jueves, 15 de febrero de 2024

Advenimiento del Espíritu de Verdad

 INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1,-  En los días difíciles

2.- Los milagros, según el Espiritismo

3.- La Ley de Igualdad

4.- Advenimiento del Espíritu de Verdad

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                 REFLEXIONES DE EMMANUEL

                                EN LOS DÍAS DIFICILES 

     En los días difíciles, reflexiona en los otros días difíciles que ya se fueron.   Después de atravesados los trances y luchas que suponemos insuperables, no te supiste explicar a ti mismo de qué modo los venciste y de que fuentes sacaste las fuerzas necesarias para sustentarte y rehacerte, durante y después de las escaramuzas sufridas.   

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     Viste la enfermedad en el ser amado constituir una gravedad extraña y sin que lograses penetrar el fenómeno en todos los detalles, surgió la medicación o la providencia de ideas que lo arrebataron de la muerte.

     Experimentaste la visita del desánimo, frente a los obstáculos que te agravaron la vida, , más sin que te dieses cuenta del amparo recibido, te despojaste del desaliento de las tinieblas y regresaste a la luz de la esperanza. 

     La crisis del sentimiento que se te figuraban invencibles, por el tenor de la angustia con que te alcanzaron lo íntimo del alma, desaparecieron como por encanto sin que consiguieses definir la intervención libertadora que te restituyó la tranquilidad.

     Sufriste la ausencia de seres inmensamente queridos, llamados por la desencarnación, por tareas urgentes, a otras fajas de experiencias. Sin embargo, sin que realizases ningún esfuerzo, otras almas bendecidas aparecieron, pasando a nutrirte el corazón con edificante apoyo afectivo.

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      Todo eso mientras tanto, sucedió porque persististe en la fe, aguardando y confiando, trabajando y sirviendo, sin entregarte a la deserción o a la derrota, ofreciendo oportunidad a la bondad de Dios para actuar en tu beneficio.

      En las dificultades actuales, considera las dificultades que ya venciste y comprenderás que Dios, cuyo infinito amor ya te sustentó entonces, también te sustentará hoy.

      Para eso, sin embargo, es fundamental que permanezcamos fieles al cumplimiento de nuestras obligaciones, toda vez que la paciencia, en el centro de ellas, es el don de la esperanza de Dios, cooperando con Dios, sin tener que buscar.

     Emmanuel (Espíritu), a través del Médium Chico Xavier    


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LOS MILAGROS,SEGÚN EL ESPIRITISMO 

    En su acepción primitiva, y por su etimología, la palabra milagro significa “cosa  extraordinaria”; “cosa admirable de ver”, pero esta palabra, como tantas otras, se ha separado de su sentido original, y hoy día se dice (según la Academia) “de un acto de la potencia divina contrario a las leyes comunes de la Naturaleza. Tal es en efecto su acepción usual, y sólo por comparación y por metáfora se aplica a las cosas vulgares que nos sorprenden y cuya causa es desconocida. No entra, de ninguna manera, en nuestras miras examinar si Dios ha podido juzgar útil en ciertas circunstancias, derogar las leyes establecidas por él mismo; nuestro fin es únicamente demostrar que los fenómenos espiritistas, por extraordinarios que sean, no derogan de ningún modo estas leyes, no tienen ningún carácter milagroso, como tampoco son maravillosos o sobrenaturales. El milagro no se explica; los fenómenos espiritistas, al contrario, se explican de la manera más racional; éstos no son, pues, milagros, sino simples efectos que tienen su razón de ser en las leyes generales. El milagro tiene además otro carácter, el de ser insólito y aislado. Luego, desde el momento que un hecho se reproduce, por decirl así, a voluntad y por diversas personas, éste no puede ser milagro. La ciencia hace todos los días milagros a los ojos de los ignorantes; he aquí porque en otro tiempo, los que sabían más que el vulgo pasaban por hechiceros; y como se creía que toda ciencia sobrehumana venía del diablo, se les quemaba. Hoy día que se está mucho más civilizado, se contentan con enviarles a los manicomios.

