domingo, 1 de junio de 2014

De la Finitud del Tiempo

DE LA FINITUD DEL TIEMPO

 Sabemos todos que el tiempo pasa muy pronto, cuando estamos mentalmente concentrados, y que cuando estamos desocupados, aparenta alargarse, ¿no es así?
Pues bien, es esta subjetividad del tiempo, a la que me refiero.
Tengo claro que, en la medida en que aumentamos nuestra capacidad de concentración mental, el tiempo va disminuyendo para nosotros.
O sea, que vamos eliminando el tiempo, en el curso de la elevación vibratoria progresiva de nuestros pensamientos y sentimientos, determinada por el cúmulo de conocimientos y aptitudes adquiridas en nuestra ya milenaria excursión educativa, por los diferentes reinos de la Naturaleza.
Tal expansión de la consciencia, intelecto-moral, nos da oportunidad de profundizar mentalmente, cada vez mas profundo, en las cuestiones transcendentes de los aspectos materiales de la vida.
En otras palabras, con la siempre creciente aceleración de nuestras vibraciones psíquicas, aunque el tiempo continué siendo lo que siempre fue, nosotros lo percibiremos cada vez mas diminuto, mas corto, mas escaso...
Es bueno recordar que, conforme Einstein, el tiempo es solamente uno derivado del movimiento de las cosas materiales. Es así que la dimensión temporal no existe en los planos eternos, habitados por los espíritus elevados que ya pasaron, por las condiciones existenciales en que nosotros estamos, ya que no existen seres privilegiados en la Creación Divina.
Para ellos los siglos, debido a  los altísimos patrones vibratorios que pulsan, son como para nosotros,  los días.
Y al contrario de lo que pensábamos en nuestra infancia espiritual, la eternidad no es la sucesión interminable del tiempo; es la ausencia de las dimensionalidades materiales, entre ellas, ¡El tiempo!
Y cuando, por fuerza de la divina ley de evolución continua e infinita de los seres, merecernos vivir en las dimensiones espirituales puras, no tendrán sentido para nosotros palabras como, "futuro" y "pasado", pues estaremos viviendo el eterno presente.
Habremos, entonces, alcanzado el "fin de los tiempos" (fin = finalidad), y  podremos entender la promesa de Jesús de que permanecerá con nosotros hasta el final  de los tiempos, o sea, mientras necesitemos el condicionamiento espacio-tiempo, lo cual practicamos en nuestras sucesivas reencarnaciones.
Tengamos presente todavía, que la eliminación definitiva del tiempo es una perspectiva longincua en nuestro destino espiritual.
Por ahora, nos cabe aprovecharlo en la educación de nuestros pensamientos y sentimientos con vistas a la superación gradual de la animalidad ancestral, que todavía nos ata a la costra de este planeta.
Aureci Figueiredo Martins
Traducido por Cássio

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Usa el conocimiento superior en tu intimidad hogareña. El mundo comienza en casa.
- " Espíritu Marco Prisco"

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¿Hay motivos para temer al Espiritismo?

Al desconocer lo que sea el Espiritismo, es natural que se tenga miedo de trabar contacto con los espiritistas o con los libros de esa Doctrina. Aún más cuando ella es confundida con brujería, cartomancia, curanderismo.

Es por motivo de esas confusiones que muchos miran de reojo a aquellos que se atreven a dedicarse a esos temas del Espiritismo. Por eso hay que tener coraje para presentarse como espiritista hoy día.

Cuando surgió el Cristianismo, anunciado por el propio Cristo, pasaba lo mismo. La sociedad criticaba a los primeros cristianos y hacia chistes con ellos. Movidos por los intereses de la política dominante de la época, hubo quienes condenaban a los primeros cristianos que eran muertos en circos por fieras hambrientas o quemados vivos como antorchas humanas. Y, a pesar de todo, el Cristianismo triunfó. Cuanto más eran perseguidos, más cristianos surgían; hasta el momento en que Constantino, emperador romano, tuvo la infeliz idea de unir la religión naciente al estado decadente. A partir de entonces el Cristianismo empezó a perder su pureza primitiva presentada por el Cristo y vivenciada por los primeros cristianos.

