martes, 11 de noviembre de 2025

Responsabilidad ante la vida

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Evaluación de la mediumnidad

2.- ¿ A dónde vamos?

3.-  Etopatogenias y Ley de Acción y Reacción

4.-  Responsabilidad ante la vida

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  EVALUACIÓN DE LA MEDIUMNIDAD

Necesidad de la evaluación, según Allan Kardec:

" Al someter toda comunicación a un examen escrupuloso, escrutando y analizando el pensamiento y las expresiones, como se hace cuando se trata de juzgar una obra literaria, y rechazando sin vacilar cuando vaya contra la lógica y el buen sentido, todo lo que desmienta la personalidad del espíritu que se piensa que está manifestándose; al proceder así - repetimos- se desanima a los espíritus engañadores, que terminan marchándose, una vez que se han persuadido por completo, que no pueden mover a engaño. Insistimos en que es este el único procedimiento válido que resulta infalible, pues no existe ninguna mala comunicación que pueda resistir una crítica rigurosa. Los espíritus buenos no se ofenden jamás por esto, pues ellos mismos aconsejan hacerlo y no tienen nada que temer del examen a que sean sometidos sus mensajes. Únicamente los malos se resienten y tratan de disuadirnos de que obremos así, pues podrían perderlo todo. Y con esta conducta prueban lo que son."

  Esta contundente declaración del Codificador nos exime de presentar mayores argumentaciones para justificar la necesidad del examen y evaluación constante del mensaje mediúmnico, tanto en el origen como en el contenido.

  Solo agregaremos que con la evaluación de la mediumnidad se consigue:

- Evitar engaños y fraudes de toda especie.

- Distinguir, en lo posible, el animismo de la mediumnidad.

- Atraer a los buenos espíritus y alejar a los malos.

- Elevar el nivel de las comunicaciones.

- Integrar grupos espíritas con personas serias y sensatas.

- Dignificar el Espiritismo, logrando para él reconocimiento y respetabilidad social.

  Dos premisas fundamentales:  Para lograr con eficiencia la evaluación de la mediumnidad, se debe partir del conocimiento y cabal entendimiento de dos ideas que resultan piezas claves: La escala espírita y el Principio de Concordancia, ( de lo que hablaremos en las siguientes publicaciones).

: Jon Aizpúrua- ( Tratado de Espiritismo)

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                     ¿ A DONDE VAMOS ?

