domingo, 22 de junio de 2014

Enfermedades del Alma


Enfermedades del Alma

Hoy en día y cada vez con mayor énfasis la Medicina y la Psicología reconocen y afirman la innegable acción de la mente y de las emociones sobre las células, los tejidos y los órganos de nuestra estructura material, imprimiéndoles armonía o desarmonía, salud o enfermedad.

A la luz de la Doctrina Espírita hoy sabemos que así como existen las enfermedades físicas u orgánicas, igualmente existen las enfermedades del alma o del espíritu, que a su vez repercuten en nuestra estructura celular, afectándola seriamente y provocándole diversas alteraciones anatómicas y fisiológicas de imprevisibles y dolorosas consecuencias. Esto es debido a la profunda y directa interconexión e interacción entre el espíritu y el cuerpo físico, a través de la estructura energética intermediaria denominada periespíritu por Allan Kardec.

Hoy en día y cada vez con mayor énfasis la Medicina y la Psicología reconocen y afirman la innegable acción de la mente y de las emociones sobre las células, los tejidos y los órganos
de nuestra estructura material, imprimiéndoles armonía o desarmonía, salud o enfermedad.

La constitución del hombre

La Doctrina Espírita nos enseña que el hombre está constituido por tres elementos: espíritu, periespíritu y cuerpo físico, los cuales durante la encarnación, actúan inseparablemente en armonía de conjunto e interacción energética.

El espíritu es el principio inteligente e inmortal, es la centella de origen Divino que actúa en el cuerpo a través del periespíritu, como la electricidad actúa en la lámpara a través del hilo conductor. El denominado periespíritu es el duplo fluídico que rodea al espíritu, formado
de energía semi-condensada, que actúa como molde del cuerpo físico y es intermediario entre el espíritu y el cuerpo. El cuerpo físico es la materia condensada estructurada como organismo, que sirve de instrumento y de ambiente vital para el espíritu durante su vida como ser encarnado, para el cumplimiento de sus finalidades evolutivas en la Tierra.

Respecto a la interacción de estos tres componentes, la mentora espiritual Juana de Ángelis, en su libro afirma que «La acción del pensamiento sobre el cuerpo es poderosa, considerando que éste último es el resultado de aquél, por medio de tramas intrincadas y delicadas del periespíritu –su modelador biológico- , que lo elabora por medio de la acción espiritual, en la reencarnación.» – En la misma obra afirma que «Esa energía inteligente, en su expresión original, como espíritu, pasa por una condensación de moléculas, constituyendo así el cuerpo intermediario (periespíritu), quien se encarga de concentrar y congelar las partículas que se manifiestan como cuerpo somático.»

Interacción mente - cuerpo

En cuanto a la interacción de estos tres elementos y su profunda repercusión en nuestra salud, Juana de Ángelis, esclarece: «El ser humano es un conjunto armónico de energías, constituido de espíritu y materia, mente y periespíritu, emoción y cuerpo físico, que interactúan en un continuo flujo unos sobre los otros. Cualquier suceso en uno de ellos se refleja en su correspondiente, generando, cuando fuere una acción perturbadora, disturbios que se transforman en enfermedades y que, para ser rectificados, exigen renovación y reequilibrio del punto donde se originaron.»

Esto significa que si un pensamiento o una emoción saludables, benéficos o positivos emanan de nuestro espíritu (o si se quiere, de nuestra mente), ello se constituye en una energía igualmente saludable que fluye por la corriente sanguínea, o en forma directa, revigorizando nuestras células y proporcionándoles la armonía y el equilibro necesarios para su normal desenvolvimiento. Lo opuesto también ocurre, por la misma vía, llevándoles debilitamiento,desarmonía y desequilibrio, conduciéndolas posteriormente a las enfermedades en sus muy diversas y complejas expresiones, guardando una directa relación en cuanto a la naturaleza, intensidad y duración de esas emisiones mentales y emocionales.

Por esto, Juana de Ángelis afirma que «Cada enfermedad física trae un componente psíquico, emocional o espiritual correspondiente. En razón de la desarmonía entre el espíritu y la materia, la mente y el periespíritu, la emoción (los sentimientos) y el cuerpo, se desajustan los núcleos de energía, facilitando los procesos orgánicos degenerativos provocados por virus y bacterias, que en ellos se instalan.»

