lunes, 16 de junio de 2014

Falsos Profetas


FALSOS PROFETAS

Los profetas tuvieron la ciencia anticipada del porvenir, sea por la intuición, sea por la revelación providencial, para dar advertencia a los hombres, habiéndose realizado esos acontecimientos, el don de pronosticar el porvenir ha sido mirado como unos de los atributos de la cualidad del profeta.
Todo enviado de Dios con la misión de instruir a los hombres y revelarles las cosas ocultas y los misterios de la vida espiritual, son llamados profetas. Un hombre, puede ser un profeta, sin hacer predicciones, en los tiempos de Jesús, los judíos creían en las predicciones, por eso cuando Jesús fue conducido ante el gran sacerdote Caifás, los Escribas y los Ancianos, cuando estaban reunidos le escupieron el rostro, le dieron bofetones, puñetazos, diciéndole: “Cristo profetízanos y di quien te ha pegado”
A los ojos del vulgo ignorante, todo fenómeno cuya causa no se conoce pasa por sobrenatural, maravilloso y milagroso; cuando es conocida la causa, se reconoce que el fenómeno por extraordinario que parezca, no es otra cosa que la aplicación de una ley de la naturaleza. A medida que se estrecha los círculos de los hechos sobrenaturales, se ensancha el de la ciencia.
El hombre sintiéndose conocedor de ciertos conocimientos no le importa explotarlos, para provecho de su ambición, de su interés y de su dominación, esto ha sucedido siempre, y ha sido la causa por la que ha intentado adquirir prestigio, como si poseyera un poder sobrehumano, o una pretendida misión divina. Estos son los falsos Cristos y falsos profetas, pero como en los tiempos actuales, el hombre está más instruido, su número disminuye a la medida de que el hombre se ilustra, y adquiere el conocimiento real de las cosas.
Muchas cosas parecen prodigiosas, para gentes que son ignorantes, pero esto no quiere decir que el que las conoce y se sirve de ellas traiga una misión divina, ya que seguramente son el resultado de conocimientos que ha podido adquirir, facultades orgánicas especiales que el más digno puede poseer. El verdadero profeta se reconoce por caracteres formales y exclusivamente morales.
Los falsos profetas se caracterizan por el verbalismo exagerado, cuando utilizan los instrumentos mediúmnicos. Comentan en arrobos dorados, prolijos, los temas más variados, no obstante sin llegar a ninguna conclusión.
Cultivadores de su propia vanidad, se complacen en estimular el fanatismo exacerbado, utilizando la palabra con habilidad, a través de cuyos recursos promueven los sentimientos infelices del orgullo entre los que les escuchan, llenándolos con referencias pomposas aunque vacías de significado.
Cuando se les pide esclarecimiento o se permiten interrogatorios para buscar informes con los que sea posible clasificar su evolución, se rebelan feroces, manifestándose heridos en los valores que se atribuyen, traicionando la inferioridad en la que se demoran.
Arrogantes, estiman la ignorancia presuntuosa; dominadores y arbitrarios, se jactan de ser guías y conductores con altas dosis de soberbia.
Otras veces, se inclinan hacia el campo del profetismo sensacionalista, dirigiéndose por el terreno de las fantasías, gozando de la frivolidad o de la ingenuidad de la gran masa de criaturas humanas. Tejen amplios comentarios sobre la vida en otros planetas, discurriendo, superficiales, sobre temas controvertidos en los cuales sean cuales sean las conclusiones de la honesta investigación del futuro, disponen de válvulas para escapatorias vulgares.
Pseudo-sabios conforme los denominó el Codificador del Espiritismo, cuando notan sospechas en los que los escuchan, no se constriñen en utilizar nombres que portaron, personalidades históricas, sabios santos, para engañar mejor a los espíritus desatentos, que aunque encarnados, se complacen en la ilusión, distantes de la responsabilidad personal e intransferible de la tarea de renovación interior.
En los últimos tiempos, muchos se han presentado por antiguos profetas, por Cristo, y aun por Dios, por María la madre de Cristo esto se ha dado también en otras épocas y San Juan previene contra ellos cuando dice: “Estimados míos, no creáis a todo espíritu, más probad si los espíritus son de Dios; porque muchos falsos profetas se han levantando en el mundo.”
¡Son falsos profetas de la Erraticidad!
La desencarnación no los modifico´.
