A poco que la inquietud por saber y comprender la realidad, actualice los conocimientos y avances que el desarrollo científico está protagonizando en las dos últimas décadas; hemos de concordar necesariamente que el paradigma científico está cambiando notablemente. El antiguo modelo organicista, reduccionista, mecanicista que mira al universo y al hombre como una máquina, está siendo sustituido por un nuevo paradigma.
La tendencia a fragmentar, diseccionar y separar el análisis de la realidad que ha venido influenciando el pensamiento científico durante casi un siglo, está viéndose claramente sustituída por la tendencia a sintetizar, cohesionar, y comprender la realidad como un todo interconectado; donde las partes forman el conjunto y a su vez cada una representa la totalidad de las cualidades del conjunto, como en un holograma.
Esta tendencia es ya una realidad; abanderada por la física cuántica (Greg Braden, David Bohm, Amit Goswami) demostrando la existencia de un campo energético y un orden implícito que unifica todo el universo; la Neurobiología (Gerald Hutler) que remueve los principios del origen de las especies materialista, basado únicamente en la supervivencia genética del más fuerte por el de la evolución del amor; la Genética (Francis Collins) que presenta el origen de la vida en la célula con un primer motor que algunos identifican con Dios; laPsicología Transpersonal (Stanislav Groff) que analiza los estados psicológicos contemplando el principio espiritual; la Neurociencia Afectiva (Richard Davidson & David Góleman) que permiten entender cómo la mente modifica incluso la estructura biológica del cerebro; entre otras muchas disciplinas científicas. Todos ellos doctores, algunos catedráticos y los más, personalidades de la más alta reputación científica e investigadora.
¿Que significa ese cambio de tendencia.? Sin duda un cambio integral en la forma de focalizar e investigar al hombre y al universo; estamos caminando a la sustitución del paradigma materialista por un paradigma espiritualista, una concepción espiritualista de la realidad del universo y el hombre a través de la nueva ciencia. Un nuevo enfoque, integral, cohesionador, donde todo está conectado y donde se tienen en cuenta la sabiduría antigua, las prácticas orientales de control mental, las filosofías occidentales que colocan al hombre en su triple naturaleza biológica, psicológica y espiritual (conciencia) etc.
Pero si esto ya es un hecho constatable y los hechos lo demuestran; necesitamos explicar desde el otro lado; desde la otra cara de la moneda, la espiritual, cómo se comprende y se acepta la realidad de la vida, el avance científico y la comprensión de la realidad del hombre y del universo.
A la luz del conocimiento espiritual, no existe ciencia más exacta, más elevada y más profunda que la verdad de Dios manifestada en su creación. Si la ciencia humana trata de explicar la realidad descubriendo los mecanismos que la hacen posible; el origen de estos mecanismos son las leyes divinas; y aunque muchas de ellas sean todavía completamente desconocidas para la ciencia actual; se trata de las normas instituidas por el creador en todos los universos físicos y espirituales, gran parte de ellas ignoradas por el hombre debido a su escaso adelanto evolutivo, y algunas de las cuales comenzamos ahora a interpretar.
Y utilizamos el término “interpretar” porque la esencia de todo aquello que nos rodea; la verdad última de la realidad que podemos percibir con nuestros sentidos físicos, así como aquello que no está a nuestro alcance, sólo pertenece a la Mente Divina; y en la medida del progreso y evolución del espíritu, se nos permite vislumbrar nuevos conceptos de verdad; que se convierten a su vez en nuevos postulados científicos, que abren la comprensión de la realidad al ser humano, desterrando los viejos dogmas religiosos y los reduccionismos científicos materialistas mantenidos hasta la fecha.
Así pues, lo más científico que existe es aceptar una fuerza creadora inicial como afirmaba Max Planck, Premio Nobel de Física en 1944:
“Como un hombre que ha dedicado toda su vida al estudio de la materia les digo: !No existe la materia como tal!. Toda la materia se origina y existe solamente en virtud de una fuerza que hace vibrar las partículas del átomo, manteniendo unido su minúsculo sistema solar. Debemos asumir tras esa fuerza, la existencia de una Mente Consciente e Inteligente. Esta Mente es la Matriz de toda la materia.”
