domingo, 30 de septiembre de 2012

AQUEL MOMENTO





Tuviste aquel momento de desánimo, cuando tus ideales no eran comprendidos ni siquiera por los más íntimos y sin piedad el látigo de la crítica gratuita te marcó el alma con la ironía y de la indiferencia.

         Entretanto, poco a poco, la Sabiduría Divina cicatrizó las heridas dolorosas  te sustentó en el camino repleto de piedras y espinos, para que tu amor y entusiasmo no faltasen a aquellos que se doblaron al peso del infortunio.

         Tuviste aquel momento la rebeldía, cuando el dolor lacerante te afectaba el organismo y la enfermedad repentina te interrumpió los pasos ágiles en las realizaciones más provechosas.

         A pesar de todo, poco a poco, la Misericordia Divina te devolvió la esperanza y serenó tu corazón impregnado de amargura, para que prosiguiese la jornada con los recursos necesarios.

         Tuviste aquel momento de aflicción, cuando el soplo de la muerte apagó la presencia física del familiar más querido y las horas amargas de la soledad te invadieron las largas noches de vigilia.

         No obstante, poco a poco, la Bondad Divina, te estancó las lágrimas de angustias y revistió de Paz los ojos enrojecidos por la añoranza, para que tus manos permaneciesen extendidas a los necesitados de apoyo.

         Tuviste aquel momento de duda, cuando intereses transitorios minaron tu esfuerzo de renovación íntima y el libro ilusorio de la vanidad te amenazó las tentativas de crecimiento espiritual.

         Sin embargo, poco a poco, la Providencia Divina, te dio suficiente valor para alcanzar la transformación  moral y te indicó de nuevo la luz de las verdades eternas, para que cultivases la fe viva en lo Alto y no cayeses en tentaciones ante las victoria fáciles.

- André Luiz -

*****

         Tuviste, si, muchas veces, aquel momento infeliz. Y en todas esas ocasiones, sentiste que el Poder divino te amparó con amor y paciencia.

         Por todo ello, en cualquier circunstancia, recuérdate del Señor como Padre Amantísimo que siempre tuvo contigo en la estela de los milenios y guardando en el corazón alegría y esperanza, deja tus labios susurren con devoción y ternura:

         - Soy hijo de Dios…

(Comunicación Psicografiada por Antonio Baduy Filho, en el Culto del Evangelio del Sanatorio Espírita José Días machado, en la mañana del 13 de abril de 2003, en Ituiutaba, Mina Gerais, Brasil)  




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