Hoy ya no hay más persecuciones como en aquellos tiempos, pero aún es grande la ignorancia de lo que sea la verdadera enseñanza de Jesús que nada tiene que ver con dogmas o sacramentos. Su Doctrina es simple, pues anuncia, sin misterios, ?el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos?.

El Espiritismo viene a recordar a los hombres de buena voluntad, la importancia de esa vivencia del amor, de la fraternidad. Mas, para eso, es necesario que el hombre aprenda a pensar en el bien de los demás al revés de pensar solamente en sí mismo o en los de su propia sangre. Todas las religiones enseñan que somos hijos del mismo Dios, por lo tanto somos hermanos. Pero son muy pocos los que piensan en ello. Menos aún los que se dedican a ello.

Con la enseñanza de los Espíritus superiores podemos aprender como vivir esas enseñanzas sin sufrir perjuicios, logrando el paso necesario para que uno se sienta más útil, más valorado por el hecho de saber que es mejor de lo se creía muchas veces. Porque son muchos los que tienen ganas de hacer el bien, pero, acostumbrados a prácticas religiosas exteriores que nada dicen al corazón o al alma, vacilan delante de las oportunidades por miedo, por no creer que valga la pena, por no encontrar claros los motivos para auxiliar a los demás, por no ver y no meditar en los ejemplos de aquellos que ya se dedican al bienestar de otros.

Al estudiar el Espiritismo, uno lo encuentra muy claro, comprendiendo los motivos de los sufrimientos humanos y de la necesidad de la solidaridad entre todos. El nada tiene que ver con esas prácticas de brujería, cartomancia u otras semejantes, pues que es una filosofía de vida que propone al hombre el ejercicio del bien, la búsqueda del conocimiento de uno mismo, de los motivos que dan origen a las acciones y reacciones en las distintas situaciones de la vida, sea en familia o en sociedad.

No hay motivos para temer al Espiritismo, pues sus enseñanzas objetivan el bien de todos sin distinciones. De hecho esa es la parte más fácil de ser vencida porque no es difícil comprender que la Doctrina Espírita objetiva el bien. El temor de la opinión de los demás, sí que es difícil de vencerse. Pero, cuando uno sabe lo que es mejor para sí, gana el coraje de enfrentarse a las opiniones habituales, pues muchas veces las gentes están acomodadas en sus costumbres y alejadas del esfuerzo necesario a su progreso y adelantamiento.

Por eso podemos afirmar con Allan Kardec, el Codificador de la Doctrina Espírita, que para comprender la parte esencial de las enseñanzas espíritas se requiere ?cierto grado de sensibilidad que se puede llamar la madurez del sentido moral, madurez independiente de la edad y del grado de instrucción, porque es inherente al desarrollo, en un sentido especial, del Espíritu encarnado?.

La ignorancia produce el temor y la pereza. El conocimiento lleva a la plena conciencia de su papel en la vida y promueve la liberación del hombre.

Artículo de: Carlos Campettí
Nota Biográfica: El Señor Carlos Roberto Campettí Nació en hogar espiritista, en el interior del Estado de São Paulo - Brasil, y empezó a leer libros espíritas con nueve años de edad. A los 15 años empezó sus primeros estudios de las obras de Allan Kardec.
Es médium de psicofonía y expositor espiritista. Participó activamente en eventos espíritas en Argentina, Brasil, España, Estados Unidos, Francia, Portugal, Puerto Rico, Suiza y Venezuela.
En España es director del Grupo "Espiritismo sin Fronteras", en el que se imparten conocimientos espíritas y mediúmnicos a través de la Web de la F.E.E.
Imparte seminarios y cursos para preparación de trabajadores para los centros espiritistas, o sea, expositores, orientadores del Estudio Sistematizado, médiums, colaboradores del atendimiento fraterno, pasistas. Vivió en Uruguay y España. Actualmente vive en Estados Unidos.