Tomando como base el contenido de la mencionada obra Autodescubrimiento dictada por la noble mentora espiritual Juana de Ángelis, a través del médium Divaldo P. Franco, hemos elaborado el siguiente cuadro que muestra las relaciones de causa-efecto entre el espíritu y el cuerpo físico:

Impulsos de violencia, bajo rudo control, en tensión continua, endurece músculos antagónicos = Varias expresiones artríticas, especialmente las de naturaleza reumatoide.

Los núcleos vitales (CNF) debajo del diafragma que no tienen las energías transformadas hacia la región superior a fin de sublimarlas = Producen enfermedades del aparato urinario o genésico con agravantes en las relaciones sexuales.

Pensamientos desaliñados, emociones sin gobierno, por la mente pesimista e inquieta = Causan muchos efectos perniciosos en el cuerpo

Emociones fuertes como miedo, cólera, celos y agresividad = Provocan una alta descarga de adrenalina en la corriente sanguínea, aumento de azúcar, más fuerte contracción muscular, voluminosa irrigación de sangre y coagulación más rápida, que provocan diabetes, artritis e hipertension.

Cuando la mente elabora conflictos, resentimientos, odios que se prolongan = Dislocan las células de sus automatismos, que se degeneran,dando origen a tumores de variado tipo, especialmente cancerígenos, en razón de la carga mortífera que los agrede.

Anhelos insatisfechos de los sentimientos = Convergen como fuerzas destructoras, destrozando la organización celular y la respectiva mitosis, facilitando el surgimiento de focos infecciosos resistentes a toda terapéutica.

Venganzas disimuladas se vuelven contra el organismo físico y mental de aquel que las abriga = Producen úlceras crueles y distonías emocionales perniciosas

Ideas no asimiladas = resurgen en procesos enfermizos como mecanismos autopurificadores

Angustias cultivadas = Causan distonías nerviosas, jaquecas, desfallecimientos, escondiendo la necesidad de valorización y fuga del interés del perdón

Abrigo del odio, de la envidia, de la competencia malsana = generadora de ansiedad-, del miedo, contenidos mórbidos que agraden el sistema digestivo, alterando su funcionamiento Dispepsias, indigestiones, hepatitis.

Desamor personal, complejos de inferioridad, amarguras sustentadas por la autopiedad, contrariedades que resultan de temperamentos Fuertes = Cánceres de mamas, de la próstata, taquicardias, disfunciones coronarias, disfunciones cardíacas, infartos brutales

Impetuosidad, violencia, quejas sistemáticas, deseos insaciables = Derrames cerebrales, estados neuróticos, psicosis de persecución.

Impulsos primitivos del cuerpo, no disciplinados = Provocan estados ansiosos o depresivos, sensación de inutilidad, recelos e inquietudes que se manifiestan cíclicamente y que a largo plazo se transforman en neurosis, psicosis, perturbaciones mentales.

La sola observación y análisis del anterior cuadro de causas y consecuencias en nuestra salud, nos debe llevar a la meditación consciente y profunda respecto a la necesidad y utilidad de cultivar y emitir desde ya los mejores pensamientos, sentimientos y emociones, evitando los negativos, en la justa búsqueda del equilibrio, la armonía y la salud física, a partir de la salud espiritual, que sólo lograremos mediante un esfuerzo auténtico, objetivo y perseverante en la senda del amor y del bien.

Por: Alvaro Vélez, Técnico en Rayos X y estudioso de Filosofía. Conferenciante y escritor espírita, miembro fundador de la Sociedad Espiritista de Cartagena (Colombia) y expresidente de la Confederación Espírita Colombiana. Artículo publicado en la Revista de la FEE
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VOLVERÁS POR AMOR

