Las preguntas que van del número 154 al 165 de “El Libro de los Espíritus” traen enseñanzas muy importantes para nuestro propio equilibrio y el de los entes queridos que desencarnaron.
El desconocimiento de lo que es Desencarnación y de la existencia de un periodo de perturbación del desencarnado, llevan a las personas a tomar actitudes desequilibradas, causando, con ello, un sufrimiento mayor para ellos mismos y, lo que es peor, sufrimiento al espíritu amado.
La separación del cuerpo no siempre es dolorosa, al contrario, muchas veces es un alivio, pero todo espíritu pasa por una perturbación después del desligamiento del cuerpo.
El espíritu ya depurado de sus faltas y conocedor de la realidad del mundo espiritual, caso bastante raro en este planeta, se reconoce en el nuevo estado CASI inmediatamente, pero tiene el CASI.
Según nos informan los espíritus, todos sin excepción pasan por una perturbación, aunque sea por algunos segundos.
Otros, infelizmente la gran mayoría, entran en un estado de perturbación, que llega hasta el reconocimiento de su nueva situación y la consecuente adaptación a la nueva vida.
Ello puede llevar horas, días, meses y hay casos que han sido años.
La duración varía en cada espíritu.
El carácter, la obra, el conocimiento anticipado de la vida espiritual, o sea, la creencia profesada en la existencia material recién acabada, con agravantes en sus actos, puramente materialistas, son tan solo, algunos de los motivos para la mayor o menor duración.
El tipo de muerte también puede influir en el tiempo de la adaptación.
Las muertes violentas causan sorpresa a los espíritus alcanzados. que no creen que murieron e intentan continuar normalmente la existencia material. Al no conseguirlo, sufren por ello.
Los suicidas son las mayores víctimas de esa sorpresa.
Además de no acabar como esperaban, continúan sintiendo las aflicciones, a veces ampliadas, que los llevaron a la rebeldía contra las directrices divinas.
Vimos, así, que los compañeros que desencarnan, necesitan, y ciertamente merecen nuestra ayuda, nuestra colaboración para obtener, más rápidamente, el equilibrio espiritual.
Sabemos que nuestras vibraciones mentales llegan a los espíritus.
Es necesario, entonces, que desde el momento de la desencarnación, pasando por el velatorio y entierro, y prosiguiendo después, tan sólo enviemos al espíritu que desencarnó, vibraciones de calma y equilibrio.
¿Añoranza? ¡Sí, claro!
Las lágrimas no necesitan ser reprimidas mientras sean originadas por un sentimiento noble.
Jamás lágrimas basadas contra los designios divinos.
Lagrimas de desespero, de angustia, vibraciones desequilibradas que, fatalmente, agravarán hasta límites incalculables, el sufrimiento del compañero que deja la materia.
No será difícil mantener ese equilibrio para quien realmente posee una religión de uso interno y no tan solo para exteriorizaciones o datos estadísticos.
Que la persona que desencarnó sigue existiendo, todas las religiones lo enseñan.
De este modo, no hay que encarar a la muerte como el fin de todo.
Todos nos encontraremos nuevamente, es como un viaje, tan solo eso.
Escenas desagradables de desespero e indignación, demuestran solamente la falta de preparación, descontrol, egoísmo y falta de fe verdadera, a parte de herir profundamente al espíritu, casi siempre ya perturbado por el cambio de estado.
En verdad, a veces, hay más representación que sentimientos.
Todo puede evitarse con el uso de la oración.
Una oración por el desencarnado, oración para que obtengamos equilibrio, oración para el equilibrio de las demás personas envueltas emocionalmente en la desencarnación.
DEJAR AL ESPÍRITU AMADO EN SOSIEGO
Muchos parecen olvidar que Dios nos dio, a cada uno de nosotros, un espíritu protector perfectamente capaz de ayudarnos.
No evoquemos a nuestros entes queridos, para resolver nuestros problemas.
A parte de ser una ingratitud hacia nuestro protector, que nos acompaña desde el vientre materno, la evocación puede afligir al espíritu amado por sentirse sin medios para atendernos.
Es un engaño pensar, que hay bastante con estar en vida espiritual, para tener poderes y conocimientos que no se poseían aquí.
Pedir ayuda otros, que no fuere el designado por Dios para atendernos, no solo es dudar de la competencia de la elección de Dios, sino que puede incluso apartarse de nosotros, por absoluto desinterés nuestro, el protector espiritual, como puede, también, retardar la recuperación del ente querido que se anticipó a nosotros en la vuelta a la espiritualidad.
Tan solo oremos por ellos.
Helio Rocha da Silveiria Pinto (Tomado del libro “Ya Estaba Escrito”)
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
–¿Las oraciones que se hacen sobre sus tumbas, le son, acaso, más agradables, y les traen allí con preferencia a otra parte?
La oración es una evocación que atrae a los Espíritus, bien lo sabéis. La oración tiene tanta más acción cuanto más ferviente y más sincera es; pero ante una tumba venerada se está más recogido, y la conservación de las reliquias piadosas es un testimonio de afección para el Espíritu, y al cual es siempre sensible. El pensamiento es el que obra siempre sobre el Espíritu y no los objetos materiales; estos objetos tienen más influencia sobre aquel que ruega fijando en ellos su atención, que sobre el Espíritu. Tomado de El Libro de los Médiums por Allan Kardec
Y además recomiendo: el espirita albaceteño.- elespiritadealbacete.blogspot.com
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espiritistas. es y
ceesinfronteras.es/eventos.htm
1 comentario:
Excelente presentación de este tema, es como si se hubiera leídos decenas de páginas de la Codificación Espírita resumidas como bien lo sabe hacer José Luis Martin. Muy congruente con nuestra filosofía, y como siempre expresado de una manera magistral. Recomiendo a mis amigos Espiritas la lectura de este artículo de José Luis Martin, como todos los artículos que publica. Gracias por la alegría que provoca leer esta presentación que además, publicare en la Pagina de “Soy Espírita”.
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