FALSOS
PROFETAS
Los
profetas tuvieron la ciencia anticipada del porvenir, sea por la
intuición, sea por la revelación providencial, para dar advertencia
a los hombres, habiéndose realizado esos acontecimientos, el don de
pronosticar el porvenir ha sido mirado como unos de los atributos de
la cualidad del profeta.
Todo
enviado de Dios con la misión de instruir a los hombres y revelarles
las cosas ocultas y los misterios de la vida espiritual, son
llamados profetas. Un hombre, puede ser un profeta, sin hacer
predicciones, en los tiempos de Jesús, los judíos creían en las
predicciones, por eso cuando Jesús fue conducido ante el gran
sacerdote Caifás, los Escribas y los Ancianos, cuando estaban
reunidos le escupieron el rostro, le dieron bofetones, puñetazos,
diciéndole: “Cristo profetízanos y di quien te ha pegado”
A
los ojos del vulgo ignorante, todo fenómeno cuya causa no se conoce
pasa por sobrenatural, maravilloso y milagroso; cuando es conocida la
causa, se reconoce que el fenómeno por extraordinario que parezca,
no es otra cosa que la aplicación de una ley de la naturaleza. A
medida que se estrecha los círculos de los hechos sobrenaturales,
se ensancha el de la ciencia.
El
hombre sintiéndose conocedor de ciertos conocimientos no le importa
explotarlos, para provecho de su ambición, de su interés y de su
dominación, esto ha sucedido siempre, y ha sido la causa por la que
ha intentado adquirir prestigio, como si poseyera un poder
sobrehumano, o una pretendida misión divina. Estos son los falsos
Cristos y falsos profetas, pero como en los tiempos actuales, el
hombre está más instruido, su número disminuye a la medida de que
el hombre se ilustra, y adquiere el conocimiento real de las cosas.
Muchas
cosas parecen prodigiosas, para gentes que son ignorantes, pero esto
no quiere decir que el que las conoce y se sirve de ellas traiga una
misión divina, ya que seguramente son el resultado de conocimientos
que ha podido adquirir, facultades orgánicas especiales que el más
digno puede poseer. El verdadero profeta se reconoce por caracteres
formales y exclusivamente morales.
Los
falsos profetas se caracterizan por el verbalismo exagerado, cuando
utilizan los instrumentos mediúmnicos. Comentan en arrobos dorados,
prolijos, los temas más variados, no obstante sin llegar a ninguna
conclusión.
Cultivadores de su propia vanidad, se complacen en estimular el
fanatismo exacerbado, utilizando la palabra con habilidad, a través
de cuyos recursos promueven los sentimientos infelices del orgullo
entre los que les escuchan, llenándolos con referencias pomposas
aunque vacías de significado.
Cuando
se les pide esclarecimiento o se permiten interrogatorios para buscar
informes con los que sea posible clasificar su evolución, se
rebelan feroces, manifestándose heridos en los valores que se
atribuyen, traicionando la inferioridad en la que se demoran.
Arrogantes,
estiman la ignorancia presuntuosa; dominadores y arbitrarios, se
jactan de ser guías y conductores con altas dosis de soberbia.
Otras
veces, se inclinan hacia el campo del profetismo sensacionalista,
dirigiéndose por el terreno de las fantasías, gozando de la
frivolidad o de la ingenuidad de la gran masa de criaturas humanas.
Tejen amplios comentarios sobre la vida en otros planetas,
discurriendo, superficiales, sobre temas controvertidos en los cuales
sean cuales sean las conclusiones de la honesta investigación del
futuro, disponen de válvulas para escapatorias vulgares.
Pseudo-sabios
conforme los denominó el Codificador del Espiritismo, cuando notan
sospechas en los que los escuchan, no se constriñen en utilizar
nombres que portaron, personalidades históricas, sabios santos, para
engañar mejor a los espíritus desatentos, que aunque encarnados, se
complacen en la ilusión, distantes de la responsabilidad personal e
intransferible de la tarea de renovación interior.
