¿
Cómo contacta el espíritu comunicante con el médium?
El Espíritu comunicante siempre lo hace a través del
Espíritu del médium a quién influencia según la afinidad con el
grado de sintonía espiritual del médium. El Ser comunicante
transmite ideas a las que el médium da forma mediante el léxico de
lenguaje que tiene archivado en su cerebro.
La relación entre el plano espiritual y el nuestro
viene determinada fundamentalmente por una cuestión de sintonía
vibratoria entre los Periespíritus de los Seres del plano
espiritual y el del médium . Allan Kardec
señala en El Libro de los Espíritus,
que la comunicación se establece por el contacto de los fluidos de
los periespíritus respectivos, los del médium y los del Ser
comunicador que transmite el pensamiento de modo análogo a como se
transmite el fluido eléctrico.
Como ya se ha dicho anteriormente, para actuar sobre la
materia , el Espíritu tiene necesidad del Periespíritu,
y del agente intermedio que es una energía psíquica conocida como
Fluido Universal ,
que actúa como transmisor de energía
psíquica obrando a modo semejante a como transmite el sonido el
aire que nos rodea.
Para llevar a cabo este contacto, los Entes
espirituales superiores que tratan de manifestarse , relentizan su
nivel vibratorio, generalmente más elevado que el de los Seres
encarnados, mientras que el médium a su vez se debe esforzar por
elevar el suyo mediante la oración y la meditación , elevando su
mente hacia lo Alto, hasta conseguir acoplar ambas sintonías.
De otra parte, cuando deba ayudar a Seres
espirituales de baja vibración, en estado lamentable, angustioso
etc, lo hará siempre con el extremo cuidado de no permitir en sí
mismo las influencias de sus vibraciones que llevan a esos estados
negativos.
- Jose Luis Martín-
*********************************
“Si
los espíritus se comunican es porque Dios lo permite”
- El Libro de los Médiums-
*****************************
Cosme Mariño |
Una Nueva Orientación de mi Espíritu
Voy a ocuparme en este capítulo de mi conversión al espiritismo, mis experiencias personales y muchos detalles que, aparentemente sin importancia, han ido sin embargo fortaleciendo mis convicciones, victoriosas ya después de 40 años, de las vacilaciones e incertidumbres que naturalmente embargaron mi espíritu, al sufrir el choque rudo e inesperado de la luz deslumbradora, cuando vivía sumido en las tinieblas de la ignorancia y del error en que hoy viven la mayoría de los hombres que no aciertan a comprender esta hermosa verdad que los envuelve y los compenetra son tener conciencia de ella, nada más porque la incredulidad e ignorancia sobre la naturaleza del alma inmortal, no halla eco en sus corazones, que sólo tienen fe en la vida presente y limitan sus aspiraciones a todo cuanto es banal y transitorio.
Desearía que mis estudios y experiencias sobre esta gran verdad del espiritismo y la evolución progresiva que he impreso a mis ideas y sentimientos, pudiera servir de punto de partida a todos cuantos lean estas memorias, para que, como yo también, iniciaran una era personal, que llevara la paz a sus conciencias torturadas por la duda y les sirviera de palanca en la que se apoyaran para dar un poderoso vuelo hacia la espiritualidad que es la base de la ciencia, la filosofía y la religión del provenir.
Los estudios que hemos hecho los espiritualistas al abandonar el antiguo y gastado método de la fe ciega, para sustituirlo por la fe razonada y el método experimental, han tenido la virtud de desvanecer muchísimos errores en los que habíamos sinceramente creído y que en otro tiempo nos sirvieron de norte y guía de nuestra marcha incierta y formaron las costumbres y creencias que sustentábamos.
La adquisición más fundamental que hemos hecho, ha sido la convicción de que el objeto de la vida, tal como hasta ahora se lo ha considerado, es a todas luces falso; que las orientaciones, creencias y métodos empleados para cumplirlas debidamente, lo único que ha logrado es mantener nuestra ignorancia y hacernos desgraciados, a tal punto que, ha habido un momento, momento que desgraciadamente se ha hecho carne en algunos hombres pensadores, en que se ha llegado a creer que este mundo está mal hecho; que sus instituciones, sus anhelos, sus creencias, constituyen un absurdo; supuesto que todo es mentira, injusticia y egoísmo.