     Que un hombre realmente muerto, como hemos dicho al principio, vuelva a la vida por una intervención divina, eso sería un verdadero milagro, porque es contrario a las leyes de la Naturaleza. Pero si este hombre tiene sólo las apariencias de la muerte, si hay todavía en él un resto de “vitalidad latente”, y que la ciencia o una acción magnética consigue reanimarle, para las gentes ilustradas, es un fenómeno natural; pero a los ojos del vulgo ignorante, el hecho pasará por milagroso, y el autor será apedreado venerado, según el carácter de los individuos. Que en medio de ciertas aldeas un físico lance un cometa eléctrico y haga caer el rayo sobre un árbol, este nuevo Prometéo será ciertamente mirado como armado de una potencia diabólica; y sea dicho de paso, Prometéo nos parece singularmente haber adelantado a Franklin; pero Josué deteniendo el movimiento del Sol, o mejor, de la Tierra, he aquí el verdadero milagro, porque nosotros no conocemos ningún magnetizador dotado de tan gran potencia para operar tal prodigio. 

    De todos los fenómenos espiritistas, uno de los más  extraordinarios es, sin contradicción, el de la escritura directa, y uno de aquellos que demuestran de manera más patente la acción de las inteligencias ocultas; pero aunque el fenómeno sea producido por seres ocultos, no es más milagroso, que los otros que son debidos a agentes invisibles, porque estos seres ocultos, que pueblan los espacios, son una de las potencias de la Naturaleza, potencia, cuya acción es incesante sobre el mundo material, así como sobre el mundo moral. El Espiritismo ilustrándonos sobre esta potencia nos da la llave de una porción de cosas inexplicadas e inexplicables, por cualquier otro medio, y que han podido en tiempos anteriores pasar por prodigios; revela lo mismo que el magnetismo, una ley, si no desconocida, al menos mal comprendida; o por mejor decir, se conocían los efectos, porque se han producido en todo tiempo, pero no se conocía la ley, y la ignorancia de esta ley es la que ha engendrado la superstición. Conocida esta ley, lo maravilloso desaparece, y los fenómenos entran en el orden de las cosas naturales. He aquí porque los espiritistas no hacen milagros haciendo girar una mesa o escribir a los difuntos, como el médico haciendo revivir a un moribundo, o el físico haciendo caer el rayo. Aquel que pretendiese, con la ayuda de esta ciencia, hacer milagros, sería, o un ignorante de la cosa o un farsante.

Divaldo P. Franco   

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          LA LEY DE IGUALDAD                                                                

     La Doctrina Espirita enseña que, ante Dios, todos los hombres son iguales, pues tuvieron el mismo principio y tendrán, sin excepción, el mismo fin: la gloria y la felicidad. Las diferencias que presentan entre sí, sea en inteligencia, sea en moralidad, no derivan de la naturaleza íntima de ellos; resultan apenas de haber sido creados hace más o menos tiempo y del mayor o menor aprovechamiento de ese tiempo, en el desarrollo de las aptitudes y virtudes que les son intrínsecas, en consonancia al buen o mal uso de su libre albedrío por parte de cada uno. Esa igualdad absoluta de los hombres ante Dios ¿sería válida también en Sociología? “No; ni es posible. A eso se opone la diversidad de las facultades y de los caracteres”, ya lo dijeron, hace más de un siglo, las voces que dictaron a Kardec los delineamientos filosóficos del Espiritismo.

     La ambición y la envidia de unos, sumadas al idealismo irreflexivo de otros, hacen que muchos sueñen con una quimérica igualdad de las riquezas, que, si llegase a realizarse, “sería muy pronto destruida por la fuerza de las cosas” – añadieron, también, aquellas mismas voces. No se deduzca de ahí que las faltas de nuestra estructura socio-económica, responsable de tantos sufrimientos, no deban ser sanadas. Por el contrario, todos debemos luchas para que las instituciones terrenas se perfeccionen, permitiendo que alcancemos una situación tal en que caigan los privilegios de casta o de nacimiento; se extingan los preconceptos del color, de raza y de creencia; haya oportunidades educacionales para cuantos las deseen, indistintamente; las sanciones penales no recaigan solamente sobre los débiles; la mano de obra sea asociada y no esclava del capital, etc.

