sábado, 31 de enero de 2015

NUEVOS Y VIEJOS PECADOS




Valorando la vida
 Muchas son las mujeres que se llenan de tristeza, cuando  se enteran que no podrán ser madres. Las causas de esa esterilidad son muy variadas, lo que sí es verdad, es que hace muchos estragos en la pareja.
La maternidad se subalterniza a factores que no pueden ser defraudados. 
El hombre inescrupuloso, el padre irresponsable que fecunda y abandona, no escapará  a la conciencia ni huirá de la Divina Vigilancia.  Nadie defrauda los dones de la vida sin verse obligado a una penosa rehabilitación.
El justificativo de que la mujer abandonada deba cargar a solas el peso del hijo, no es lo correcto.  El dilapidador de su esperanza, de su paz, no conseguirá huir  de la Justicia de Dios.  Tampoco ella podrá huir, si cae en el crimen.
Muchas de las madres que abortan, caen en la cárcel de los remordimientos y amarguras al despertar de la conciencia. La maternidad frustrada suele provocar mucho dolor.
La vida  es patrimonio del Señor que la dirige. Los pronósticos humanos, siempre susceptibles de fallas, no logran retratar con fidelidad las directrices del futuro.
“Los cuadros expiatorios cambian frecuentemente, alterando la planificación de los destinos.
El rio de la vida fluye incesantemente.  Los afectos, las simpatías, así como las antipatías y las animosidades proceden  del pasado espiritual de los seres. La Psicología se enriquece a la luz de la reencarnación, solucionando innumerables   de sus incontables enigmas.  Hay encuentros de seres en la Tierra que, indudablemente, son reencuentros, buenos o malos, felices o funestos…
La reencarnación es el nuevo Edipo descifrando las esfinges de la existencia planetaria. Todos los misterios se diluyen y se caracterizan las legítimas fases del mecanismo de la vida.
Todos estamos destinados a la sublime Luz. La vida es el más precioso tesoro que se conoce. No siendo el hombre su autor, no le compete interrumpirla a su gusto.
La mayoría de los Espíritus que van a  reencarnar, al ser expulsados del cuerpo fetal, se
adhieren a las madres ingratas, produciéndoles varios disturbios, algunos de ellos conducen a desencarnaciones dolorosas, esperándolas después del desenlace.
Son penosas e innecesarias tragedias que se transfieren  más allá de la tumba por la desidia  y negligencia a las que se entregan las extraviadas mujeres, que abortan.
Los ojos del mundo no soportarían contemplar las escenas que se desarrolla  después de la muerte física , entre aquellos que se tornan cómplices con el crimen y son esperados por la victima  que les suplicaron la bendición del cuerpo para evolucionar, amar, liberarse del sufrimiento y que les ha sido negada la oportunidad, siendo destruidos violentamente. Enloquecidos por el odio que los domina, se transforman en verdugos implacables en lazados  en el horror  en el que permanecen, hasta que la excelsa misericordia de Dios los trae  nuevamente al abismo humano portando anomalías chocantes que les exigen interdependencias.
La vida, en las vueltas que da, siempre  lleva al hombre a antiguos lugares por donde paso sin tino, a fin de que rehaga el camino.
Las criaturas no elaboran la vida; actúan como co-creadores en la Obra de Nuestro Padre. Asumir el compromiso de interceptar, interrumpir, destruir lo que no se puede hacer o rectificar, es grave  y pesado delito. Nadie se puede erigir en árbitro de la existencia, diciendo quien debe o no vivir, proseguir o iniciar el compromiso carnal. Carece de las condiciones mínimas exigibles  para efectuar un análisis profundo, ante la acción abortiva o la decisión eutanasia. Empeñar todos los recursos hasta el final a fin de preservar, asistir, conceder medios para la vida, es un deber impostergable de todos, y mucho más de aquellos que se comprometen  a través del sacerdocio médico a ejecutar el arte de curar.
La criatura humana se arroja espontáneamente a los abismos del crimen y salen de ellos sometidos  a otros delitos más perturbadores. En la alucinación de la voluptuosidad que produce el placer, no se detiene  ante la acción tenebrosa. Consumada la satisfacción desastrosa y consciente del desenlace no deseado, todos hacen para ocultar los resultados mediante un engaño peor, aprisionándose en el más desdichado cautiverio moral.
 “Vivir es un premio divino que ninguna persona puede desconsiderar impunemente. Aun cuando las circunstancias se presenten adversas y la criatura  sufra continuos reveses, la vida es una bendición. Razones poderosas así determinan que ocurra. Si la piedad  pretende colaborar, que haga uso de los recursos que mantienen  la existencia,  no de aquellos que la interrumpan.
La actitud acertada surge de la confianza inalterable en Dios, que todo lo provee, haciendo lo que nos cabe realizar, de la mejor manera posible. Aunque no debemos olvidar  que la enfermedad y el dolor son también terapias de salvación.
Una enfermedad física grave salva al hombre de una gran desdicha moral. Un drama del sentimiento que hiere  y parece impropio, cuando es bien recibido, altera el pronóstico de un desastre físico que arrebataría la vida física.
En la pauta de las Leyes Divinas que se aplican  en todo momento, hay recursos superiores.
El Cristianismo, frente a la realidad, es la doctrina del hombre en coloquio permanente con Jesús; de la criatura con el Creador en constante comunión; de un ser con otro en fraternal solidaridad de auxilio amoroso.
La liberación total de los tóxicos absorbidos es lenta, la libertad, en cualquier circunstancia, impone un pesado tributo para la propia auto liberación.  Pidamos al Padre fuerzas  para que nos podamos desembarazar de los compromisos, permaneciendo  a Su disposición, dóciles y humildes.
Los que hemos oído y recibido la Revelación, poseemos una significativa responsabilidad de la que no podemos evadirnos.
La vida es una inversión sagrada de la Divinidad.
Evolucionar, es su menester sin termino.
Merchita
EXTRAIDO DEL LIBRO: “Del Abismo a las Estrellas” de Divaldo Pereira Franco
                                                                  ***********************************
NUEVOS Y VIEJOS PECADOS 

