CLASIFICACIÓN DE LOS FENÓMENOS PARANORMALES
Después de la propuesta inicial de RHINE, clasificando los fenómenos paranormales dentro de
dos vertientes básicas, de la percepción extrasensorial y la psicocinesia. el campo de estudio de la
parapsicología se ha venido ensanchando notablemente en las últimas décadas, por lo que se hace
necesario adoptar criterios que sean uniformes y coherentes para que sean clasificados atendiendo
a las relaciones y semejanzas entre ellos. Hemos preparado el esquema que sigue a continuación
con el propósito de proporcionar una visión panorámica del amplio espectro de los fenómenos para
normales, con la advertencia de que no se trata de una clasificación definitiva ni tampoco rígida,
puesto que muchos de esos fenómenos podrían ser ubicados en varios grupos a la vez, conforme a
su naturaleza y origen. Hablamos entonces, de cuatro grupos:
Fenómenos parapsíquicos. Son también denominados de Percepción Extrasensorial (ESP).
Psi-Gamma o Subjetivos. Se refieren a los hechos paranormales vinculados con los procesos
cognitivos.
Fenómenos parafísicos. Se les denomina también de Psicocinecia, Psi-Kappa u Objetivos. Se
refieren a la función PSI en su aspecto motor e incluyen todas las influencias paranormales que
ejercen efectos tangibles sobre la realidad física.
Fenómenos parabiológicos. Comprenden las manifestaciones paranormales mixtas (psíqui-
cas y físicas) ejercidas sobre seres vivientes, independientemente de su nivel evolutivo dentro de
la escala filogenética, y que provocan modificaciones en su constitución o en su funcionamiento.
Fenómenos paratanáticos. También llamados de Psi-Theta. A ellos pertenecen ciertos hechos
insólitos presuntamente provocados por seres ya fallecidos, es decir, espíritus desencarnados o
agentes Theta, y en general, cualquier episodio que involucre alguna forma de sobrevivencia des-
pués de la muerte, bien sea de carácter subjetivo (Theta-psigamma) u objetivo (Theta-psikappa).
En la foto superior el científico inglés William Crookes.
En la foto superior el científico inglés William Crookes.
Publicado por René Dayre Abella
en el Blog del Centro Virtual de estudios espíritas
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¿ EL ESPIRITISMO CREÓ UNA NUEVA MORAL ?
El Espiritismo no creó ninguna moral nueva; facilita a los hombres la inteligencia y lapráctica de la moral de Cristo, dando una fe sólida y esclarecida a los que dudan o vacilan.
Pero muchos de los que creen en los hechos de las manifestaciones, no comprenden ni sus consecuencias, ni su alcance moral; o, si los comprenden, no se las aplican a sí mismos. ¿A qué se debe esto? ¿A falta de precisión de la doctrina? No, porque no contiene ni alegorías ni figuras que puedan dar lugar a falsas interpretaciones; su esencia misma es la caridad y esto es lo que constituye su fuerza, porque va directo a la inteligencia. Nada tiene de misteriosa y sus iniciados no están en posesión de ningún secreto oculto para el vulgo.
Para comprenderla, ¿es preciso una inteligencia fuera de lo común? No, porque se ven hombres de una capacidad notoria que no la comprenden, mientras que inteligencias vulgares y aun de jóvenes apenas salidos de la adolescencia, comprenden sus matices más delicados con admirable precisión. Esto depende de que la parte de algún modo material de la ciencia, sólo requiere vista para observar, mientras que la parte esencial requiere cierto grado de sensibilidad que se puede llamar la madurez del sentido moral,madurez independiente de la edad y del grado de instrucción, porque es inherente al desarrollo, en un sentido especial, del Espíritu encarnado.
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO.
ALLAN KARDEC.
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LA ORACION
Médium, Sra. F.
El Espiritismo no creó ninguna moral nueva; facilita a los hombres la inteligencia y lapráctica de la moral de Cristo, dando una fe sólida y esclarecida a los que dudan o vacilan.