     El mejor medio de alcanzar ese objetivo, todavía, no es la subversión de la sociedad, lo que retardaría el progreso y el bienestar colectivos, sino la cristianización del hombre, llevándolo al cumplimiento exacto de sus deberes para consigo mismo, para con el prójimo y para con Dios, inculcándole, además, una serena e inexorable confianza en los designios de la Providencia, que no desampara a nadie y, a pesar de ciertas apariencias engañadoras, a todos retribuye de conformidad con sus méritos, a través del mecanismo de las vidas sucesivas. Es urgente que comprendamos que, cualquiera que sea la posición en que se hallen situados, “todos los hombres son obreros de la evolución” y que la diversidad de funciones en el complejo social es tan indispensable para su armonía como las variadas finalidades de los órganos lo son para el equilibrio de nuestro organismo. “Que los trabajadores de la dirección sepan amar y que los de la realización nunca odien” (Emmanuel), tal es la igualdad ofrecida por el Evangelio a la problemática social.

     Cuando el egoísmo y el orgullo dejen de ser los sentimientos predominantes en la Tierra; cuando comprendamos que somos todos hermanos, amándonos realmente unos a los otros como preceptúa la Religión; todo hombre de buena voluntad hallará ocupación adecuada a sus aptitudes, que le garantice lo mínimo necesario para una vivencia compatible con la dignidad humana, e incluso aquellos que no puedan mantenerse más en activos, por enfermedad o vejez, tendrán a su favor el amparo de la ley, sin que necesiten humillarse, recurriendo a la caridad pública. Beneficiados por la ley de Dios, que nos señaló un solo y único destino, busquemos, todos, conquistar la Sabiduría y el Amor, razón teleológica de nuestra existencia, dedicándonos al trabajo y a la práctica del Bien, teniendo la seguridad de que, aunque momentáneamente colocados en diferentes planos en el pasaje social de la Tierra, en atención a las necesidades evolutivas de cada cual, todos caminamos para un estado de justicia perfecta, lo que vale decir – todos habremos de sentir, un día, el “reino de los cielos” dentro de nuestros propios corazones.

(Cap. IX, preg. 803 y siguientes. El libro de los Espíritus)

Rodolfo Calligaris


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ADVENIMIENTO DEL ESPÍRITU DE VERDAD                                        

     Vengo, como en otro tiempo, entre los hijos descarriados de Israel, a traer la verdad y a disipar las tinieblas.- Escuchadme. El Espiritismo, como antiguamente mi palabra, debe recordar a los incrédulos que sobre ellos reina la verdad inmutable; el Dios bueno, el Dios grande que hace germinar la planta y eleva las olas. Revelé la Doctrina divina y como un cegador, reuní en fejes el bien esparcido por la Humanidad y dije: ¡Venid a mí, vosotros los que sufrís! Pero los hombres ingratos se desviaron del camino recto y extenso que conduce al reino de nuestro Padre, y están perdidos en los ásperos y estrechos caminos de la impiedad. Nuestro Padre no quiere aniquilar la raza humana; quiere que, ayudándoos unos a los otros, muertos y vivos, es decir muertos según la carne, porque la muerte no existe, os socorráis, y que no ya la voz de los profetas y de los apóstoles, sino la voz de aquellos que ya no están en la Tierra, se haga oír para proclamaros: ¡Orad y creed! Porque la muerte es la resurrección, y la vida, es la prueba elegida durante la cual vuestras virtudes cultivadas deben crecer y desarrollarse como el cedro.

     Hombres débiles que comprendéis las tinieblas de vuestras inteligencias, no alejéis la antorcha que la clemencia divina pone en vuestras manos para iluminar vuestro camino y conduciros, cual hijos perdidos, al regazo de nuestro Padre.

     Estoy muy conmovido de compasión por vuestras miserias, por vuestra inmensa debilidad, para no tender una mano segura a los infelices extraviados que, viendo el cielo, caen en el abismo del error. Creed, amad, meditad las cosas que os son reveladas; no mezcléis la cizaña con el buen grano, las utopías con las verdades

     ¡Espíritas! Amaos: he aquí la primera enseñanza; instruíos, he aquí la segunda. Todas las verdades se encuentran en el Cristianismo; los errores que se han arraigado en él son de origen humano y he aquí que, más allá de la tumba, donde creíais encontrar la nada, hay voces que os claman: ¡Hermanos! Nada perece; Jesucristo es el vencedor del mal, sed los vencedores de la impiedad..

(EL ESPÍRITU DE VERDAD, París, 1860).                                                                              EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO.- ALLAN KARDEC


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