Amantes de la ficción y socios de la mentira, cuando están en el cuerpo somático, prosiguen con las intenciones que se permiten arrastrar, sintonizando con otras mentes ociosas del plano físico, a los que se vinculan, dando curso a los programas infelices en que se complacen.
Fáciles de identificar, deben recibir instrucción evangélica, advertidos y reprochados fraternalmente.
A veces, embisten contra grupos respetables, poniendo a prueba la excelencia moral de los componentes de la actividad espirita en su comienzo. Sin embargo, precipitados, pronto demuestran los propósitos que los inspiran.
Los fenómenos espiritas, lejos de acreditar los falsos Cristos y los falsos profetas, viene a darles el golpe de gracia. El Espiritismo no produce milagros ni prodigios, el espiritismo viene a revelar las leyes desconocidas, las que rigen las relaciones del mundo corporal y del mundo espiritual y da explicación a cierto orden de fenómenos incomprensibles hasta este día destruyendo lo que quedaba aun de maravilloso.
La ciencia espirita, averiguando la causa de ciertos fenómenos, levanta el velo de muchos misterios, aquellos pues, que intentan explotar los fenómenos en provecho suyo haciéndose pasar por mesías de Dios, no podrán abusar mucho tiempo de la credulidad de quienes les creen pues serán descubiertos.
El Espiritismo nos advierte sobre una categoría mucho más perniciosa que los falsos Cristos y falsos profetas, que se encuentran entre los hombres, y estos son los que se encuentran entre los desencarnados, espíritus embusteros, hipócritas, orgullosos y pretendidos sabios que de la tierra han pasado a la erraticidad y toman nombres venerados para procurar gracias a la máscara con que se cubren, acreditar ideas a menudo muy extravagantes y absurdas.
Antes de que la mediúmnidad fuese conocida, ejercían su acción de una forma menos ostensible. El apóstol Juan previene contra los falsos profetas, cuando dice: “No creáis a todo espíritu, más probad si los Espíritus son de Dios; porque muchos falsos profetas se han levantado en el mundo” El Espiritismo da los medios de probarles, indicando los caracteres en que se reconocen los buenos espíritus, caracteres “siempre mortales y jamás materiales” (1) Hay que aplicar las palabras de Jesús, para el discernimiento de los buenos o malos espíritus, de: “Se conoce la clase de árbol por sus frutos; un buen árbol no puede producir malos frutos, y un mal árbol no puede producir buenos”. Por la calidad de sus obras se juzga a los espíritus, como un árbol por la calidad de sus frutos.
Se deben examinar las obras, de los que dicen estar revestidos del poder divino ver si están acompañados de todas las señales de semejante misión, es decir, si poseen el más alto grado de virtudes cristianas y eternas; la caridad, el amor, la indulgencia, la bondad que concilia todos los corazones; si, en apoyo de las palabras, unen los actos, entonces se podrá decir: verdaderamente son estos los enviados de Dios.
Más el Evangelio nos aconseja que desconfiemos de las palabras melifluas, de los fariseos y de los escribas que ruegan en las plazas públicas vestidos con largos ropajes, y nos dice ¡Desconfiad de aquellos que pretenden tener el solo y el único monopolio de la verdad! Todo lo que revele un átomo de orgullo, separadlo de vosotros como una lepra contagiosa que corrompe todo lo que toca. Recordando que “cada criatura lleva en su frente, sobretodo en sus actos, el sello de grandeza o de su decadencia.
Hemos de continuar y avanzar, sin cesar, nos aconseja los Espíritus, siempre teniendo por divisa, nuestro progreso, el progreso continuo y en todas las cosas, hasta que lleguemos en fin, a ese término feliz en donde nos esperan todos aquellos que nos han procedido.
También hay falsos profetas en el plano físico. Celosos, pasan como fiscales de la labor ajena, preocupados por encontrar en todo y en todos mistificaciones y mistificadores, con lo que traicionan el estado intimo. Se juzgan encargados de guardar la Verdad y solamente ellos la poseen en las más altas expresiones, descuidando, como es natural, el comportamiento propio, revelando así, en las actitudes apasionadas y en las posiciones irremovibles en que se fijan, la condición de espíritus atormentados, compañeros atormentadores.
Confían en las fuerzas que suponen poseer, jactanciosos olvidándose de que la Viña pertenece al Señor, que elabora incesantemente.
Son fariseos, cuya características es que son hombres presuntuosos, dogmaticos, exclusivos, supuestos privilegiados de las Fuerzas Divinas.
