1.- Amar a un ser humano
2.- Bien y mal sufrir
3.- Necesidad de la idea de Dios
4.- La importancia del perdón
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AMAR A UN SER HUMANO
Redacción de
Amor, Paz y Caridad
Amar
a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y
disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus
máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos,
sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos;
es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón
sensible y solitario,
hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en
la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la
desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y
su inconsciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha
aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de
sentido, que no puede confiar ni en si mismo; es descubrir y honrar, por encima
de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su
infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida.
Amar a un
ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención,
interés y respeto; aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino
comprenderla; ofrecerle un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser
calificado, en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar
aquello que considera privado; es reconocer y mostrar que tiene el derecho
inalienable de elegir su propio camino, aunque éste no coincida con el tuyo; es
permitirle descubrir su verdad interior por si mismo, a su manera: apreciarlo
sin condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus
ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus expectativas; es valorarlo
por ser quien es, no por como tu desearías que fuera; es confiar en su
capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y
más maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su poder como ser humano.
Amar a un
ser humano es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses ni caretas, revelando
tu verdad desnuda, honesta y transparente; es descubrir frente al otro tus
propios sentimientos, tus áreas vulnerables; permitirle que conozca al ser que
verdaderamente eres, sin adoptar actitudes prefabricadas para causar una
impresión favorable; es exponer tus deseos y necesidades, sin esperar que se
haga responsable de saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerlo
de que son correctas; es disfrutar del privilegio de ser tu mismo frente al
otro, sin pedirle reconocimiento alguno, y en esta forma, irte encontrando a ti
mismo en facetas siempre nuevas y distintas; es ser veraz, y sin miedo ni
vergüenza, decirle con la mirada cristalina, “este soy, en este momento de mi
vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto…si tú quieres
recibirlo”.
Amar a un
ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y
responder en forma activa a su necesidad de desarrollo personal; es creer en él
cuando de si mismo duda, contagiarle tu vitalidad y tu entusiasmo cuando está
por darse por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea,
tomarlo de las manos con firmeza cuando se siente débil, confiar en él cuando
algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin dejarte
arrastrar por su
desdicha; es
compartir en el presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni
obligaciones impuestas, por la espontánea decisión de responderle libremente.
Amar a un
ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su
cariño sin representar el papel del que nada necesita; es aceptar con gusto lo
que te brinda sin exigir que te dé lo que no puede o
no desea; es agradecerle a la Vida el prodigio de su existencia y sentir en su
presencia una auténtica bendición en tu sendero; es disfrutar de la experiencia
sabiendo que cada día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita
perenne; es vivir cada instante como si fuese el último que puedes compartir
con el otro, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo
como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano
sea siempre una creación distinta y milagrosa.
Amar a un
ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu
mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo
vigoroso, de tus besos, con palabras francas y sencillas; es hacerle saber y
sentir cuanto lo valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus riquezas
interiores, aún aquellas que él mismo desconoce; es ver su potencial latente y
colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior;
es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa honestamente, que
cuenta contigo; es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su
posibilidad de dar todo el fruto que podría; es develar ante sus ojos el tesoro
que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una
experiencia más rica y más llena de sentido.
Amar a un
ser humano es también atreverte a establecer tus propios limites y mantenerlos
firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda
aquello que consideras tus derechos personales; es tener tanta confianza en ti
mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas
en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas
manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es
reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es
compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase
un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser
capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden
con gratitud por los tesoros compartidos.
Amar a un
ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y
valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del
Hombre, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e
intangible llamada “ser humano”, de la cual tu formas parte; es reconocer, a
través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu
propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las
facetas luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y
sombríos; amar a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su
totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto,
amar a un ser humano es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota
en la sinfonía de este mundo.
