viernes, 21 de septiembre de 2012

¿ Existen los fantasmas? ( 2 )




Continuación de ¿Existen los Fantasmas?...

    ¿Qué inconveniente habría en que la posibilidad de ver a los Espíritus fuese permanente y general? ¿No sería este un medio para disipar las dudas de los más incrédulos?

—Puesto que el hombre se halla sin cesar rodeado de Espíritus, el hecho de verlos continuamente lo perturbaría, dificultando sus actividades y quitándole su propia iniciativa en los más de los casos, en tanto que, al creerse solo, actúa con más libertad. Y en lo que respecta a los incrédulos, tienen bastantes medios para convencerse, si quieren sacar provecho de ellos y si el orgullo no los ha cegado. Bien sabéis que hay personas que han visto y que no por ello creen más, pues alegan que se trata de ilusiones. No os preocupéis por esa clase de individuos. Dios se encargará de ellos.

OBSERVACIÓN. — Tanto inconveniente traería el vernos de continuo en presencia de los Espíritus como poder ver, en el aire que nos circunda, las miríadas de bacterias y virus que pululan en nuestro entorno. De donde debemos concluir que lo que Dios hizo bien hecho está, pues Él sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.

8.) Si el ver a los Espíritus presenta inconvenientes, ¿por qué entonces en ciertos casos es permitido?

—A fin de dar una prueba de que no todo muere con el cuerpo físico, y que el alma conserva su individualidad después de la muerte. Esa fugaz visión basta para proporcionar dicha prueba y atestiguar la presencia, junto a vosotros, de vuestros amigos fallecidos. Pero no tiene los inconvenientes que acarrearía una visión continua de los Espíritus.

9.) En los mundos más adelantados que el nuestro, ¿es permanente la vista de los Espíritus?

—Cuanto más se aproxima el hombre a la naturaleza espiritual, con tanto mayor facilidad entra en relaciones con los Espíritus. La índole grosera de vuestra envoltura hace más difícil y rara la percepción de los Seres etéreos.

10.) ¿Es racional atemorizarse por la aparición de un Espíritu?

—Quien reflexione al respecto comprenderá que un Espíritu, sea cual fuere, es menos peligroso que un encarnado.

Además, los Espíritus van a todas partes y no necesitamos verlos para saber que los hay junto a nosotros. El Espíritu que se proponga hacer un daño podrá hacerlo sin dejarse ver, y aun en este caso obrará con mayor seguridad.

No es peligroso por ser Espíritu, sino más bien por la influencia que puede ejercer sobre la mente de una persona, desviándola del bien e incitándola al mal.

OBSERVACIÓN. — Las personas que hallándose solas o en la oscuridad tienen miedo, rara vez se dan cuenta de la causa de su temor. No podrán decir qué las amedrenta, pero seguramente que deberían temer más el encontrarse con hombres que con Espíritus, porque un malhechor es más peligroso estando vivo que después de muerto. Una dama conocida nuestra tuvo una noche, en su dormitorio, una aparición tan real que creyó estar en presencia de una persona y su primera sensación fue de terror. Luego, una vez segura de que allí no había ningún encarnado, se dijo para sus adentros: “Parece que no es más que un Espíritu. Puedo dormir tranquila”.

11.) Aquel a quien un Espíritu se aparece, ¿podría entablar un diálogo con él?

—Perfectamente, e inclusive es lo que siempre se debe hacer en este tipo de casos, preguntando al Espíritu quién es, qué desea y qué podemos hacer por él. Si se trata de un Espíritu desdichado y sufriente, la conmiseración que le tengamos lo aliviará. Y si es un Espíritu benévolo, quizá venga con intención de darnos buenos consejos.

11 a.) En tal circunstancia, ¿cómo podrá respondernos el Espíritu?

—Lo hace a veces con sonidos articulados, igual que una persona viviente: pero casi siempre se establece una transmisión directa del pensamiento.

12.) Los Espíritus que se nos aparecen con alas, ¿las tienen realmente, o no son ellas otra cosa que una apariencia simbólica?

—No poseen alas los Espíritus. Y tampoco las necesitan, ya que pueden trasladarse a cualquier parte, en su condición de Espíritus.

Se aparecen de forma que pueden impresionar a la persona que es objeto de su manifestación. Los unos se muestran con ropas comunes, otros lo hacen envueltos en amplias vestiduras, y algunos con alas, como atributo de la categoría de Espíritus que representan.

13.) Las personas que se nos manifiestan en sueños, ¿son en todos los casos las que aparentan ser?

—Casi siempre se trata de las mismas personas con las que vuestro Espíritu se reúne, o que acuden a encontrarse con vosotros.

14.) Los Espíritus burlones ¿no pueden adoptar la apariencia de las personas que nos son queridas, para inducirnos a error?

—Toman apariencias fantásticas con el objeto de divertirse a expensas de vosotros. Pero hay cosas de las cuales no se les permite mofarse.

15.) Siendo el pensamiento una especie de evocación, se comprende que provoque la presencia de un Espíritu.

Pero ¿cómo se explica que muchas veces las personas en quienes más pensamos, deseando ardientemente volver a verlas, no se nos presentan nunca en sueños, mientras que vemos a otras que nos son indiferentes y en las cuales no pensábamos en manera alguna?

—No siempre tienen los Espíritus posibilidad de manifestarse a vuestra vista, ni siquiera en sueños y pese a vuestro deseo de verlos: pueden impedírselo causas que son independientes de su voluntad. A menudo es también una prueba, de la que el más ardoroso deseo no puede eximiros. En cuanto a las personas que os son indiferentes, si bien no pensáis en ellas, es posible que ellas piensen en vosotros. Por lo demás, no podéis tener noción de las relaciones del Mundo Invisible: encontráis allí a un gran número de conocidos íntimos —de mucho tiempo atrás o de hace poco—, de los cuales no tenéis la menor idea cuando os halláis en estado de vigilia.

OBSERVACIÓN. — Cuando no hay medio alguno de controlar las visiones o apariciones se pueden, sin duda, atribuirlas a alucinaciones. Pero si aquéllas se ven después confirmadas por los acontecimientos, no sería posible achacarlas a la imaginación. Tales son —pongamos por caso— las apariciones, en el momento de su muerte, durante el sueño o en estado de vigilia, de personas en quienes no pensamos en modo alguno y que, por diversos indicios, vienen a revelarnos las circunstancias de todo punto inesperadas de su fallecimiento. Con frecuencia se ha visto a los caballos encabritarse y negarse a seguir avanzando en presencia de apariciones que espantaban a sus jinetes. Si la imaginación interviene en alguna medida cuando se trata de seres humanos, es bien seguro que no tiene la menor participación en lo que se refiere a los animales.

Además, si las imágenes que vemos en sueños fueran siempre efecto de nuestras preocupaciones de la vigilia, nada explicaría por qué tantas veces sucede que no soñemos con las cosas en que más pensamos. Continuará...

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¿Qué lleva a la planta en medio de la maleza a buscar la luz? ¿Y al pajarillo a iniciar su primer vuelo a pesar del riesgo que corre? ¿Y al niño a comenzar a andar a pesar de caerse una y mil veces? Se trata de la ley del progreso, la cual gobierna desde el Universo a nuestras conciencias
José Manuel Fernández

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