         Ciertamente, la Iglesia Católica, en un deseo de actualización de su catecismo, ha querido ponerse al día de estos tiempos que corren, definiendo nuevas formas de pecado social. En realidad estos nuevos pecados que trata de actualizar, no son nuevos, sino que a poco que se analicen y se medite en ellos enseguida vemos que vienen a ser los de siempre pero con otros enmascaramientos y formas. 
     Así, por ejemplo, define entre otros el del consumo de drogas. Se entiende que se debe referir al consumo por placer y no por tratamiento controlado médicamente. En este concepto se deberán referir a toda clase de drogas y en cualquier cuantía, incluidas las llamadas duras y blandas, e incluyendo también el alcohol y el tabaco, que vienen a ser drogas duras y adictivas; entonces, cabe plantearse, ¿ será la misma gravedad de la falta moral para el que prueba un “porro” de cannabis, que el que se toma por hábito o esnobismo una dosis mayor de otra droga más fuerte, como la cocaína, etc.?; ¿ Tiene la misma gravedad el pecado de consumir un cigarrillo de tabaco que esnifar cocaína, o tomarse un “cubata”? ; ¿ Ahora habrá que confesar estas faltas para no condenarnos eternamente y las mismas, hasta hace poco, no nos condenaban? ¿ Acaso ahora Dios ya no es el mismo de antes y se ha vuelto más severo?; ¿ Los drogadictos y alcohólicos que fallecieron ayer, habrán ingresado en el cielo tras disfrutar o padecer de su adicción, y los que fallezcan a partir de ahora si no pasan antes por el confesionario, quedarán condenados para siempre?; ¿ Será pecado ahora lo que hasta hace poco no lo era, en cuanto a consumir tabaco o alcohol?. 
      Al respecto soy de la opinión de que es una falta moral mas o menos grave – dependiendo ello de la consciencia que de ella se tenga cuando se comete-,cuando se insiste en un consumo que afecta a la salud del cuerpo o de la mente, a los que poco a poco va minando, incurriendo en una responsabilidad de suicidio mas o menos lento, pero que no deja de ser un suicidio porque se tiene consciencia de ello. Además los hábitos perniciosos de las drogas causan una dependencia psíquica que perdura y conturba por mucho tiempo después de la muerte del cuerpo físico. 
    Otro nuevo pecado es la acumulación de riqueza excesiva, cuando va en detrimento de otros. Realmente no se puede delimitar en cada persona, a partir de cuando su riqueza es excesiva, más aún si ha sido generada de modo honrado y legal. Está claro que quien más tiene, más puede, por lo que acumular riquezas sin atender las necesidades urgentes de los que carecen de lo necesario, es un pecado de egoísmo y de falta de caridad. 