Se créen los únicos herederos de la Bondad de Dios, creen no precisar nada sino por el prisma del orgullo personal
Preocupados en descubrir fallas y errores descuidan la actividad noble de enseñar correctamente, relegando como deberían los irresponsables a la Ley que de ellos se encargará, fiscalizándose con mayor serenidad, en beneficio de la Causa o de las ideas que dicen defender.
Expresan una clase especial de falsos profetas. Son los nuevos farsantes. Traza programas caprichosos e intenta torcer las propias leyes universales, sometiéndolas al punto de vista que esposó en su escuela o en su argumento sectarita.
Jamás comparece, ante la bendición del Señor, como alguien que se convirtió en instrumento de sus amorosos designios, sino como creyente orgulloso, lleno de propósitos individualistas, declarándose detentor de consideraciones especiales.
Todo aprendiz fiel necesita cautelarse contra el fermento de tales enfermos de espíritu.
Toda idea opera fomentaciones mentales.
Ciertamente que el Maestro no determinó la muerte de los fariseos, más recomendó cautela tratándose de la influencia de ellos.
Pero la mentira, de cualquier procedencia, no resiste el tiempo, ni a la meridiana luz de la autenticidad
Los que mienten, encarnados o desencarnados, no desacreditan a la verdad: se ilusionan, perturbándose, en consecuencia de las actitudes y conceptos cultivados.
Por eso debe es hombre, actuar correctamente, orando y vigilando para no ser víctima de los espíritus atormentados y engañadores del Más Allá. De la misma forma que no ha de hacerse acusador de nadie; imponiéndose antes la tarea de actuar con rectitud, enseñar con seguridad doctrinaria y servir siempre, pues el Señor hasta hoy trabaja, sin la excesivas preocupación de eliminar del campo a los malos trabajadores a los cuales El les concede la oportunidad y oportunidades, por no desear que ninguna oveja, confiada a Su persona por el Padre, se pierda sino antes, que sea salvada.
En los momentos actuales de transición en que se ha de operar la gran transformación de la humanidad, hay que tener muy en cuenta estas recomendaciones y desconfiar de los falsos profetas, porque habrá una multitud de ambiciosos e intrigantes que intentaran convertirse en reformadores y en mesías. Hay que tener mucho cuidado con los impostores y es deber de todo hombre honrado el descubrirlos.
Para hacer avanzar a la humanidad moral e intelectualmente son necesarios hombres superiores en inteligencia y en moralidad; Dios confía esa misión a espíritus muy adelantados, que han hecho ya sus pruebas en otras existencias, los que se encarnan con ese objeto son superiores en el centro en el que han de obrar si no fuera así, su acción seria nula.
El verdadero misionero de Dios debe justificar su misión por su superioridad, por sus virtudes, por su grandeza, por el resultado y la influencia moralizadora de sus obras.
Otra peculiaridad es que la mayoría de los verdaderos misioneros de Dios , lo ignoran; cumplen aquello para lo que han sido llamados por la fuerza de su genio, secundados por el poder oculto que les inspira, y les dirige sin saberlo, pero sin designios premeditado.
Los verdaderos profetas se revelan por sus actos; es por ellos por los que se les conoce; mientras que los falsos profetas se llaman a sí mismos enviados de Dios; el primeo es humilde y modesto; el segundo es orgulloso y lleno de sí mismo, habla con altanería, y como todos los mentirosos, siempre teme no ser creído.
Muchas gentes crédulas dan fe a semejantes torpezas, puesto que Jesús se fue con su obra concluida, si El de nuevo viniese a la tierra es seguro que lo haría con todo su poder y todas sus virtudes, ya que si no lo hiciera así, sería admitir que habría degenerado; es lo mismo que si le quitamos a Dios uno solo de sus atributos no sería Dios. Si quitamos a Cristo una sola de sus virtudes no habría Cristo.
Estos falsos Cristos cuando son analizados se ve claramente que están llenos de ambición y orgullo, al igual que se dicen otros profetas, como Juan, San Pedro, ellos y sobre todo Jesús estaban llenos de humildad y caridad. Estos suelen explotar la credulidad y viven a expensas de aquellos que les escuchan.
Hay que pasar por el tamiz de la razón y del buen sentido lo que dicen, pues el que sean buenos no basta, sino que también sean eminentemente lógicos y racionales, ya que suelen contradecirse con las más vulgares nociones de la ciencia, demostrando las más de las veces que son ignorantes y mentirosos.
Es cierto que la verdad no es siempre apreciada por todas las gentes, pero si por el buen sentido de las masas, y esto también es un criterio.
