domingo, 27 de mayo de 2012

ANOTACIONES SOBRE LA ORACIÓN




La oración es el saludo  “buenos días” el “hasta mañana” de todo fiel cristiano que cree en Dios y no se olvida de agradecerle todo lo que es, y la grandiosa oportunidad de existir.

Cuan pocos saben orar, son escasos los oradores, perdiendo el alivio de este remedio que el hombre puede utilizar a todas horas y en todo lugar, alentando  así su alma.

No debemos desanimarnos, porque nuestro dialogo sea escaso, sin argumentos  bien definidos, ni material con el que podamos expresar lo que llevamos dentro, es preciso comulgar con el sentimiento.

En la mirada  muchas personas, lo expresan todo, languidecen y se dejan llevar por los acontecimientos que no pueden cambiar, pero al mismo tiempo leemos en sus ojos, que no han perdido la esperanza, que  su expresión es triste  pero hay en ellas algo más, mucho más profundo y que  esperan  silenciosas sin exigir nada, son miradas que no se nos olvidan, que se nos quedan grabadas, y que como un espejo se reflejan en los que las miran, y les hace reflexionar, para buscar un apoyo hacia esos necesitados.

Así es Dios con sus hijos, cuando nos dirigimos a El y no sabemos que decirle hemos de sentir, hacer vibrar dentro de nosotros la chispa de la esperanza y la voz del sentimiento para que seamos atendidos, escuchados, socorridos.

hay tanto para decirle a dios de nosotros, y tanto le importamos  que nada para el permanece oculto de nuestras vidas, el más simple sentimiento, la más mínima insignificancia todo es reflejado para el de nosotros. ¡por eso nunca debemos decir dios no se acuerda de mi!

¿Cuándo realizamos un escrito y a alguien le gusta, le interesa,  que hace con el? Lo más normal es que lo guarde, para leerlo más veces, para conservarlo, como algo precioso de valor, así es Dios con sus  hijos, el instalo en nosotros un aparatito en el cual se quedan gravado todo de nosotros, es un aparato que  copia todo de nosotros, y al regreso a la Patria Celeste el muestra todo de nosotros ,  el periespiritu, por eso nada será falso, el todo lo guarda, como algo valioso, que después nos definirá ante Dios,   debemos procurar a cada instante llevar en el grandes adquisiciones, es lo único que llevaremos de valor espiritualmente, nuestras acciones, el móvil que nos ha guiado en ellas, todas con una exactitud sorprendente.   También nos puso otro aparato muy importante, ese era muy especial para nosotros, porque gracias a el podemos sentir si hacemos el bien o el mal, ese aparato es la conciencia, cuantas gracias debemos darle también por este valioso micrófono, que nos alerta sobre aquello que nos perjudica y que nos puede desviar del camino recto, que provisor fue Nuestro Padre, hasta que punto nos ama ¡Verdad¡

La oración es uno de los recursos eficientes que eleva y organiza la armonía “Cosmo-psíquico” en el hombre calmando las manifestaciones animales instintivas, aparta los pensamientos opresivos, disipa la melancolía, suaviza la angustia y alivia el sufrimiento del alma. Aunque el hombre no percibe los efectos positivos y benignos que recibe a través de la oración, sin embargo, aumenta sus fuerzas espirituales y le da el valor para enfrentar son optimismo las vicisitudes y los sufrimientos, propios de la existencia terrena.

Toda oración fervorosa recibe de lo Alto la respuesta benefactora, la sugestión segura y las energías psíquicas que sustentan al cuerpo carnal. La oración es un detonador psíquico capaz de mover excelsas energías que duermen en la esencia del alma humana.
Orando el hombre, mejora su frecuencia vibratoria espiritual, higieniza la mente, expulsa los malos pensamientos y genera mayor cuota de luz interior.

Esto explica porque algunos santos se purifican exclusivamente de la oración, mientras otros solo pueden lograrlo por vía del sufrimiento. En ambos casos, la purificación es el fruto de la dinamización de las fuerzas espirituales, latentes en la intimidad del ser, aunque varié el proceso empleado. En el primero, es un procedimiento espontáneo catalizado por la oración, en el segundo es el resultado del ejercicio del dolor. El hombre se purifica también por el habito constante de los buenos pensamientos, pues estos mantienen en el campo vibratorio de su mente, un estado, espiritual tan benéfico, como el que se produce en los momentos sedativos de la oración.

Cuando el hombre deja de orar y vigilar, el dolor se encarga de activar las reacciones morales necesarias para que más tarde  se libere perentoriamente de la opresión del mundo animal.

La oración es la ayuda más eficiente para mantener el equilibrio moral del espíritu, con la oración la persona confiada, serena y amorosa se religa a Dios.

Aunque la oración es una actitud de sublimación espiritual, no libra al hombre de las agresiones y hostilidades de los malhechores del mundo. Son innumerables las personas de vida santificada, que han sido sacrificadas, muertas, cuando oraban, fervorosamente. Pablo fue decapitado cuando oraba; los mártires del Cristianismo  soportaron la masacre colectiva, ante las fieras, mientras se ínter ligaban por la fuerza emotiva de las oraciones  y los cánticos excelsos de renuncia a la vida humana.

La oración como sublime expresión de catalizador angélico, no sirve pará obtener una cobertura. La claridad sublime que se forma alrededor del hombre durante el éxtasis de la oración, y la emoción de su espíritu invocando el Amor de Dios, no logran condensar los fluidos inferiores, para fines execrables. La oración es una vibración de energías excelsas para el servicio del Bien y del Amor.

