jueves, 11 de agosto de 2016

Espiritismo y Parapsicología



          ESPIRITISMO   Y 
    PARAPSICOLOGÍA

  Tal postura ( la de unir criterios en busca de la verdad de la causa de 
los fenómenos),facilita el acoplamiento, dentro de un mismo programa
 experimental, de parapsicólogos y espiritistas, que se propongan con honestidad y sin 
preconceptos, descubrir la naturaleza  auténtica de los fenómenos psíquicos, llegando 
hasta el esclarecimiento de su origen y de las leyes que los gobiernan.
    RENÉ SUDRE escribió con mucha razón, hacia 1920, que "la psicología contemporánea
 está en un impasse de donde no saldrá sino con el apoyo de la metapsíquica". Parafrasean
do al ilustre estudioso francés, diremos que será mediante su identificación con el Espiritis
mo que la Parapsicología resolverá su impasse.
    La diferencia que tradicionalmente ha separado a espiritistas y parapsicólogos radica en
 la cuestión del espíritu y su continuación más allá de la muerte. Mientras que, para los 
primeros se trata de un punto doctrinario irrenunciable, los otros sólo han llegado a consi
derarla como una hipótesis sujeta a la verificación. Afortunadamente, la evaluación de los 
estudios parapsicológicos apuntan en una dirección tan clara hacia el reconocimiento de la
 existencia de un factor espiritual, que permite pensar en una pronta y definitiva supera-
ción de aquella divergencia. La apertura de un capítulo nuevo dentro de los estudios parap-
sicológicos, denominados paratanáticos o Psi-Theta, propuesta por el respetado investi-
gador y autor norteamericano JOSEPH GAITHER PRATT (1910-1979), significó un gran 
paso de avance en el camino que conduce a la obtención de las pruebas que certifiquen la
 supervivencia espiritual y estableció un puente directo con la ciencia espírita, que ya la 
comprobó desde el siglo pasado. No hay que olvidar que el primer objetivo que se propuso
 RHINE en la Universidad de Duke, fue la búsqueda de tales pruebas y que hacia el final 
de sus vidas, él y su esposa se inclinaban a reconocerla.
    Los progresos alcanzados en la ciencia contemporánea, particularmente en la física, es-
tán empujándola en una dirección espiritualista. Investigadores notables como EINSTEIN
, PLANK, EDDINGTON, JEAN  CHARON y otros físicos del siglo veinte, han aportado teo-
rías y demostraciones que liquidan la creencia falaz en la independencia absoluta entre es
pacio y tiempo, entre materia y energía, fundiendo estas nociones en un solo concepto que
 desborda lo tridimensional y que se expresa a través de simbolos matemáticos o de intui-
ciones que no están ligadas a formas concretas del pensamiento lógico-racionalista. Partí-
culas y antipartículas nunca vistas, campos gravitatorios, continuum espacio-temporal, 
antimateria,quantas, universos paralelos, son términos que forman parte de un lenguaje 
novedoso, bien alejado del mecanicismo materialista. Con sobrada razón ironizaba EINS
TEIN: "el materialismo murió de asfixia...por falta de materia".
    Nadie puede negar la extraordinaria contribución que han brindado destacados estudios
os del Espiritismo a la formación y desarrollo de las disciplinas que se ocupan del estudio 
de la paranormalidad. Ya sea que se hable de la investigación psíquica, de la metapsíquica,
 de la parapsicología, de la psicotrónica o de la psicobiofísica, allí están presentes nombres
 fundamentales de la escuela espírita. Con toda justicia el fundador de la Metapsíquica 
hacía este honesto reconocimiento a la obra de KARDEC:

    "Es siempre en la experimentación que se apoya, de manera que su obra no es apenas 
una teoría grandiosa y homogénea,sino también un imponente depósito de hechos" (1)

(1) CHARLES RICHET. Traité de Metapsychique. Librairie Félix 
Alcan. París, 1923, p, 33.

