lunes, 30 de junio de 2014

Fenómenos Paranormales

¿Qué son los fenómenos paranormales?.-

Son aquellos sucesos extraños que a veces ocurren en determinadas circunstancias, y que suelen ser poco frecuentes y de carácter extraordinario, porque en sí mismos extralimitan lo que se considera como fenómenos "normales" u ordinarios , y que son provocados por causas mas o menos desconocidas.
Están constituidos por diversos tipos de sucesos en los que intervienen energías de carácter psíquico generalmente, pero que no tienen nada de mágico ni de milagroso, de modo que aunque poco frecuentes y extraordinarios, no están al margen de lo que es natural, por lo que tampoco entran en el ámbito de lo que se entiende por "sobrenatural".
La Parapsicología que estudia e investiga estos fenómenos que van más allá de lo que explica la Psicología los clasifica en dos grandes grupos: Los “Anímicos”, cuyas causas son psíquicas o mentales de un sujeto que en sí mismo es la causa que los origina, y los “Espiríticos” o Mediúmnicos, cuyo origen y causa son energías inteligentes, que proceden generalmente de la manifestación de personas que fallecieron pero que sin embargo se manifiestan por mediación de personas que actúan como canales o intermediario, llamados médiums, acreditando así que los llamados Espíritus desencarnados continúan existiendo tras la muerte de su cuerpo físico .

-José Luis Martín-
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Tales fenómenos, basados en una ley de la naturaleza, no poseen nada de maravilloso ni de sobrenatural, en el sentido que vulgarmente se atribuye a estas palabras”
- Allan Kardec-



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Tu vida no termina en el sepulcro.
"Con esta conciencia aprende para la eternidad y reúne valores que jamás se consumen.
Toda lección que libera del mal se incorpora al alma, como fuerza de vida indestructible.
Si fuese la muerte el fin de la vida, sin sentido sería el Universo.
La creación se debilitaría y el ser pensante estaría destituido de finalidad.
Pero, todo invita al ser a la gloria eterna, hacia la continuidad del existir y al progreso incesante.
Estudia y trabaja sin cesar, con tus ojos puestos en tu futuro espiritual, viviendo alegre hoy y pleno siempre."
(Vida Feliz -- Joanna de Angelis)


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    REFLEXIONANDO SOBRE   RELIGIÓN


