INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Características esenciales de las revelaciones
2.- Trilogía de la personalidad
3.- Homeostasis universal y ciudadanía
4.- Elección de las pruebas
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CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DE LAS REVELACIONES
Cuando el hombre primitivo surgió en la Tierra, este mundo ya existía desde hacia millones de años, como uno de los planetas del sistema solar. Los conocimiento científicos no tienen medios seguros para determinar, con precisión, la época exacta en que la vida humana pasó a ser parte de este mundo. Hipótesis fueron formuladas, ahora por el creacionismo unido a creencias religiosas, ahora por el evolucionismo espontaneo resultado de las leyes de la Naturaleza, doctrina filosófica que sustenta la mutabilidad de las especies, como afirma el darwinismo . Lo que se sabe, con seguridad, es que los vegetales y los animales, inclusive especies ya desaparecidas, precedieron al hombre en la Tierra. Así, los orígenes del mundo, su naturaleza, finalidad y transformaciones son objeto de las tradiciones y de las creencias de las poblaciones y pueblos, antes y después de los periodos históricos y anteriores a las consideraciones científicas.
Las tradiciones más antiguas vienen de los pueblos orientales, especialmente de la India y de China, pero también de Mesopotamia y de Persia, de Egipto, de Grecia y del pueblo judío. En los escritos sagrados de esos pueblos hay revelaciones simbólicas sobre el origen del mundo y del hombre, que aún permanecen en los días actuales como creencias arraigadas. De todas esas antiguas ideas, sobre el problema de los orígenes, permanecerán concepciones opuestas: La primera, de naturaleza religiosa, que no admite contestaciones, se considera verdadera y definitiva; la segunda, que tiene carácter científico, basado en hipótesis aun no comprobadas por investigaciones que hayan llegado a conclusiones definitivas. Lo que ocurre al respecto de determinadas ideas es que la Humanidad, de forma general, aun no percibió su verdadera condición, constituida por individualidades espirituales atrasadas e imperfectas, que aun están lejos de conocer innumerables realidades del mundo en que vivieron y, con más razón, del Universo infinito y eterno creado por Dios.
El problema de los orígenes es una de las cuestiones, entre muchas otras, que los habitantes de este mundo, de “expiaciones y pruebas”, aun no tienen condiciones de resolver satisfactoriamente, por el conocimiento de los hechos. De ahí la formulación de hipótesis, de carácter religioso o científico, que no resisten el análisis profundo, basados en la razón esclarecida y en la comodidad con realidades ya comprobadas. El nihilismo, el materialismo de múltiples caras, la incredulidad sistematizada son consecuencias, en muchos casos, del inconformismo de millones de seres humanos con las explicaciones tradicionales de las creencias religiosas y también científicas, que no corresponden a las realidades y a la verdad. Son errores y engaños, nacidos de la ignorancia humana, sobre asuntos que están más allá de la capacidad de entendimiento de los habitantes de este planeta, a generar equívocos de perniciosas consecuencias para innumerables criaturas.
Entre tanto, si observamos, con el debido cuidado, los acontecimientos y las ideas surgidos en el curso de toda la historia humana, llegamos a la conclusión de que la Providencia Divina jamás dejo al hombre indefinidamente entregado a los propios errores y engaños, sin ninguna ayuda. Por el contrario, jamás faltó a las colectividades, naciones, o civilizaciones la asistencia superior, a través de enviados especiales del Gobernador espiritual de la Tierra, encargados de esclarecer y ayudar en las colectividades en que renacieron, o en que actuaron, no para desviarlas completamente de sus convicciones y formas de vivir, sino para ayudarlas para la mejor comprensión de la vida y en busca de aspectos de la verdad, siempre dentro de los limites y posibilidades de las criaturas y sin perjuicio del libre albedrío con que fueron creados todos los Espíritus. Por eso, las revelaciones superiores, que están presentes en todas las épocas de la historia humana, no abarcan toda la verdad, pero se ajustan a la inteligencia y a las capacidades de entendimiento de sus beneficiarios, ayudándolos para que no se aparten, cada vez más, de las realidades y del entendimiento de la vida.