En
los últimos tiempos, muchos se han presentado por antiguos profetas,
por Cristo, y aun por Dios, por María la madre de Cristo esto se ha
dado también en otras épocas y San Juan previene contra ellos
cuando dice: “Estimados míos, no creáis a todo espíritu, más
probad si los espíritus son de Dios; porque muchos falsos profetas
se han levantando en el mundo.”
¡Son
falsos profetas de la Erraticidad!
La
desencarnación no los modifico´.
Amantes
de la ficción y socios de la mentira, cuando están en el cuerpo
somático, prosiguen con las intenciones que se permiten arrastrar,
sintonizando con otras mentes ociosas del plano físico, a los que se
vinculan, dando curso a los programas infelices en que se complacen.
Fáciles
de identificar, deben recibir instrucción evangélica, advertidos y
reprochados fraternalmente.
A
veces, embisten contra grupos respetables, poniendo a prueba la
excelencia moral de los componentes de la actividad espirita en su
comienzo. Sin embargo, precipitados, pronto demuestran los propósitos
que los inspiran.
Los
fenómenos espiritas, lejos de acreditar los falsos Cristos y los
falsos profetas, viene a darles el golpe de gracia. El Espiritismo no
produce milagros ni prodigios, el espiritismo viene a revelar las
leyes desconocidas, las que rigen las relaciones del mundo corporal y
del mundo espiritual y da explicación a cierto orden de fenómenos
incomprensibles hasta este día destruyendo lo que quedaba aun de
maravilloso.
La
ciencia espirita, averiguando la causa de ciertos fenómenos, levanta
el velo de muchos misterios, aquellos pues, que intentan explotar los
fenómenos en provecho suyo haciéndose pasar por mesías de Dios, no
podrán abusar mucho tiempo de la credulidad de quienes les creen
pues serán descubiertos.
El
Espiritismo nos advierte sobre una categoría mucho más perniciosa
que los falsos Cristos y falsos profetas, que se encuentran entre los
hombres, y estos son los que se encuentran entre los desencarnados,
espíritus embusteros, hipócritas, orgullosos y pretendidos sabios
que de la tierra han pasado a la erraticidad y toman nombres
venerados para procurar gracias a la máscara con que se cubren,
acreditar ideas a menudo muy extravagantes y absurdas.
Antes
de que la mediúmnidad fuese conocida, ejercían su acción de una
forma menos ostensible. El apóstol Juan previene contra los falsos
profetas, cuando dice: “No creáis a todo espíritu, más probad
si los Espíritus son de Dios; porque muchos falsos profetas se han
levantado en el mundo” El Espiritismo da los medios de probarles,
indicando los caracteres en que se reconocen los buenos espíritus,
caracteres “siempre mortales y jamás materiales” (1) Hay que
aplicar las palabras de Jesús, para el discernimiento de los buenos
o malos espíritus, de: “Se conoce la clase de árbol por sus
frutos; un buen árbol no puede producir malos frutos, y un mal árbol
no puede producir buenos”. Por la calidad de sus obras se juzga a
los espíritus, como un árbol por la calidad de sus frutos.
Se
deben examinar las obras, de los que dicen estar revestidos del poder
divino ver si están acompañados de todas las señales de semejante
misión, es decir, si poseen el más alto grado de virtudes
cristianas y eternas; la caridad, el amor, la indulgencia, la bondad
que concilia todos los corazones; si, en apoyo de las palabras, unen
los actos, entonces se podrá decir: verdaderamente son estos los
enviados de Dios.
Más
el Evangelio nos aconseja que desconfiemos de las palabras melifluas,
de los fariseos y de los escribas que ruegan en las plazas públicas
vestidos con largos ropajes, y nos dice ¡Desconfiad de aquellos que
pretenden tener el solo y el único monopolio de la verdad! Todo lo
que revele un átomo de orgullo, separadlo de vosotros como una lepra
contagiosa que corrompe todo lo que toca. Recordando que “cada
criatura lleva en su frente, sobretodo en sus actos, el sello de
grandeza o de su decadencia.