Pero muchos de los que creen en los hechos de las manifestaciones, no comprenden ni sus consecuencias, ni su alcance moral; o, si los comprenden, no se las aplican a sí mismos. ¿A qué se debe esto? ¿A falta de precisión de la doctrina? No, porque no contiene ni alegorías ni figuras que puedan dar lugar a falsas interpretaciones; su esencia misma es la caridad y esto es lo que constituye su fuerza, porque va directo a la inteligencia. Nada tiene de misteriosa y sus iniciados no están en posesión de ningún secreto oculto para el vulgo.
Para comprenderla, ¿es preciso una inteligencia fuera de lo común? No, porque se ven hombres de una capacidad notoria que no la comprenden, mientras que inteligencias vulgares y aun de jóvenes apenas salidos de la adolescencia, comprenden sus matices más delicados con admirable precisión. Esto depende de que la parte de algún modo material de la ciencia, sólo requiere vista para observar, mientras que la parte esencial requiere cierto grado de sensibilidad que se puede llamar la madurez del sentido moral,madurez independiente de la edad y del grado de instrucción, porque es inherente al desarrollo, en un sentido especial, del Espíritu encarnado.
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO.
ALLAN KARDEC.
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LA ORACION
Médium, Sra. F.
Es llegado el momento de poder la inteligencia, suficientemente desarrollada en el hombre, comprender la acción, significación y alcance de la oración. Convencido de ser comprendido, puedo, pues, decir: ¡No mas incredulidad, ni fanatismo! y sí la completa seguridad de la fuerza que Dios concede a todos los seres, cuando a El se eleva el pensamiento.
En la oración, en el recuerdo vuelto a ese Padre, fuente inagotable de bondad y caridad, lejos de vosotros esas palabras aprendidas, que los labios pronuncian en un hábito adquirido, mas dejan frío el corazón en sus impulsos. Reanimados y atraídos hacia Él por el conocimiento de la verdad, por la fe profunda y la verdadera luz, enviar al Eterno vuestros corazones en un pensamiento de amor, de respeto, de confianza y abandono; en un transporte, finalmente, de todo el ser, ¡ese vehemente impulso interior, único al que se puede llamar oración!
Desde la aurora, el alma que se eleva, por la oración, al infinito, experimenta como una primavera del pensamiento que, en las variadas circunstancias de la existencia, la conduzca al fin preciso, que le es designado.
La oración conserva en la infancia esa inocencia en que sentís todavía la pureza, reflejo del reposo que el alma disfruta en el espacio. Para el adolescente es el freno represor de la impetuosidad, que en él brota como vigoroso flujo; savia generatriz, si es seguida, perdida cierta en caso de desfallecimiento, mas rescate, si el alma puede y sabe retemplarse en la oración.
Después, en la edad en que, en la plenitud de sus fuerzas y facultad, el hombre siente en sí la energía que, muchas veces, lo debe conducir a grandes cosas, la concentración en que se afirma el pensamiento, ese grito de la conciencia que le dirige los actos ¿no es todavía la oración?
Y del débil, es poderoso amparo, ¿no es la oración el consuelo, la luz que lo auxilia a dirigirse, como el prisma del faro que indica al náufrago la playa salvadora?
En el peligro, mediante estas dos palabras proferidas con fe "!mi Dios!" - envía el hombre toda una oración al creador. Ese clamor, ese ruego al todopoderoso ¿no expresa, como recuerdo, el instinto del socorro que de él espera recibir?
El marinero expuesto a los peligros, por falta de toda ayuda en medio de los elementos desencadenados, formula en su fe profunda un voto: ¡es oración cuya sinceridad sube radiosa a Aquel que lo puede salvar!
Y cuando ruge en la Tierra la tempestad, grandes y pequeños tiemblan al considerar su propia impotencia y, a esa voz poderosa que repercute en las profundidades de la tierra, oran y confiados dicen estas palabras: ¡Dios! ¡presérvanos de todo peligro! - Abandono completo, en la oración. A aquel que, por su voluntad, todo puede.
Cuando llega la edad en que nos abandona la fuerza, en que los años hacen sentir todo su peso, en que el alma entristecida por los sufrimientos, por la debilidad que la invade se siente incapaz de reaccionar; cuando, finalmente, el ser se ve postrado por la inacción, la oración, caudal refrigerante, le viene a calmar y fortalecer las últimas horas que debe permanecer en la Tierra.
