Existen joyas raras en la literatura mundial, algunas veces hasta de autor considerado anónimo. Hace algunos días, en una obra, tomamos la siguiente advertencia, exactamente en esos moldes de que hablamos:
Un día llegará en que, en un determinado momento, un médico comprobara que mi cerebro dejó de funcionar y que, definitivamente, mi vida en este mundo llegó a su fin.
Cuando tal cosa acontezca, no digas que me encuentro en mi lecho de muerte.
Estaré en mi lecho de vida y cuida para que ese cuerpo sea donado para contribuir de forma que otros seres humanos tengan una vida mejor.
Da mis ojos al desgraciado que jamás haya contemplado el amanecer, que no haya visto el rostro de una criatura, o en los ojos de una mujer, la luz del amor.
Da mi corazón a alguna persona cuyo corazón solo haya valido interminables días de sufrimiento.
Mi sangre, dala al adolescente rescatado de su automóvil en ruinas, a fin de que pueda vivir hasta poder ver sus nietos brincando a su lado.
Da mis riñones al enfermo, que debe recurrir a una máquina para vivir de una semana a otra.
Para que un chaval paralitico pueda andar, toma toda la totalidad de mis huesos, todos mis músculos, las fibras y los nervios todos de mi cuerpo.
Revuelva en todos los rincones de mi cerebro. Si fuera necesario, tome mis células y haga que se desarrollen, de modo que, algún día, un chaval sin habla consiga gritar con entusiasmo al asistir a un gol, y una chavala sorda pueda oír el repicar de la lluvia contra la ventana.
Lo que sobra de mi cuerpo, entrégalo al fuego y lanza las cenizas, al viento, para contribuir con crecimiento de las flores.
Si algo tuvieras que enterrar, que sean mis errores, mis debilidades y todas mis agresiones contra mi prójimo.
Si acaso quisieras recordarme, hazlo con una buena obra y diciendo alguna palabra bondadosa al que tenga necesidad de ti.
* * *
Las palabras de advertencia de ese anónimo nos invitan a meditar en el tesoro que poseemos, que es nuestro cuerpo físico.
Tantos olvidamos de rendir gracias a Dios por esa maquinaria maravillosa, tanto como nos olvidamos de providenciar, después de la muerte física, el debido destino
Tantas son las campañas en pro de la donación de corneas, de riñones y vamos postergando siempre para más tarde la decisión de prescribir nuestra donación.
Sin olvidar de que, aun disponiendo del cuerpo físico, podemos tornarnos donadores del valioso líquido, que representa la vida y que se llama sangre.
Meditemos si no estamos siendo demasiado egoístas por no disponibilizar ese tesoro para que otros vivan y vivan de forma abundante.
* * *
La retirada de las corneas, después de la muerte, de forma alguna deforma o mutila el cadáver. Esa es la preocupación de algunos posibles donadores, que no desea agredir a la familia.
Los riñones pueden ser retirados del cadáver hasta seis horas después de haber ocurrido la muerte.
Para el Espíritu del donador no ocurre mutilación, al contrario, tales actitudes revelan desprendimiento y grandeza del alma.
Redacción de Momento Espirita
¿Dónde podemos encontrar evidencia de la existencia de Dios?
- En un axioma que la ciencia a su aplicais: no hay efecto sin causa. Busque la causa de todo lo que no es el trabajo del hombre y su razón responderá.
Para creer en Dios, el hombre está indicado para echar un vistazo sobre las obras de creación. El universo existe, por lo tanto él tiene una causa. Dudar de la existencia de Dios puede negar que todo efecto tiene una causa y admitir que de la nada se podía hacer algo.
- Cuestión nº 4 del Libro de los Espíritus-
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