Todos los que aun permanecemos en este planeta, seguimos estructurando unas reglas y métodos en los cuales nos hemos sumergido, intentando conseguir   la paz interior y exterior de nosotros y de todos aquellos que amamos y que viven a nuestro alrededor.
Para ello, salvo los ateos, abrazamos una religión, en la cual nos sentimos sumergidos e identificados,  y tratamos de aplicar bien los preceptos para no tener una peor vida cuando llegue a hora final, termine  nuestra estancia aquí en la tierra, y tengamos que pasar  al otro lado de la vida.
La religión es la expresión de las leyes eternas,  es necesaria e indestructible porque tiene su razón de ser  en la naturaleza del ser humano.  La religión bien entendida, debería ser un vinculo que uniese a los hombres entre si y los estrechase  con un mismo pensamiento al principio superior de todas las cosas.
La verdadera religión  no es una manifestación exterior; es un sentimiento, y es en el corazón humano  donde está el verdadero templo de lo Eterno. No necesita formulas ni imágenes; se preocupa poco de los simulacros y de las formas de adoración, y no juzga  a los dogmas sino  por su influencia  en el perfeccionamiento de las sociedades. La verdadera religión abarca todos los cultos, todos los sacerdocios; se eleva por encima de ellos y les dice “¡La verdad está más alta!”
Sin embargo  no todos los hombres se encuentran actos para alcanzar esas cifras intelectuales. Es por eso que se imponen la tolerancia y la benevolencia.
El número de creyentes sinceros disminuye  día a día. La idea de Dios, en otro tiempo sencilla  y grande en las almas, ha sido desnaturalizada por el temor al infierno; ha perdido eficacia.  La ficción y la fantasía han engendrado el error, y este, condensado en el dogma, se ha erguido como un obstáculo en el camino de los pueblos.  La Luz ha sido velada  por aquellos que se  consideraban  como los depositarios de ella, y las tinieblas se ha hecho en ellos y alrededor de ellos. Los dogmas han pervertido el sentido religioso, y el interés de casta  ha falseado el sentido moral. De aquí un cumulo de supersticiones, de abusos,  de prácticas idolatras cuyo espectáculo han lanzado a tantos hombres a la negación.
Vemos claro que la idea  que los hombres se forman de la verdad, se modifica con el tiempo. Hemos llegado al momento  de la historia  en que las religiones envejecidas se derrumban sobre sus bases;  y una renovación filosófica  y social se prepara. El progreso material e intelectual llama al progreso moral.
La religión debe perder  su carácter dogmatico y sacerdotal  para mostrarse científica;  la ciencia  se separará  de los escollos materialistas para iluminarse como un rayo divino.
El mundo y los seres, descendientes de Dios, vuelven a Dios por una evolución constante. Los males con los que afligimos a nuestro prójimo nos persiguen como  nuestra sombra sigue a nuestro cuerpo. Las obras inspiradas en el amor  a nuestros semejantes  son las que más pesan en la balanza  celeste.
Si trabajamos con los buenos, nuestros ejemplos serán inútiles; no debemos temer vivir entre los malos  para conducirlos al bien.  Pues el hombre virtuoso es semejante  al árbol gigantesco cuya sombra  bienhechora   da a las plantas  que lo rodean  la frescura y la vida.
Nada cuanto existe puede perecer,  pues todo cuanto existe está contenido en Dios. Así, pues, los sabios no lloran a los vivos ni a los muertos. Porque saben que nadie deja de existir más allá de la vida presente.
La ciencia y el amor son los dos factores esenciales del Universo. Mientras el ser   no adquiera amor,  se halla condenado  a proseguir  la cadena de las reencarnaciones terrenales.
La hora presente  es una hora  de crisis y de renovación. Para elevar el nivel moral, para detener   la superstición  y el escepticismo que conducen  a la esterilidad, el hombre necesita una concepción nueva del mundo y de la vida que,  apoyándose en el estudio de la naturaleza y de la conciencia, en la observación de los hechos, en los principios de la razón, fije la finalidad de la existencia  y regularice nuestra marcha  hacia adelante.  Lo que necesitamos es una enseñanza  de la que se deduzca un móvil de perfeccionamiento,  una sanción moral y una certidumbre para el porvenir.
Esta enseñanza ya existe  y se vulgariza  todos los días.  En medio de las disputas y de las divagaciones de las escuelas,  una voz se ha dejado oír la de los Muertos. Desde el otro lado de la tumba, se han revelado más vivos que nunca; ante sus instrucciones, ha caído el velo que ocultaba la vida futura. La enseñanza que nos dan  llega a reconciliar todos los sistemas encontrados, y de las cenizas del pasado  llegan a hacer brotar una nueva llama. En la filosofía de los Espíritus encontramos  la doctrina oculta que abarca todas las edades. Esta doctrina las hace revivir, reúne los restos esparcidos y los adhiere  unos a otros  con un poderoso cemento  para reconstituir un monumento capaz  de amparar  a todos los pueblos  y a todas las civilizaciones. Para asegurar  su duración. La sienta sobre la roca de la experiencia directa, del hecho renovado sin cesar.  Gracias a ella, la certidumbre de la vida inmortal se precisa a los ojos de todos, con las innumerables existencias y los incesantes  progresos que nos reserva en la sucesión de las edades.
Semejante doctrina  puede transformar  a pueblos y a sociedades, llevando la claridad a todas partes donde existe la noche,  haciendo que se funda  con su calor  todo lo que hay de hielo y de egoísmo en las almas, revelando a todos los hombres las leyes  que los unen  con los vínculos  de una estrecha solidaridad.
Bendigamos la Doctrina Espirita, estudiémosla, para poder comprender este nuevo sentido de la vida, alcanzando así, ese progreso que nos eleva por encima de las cosas materiales. 
 Merchita.
Trabajo extraído del libro “Después de la muerte” de León Denis.
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Eutanasia