A cualquier edad, cuando os asedian las pruebas, cuando sufre el cuerpo y, sobre todo, el corazón amargado ya no deja reposar feliz al pensamiento en lo que consuela y atrae, la oración, únicamente la oración, reclaman al alma, al pensamiento, al corazón, la calma que ya no poseen.
Cuando el encarnado, en la plenitud de sus energías, inspirado por el deseo de lo bello y de lo grande, refiere sus aspiraciones a todo lo que lo rodea, practica el bien, se torna útil, auxilia a los desgraciados y, celeste oración, fuerza del pensamiento, en sus actos y amparado por el fluido poderoso que del Mas Allá se le asocia, constante e invisible cadena del encarnado con los desencarnados es, para mí, ¡la oración!
Diré, pues, a todos, que la bondad inspira, a los que, en este siglo en que el pensamiento inquieto investiga sin firmeza, sienten la necesidad de una fe profunda y regeneradora: - Enseñad la oración a la criatura, ¡desde la cuna! Todo ser aún en el extravío de las pasiones, conserva el recuerdo de la impresión recibida en el umbral de la vida y torna a encontrar como consuelo, en el crepúsculo de la existencia recorrida, el encanto aún presente de los años benditos en que la criatura, iniciándose en la vida, respira sin temor, vive sin inquietud profiriendo en los brazos de su madre este nombre tan grande y tan dulce - "!Dios!" que ella le enseña a murmurar.
Sacando fuerzas y convicción en ese piadoso recuerdo, él repetirá con toda confianza, en el último adiós a la Tierra, la oración aprendida con la primera sonrisa.
JERÓNIMO DE PRAGA.
LEÓN DENIS
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CURACIÓN DIVINA
Dios educa a las almas a través de las propias almas.
Ninguno de los espíritus de alta categoría viene al mundo para impedir el sufrimiento de la humanidad. Como el agua que tomamos hoy, sabiendo que mañana tendremos sed nuevamente, surgen como alivio, orientándonos en el sentido de encontrarnos con la verdadera fuente, dentro de nosotros mismos. Debemos recordar a Jesús al lado de la samaritana, en el viejo pozo de Jaco: “Dadme de esta agua que te daré una, que tomándola nunca más tendrás sed” – ¡agua de la sabiduría, de la pureza espiritual, agua de la verdad!
Bien sabemos que nuestra naturaleza es animal, que nuestros instintos son inferiores y agresivos y que la educación solamente parte de uno mismo, pues los valores del alma, después que Dios nos lo dio, son conquistas de nuestro propio esfuerzo de cada día. Dios y Cristo nunca nos abandonan, pero Ellos no pueden y no deben hacer lo que a nosotros nos corresponde realizar.
Existen muchos métodos de curar, desde masticar hierbas entre los indios, a las más sofisticadas invenciones en el reino de Hipócrates, desde los siropes de larga vida en el área iniciática, a la medicina homeopática, fundada por Samuel Hahnemann, en las concentradas gotas de energismo curativo, desde las bendiciones de los campesinos con ramos específicos, a la flora medicinal, desde los masajes de los antiguos egipcios, a las famosas agujas orientales, desde los soplos de los Padres del Yoga, a los pases en los templos espiritas. En fin, hay un sin número de modalidades de curaciones, por todos los ángulos que podamos imaginar. Y, hoy en día, hay muchas personas curando por la alimentación; no obstante, todas las curaciones mencionadas y de las que no necesitamos hablar, carecen de la fuerza del pensamiento, cuya energía se convierte en aquello que quisimos transformar, por la luz del corazón.
Las enfermedades, sean las que sean, son estados anómalos del espíritu, que las exterioriza en el cuerpo como un hecho depurador que se le hace necesario, con el fin de equilibrarse delante de la Vida Activa de la cual procede y en la que se encuentra.