Ante el hambre de paz que atormenta tus días, seguramente ya soñaste con la disposición de reposar, más allá de la muerte, rechazando el cáliz de angustia que la existencia carnal te sugiere…
Cultivas la virtud y aspiras, sin duda, a la recompensa natural que
el trabajo irreprensible te granjeó. Sufres y reclamas consuelo…
Lloras y pretendes alivio…
Sin embargo, más allá de las fronteras terrestres, el amor surgirá sublime, en tu corazón, como estrella sorprendente, pero entonces oirás los sollozos de aquellos que dejaste bajo la niebla del adiós… Escucharás las oraciones de tu madre y los ruegos de tus hijos, como poemas de lágrimas desfalleciendo de dolor sobre tu cabeza invadida de nuevas aspiraciones y tocada de nuevos sueños.
Comprenderás la renuncia con más seguridad y ejercerás el perdón sin dificultad… La conciencia tranquila será una bendición para ti; con todo, el anhelo de ayudar vibrará en tu pecho inspirándote la vuelta.
Y reconociendo que el verdadero cielo no existe sin la alegría de aquellos que más amamos, regresarás por amor al campo de lucha nuevamente para experimentar y sufrir, esperar y redimir, adquiriendo el poder para ascensiones más elevadas, por cuanto, por la fuerza del bien puro, descubrirás con el Cristo de Dios la luz de la abnegación que nos impele siempre a horizontes más vastos, repitiendo también con Él, a los compañeros de aprendizaje, la divina promesa: – “En verdad estaré con vosotros hasta el fin de los siglos”, porque no hay felicidad para los hijos despiertos a Dios, sin que todos los hijos de Dios entren efectivamente en la posesión de la felicidad real.





Emmanuel(Mensaje recibido por Francisco Cándido Xavier, en Brasil)



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LA VISIÓN ESPÍRITA DE LA DEPRESIÓN


     
La depresión puede ser conceptuada como la alteración  del estado de humor. Una tristeza intensa, un abatimiento profundo, con desinterés por las cosas. Todo pierde la gracia, el mundo parece gris, vivir se vuelve tarea difícil, pesada, con ideas fijas y pesimistas.
Podríamos, así, considerarla como una emoción deteriorada. Las emociones naturales deben ser pasajeras y debemos dejarlas circular normalmente sin desequilibrar al ser. La tristeza, por ejemplo, es una emoción natural, que nos lleva a entrar en contacto con nosotros, a la introspección y a la reflexión sobre nuestras actitudes. Pero, si la tristeza es prolongada, acompañada con el sentimiento de culpa, nos llevará a la depresión mental.

     
Las investigaciones recientes nos hablan que podemos dividir la depresión en tres formas de acuerdo con el factor causal. 
1. Depresión relativa o neurosis depresiva – esta depende de un factor externo desencadenante, generalmente, perdidas o frustraciones, tales como: separación familiar, perdida de un ser querido, etc. 
2 Depresión secundaria a las dolencias, como: Accidente vascular cerebral (derrame) tumor cerebral y dolencias del tiroides, etc. 
3. Depresión endógena por deficiencia de neurotransmisores, como: Depresión del anciano, depresión familiar y psicosis maníaco-depresiva, actualmente, conocida como disturbio bipolar.

En este contexto tenemos que añadir las obsesiones espirituales que llevan a las personas a grandes sufrimientos morales y que la ciencia oficial, aun, no tiene recursos para resolver tan complicado problema, pues, envuelven directamente a los espíritus desencarnados actuando sobre los seres humanos y estos influenciando a los espíritus desencarnados. En el momento de la decadencia moral como el nuestro, los Espíritus inferiores ejercen su influencia sobre las personas, en su vida íntima, en los vicios, en las drogas, en la violencia y hasta en el aumento de la criminalidad, pues, los hombres son influenciados por las mentes desencarnadas que actúan sobre las personas en este mundo de pruebas y expiaciones.
        
Para vencer este mal y quedar protegidos contra la depresión es necesario que practiquemos algunas acciones orientadas en El Libro de los Espíritus, que nos sugiere la practica de la Caridad y otras acciones para la liberación de este sufrimiento: Oír una buena música. Hacer una buena lectura. La frecuencia regular a una Institución religiosa, en el caso específico, a un Grupo Espírita Kardecista, y recibir una buena orientación espiritual. Aun, recomendamos la visita al médico o psicólogo y, finalmente, el envolvimiento de la persona en un trabajo espiritual o benéfico como una Terapia. Piense en eso. ¡Y sea feliz!

JoãoCabral Presidente de ADE-SERGIPE. Periodista. Psicoterapeuta Transpersonal. Expositor Espírita.

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