Andrea Weitzner – Argentina
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BIEN Y MAL SUFRIR
-Mensaje de Reflexión -
Cuando Cristo dijo: "Bienaventurados los afligidos, el reino de los cielos les pertenece", no se refería de modo general a los que sufren, visto que sufren todos los que se encuentran en la Tierra, quiera ocupen tronos, quiera yazgan sobre la paja. Pero, ah! pocos sufren bien; pocos comprenden que solamente las pruebas bien soportadas pueden conducirlos al reino de Dios. El desánimo es una falta. Dios os recusa consolaciones, desde que os falte coraje. La plegaria es un apoyo para el alma; pero, no basta: es preciso que tenga como base una fe viva en la bondad de Dios. Él ya muchas veces os dijo que no coloca fardos pesados en hombros débiles. El fardo es proporcional a las fuerzas, como la recompensa lo será a la resignación y al coraje. Más rica será la recompensa, de que penosa la angustia. Cumple, no obstante, merecerla, y es para eso que la vida se presenta llena de adversidades.
El militar que no es mandado para las líneas de fuego se queda descontento, porque el reposo en el campo no le faculta ninguna ascensión. Sed, pues, como el militar y no deseéis un reposo en que vuestro cuerpo se enervaría y se entorpecería a vuestra alma. Alegraos, cuando Dios os envíe para la lucha. No consiste ésta en el fuego de la batalla, pero si en los amargores de la vida, donde, a veces, de más coraje se es preciso de que en un combate sangriento, porque no es raro que aquél que se mantiene firme en presencia del enemigo pierda las fuerzas en las tenazas de una pena moral. Ninguna recompensa obtiene el hombre por esa especie de coraje; pero, Dios le reserva palmas de victoria y una situación gloriosa. Cuando os advenga una causa de sufrimiento o de contrariedad, sobreponeos a ella, y, cuando hubieres conseguido dominar los ímpetus de la impaciencia, de la cólera, o del desespero, decid, de vosotros para con vosotros, lleno de justa satisfacción: "Fui el más fuerte."
Bienaventurados los afligidos puede entonces traducirse así: Bienaventurados los que tienen la ocasión de probar su fe, su firmeza, su perseverancia y su sumisión a la voluntad de Dios, porque tendrán multiplicada por cientos la alegría que les falta en la Tierra, porque después de la labor vendrá el reposo.
Lacordaire. (Havre, 1863.)
Del Libro: “El Evangelio Según el Espiritismo”
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NECESIDAD DE LA IDEA DE DIOS
En el ser humano está bién demostrada la necesidad de la idea de Dios.. Ésta se afirma y se impone fuera y por encima de todos los sistemas, de todas las filosofías, de todas las creencias. Por eso nos entregamos a este estudio libres de todo prejuicio religioso, con absoluta independencia de nuestro cerebro y de nuestra conciencia. Dios es más grande que todas las teorías y que todos los sistemas. Por esto no le perjudican ni llegan hasta El los errores ni las faltas que los hombres han cometido en su nombre. Dios está por encima de todo.
No hay nombre para Él, y si le llamamos Dios es por falta de una palabra más excelsa - como dijo Víctor Hugo.
La existencia de Dios es el más grave de todos los problemas suspendidos sobre nuestras cabezas y cuya solución está ligada estrecha, imperiosamente, al problema del ser humano y de su destino, al problema de la vida individual y de la vida social.
El conocimiento de la verdad sobre Dios, sobre el mundo y la vida es lo más esencial, lo más necesario, pues este conocimiento es el que nos sostiene, inspira y dirige, aun a pesar nuestro. Y esta verdad no es inaccesible, como vamos a verlo. Es simple y clara; está al alcance de todos. Basta buscarla, libres de prejuicios, con ayuda de la conciencia y de la razón.
No repasaremos aquí las teorías, los sistemas innumerables que las religiones y las escuelas filosóficas han edificado a través de los siglos. Poco nos importan hoy las disputas, las cóleras, las agitaciones vanas del pasado.
Para dilucidar este punto disponemos hoy de medios más eficaces que los del pensamiento humano. Tenemos la experiencia de los que han abandonado ya la Tierra, la apreciación de las almas que, habiendo franqueado la tumba, nos hacen oír desde el seno del Mundo Invisible sus avisos, sus llamamientos y sus exhortaciones.