No siempre la ausencia de enfermedad puede significar salud, instalada en el Espíritu deudor, lentamente viaja en la dirección del cuerpo donde más tarde o más temprano, se revelará, y al ser identificada por sus síntomas y por el dolor que provoca, el individuo ya era enfermo sin saberlo. No obstante, aunque mantenga el bienestar físico, mental y transito social armónico, podrá considerarse una persona con salud y cuando determinados comportamientos enfermizos se le presenten, mediante la buena dirección de la mente podrá proseguir feliz, sin permitirse caer en el desanimo o en los estados mórbidos que representan las enfermedades del alma.
De ese modo la salud es el estado natural de la vida.
En lo recóndito del ser espiritual. Se encuentranpues, las matrices de las enfermedades y, ahí, por tanto, deberán ser tratadas, sin que puedan cesar los efectos momentáneamente, postergando empero, la persecución de esos sucesos perniciosos y destructivos.
El pensamiento es el agente catalizador de los acontecimientos que involucran al ser humano. Si por acaso, las acciones no encuentran el agente mental desencadenante en la actualidad, es porque permanece en el ayer sombrío del viajero espiritual.
Al ser así, es indispensable que renovemos los pensamientos constantemente, para mejor, creando hábitos saludables y dinamizando las actividades enriquecedoras de bendiciones, a fin de que el estado de bienestar permanezca como divisor de los diferentes estados de la actividad humana.
Muchos episodios de carencia en el área de la salud se presentan en todas las vidas, pero no debe constituir un motivo de preocupación, ya que forma parte del desarrollo de las funciones orgánicas vitales, de las auto recuperaciones de las piezas internas de la maquina física, sin ningún perjuicio por la armonía general del cuerpo y de la mente.
El ser humano es el resultado de todo aquello que elabora, cultiva y realiza. La cura real es una operación profunda de transformación interior, que ocurre solamente cuando los factores propiciadores del mandato dañino se modifican para mejor, dando lugar al equilibrio de sus variadas funciones en el campo de la energía.
Es preciso que la mente enferma procese los contenidos emocionales y morales de manera adecuada, a fin de la recuperación de la salud a través de la terapia utilizada produzca la cura real, evitando las secuelas que surgen exactamente de la falta de composición vibratoria de los delicados elementos por los cuales el Espíritu interactúa en el cuerpo.
En la gran mayoría de las personas enfermas, está presente el efecto de determinada conducta vivida anteriormente, en la cual hubo renuncia de las referenciales de la vida, aunque de forma inconsciente, como resultado de acontecimientos que podrían haber sido encarados de manera menos pesimista, menos autodestructiva.
Es inevitable la sucesión de problemas, de frustraciones, de desencantos existenciales, porque la propia existencia humana es rica en manifestaciones de ese orden. Sin embargo, la actitud del individuo frente a ellas, es quien define su futuro, aun cuando cambie de conducta emocional. Por lo general, los daños ya están causados en las tramas delicadas de los instrumentos generadores de las células, en el área de la energía que elabora las moléculas.
Se puede observar que, antes del surgimiento o instalación de diversas dolencias, el enfermo se permitió desaciertos íntimos, anhelo por abandonar la lucha material, se sintió agotado por la sucesión de tormentos y dolores morales, permitiéndose el desanimo desgastante.
La conciencia de la realidad espiritual del ser auxilia a esforzarse para continuar viviendo en el cuerpo, cuando le esté destinado, sabiendo, no obstante, que desencarnará, como es natural, empero haciendo uso de todos los valiosos recursos de la propia existencia, a fin de tornarla más digna y deseable.
E3se comportamiento contribuye de manera importante para su restablecimiento, para su recuperación inmediata y su cura más tarde, aunque llegue a liberarse de la maquina física en el momento apropiado.
El médico debe cuidar de descubrir en el enfermo el ser que se encuentra bajo la imposición enfermiza, pasando a cuidar de la persona, en vez de solo dedicarse a asistir su deficiencia y ofrecerle la terapia correspondiente. Tal conducta medica servirá también de valiosa contribución para la auto confianza del paciente, para su identificación como criatura humana y no solamente como alguien que ocupa un lecho de un hospital o se encuentra sometido a la problemática del desgaste orgánico donde quiera que esté.