      ¿A dónde va el alma, cuando abandona su cuerpo ya gastado e inútil para la vida física, cuando se desprende de esa pesada envoltura material que la sujetaba al globo terrestre? 
      He aquí la primera de las tres preguntas que hicimos a la ciencia espírita, y resuelve este problema con tanta lógica como ha resuelto tantos otros.
      Hemos visto que, del espacio vienen los espíritus cuando revisten una forma material en nuestro mundo, para alcanzar por su medio, un grado más alto de progreso; hemos visto también que el objeto de la vida humana es precisamente este, la purificación y la elevación del alma, por el trabajo y por el sufrimiento, siendo cada mundo un peldaño de la escala infinita del progreso por la que ha de ascender.
      Realizado el fin de la encarnación, agotado el fluido vital que animaba su organismo, cae éste para dejar paso al Espíritu, que vuelve a reconquistar con este hecho, su perdida libertad, y regresa a la vida espiritual de donde había salido cuando encarnó.
      Cada desencarnación en nuestro mundo representa, digámoslo así, un nacimiento en el espacio. Allí vuelve el Espíritu después de librada su batalla aquí bajo; allí vive contento e individualizado con su periespíritu o cuerpo espiritual que afecta precisamente la forma de su última encarnación, cuyo periespíritu le permite relacionarse con los demás seres espirituales que le rodean.
      Al llegar al espacio, al desprenderse de su cuerpo material, al reconocerse el Espíritu, se cumple en él una de las leyes admirables que rigen el mundo espiritual. Procede por sí mismo al reconocimiento del valor moral de los hechos que ha realizado en la vida que acaba de dejar, se erige en su propio juez; los actos, las palabras, los propios pensamientos que como hombre efectuó, pronunció o tuvo; se presentan ante él como cuadros disolventes, y acata algunos, y reprueba terminantemente los demás, es la conciencia desnuda y libre de la hipocresía humana que se juzga a sí misma y falla contra su propio ser.
      No hay fallo más seguro, más exacto, más equitativo ni de mayores transcendencias para el Espíritu, puesto que la condena que pronuncia es a la que se somete él mismo, para cumplir la ley del Progreso.
      No es Dios que juzga al Espíritu que regresa de la vida corporal; no, Dios no es Juez. Es el alma misma, la que penetra en los pliegues más recónditos de su conciencia, y al encontrar allí el mal bajo muchos aspectos, ansiosa de verlo desaparecer,  comprendiendo que sólo en medio de las pruebas, de las luchas, de los trabajos y de los sufrimientos de la vida material, podrá disminuir su carga de pesadas inmundicias morales y fortalecerse en la práctica de la virtud, pide suplicante al Padre que la ha creado, una nueva existencia material de pruebas y de expiaciones para progresar.
      Allí, en la vida errática, en el espacio, el Espíritu reconoce sus yerros mejor que en la Tierra, y toma resoluciones, adopta determinaciones que comprende son necesarias para su purificación y progreso. Al verse detenido en su vuelo hacia las alturas luminosas del espacio, por el peso de su periespíritu, aún demasiado denso, demasiado grosero, para permitir su elevación, se hace cargo de esa densidad, adquiere el convencimiento de que su detención en los planos inferiores de la atmósfera terrestre, es debida a las muchas manchas que afean su cuerpo espiritual, y entonces, indaga, busca, pregunta cómo ha de conquistar ese estado especial, que le dejará elevarse como los demás seres que cruzan veloces el espacio infinito, dejando tras ellos un reguero de luz.
      La misericordia de Dios, auxilia al cumplimiento de la ley de justicia en aquel pobre ser, permitiendo que la contestación le sea dada por sus protectores espirituales, y al oírla se convence de que, efectivamente, sólo las luchas y los dolores de la vida material pueden obrar como reactivo purificador sobre él, transformando su periespíritu pesado, grosero, denso, incapaz de elevarse en un organismo fluídico de blancura inmaculada y de resplandeciente luz.
      Entonces; ante el reproche de la propia conciencia y el convencimiento de no haber empleado debidamente las horas de su última encarnación, el Espíritu formula ardientes deseos, fervientes súplicas que serán atendidas cuando llegue la hora oportuna de cumplirse en él la ley del regreso a la vida material, para continuar labrando en ella, la obra magna de su progreso.
      He ahí la respuesta de la ciencia espírita: Después de la desencarnación, vuelve el Espíritu al espacio, allí ve acumularse ante él toda la obra de su pasado, examina lo que está hecho y lo que le queda por hacer para cumplimentar la ley progresiva a la que está sometido, reconoce sus errores, sus caídas, sus múltiples tropiezos con las leyes de justicia y de amor que debían haber regido todos sus actos. Comprende que no existe castigo eterno para los prevaricadores de la ley, y sí, como efecto de la infinita Misericordia de Dios, la eternidad de tiempo para redimirse y los mundos de expiación y de pruebas con sus puertas abiertas a las almas impuras, para que se regeneren ellos, en las aguas del sufrimiento.
       Acepta, bendiciendo a su Hacedor, el medio que le concede para purificarse y elevarse y se prepara para sus futuros destinos, bajo la dirección de sus guías espirituales, que tratan de desarrollar en él la inteligencia para que adquiera una concepción cada vez más exacta del Universo y de su Autor, concepción que despertará en él la ternura, el sentimiento y la fuerza de voluntad que necesitará en sus futuras encarnaciones para tratar a sus semejantes como a hermanos y para amarles como a sí mismo, amor que es precisamente la base de todo el edificio de su progreso. ¿No es verdad que llena el Espíritu de consuelo, de satisfacción y de bienhechora esperanza, esta doctrina? Que transmitida a los hombres por los mismos seres desencarnados, no deja lugar a la menor duda, en los que quieren estudiar, profundizar y meditar sobre estos fenómenos admirables.
      En lo que enseña esta ciencia, nada encuentra el hombre que repugne a su razón, todo lo ve explicado, las mil y mil anomalías de la vida, las dudas constantes de su corazón; y lo que tienen de más grandioso a sus ojos, es que, en vez de empequeñecer a Dios, le coloca a tal altura, que goza el alma con esa nueva concepción de la divinidad, que le muestra a Dios (si bien como un ser incomprensible para su pobre y limitada inteligencia), como Padre Amorosísimo e Incomparable de Previsión y de Bondad para todas sus criaturas.
¡Espiritismo!
¡Bendita seas, ciencia admirable, moral sublime, que has de regenerar y de redimir a nuestra pobre humanidad!
¡Mil veces bendito seas, Padre adorado, que has permitido que esa Luz brille sobre tus pobres hijos de la Tierra!