El espiritualismo moderno que representa la filosofía espírita de Kardec, nos define a Dios como la Causa primera e Inteligencia suprema; que como fuerza creadora origina el universo, organiza y como Mente Divina dirige sus leyes de funcionamiento de forma consciente e inteligente. Este paralelismo entre la física cuántica y los conceptos espirituales son parte de este nuevo cambio de paradigma al que hacíamos referencia arriba.
Si a ello añadimos que esta Mente Consciente e Inteligente es de naturaleza espiritual; y que su máxima creación, el hombre, posee parte de su naturaleza divina al ser un espíritu o alma encarnada en proceso evolutivo, comprenderemos que la principal sustancia del universo que perdura, trasciende y evoluciona no es la materia sino el espíritu.
Entendiendo la posición evolutiva del espíritu sabemos que el razonamiento no es más que una de las muchas facultades al servicio del hombre; y ni siquiera la más perfecta; existe la intuición, la inspiración, la sabiduría, el amor, la integración en el espíritu, la visualización de la profundidad del alma, la percepción y la presencia de aquello que representa la divinidad dentro de nosotros mismos, los niveles de conciencia superior, la plenitud, etc.
Muchas de estas facultades no se encuentran todavía al alcance de la mayoría, pues nuestro nivel evolutivo no es significativo todavía. A partir del desarrollo de estas “facultades del espíritu”, y a través de las mismas, se puede ir percibiendo la realidad última del universo, que pobremente podemos explicar mediante el lenguaje; pues algunas de ellas son “experiencias evolutivas que se viven” cuando el espíritu alcanza estados de perfección moral superior.
Algunas de estas facultades superiores representan para el espíritu la integración en la obra divina dirigida por el amor universal, que es Dios, en su máxima expresión; y todo ello sin merma alguna de individualidad, antes al contrario, en plenitud consciente, totalmente alejado de cualquier planteamiento panteísta de la realidad de dilución en el todo.
Así pues; permanezcamos atentos a los tiempos que vivimos; pues sin duda, el torrente imparable del avance científico y el cambio de paradigma mencionado nos hará comprobar en pocos años que, el hombre y el universo, no son máquinas o elementos regidos únicamente por leyes físicas o genes que compiten por trascender; sino obras extraordinarias detrás de las cuales se halla esa fuerza, esa Mente de la que hablaba Planck y que nosotros llamamos Dios.
Realidad y ciencia por: Redacción
©2016, Amor, Paz y Caridad
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OFRECER EL ALMA…
Ciertamente, amigo lector, usted estará de acuerdo conmigo, en que el verbo más usado en las oraciones que se elevan de la Tierra al Cielo es PEDIR... Para la mayoría de los fieles, las plegarias son LARGAS LISTAS, como quien contacta un supermercado del Más Allá, esperando que Dios providencie la entrega de las encomiendas a domicilio. Es obvio que NO está prohibido PEDIR. ¡A fin de cuentas, Dios es Nuestro Padre! Sería absurdo impedir al hijo que BUSCASE a su progenitor, para ROGARLE la solución de sus PROBLEMAS o para que atendiese a SUS necesidades. No obstante, hay un principio básico que debemos observar, a fin de que NO reclamemos que el Todopoderoso es un padre negligente, que se hace el sordo ante nuestros anhelos: evitemos pedir “MILAGROS”.
Algunos ejemplos:
– Graduarse SIN ESTUDIAR.
– Conquistar determinados empleos de alto nivel, SIN especialización profesional.
– Prosperar en un negocio, SIN experiencia comercial.
– Conquistar la paz, SIN DISCIPLINAR LAS EMOCIONES.
– Pacificar el hogar, SIN CULTIVAR LA COMPRENSION.
– Conquistar amigos, SIN EJERCITAR la simpatía.
– Ser feliz, SIN realizar ACTOS de BONDAD.
Tampoco va a exceptuarnos de situaciones que NOSOTROS MISMOS planeamos antes de reencarnar:
– Familia DIFICIL?…
– Limitaciones FISICAS?…
– Enfermedades CRONICAS?…
En el mundo espiritual, con la CONCIENCIA DESPIERTA y la visión plena de NUESTRAS IMPERFECCIONES y DEBILIDADES, nuestra posición es la del DEUDOR ansioso, que PRETENDE rescatar urgentemente sus DEBITOS, para –digámoslo así– LIMPIAR su nombre en el tribunal de la CONCIENCIA.
