jueves, 5 de septiembre de 2024

Causas anteriores de las aflicciones

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Búsqueda de la felicidad

2.- Biografía resumida de Allan Kardec

3.- El olvido del pasado: Justificación de su necesidad

4.-Causas anteriores de las aflicciones

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                   BÚSQUEDA DE LA                            FELICIDAD


                                                    

¿Usted se preocupó alguna vez por la felicidad?

¿Ya realizó esfuerzos para conquistarla?

¿Quién de nosotros  no desea ser feliz? Salvo los casos patológicos, las personas están siempre  en busca de la felicidad,  aunque no se den cuenta de eso.

¿Más, al final, que es la felicidad?

La felicidad varía de persona a persona, y en cada momento de nuestra vida, ella puede asumir aspectos diferentes.

Cuando estamos enfermos, la recuperación de la salud seria nuestra felicidad. Y por ella realizamos todos los esfuerzos para conquistarla.

Si estamos sin trabajo, un empleo  constituiría  nuestra felicidad por algún tiempo.

Si somos solteros y deseamos unirnos a alguien, nuestra felicidad seria encontrar a la persona adecuada, para compartir nuestro afecto.

No obstante, los que padecen hambre y frio, encontrarían la felicidad  en un abrigo y en la alimentación  que reanima.

En cuanto al goleador, la explosión de la felicidad es cuando el balón toca el fondo de la red del equipo contrario.

En fin. La felicidad tiene tantas caras como  deseos tiene cada criatura, variando de acuerdo con las circunstancias.

Cierta vez, leímos una historia que nos llevó a reflexionar en lo que consiste la verdadera felicidad.

 Fue narrada por una moza que se sentía momentáneamente infeliz y, andando por la calle vio a un hombre empujando una carroza.

Al observar la escena, pensó: ¡Pobre hombre! Haciendo el trabajo de un animal irracional

 ¡ Eso es lo que debe ser la infelicidad!

Pensando en oír de sus labios lamentos y quejas, se aproximó a él y preguntó:

Usted está muy triste, ¿verdad? Después de hacer un trabajo de esos…

Ella confiesa que el hombre le hizo cambiar el paisaje intimo, al responder entusiasmado:

¡No señora! Soy una persona muy feliz. Tengo la suerte de que no necesito de un animal  para empujar mi carroza.

Tengo fuerza, consigo mi sustento paseando por la ciudad y aun gano saludos de personas bonitas como la señora.

No soy más feliz, solo porque no veo a todas las personas del mundo sonriendo…

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Como podemos percibir, la felicidad consiste  en cada uno contentarse  con lo que tiene  y hacer de su felicidad la alegría de los otros.

Cuando Jesús afirmó que la felicidad  no es de este mundo, se refirió a la felicidad sin mezcla, a la felicidad plena.

Todavía, podemos vivir con alegría, valorando las cosas que tenemos y las conquistas morales que ya logramos, sin sentirnos tristes por lo que no poseemos y no está a nuestro alcance.

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Muchos de nosotros buscamos la felicidad distante de donde ella se encuentra.

A cada momento Dios nos ofrece mil motivos  para nosotros alegrarnos.

La oportunidad de vivir, de tener una familia, amigos, trabajo…

La naturaleza, el sol, la lluvia, la noche para el reposo, las oportunidades de aprendizaje de cada minuto que pasa por nosotros.

Hasta incluso los obstáculos del camino son motivos de alegría, por enseñarnos a superarlos, preparándonos para la conquista de la felicidad perenne, que a todos nos aguarda.

 Redacción de Momento Espirita   

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BIOGRAFIA RESUMIDA DE ALLAN KARDEC

“ Hippolite León Denizard Rivail”

( Nacido el 3 de Octubre de 1804, en Lyón (Francia) y fallecido el 31 de Marzo en París(Francia).

Fue un educador e investigador francés que bajo  el pseudónimo de Allan Kardec, fue el codificador del Espiritismo.

Educado en la Escuela de Pestalozzi en Yverdun (Suiza), se hizo uno de los más eminentes discípulos de su método de enseñanza. Más tarde se hizo miembro de la Sociedad Europea Erudita de la época. De 1835 a 1840, impartió en su casa, en la calle Sevres, cursos gratuitos de Química, Física, Anatomía comparada y  Astronomía, entre otros, en una época en la que pocos tenían la oportunidad de recibir ese nivel de educación.