La complejidad del ser humano tiene raíces ben afincadas en su emocional, en la forma como se siente cuidado, amado, respetado o por otro lado, olvidado, desconsiderado, una pesada carga sobre los hombros ajenos…
Son varias las maneras por las cuales se procesa la curación de los enfermos. En los casos realizados por Jesús y los apóstoles, fueron curaciones instantáneas, en las cuales, como por encanto, las enfermedades desaparecían rápidamente. Para realizar esa operación, es necesario tener un gran conocimiento espiritual, conocer los fundamentos de la vida del enfermo, y, a veces, modificar algo en su mente. A fin de que el cambie su forma de actuar y pensar. La enfermedad es la fermentación de muchas existencias vividas desordenadamente; es la respuesta, la consecuencia. Por eso, el dolor, en ciertas circunstancias, es la propia curación. Los duros padecimientos son indicio de elevación del alma, porque ella ya comenzó a pagar los débitos pasados, por el guante de la enfermedad.
El enfermo, al ser curado, se abre como la flor unida al tallo y sus centros de fuerza activan toda su sensibilidad, facilitándole la absorción de los fluidos donados por el operador. En muchos casos Jesús decía: “Tu fe te ha salvado” Eso es porque ciertos enfermos hacen el trabajo casi ellos mismos. Así tener fe, es algo muy importante en la vida. Cuando no existe fe, en la curación a distancia, de cuya operación curativa no participa el enfermo y que a veces ignora por encontrarse inconsciente, el operador se desdobla, de un modo impresionante, en todas las direcciones del saber, para encontrar la ecuación deseada, es decir, la cura. Examina, por la clarividencia, el tipo de enfermedad, sus causas y busca en el gran manantial divino elementos para sustituir a los que ya están cansados y gastados. Observa y activa los puntos energéticos del cuerpo y del alma, hace una transfusión inmediata de fuerza vital, tranquiliza la mente enferma y adapta en su más sensible departamento, ideas favorables a la curación. Pensamientos positivos, alegría de vivir y una gran paz caen en su conciencia limpia. Hay el enfermo favorece el trabajo, como si fuese a someterse a una operación y como si se relajase en una mesa de cirugía, por las bendiciones de la anestesia completa. Pero todo eso ocurre en minutos, dependiendo de la elevación del espíritu encargado de la curación y, en muchos casos, del tipo de enfermo. La variación es infinita. Entra en acción, como ya se ha dicho, la ley del carma.
Existen fuerzas desconocidas que se interponen a las curaciones inmediatas. El Evangelio no puede dejar de acompañarnos en todo este trabajo. El es la fuerza de Dios que hace que la curación sea eterna, pues traduce los principios de las leyes. Todos los desequilibrios orgánicos y psíquicos son la no observancia de los preceptos divinos. Existen muchas otras cosas en el campo de la curación que los hombres aun no están preparados para conocer. El tiempo, en la dinámica del progreso, revelará esas cosas gradualmente, a todas las criaturas, en la Tierra y fuera de ella.
¿Quién puede afirmar que el verdugo no pueda sufrir las mismas agonías que los condenados? Ellas pueden ser incluso perores. El odio, la venganza y la crueldad llenan el cáliz de la mente, que rebosa en la conciencia y el liquido corrosivo quema las fibras más intimas del alma, volviéndola sensible a la llamada de la víctima. El arrepentimiento corta la satisfacción externa que, por ignorancia, se esforzó en tener, y borda, en la figura de su espíritu, el emblema de su propia inferioridad, forma animalesca que se afina con sus sentimientos más sensibles.
Los hombres hablamos mucho de Dios. Nos habituamos a repetir su nombre en vano, sin todavía, creer verdaderamente en El. Todavía al hombre le perturba el fin de los tiempos y lo conmueve, porque nos quedan que pasar pruebas que deberán alcanzar las fibras de nuestro equilibrio. “Los justos vivirán por la fe” las palabras del libro santo así se expresan. Justos son todos aquellos que incrementan todos los días los trabajos de disciplina intima, que estimulan la caridad y que practican el Amor, procurando universalizar sus sentimientos. En ese clima, la criatura saldrá de la opresión de los acontecimientos y, aun incluso en la Tierra, respirara el ambiente del Cielo.