Las revelaciones son, así, auxilios superiores a los que buscan evolucionar, seguir hacia adelante, pero que se encuentran en dificultades como resultado de las ideas, convencimientos y creencias que adoptaron, las cuales no se ajustan a la verdad y a la vida. De esta forma, al mismo tiempo que esclarecen mejor las conciencias, con nuevas percepciones, no fuerzan a determinados límites de seres incapaces de dar grandes saltos evolutivos. Jesús, el Maestro Incomparable, sabía y sabe de las dificultades con que se deparan los seres espirituales que están más atrás, para seguir adelante, de acuerdo con la divina ley del progreso. Por eso utilizó métodos indirectos para transmitir sus enseñanzas, sirviéndose muchas veces de figuraciones, símbolos y especialmente de ejemplos, en muchas de sus lecciones inolvidable.
Podemos, así, mejor entender la advertencia del Maestro, cuando afirmó no haber venido al mundo para “destruir la ley, sino para darle cumplimiento”, añadiendo, en otra oportunidad, esa síntesis maravillosa de su misión excepcional: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. La revelación que vino a través de Moisés no es definitiva, ni representa toda la verdad. Atendió a una fase evolutiva de un pueblo que tuvo el mérito de mostrar a la Humanidad la existencia de un Dios único, contraponiéndose a la creencia, generalizada y equivocada, en muchos dioses, que prevaleció por muchos milenios. Jesús, entre tanto, después de la Revelación Mosaica, reafirma la verdad de la existencia de un solo Dios, el Creador de todo el Universo, pero rectifica el entendimiento y las interpretaciones que las sucesivas generaciones judaicas, que dieron a otros enseñanzas recibidas de lo Alto. El Maestro Incomparable dejo claro que sus lecciones y ejemplos no abarcaban toda la Verdad, toda vez que los hombres no habían alcanzado aún la plena capacidad de entendimiento de todas las realidades, especialmente en lo referente a la vida en otros planos espirituales, prometiendo, por eso, pedir al Padre el envío de otro Consolador, para permanecer en el mundo para siempre.
El cumplió su promesa, en la época y en la hora apropiadas, enviando la Doctrina Consoladora para quedar con la Humanidad y prepararle una nueva era de entendimiento y de progreso espiritual. Todos los fenómenos preparatorios ocurridos a partir de la primera mitad del siglo XIX, en los Estados Unidos (Hydesville) y en Europa (mesas giratorias), seguida de las observaciones cuidadosas y seguras del misionario Allan Kardec, fueron acontecimientos destinados a traer a los hombres una Tercera Revelación, que complementa las anteriores. Los libros básicos de la Doctrina, escritos por el Codificador, bajo la orientación de los Espíritus superiores, al frente el Espíritu de Verdad, obras que posteriormente se desdoblaron en millares de otras, de autoría de diversas entidades espirituales y de los propios hombres, expresan, amplían y expanden la última Revelación, como previo al Espíritu de Verdad: Las grandes voces del Cielo resuenan como sonidos de trompetas, y los cánticos de los ángeles se unen. Nosotros os convidamos, a vosotros hombres, para el divino concierto. (…) (“Prefacio” de El Evangelio según el Espiritismo, Ed. FEB)
La nueva Revelación se destina especialmente a rectificar entendimientos distorsionados de las anteriores, recordando las enseñanzas del Cristo, traer conocimientos nuevos a los que aspiran progresar siempre, y descubrir la existencia de esferas o mundos espirituales, que están en continuos relacionamientos con el nuestro, habitados por seres espirituales de diferentes condiciones morales e intelectuales. Al rectificar las ideas nihilistas, materialistas y los desvíos espiritualistas, como la absorción del Espíritu en el todo universal, con el fin de su individualidad, el Consolador ya está preparando una Nueva Era, para la regeneración del mundo actual. El reconocimiento de esas regiones espirituales, que acogen toda la población de los que denominamos muertos, demuestra que, en la realidad, no existe la muerte del ser eterno, el Espíritu, sino solamente la desagregación de la parte material, el cuerpo físico, de que se utiliza el ser inmortal en sucesivas reencarnaciones.