Fue miembro de la Junta Directiva de la Federación Espírita Brasileña del 1982 al 1992.
Actualmente es miembro de su Consejo Superior
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LA FE, NO SE 

ORDENA



Se dice vulgarmente que la fe no se ordena, de ahí que muchas personas aleguen, que no es culpa suya si no tienen fe.
No cabe la menor duda de que la fe no se ordena, y lo que es todavía más justo: La fe no se impone.
No, no se ordena, pero se adquiere, y a nadie se le impide adquirirla, incluso entre los más refractarios a ella.
Estamos hablando de las verdades espirituales básicas y no de tal o cual creencia en particular.
No corresponde a la fe ir hacia los seres humanos, sino que éstos deben anticipársele y marchar a su encuentro, y la hallarán si la buscan con sinceridad.
Tened, pues, la certeza de que quienes afirman: "nada nos agradaría más que poder creer, pero no podemos ", están diciéndolo de labios para afuera y no con el corazón, porque al expresar eso se tapan los oídos.
Con todo, abundan las pruebas a su alrededor. ¿Por qué, entonces, se rehúsan a verlas?
En unos es por despreocupación; en otros, por temor de verse obligados a modificar sus hábitos, y en la mayoría, a causa del orgullo, que elude reconocer la existencia de un poder superior, pues en tal caso debería inclinarse ante él.
En algunos la fe parece, en cierto modo, innata. Basta una chispa para encenderla. Esa facilidad para asimilar las ideas espiritistas, constituye un signo evidente de progreso anterior.
En otros, a la inversa, tales ideas no penetran sino con dificultad, señal no menos notoria de una naturaleza retrasada.
Los primeros creyeron y comprendieron ya. Traen al renacer la intuición de lo que sabían: su educación está consumada.
Los segundos, en cambio, tienen que aprenderlo todo: su educación está por hacerse, pero se hará, y si no se completa en la vida actual, lo será en una futura.
Hemos de convenir sin embargo, en que la resistencia del incrédulo, muchas veces no se debe a él mismo, sino a la forma en que le son presentadas las cosas.
La fe requiere una base, y esa base es la comprensión acabada de lo que se debe creer. Para creer no basta ver, sino sobre todo comprender.
La fe ciega no es ya de este siglo. Precisamente, el dogma de la fe ciega, es el que produce en la hora actual mayor número de incrédulos....
Porque quiere imponerse y exige al hombre que abdique de una de sus más valiosas prerrogativas; el razonamiento y el libre albedrío.
A esa clase de fe sobre todo, se resiste el incrédulo, lo que pone una vez más de relieve la verdad, de que la fe no se ordena.
Puesto que tal fe no acepta presentar pruebas, deja en el espíritu un vacío, del que nace la duda.
Contrariamente, la fe razonada, es aquella que se apoya en los hechos y en la lógica, no deja tras de si ninguna oscuridad: en tal caso, se cree porque se está seguro, y sólo se tiene esa seguridad cuando se ha comprendido.
He aquí por qué la fe razonada no cede. Porque sólo es inquebrantable aquella fe que pueda mirar frente a frente a la razón en todas las edades de la humanidad.
El Espiritismo conduce a ese resultado, de ahí que triunfe sobre la incredulidad todas las veces que no encuentre una oposición sistemática e interesada.

El Evangelio según El Espiritismo.

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Comentario. Si la fe ciega no era del siglo pasado, mucho menos de este, por mucho que se resistan las fuerzas contrarias, esta mundo camina hacia la transformación.
Muchos son los que están despertando de un letargo espiritual, comprendiendo, que Dios es justicia sabiduría y poder, y todo es sostenido por el Amor.

Marco Antuan

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

                         

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