PLANEAMOS tener múltiples problemas, LUCHAS y SINSABORES para resolver rápidamente pendencias KARMICAS que impiden nuestra ASCENCION a los páramos celestiales. Pero los BENEFACTORES que nos asistían operaron drásticos y MISERICORDIOSOS cortes en esa LARGA LISTA de desgracias, pues –de momento– NO soportaríamos ENFRENTARLAS por entero.
Según un elemental principio de JUSTICIA, Dios NO nos impone PRUEBAS superiores a nuestra RESISTENCIA. Jamás el peso de nuestra CRUZ será incompatible con la musculatura espiritual.
Ocurre que al llegar aquí, con las LIMITACIONES impuestas por la CARNE y perdiendo el CONTACTO con las REALIDADES espirituales, OLVIDAMOS las buenas intenciones. RESULTADO: pasamos a imaginar que hubo alguna equivocación por parte de los programadores celestiales, imponiéndonos un FARDO que nos parece IMPOSIBLE de cargar. Y nos entregamos a ardientes ORACIONES, implorando a Dios que LO RETIRE de encima de nuestros hombros.
Hay dos HISTORIAS interesantes e ilustrativas. La primera es la LEYENDA de un hombre que estaba INSATISFECHO con SU CRUZ. Pesaba demasiado. NO le parecía razonable ni JUSTO. Vivía RECLAMANDO. Oraba sensibilizado, PIDIENDO le diesen un madero MAS LIVIANO. Y tanto insistió, ANGUSTIADO, que se le ofreció la OPORTUNIDAD de efectuar una sustitución. Siguiendo la ORIENTACION de MENTORES espirituales, examinó el inmenso MUESTRARIO donde había CRUCES de los más variados formatos y pesos. Escogió, cuidadosamente, la que le pareció más adecuada. Cuando la recibió verificó, asombrado, que ERA exactamente IGUAL a la que cargaba. Del mismo tamaño, formato y peso. Digamos que la CRUZ de nuestros SINSABORES guarda compatibilidad con nuestras FUERZAS, siendo mucho más liviana de lo que MERECEMOS y mucho menos contundente de lo que solicitamos. Si NO nos parece así es porque la cargamos llevando los hombros DESNUDOS. Son las DIFICULTADES que nos producen DOLOROSAS heridas. Quedaría mucho más confortable si colocásemos un buen resguardo: la almohada DEL BIEN, ejercitando la SOLIDARIDAD y la FE. Con esa bendita PROTECCION seguiremos tranquilos, cumpliendo sin mayores dificultades nuestra programación existencial.
La segunda historia nos habla de un hombre muy experto. RECLAMANDO que el peso del madero lo incomodaba, CORTO un pedazo en LA BASE. Quedó más LIVIANO. Después de algún tiempo de caminata, le comenzó a pesar DE NUEVO. No tuvo dudas –CORTO otro pedazo y siguió tan tranquilo. Al llegar al final de la larga JORNADA, verificó algo que lo dejó aterrado: el ACCESO a las regiones CELESTIALES pasaba por un profundo ABISMO, con un ancho de dos metros y medio, poco menor que el largo de la CRUZ original, que debería ser USADA como un PUENTE. Al reducirla, él quedó sin acceso.
MUCHA GENTE va CORTANDO la cruz por EL CAMINO.
El jefe de familia que ABANDONA a la esposa y a los hijos, por SENTIR cercenada su LIBERTAD…
El comerciante que RECURRE a la DESHONESTIDAD a fin de superar dificultades ECONOMICAS…
La joven que parte hacia el ABORTO para LIBERARSE de un hijo indeseado… Son, simbólicamente, CRUCES RECORTADAS, que en un principio hasta podrían facilitar la caminata, pero que resultarán en GRAVES problemas en el RETORNO a la vida espiritual.
Esos CORTADORES de la CRUZ no tendrán CONDICIONES para traspasar los ABISMOS del Umbral, las regiones purgatorias, donde, según el decir de Jesús, habrá llanto y rechinar de dientes.