Todas esas nociones, de gran interés para los habitantes como la Tierra, no son aceptadas por la gran parte de su población, hasta incluso por los científicos. Poco a poco, entre tanto, todos aquellos que buscan, sinceramente, la realidad, van convenciéndose de la verdad demostrada por los hechos, por las manifestaciones de los propios Espíritus y por el conocimiento de las leyes eternas, justas y perfectas del Creador, la causa primaria de todas las cosas. El Espiritismo, como una Nueva Revelación, tiene carácter científico, al tratar del espíritu como el otro elemento del Universo, al lado de la materia. En ese caso, sin duda, está contribuyendo para que la verdadera Ciencia no se omita al negar la existencia de la parte inmaterial del Universo. Comprendió Allan Kardec el posicionamiento materialista de las ciencias, al explicar que la pesquisa de las leyes naturales, en un mundo material, como el nuestro, solo podría iniciarse en el plano físico, ya que la realidad de la materia es la que impresiona, en primer lugar, nuestros sentidos físicos. Solamente con la ampliación de las percepciones, para más allá del plano material, se inician en las investigaciones de la realidad espiritual. Fue lo que ocurrió. Por eso el plano espiritual inicio la Nueva Revelación con la fenomenología espirita, llamando la atención para lo desconocido.
Cuanto a la tendencia de las ciencias y de los científicos para el materialismo, su modificación es una cuestión de tiempo. Siendo la Ciencia el conocimiento de la realidad de las cosas, la verdad en todos los sentidos, es evidente que la realidad de la vida espiritual presentada por el Espiritismo no puede quedar ignorada, indefinidamente, por los que la niegan. Si la totalidad de los cultivadores de las diversas ciencias no acepto la Doctrina Espirita en sus comienzos, en la actualidad la situación cambio mucho, aunque no totalmente. El buen sentido nos muestra que los científicos, por coherencia con sus conocimientos correctos, no podrán negar la realidad de los hechos y de las leyes que los rigen.
El hombre nunca estuvo solo en ninguna época de la Humanidad.
Juvanir Borges de Souza
Revista “Reformador” Enero 2008
Traducido por Jacob
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TRILOGÍA DE LA PERSONALIDAD
HOMEOSTASIS UNIVERSAL
Y CIUDADANÍA
( Comunicado)
Somos un microcosmos insertado en un macrocosmos, donde todo lo que pensamos, vivimos y hacemos, se refleja en el todo.
Este es el pensamiento sistémico, oolítico, síntesis presentada por todas las distintas filosofías de la antigüedad, notablemente por la palabra de Hermes Trismegisto y confirmada por la codificación de la doctrina espirita, hecha por Kardec.
Las estrellas se mueven por el Universo y la humanidad camina en su rastro.
Nuestra vivencia individual se retrata en la sociedad en que vivimos. Ver la sociedad como un todo, como un inmenso organismo, con sus metas y reglas de funcionamiento, ayuda a entender el organismo social y lo que falta para su correcto funcionamiento.
Para el celebre filósofo, matemático y científico francés Rene Descartes, el universo material era una máquina, nada más que una máquina, que podría ser estudiada, dividiendo sus partes.
Decía él, que cuando tengamos un fenómeno o un problema complejo, separémoslo, reduciéndolo a un número pequeño de partes simples y será fácilmente comprensible.