Los pesimistas, siguiendo a Schopenhauer, abundan en todas partes; es notorio que este pesimismo desolador, mata todos los entusiasmos, todos los anhelos generosos y coloca a muchos un arma en sus manos para librarse de una existencia tan inexplicable como absurda e injusta, y a otros más tímidos, los desorienta e inutiliza para el cumplimiento de los más fáciles deberes.
Y todo esto proviene del desconocimiento casi absoluto de las muchedumbres, del verdadero objeto y fin que el Hacedor se propone al concedernos estas existencias terrenales.
Estudiando el espiritismo, creo haber encontrado la clave, resolviendo estos tres graves problemas: Qué es lo que somos? De dónde venimos?
Hacia dónde vamos?....
Resueltos estos tres grandes problemas, con el criterio filosófico y científico del espiritismo, se pisa ya el terreno que tiene fatalmente que conducirnos a un rápido perfeccionamiento de nuestro sentido moral e intelectual, y desarrollados estos sentidos, quedan despejadas las incógnitas más aterradoras y mortificantes que limitan las percepciones espirituales del hombre; las dudas se sustituyen por una realidad que, si bien es relativa, basta para iniciar una segura orientación; el pasado, el presente y el porvenir forman los eslabones que unen nuestra actuación anterior con la presente y la que naturalmente vendrá dado el supuesto de que somos inmortales y las existencias terrestres representan etapas.
Misiones con sus correspondientes intermitencias y descanso y estudio para volver a seguir la marcha interrumpida, con mayores seguridades y mejores probabilidades de éxito,porque la experiencia que vamos adquiriendo en cada existencia interrumpida por la muerte, no se pierde jamás, y por lo tanto, cuando llegamos al ocaso de la vida, avasallados por los errores cometidos, por las debilidades del carácter que tanto nos han hecho sufrir,no podemos exclamar como ahora algunos que dicen: "¿ de qué nos sirve la experiencia adquirida si no podemos empezar de nuevo otra existencia?".
Este raciocinio es uno de los tantos errores corrientes, originados en el falso concepto que se tiene de nuestra actuación en el mundo, del verdadero objeto y fin de nuestras existencias terrenales.
No, la experiencia adquirida en una existencia, no se pierde jamás, porque esta existencia será repetida tantas veces cuantas sean necesarias para el progreso del ser, para adquirir la sabiduría, y por lo mismo, desterrar del espíritu la ignorancia y la mentira; los errores y debilidades morales cometidos en una existencia, no tienen una sanción irrevocable, porque las existencias terrestres sirven como depurativo de las almas, y si hoy cometieron faltas y crímenes provenientes de las propias imperfecciones, el arrepentimiento y el dolor que experimentan al traspasar el umbral que separa este plano del más allá del sepulcro, los aleccionan para el porvenir, de manera que cuando vuelvan de nuevo a la vida material con sedimentos de progreso, ya sabrán esquivar los malos pasos, y no incurrirán en las anteriores faltas, porque el arrepentimiento y el dolor sufrido al reconocerse culpables en el mundo, los preservarán de caer de nuevo.
No recordarán ciertamente las causas y los detalles de esas faltas pero sí, una poderosa intuición, un profundo sentimiento de virtuosidad se opondrá a las tentaciones y a las solicitaciones del mal para no caer otra vez de nuevo.
Y así, pues, véase cuan grande, razonada y hermosa es esta doctrina del espiritismo, cuando viene a revelar al mundo material la razón justa de nuestra existencia terrestre, el origen y el fin de su destino inmortal, y a explicar todas las anomalías y aparentes injusticias que han conducido al hombre a negar que la creación es la obra ordenada, justa, sabia, de una inteligencia suprema y a exclamar con Schopenhauer y su escuela: el mundo y todo cuanto en él existe es absurdo y la vida no vale la pena de ser vivida.
Las consideraciones que acabo de exponer no nacieron de golpe en mi espíritu, al abrazar el espiritismo. A medida que me he ido compenetrando de su realidad y el estudio y la observación me han permitido ir descubriendo los velos de la esfinge que ocultan la sabiduría bajo su mutismo desalentador, estas consideraciones me han asaltado como la consecuencia natural de la luz espiritual, con cuya ayuda he llegado a comprender la grandeza de la creación, sus leyes justas y admirables y el destino de los seres nacidos del amor divino para la realización de ese mismo amor, única ruta que conduce a la felicidad y la perfección.
Pero pondré punto final a estas consideraciones generales para ocuparme de mi conversión al espiritismo.