Hemos
de continuar y avanzar, sin cesar, nos aconseja los Espíritus,
siempre teniendo por divisa, nuestro progreso, el progreso continuo y
en todas las cosas, hasta que lleguemos en fin, a ese término feliz
en donde nos esperan todos aquellos que nos han procedido.
También
hay falsos profetas en el plano físico. Celosos, pasan como fiscales
de la labor ajena, preocupados por encontrar en todo y en todos
mistificaciones y mistificadores, con lo que traicionan el estado
intimo. Se juzgan encargados de guardar la Verdad y solamente ellos
la poseen en las más altas expresiones, descuidando, como es
natural, el comportamiento propio, revelando así, en las actitudes
apasionadas y en las posiciones irremovibles en que se fijan, la
condición de espíritus atormentados, compañeros atormentadores.
Confían
en las fuerzas que suponen poseer, jactanciosos olvidándose de que
la Viña pertenece al Señor, que elabora incesantemente.
Son
fariseos, cuya características es que son hombres presuntuosos,
dogmaticos, exclusivos, supuestos privilegiados de las Fuerzas
Divinas.
Se
créen los únicos herederos de la Bondad de Dios, creen no precisar
nada sino por el prisma del orgullo personal
Preocupados
en descubrir fallas y errores descuidan la actividad noble de enseñar
correctamente, relegando como deberían los irresponsables a la Ley
que de ellos se encargará, fiscalizándose con mayor serenidad, en
beneficio de la Causa o de las ideas que dicen defender.
Expresan
una clase especial de falsos profetas. Son los nuevos farsantes.
Traza programas caprichosos e intenta torcer las propias leyes
universales, sometiéndolas al punto de vista que esposó en su
escuela o en su argumento sectarita.
Jamás
comparece, ante la bendición del Señor, como alguien que se
convirtió en instrumento de sus amorosos designios, sino como
creyente orgulloso, lleno de propósitos individualistas,
declarándose detentor de consideraciones especiales.
Todo
aprendiz fiel necesita cautelarse contra el fermento de tales
enfermos de espíritu.
Toda
idea opera fomentaciones mentales.
Ciertamente
que el Maestro no determinó la muerte de los fariseos, más
recomendó cautela tratándose de la influencia de ellos.
Pero
la mentira, de cualquier procedencia, no resiste el tiempo, ni a la
meridiana luz de la autenticidad
Los
que mienten, encarnados o desencarnados, no desacreditan a la verdad:
se ilusionan, perturbándose, en consecuencia de las actitudes y
conceptos cultivados.
Por
eso debe es hombre, actuar correctamente, orando y vigilando para no
ser víctima de los espíritus atormentados y engañadores del Más
Allá. De la misma forma que no ha de hacerse acusador de nadie;
imponiéndose antes la tarea de actuar con rectitud, enseñar con
seguridad doctrinaria y servir siempre, pues el Señor hasta hoy
trabaja, sin la excesivas preocupación de eliminar del campo a los
malos trabajadores a los cuales El les concede la oportunidad y
oportunidades, por no desear que ninguna oveja, confiada a Su
persona por el Padre, se pierda sino antes, que sea salvada.
En
los momentos actuales de transición en que se ha de operar la gran
transformación de la humanidad, hay que tener muy en cuenta estas
recomendaciones y desconfiar de los falsos profetas, porque habrá
una multitud de ambiciosos e intrigantes que intentaran convertirse
en reformadores y en mesías. Hay que tener mucho cuidado con los
impostores y es deber de todo hombre honrado el descubrirlos.
Para
hacer avanzar a la humanidad moral e intelectualmente son necesarios
hombres superiores en inteligencia y en moralidad; Dios confía esa
misión a espíritus muy adelantados, que han hecho ya sus pruebas en
otras existencias, los que se encarnan con ese objeto son superiores
en el centro en el que han de obrar si no fuera así, su acción
seria nula.