Estudiemos los mecanismos a través de los cuales interactúan y al volver a juntar de nuevo las piezas, lo comprenderemos todo.
Por él, la naturaleza funcionaba de acuerdo con leyes mecánicas, y todo en el mundo material podría ser explicado en función de la organización y del movimiento de sus partes.
Animales, plantas y seres humanos son considerados simples máquinas.
La evolución del pensamiento reduccionista, terminó en el punto donde llegamos a la intimidad de la materia, en el átomo; y a partir de ahí, las partes separadas existen, si tomamos conciencia de que para ella existir, es necesario la acción del pensamiento
Todo esta interrelacionado en un océano de ondas y vibraciones, que dan forma a aquello que nuestra limitada percepción entiende como materia.
Esta visión nos permite entender con mas profundidad, nuestros problemas personales y sociales, una vez después de reducir el análisis de la realidad inmediata, miramos la realidad de forma atemporal, buscando el origen, efecto y consecuencia de los hechos.
El todo, reflexiona en el individuo que lo forma.
Si el todo presenta deficiencias es porque ellas existen dentro de las partes que lo forman. En ese contexto, veremos que si los problemas se repiten, es porque estamos buscando sus causas en local equivocado.
La sociedad es formada por seres humanos y si presenta deformidades como el hambre y la miseria, la desesperación y los crimines, es porque la causa no está más allá de los hechos exteriores, pero si dentro de los individuos que la componen.
La enfermedad social se perpetúa en la necesidad de manutención del organismo social, se mantiene por la sumatoria de desequilibrios por parte de los individuos que la componen.
Cibernética es el nombre de la ciencia que estudia justamente la estructura y perpetuidad de los sistemas, sea lo mecánico o fisiológico, y dice que la capacidad del organismo de sobrevivir, esta directamente ligada a su capacidad para adaptarse a las circunstancias del medio.
Dentro de esta óptica el sistema social, el organismo vivo de que se compone nuestra sociedad, posee parámetros de valoración para diagnosticar sus errores y aciertos, y así adaptarse a la exigencia del medio y del propio progreso de sus miembros.
Nuestra sociedad tiene instrumentos de regulación, que mantiene el orden publico (el bueno funcionamiento del organismo social) y promueve la estabilidad, sin embargo, ese termino “mantener el orden” no significa objetivar sus actos en impedir una reorganización del sistema, para sobrevivir a las mudanzas constantes del medio.
Es justamente en ese punto, donde el organismo social se muestra enfermo. Cuando los organismos de regulación de la sociedad, diagnostican un síntoma e impiden que ocurra esta reorganización del sistema, coloca en riesgo su sobre vivencia.
Fue así en la sociedad humana desde sus comienzos. Herodes mandó a matar a todos los niños, pues en su papel de regulador de la sociedad, la presencia de un Mesías, de un ser humano que pudiera cambiar la “estabilidad social” vigente, era según su punto de vista, un peligro para el organismo social.
Posteriormente Jesús, fue condenado a la cruz por decir que todos los hombres eran iguales delante de Dios, una herejía mortal en su tiempo que consideraba el mayor pecado intentar “subvertir” la orden.
Pasó lo mismo con todos aquellos que traían una idea nueva, una nueva manera de evolucionar el organismo social. En nombre del orden y una presunta paz, muchos mártires dieron su vida.
Pero, ¿el orden humano, es el mismo que el ordenamiento universal? No, pues en el universo, la ley suprema que rige e, se llama evolución. Del átomo al ángel, todo evoluciona, nada permanece parado.
En forma de espiral camina el átomo en su intimidad y también las galaxias que nos acompañan, pero el hombre en su egoísmo, enferma el organismo social, por mantenerse reacio a todo lo que significa cambio.
El miedo a los cambios, nos lleva a tapar la realidad de acuerdo con nuestro interés personal, fruto del egoísmo.