     Peor aún es, cuando las riquezas acumuladas son producto de la explotación o estafa a otros a quienes se les despoja o niega de algo que legítimamente les pertenece, entonces sí estamos ante un estado de avaricia , de explotación o de robo que en cualquier caso faltan a la mas elemental caridad porque causa un daño material y moral a otros. Esto sí es pecado, pero no para lavarlo mediante una confesión a un sacerdote y después tratar de acallar la conciencia cumpliendo la penitencia del confesionario, sino cesando de hacerlo, y restaurando lo obtenido o acumulado a sus legítimos poseedores y si no es posible, haciendo con ello actos de caridad material a quienes lo necesiten. Ya advirtió por eso Jesús cuando dijo que “ era más difícil que un rico entrase en el Reino de los Cielos, que el que un camello pasase por el ojo de una aguja. 
     Desgraciadamente, la historia de la iglesia no concuerda con este concepto de las riquezas excesivas, pues siempre las ha acumulado , no para servir a la manutención sencilla de sus ministros, ni para calmar el hambre en el mundo, pues a la vista están el fatuo y la pomposidad, riqueza y lujo de las iglesias, catedrales, nuncios , eminencias y “santidades”. Tal vez antes de definir este concepto de exceso de riqueza, debieran haberse despojado del exceso que los siglos han acumulado en sus grandes catedrales, especialmente la del Estado del Vaticano con su Banca Vaticana bien provista. Recordemos que Jesús predicó con el ejemplo, y El, siempre fue pobre y estuvo rodeado de pobres de bienes materiales. Al respecto habrá quien se acuerde de Cáritas Diocesanas, como instrumento de caridad de la Iglesia, pero, en efecto, es instrumento de recolección y reparto de bienes del pueblo para atender a las necesidades de los pobres, pero estos no son sus bienes propios, sino los de la caridad o de lo que sobra a los que tienen más y no forman parte de la institución jerárquica eclesial. También se podrá argumentar que muchos tesoros y bienes de la Iglesia son donaciones que los fieles han ido haciendo voluntariamente a lo largo de los tiempos, como ofrenda a tal Virgen o a cual Santo. Mas yo pienso al respecto: ¿ La referida Virgen o santo, prefieren ver esos tesoros que les han ofrendado con la mejor voluntad, escondidos y guardados, mientras fuera de los templos y ermitas sigue habiendo personas con carencias materiales de cualquier género?. Sin duda pienso que no, sino que por el contrario se despojarían inmediatamente de ello y socorrerían al necesitado. 
     Asimismo trata también de definir como pecado el de los atentados ecológicos o al medio ambiente. En efecto, las aberraciones y destrucciones que se hacen a la Naturaleza, son un pecado, pero no de ahora, sino desde que se vienen cometiendo, tal vez desde hace algunos siglos. Prueba de ello es el cómo han ido desapareciendo o reduciéndose considerablemente bosques , antes muy ricos y poblados y hoy desaparecidos o excesivamente reducidos. Han desaparecido igualmente y se han extinguido gracias a la codicia humana, gran cantidad de especies animales y de plantas, etc. Pero la cuestión es la misma: ¿ Los que a lo largo de los años y siglos lo han ido haciendo impunemente, no han pecado contra Dios o contra la Naturaleza, y ahora que vemos peligrar todo el ecosistema planetario si? . ¿Por qué Dios ahora si es ofendido por la destrucción y contaminación de la Naturaleza, y antes no?. Sin duda que la destrucción de nuestro hábitat natural es una falta grave, pero no de ahora, sino de siempre, pues con ello estamos perjudicando al conjunto de toda la humanidad presente y futura, y además estamos poniendo en serio riesgo toda la vida en el planeta, que sin embargo está llamado a ser próximamente, un mundo de Regeneración. 
        Y  los  más  ambiguos  e  indefinidos  de  todos  los  “nuevos pecados”  son  los  que  define  como  de  “ experimentaciones genéticas dudosas”. Yo aquí me pregunto, ¿Cuándo la Ciencia al investigar y experimentar nuevos avances que generarán un beneficio para la Humanidad, puede dejar de dudar cada paso que da antes de confirmarlo?. Para conocer unos resultados y alcanzar unas metas, antes es ineludible la experimentación y mas tarde la experiencia, por tanto no se pueden cortar las alas a los avances y a las experimentaciones científicas, siempre que no atenten, claro está, contra la vida de ningún ser humano, aun en estado embrionario. ¿O lo de dudoso será por la falta de confianza de la Iglesia hacia los métodos y actividades de la ciencia que al fin y a la postre solo busca escalar etapas de bienestar para la humanidad toda?. No olvidemos que conforme avance la ciencia, descubriendo y aclarando nuevas realidades y verdades, iremos ganando todos en grado de bienestar y nos iremos acercando cada vez más a la Verdad, o sea, al Dios verdadero que no tiene porque coincidir en el dios que han interpretado los conceptos religiosos humanos. 
      Creo que en nuestras viejas sociedades, tenemos viejos pecados comunes y cotidianos, disimulados bajo muchas formas, por lo que pasan desapercibidos en cuanto al modo de descubrirlos e identificarlos, por lo que podrían aparecer como nuevos, pero que si se penetra un poco en estas nuevas formas, no lo son en absoluto. Veamos: 
     No solemos tener la humildad de reconocer nuestros errores y responsabilidades, por lo que ante los resultados negativos que con frecuencia obtenemos, con frecuencia tendemos a culpabilizar y responsabilizar a los demás, a la casualidad o a Dios mismo. Esto se llama soberbia – que es un viejo pecado- y el antídoto es una vieja virtud muy poco practicada: la Humildad. 
       Tendemos a creer en la buena o mala suerte, de modo que nos creemos marionetas del destino. Sin embargo, la suerte de cada uno es obra y resultado de la gestión o del esfuerzo personal de cada uno. Es producto del trabajo, del esfuerzo, de las reacciones y las actuaciones personales, en esta vida o en otras anteriores que hayamos tenido. Existe una Ley de Consecuencias, inmanente en todo el Universo, por lo que es una Ley Divina reguladora de la Justicia que se imparte en todos los puntos de la Tierra y del Universo entero, por lo que nos afecta a todos, y según esta Ley Cósmica, solo recogemos obligadamente de aquello que antes sembramos voluntariamente. 
   Así demostramos nuestro orgullo y soberbia- viejos pecados- cuando culpamos a Dios o al azar por las vicisitudes que se presentan en la vida cuando estas son negativas. 
         Lo tapemos como lo tapemos, seguimos siendo orgullosos y soberbios, tanto como siempre lo hemos sido a lo largo de nuestra historia humana. En esto, ¡ qué poco hemos avanzado! ; así , no solemos tolerar la crítica personal, o hacia lo que es nuestro, pues siempre la tomamos como un insulto, que en el fondo duele tanto porque solemos reconocer en ella algo de realidad que no nos gusta. Así hacemos realidad el viejo refrán: “El que se pica , ajos come”. 
       Entonces quien nos critica, ayudándonos a reconocer nuestros errores y fallos mas o menos íntimos, es tomado como un enemigo, en vez de reconocer en él, el instrumento que Dios nos pone al paso para que nos demos cuenta y reconozcamos lo que de equivocadas o negativas tienen nuestras actitudes, y podamos rectificar a tiempo. 