Es verdad que no todos los Espíritus son igualmente aptos para tratar estas cuestiones. Con los Espíritus de ultratumba sucede lo mismo que con los hombres: no están todos desarrollados en la misma medida, no han llegado todos a un mismo grado de evolución. Es por eso que suceden las contradicciones, las diferencias de apreciación. Pero detrás de la multitud de las almas oscuras, ignorantes, atrasadas, hay Espíritus eminentes, descendidos de las altas esferas para alumbrar y guiar a la humanidad.
Mas, ¿ qué dicen esos Espíritus sobre la cuestión de Dios?
La existencia del Poder supremo es afirmada por todos los Espíritus elevados. Aquellos de entre nosotros que han estudiado el Espiritismo filosófico, saben que todos los grandes Espíritus, todos aquellos cuyas enseñanzas han reconfortado a nuestras almas, endulzado nuestras miserias y sostenido nuestros desfallecimientos afirman unánimemente, proclamando y reconociendo a la suprema Inteligencia que gobierna a los seres y los mundos. Dicen que esta Inteligencia se revela más esplendorosa y sublime a medida que se ascienden los peldaños de la vida espiritual.
Lo mismo sucede con los escritores y los filósofos espíritas, desde Allan Kardec hasta nuestros días. Todos afirman la existencia de una causa eterna en el Universo.
"Si todo efecto tiene una causa -ha dicho Kardec-, todo efecto inteligente tiene una causa inteligente". He aquí el principio sobre el cual descansa el Espiritismo todo. Este principio, si lo aplicamos a las manifestaciones de ultratumba, demuestra la existencia de los Espíritus.
Aplicado al estudio del mundo y de las leyes universales, demuestra la existencia de una causa inteligente en el Universo. Por eso la existencia de Dios constituye uno de los puntos esenciales de la enseñanza espírita. Y yo añado, que es inseparable del resto de esta enseñanza porque en esta última todo se une, coordina y encadena. ¡Que no se nos hable de dogmas! El Espiritismo no los acepta. Él no impone nada; enseña.. Toda enseñanza tiene sus principios.. La idea de Dios, es uno de los principios fundamentales del Espiritismo.
EL GRAN ENIGMA, DIOS Y EL UNIVERSO
LEÓN DENIS
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LA IMPORTANCIA DEL PERDÓN
Todavía mucha gente, independiente de sus creencias, nivel cultural, etc, cuando hablan de hechos del pasado por los que soportaron algún tipo de sufrimiento traumático, sin duda debió de ser así, porque relatan su historia con la rabia, la indignación, el rencor o el enfado a flor de piel, y lo peor de todo, con la predisposición de no querer perdonar jamás a la persona a quien acusan de haberles causado aquel dolor inolvidable. Si se les rebate suavemente para que finalmente comprendan lo erróneo de su postura, aún nos miran con cara de asombro, por no descubrir en nosotros a alguien que está de acuerdo en su postura, que creen que es "la más normal del mundo". Entonces se indignan ante nuestra opinión que no comprenden y que para ellos es absurda. Ciertamente, muchas veces nos hieren en el alma, que es donde más duran sin curar las heridas, pero si fuésemos conscientes, cuando nos llega la ocasión de perdonar, de que ese momento del perdón o no, por aquel episodio triste o desagradable que nos dejó tan oscura huella, es único y muchas veces irrepetible, pues en ese instante es como si nos jugásemos a cara o cruz nuestra suerte en el futuro.
Perdonar, según palabras del propio Maestro Jesús, supone a su vez, ser algún día perdonados y redimidos de ese pesar interno que son las heridas morales que mantenemos a veces en lo íntimo del ser. Por eso, cuando veo esos corazones tan duros y recalcitrantes, que en vez de ser movidos al perdón, conforme nos ha enseñado Cristo y tantos otros Enviados del Padre, sueñan con venganzas que les causan un placer y les dejen satisfechos, porque creen que en ese caso lo que se hace con su no perdón y su venganza, es justicia; esto me causa cierta lástima, pues no caminan en la Voluntad Divina del Padre, tal como nos la mostró y ejemplificó Jesús de Nazaret.
