sábado, 28 de marzo de 2015

Un poco de historia del Espiritismo



¿QUÉ ES MÁS IMPORTANTE LA SABIDURÍA O EL AMOR?

Un compañero nos preguntó  si era más importante al espíritu encarnado la caridad (el amor) o la intelectualidad (sabiduría). Para  esclarecerlo procuramos  tomar informaciones en las fuentes del saber emmanuelinos.  Le dije que ante las perspectivas  del crecimiento espiritual, la caridad (sentir) es sobradamente más importante, en la esencia, que la inteligencia (saber), y no obstante necesitamos de las dos alas (amor y sabiduría)  para alcanzar los vuelos rumbo  al excelso destino luminoso.  En realidad, el sentimiento y la sabiduría son las dos alas con las que el alma  se elevará hacia la perfección infinita; las dos son clasificadas como adelantamiento moral y adelantamiento intelectual; ambos son imprescindibles para el progreso, siendo justo, sin embargo, considerar la superioridad del primero (sentimiento) sobre el segundo (sabiduría), por cuanto, “la Parte intelectual sin la moral puede ofrecer numerosas perspectivas  de caída, en la repetición de las experiencias, mientras que el avance moral nunca jamás será excesivo, representando el núcleo más importante de las energías evolutivas.” (1)
En verdad, nuestra capacidad intelectual es demasiadamente corta, cara a los elevados poderes de la personalidad espiritual, independiente de los lazos de la materia. Según Emmanuel, “los enlaces  de la encarnación hacen el papel de cables de la luz sobre todas las conquistas anteriores del Espíritu reencarnado. En esa sombra reside el acervo de vagos recuerdos, de vocaciones innatas, de numerosas experiencias, de valores naturales espontáneos, al que llamamos sub conciencia. Más allá de eso, la incapacidad intelectual del hombre físico tiene su origen en su propia situación,  caracterizada por la necesidad de pruebas amargas.”(2)
Los valores intelectuales en la Tierra, actualmente, sufren  la vergüenza de todas las fuerzas corruptoras de la decadencia. “La actual generación, que tantas veces se entregó a la jactancia, atribuyendo a si misma las más altas conquistas en el terreno  del raciocinio positivo, operó  los más vastos desequilibrios  en las corrientes evolutivas del orbe, con su injustificable divorcio del sentimiento.” (3) Es por ese deseo  que notamos  en el escenario político-social-económico de la Tierra las aberraciones, los absurdos teóricos, los extremismos estableciendo la inversión de los valores. “Excesivamente preocupados con sus extravagancias los misioneros de la inteligencia cambiaron su labor junto al espíritu por un lugar de dominio, como los sacerdotes religiosos que  permutaron la luz de la fe  por las  previsiones tangibles de la situación económica.” (4)
Entretanto, es imprescindible reconocer que hay una tarea especializada de la inteligencia en el orbe terrestre, sobre todo para los que reciben la delegación bendecida, en luchas expiatorias o en misiones santificantes, de ampliar la buena tarea de la inteligencia en beneficio real de la colectividad. Es urgente, con todo, la vigilancia constante, pues, “el destaque intelectual, muchas veces, oscurece en el mundo la visión del espíritu encarnado, conduciéndolo a la vanidad injustificable, donde las intenciones más puras  quedan aniquiladas.” (5)
Otro aspecto que debemos reflexionar es si debemos, en nombre del Espiritismo, buscar los intelectuales para la comprensión  de sus deberes espirituales. Emmanuel nos responde a esa cuestión de una forma categórica: “provocar la atención de los otros con la intención de regenerarlos, cuando todos nosotros, aun mismo los desencarnados, estamos en función de perfeccionamiento y aprendizaje, no parece justo,  porque estamos aun con un deber esencial, que es el de la edificación de nosotros mismos. En la labor de la Doctrina, hemos de convenir que el Espiritismo es el Cristianismo redivivo por el cual precisamos ofrecer  el testimonio de la verdad, dentro de nuestro concepto de relatividad, todo el fundamento de la verdad de la Tierra está en Jesucristo.” (6)
La Tercera Revelación triunfa por si, sin la concurrencia de las flacas posibilidades humanas. Nadie deberá procurar a  los intelectuales suponiéndose elemento indispensable  para su victoria. Emmanuel alerta que “el Espiritismo no necesita de determinados hombres (intelectualizados) para consolar e instruir a las criaturas, desprendiéndose  que los propios intelectuales del mundo  es que deben buscar, espontáneamente, en la fuente de conocimientos doctrinarios, el beneficio de su iluminación.” (7)
Querido hermano, recordemos que los hombres sencillos, iletrados, humildes, que “pasan  la vida entera, trabajando al Sol en el cultivo de la Tierra, fabricando pan sabroso de la vida, tienen más valor para Dios que los artistas de inteligencia viciada, que no hacen otra cosas sino perturbar la marcha divina de sus leyes. Por tanto, que la expresión de intelectualidad es muy valiosa,  no hay duda, más no puede  prescindir jamás de los valores del sentimiento en su esencia sublime. “(8)