Hay los que están DISPUESTOS a cargar el MADERO REDENTOR sin fugas y sin desvíos. NO piden, en oración, que el peso sea menor, ni PRETENDEN que sea reducido. Acertadamente, ruegan FUERZAS, VALOR, equilibrio… No obstante, salen de la oración sin aquellos beneficios. Imaginan que hubo un error en la comunicación. PARECIERA que la línea de enlace con el Cielo estuviese bloqueada. ¿Cómo superar el problema? Es JESUS quien nos ENSEÑA, al proclamar (Mateo 5:23 y 24): Por tanto, si traes tu OFRENDA al altar, y allí te ACUERDAS de que tu hermano tiene algo CONTRA ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y anda, RECONCILIATE PRIMERO con tu hermano, Y ENTONCES ven y presenta tu ofrenda.
Formaban parte del culto judío las ofrendas, situadas como sacrificios. El ofrecedor se DESPOJABA de algo a favor del Templo. Podía ser dinero, utensilios, vegetales, animales, aves… Jesús RESPETABA aquellas tradiciones, aunque no las observase, pues SU PROPUESTA era diferente, conforme explicó a la mujer samaritana (Juan, 4:23-24), diciendo que Dios es Espíritu y en ESPIRITU debe ser adorado. El culto a Dios debe ser despojado de oficios y oficiantes, ritos y rezos. Es un ACTO DEL CORAZON, del hijo que se COMUNICA con su padre. Pero el Maestro deja bien claro que esta comunicación será inviable si nuestro “teléfono”, el CORAZÓN, estuviese bloqueado por AMARGURAS y RESENTIMIENTOS. Quizás sea imposible la reconciliación, por lo menos al principio, si la otra parte NO está dispuesta, pero que “desbloquee la línea” aquel que ORA.
En “El Evangelio según el Espiritismo”, Capítulo X, número 8, refiriéndose a ese asunto, dice Kardec: (…) El cristiano NO ofrece dádivas MATERIALES; ha espiritualizado el sacrificio, pero el precepto tiene por ello más fuerza; OFRECE SU ALMA A DIOS, y esta alma debe estar PURIFICADA; entrando en el templo del Señor, debe DEJAR del lado de afuera todo SENTIMIENTO de ODIO y de animosidad, TODO mal PENSAMIENTO contra su hermano; sólo entonces es cuando SU PLEGARIA será llevada por los ángeles a los pies del Eterno. Esa “entrada en el templo del Señor”, a la que se refiere Kardec, es el ejercicio de la oración, haciendo la indispensable OFRENDA espiritual: un alma LIBRE de RESENTIMIENTOS, odios y RENCORES. El razonamiento de Kardec es perfecto.
¿Cómo pedir ayuda a un padre, DESEANDOLE mal a su hijo?
La pretensión de una comunión con Dios, sin DEPURAR el corazón de SENTIMIENTOS rencorosos, es una lamentable contradicción, que perpetúa en el Mundo las luchas armadas, las guerras, la mortandad… En Oriente Medio, zona de insuperables conflictos entre árabes y judíos, matándose UNOS A OTROS, vemos, sorprendentemente, a los dos pueblos imbuidos de religiosidad. Buscan las mezquitas y las sinagogas. Oran, con contrición, a favor de la paz.
Pero PRETENDEN la paz que se establezca PARTIENDO de la DESTRUCCION del enemigo, con el corazón REPLETO de odio e insuperables deseos de VENGANZA. El árabe NO piensa en el judío COMO UN HIJO DE DIOS, hermano suyo, y viceversa. Es como si los habitantes de la tierra enemiga fuesen hijos del demonio, que deben ser exterminados. Esta es la mentalidad que perpetúa agresiones y represalias MUTUAS e incesantes, dispuestos los contendores al SACRIFICIO de su propia vida a favor del ANIQUILAMIENTO de los adversarios. NO consiguen asimilar un principio elemental: Violencia GENERA violencia. Si DESEAMOS la paz es preciso DESARMAR el corazón. O los beligerantes reconocen eso, o la mortandad continuará hasta que se aniquilen , MUTUAMENTE, culminando en la lamentable paz de los CEMENTERIOS.
Con frecuencia, en los servicios de atención fraterna, conversamos con personas que SE DICEN amargadas, enfermas, INFELICES, debido a problemas familiares, profesionales, existenciales, SUFRIENDO por ello permanentes CONFLICTOS. Atendimos a una señora con problemas de salud.