Autor: AMALIA DOMINGO SOLER  (LA LUZ QUE NOS GUÍA -CAPÍTULO V ) 
 
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ETIOPATOGENIAS X LEY DE 


ACCIÓN Y REACCIÓN








                                                          

En los envoltorios sutiles, reside la verdadera causa de las dolencias. Somos herederos de nuestras acciones pretéritas, tanto buenas como malas. El karma o “cuenta del destino creada por nosotros mismos” está impreso en el cuerpo causal (32). Esos registros fluyen hacia los demás cuerpos y acaban determinando el equilibrio o el desequilibrio de los campos vitales y físicos.
No todos los desequilibrios físicos, sin embargo, son originarios de cuentas kármicas (pasadas), aunque reflejen el estado espiritual del individuo, son generados por su conducta actual. Los vicios de la mente, conocidos como egoísmo, orgullo, vanidad, tiranía, pereza, etc., se constituyen en causas de múltiples dolencias, porque se constituyen en el móvil de nuestras acciones (33).
Cuando sean descubiertas las tecnologías que nos posibilitarán el examen profundo del periespíritu, la Medicina cambiará radicalmente, porque trabajaremos mucho más de forma preventiva, evitándose, así, las intervenciones quirúrgicas largas, agresivas, realizadas todavía hoy, aún con los grandes progresos ya alcanzados, en las últimas décadas.
Los médicos tendrán oportunidad de conocer, con detalles, la fisiología transdimensional, comprendiendo mejor el modo como se conjugan los variados envoltorios, en las llamadas sinergias, para auxiliar mejor en la manutención del estado de salud mental y física de sus pacientes.
Vamos a dar algunos ejemplos prácticos, correlacionando dolencias congénitas o de la primera infancia con la desarmonía de los cuerpos sutiles, siguiendo informaciones de André Luiz, médico e investigador, desencarnado en la década de 1930, en Río de Janeiro.
Si la personas se suicidó, en la vida anterior, por envenenamiento, al tomar un nuevo cuerpo físico podrá ser portador de afecciones valvulares, hemopatías diversas, como la leucemia, por ejemplo, u otras dolencias similares. Si incendió el propio cuerpo, en la existencia posterior, podrá presentar dermatosis más o menos extensas, de difícil curación o tratamiento, como el Pénfigo Foliáceo y la Ictiosis.
Si empleó, en el suicidio, agua o gas, podrá renacer con problemas en las vías respiratorias, tales como Enfisema y Cistos pulmonares. Si la causa fue la horca, la consecuencia posterior podrá ser la Parálisis Cerebral Infantil o Neoplasias diversas.
Si se destrozó el cráneo, sufrirá los reflejos, después, presentando dolencias como: Hidrocefalia, Síndrome de Dawn, Deficiencia Mental, Encefalitis, Epilepsia. Si eliminó el cuerpo precipitándose de grandes alturas, podrá tener, después, males como Osteosis Difusa, Distrofia Muscular Progresiva, etc.
Prácticamente todas las molestias tienen sus raíces en el periespíritu. Aunque esté aparentemente saludable, una persona puede traer, en sus Centros de Fuerza o Chacras, disfunciones latentes, adquiridas en esta o en otras vidas, que, más tarde o temprano surgirán a la superficie en el cuerpo físico, bajo la forma de dolencias más o menos graves, conforme la extensión de la lesión y la posición mental del deudor.
El Prof. Ian Stevenson, de la Universidad de Virginia, EUA, presenta en dos volúmenes del libro Reencarnación y Biology, entre los 2.600 casos investigados, los de marcas de nacimiento y defectos congénitos, elucidándolos con el estudio de las vidas pasadas.
Tomado del libro: El Alma de la Materia