Jorge Hessen

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Cultiva estados mentales positivos como la generosidad y la compasión decididamente conduce a una mejor salud mental y a la felicidad”

              (Dalai Lama) 

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¡A TI QUE ESTAS ENCARNADO!

La  modificación del plano mental de las criaturas nadie la impone jamás, esta es fruto del tiempo, del esfuerzo, de la evolución. La sociedad humana, en la actualidad, viene siendo sacudida en sus propias bases, compeliendo a muchas personas  a improvistas renovaciones.

Para que el hombre físico se convierta en hombre espiritual, el milagro exige  mucha colaboración de las entidades espirituales. Las alas sublimes del alma  eterna no se expanden en estrechos escondrijos  de una incubadora, hay que trabajar, bruñir y sufrir.

Hastiados de las sensaciones en el plano grosero de la existencia, el alma intenta otros dominios. Se busca la novedad, el consuelo desconocido, la solución a la tortura de los enigmas.

La llama del propio corazón, convertida en un santuario de claridad divina,  es la única lámpara  capaz de iluminar el misterio espiritual, en la marcha  redentora  y evolutiva. Al lado de cada hombre  y de  cada mujer,  en el mundo, permanece  viva la Voluntad de Dios,  en lo relativo a los deberes  que le corresponden. Cada cual tiene a su frente el servicio que le compete, como cada día trae consigo especiales de realización en el bien. El Universo se encuentra en el orden absoluto, como aves libres en los limitados cielos, interferimos en el plano divino, creando para nosotros prisiones y ataduras, o liberación y enriquecimiento.

Somos, en el palco de la Corteza Planetaria, los mismos actores del drama evolutivo. Cada milenio es un acto breve, cada siglo es un escenario veloz. Utilizando cuerpos sagrados perdemos la oportunidad santificante de la existencia, haciéndonos réprobos de las leyes soberanas, que nos enredan a los escombros de la muerte, como náufragos  piratas por mucho tiempo indignos del retorno a las lides del mar.

Son muchas las almas  indecisas, presas de la ingratitud y de la duda, de la flaqueza y de la disposición, esclavizadas en la tiranía del instinto, las que viajan divagando en el desierto de la propia  negación;  como pájaros de alas partidas, intentan volar al nido de la libertad  y de la paz, y que, no obstante, aun se debaten en el lodazal  de los placeres  de ínfima condición.

“Es por esta razón que los graneros de luz permanecen  vacíos. El vendaval  de las pasiones fulminantes de los hombres y de los pueblos pasa ululando, de uno a otro polo, sembrando malos presagios. Es la época moderna, la locura se generaliza y la armonía mental del hombre está a punto de zozobrar. Con el cerebro, envuelto  y el corazón inmaduro, el hombre actualmente, se requinta, en el arte de estragar el progreso espiritual.

Existe en la actualidad una nueva amenaza en el domicilio terrestre, el profundo desequilibrio, la desarmonia generalizada, las molestias del alma que se ingieren, sutiles, solapando  la  estabilidad, convirtiendo la Tierra en un campo de interminables hostilidades.