  Debemos tener en cuenta que a la conciencia no la engañamos nunca aunque cambiemos las palabras para disfrazar la realidad, pues con las palabras solo podremos engañar a los demás, pero no a la realidad, que es como es, por mucho que la disfracemos con palabras que no la cambian. 
Otra muestra de orgullo, de envidia y de vanidad, es cuando llegamos a sentir vergüenza de que los demás nos vean o nos crean mas pobres que ellos, o de inferior clase social, o de menor formación cultural. Así vamos siempre pendientes de las apariencias que damos, tratando de ocultar la realidad sencilla de lo que somos y de quienes somos, no debiendo avergonzarnos nuestro nivel social o económico, sino que lo que nos debería avergonzar es, mas bien, nuestro bajo nivel moral. 
      Podríamos citar otras muchas viejas faltas camufladas bajo formas nuevas, pero, para cerrar el artículo, solo señalar la falsa idea que muchas personas tienen de que para igualar las apariencias con los demás, y “ponernos a la moda”, hay que imitar a los demás, “ lo que se lleva”, “lo que se estila”; y así anulamos y escondemos nuestros propios valores y defectos, nuestra personalidad natural y real, tal como ella es, por el temor a que los demás “nos miren por encima del hombro, o se burlen al creernos atrasados o inferiores en algún aspecto. Esta es una actitud del viejo orgullo, disimulado, que nos lleva a la vieja envidia hacia los demás tantas veces disimulada, en busca de satisfacer una vieja vanidad no superada, son viejos pecados, camuflados en nuestros estratos sociales, que, se definan como se definan, siempre al final vienen a ser “ los mismos perros con distintos collares”. 
José Luis Martín  - 
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LOS EXPERIMENTOS DE
ALBERT DE ROCHAS

Varias veces hemos puesto de relieve en nuestra revista, los trabajos de ciertos personajes que participaron en los fundamentos y la expansión de la filosofía espírita en Francia.