    Si bien nos parece útil el esquema presentado por RICHET, para
 mostrar cómo se ha desenvuelto la evolución de los estudios psí-
quicos, no luce muy acertado separar la etapa espiritista de la 
científica, puesto que la obra de KARDEC representa el verdadero 
inicio de la era científica dentro de la historia de lo paranormal y 
de los espiritual. Se puede asegurar y demostrar que un porcentaje               
 bastante alto de los investigadores   que han incursionado en este 
  Charles Richet                 campo, finalmente optaron por aceptar el Espiritismo. Recuérdese a
                                       WILLIAM CROOKES y sus experiencias mediúmnicas realizadas    
siguiendo los más rigurosos procedimientos de laboratorio. Casos como el de LOMBROSO,
 rendido ante la evidencia producida por las manifestaciones de espíritus materializados,
 o del propio RICHET confesándole a BOZZANO la conclusión a la que finalmente había 
llegado respecto a que "la muerte es la puerta a la otra vida" se han repetido innumerables
 veces. Tal es la historia del espiritismo: la incredulidad vencida y derrotada por la sobera-
nía de los hechos. Bastaría citar a científicos de tendencia espiritista como WILLIAM 
FLETCHER BARRETT. ALFRED RUSSEL WALLACE, OLIVER LODGE, FREDERICK 
MYERS, W. J. CRAWFORD, GUSTAVE GELEY, PAUL GIBIER, CAMILO FLAMMARION
 JOHANN F.K. ZÖLNER, WILLIAM JAMES, ALEXANDER AKSAKOF, KARL DU PREL, 
RICHARD HODGSON, JAMES HYSLOP, para reconocer que ellos, con sus estudios metó-
dicos y sus experiencias en torno de las fuerzas psíquicas, colocaron las bases de la Metap-
síquica y de la actual Parapsicología.
    Sentar las bases para el establecimiento de una adecuada relación entre espiritistas y 
parapsicólogos ha sido motivo de preocupación para numerosos pensadores espiritistas 
de América y de Europa. En uno de sus inspirados trabajos, el destacado escritor argenti-
no HUMBERTO MARIOTTI (1905-1982), lo manifestó con toda precisión:

    "El Espiritismo como ciencia integral se mantiene firme ante la Parapsicología, puesto 
que ella, tanto directa como indirectamente, no hace otra cosa que reafirmar sus postula-
dos doctrinarios. El Espiritismo, como se sabe, es la realidad espiritual más avanzada que
 
se le presenta al materialismo en todas sus fases y concepciones; 
por consiguiente, la Parapsicología, aun cuando persista en su pos-
tura antiespírita, resultará siempre una ciencia con tendencias 
espíritas, ya que sus resultados nunca podrán  ser favorables a la
 interpretación materialista del hombre y de la vida.
El Espiritismo frente a la Parapsicología representa una avanzada 
científica, ya que su cuerpo de doctrina no sólo encara el campo 
 supranormal de lo psicológico, sino que va más allá de ello, pene-
trando en el mundo vivo y real de los espíritus. De modo que su    
vigencia ideológica permanecerá indemne y constante .
 Humberto Mariotti 
                 (2) La Parapsicología a la luz de la Filosofía Espírita. Editorial Constancia. 

    En síntesis, el Espiritismo respalda y promueve el desenvolvimiento de la Parapsicolo-
gía, y aguarda confiado sus avances y comprobaciones, con la certeza de que esa ciencia 
aceptará finalmente que no se está frente a una "mente" o un "cerebro" cuando enfrenta 
un fenómeno paranormal, puesto que en realidad se trata de una entidad espiritual, pre-
existente y sobreviviente, y por lo tanto reencarnante, la cual es el agente responsable de
 todas las manifestaciones. Será entonces, cuando la Parapsicología devuelva a la Psicolo-
gía su "objeto perdido", abriéndose finalmente al reconocimiento del espíritu inmortal.

