Hasta tanto no apliquemos el verdadero concepto de educación, que se estructura en mente-cuerpo-espíritu, haríamos bien en tener en cuenta nuestra parte trascendental, convivencial, nuestro ser íntimo que late y se irradia más allá del ropaje celular que nos cubre momentáneamente para nuestra singladura por el mundo de las formas.
Todos buscamos la felicidad, solo que, con frecuencia, lo hacemos por los senderos menos acertados, donde, quizá, materialmente, saquemos algún provecho temporal pero, a menudo también, hacemos que nuestra alma se quede "anestesiada"... Pesadamente comprometida ante las leyes superiores de orden y equilibrio que rigen el Universo.
Pese a que, aparentemente, hemos alcanzado un nivel de conciencia menos primitivista y estamos rodeados de un evidente adelanto tecnológico y de recursos, aún no nos hemos liberado del "hombre viejo" caprichoso y egoísta que tanto nos hizo caer en pasadas existencias. Aún, la sutil seducción del halago nos ronda el alma y, (la efímera y llena de trampas) melodía del poder y el "bienestar", en su acepción más materialista, nos atrae poderosamente... Y es así como por conseguir una serie de cosas o metas que creemos irresistibles y/o imprescindibles, nos empeñamos incluso moralmente, por conseguirlas, aunque con el paso del tiempo (y el tiempo nos coloca exacta y puntualmente ante aquello que hemos obviado o que aún no hemos hecho bien) toda conquista externa no nos bastará para llenarnos por dentro. Sólo las conquistas morales nos enriquecen y nos cubre de verdadera plenitud.
Eduquémonos en la libertad y honestidad, y eduquemos a nuestros hijos no para el espejismo del poder, sino para la verdadera felicidad, la que nace del equilibrio, la fe y la auto aceptación que nos salva de caer en las redes de la insatisfacción y el abuso.
Si realizamos una rápida visión del panorama social y cultural que nos rodea, nos vemos forzados a reconocer que cada vez es más difícil ser uno mismo sin perder identidad frente a los numerosos "bastones psicológicos" que, jóvenes y no tan jóvenes necesitan para sentirse realizados ante la avalancha que nos "vende" el sector más utilitarista de la llamada "sociedad de consumo"... La verdad es que nada nos impide el adquirir tal o cual cosa que, simplemente, nos apetezca tener y disfrutar; distinto es que por no obtenerla, nos sintamos inferiorizados o desconsiderados... Lo cierto es que el exhibir cierta marca de ropa o jactarnos de la casa en que vivimos, no habla, precisamente, de personalidad brillante ni de fortaleza interior.
Ni el "estatus" (académico, social, económico), por brillante que sea, ni las adquisiciones materiales por atractivas que sean, harán el trabajo principal para el cual nos comprometimos antes de encarnar: mejorar la "calidad" de nuestra alma en las luchas contra la ambición, el orgullo y las pasiones menos trabajadas. Si dejamos esto por otras cosas, lamentaremos los amargos dardos internos de las oportunidades perdidas.
Tendemos (por atavismos milenarios) a inclinarnos por aquello que, justamente, tiene fecha de caducidad: el cuerpo y los bienes terrenales... Justo lo que se extinguirá un día, no importa los años que hayamos invertido en ello. Y, por el contrario, tendemos a dejar a un lado con increíble facilidad, justo aquello que hemos venido a "pulir": nuestro propio espíritu, nuestro YO real.
Los Mentores de luz y amor no se cansan de advertirnos con paciencia y sabiduría ejemplar, propias de las almas elevadas, que intentemos vivir lo mejor posible (dentro de los límites que imponen el respeto a los demás y el equilibrio de las cosas) pero que no olvidemos nuestro ser interior, nuestro alma, pues es por ello, para elevarla, que una nueva encarnación en la escuela de la vida material se programó con el beneplácito de lo Alto... Cuando pasemos al "otro lado", la verdadera realidad de la vida, al mundo de las causas que envuelve el nuestro, (de donde todo proviene, incluidas las matrices originales de la vida) se nos preguntará que hemos hecho para vencer nuestras malas inclinaciones; se nos preguntará si aprovechamos los recursos que fueron colocados en nuestro camino para instruirnos, para donar a los menos favorecidos, etc... Entonces, como tantas otras veces, una serie de imágenes desfilarán ante nuestros paneles mentales, y seremos testigos de los éxitos y los fracasos y, con frecuencia, dada nuestra torpe e inmadura elevación espiritual y mental, también muchos seremos perplejos y desnudos observadores de las variadas oportunidades de crecimiento interior que fueron desperdiciadas, de una manera abierta o engañándonos ingenuamente para sentirnos más disculpados...