Casi todos los cuadros de la civilización moderna se hayan comprometidos en la estructura fundamental, necesitando movilizar todas las fuerzas a su alcance, para su propia causa.

El trabajo salvacionista no es exclusividad de la religión, constituye  un ministerio común a todos, es una obra genérica para la colectividad, un esfuerzo del servidor honesto  y sincero, interesado en el bien de todos.

No hay que olvidar la propia luz, no contar con antorchas  ajenas para la jornada, es indispensable considerar el propio deber de integridad cada día. Es imposible progresar en un siglo, sin atender las obligaciones  de la hora,  es imprescindible, recomponer  las energías, reajustar las aspiraciones y santificar  los deseos.

No basta creer en la inmortalidad del alma. Es inaplazable la iluminación de uno mismo, con el fin de ser claridad sublime. Importa elevar el corazón, romper las murallas que nos encarcelan en las sombras, olvidar las ilusiones de la posesión, dilacerar los velos espesos de la vanidad, abstenerse  del personalismo envilecido, para que la claridad resplandezca en el corazón y Dios disipe las transitorias tinieblas.

La Puerta Divina no se abre a espíritus  que no se divinizaron por el trabajo incesante  de cooperación con el Padre. Como obreros decididos y valerosos, hemos de alimentar la esperanza renovadora. Siendo el ministerio de iluminación y de eternidad.

Se hace necesario, que encendamos en el corazón el amor fraternal, al frente del servicio. No bastará, en nuestras realizaciones, la creencia que espera, es indispensable el amor que confía y atiende, transforma y eleva, como vaso legitimo de la Sabiduría Divina.

Seamos instrumentos del bien, la tarea demanda coraje y una suprema devoción a Dios. Sin que convirtamos  el círculo en que estamos, en luz en vano acometeremos  las sombras a nuestros propios pies.

La evangelización de las realizaciones en los dos planos de la vida es un deber tan natural y tan inaplazable como lo es la evangelización de las personas.

La espiritualidad Superior, a través de la oración y el trabajo constructivo se vincula al hombre proporcionándole el contacto con los Almacenes Divinos, supliéndolo según su justa necesidad. Las facilidades que gozan los espíritus elevados que tanto admiramos, son prodigadas al hombre por Dios, en todos los lugares. El aprovecharlas  es opción de el. Las maquinas  terrestres pueden alzarle  a considerables alturas, pero el vuelo espiritual, con el que se libera de la animalidad, jamás el hombre lo realizará sin alas propias.

Solo los siervos que trabajan, graban en el tiempo las marcas de la liberación; solo los que se bañan en el sudor de la responsabilidad consiguen acuñar nuevas formas de vida  y de ideal renovador.

El desequilibrio generalizado y creciente invade la mente humana. Se combaten, desesperadamente las naciones y las ideologías, los sistemas y los principios. Se necesita asistencia espiritual en todas partes, reclamando cooperadores abnegados y fieles.

Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro “En un Mundo Mayor” de Chico Xavier
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Aunque nadie pueda volver atrás y hacer un nuevo comienzo, cualquiera aún puede comenzar ahora y hacer un nuevo fin. 
Francisco Cándido Xavier 
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Hermanas Fox



Un poco de  historia del


                        Espiritismo



El fenómeno espírita es universal y la doctrina que de él se obtiene  también lo es,  porque puede ser confirmada a cualquier hora y en cualquier lugar


Allan Kardec en su librito “Qué que es el Espiritismo”, definiendo la ciencia nueva a que había dedicado sus últimos años, escribió:

El Espiritismo es una ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los Espíritus,
así como de sus relaciones con el mundo corporal”.

Eso, en 1859, dos años tras la edición de El Libro de los Espíritus.

En 1893, treinta y cuatro años después, Gabriel Delanne, en “El Fenómeno espírita”, también define el Espiritismo sólo como ciencia.

Veamos lo que él dijo:

El Espiritismo es una ciencia cuyo fin es la demostración experimental de la existencia del alma y su inmortalidad por medio de comunicaciones con aquellos a los cuales impropiamente se ha llamado muertos”.