 Fue en 1855, cuando Allan Kardec pasó a vivenciar experiencias con los espíritus con los que por un periodo de tiempo mantuvo regulares contactos,  adoptando su pseudónimo, un nombre que  tuvo origen en una encarnación anterior (como sacerdote druida).  Apoyado en su formación  docente, realizó la tarea misionera de codificar las enseñanzas obtenidas de los Espíritus Superiores, esto es, de presentar en libros, metódica, didáctica y lógicamente organizados, comentados y explicados, los postulados de la Doctrina Espírita.

En los fenómenos mediúmnicos observados con su método científico, entrevió el principio y existencia de nuevas leyes naturales: las que rigen las relaciones entre el mundo visible y el mundo invisible. Reconoció en la acción de este último, una de las fuerzas de la Naturaleza, cuyo conocimiento habría de lanzar luz sobre una inmensidad de problemas tenidos hasta entonces por insolubles, comprendiendo el alcance moral de los principios conformados por esta doctrina, desde un punto de vista social y religioso.

Fundó en París, el 1º de abril de 1858, la primera Sociedad espírita regularmente constituida, bajo la denominación de Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, cuyo objetivo era el estudio y la contribución para el progreso y divulgación de la nueva ciencia que él bautizó con el nombre de Espiritismo para diferenciarla de las demás filosofías espiritualistas de las religiones, de modo que el Espiritismo  es  una doctrina filosófica espiritualista, pero sin embargo, las religiones espiritualistas no son Espiritismo.

Fuente:  F.B.E con correcciones y añadidos de José Luis Martín

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EL OLVIDO DEL PASADO: JUSTIFICACIÓN DE SU NECESIDAD


Si Dios consideró que no era bueno conocer el pasado quiere decir que es ventajoso y útil para nosotros, ¿porqué? Porque nos perturbaría en las relaciones con los demás, no podríamos habitar con enemigos del pasado, pues nos impediría reparar las faltas, nos humillaría estar frente a quienes hemos humillado, o en caso contrario si es es el otro quien recuerda nos costaría obtener su perdón.

El olvido del pasado no es un obstáculo para la mejora del espíritu, pues aunque no recuerde, reconoce las faltas en el espacio y sabe que debe corregirlas.

El hombre no conoce las faltas que cometió en el pasado pero sí que tipo de faltas, y los rasgos de su carácter.

Las vicisitudes de la vida actual son la consecuencia de las faltas del pasado con relación al futuro.

Por nuestras tendencias actuales se revela en parte el pasado;al orgulloso por su orgullo, el mal rico, el avaro, al tirano con la esclavitud, el perezoso mediante el trabajo forzado, el mal hijo con la ingratitud de los hijos.

Si hoy recibe castigos es porque practicó el mal, y el olvido solo ocurre en la vida corporal para poder corregirlos y tomar las mejores resoluciones que tomó escuchando a su conciencia que le dice lo que es bueno y lo que es malo, y recobra los recuerdos la volver al espacio, y durante el sueño gozando el Espíritu de cierta libertad tiene conciencia de actos anteriores, sabe porqué sufre y que ese sufrimiento es justo. Recordemos que el olvido no es absoluto.

Gracias a ese olvido, Dios se nos manifiesta con su bondad y misericordia, cuando regresa al espacio el pasado se le presenta ante sus ojos, y entonces se puede juzgar si empleó bien o mal su tiempo. Todo lo que recordamos es lo imprescindible.

Casi todos estamos necesitados de perdón y olvido, la sombra que vela nuestras flaquezas y miserias reconforta nuestro ser y hace menos penosa la reparación.

El espíritu renace a menudo en el mismo centro donde vivió y se encuentra con las mismas personas, a fin de reparar el mal que les ha hecho, el hombre trae consigo todo lo que adquirió.

Cuando se nos permite conocer algo del pasado es únicamente por voluntad de los Espíritus Superiores, y con un fin útil, nunca para satisfacer nuestra curiosidad.