Fueron movilizando EN SU BENEFICIO los recursos del Centro, incluyendo pases, agua fluidificada, vibraciones, reuniones públicas, sesiones de desobsesión. Le recomendamos, además, LECTURAS EDIFICANTES con base en los principios espíritas, oración, reflexión… NADA dio resultado. En una de las reuniones donde su nombre fue RECORDADO para el trabajo de vibraciones, un mentor espiritual EXPLICO que el problema NO sería SOLUCIONADO hasta que ella NO PERDONASE al ESPOSO. Transmitimos el recado. La infeliz señora lloró mucho y NOS confesó que la información ERA CORRECTA. Guardaba mucha RABIA contra el marido, que NO la trataba con la DEBIDA consideración, y tiempo atrás se había envuelto, en una AVENTURA extra conyugal.
Con seis hijos adolescentes aún, vivía en entera DEPENDENCIA de él, pero NO lo perdonaba, si bien reconocía que era un buen padre y no dejaba que faltase nada a la familia.
El RENCOR inhibía sus oraciones y NEUTRALIZABA los recursos movilizados en SU beneficio. Le explicamos que el PERDON NO era ningún favor que le haría al compañero. Tan sólo ERA lo INDISPENSABLE para que se equilibrase. Desgraciadamente, personas DESAJUSTADAS, amigas de las INTRIGAS, la perturbaban, induciéndola a la idea de que estaba actuando correctamente al MANTENERSE así, rencorosa. Tal parece que nunca leyeron o, si la leyeron, NO ENTENDIERON una observación de Jesús (Mateo, 5:20.): Porque os digo que si vuestra justicia NO fuese mayor que la de los escribas y fariseos, NO entraréis en el reino de los cielos. La justicia de los escribas y fariseos ES la del ojo por ojo y diente por diente, instituida por Moisés, que manda a VENGARNOS del mal que nos hagan.
La PROPUESTA de Jesús trasciende a esa JUSTICIA tuerta. Es la justicia de quien VE en el OFENSOR a alguien que ENFERMO espiritualmente y NECESITA de ayuda. Recordando un problema actual, si alguien contrae una enfermedad, la familia se desdobla en cuidados y preocupaciones. Pero, si se encuentra aparentemente saludable y comete un error, o se muestra impertinente, los familiares enseguida LEVANTAN una barrera de RESENTIMIENTO DESARMONIZANDO la vida en el hogar. En última instancia, la justicia que trasciende a la de los fariseos es ejercitada con la COMPRENSION de que cada cual ESTA en una DETERMINADA etapa de EVOLUCION. NO podemos EXIGIR de las personas MAS de lo que ellas nos pueden dar. Y el ejercicio del PERDON, en cualquier convivencia, jamás será un favor que le haremos a alguien, sino lo mínimo INDISPENSABLE en nuestro PROPIO beneficio. Si deseamos conservar la integridad ESPIRITUAL y un ambiente armonioso, donde quiera que estemos, es PRECISO desarmar el espíritu, recordando con Mahatma Gandhi, el gran líder espiritual de la India y del Mundo:
NO hay camino para la paz. La paz es el camino.
Richard Simonetti
Anuario Espirita 2009
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EL ESPÍRITA EN LA FAMILIA
Si el Espírita debe ser prudente, virtuoso, tolerante, humilde abnegado y caritativo, entre sus hermanos de ideal y en el seno de la Humanidad, ¡cuánto más lo debe ser en la familia! Si son sagrados los deberes que hemos de cumplir entre nuestros hermanos y en la Humanidad, mucho más lo son los que tenemos que cumplir en la familia. Porque debemos considerar que, más allá de los vínculos que en esta existencia nos unen con lazos indisolubles, tenemos siempre historias pasadas, que se enlazan con la historia presente.