Vea bien: la finalidad del fenómeno, según Delanne, era sólo demostrar la existencia del alma y de su inmortalidad. Sólo eso. Nada más.

¿Por qué, en ambas definiciones, no se da cualquiera destaque a la filosofía y a la religión? (Más tarde, Kardec va a mejorar el concepto, ampliando el campo de alcance de la doctrina, diciendo que el “Espiritismo es una ciencia y una filosofía con consecuencias morales”.)

Porque nadie, en aquellas alturas, ni incluso Kardec, podría imaginar que por detrás de los fenómenos estaba surgiendo una ciencia nueva, una filosofía plena y una nueva manera de ver la vida.

En la profundización de las indagaciones es que surgiría un edificio nuevo, un mensaje nuevo que abrigaría, con mucha claridad, la filosofía, la religión, y todos los ramos del conocimiento humano.


Religión es, ante todo, una manera de ver las cosas


Harold Krushner, en su interesante libro “Quién necesita de Dios”, aseguraba con toda su experiencia de rabino que “la religión no es sólo un conjunto de creencias o de una serie de rituales. Religión es, antes de todo, una manera de ver las cosas. Ella no puede cambiar los hechos del mundo en que vivimos, pero puede transformar nuestra visión de esos hechos y reconocimientos, lo que, por sí sólo, hace mucha diferencia. Religión es reunir a las personas de modo que puedan compartir momentos importantes de sus vidas”.

El sociólogo y antropólogo francés, Émille Durkheim (1858-1917), después de viajar para las islas de los mares del sur a fin de estudiar la religión en su forma más primitiva, afirma que una de las cosas más importantes que él aprendió fue que uno de los propósitos esenciales de la religión no era colocar los individuos en contacto con Dios, pero sí lo de colocarlos unos en contacto con los otros. Existen acontecimientos en la vida de cada uno de nosotros que no deseamos vivir solos, cosas alegres, como el nacimiento o la boda de un hijo, y cosas tristes, como la muerte de un ente querido o una guerra y desastres naturales.

El Espiritismo rescata ese concepto original de religión al transformar sus adeptos en una gran familia, compartiendo conocimientos, descubrimientos, emociones. Y, extrayendo de las informaciones de los que ya habían atravesado las fronteras de la muerte, hizo visible la filosofía plena que, de hecho, responde a las preguntas del ser humano:

¿De dónde vinimos?
¿Por qué sufrimos?
¿Cuál es la finalidad de la existencia?
¿Para dónde vamos?
¿Cómo entender el problema del mal y del bien?
¿A qué leyes estamos sujetos en nuestra marcha evolutiva?


Los fenómenos mediúmnicos existieron desde todos 

los tiempos


Además, al encarar de manera racional el problema de la fe y los ejercicios de la meditación y de la oración, estableció reglas de convivencia fraterna entre ese mundo y el otro, entre los que trabajan en las dificultades de la esfera física y los que de ella ya se liberaron por el fenómeno de la muerte.

Como ciencia, continúa investigando los secretos de la comunicación entre vivos y muertos; como filosofía, aclara nuestro camino para evitar sobresaltos y caídas y, como religión, nos hace hermanos con los mismos sueños y las mismas aspiraciones.

Pero todo comenzó, modernamente, en 1848, en un Villarejo de Estados Unidos, pequeña comunidad vinculada a la ciudad de Rochester, en el Estado de Nueva York, en América del Norte.

Modernamente, dijimos, porque los fenómenos mediúmnicos existieron desde todos los tiempos. Hasta donde la historia pudo registrar, no hay un pueblo, una patria, una comunidad donde el fenómeno no haya ocurrido siempre y con gran abundancia. Pero lo que vendría a desencadenar todo el proceso de elaboración de la doctrina es, realmente, moderno. Es casi de nuestros días.

Casa fam. Fox
De repente, en la casa del Sr. John Fox, un presbiteriano asumido y extremadamente religioso, las paredes comienzan a hacer ruido. Eran golpes secos, que en la lengua inglesa se decían ‘raps”. Corría el año de 1848 y el mes era marzo. ¿Serían juegos de niños o perturbaciones de los vecinos? ¿Estaría estallando la madera de que se constituían algunas paredes? ¿Qué diablo era aquello? Golpes insistentes que no dejaban a la familia dormir. Venían curiosos y los golpes continuaban.