El verdadero misionero de Dios debe justificar su misión por su
superioridad, por sus virtudes, por su grandeza, por el resultado y
la influencia moralizadora de sus obras.
Otra
peculiaridad es que la mayoría de los verdaderos misioneros de
Dios , lo ignoran; cumplen aquello para lo que han sido llamados por
la fuerza de su genio, secundados por el poder oculto que les
inspira, y les dirige sin saberlo, pero sin designios premeditado.
Los
verdaderos profetas se revelan por sus actos; es por ellos por los
que se les conoce; mientras que los falsos profetas se llaman a sí
mismos enviados de Dios; el primeo es humilde y modesto; el segundo
es orgulloso y lleno de sí mismo, habla con altanería, y como todos
los mentirosos, siempre teme no ser creído.
Muchas
gentes crédulas dan fe a semejantes torpezas, puesto que Jesús se
fue con su obra concluida, si El de nuevo viniese a la tierra es
seguro que lo haría con todo su poder y todas sus virtudes, ya que
si no lo hiciera así, sería admitir que habría degenerado; es lo
mismo que si le quitamos a Dios uno solo de sus atributos no sería
Dios. Si quitamos a Cristo una sola de sus virtudes no habría
Cristo.
Estos
falsos Cristos cuando son analizados se ve claramente que están
llenos de ambición y orgullo, al igual que se dicen otros profetas,
como Juan, San Pedro, ellos y sobre todo Jesús estaban llenos de
humildad y caridad. Estos suelen explotar la credulidad y viven a
expensas de aquellos que les escuchan.
Hay
que pasar por el tamiz de la razón y del buen sentido lo que dicen,
pues el que sean buenos no basta, sino que también sean
eminentemente lógicos y racionales, ya que suelen contradecirse
con las más vulgares nociones de la ciencia, demostrando las más de
las veces que son ignorantes y mentirosos.
Es
cierto que la verdad no es siempre apreciada por todas las gentes,
pero si por el buen sentido de las masas, y esto también es un
criterio.
Dios,
quiere que la verdad llegue para todos sus hijos, por eso no la
concreta a un círculo estrecho y limitado, la hace brotar de
diferentes puntos con el fin de que en todas partes la luz esté al
lado de las tinieblas.
Cuando
se presenten espíritus que desean ser exclusivos y siembran la
división y el aislamiento, tengamos en cuenta que casi siempre son
espíritus vanidosos y medianos , que procuran imponerse a los
hombres débiles y crédulos y lo hacen prodigándoles alabanzas
exageradas, con el fin de satisfacerles y ponerles bajo su dominio.
Hambrientos de poder estos espíritus por haber sido cuando estaban
encarnados déspotas públicos, o privados, quieren tener aún
victimas para tiranizar después su muerte. Pasemos un examen
meticuloso sobre las comunicaciones que tengan un carácter de
misticismo y extrañeza, o que prescriben ceremonias o actos
extravagantes; cuando sean así, siempre es motivo para que se
sospechen de ellas.
Cuando
una verdad deba darse a conocer, revelarse a la humanidad, se
comunica instantáneamente a todos los grupos formales que poseen
buenos médiums, y no a uno solo con exclusión de los demás.
Recordemos que el médium perfecto es aquel que es menos engañado
por los espíritus ignorantes. Y que nadie es médium perfecto si
está obsesado; y es obsesión el que un médium solo sea apto para
recibir las comunicaciones de un espíritu especial, por alto que
quiera ponerse el mismo.
Todo grupo espirita, todo médium que se crea privilegiado por las
comunicaciones que suelen recibir, y que sus prácticas rayen la
superstición, están indudablemente bajo el peso de la obsesión,
sobre todo cuando el espíritu dominador utiliza un nombre digno de
veneración.