Cosme Mariño.- “Memorias de un hombre mediocre”
********************
VISIÓN CORRECTA DEL ESPIRITISMO
Es innegable que el Espiritismo, esencialmente, como hecho natural, como ley de vida, es de todos los tiempos, se encuentra aunque de un modo difuso o velado en el aliciente de todas las creencias inmortales, razón por lo que debe ser concebido no como una secta particular y si como elementos capaz de fortalecer las diversas religiones y abrir camino para que ellas se encuentren con las variadas ciencias, llevando al hombre a cumplir de manera integral su destino en este mundo, a través del desenvolvimiento tanto de las potencialidades sentimentales como intelectivas. Siendo así, nada impide que un católico, un teósofo, un amante de la Umbanda o del esoterismo sea también espirita, cara al carácter universalista, cósmico, del Espiritismo, y quien quisiera defender esta posición ciertamente descubrirá algunas frases de Allan Kardec para apoyarse. Con todo, solamente será espirita en parte, y no de un modo completo, pues es igualmente indiscutible que la verdadera Doctrina Espirita está en la enseñanza que los Espíritus dieron (“El Libro de los Espíritus”, introducción, ítem XVIII), y tal enseñanza es suficientemente clara cuando establece los fundamentos de una filosofía racional (ídem, Prolegómenos) que incompatibiliza la teoría y práctica del Espiritismo con todo aquello que tiene sabor a místico y es destituido de contenido lógico. De ahí porque nadie puede ser fiel a la causa espirita si dejará de actuar con buen sentido.
No basta obtener la tarjeta en el Club de la Pureza Doctrinaria para servir con eficiencia en el espiritismo. Lo importante es tener una visión correcta y el buen sentido indica que, para eso, el primer cuidado es no ser radicales. En la historia de todos los movimientos que han surgido para alargar los horizontes mentales del ser humano siempre fueron las concepciones extremistas las que estragaron todas… Son ellas las fuentes generadoras de la ortodoxia y toda ortodoxia es fechadura dogmatica atrancando las ventanas del libre análisis, sin el cual se torna imposible el progreso. Acontece que tanto hay una ortodoxia excesivamente conservadora, dedicada para sustentar el tradicionalismo, como hay una ortodoxia exageradamente renovadora, que nada respeta, ni aun mismo los valores fundamentales e imprescindibles para la identidad de un pensamiento filosófico. La primera produce la inmovilidad por la fe ciega y la segunda va tan lejos que destruye cualquier fe, aunque nazca del conocimiento bien construido. Es lamentable, más aun no aprendimos una gran lección de la Antigüedad clásica: la Virtud esta en el medio…
Con el debido aprecio a los que luchan por fijar el espiritismo únicamente en el plano científico o exclusivamente en la esfera religiosa, y aun con la justa consideración a aquellos que desean conservarlo en su rasgo primitivo o modernizarlo por completo, osamos afirmar que la providencia básica para tener una óptica sino perfecta, por lo menos razonable, del Espiritismo, consiste en abandonar la presunción de sabiduría infusa y estudiar con inteligente humildad la obra de Kardec, donde son límpidamente expuestos los principios incuestionables de nuestra Doctrina y los puntos sobre los cuales ella misma recomienda reflexión, pesquisa y debate para la madurez de las ideas.
Lo malo es que, en vez de examinar sin premeditación los libros del maestro lionés, recurrimos a ellos con el deliberado ánimo de captar escasos argumentos alimentadores de nuestras tendencias ideológicas, sin admitir que, como las demás personas, estamos sujetos a limitaciones perceptivas. Ora, como todos nos situamos en grados de evolución diferenciados, cada uno ve el Espiritismo de una forma distinta, resultando de ahí las insanas divergencias de opinión. Si sabemos administrarlas, cultivándolas con equilibrio y moderación, todavía podremos convivir en régimen de trabajo solidaridad y tolerancia, en consonancia a la divisa, o lema, de la Codificación. Si caemos en el radicalismo, terminamos siendo nocivos y no útiles al ideal común. Es lo que parece, salvo mejor juicio…
Es innegable que el Espiritismo, esencialmente, como hecho natural, como ley de vida, es de todos los tiempos, se encuentra aunque de un modo difuso o velado en el aliciente de todas las creencias inmortales, razón por lo que debe ser concebido no como una secta particular y si como elementos capaz de fortalecer las diversas religiones y abrir camino para que ellas se encuentren con las variadas ciencias, llevando al hombre a cumplir de manera integral su destino en este mundo, a través del desenvolvimiento tanto de las potencialidades sentimentales como intelectivas. Siendo así, nada impide que un católico, un teósofo, un amante de la Umbanda o del esoterismo sea también espirita, cara al carácter universalista, cósmico, del Espiritismo, y quien quisiera defender esta posición ciertamente descubrirá algunas frases de Allan Kardec para apoyarse. Con todo, solamente será espirita en parte, y no de un modo completo, pues es igualmente indiscutible que la verdadera Doctrina Espirita está en la enseñanza que los Espíritus dieron (“El Libro de los Espíritus”, introducción, ítem XVIII), y tal enseñanza es suficientemente clara cuando establece los fundamentos de una filosofía racional (ídem, Prolegómenos) que incompatibiliza la teoría y práctica del Espiritismo con todo aquello que tiene sabor a místico y es destituido de contenido lógico. De ahí porque nadie puede ser fiel a la causa espirita si dejará de actuar con buen sentido.