No soy demonio, no”, dice el autor de los golpes


Llamada la policía, nada se descubrió. Como buenos evangélicos, pensaron inmediatamente en el demonio. Eso es cosa del demonio, decían todos. Hasta que un día, una de las niñas resolvió conversar con el demonio. Dijo una de ellas: – Su pie dividido (pie de cabrito, porque esa era una de las características del demonio, dadas por aquellos que lo conocían bien). – Su pie dividido – decía ella –, haz lo que yo hago. Dio tres palmaditas con las dos manos unidas. Y el demonio la imitó. Golpeó otras tantas veces. Y la pared repetía. Se preguntó a la pared. ¿Cuál es la edad de Kate? Y la pared dio el número de golpes igual al número de años de la niña. Había una inteligencia por detrás de aquellos golpes. 
Entonces el Sr. Isaac Post, amigo de los Fox, resolvió inventar una forma de conversar con la pared. Él declamaría las letras del alfabeto en voz alta y así que surgiera la letra que interesaba, la pared daba un golpe. De esa forma fueron construyéndose palabras, frases y la historia toda. La inteligencia decía: “No soy demonio, no. Soy un ser cómo todos vosotros. Ya estuve ahí.” Y contó su historia. El autor de los golpes era un comerciante viajero, Charles Rosma, que había sido asesinado allí, en aquella casa, cuando allá se había hospedado con las mercancías que buscaba vender. Los dueños de la posada, por la noche, con vista en el dinero del comerciante y en las cosas que él estaba vendiendo, lo asesinaron y enterraron el cuerpo, de entrada en la bodega. Más tarde, debido al riesgo de descubrirse donde el cuerpo estaba enterrado, lo retiraron y lo emparedaron entre dos paredes duplicadas que sólo más tarde, cincuenta años después, desmoronadas, dejarían expuestos los huesos del indignado vendedor.

Estaba descubierta la manera de entenderse los llamados muertos con los llamados vivos. Después se perfeccionó el proceso. Hasta que se llega a las mesas giratorias que tomaron cuenta de Europa.

Mesas giratorias: una de las grandes diversiones de Europa

 Con las mesas el proceso era el mismo. Reunidas las personas en torno a la mesa y habiendo entidades espirituales que quisieran entrar en la conversación, el acto comenzaba. Preguntada alguna cosa, la mesa golpeaba la respuesta. Madame Girardin inventó una mesita más ligera y de tres pies y la llamó mesa para conversar con los Espíritus. Fue una de las grandes diversiones de Europa en el siglo diecinueve. Hombres importantes se daban a ese menester, Victor Hugo fue uno de ellos y que más tarde vino a continuación el pensamiento doctrinario de Kardec.

Ahí entra el sabio, el crítico, el investigador. El hombre de ciencia: profesor Hippolyte Léon Denizard Rivail. Magnetizador, con más de treinta años de experiencia en ese arte de Mesmer, observando más que los otros, y sin cualquier tipo de prejuicio,  profundizó en el estudio, perfeccionó procesos, descubrió leyes y construyó el gran edificio de ese mensaje de renovación espiritual de tanta importancia para el crecimiento de los hombres y perfeccionamiento de la Humanidad.

Toda la doctrina emergió de ese fenómeno naturalísimo que se repite en cualquier parte donde esté el intermediario (médium) y alguna entidad que desea manifestarse. El fenómeno puede ocurrir casualmente sin cualquier interferencia de la voluntad humana o por efecto de provocación, llamada evocación. Sin cualquier privilegio de nadie. De ninguna creencia. En toda casa, bastando la existencia de esos dos elementos: un ciudadano que tiene dones mediúmnicos y seres espirituales que se dispongan a aparecer. Por eso el fenómeno es universal y la doctrina que de él se levanta también lo es, porque puede ser confirmada, a cualquier hora, a cualquier tiempo, y en cualquier lugar.
Autor: Arthur Bernardes de Oliveira



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