Los que no son espíritas atribuyen todo a la casualidad. Nosotros sabemos, sin embargo, que no hay efecto sin causa, y que las contrariedades o alegrías de hoy son la continuación de nuestras vidas pasadas. Por eso, el espírita debe ver en su familia un grupo que le fue dado en custodia, y para el cual tiene muchos deberes a cumplir y muchos sacrificios a realizar. Por eso, el esposo debe ser el apoyo y el sustentáculo de la esposa; debe amarla, respetarla, protegerla, aconsejarla, orientarla y proporcionarla en todas las circunstancias de la vida, lo que sea necesario. También la esposa debe obediencia, amor, respeto y sinceridad al esposo, siendo éste, para ella, siempre la primera persona a quien debe confiar sus secretos y todas sus tendencias, sin faltar jamás al respeto y a la obediencia, que debe al que Dios le dio como guía en este mundo de dolor.
Se que para muchos estas palabras son desnecesarias. Mayormente, cuando los esposos tienen las mismas tendencias, son ambos de buen temperamento y sienten las mismas aspiraciones. Mas cuando entre ellos hay temperamentos opuestos, o un mal genio que torna difícil la unión, ya es otra cosa. ¡Y si el esposo entra en choque con la familia, que no quiere aprobar sus ideas, ni concordar que profese el Espiritismo! ¿Cómo se arreglará ese jefe de familia? Es muy difícil prescribir reglas para casos particulares. Sólo podemos decir, en este caso, que el espírita debe escudarse en su prudencia, con tacto y paciencia a toda prueba. Es entonces que debe estar más unido al Alto, tener mucho amor al Padre, recordar siempre la paciencia y la abnegación del Señor, y permanecer en contacto con su Guía Espiritual, por medio de la oración y por la práctica de la indulgencia hacia los que le atormentan.
Su conducta en la familia debe ser un bello modelo de todas las formas de virtud, para que el ejemplo pueda un día llevar la comprensión o por lo menos la tolerancia a una parte de los suyos. Y, aunque a tanto no sea posible llegar, que no se rebele, que se deje
sacrificar, y si fuese necesario, acordándose de que él, hoy es el resultado del ayer, pues así haciendo podrá esperar una gran recompensa. Vi, en mi vida de espírita, dos hermanos que sufrieron mucho con sus familias. Y, a pesar de sus sacrificios, de su paciencia y abnegación, no consiguieron la tolerancia de los familiares, siendo constantemente objeto de burla y desprecio por parte de los seres más queridos. De estos dos hermanos, ya desencarnados, tuve ocasión de recibir comunicaciones que, moralmente hablando, son de enorme elevación y demuestran una felicidad tan grande que, puedo asegurar, ningún otro jamás demostró, entre los desencarnados en nuestra época.
El sacrificio fue tan grande en la Tierra, pues nada es tan doloroso como el vernos despreciados y ridiculizados por aquellos que amamos. Mas esos sufrimientos son doblemente recompensados por nuestro Padre, nuestro Dios, que todo tiene en sus manos, todo sabe y todo puede. Además, estas situaciones son excepcionales y pocos se encuentran en ellas. Lo más común en el espírita ser padre de algunos hijos, cuya misión no está exenta de peligros, siendo a veces necesaria una abnegación a toda prueba, dirigida por el buen sentido espírita.
A veces, no todos los hijos son buenos como el padre desea. Por el contrario, acarrean disgustos y sinsabores, que inciden en un gran sufrimiento. Los padres, entonces, precisan saber sufrir, teniendo mucho cuidado en mantener el mismo afecto para todos los hijos, tanto para los buenos, como para los que le disgustan. El espírita debe sentir el mismo amor por todos sus hijos. Y no debe olvidar que los más necesitados de su misericordia son los menos provistos de bondad y comprensión. Hay hijos que llevamos por la mano a toda parte, y hay otros que no basta cogerlos por la mano, es preciso arrastrarlos. Conozco padres espíritas que, empero amando a todos los hijos, dieron preferencia a los más pacíficos y mas obedientes. Si esto no fuese más en apariencia de que en la realidad, podría ser una buena manera de conducir a los demás nuevamente al buen camino. Mas no fue así. Por el contrario, dando preferencia a algunos, relegaran a los demás al olvido. Esta es una actuación equivocada, que puede costar muy caro al que la ejercita.