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           RESPONSABILIDAD ANTE LA VIDA

                                          

   Tema de frecuente discusión, por unos defendida, por otros censurada. la eutanasia o "sistema que procura dar muerte sin sufrimiento a un doliente incurable, "regresa a los debates académicos, frente a su aplicación sistemática por eminentes autoridades médicas en criaturas incapaces, físicas o mentales desde el nacimiento, internadas en hospitales, sin esperanza científica de recuperación o sobrevivencia.
  La sociedad moderna basa su ordenamiento jurídico en la protección de los derechos humanos. En ese sentido, cada enfermo tiene derecho a decidir, debidamente informado, sobre los asuntos que pertenecen a una esfera privada como su cuerpo, y en virtud de esto, decidir si quiere seguir o no seguir viviendo.
  La eutanasia, es decir, el acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente, aunque sea por voluntad propia o a petición de sus familiares, es contrario a lo ético. Ello no impide al médico respetar el deseo del paciente de dejar que el proceso natural de la muerte siga su curso en la fase terminal de su enfermedad.
  Práctica nefasta que testimonia la predominancia del concepto materialista sobre la vida, que solo ve la materia y sus implicaciones inmediatas, en detrimento de las realidades espirituales, refleja, también, la soberanía del primitivismo animal en la constitución emocional del hombre.
  En la Grecia antigua, la hegemonía espartana, siempre armada para la guerra y la destrucción, incluyó en su Estatuto el empleo legal de la eutanasia eugenésica, en relación a los enfermos, mutilados, psicópatas considerados inútiles, que eran arrojados al Eurotas, por pesar negativamente en la economía del Estado. Guiados por superlativo egoísmo y prepotencia, a pesar de los conflictos arbitrarios del exagerado orgullo nacional, se hicieron víctimas de la impulsividad belicosa que cultivaban.
  Otros pueblos, desde la más remota antigüedad, se permitían practicar ese homicidio              " impartido por compasión,"
  En circunstancia alguna o bajo ningún motivo, cabe al hombre el derecho de deliberar y decidir sobre la vida y la muerte de su  prójimo.
  Los criminales más empedernidos, homicidas o genocidas entre los más hediondos, no deben tener cortadas sus vidas, sino ser aislados de la convivencia social en celdas o en trabajos rectificadores en los que purguen, en la acción del tiempo y de la reflexión, que tarda más o menos en alcanzar al infractor, que así paga por los delitos perpetrados, aun cuando se trate de réprobos anatematizados por trastorno mental, no faltan centros de internamiento judicial en los que reciben la adecuada asistencia a que tienen derecho, sin que por ello sean considerados inocentes por sus crímenes.... Si recuperan la salud, eventualidad excepcional que puede suceder, cercados por el probable peligro de reincidir en su psicopatía, de alguna forma podrán retribuir positivamente a la Sociedad los daños que hayan causado.
  Respecto a los enfermos considerados irrecuperables, conviene considerar que, dolencias ayer incurables son hoy superadas por  la Ciencia Médica que la ennoblecen por la contribución que sus vidas ofrecen en beneficio de la Humanidad.
  Por tanto, siempre hay posibilidad de conseguir mañana la victoria sobre la enfermedad irreversible de hoy. Para esos logros, diariamente se sumergen en la carne Espíritus Misioneros que se proponen impulsar el progreso, realizando descubrimientos y conquistas superiores para la vida, fuente poderosa de esperanza y conforte para los que sufren, en nombre del Supremo Padre.
    Ante las expresiones teratológicas, contrario a la precipitación de la falsa piedad de aliviar a los pacientes de los sufrimientos, se ha de pensar en la terapéutica Divina, que se sirve del presidio orgánico y de las jaulas mentales para ajusticiar a los infractores que pasaron por la Tierra impunes, inadvertidos, pero que no  pudieron huir de las sanciones de la conciencia en falta, ni a la Ley Superior, a la que rogaron la enseñanza en el recomienzo, recuperación y ascenso, porque anhelaban la edificación de la paz interna.