Quien lea y entienda el Evangelio en Espíritu y Verdad, encontrará en él a Dios y al cielo, los Ángeles y el propio paraíso, todo esperándonos, aguardando que hagamos nuestra parte, para recibir el premio de la felicidad. No hay nada de despreciable en el amor de Dios, que espera de nosotros la comprensión y también nos da medios para comprender.
La vida es un misterio, que solamente nos es revelado, por los procesos del Amor; cuanto más ama la gente, en el quilate del Amor que nada pide, más sabemos de las cosas escondidas de los que desconocen esa virtud por excelencia.
Estamos llegando al final de un ciclo espiritual, donde se realizará una selección rigurosa de las almas, por la ley de justicia, si no es por el Amor, para que el Amor puro se convierta en felicidad para los hombres, que supieron vivir y amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí mismo.
La curación divina es aquella que restablece al enfermo, de cualquier enfermedad, en un abrir y cerrar de ojos; es la curación instantánea. Toda curación divina nace de una energía sublimada que viene de Dios, pasando por las santas manos de nuestro Señor Jesucristo. Como está comprobado, las manos que tocan a los enfermos de cualquier naturaleza y que curan instantáneamente, por detrás de ellas están las del Maestro de los maestros. Solamente el sabe transformar la luz de Dios, para restablecer la armonía orgánica de los hombres.
Francisco de Asís fue uno de los instrumentos de Jesús, que restableció una infinidad de cuerpos de todos los tipos de enfermedad en la Tierra. Entretanto, la fuerza que afina el instrumento humano, para servir de instrumento divino en las manos del Maestro es solamente una: EL AMOR, el más puro Amor, que busca las ondas luminosas desprendidas de Cristo de Dios, que siempre busca igualmente sintonía para consustanciar en bendiciones de Dios donde quiera que sea. Nadie está huérfano de las cosas del Cielo, cuando busca el camino de Dios y Nuestro Señor Jesucristo, cuya inmensurable aura acoge el Planeta y, en Su grandeza espiritual, siente todas las necesidades de los hombres y de las cosas, y todo su rebaño está dentro de Su faja mental.
El Evangelio es , por excelencia, un código divino. Si respetamos sus preceptos, estaremos en sintonía con la fuerza universal el Amor y seremos atendidos por esas leyes que regulan la propia vida que instruye en la Tierra.
Dios es un Dios de amor que transforma la simiente en árbol, en fruto que alimenta la vida, y, a veces, el pesar… Dios es Dios de Amor que cambia el nido de los pensamientos en nido de luz; que cambia las ideas en acción que nos conduce, onos deja caer, para comprender a Jesús. Dios es Dios de Amor que nos dio los pies, para que podamos caminar, nos ofreció las manos, para trabajar con la azada; pero si herimos al compañero, erramos el camino. Dios es Dios de amor que nos dio la cabeza para pensar, que nos premio con el corazón para amar; quien acepta el odio, no puede cantar. Dios es Dios de amor que todo lo hizo, sin alardear de ello, que todo lo hace, aunque creamos que es tarde; que nunca dice: Sois cobardes. Dios es Dios de amor que nos dio el verbo y nos enseña a hablar, que nos dio la boca y nos enseña a cantar; que nos dio el corazón y nos enseña a amar.
El Evangelio es el Pan del Cielo, enviado a las personas hambrientas de Amor y de Paz. Todos debemos amarnos, ser amigos unos de los otros, utilizando todas las energías en conversaciones sanas, donde quiera que estemos, acordándonos siempre de la advertencia de Jesús, cuando asevera: “Vigilad y Orad”. Nunca entréis en discusiones improductivas, ellas dividen lo que debe estar unido para servir mejor que siempre procuréis estar unidos por la fuerza del deber y de la oración estimulándoros unos a otros, sin olvidar que no estamos pisando flores, sino que estamos siendo educados y gracias a Dios respiramos el clima de la fraternidad. Todas las fuerzas que necesitamos para llevar adelante la adversidad proceden de Dios y de Cristo, por las vías del propio corazón.
La enfermedad del alma, es mucho peor que la del cuerpo.