Dios, quiere que la verdad llegue para todos sus hijos, por eso no la concreta a un círculo estrecho y limitado, la hace brotar de diferentes puntos con el fin de que en todas partes la luz esté al lado de las tinieblas.
Cuando se presenten espíritus que desean ser exclusivos y siembran la división y el aislamiento, tengamos en cuenta que casi siempre son espíritus vanidosos y medianos , que procuran imponerse a los hombres débiles y crédulos y lo hacen prodigándoles alabanzas exageradas, con el fin de satisfacerles y ponerles bajo su dominio. Hambrientos de poder estos espíritus por haber sido cuando estaban encarnados déspotas públicos, o privados, quieren tener aún victimas para tiranizar después su muerte. Pasemos un examen meticuloso sobre las comunicaciones que tengan un carácter de misticismo y extrañeza, o que prescriben ceremonias o actos extravagantes; cuando sean así, siempre es motivo para que se sospechen de ellas.
Cuando una verdad deba darse a conocer, revelarse a la humanidad, se comunica instantáneamente a todos los grupos formales que poseen buenos médiums, y no a uno solo con exclusión de los demás. Recordemos que el médium perfecto es aquel que es menos engañado por los espíritus ignorantes. Y que nadie es médium perfecto si está obsesado; y es obsesión el que un médium solo sea apto para recibir las comunicaciones de un espíritu especial, por alto que quiera ponerse el mismo.
Todo grupo espirita, todo médium que se crea privilegiado por las comunicaciones que suelen recibir, y que sus prácticas rayen la superstición, están indudablemente bajo el peso de la obsesión, sobre todo cuando el espíritu dominador utiliza un nombre digno de veneración.
Es esencial que sometamos al crisol de la razón y del sentido común todas las comunicaciones, y todos los datos de los espíritus que se comunican y estemos seguros que nos será fácil rechazar lo absurdo y el error, porque es posible que un médium, o un grupo pueda estar fascinado, engañados, pero la comprobación severa de los otros grupos, más la ciencia adquirida y la elevada autoridad moral de los jefes de los grupos, más las comunicaciones de los médiums principales, reciben un sello de lógica y de autenticidad de los mejores médiums, ellos aran justicia a esos dictados mentirosos y astutos, que dimanan de una turba de espíritus engañadores y malos.
Estos espíritus intentan a toda costa tener razón aun en contra de todo el mundo, su táctica es evitar la discusión y cuando se ven combatidos victoriosamente por las armas irresistibles de la lógica, rehúsan desdeñosamente responder y prescriben a sus médiums el que se alejen de los centros en que no son acogidas sus ideas. Este aislamiento es lo más fatal para los médiums; ya que sufren el asedio de estos espíritus obsesados que los conducen como a ciegos, y muy a menudo son llevados por caminos perniciosos.
Ante todo lo que hemos expuesto, hemos de tener cuidado en no atribuir a los falsos profetas el fracaso de nuestros emprendimientos morales.
Hemos de recordar que somos tentados según la índole de nuestras imperfecciones.
Todos somos inducidos al error según las características de nuestra propia necesidad.
Muchas veces dominados por el orgullo creemos en los que incitan nuestra vanidad y sedientos de poder asimilamos las sugerencias infaustas de cuantos se proponen explotar nuestra insensatez y codicia.
Es preciso, que recordemos, que dentro del traje físico, o despojados de él, somos espíritus en tránsito, que tratamos de obtener en la lucha y en la experiencia los factores de la evolución que necesitamos, y si ya somos aprendices de Cristo, por eso mismo, tenemos la obligación de recurrir a su ejemplo como la medida ideal para nuestra conducta.
No sirve que aleguemos confiar en la palabra de aquellos que alimentan nuestra fantasía, con respecto a los ficticios valores de los que tal vez somos depositarias, en la suposición de que vengan a nosotros en la condición de desencarnadas, puesto que la muerte del cuerpo, en el fondo, un simple cambio de vestimenta que en la mayoría de las circunstancias no afecta nuestra formación espiritual.
“No creas, por tanto, en todos los Espíritus” nos recomienda el apóstol porque en esa actitud implicaría la creencia ciega en nuestros `propios errores y la exaltación reiterada de nuestros caprichos.
El oído que escucha es hermano de la boca que habla.
Engaño que admitimos es engaño del cual nos apropiamos.
Tendencia que nos sugieren es tendencia que estimulamos.