  Suicidas : Esos pobres rebeldes contra la Divinidad, que despedazaron su cráneo cegados de odio contra la existencia, luego reencarnan perturbados por la idiotez, sordomudez, etc,  según la parte del cerebro afectada en su acto suicida; o los que recurrieron al ahorcamiento y reaparecen con los procesos de la paraplejia infantil; o los ahogados, que reaparecen con enfisema pulmonar; o quienes se dieron un tiro en el corazón y retornan con el yugo de cardiopatías congénitas irreversibles y dolorosas; quienes utilizaron tóxicos y venenos, que vuelven con enfermedades congénitas, o con asfixia respiratoria, o con úlceras gástricas o cánceres devoradores; quienes despedazaron su cuerpo en fugas espectaculares y regresan víctimas de atrofias, deformaciones o limitaciones punzantes, aprendiendo así a valorar la grandeza de la vida.
  Agresores, explotadores, ladrones, arbitrariedades y abusos de cualquier naturaleza, vuelven a los escenarios en donde se empecinaron y corrompieron a otros, etc, en definitiva, atentaron contra las Divinas Leyes del equilibrio y del orden, rehaciendo el camino antes recorrido criminalmente, y atesorando los sagrados valores de la paciencia, la comprensión, el respeto a sí mismo y al prójimo, la humildad, la resignación, armándose de bendiciones para futuros cometidos dichosos.
  ¿ Quién se podrá atribuir el derecho de interrumpirles la santificadora existencia, preciosa ?.
  Las personas que se les vinculan en la condición de padres, cónyuges, hermanos, amigos, también les son partícipes de los dramas y tragedias del pasado, responsables directos, o inconscientes que ahora se rehabilitan, debiendo extenderles las manos generosas, el auxilio fraterno, por lo menos, migajas de amor.
  Nadie se deberá permitir la interferencia liberadora o destructora por medio de la eutanasia en tales procesos redentores. Personas que se dicen sufridoras por el padecimiento de familiares y desean que les sean cesados, casi siempre actúan por egoísmo, presurosas de liberarse del compromiso y de la responsabilidad de ayudarlos, sustentarlos o amarlos más.
  No faltan terapias y medicinas que pueden aliviar el dolor, perfectamente compatibles con la caridad y la piedad.
  A nadie le es dado conocer el tiempo de vida de un paciente. Siendo tan raros los aciertos en los pronósticos sobre este tema, que cabe plantearse el qué será en otros asuntos 
¿ Cuantos enfermos desahuciados han recuperado inexplicablemente la salud aparente razón o lógica? ( Puedo dar personalmente fe de ello ).
  ¿ Cuantos otros hombres, en excelente forma, llenos de salud y robustez, son víctimas de sorpresas orgánicas y mueren imprevisiblemente ?
  El conocimiento de la reencarnación proyecta luz en los más intrincados problemas de la vida, aclarando los equívocos y dudas sobre la salud o la enfermedad, o a la desdicha como a la felicidad, y contribuyendo eficazmente a la perfecta asimilación de los postulados renovadores, de los que Jesús Cristo fue el abanderado por excelencia, y el Espiritismo, Consolador prometido, para demostrarlo en los tormentosos días de la actualidad.
  Mientras tanto los utilitaristas argumentan que los recursos y esfuerzos empleados  con pacientes irrecuperables se podrían utilizar en investigaciones valiosas para impedir que los hombres sabios enfermen o para asistir convenientemente a los que pueden ser salvados. Y desvarían - utopistas insensatos, sin considerar las fortunas que son tiradas en espectáculos funestos y ruidosos, de exaltación de la sensualidad, del fausto exagerado, sin que se les ocurra la aplicación correcta de tales patrimonios en medidas preventivas saludables, o de socorro a las multitudes empobrecidas que abundan por todas partes, al borde de la desesperación por una falta elemental de misericordia.
  Cada minuto en cualquier vida, es extraordinariamente valioso para el Espíritu en bendito rescate. ¿ Cuantas resoluciones nobles, decisiones felices o actitudes desdichadas, ocurren en un relámpago, imprevisiblemente ?.
  Penetrándose el hombre de responsabilidad y caridad, iluminado por la fe fundada en los hechos de la inmortalidad, de la comunicabilidad y de la reencarnación, abominará, en definitiva la eutanasia, intentando todo para cooperar con su hermano en los justos resarcimientos que la Divina Justicia le otorga para la conquista de la paz interior y de la evolución.
( Del libro "Después de la tempestad" de Divaldo Pereira Franco )
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