Publicado por RENE DAYRE ABELLA EN EL BLOG DEL 
CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS ESPÍRITAS Y AFINES

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             DIFERENTES CATEGORÍAS 
             DE MUNDOS HABITADOS

Desde las épocas del codificador Allan Kardec 
y del astrónomo sensitivo Camille Flammarion, 
hasta nuestros días, los conocimientos científi-
cos sobre el Universo han cambiado y se han 
desarrollado notablemente. Sin embargo, el 
aspecto filosófico y moral de la comprensión de 
Dios y su creación, el Universo, permanece fuer
te y firme en estos preclaros autores. Y recor-
demos cómo este astrónomo francés en su obra
 Dios en la Naturaleza, cuya introducción termi-
nó en mayo de 1867, dos años antes de la desen
carnación del maestro lionés, nos narra, con 
ese sentido poético, en el tomo V, del citado libro lo siguiente: «La Tierra era cual átomo fluc-
tuante en el infinito. De este átomo, sin embargo, a todos los soles del espacio, aquellos cuya 
luz lleva millones de años para llegar hasta nosotros, a los que yacen desconocidos más allá 
de nuestra visibilidad, yo sentía un lazo invisible abarcando, en un solo halo vivificante, todos 
los  universos y todas las almas. Y la oración celestial, grandiosa, inmensurable, tenía su reper-
cusión, su estrofa, su representación visible en aquella vida terrena que palpitaba en torno de 
mí, en el rugido del mar, en el perfume de las selvas, en el canto de las aves, en la melodía con-
fusa de los insectos, en el conjunto emocionante del escenario y, sobre todo, en la luminosa 
tonalidad de aquel extraordinario crepúsculo». Flammarion era un poeta del universo, que 
traducía, en versos y en prosa, las bellezas de la obra de la creación. El insigne pedagogo fran-
cés Allan Kardec sitúa en el Libro de los Espíritus (Cap. III del Libro Primero), una de las defi-
niciones del Universo más notables, cuando se afirma: «El Universo comprende la infinidad 
de mundos que vemos y que no vemos, todos los seres animados e inanimados y todos los as-
tros que se mueven en  el espacio, como también los fluidos que lo llenan». Esta definición es 
filosóficamente fuerte y permanece vigente a pesar de todos los descubrimientos de la astrono-
mía y la astrofísica. Hoy día las investigaciones sobre la estructura actual del universo nos mues-
tran que éste se encuentra constituido por galaxias, grupos y cúmulos de galaxias. Nuestro 
planeta Tierra se encuentra en el Sistema Solar, ubicado en uno de los brazos de la Galaxia de-
nominada Vía Láctea, que tiene forma de espiral y que pertenece al llamado Grupo Local, que 
consta de nuestra galaxia, las nubes de Magallanes, la galaxia de Andrómeda y varias «galaxias enanas».1 
Se calcula que existen 100 mil millones de galaxias en el Universo conocido, el cual correspon-
de  al 8% de la materia visible; mientras el otro 92% del universo corresponde a materia y ener-
gía oscura que no es visible. Lo que quiere decir que la mayor parte del universo es desconoci-
do para nosotros y ni siquiera lo podemos ver. Sin embargo, no encontramos una clasificación
 científica de los mundos porque en astronomía utilizan el término planeta, que fue definido 
por la Unión Astronómica Internacional en el 2006, como un cuerpo celeste en órbita a una 
estrella y que debe tener suficiente masa para hacer que éste tome una forma esférica y sea el 
cuerpo dominante de su órbita. Apenas la humanidad conoce un poco acerca de los planetas 
del sistema solar, a los que divide en planetas interiores, que son sólidos y rocosos (Mercurio, 
Venus, La Tierra y Marte), y en planetas exteriores, que son casi totalmente gaseosos (Júpiter, 
Saturno, Urano y Neptuno, pues desde agosto de 2006 Plutón ya no es considerado un planeta
). Esta clasificación, como vemos, se realiza en base a las características físicas de los planetas, 
es decir, una clasificación materialista. Por ello el aporte hecho por la Doctrina Espírita al cono-
cimiento humano, de plantear una clasificación con un criterio moral, es realmente una revela-
ción única, y seguramente prevalecerá a través de los tiempos, sin perder vigencia conceptual. 
Creemos que Kardec fue un pionero en colocar la primera clasificación moral de los mundos, 
cuando publica en abril de 1864 El Evangelio según el Espiritismo, y en su capítulo III plasma 
muy acertadamente la siguiente categorización: 1- Mundos primitivos: donde se hacen las