El odio es una cadena psicológica que nos imanta y nos ata a la persona odiada, Solamente el perdón deseado, sentido y sincero, nos puede liberar de esa cadena.
Quienes realmente creen en el rencor eterno y en la dulce venganza, sin duda es porque están muy lejos de conocer , al menos un poquito, las enseñanzas y ejemplos de Jesús, cuando por ejemplo, intervino para impedir que su discípulo Pedro, utilizase una espada contra la gente que fué a prenderle al Huerto de los Olivos, obligándole a guardar su espada, cuando ya había comenzado a luchar con ella para defenderlo a Él, hiriendo la oreja de un soldado de los que lo apresaban. En ese momento también estaba perdonando a Judas, el discípulo que lo entregó, así como a los soldados y fariseos que fueron a prenderlo, pero al mismo tiempo, estaba entregando Su Voluntad a la del Padre, dando ejemplo de mansedumbre y perdón hasta el último momento de estar en este mundo con la elevadísima misión de sacrificar hasta la vida por hacer la Voluntad de Dios, sellando con su ejemplo el que los humanos que también somos hijos del mismo Padre, también podamos seguir las huellas de amor y de generosidad que Él nos señaló.
Somos humanos que estamos en una etapa evolutiva en general, por la que vamos siendo poco a poco más conscientes de las leyes y motivos que nos presenta la vida en este mundo, pero a su vez, todavía tenemos muchas tendencias muy retrógradas, de reacción instintiva, como los animales, pero en una mezcolanza que nos hace mucho peores que cualquier depredador entre estos. Así vemos que los animales respetan la naturaleza, mientras el hombre la aniquila, vemos que los lobos cazan en manada, respetando una jerarquía dentro del grupo, mientras el hombre por envidia y orgullo, aspira a elevarse por encima de esa jerarquía, para ser él quien domine y sienta el poder sobre el resto; vemos que un predador se enfrenta a otro, sin miedo y sin odios, solo por la supremacía reproductora, de modo que cuando uno se rinde en la confrontación, el otro deja de perseguirlo y de ensañarse con él, mientras el humano alcanza cotas inimaginables de crueldad y de venganza.
Detrás de esto, se desencadenan todas las guerras y conflictos bélicos que han habido en la historia. Por tanto, si el resentimiento, el odio, la venganza y la falta de fraternidad nos han traído siempre los mismos frutos amargos, en adelante vamos a proponernos hacer un mundo mejor, desechando la envidia, el resentimiento y la venganza, y busquemos la paz en nuestros corazones antes que en ningún otro lugar externo, pues la paz y las alegrías y felicidad que esta trae, antes de estar alrededor nuestro, deben abundar en nuestro interior.
Debemos ser conscientes de que todos portamos tantas y tantas imperfecciones y generamos tanta negatividad, que necesitamos a cada momento de la misericordia y del perdón de Dios, pero tal como nos dijo Jesús en la oración que dejó enseñada y que conocemos como "Padre Nuestro"; en ella dice "PERDONA NUESTRAS DEUDAS, COMO NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS OFENSORES", lo cual nos dice claramente, que Dios nos va a perdonar en la misma medida que nosotros perdonemos, por lo tanto, esforcémonos por perdonar siempre porque con nuestro perdón, obtendremos el ser perdonados y así sentirnos con el alma liberada.
En la época que vivimos, no nos podemos permitir continuar por el camino del odio y la venganza, opuestos al perdón, porque es mucho lo que nos jugamos y las circunstancias se precipitan cada día más; apenas queda ya lugar para seguir perdiendo el tiempo en posturas y por caminos equivocados. Actualmente estamos inmersos de lleno, en un " final de los tiempos" o "cambio de ciclo evolutivo" donde el trigo será separado de la paja y el pastor separará los cabritos de los corderos..... Quien tenga oídos que oiga.
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