Todos provenían de ámbitos y medios diferentes, y pusieron en evidencia por medio de la experimentación los diversos puntos de enseñanza de la filosofía espírita. En este artículo, les propongo detenernos en un hombre que contó mucho para la expansión y vulgarización de esta filosofía. Se trata del Coronel Albert de Rochas. En nuestra revista Nº 77 (julio de 2009), encontrarán un artículo dedicado a sus investigaciones referentes a las vidas sucesivas con informes detallados de sus experimentos. Por lo tanto no volveré sobre esa parte, pero les invito especialmente a ponerse en antecedentes, a fin de conocer mejor a este hombre excepcional.
Vamos a ver la importancia de sus descubrimientos y a establecer el paralelo entre sus trabajos y los diferentes puntos planteados por Allan Kardec en su codificación del espiritismo.
Veremos también sus experimentos referentes a la hipnosis que le enfrentaron, por una parte a Charcot y a la escuela de Nancy, pero también a los médicos de la Salpêtrière en París. En efecto, después de de Rochas, Charcot no parece haber llegado más lejos que el estado de sonambulismo sin
señalar nunca otros estados secundarios y eso por temor a un acercamiento entre estas investigaciones y las prácticas de los magnetizadores. Albert de Rochas no fue, propiamente hablando, un pionero de la filosofía espírita pues no tomó parte en su desarrollo, ni contribuyó en tratar de poner en evidencia la vida después de la muerte y nunca se declaró espírita. Sin embargo, fue un ardiente simpatizante de la idea y asistió a varias sesiones con médiums de efectos físicos. De esas sesiones, escribió un libro que lleva por título Extériorisation de la motricité (Exteriorización de la motricidad). Este libro se refiere a sus observaciones vinculadas exclusivamente con fenómenos objetivos.

Una trayectoria original
Nacido en 1837, ingresó en la escuela politécnica en 1857. Dedicó gran parte de su vida al ejército hasta 1902, momento en que se retiró para poder consagrarse exclusivamente a las investigaciones psíquicas. Escribió numerosas obras relativas a la historia militar y la topografía que fueron referencia en su tiempo, pero la primera obra que marcó su orientación hacia las ciencias psíquicas, data de 1882. Tenía por título La science des philosophies et l’art des thaumaturges dans l’Antiquité
(La ciencia de las filosofías y el arte de los taumaturgos en la antigüedad), (con frecuencia un taumaturgo es un personaje mítico cuyas acciones son consideradas como milagrosas, un hacedor de milagros). Este estudio fue el punto de partida de una aventura que llevó a Albert de Rochas a descubrir las facultades humanas especialmente en materia de magnetismo y los efectos curativos y preventivos de la energía magnética.
Pues la atención de este militar de carrera fue atraída por los poderes de los curanderos que pasaban en la época por hacedores de milagros. Ese paso representó el comienzo de un incesante trabajo de descubrimientos que hizo caer las barreras entre el mundo espiritual y el mundo material.
Pasó luego de la investigación histórica a la fase experimental con otra obra que apareció en 1887, bajo el título Les forces non définies (Las fuerzas no definidas). Esta obra le permitió determinar e identificar, por medio de la experimentación, los diferentes estados de hipnosis que sufrían los sujetos “conejillos de Indias”. Sería demasiado largo relatarlos aquí, pero es preciso explicar uno de los motivos de desavenencia entre Rochas y los practicantes de una hipnosis más rápida. ¿Por qué más rápida? Fue allí donde las cosas se estropearon, pues para Rochas, en sus estudios sobre los antiguos taumaturgos y magnetizadores que lograban la hipnosis, no era cuestión de tiempo, ni siquiera de práctica con agentes externos como ruidos repentinos, presión de los globos oculares etc. que dejaban de actuar tan pronto el sujeto tenía los ojos cerrados.
Para los magnetizadores que obtenían efectos más pertinentes, era necesario aplicar pases magnéticos por unos 15 a 30 minutos y a veces mucho más, hasta que el magnetizador reconociera, por las señales externas, el grado de hipnosis que trataba de conseguir. No había pues ningún acercamiento
posible entre estas dos “escuelas” ya que la consecución de la hipnosis por medio del magnetismo ciertamente no tenía unanimidad en esa época.
“Experimentar y observar”, a los maestros palabras de Albert de Rochas o que caracterizó a de Rochas, fue su gusto por la experimentación que le llevó a descubrir y clasificar todos los estados de
la hipnosis hasta los estadios más profundos. Por esa vía puso en evidencia el periespíritu en el cuerpo físico y el espíritu, así como las fuerzas espirituales que allí se relacionan. Para ello, no utilizaba médiums, sino personas receptivas a los “efluvios”, es decir, receptivas al magnetismo. Ese trabajo, largo y meticuloso, tuvo gran influencia en  el campo espírita pues fue complementario al de los espíritas que, por su parte, ponían en evidencia la presencia del espíritu y de su periespíritu a la muerte del cuerpo físico. Durante largos años los pioneros del espiritismo en Francia experimentaron junto a numerosos médiums para poner en evidencia la supervivencia del alma después de la muerte. Algunos dieron testimonio de las condiciones en que se desarrollaban las sesiones. Se tomaban todas