No basta obtener la tarjeta en el Club de la Pureza Doctrinaria para servir con eficiencia en el espiritismo. Lo importante es tener una visión correcta y el buen sentido indica que, para eso, el primer cuidado es no ser radicales. En la historia de todos los movimientos que han surgido para alargar los horizontes mentales del ser humano siempre fueron las concepciones extremistas las que estragaron todas… Son ellas las fuentes generadoras de la ortodoxia y toda ortodoxia es fechadura dogmatica atrancando las ventanas del libre análisis, sin el cual se torna imposible el progreso. Acontece que tanto hay una ortodoxia excesivamente conservadora, dedicada para sustentar el tradicionalismo, como hay una ortodoxia exageradamente renovadora, que nada respeta, ni aun mismo los valores fundamentales e imprescindibles para la identidad de un pensamiento filosófico. La primera produce la inmovilidad por la fe ciega y la segunda va tan lejos que destruye cualquier fe, aunque nazca del conocimiento bien construido. Es lamentable, más aun no aprendimos una gran lección de la Antigüedad clásica: la Virtud esta en el medio…
Con el debido aprecio a los que luchan por fijar el espiritismo únicamente en el plano científico o exclusivamente en la esfera religiosa, y aun con la justa consideración a aquellos que desean conservarlo en su rasgo primitivo o modernizarlo por completo, osamos afirmar que la providencia básica para tener una óptica sino perfecta, por lo menos razonable, del Espiritismo, consiste en abandonar la presunción de sabiduría infusa y estudiar con inteligente humildad la obra de Kardec, donde son límpidamente expuestos los principios incuestionables de nuestra Doctrina y los puntos sobre los cuales ella misma recomienda reflexión, pesquisa y debate para la madurez de las ideas.
Lo malo es que, en vez de examinar sin premeditación los libros del maestro lionés, recurrimos a ellos con el deliberado ánimo de captar escasos argumentos alimentadores de nuestras tendencias ideológicas, sin admitir que, como las demás personas, estamos sujetos a limitaciones perceptivas. Ora, como todos nos situamos en grados de evolución diferenciados, cada uno ve el Espiritismo de una forma distinta, resultando de ahí las insanas divergencias de opinión. Si sabemos administrarlas, cultivándolas con equilibrio y moderación, todavía podremos convivir en régimen de trabajo solidaridad y tolerancia, en consonancia a la divisa, o lema, de la Codificación. Si caemos en el radicalismo, terminamos siendo nocivos y no útiles al ideal común. Es lo que parece, salvo mejor juicio…
Por Nazareno Tourinho
Fuente: Reformador nº 2000 de Noviembre de 1995
Fuente: Reformador nº 2000 de Noviembre de 1995
********************
LEY DEL TRABAJO
El hombre que posee bienes suficientes para asegurar su subsistencia está libre de la ley del trabajo ?
- Del trabajo material, tal vez; pero no de la obligación de volverse útil conforme a los medios de que disponga, ni de perfeccionar su inteligencia o la de los demás, lo que también es trabajo.Aquel a quien Dios facultó la posesión de bienes suficientes que le garanticen la existencia, no está obligado a alimentarse con el sudor de su rostro, pero mayor le es la obligación de ser útil a sus semejantes, en cuanto que más ocasiones de practicar el bien le proporciona la situación que le fué dada.
(El Libro de los Espíritos- Leyes Morales - Allan Kardec)
No hay comentarios:
Publicar un comentario