perdone  en la medida en que nosotros realmente  perdonemos.

 Cuando el caso sea al revés, o sea, que sean otras las personas quienes nos guardan  resentimiento, si es con razones reconocidas, pidámosles perdón con humildad y en todo caso, ofrezcámosles nuestra amistad y nuestro diálogo para allanar esos baches que a veces surgen en las relaciones humanas. Siendo así, si somos rechazados, aunque nos pueda doler, sabemos que podemos seguir por la senda de la vida con la tranquilidad de una conciencia en paz que ha cumplido con sus obligaciones morales.

     Como en la oración al Padre que nos enseñó Jesús, pidámosle también que se haga Su voluntad, pero tengamos la disposición y el deseo de aceptarla y hacerla nuestra para estar en armonía espiritual con el  Creador. Esto significa que cualquier dolor o situación de sufrimiento o injusticia no nos debe despertar un sentimiento de  íntima rebeldía ante  esas  pruebas y situaciones de la vida que  debemos al menos aceptar con el convencimiento de que no son sino para nuestro bien.

    Y sobre todo, no olvidemos algo tan elemental como es el ser agradecidos; portarnos como hijos humildemente agradecidos al Padre por tantas dádivas que nos otorga y tanta ayuda espiritual que nos concede. No olvidemos finalmente darle siempre las gracias por todo.

      En síntesis, la oración es una necesidad espiritual, pero cuando oremos procuremos que nuestro corazón esté limpio de cualquier cosa que sea negativa y contraria a la Caridad.  Limpiemos nuestra alma antes de orar y transmutemos los sentimientos negativos  en Amor, perdonando y pidiendo perdón cuando así lo señale nuestra conciencia.  

Que nuestro sentimiento  de amor filial  busque al Padre y que sepamos dejar en Sus manos nuestros asuntos terrenales, que no debemos descuidar, pero por los que deberemos luchar y trabajar, sabiendo que detrás de nuestro esfuerzo siempre estará Su ayuda a través de los hermanos y amigos del Plano espiritual.

-José Luis Martín-

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