Tema de frecuente discusión, por unos defendida, por otros censurada, la eutanasia, o "sistema que procura dar muerte sin sufrimiento a un doliente incurable", regresa a los debates académicos, frente a su aplicación sistemática por eminentes autoridades medicas, en criaturas incapaces físicas o mentales desde el nacimiento, internadas en Hospitales Pediátricos, sin esperanzas científicas de recuperación o sobrevivencia...
Practica nefasta que testimonia la predominancia del concepto materialista sobre la vida, que apenas ve la materia y sus implicaciones inmediatas, en detrimento de las realidades espirituales, refleja, también, la soberanía del primitivismo animal en la constitución emocional del hombre.
En la Grecia antigua, la hegemonía espartana, siempre armada para la guerra y la destrucción, insirió en su Estatuto el empleo legal de la eutanasia eugenésica en relación a los enfermos, mutilados, psicópatas considerados inútiles, que eran arrojados al Eurotas por pesar negativamente en la economía del Estado. Guiados por superlativo egoísmo y prepotencia, a pesar de los conflictos arbitrarios del exagerado orgullo nacional, se hicieron víctimas de la impulsividad belicosa que cultivaban...
Otros pueblos, desde la más remota antigüedad, se permitían practicar ese "homicidio ejercido por compasión"...
En circunstancia alguna, o bajo ningún motivo, cabe al hombre derecho de escoger y deliberar sobre la vida o la muerte en relación a su prójimo.
Los criminales más empedernidos, homicidas o genocidas entre los más hediondos, no deben tener cortadas sus vidas, sino antes ser aislados de la convivencia social, en celdas, o en trabajos rectificadores, en los cuales expurguen bajo la acción del tiempo y de la reflexión, que tarda más alcanza al infractor, haciéndolo expiar los delitos perpetrados. Aun cuando se trate de réprobos anatematizados por desconcierto mental, no faltan Nosocomios judiciales donde pueden recibir conveniente asistencia a la que tienen derecho, sin que sean considerados inocentes por los crímenes perpetrados... Recuperando la salud, eventualidad excepcional que puede suceder, cercados, por el peligro de probable reincidencia psicopática, podrán de alguna forma, retribuir de manera positiva a la Sociedad, los daños que hayan causado.
En lo que tañe a los enfermos considerados irrecuperables, conviene considerar que dolencias, ayer  detestables como incurables, son hoy capitulo superado por el triunfo de hombres-sacerdotes de la Ciencia Médica, que la ennoblecen por la contribución que sus vidas ofrecen en beneficio de la Humanidad. Siempre hay, pues, posibilidad de mañana conseguir la victoria sobre la enfermedad irreversible de hoy. Diariamente, para ese desiderata, se sumergen en la carne Espíritus Misioneros que se aprestan a aligerar e impulsar el progreso, realizando descubrimientos y conquistas superiores para la vida, fuente poderosa de esperanza y conforto para los que sufren, en nombre del Supremo Padre.
Ante las expresiones teratológicas, al revés de la precipitación de la falsa piedad en aliviar a los pacientes de los sufrimientos, se ha de pensar en la terapéutica divina, que se sirve del presidio orgánico y de las jaulas mentales para ajusticiar a los infractores de variados matices que pasaron por la 'Tierra impunes, inadvertidos, mas que no pudieron huir a las sanciones de la conciencia en falta ni a la Legislación Superior, a la cual rogaron enseñanza de recomienzo, recuperación y sublimación porque anhelaban la edificación de la paz intima.
Suicidas, - esos pobres rebelados contra la Divinidad - que despedazaron el cráneo, en embestidas de odio contra la existencia, reencarnan perturbados por la idiotez, sordo-mudez, conforme a la parte del cerebro afectada, o por hidrocefalias, mongolismos; los que tentaron ahorcarse, reaparecen con los procesos de la paraplejia infantil; los ahogados, padecen enfisema pulmonar; los que descerrajaron tiros al corazón, retornan bajo el yugo de cardiopatías congénitas irreversibles, dolorosas; los que se utilizaron de tóxicos y venenos, vuelven bajo el tormento de las deformaciones congénitas, de la asfixia respiratoria, o estertorosos por úlceras gástricas, duodenales y canceres devoradores; los que despedazaron el cuerpo en fugas espectaculares, recomienzan victimados por atrofias, deformaciones, limitaciones punzantes, en que aprenden a valorizar la grandeza de la vida.. .