Durante la oración sincera y fervorosa, el espíritu se libera con mucha facilidad del cuerpo físico, dado que vive, en ese momento, una especie de “fuga vibratoria” que inclusive, le hace sentir algo de su verdadera vida más allá de la materia.  En ese instante de pausa  espiritual, el organismo carnal palpita únicamente bajo la dirección de la vida animal. Es obvio que la oración, como proceso dinamizador, beneficia el campo de energías mental y astral del ser, permitiendo al espíritu mayor libertad de acción.

Aunque la oración no proporcione absoluta protección al cuerpo carnal contra el inhóspito del medio donde se manifiesta, por lo menos, dinamiza sus energías insuflando nuevos estímulos de vitalidad espiritual en la organización humana. La frecuencia vibratoria superior conseguida por el recurso de la oración en las energías del cuerpo físico, también asegura mejores relaciones y más armonías en el metabolismo atómico de las comunidades celulares. De todo esto, resultan condiciones favorables para la actividad y equilibrio del sistema nervioso y endocrino, como principales responsables por la estabilidad orgánica de la salud del hombre.

El no tener preocupaciones graves, o circunstancias dolorosas, alivia la mente y relaja el sistema nervioso. Por eso, la oración es un excelente recurso terapéutico del hombre, porque su dinámica libera el espíritu de las contingencias materiales, proporcionando momentos de paz y agradable alivio corporal. El ser no solo se reanima en espíritu, sino que establece mejores condiciones para la actividad fisiológica corporal en esa vivencia angélica.

La oración es como un centinela vigilante  contra las influencias espirituales nocivas, porque la naturaleza  del hombre no se afecta ante los estímulos ajenos de orden pecaminoso, pues la oración aquieta los impulsos inferiores y evita las explosiones de odio, celos y orgullo.

El psiquismo trastornado produce cargas emotivas dañinas, porque siembra choques destructivos en la contextura delicada de las células nerviosas, y la consecuente perturbación del organismo físico. En cada órgano del cuerpo humano repercute la carga “psico-dinámica” qué es emitida por la mente, pues acelera, retarda y hasta paraliza las funciones orgánicas, puesto que actúa  en perfecta sintonía con la fuerza del impacto mental favorable o desfavorable. La armonía magnético-vital  que asegura la salud corporal, depende principalmente, de su estado espiritual. Cada hombre vive, alimenta e incorpora en si mismo, el bagaje de sus emociones psíquicas.

La oración sincera y pura funciona siempre, como un excelente disociador de las “formas pensamientos” indeseables, adheridas al halo mental del hombre, pues es un poderoso instrumento que purifica la mente intoxicada y desoprime el sistema cerebro espinal.

El odio, la rabia, el celo, el orgullo, la envidia, la avaricia, la codicia, o la crueldad, son estados negativos del espíritu que producen, “formas pensamientos” enfermizas, causando alteración en el sistema endocrino, contrae la vesícula y el duodeno, atrofia el colon intestinal por los espasmos indisciplinados y produce la congestión hepática, debido a la sobrecarga cardiaca o retardamiento circulatorio sanguíneo.

La oración armoniza el campo mental u magnético del hombre, acelera el poder defensivo de las bacterias, activa los procesos inmunológicos y vitaliza a los agentes defensivos contra los brotes epidémicos, como desahoga el curso de las hormonas, responsables por la constitución celular. Los médicos el futuro, después de que hayan alcanzado profanidad sobre ele Studio del complejo problema de las enfermedades del presente siglo, tendrán que aceptar la oración como un recurso de suma eficiencia positiva, para ayudar a la conservación psico-física del hombre. El enfermo que ora afligido, la fuerza y la sublimidad de la oración le cicatrizan con más rapidez, sus heridas, como acelera su convalecencia y se defiende contra la infección, después  de las intervenciones quirúrgicas.

Los enfermos que oran suavizan sus amarguras, soportan con estoicismo los sufrimientos redentores y hasta llegan a olvidar las reminiscencias trágicas o dramáticas del pasado, sobreponiéndose tranquilos, a las cosas del mundo transitorio.

No debemos orar interesadamente pidiendo mejorar los negocios, evitar deberes cotidianos, satisfacer pasiones ilícitas, vengarse del adversario o alcanzar fortunas fácilmente con negocios inescrupulosos. La oración desahoga  a la persona en las horas cruciales y perturbadoras, renovándole el ánimo a través de la energía superior, consolándose el alma con seguridad, rapidez y liberación redentora, ante los sufrimientos de la carne.

 Jesús, Francisco de Asís, Don Bosco, Teresa de Jesús, Vicente de Paúl, y otras criaturas de elevado porte espiritual que sobreponían la Vida  Eterna a la transitoriedad material, volaban en alas de la oración hasta las  esferas angélicas y comulgaban felices con el reino celestial del señor.

Habituémonos a la oración, edifiquemos dentro de nosotros un altar donde nos retiremos silenciosos para hablar con Dios nuestro Padre, sin pensar en como lo hacen los demás, es algo especial, de cada uno, y que mejoraremos y lograremos alcanzar mayor y mejor sintonía  a medida que vallamos adquiriendo soltura y experiencia en esa tarea, al principio todo resulta un poco desconocido, pero solo con el uso habitual de la oración conseguiremos conducirnos en ella eficazmente.

- Merche-


 ¿Qué debemos entender por el infinito?
- Qué no tiene ni principio ni fin, lo desconocido, todo lo que es desconocido es infinito.
-Cuestión nº 2 del Libro de los Espíritus-



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