las precauciones para impedir eventuales fraudes y muy a menudo los médiums eran atados y hasta embutidos en las ropas, para cumplir con las exigencias de los más escépticos.
A pesar de ese contexto tan difícil, los médiums de efectos físicos trabajaban y así probaron la supervivencia del alma por medio de la manifestación de apariciones tangibles, materializaciones
y otros ectoplasmas provocados por los espíritus desencarnados.
A la pregunta: “¿Qué es el espiritismo?”, Gabriel Delanne daba
esta respuesta en 1904: “Es la demostración de la existencia
del alma y de su inmortalidad por medio de las manifestaciones
de esa alma durante la vida y después de la muerte”. Al
hacer la demostración de la existencia del alma y de su cuerpo
fluídico durante la vida, Albert de Rochas aportó una prueba
esencial a los fundamentos del espiritismo. Sus experiencias
fueron realizadas con sujetos puestos en estado de hipnosis
por medio de pases magnéticos que él llamaba: “la exteriorización
de la motricidad”. La motricidad es la puesta en acción de
los músculos del cuerpo para efectuar movimientos y desarrollar sus sentidos. Albert de Rochas provocó repetidas veces la exteriorización del “periespíritu” de una persona viva puesta en sueño hipnótico por medio de pases magnéticos para probar con ello la motricidad sobre el cuerpo físico. Pedía así al espíritu de la persona dormida, que saliera de su cuerpo acompañado por su periespíritu e hiciera moverse objetos situados a distancia. A veces el objeto se movía y el sujeto, siempre dormido, explicaba que lo había hecho con el concurso de su periespíritu. Había allí un elemento de prueba de la existencia del periespíritu y de su capacidad motora. La observación de estos hechos por Rochas fue reproducida numerosas veces y escrupulosamente registrada por escrito.
Fue todavía más lejos e igualmente puso en evidencia “la exteriorización de la sensibilidad”. En efecto, con el sujeto dormido y su espíritu acompañado por el periespíritu un tanto separado del cuerpo, Albert de Rochas ejecutaba acciones mecánicas sobre el periespíritu así exteriorizado, acciones mecánicas que la persona sentía en su cuerpo físico. Esas acciones, bajo la forma de presiones ejercidas por las manos del hipnotizador,se transmitían a los sujetos que daban testimonio de las sensaciones percibidas, en la medida en que la distancia entre el periespíritu y el cuerpo no fuera demasiado grande.
Queridos lectores, si hubiéramos estado en esas sesiones,hubiéramos visto a Albert de Rochas ejercer presión con sus manos en el vacío pues el periespíritu es invisible. Lo cual nos hubiera podido divertir en el momento. Pero las presiones se ejercían sobre el periespíritu entonces exteriorizado del
cuerpo para repercutir en él. Los experimentos continuaron y de Rochas comprobó que el espíritu de la persona dormida tenía la posibilidad de ubicar un órgano enfermo y, a veces, de identificar la enfermedad de una tercera persona, siempre que la persona sufriente se encontrara cerca del sujeto
dormido. La descripción era aproximada en la medida en que el sujeto no era médico, pero las observaciones daban testimonio de la veracidad del hecho.
¿Cómo funcionaban esas experiencias? Por supuesto, el principal elemento que entra en juego en estos ejemplos es el periespíritu. En efecto, a ustedes que nos leen regularmente, esta palabra no les es desconocida pues se trata, de hecho, del cuerpo fluídico que casa perfectamente con nuestro cuerpo físico.
Por nuestros diferentes artículos han podido comprender el rol del periespíritu y su funcionamiento. Este último emite vibraciones que están en relación directa con nuestro estado de salud o nuestro estado de ánimo. Si sufrimos físicamente,la vibración es diferente y ya no está armonizada en su totalidad. Entonces esa vibración modificada es captada por el sujeto dormido que no siempre podrá
explicarla claramente, pero que podrá ubicarla con mayor o menor precisión.
La exteriorización de la sensibilidad es posible cuando el espíritu del sujeto está exteriorizado del cuerpo físico. Sus sensaciones son diferentes de las del estado de vigilia, pues el espíritu, entonces liberado momentáneamente de la barrera física del cuerpo, ya no ve con los ojos y no siente con el cuerpo, sino que ve con su espíritu y siente con su periespíritu. Al principio de sus investigaciones,
Albert de Rochas pudo poner en evidencia la sensibilidad del espíritu y la motricidad del periespíritu, por cierto, igual que los magnetizadores de los tiempos antiguos, pero que en ese punto no se detenían en el detalle, pues la existencia de un doble fluídico no estaba claramente revelada. Además, los sujetos que podían percibir esas sensaciones eran vistos como histéricos y místicos.