Es verdad que a veces el padre no puede tratar a todos de la misma manera, en virtud de la diferencia de conducta y de comprensión de los hijos. Pero el padre y la madre deben mantener el amor en sus corazones y, si posible, mucho más fuerte por el hijo que más necesita, sea por su atraso moral o por otros motivos. Pues todo espírita que tenga hijos no debe olvidar que no los tiene por acaso. No fue por casualidad, más obedeciendo a un plan providencial para su bien y el de sus hijos, que ellos nacieran. Quién sabe si fueran enemigos, que tienen deudas para ajustar, y por eso Dios los pone uno al lado del otro, unidos por los lazos de la familia, para satisfacer un pago que de otra manera no podrían hacer. ¡Quién sabe si la mujer abandonada de otras existencias, que sirvió apenas para satisfacer caprichos, viene ahora a reclamar el apoyo a que tiene derecho! Por eso, el espírita, debe tener el mayor cuidado en la educación de todos sus hijos, más aún, ha de velar por los hijos que vinieren cargados de imperfecciones y son la causa de grandes disgustos.
¡Cuántos casos hay, entre los encarnados, que, si pudiésemos conocerlos, nos harían bajar la cabeza y ponernos de sobre aviso! En la verdad, no podemos conocerlos. Nos basta saber, sin embargo, que no hay efecto sin causa, y que Dios, en su infinita sabiduría, nada hace de inútil ni de injusto. Así, cuando el hombre encuentra una esposa mala, o la mujer encuentra un mal marido, no es por acaso, más por una sabia determinación. Si un buen padre tiene malos hijos, no se trata de castigo, más de las consecuencias de una ley justa. El espírita, que conoce todas esas cosas y todavía muchas otras, no puede considerar la vida como un simple paseo, más como una secuencia de hechos que lo herirán hasta lo más profundo del alma, que lo harán sufrir y derramar lágrimas. Más justamente por eso debe ser fuerte, de ánimo firme, compasivo y abnegado, caritativo para con todos, y muy especialmente para con las imperfecciones de sus hijos, depósitos sagrados que el Padre le concede, para que sea su protector y guía, a fin de hacerlos avanzar por lo menos un paso, en el caso de no poder hacer más.
Todo espírita debe proceder con mucho cuidado en la misión de la paternidad, para no dejarse arrastrar jamás por una atracción de causa desconocida, en favor de unos hijos, ni por la frialdad que puede sentir en relación a otros. La justicia y el deber deben regular esas afecciones o repulsiones secretas, que brotan del alma. Ya dijimos que un hijo nuestro puede ser un gran enemigo de otras existencias, o un amigo cariñoso. Y no hay duda que, en las profundidades de nuestra alma, resuenan aún los recuerdos del pasado. De ahí la razón de la eficiencia del espiritismo, para hacernos progresar, pues su solución definitiva es que debemos amar, amar y amar. Sí, amar a los que nos quieren, a los que nos odian, a los que nos protegen o nos persiguen, a los que nos hacen el bien o nos desean el mal. Por señal que este mandamiento, que es la ley para la convivencia
humana en general, lo es más aún en el seno de la familia. El espírita que consiga tener el amor como ley y lo ponga en práctica, no estará en tinieblas. Su vida terrena fluirá plácidamente, y después de ella alcanzará la felicidad.
Cuando el espírita no tiene esposa e hijos, pero tiene aún a los padres, no debe olvidar el deber de tributarles todo el respeto, cariño y amor. Ha de considerar que fueran en la Tierra los representantes de la Providencia para él, lo que le obliga a darIes paz, consuelo, protección y amparo. Está en el deber de hacer por ellos lo que de ellos recibió, y aunque sus padres no se hubiesen portado bien, no está por eso menos obligado. Porque, en ese caso, ellos pertenecerían a la orden de los espíritus inferiores, y el espírita debe ser un ejemplo constante de virtud y abnegación; para que ellos aprendan lo que no sabían: cumplir con sus deberes.
En resumen:
Creemos que el espírita, en todas las situaciones de la vida, ha de portarse como buen hijo, buen esposo, buen padre, buen hermano y buen ciudadano; así, como practicante de la ley divina, cuyo sentido práctico está en la enseñanza y en el ejemplo del Señor y Maestro;
será luz para iluminar a los que están a su alrededor. será mensajero de paz y amor para todos; y llevará la paz de las Moradas de la Luz hasta los hombres de la Tierra.
El Tesoro de los Espíritas - Miguel Vives
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