Jesús jamás enfermo, no obstante, se ofreció en sacrificio, sin tener ningún debito, a fin de enseñarnos la sublimación y el amor a todos los individuos, en su expresión más elevada que el pensamiento puede identificar. Presentándose siempre idealista y equilibrado incluso cuando era hostigado por las provocaciones insensatas o fustigado para los debates inútiles, muy del agrado de las personalidades enfermizas de ayer y de hoy.
La fuerza del Amor es tan grande, que todo el que posee amor puede convertirse en un sol, impregnando con sus rayos, horizontes, donde el dolor se transforma en oración a aquel que todo lo hizo, y que nos creo por Amor. La oración, en la educación de los sentimientos, es fuerza nueva que se transforma en alas, en impulsos con los que se vencen las distancias, como relámpagos extendidos por los espacios. Dios tiene recursos para atendernos, cuando lo cree conveniente. Todo está cercano, cuando el Amor se manifiesta en nuestros corazones. Procuremos en todo instante hacer de la palabra y de la vida, el Evangelio vivo, y despertemos a quien estuviera muerto. Después, nos encontraremos en la paz del Señor.
Donde se implanta el Evangelio todos los días, la alegría va dominando el ambiente, haciendo olvidar todos los infortunios. Los propios enfermos terminan por olvidar la enfermedad, porque el amor apaga la guerra y enciende la paz.
Procure el hombre espiritualizarse, transformando sus armas en arados útiles para el bien y la paz, el bienestar se generalizaría a su alrededor, porque la propia naturaleza hará el trabajo de limpieza y de elección.
El dolor se impone como instrumento de reajuste y resarcimiento, en el impositivo de los procesos cármicos y redentores, para el espíritu emancipado, cuando reencarna en misión en la Tierra, sirve de muralla protectora, ante las llamadas inferiores de la materia.
Que nunca nos falte la fe, ella nos sustenta en los caminos que recorremos, ella nos ayuda en la labranza, donde sembramos las simientes del Evangelio, trabajo gratificante que nos alimenta y nos llena de esperanzas. El propio Evangelio es obra de la fe. Cualquiera de nosotros que la olvidemos, así como las obras que la complementan, estaremos andando, pero lo aremos como un muerto, porque la Buena Nueva enseña que la fe, sin obras, está muerta. Es a través de ella que llegaremos al Reino de la Esperanza, donde aun enfermos, tendremos fe en el resarcir de la enfermedad, a través del auto reforma.
Merchita
Trabajo extraído del libro Francisco de Asís de Juan Nones Maia, y de “Días Gloriosos” de Divaldo Pereira Franco.
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DROGA
Está diseminada por todo el planeta y muchos más entre los jóvenes.
Muchos cayeron en la droga por ignorancia, por buscar dentro de la droga algo superior, y muchos otros por inducción de los medios de comunicación.
Sin embargo, en realidad, la droga es algo enteramente nocivo, no apenas para el cuerpo físico o tridimensional, sino también para la parte espiritual, a la cual la droga provoca también terribles daños.
Cuerpo físico:
Un joven que comienza a consumir drogas se transforma, en corto espacio de tiempo, en un decrepito, esto ocurre porque la droga afecta a las energías sexuales, llevando al drogadicto primero al desinterés sexual y enseguida a la impotencia prematuramente.
Eso ocurre porque, al inhalarse la droga por la nariz o fumar, usa todo el aparato del sistema respiratorio y los yoguis saben muy bien que la respiración está conectada directamente con la función sexual, con la energía sexual, y es lógico que se vaya consumiendo la energía sexual, de la cual se originan las otras energías del cuerpo (la energía sexual, esotéricamente hablando, alimenta la energía mental, emocional y vital del organismo), y es claro que, al desgastar esa energía, se acaba con la vida más rápidamente.
Las drogas dejan una dependencia fisicoquímica en el cuerpo, y, en ausencia de ella, el cuerpo se resiente, por eso para alejar esos vicios son necesarios tratamiento constante y mucha fuerza de voluntad.
Obviamente, el auxilio espiritual en esos casos es esencial para el restablecimiento pleno o parcial del drogadicto.