- Enviado por Lidia Gómez-

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      CAUSAS ANTERIORES DE LAS AFLICCIONES

Pero si bien hay males cuya primera causa es el hombre en esta vida, hay otros a los que es extraño enteramente, al menos en apariencia, y que parecen herirle como por una fatalidad. 

Tal es, por ejemplo, la pérdida de los seres queridos y de los que son el sostén de la familia; tales son también los accidentes que ninguna previsión puede evitar, los reveses de la fortuna que burlan todas las medidas de la prudencia, las plagas naturales, las dolencias de nacimiento, particularmente aquellas que quitan al desgraciado los medios de ganarse la vida con su trabajo, las deformidades, el idiotismo, la imbecilidad, etc. Los que nacen en semejantes condiciones, seguramente no han hecho nada en esta vida para merecer una suerte tan triste, sin compensación y que no podían evitar; que están en a imposibilidad de cambiarla por sí mismos y que les deja a merced de la conmiseración pública. ¿Por qué, pues, tantos seres desgraciados, mientras que a su lado, bajo un mismo techo, en la misma familia, hay otros favorecidos en todos conceptos?

¿Qué diremos, en fin, de esos niños que mueren en edad temprana y no conocieron, de la vida más que los sufrimientos? Problemas que ninguna filosofía ha podido aún resolver, anomalías que ninguna religión ha podido justificar y que serían la negación de la bondad, de la justicia y de la providencia de Dios, en la hipótesis de que el alma es creada al mismo tiempo que el cuerpo, y que su suerte está irrevocablemente fijada después de una estancia de algunos instantes en la tierra. ¿Qué han hecho esas almas que acaban de salir de las manos del Creador para sufrir tantas miserias en este mundo, y para merecer en el porvenir una recompensa o un castigo cualquiera, cuando no han podido hacer ni bien ni mal?

Sin embargo, en virtud del axioma de que "todo efecto tiene una causa", esas miserias son efectos que deben tener una causa; y desde el momento en que admitimos un Dios justo, esa causa debe ser justa, luego, precediendo siempre la causa al efecto, y puesto que aquélla no
está en la vida actual, debe ser anterior a esta vida, es decir, pertenecer a una existencia
precedente. Por otra parte, no pudiendo Dios castigar por el bien que se ha hecho ni por
el mal que no se ha hecho, si somos castigados, es que hemos hecho mal;  si no lo hemos
hecho en esta vida, lo habremos hecho en otra. Esta es una alternativa de la que es imposible evadirse, y en la que la lógica dice de qué parte está la justicia de Dios.

El hombre, pues, no es castigado siempre o completamente castigado, en su existencia presente; pero nunca se evade a las consecuencias de sus faltas. La prosperidad del malo sólo es momentánea, y si no expia hoy, expiará mañana, mientras que el que sufre, sufre por expiación de su pasado. La desgracia que en un principio parece inmerecida, tiene su razón de ser, y el que sufre puede decir siempre: "Perdonadme, Señor, porque he pecado".

7. Los sufrimientos por causas anteriores, son, a menudo, como los de las faltas actuales; consecuencia natural de la falta cometida; es decir, que por una justicia distributiva rigurosa, el hombre sufre lo que ha hecho sufrir a los otros; si ha sido duro e inhumano, podrá a su vez ser tratado con dureza y con inhumanidad; si ha sido orgulloso, podrá nacer en una condición humillante; si ha sido avaro y egoísta y ha hecho mal uso de su fortuna, podrá carecer de lo necesario; si ha sido mal hijo, los suyos le harán sufrir. Así es como se explican, por la pluralidad de existencias y por el destino de la tierra como mundo expiatorio, las anomalías que presenta la repartición de la felicidad y la desgracia entre los buenos y malos en la tierra; esta anomalia sólo existe en apariencia, porque se toma su punto de vista desde la vida presente; pero si uno se eleva con el pensamiento de modo que pueda abrazar una serie de existencias, verá que a cada uno se le ha dado la parte que merece, sin perjuicio de la que se le señala en el mundo de los espíritus, y que la justicia de Dios jamás se interrumpe.

El hombre nunca debe perder de vista que se halla en un mundo inferior, donde sólo permanece por sus imperfecciones. A cada vicisitud debe decirse que si perteneciera a un mundo más adelantado, no le sucedería esto, y que de él depende el no volver aquí trabajando para su mejoramiento.

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.

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