De Rochas y los espíritas
Albert de Rochas se acercó entonces a los científicos espíritas que, por su parte, ponían en evidencia la exteriorización de la motricidad de los desencarnados.
Douglas Home
Este punto es particularmente importante en la medida en que fue observado principalmente a través de los médiums Daniel Dunglas Home y Eusapia Paladino en numerosísimas sesiones espíritas que hacían intervenir el espíritu de los muertos y como hemos dicho anteriormente, observando fenómenos físicos como la ectoplasmia. En sus experimentos, Albert de Rochas trabajaba con el espíritu de los vivos que podían actuar y sentir a distancia con la única fuerza de su pensamiento y su voluntad. Sin embargo, los sujetos capaces de este género de proezas eran muy raros. Si bien Albert de Rochas observó durante mucho tiempo las acciones de esta fuerza, no pudo explicarla claramente; supuso que
eso era la acción de la fuerza nerviosa del sujeto capaz de imprimirla a un objeto y así “darle vida”. Para él, esa fuerza podía emanar ya sea del sujeto hipnotizado, o de la asamblea presente, o del magnetizador o del mundo invisible.
La respuesta espírita a esa pregunta sigue estando cerca del razonamiento de Albert de Rochas. “La fuerza nerviosa” es de hecho la fuerza del pensamiento del espíritu encarnado o desencarnado que es más o menos capaz, según su grado de conciencia, de influenciar los objetos. Los objetos no se vuelven vivos, es simplemente la conjunción de la fuerza de pensamiento del sujeto y la contracción
Hermanas Fox
del fluido universal, bajo la influencia del sujeto, que se convierte en una fuerza y que entonces puede responder de manera más o menos consciente a los deseos del sujeto y del magnetizador. Ese punto también es particularmente importante pues desde siempre se observa en las casas encantadas vía los Poltergeist. Fue también por la vía de los golpecitos que los comienzos del espiritismo se desarrollaron en casa de las hermanas Fox. En este caso preciso,
se trataba de la suma de la fuerza de pensamiento de los desencarnados y de la contracción del fluido universal combinado con la energía mediúmnica de las hermanas Fox para conseguir tales manifestaciones.