 primeras encarnaciones del alma. 2- Mundos de expiación y pruebas: donde todavía domina 
el mal. 3- Mundos regeneradores: donde las almas aún expían, pero adquieren fuerzas para 
continuar en la lucha. 4- Mundos felices: donde el bien predomina sobre el mal. 5- Mundos 
celestes: donde reina el bien. Hay otro tipo de mundos descritos en la codificación. Son los 
mundos transitorios (ver preguntas 234, 235 y 236 de El Libro de los Espíritus), que están habi-
tados espiritualmente por Espíritus errantes, quienes al estar reunidos se instruyen y progre-
san. La Tierra ya fue un mundo transitorio en su época de formación, es decir, antes de ser 
mundo primitivo y de albergar los primeros seres encarnados. Podemos afirmar que en el 
universo los Espíritus evolucionan en grupos, en humanidades que pueblan los diferentes 
planetas, pero cuando algún espíritu evoluciona más rápidamente, puede ascender en la cate-
goría de los mundos morales, al igual que aquel que persiste en el mal, cuando el planeta as-
cienda en la escala de los mundos, estará condicionado a permanecer en un orbe acorde a su
 estado vibracional, lo que no implica que está decreciendo, evolutivamente hablando. Aunque
 indudablemente, esta clasificación realizada de los mundos es de carácter moral, según la evo-
lución espiritual de sus habitantes, podemos inferir que lógicamente va acompañada de una 
evolución material del planeta como tal, lo que quiere decir que cuanto más evolucionado mo-
ralmente esté una humanidad y el mundo que habita, más perfectible será la naturaleza, más
 equilibrada la relación de sus habitantes con todo el ecosistema planetario y por supuesto el 
estado vibracional y lumínico será cada vez mayor, porque reflejará la sintonía de sus poblado-
res con las leyes divinas. Hay mundos habitados que pasan por fases de transición de un nivel 
a otro, lo que genera períodos de crisis, como ocurre en nuestro planeta Tierra en los tiempos 
actuales. Somos un planeta en transición, de mundo de pruebas y expiaciones a mundo de re-
generación. No todas las categorías morales de los mundos se encuentran en un mismo siste-
ma solar, pero sí en una misma galaxia, ya que la cantidad de estrellas es tal, que facilita la pro-
babilidad de su existencia en los planetas que las orbitan. En esta clasificación moral de los 
mundos habitados, podemos ver: • Los reflejos de la Justicia de Dios, en relación a sus hijos 
que poblamos el Universo, pues brinda para todos las múltiples opciones, en el proceso de as-
censión en la escala progresiva de la evolución. • Refleja también el principio de solidaridad y 
fraternidad universal, pues los diferentes mundos y sus humanidades son solidarios, ya que, 
en muchas oportunidades, grupos de Espíritus pueden migrar de un mundo a otro, con el obje-
tivo de ayudar en su adelantamiento moral, científico, filosófico y espiritual, unas veces en mi-
sión y otras por no haber alcanzado el nivel vibratorio que su mundo original y su humanidad 
logró. Encontramos que 40 años antes de la publicación de El Libro de los Espíritus, el Dr. 
Gelpke publica en Leipzig en 1817 la obra Exposición de la Grandeza de la creación Universal, 
de la cual Kardec publicó un texto en la Revista Espírita, Periódico de Estudios Psicológicos 
Año VI, noviembre de 1863, vol. 11, con el título: “Pluralidad de existencias y de los Mundos 
Habitados”, y que desarrolla los siguientes e interesantes conceptos: «….como de la organiza-
ción de cada mundo depende la de los seres que lo habitan, éstos deben, tanto interna como 
externamente, diferir esencialmente en cada globo. Ahora, si consideramos la multiplicidad e 
inmensa variedad de las criaturas en nuestra Tierra, donde una simple hoja no se asemeja a 
otra, y si admitimos una gran variedad de criaturas en cada mundo, cuán prodigioso nos pare-
cerá su multitud en el inmensurable reino de Dios. » Y Kardec en la explicación a la respuesta 
de la pregunta 58 de El Libro de los Espíritus confirma lo siguiente: «Las condiciones de exis-
tencia de los seres que habitan los diferentes mundos deben ser apropiados al medio en que 
están llamados a vivir». Y nosotros estamos llamados a vivir en este bello planeta azul, a cuidar-
lo, a amarlo y a preservarlo para las futuras generaciones que somos nosotros mismos, cuando 
heredaremos nuestra propia Tierra, en la sinfonía divina de los mundos habitados, donde nues-
tro Creador nos colocó.