El individuo que despierta para su realidad, como parte de un todo mucho mas grande, reconoce su debilidad y dirige su atención para lo que necesita ser cambiado o perfeccionado.
Nuestro cambio personal reflexiona en todo el medio social.
Si la realidad nos trae delante una injusticia, es que nuestra sociedad esta enferma, pero si nuestra actitud es de apatía e indiferencia, quien esta enfermo de verdad, somos nosotros mismos.
Conforme evolucionamos, nuestra capacidad de influenciar dentro del medio se amplia, porque el individuo equilibrado, funciona como agente de integración entre las partes del organismo social. Esta unión fraternal entre los individuos que componen el organismo social, favorece la comunicación y el mejor conocimiento de la sociedad que componemos y el poder que tenemos de administrarla correctamente, interactuando con los centros de decisión.
Administrar correctamente un medio social, significa equidad entre sus miembros, en sus padrones de saneamiento, alimentación, educación y todos sus desdoblamientos.
El verdadero progreso de un pueblo, de una nación se nota necesariamente en sus avances morales e intelectuales y cuando no se verifica, presenta anomalías en el seno de las colectividades, en forma de convulsiones de toda especie.
Entre la opulencia y la miseria, los conflictos se encienden.
Si las diferencias son muy evidentes, es que la enfermedad del organismo social, empeora.
Y realmente nuestro mundo esta enfermo. Los recursos naturales se agotan, el envenenamiento del medio ambiente se hace con total inconsecuencia y la masa de miserables aumenta a la sombra de una economía fundamentada en el lucro inmediato y el consumismo irresponsable y suicida.
Somos parte del todo y podremos decidir entre enfermar con él, o restaurar su salud, a partir de nosotros mismos.
Sabiendo de nuestro potencial dentro de la sociedad, pocos se apuntan en los grupos de trabajo voluntario, o se alejan apuntando discrepancias irreconciliables, relegando para un segundo plano el “animus” de la obra.
Ora y vigila, dice el amoroso Maestro en su pasaje por esta tierra.
El primer concepto que se aprende en cuanto a nuestra capacidad de transformación, es que el somos partes de un mayor que el todo. El individuo que se salva, si se salva el todo.
Todo grupo movilizado en la búsqueda de conocimiento es fuente de luz y sabiduría para toda comunidad, visible e invisible, que se alimentase y expandiese para límites más allá de nuestra capacidad de observación. Nuestro mundo puede y debe ser mejor y si juntos podemos visualizar este nuevo mundo, él ya empieza a existir de verdad.
Los científicos ya constataran que el buen pensamiento, el positivo, es infinitamente más fuerte que el pensamiento enfermizo, el negativo.
Si el mal, fuera igual al bien, la carga de violencia que recibiríamos todos los días por medios de comunicación, ya tendrían condenado a nuestra sociedad a la barbarie y al caos.
En verdad, bien y mal, son arquetipos. Y la realidad es que son manifestaciones entre la ignorancia y la consciencia, fruto de la evolución.
La luz ya invade a todos los rincones de nuestro mundo y poco a poco la humanidad ya se siente reflejada en una gran familia, la que habita esta misma casa.
Visualicemos ciudades con el cielo azul, con ríos limpios, visualicemos desiertos cambiados en jardines y el hambre e la miseria, erradicadas de nuestra realidad. Integrémonos a la luz, ofertando nuestro mejor pensamiento y nuestra mejor actitud en todo que estamos haciendo y estaremos participando efectivamente en la creación de ese nuevo ambiente, de ese nuevo sistema, que se auto perpetuara en el respecto a la consciencia, en la igualdad de oportunidades y en la satisfacción profunda y sincera, fruto del deber cumplido en relación, a nosotros mismos, al próximo en la figura del familiar y mas ampliamente en la comunidad a la que pertenecemos y al Universo, ese organismo supremo, lleno de vida, obra de Nuestro Padre
Hermanos Incondicionales
(recibido por Cássio)
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