Es
esencial que sometamos al crisol de la razón y del sentido común
todas las comunicaciones, y todos los datos de los espíritus que se
comunican y estemos seguros que nos será fácil rechazar lo absurdo
y el error, porque es posible que un médium, o un grupo pueda estar
fascinado, engañados, pero la comprobación severa de los otros
grupos, más la ciencia adquirida y la elevada autoridad moral de los
jefes de los grupos, más las comunicaciones de los médiums
principales, reciben un sello de lógica y de autenticidad de los
mejores médiums, ellos aran justicia a esos dictados mentirosos y
astutos, que dimanan de una turba de espíritus engañadores y malos.
Estos
espíritus intentan a toda costa tener razón aun en contra de todo
el mundo, su táctica es evitar la discusión y cuando se ven
combatidos victoriosamente por las armas irresistibles de la lógica,
rehúsan desdeñosamente responder y prescriben a sus médiums el que
se alejen de los centros en que no son acogidas sus ideas. Este
aislamiento es lo más fatal para los médiums; ya que sufren el
asedio de estos espíritus obsesados que los conducen como a ciegos,
y muy a menudo son llevados por caminos perniciosos.
Ante
todo lo que hemos expuesto, hemos de tener cuidado en no atribuir a
los falsos profetas el fracaso de nuestros emprendimientos morales.
Hemos
de recordar que somos tentados según la índole de nuestras
imperfecciones.
Todos
somos inducidos al error según las características de nuestra
propia necesidad.
Muchas
veces dominados por el orgullo creemos en los que incitan nuestra
vanidad y sedientos de poder asimilamos las sugerencias infaustas de
cuantos se proponen explotar nuestra insensatez y codicia.
Es
preciso, que recordemos, que dentro del traje físico, o despojados
de él, somos espíritus en tránsito, que tratamos de obtener en la
lucha y en la experiencia los factores de la evolución que
necesitamos, y si ya somos aprendices de Cristo, por eso mismo,
tenemos la obligación de recurrir a su ejemplo como la medida ideal
para nuestra conducta.
No
sirve que aleguemos confiar en la palabra de aquellos que alimentan
nuestra fantasía, con respecto a los ficticios valores de los que
tal vez somos depositarias, en la suposición de que vengan a
nosotros en la condición de desencarnadas, puesto que la muerte del
cuerpo, en el fondo, un simple cambio de vestimenta que en la mayoría
de las circunstancias no afecta nuestra formación espiritual.
“No
creas, por tanto, en todos los Espíritus” nos recomienda el
apóstol porque en esa actitud implicaría la creencia ciega en
nuestros `propios errores y la exaltación reiterada de nuestros
caprichos.
El
oído que escucha es hermano de la boca que habla.
Engaño
que admitimos es engaño del cual nos apropiamos.
Tendencia
que nos sugieren es tendencia que estimulamos.
Mentira
que aceptamos es mentira instalada en nosotros.
Crueldad
a la que damos cabida es crueldad que nos pertenece.
En
cierto modo somos también la fuerza con la cual nos sintonizamos.
Busquemos pues, al Maestro de los maestros como si fuera la luz de
nuestro camino. Si cortejáramos con sus Lecciones los avisos, las
novedades, los mensajes y las advertencias que recibimos, desde tal o
cual sector de información, aprenderemos sin sombras que la humildad
y el servicio son nuestros deberes de cada hora, para que la verdad
nos ilumine y el amor puro nos regenere, de forma que estemos
definitivamente preservados del asedio del mal.
No
olvidemos que el cuerpo doctrinario del Evangelio está constituido
de esperanza dulcificante y paz lenificadora no son Espíritus
Superiores aquellos que se atribuyen el derecho de inquietar a los
hombres con pronósticos tenebrosos en relación al futuro o con
fantasías exageradas sobre el progreso de la Tierra y la celeridad
con que tal se dará.