Cuerpo vital:
Nuestras diversas energías en su conjunto son llamadas de cuerpo vital o etérico; una de sus expresiones es la popularmente llamada Aura o Campo Vital, que circunda el cuerpo físico.
El cuerpo vital de una persona común y corriente, es resplandeciente, brillante, colorido y expandido.
El cuerpo vital de un drogado se va descoloriendo, desintegrándose.
Va perdiendo su brillo, hasta quedar como un cadáver, fantasmagórico, una lámpara casi apagada, oscura.
Lo vital es lo que vitaliza, dando vida y reparando el cuerpo físico en los momentos en que dormimos y descansamos.
Las drogas son profundamente dañinas para los canales de energía (en yoga esos canales se llaman nadis), pues estos se rompen y, muchas veces, no se regeneran más, especialmente los sutilísimos canales energéticos cerebrales, y también aquellos ligados al transporte de la energía sexual para todo el organismo.
Cuerpo Astral:
Avanzando en nuestra investigación esotérica, llegamos al cuerpo astral o de deseos.
El cuerpo astral de un drogado anda como un loco desenfrenado.
Y si miramos dentro de este cuerpo, veremos los defectos psicológicos que llevamos dentro de nuestro interior, alimentándose y fortaleciéndose por medio de las drogas, en sana conciencia desearíamos destruir (ira, arrogancia, miedos, depravaciones etc.).
¿Quién de nosotros no se horroriza al ver en los noticiarios las bestialidades cometidas por los viciosos, tales como estupros seguidos de asesinatos brutales y otros actos terribles?
Quién imagina que el cigarro causa menos maleficios a los cuerpos internos se engaña, pues al verificarse el cuerpo astral de un fumador, se ve una energía densa a su alrededor, y la conciencia del fumador, que ya esta adormecida, queda dopada mucho más.
Conclusión: los más de dos mil productos químicos ingeridos en el cigarro son altamente dañinos para los cuerpos y sus dimensiones!
Cuerpo Mental:
Avanzando un poco más en nuestra investigación, examinando el cuerpo mental y examinando el cerebro del cuerpo mental de un drogadicto: vemos totalmente destruidos los sutilísimos tejidos de este cerebro que van abriendo brechas y destruyéndose a sí mismos.
El resultado es la repercusión en la parte física, en la cual la persona se desequilibra y comete barbaridades por causa de ese desequilibrio mental, por la ruptura del cuerpo mental.
Observe como el comportamiento, la lógica, las palabras, el raciocinio del drogadicto es cada vez más des conexo y eso de debe a la degeneración del cuerpo mental.
Cuando los tejidos del cerebro del cuerpo mental se rompen totalmente, no se pueden recuperar.
La energía mental, esotéricamente llamada de “río alfa”, que liga el cerebro del cuerpo mental al cerebro físico es rota, y el desequilibrio entonces es total e irreversible.
Cuerpo causal:
Llegando por fin al cuerpo causal, observamos que la Esencia, la Conciencia individual, comienza a sufrir las consecuencias de las drogas, viviendo adormecida, andando como un bebedor que va a caerse al suelo.
De esta forma se ve la Esencia de un drogadicto.
Analice los daños que las drogas causan a las personas que sufren de ese flagelo contemporáneo.
La persona debe trabajar para recuperarse, a partir de su propia energía, ella irá curándose poco a poco de todas las atrocidades que la droga hizo en su vida, dejando “el cuerpo” en ruinas.
Aunque la persona consiga desprenderse del vicio, no puede descuidarse.
“Ella es dependiente para siempre” dice Pedro Eugenio Ferreira, un psiquiatra en el Hospital San Lucas y profesor de la PUC de Río Grande do Sur.
“Es como una vela que quema solo hasta la mitad y guardamos en la cómoda. Si usted la enciende a los 20 años, ella va a comenzar a arder a partir del punto donde se apagó. Ella no se restaura”.
“El ego es aquello que separa al hombre de él mismo creando dos seres en uno, creando un conflicto entre dos energías opuestas: materia y espíritu. El ego es el medio, es la separación, es el espacio que crea la ilusión de la materia opuesta al espíritu. Buda vio que la meditación eliminaría al ego” […]
Autor: Fernando Cordeiro
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