 Revista de la FEE nº 3

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                  EMANCIPACIÓN DEL ALMA.

                     EL DORMIR Y LOS SUEÑOS.



400 – ¿El Espíritu encarnado permanece voluntariamente en su envoltura corporal?

– Es como si preguntases si el prisionero se alegra con la prisión. El Espíritu encarnado aspira 

sin cesar a su liberación y cuanto más grosera es la envoltura, más desea librarse de ella.



401 – Durante el sueño, ¿descansa el alma como el cuerpo?

– No, el Espíritu jamás está inactivo. Durante el sueño, los lazos que le unen al cuerpo se 

aflojan y el cuerpo no necesita del Espíritu. Entonces recorre el espacio y entra en relación 

más directa con otros Espíritus.

402 – ¿Cómo podemos apreciar la libertad del Espíritu durante el sueño?
– Por los sueños. Bien puedes creer que cuando reposa el cuerpo, el Espíritu posee más 
facultades que en vigilia. Tiene conocimiento del pasado y algunas veces previsión del futuro.
Adquiere mayor energía y puede entrar en comunicación con otros Espíritus, ya sea en 
este mundo, ya en otro. Muchas veces dices: He tenido un sueño estrambótico, horrible; pero 
inverosímil. Te equivocas,pues con frecuencia es recuerdo de lugares y cosas que has visto o
presentimiento de lo que verás en otra existencia o en otra época.
Estando el cuerpo entorpecido, el Espíritu se esfuerza en romper sus  cadenas, inquiriendo en
el pasado y en el futuro.
¡Pobres hombres, cuán poco conocéis los fenómenos más simples de la vida! Creéis ser muy 
sabios y las cosas más insignificantes os ponen en aprieto. Quedáis turbados con esta pregunta
que os dirigen todos los niños: ¿qué hacemos mientras dormimos y qué es el sueño?
El sueño libera parcialmente el alma del cuerpo. Cuando se duerme, se está por un momento 
en el mismo estado en que se encuentra el hombre, de manera fija, después de la muerte. Los
Espíritus que con prontitud se separan de la materia en el acto de la muerte, han tenido 
sueños inteligentes. Cuando duermen, se reúnen a la sociedad de otros seres superiores a ellos
; viajan, hablan y se instruyen con ellos, y hasta trabajan en obras que encuentran hechas
al morir. Esto debe enseñaros una vez más, a no temer a la muerte, puesto que morís todos
 los días, según las palabras del santo. Esto respecto de los Espíritus elevados. Pero,la mayoría
 de los hombres que, al morir, han de permanecer largas horas en turbación, en esa incerti-
dumbre de que os han hablado, esos van a mundos inferiores a la Tierra, a donde les llaman 
antiguos afectos, o buscan quizá placeres más bajos que los que tienen y doctrinas más viles 
aún, más innobles,más nocivas que las que entre vosotros profesan. Y lo que engendra la sim-
patía en la Tierra no es otra cosa que el hecho de sentirse uno al despertar, aproximado por 
el corazón a aquellos con quienes se acaban de pasar ocho o nueve horas de dicha o de pla-
cer. Explica también esas antipatías invencibles el conocer en el fondo del corazón que tales 
gentes tienen distinta conciencia de la nuestra; porque las reconocemos sin haberlas visto 
nunca con los ojos. Explica asimismo la indiferencia; porque no nos inclinamos a buscar nuevos
 amigos,sabiendo que tenemos otros que nos aman y nos quieren. En una palabra, el sueño 
influye en vuestra vida más de lo que pensáis.
Por medio del sueño, los Espíritus encarnados están siempre en relación con el mundo de los 