Mentira que aceptamos es mentira instalada en nosotros.
Crueldad a la que damos cabida es crueldad que nos pertenece.
En cierto modo somos también la fuerza con la cual nos sintonizamos.
Busquemos pues, al Maestro de los maestros como si fuera la luz de nuestro camino. Si cortejáramos con sus Lecciones los avisos, las novedades, los mensajes y las advertencias que recibimos, desde tal o cual sector de información, aprenderemos sin sombras que la humildad y el servicio son nuestros deberes de cada hora, para que la verdad nos ilumine y el amor puro nos regenere, de forma que estemos definitivamente preservados del asedio del mal.
No olvidemos que el cuerpo doctrinario del Evangelio está constituido de esperanza dulcificante y paz lenificadora no son Espíritus Superiores aquellos que se atribuyen el derecho de inquietar a los hombres con pronósticos tenebrosos en relación al futuro o con fantasías exageradas sobre el progreso de la Tierra y la celeridad con que tal se dará.
Seamos cautelosos frente a las exageraciones de cualquier procedencia, profundicemos y reflexionemos en las fulgurantes paginas del Evangelio y de la Doctrina espirita, en los cuales obtendremos el valor y recursos para el éxito sobre saber discernir entre lo que es verdadero y lo que es falso.
La Revelación en toda su elocuencia permanecerá como el bendito faro para clarear rutas e iluminar conciencias en los rumbos de la Verdadera Vida.
Trabajo extraído del Evangelio Según el Espiritismo de Allan Kardec de “Floraciones Evangélicas” de Divaldo Pereira Franco de “La Religión de los Espíritus” de Francisco Cándido Xavier.

Realizado por Mercedes Cruz Reyes
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"Reserva momentos para que se restablezcan tus recursos amentales.
Al igual que el cuerpo se desgasta, la mente se cansa y se desarmoniza.
El cambio de actividad, el esparcimiento, los juegos que distraen, los deportes y la meditación funcionan como recursos valiosos para el reajuste mental.
Dedica algún tiempo a tu renovación interior, examinando lo que haces y vuélvelo más agradable, propiciandote equilibrio y menos cansancio.
La mente es espejo que refleja el estado del espíritu, que merece cariño y desvelo, a fin de funcionar bien y con éxito."
(Vida Feliz -- Joanna de Angelis )


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Encarnación de los espíritus 


 El Espiritismo nos enseña la manera en que se opera la unión entre el espíritu y el cuerpo en la encarnación. Por su esencia espiritual, el espíritu es un ser indefinido y abstracto que no puede ejercer unaacción directa sobre la materia. Necesitaba, pues, de un intermediario, y este intermediario es la envoltura fluídica que, en cierta forma, es parte integrante del espíritu y oficia de eslabón. Esta envoltura es semimaterial, porque debe a la materia su origen y a la espiritualidad su naturaleza etérea. Como toda materia, es extraída del fluido cósmico universal, sufriendo en esta circunstancia una modificación especial. Esta envoltura, llamada periespíritu, transforma al espíritu en un ser concreto, definible y comprensible para el pensamiento; lo faculta para actuar sobre la materia tangible, al igual que todos los fluidos imponderables, que son los motores más poderosos. El fluido periespiritual es el lazo que une al espíritu con la materia. Durante su unión con el cuerpo, oficia de vehículo del pensamiento, transmitiendo el movimiento a las diferentes partes del organismo que actúan bajo la influencia de la voluntad y haciendo repercutir en el espíritu las sensaciones producidas por los agentes exteriores. Los nervios sirven de hilos conductores, así como en el telégrafo el hilo metálico conduce al fluido eléctrico. 18. Cuando un espíritu debe encarnar en un cuerpo humano en vías de formación, un lazo fluídico, mera extensión de su periespíritu, lo une al germen hacia el cual se siente atraído por una fuerza irresistible, desde el momento mismo de la concepción. A medida que el germen se desarrolla, la unión se intensifica. Y es bajo la influencia del principio vital material del germen que el periespíritu, poseedor de ciertas propiedades de la materia, se une, molécula a molécula, al cuerpo en formación: podríamos decir que el espíritu, por intermedio del periespíritu, crea raíces en ese germen como una planta lo hace en la tierra. Cuando el germen está enteramente desarrollado la unión es completa, siendo ese el momento en que el espíritu resurge ante la vida exterior.
 -  Marco Antuan -


Marco Antonio González Sánchez























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