Agresores, exploradores, amantes de la rapiña, de las arbitrariedades, de los abusos de cualquier naturaleza vuelven a los escenarios en que se empecinaron, o corrompieron, o se hicieron infelices, alcanzados por la impronta de las soberanas leyes del orden y del equilibrio, rehaciendo el camino antes recorrido criminalmente y atesorando los sagrados valores de la paciencia, la comprensión, el respeto a si mismos y al prójimo, la humildad, la resignación, armándose de bendiciones para futuros cometidos dichosos.
¿Quien se podrá atribuir el derecho de interrumpirles la santificadora existencia preciosa?
Las personas que se les vinculan en la condición de padres, cónyuges, hermanos, amigos, también les son participes de los dramas y tragedias del pasado, responsables directos o inconscientes, que ahora se rehabilitan, debiendo extenderles manos generosas, auxilio fraterno, por lo menos migajas de amor.
Nadie se deberá permitir la interferencia destructiva o liberativa por medio de la eutanasia en tales procesos redentores. Personas que se dicen penalizadas por los sufrimientos de familiares y que desean que les sean luego cesados, casi siempre actúan por egoísmo, presurosos de liberarse del compromiso y de la responsabilidad de ayudarlos, sustentarlos, amarlos más.
No faltan terapéuticas médicas y quirúrgicas que pueden amainar el dolor, perfectamente compatibles con la caridad y la piedad cristianas.
A nadie es dado precisar el tiempo de vida o sobrevida de un paciente. Son tan escasos de exactitud los pronósticos humanos en este sector del conocimiento, cuanto no sucederá en otros!
¿Cuántos enfermos, rudamente vencidos, desesperados recobran la salud sin aparente razón o lógica?
¿Cuántos otros hombres en excelente forma, portadores de sanidad y robustez, son victimados por sorpresas orgánicas y sucumben imprevisiblemente?
El conocimiento de la reencarnación proyecta luz en los más intrincados problemas de la vida, dirimiendo los equívocos y dudas en torno a la salud como a la enfermedad, a la desdicha como a la felicidad y contribuyendo eficazmente para la perfecta asimilación de los postulados renovadores de los que Jesús Cristo se hizo abanderado por excelencia y el Espiritismo, el Consolador encargado de demostrarlo en los tormentosos días de la actualidad.
Argumentan, en tanto, los utilitaristas que las importancias prodigadas con los pacientes irrecuperables podrían ser utilizadas para pesquisas valiosas o para impedir que hombres sabios enfermasen, o para asistir convenientemente a los que, dolientes, pueden ser salvados ... Y desvarían, utopistas, insensatos sin considerar las fortunas que son tiradas en espectáculos ruidosos y funestos de exaltación de la sensualidad, del Fausto exagerado, de las disipaciones, sin que se les ocurra la necesidad de la aplicación correcta de tales patrimonios en medidas preventivas saludables o socorro a las multitudes famélicas y desnudas que pululan en todas partes, pereciendo, a modo de migaja de pan, revolviéndose en la desesperación por la ausencia de una gota de luz o una insignificante contribución de misericordia.
Cada minuto en cualquier vida es, por tanto, precioso para el Espíritu en rescate bendito. ¿Cuantas resoluciones nobles, decisiones felices o actitudes desdichadas ocurren en un relámpago, imprevistamente?

Penetrándose el hombre de responsabilidad y caridad, iluminado por la fe religiosa, fundada en hechos de la inmortalidad, de la comunicabilidad y de la reencarnación, abominara en definitivo la eutanasia intentando todo para cooperar con su hermano en los justos resarcimientos que la Divina Justicia le otorga para la conquista de la paz interior y de la evolución.

- Divaldo Pereira- (Después de la tempestad)

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Extraído del libro “Después de la Tempestad” de Divaldo Pereira Franco

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