La búsqueda del éxito (cuando se presenta de una manera desordenada, obsesiva), en ocasiones, puede ser una "fuga" más como el alcohol, el sexo desmedido o las drogas, aspectos que no atienden a las necesidades reales, aquellas que predominan en la naturaleza humana y tienen transcendencia, en razón de su origen, del ser espiritual que somos.
El verdadero significado de la dicha, de la paz y la conquista, se establece, no en lo que poseamos, sino en la liberación de las que nos angustian y de los miedos que nos aturden.
No dejemos pasar las invitaciones de la vida, que a todos acude y, que se expresa de mil maneras distintas, para instruirnos y crecer en la práctica de la solidaridad de las almas (una de las propuestas espíritas), la práctica del bien, la auto-vigilancia de nuestros instintos menos felices, etc... Así, cuando atravesemos los portales de la vida física y nos transfiramos a los parajes espirituales, no lamentaremos con nostalgia y pesar todas las veces que no fuimos justos y humildes, dejándonos llevar por la (sutil pero eficiente) trampa de las sombras que, conocedoras de nuestras debilidades, operan eficientemente para apartarnos lo más que pueden de los operarios de la luz mayor, que respetando nuestro libre albedrío, nos dejan actuar como buenos servidores de Jesús o como ingratos personajes que todo nos creíamos merecer.
Sacudamos nuestra conciencia y asumamos la gran responsabilidad que nos brindan. Mucho le es pedido al que mucho se le ha dado...
No dejemos que la vanidad y los intereses personales nos desvíen de esa misión que nos trajo al mundo, en una coyuntura social y política tan complicada como la que atraviesa nuestro planeta. De alguna u otra manera todos hemos contribuido (en existencias pretéritas) a que los fantasmas de la violencia, el hambre y la ira se extiendan por los territorios del hombre de este siglo XXI que, apenas, estrenamos... ¿cuál será nuestro papel en esta nueva reencarnación? ¿Cómo contribuiremos a anular todos esos abusos que practicamos y/o el bien que pudimos hacer y no hicimos? Los espíritas tenemos la brújula más segura. ¿Empezamos? En estos tormentosos días, se torna tan urgente como inaplazable un esfuerzo generalizado a fin de restaurar los valores éticos-morales, culturales y espirituales de la Humanidad, que vienen sufriendo contundentes combates de exterminio.
El hombre de la tecnología y de la biónica, de la cibernética y de la ingeniería genética, ensoberbecido por las conquistas de la inteligencia, resbala, lamentablemente, en los tormentos psicológicos característicos de la pérdida de la dirección de si mismo y de los objetivos esenciales de la vida.
Fascinado por las conquistas exteriores, no se da cuenta de los perjuicios internos que lo consumen, por falta de estructura emocional para soportar las presiones derivadas de los factores degenerativos por él mismo generados.
En estos días, hay glorias del intelecto y observaciones del sentimiento, aguardando orientación.
El Espiritismo llega en el justo momento, para invitarte a una revisión de conceptos, así como a una profundización consciente y seria de la realidad de si mismo, en la condición de ser inmortal que eres.
Un miembro de la Federación Espírita Española
Como las enseñanzas contenidas en el Evangelio según el Espiritismo, son claras y objetivas,nadie puede pretextar ignorancia y dificultad para estudiarlos y apreciarlos con su propia razón. Los Buenos Espíritus fueron encargados por Jesús, sobre su propia supervisión y comando, de preparar el Reino de Dios para evitar que supuestos enviados del Señor vengan a interpretar lasLeyes de Dios y falsear la ley del amor al sabor de sus pasiones.
-Antonio Lima-
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