E C OS
Durante sesiones de la Sociedad de estudios psíquicos de Varsovia en 1919 y 1920 con el médium Franek Kluski, las materializaciones ectoplásmicas hicieron aparecer un ser extraño, suerte de intermediario entre el mono y el hombre que fue fotografiado.
“Es descrito como teniendo la estatura de un hombre, un rostro simiesco pero con una frente desarrollada y recta, la cara y el cuerpo cubierto de pelos, brazos muy largos, manos fuertes y largas, etc. Siempre parece sorprendido, toma las manos de los asistentes y las lame como haría un perro (…) Su apariencia era la de un ser que recuerda una bestia o un hombre muy primitivo. No hablaba, pero lanzaba sonidos roncos con sus labios, chasqueaba la lengua y rechinaba los dientes, tratando en vano de hacerse comprender. Cuando se le llamaba, se acercaba; se dejaba acariciar la piel velluda, tocaba las manos de los asistentes y les rascaba muy suavemente la mano con las garras más que
uñas. Obedecía a la voz del médium y no hacía daño a los asistentes, tocándolos muy suavemente.
Era un progreso pues en las sesiones anteriores,este ser manifestó una gran violencia y gran brutalidad. Tenía una tendencia visible y una voluntad tenaz a lamer las manos y el rostro de los asistentes que se defendían de esas caricias muy desagradables.
(…)”.

“Esta fuerza nerviosa” o fuerza de pensamiento del espíritu le permitió a Albert de Rochas afinar sus investigaciones sobre un hecho particular, el de la “transmisión del pensamiento o telepatía”. Esa era para él una forma de transmitir sensaciones o emociones que eran recibidas por los sujetos bajo la forma de imágenes, un poco como las que se encuentran en los sueños. Para esta parte de la investigación, se trataba del simple lenguaje universal, de la lengua del espíritu, a saber, la telepatía. Él experimentó además con la “visión a distancia”, que es también una forma de telepatía, con un sujeto sensible, la Sra. Lambert. Esta dama, puesta regularmente bajo hipnosis, siguió las peregrinaciones de un hombre al que no conocía en absoluto con el único soporte de un objeto que le había pertenecido. Percibió la presencia de ese hombre en América del sur, indicando su recorrido  con más o menos precisión, gracias a las imágenes que percibía cuando leía los paneles de las estaciones por las que él pasaba y los periódicos que leía y cuyos titulares veía entre sus manos. Después de informaciones obtenidas a través de uno de sus amigos, el Cónsul de Francia en La Paz que verificó los juicios de la Sra. Lambert, de Rochas se dio cuenta de que no todas las informaciones eran exactas pero esta experiencia que duró seis meses demostró la posibilidad de la videncia a distancia. Algunas informaciones fueron validadas.
Para trabajar, la Sra. Lambert tenía en su poder un objeto. ¿Hubiera podido trabajar sin ese objeto la Sra. Lambert? Parece que no, pues en clarividencia el objeto tiene un papel preponderante al convertirse en el enlace entre la persona que ve y la que es vista. Según nuestros estudios espíritas, el objeto lleva en su memoria, las energías de su propietario; puede decirse que ese objeto es de alguna manera una extensión del señor pues lleva su vibración, un poco como una huella digital de la vibración periespiritual de este hombre que no le pertenece más que a él. El sujeto dormido, por intermedio de su espíritu, pudo descubrir esa vibración localizándola con más precisión y así entrar en contacto en forma telepática con ese señor. Fue así como pudo localizar ciertas ciudades por donde pasó. Puede decirse que este caso está bastante cerca de la clarividencia simple, es decir que no hay intervención de espíritu desencarnado, sino simplemente un contacto de espíritu encarnado a espíritu encarnado.

La investigación es infinita
Para Albert de Rochas, los fenómenos estudiados y admitidos por los sabios de la antigüedad, están de nuevo de actualidad y pueden ser probados por el método experimental. Por supuesto que su trabajo sobre los fenómenos psíquicos no se detuvo en los ejemplos citados que contribuyeron a la vulgarización y difusión de los fenómenos espíritas. La existencia del espíritu y del periespíritu era para él de evidencia y por su trabajo probó su existencia y las fuerzas que se desarrollan. Todas esas investigaciones son delicadas y complejas, pero su dificultad no debe detener los investigadores; pues tal como dijo el célebre físico inglés Oliver Lodge: “La barrera que separa los dos mundos, espiritual y material puede caer gradualmente como muchas otras barreras y llegaremos a una percepción más elevada de la unidad de la naturaleza. Las cosas posibles en el universo son tan infinitas como su extensión. Lo que sabemos no es nada comparado con lo que nos queda por saber.

CHRISTOPHE CHEVALIER
LE JOURNAL SPIRITE N° 81 JULLET 2010

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