Espíritus; y por esto los superiores consienten sin mucha repugnancia en encarnarse entre voso-
tros. Dios ha querido que, durante su contacto con el vicio, puedan ir a renovarse en las 
fuentes del bien, para que ellos, que vienen a instruir a otros,no fallen también. El sueño es la
 puerta que Dios les abrió para que vayan hasta sus amigos del cielo. Es el recreo después del
 trabajo,mientras esperan la gran liberación, la liberación final que debe restituirlos a su ver-
dadero medio.
El sueño es el recuerdo de lo que vuestro Espíritu ha visto mientras dormíais; pero observad 
que no siempre soñáis; porque no recordáis siempre lo que habéis visto. Vuestra alma no está
 en pleno desdoblamiento y muchas veces el sueño no es más que el recuerdo de la turba-
ción que se une a vuestra partida o a vuestro regreso, al cual se junta el de lo que habéis he-
cho o lo que os preocupó en estado de vigilia. Y de no ser así, ¿cómo explicaríais esos sueños absurdos
que tiene tanto el más sabio, como el más ignorante? Los Espíritus malos se aprovechan tam-
bién de los sueños para atormentar a las almas débiles y pusilánimes.
Por lo demás, dentro de poco veréis desarrollarse otra especie de sueños, que aunque 
tan antigua como la que conocéis, la ignoráis ahora. El sueño de Juana, de Jacob, de los Profe
tas judaicos y de algunos adivinos hindúes. Ese sueño es el recuerdo del alma, completamente
 separada del cuerpo, el recuerdo de esa segunda vida de la que siempre os hablo.
Procurad distinguir bien estas dos especies de sueños en aquellos que recordáis; pues sin ello 
caeríais en contradicciones y errores que serían funestos a vuestra fe.



Los sueños son producto de la emancipación del alma, que se hace más independiente por

 la suspensión de la vida activa y de relación. De aquí una  especie de clarividencia indefini-

da que se extiende a los más lejanos lugares, o a los que jamás se han visto y a veces hasta 

a otros mundos, así como el recuerdo que trae a la memoria los acontecimientos ocurridos en 

la presente existencia o en las existencias anteriores. La rareza de las imágenes de lo que ocu-

rre o ha ocurrido en mundos desconocidos, entremezcladas con las cosas del mundo actual, 

forman esos conjuntos estrambóticos y confusos que parece que no tienen sentido ni trabazón.

La incoherencia de los sueños se explica también por los claros que produce el recuerdo 
incompleto de lo que se nos ha aparecido mientras dormimos.
Tal sucedería con un relato del cual se hubiesen sacado al acaso frases o partes de estas, 
pues reunidos los fragmentos restantes carecerían de significación razonable.



403 – ¿Por qué no nos recordamos siempre de los sueños?

– Lo que tú llamas dormir no es más que el descanso del cuerpo, porque el Espíritu está siem

pre en movimiento. Así recobra algo de su libertad y se comunica con los que ama, ya en éste,

 ya en otros mundos. Pero como el cuerpo es materia pesada y grosera, difícilmente conser-

va las impresiones que ha recibido el Espíritu; porque no las ha percibido por medio de los 

órganos del cuerpo.



EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.



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No somos nosotros quienes decidiremos en que estación vamos
a descender del tren de la vida; entonces vivamos la misma en
su plenitud, naturalmente, siempre de forma ética y ayudando
a nuestro prójimo.
-Decio Naves -




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