Seamos
cautelosos frente a las exageraciones de cualquier procedencia,
profundicemos y reflexionemos en las fulgurantes paginas del
Evangelio y de la Doctrina espirita, en los cuales obtendremos el
valor y recursos para el éxito sobre saber discernir entre lo que es
verdadero y lo que es falso.
La
Revelación en toda su elocuencia permanecerá como el bendito faro
para clarear rutas e iluminar conciencias en los rumbos de la
Verdadera Vida.
Trabajo
extraído del Evangelio Según el Espiritismo de Allan Kardec de
“Floraciones Evangélicas” de Divaldo Pereira Franco de “La
Religión de los Espíritus” de Francisco Cándido Xavier.
Realizado
por Mercedes Cruz Reyes
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"Reserva momentos para que se restablezcan tus recursos amentales.
Al igual que el cuerpo se desgasta, la mente se cansa y se desarmoniza.
El cambio de actividad, el esparcimiento, los juegos que distraen, los deportes y la meditación funcionan como recursos valiosos para el reajuste mental.
Dedica algún tiempo a tu renovación interior, examinando lo que haces y vuélvelo más agradable, propiciandote equilibrio y menos cansancio.
La mente es espejo que refleja el estado del espíritu, que merece cariño y desvelo, a fin de funcionar bien y con éxito."
(Vida Feliz -- Joanna de Angelis )
*******************
Encarnación de los espíritus
Al igual que el cuerpo se desgasta, la mente se cansa y se desarmoniza.
El cambio de actividad, el esparcimiento, los juegos que distraen, los deportes y la meditación funcionan como recursos valiosos para el reajuste mental.
Dedica algún tiempo a tu renovación interior, examinando lo que haces y vuélvelo más agradable, propiciandote equilibrio y menos cansancio.
La mente es espejo que refleja el estado del espíritu, que merece cariño y desvelo, a fin de funcionar bien y con éxito."
(Vida Feliz -- Joanna de Angelis )
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Encarnación de los espíritus
El Espiritismo nos enseña la manera en que se opera la unión entre el espíritu y el cuerpo en la encarnación. Por su esencia espiritual, el espíritu es un ser indefinido y abstracto que no puede ejercer unaacción directa sobre la materia. Necesitaba, pues, de un intermediario, y este intermediario es la envoltura fluídica que, en cierta forma, es parte integrante del espíritu y oficia de eslabón. Esta envoltura es semimaterial, porque debe a la materia su origen y a la espiritualidad su naturaleza etérea. Como toda materia, es extraída del fluido cósmico universal, sufriendo en esta circunstancia una modificación especial. Esta envoltura, llamada periespíritu, transforma al espíritu en un ser concreto, definible y comprensible para el pensamiento; lo faculta para actuar sobre la materia tangible, al igual que todos los fluidos imponderables, que son los motores más poderosos. El fluido periespiritual es el lazo que une al espíritu con la materia. Durante su unión con el cuerpo, oficia de vehículo del pensamiento, transmitiendo el movimiento a las diferentes partes del organismo que actúan bajo la influencia de la voluntad y haciendo repercutir en el espíritu las sensaciones producidas por los agentes exteriores. Los nervios sirven de hilos conductores, así como en el telégrafo el hilo metálico conduce al fluido eléctrico. 18. Cuando un espíritu debe encarnar en un cuerpo humano en vías de formación, un lazo fluídico, mera extensión de su periespíritu, lo une al germen hacia el cual se siente atraído por una fuerza irresistible, desde el momento mismo de la concepción. A medida que el germen se desarrolla, la unión se intensifica. Y es bajo la influencia del principio vital material del germen que el periespíritu, poseedor de ciertas propiedades de la materia, se une, molécula a molécula, al cuerpo en formación: podríamos decir que el espíritu, por intermedio del periespíritu, crea raíces en ese germen como una planta lo hace en la tierra. Cuando el germen está enteramente desarrollado la unión es completa, siendo ese el momento en que el espíritu resurge ante la vida exterior.
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