viernes, 7 de noviembre de 2025

¿ Quién es Dios ?

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Análisis del orgullo  ( 2ª Parte )

2.-  La experiencia de estar presente ante una muerte esperada

3.- El peligro del ego disfrazado 

4.- ¿ Quién es Dios ?

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                  ANALISIS DEL ORGULLO 
( 2ª Parte)

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Que el Divino Maestro continué bendiciéndonos y podamos, esforzarnos en reconocer nuestro propio orgullo, para que poco a poco, ingresemos en la senda de la Humildad. Pues Jesús decía:

“Que el reino de los Cielos es para los humildes y no para los orgullosos”.

Los hombres cultos y talentosos, según el mundo, tienen por lo general una opinión muy alta de sí mismos y de su superioridad, consideran a las cosas divinas como indignas de su atención. Su mirada se concentra hacia su persona, no pueden elevarse hasta Dios.

A causa de su orgullo se rebelan en admitir el mundo Invisible, colocados en un pedestal, no desean descender. Jesús  nos quiso decir, que allí será admitido el que tenga simplicidad en el corazón y la humildad del espíritu; que el ignorante que posea esas cualidades será preferido al sabio que cree en si propio que en Dios. Cristo coloca la humildad en la virtud que acerca a dios y al orgullo entre los vicios que de Él alejan.

“En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús diciendo. ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: cualquiera que se humille, como este niño, ese será el mayor en el reino de los Cielos.

 Aconteció un día de reposo, que habiendo entrado para comer en casa de un gobernante que era fariseo, estos le acechaban. (…) Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa refirió a los convidados una parábola diciéndoles:

Cuando fuerais convidados por alguien a alguna boda, no os sentéis en los primeros lugares, no sea que otro más distinguido este convidado y viniendo el que te convido, te diga: Da este lugar a este; y entonces te brinde el último lugar y lo ocupes con vergüenza. Ve siempre al último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de  los que se sientan contigo a la mesa. Porque el que se humilla será enaltecido y el que se enaltece será humillado.

Es el orgullo el que cierra los ojos al hombre, envanecido por su ciencia mundana. En la hora actual con las verdades reveladas por el Espiritismo, algunos incrédulos se asombran de que los espíritus realicen tan pocos esfuerzos para convencerlos de su autenticidad. Dios no quiere abrirles los ojos por la fuerza, puesto que se complacen en tenerlos cerrados. Llegara su vez, pero es menester antes que sientan las angustias de las tinieblas y reconozcan a dios, y no al azar, en la mano que hiere su orgullo. Dios escucha con bondad a quienes se dirigen a Él humildemente, y no a aquellos otros que se consideran más que Él.

Si rehúsan admitir la verdad, es porque su Espíritu no se haya todavía maduro para comprenderla, ni su corazón para sentirla. El orgullo es la catarata que empaña su vida. ¿De qué le sirve mostrar la luz a un ciego?

El terrible adversario de la humildad es el orgullo. Si Cristo prometía el reino de los Cielos a los más pobres es porque los grandes de la tierra se figuran títulos y riquezas son recompensas que se han  concedido a su merito, y que su esencia es más pura que la del pobre: creen que todo eso se les debe, de ahí que cuando Dios se los quita le acusen de injusto.

 Ciegos los orgullosos, no se dan cuenta que Dios no hace distinción en el cuerpo del rico y del pobre, ambos desnudos son iguales. El Creador no ha hecho dos especies de hombres. El rico es igual al pobre, esto al orgulloso le hace sublevarse diciéndose: ¿yo, nacido de noble casta, uno de los grandes de la Tierra? ¡Puedo ser igual a esa miserable que viste andrajosa! ¿Por qué lo puso Dios tan bajo y a mí, en cambio, tan arriba? y no son capaces de preguntarse ¿Qué eran antes de ser nobles y poderosos? ¿ Quien no les dice que eran antes más pobres que los últimos de su servidumbre? Dios puede bajar, nuestra altiva frente, en el momento que más alta la ponemos. En la divina balanza todos los hombres pesan igual. Únicamente las virtudes los distinguen  a los ojos de dios. Todos los espíritus son de una misma esencia y todos los cuerpos han sido modelados con idéntica arcilla. Vuestros títulos y nombres no cambian en nada las cosas, quedan en el sepulcro.

El obrar bien con humildad, ara que vallamos poco a poco demoliendo los altares erigidos al orgullo.

No debemos lamentar, las calamidades que nosotros mismos hemos acumulado sobre nuestras cabezas. Desconocíamos la santa y Divina moral de Cristo; no nos asombremos, de que la copa de la iniquidad haya desbordado en todas partes.

El malestar se ha generalizado. ¿A que atribuirlo si no es a nosotros mismos? ¿Qué buscamos aplastarnos los unos a los otros? No podemos ser felices sin la mutua benevolencia, y ¿Cómo podría existir esta junto con el orgullo? El orgullo, he aquí la fuente de todos nuestros males.

Hemos de destruirlo, si no queremos ver la humanidad perpetuarse sus funestas consecuencias. Para esto, un solo medio se nos ofrece, pero ese medio es infalible, y consiste en tomar por regla invariable de conducta la ley de Cristo, ley que hemos rechazado, o falseado en su integración. Tenemos más estima a lo que brilla y halaga la vista, que a aquello otro que toca el corazón. El vicio que se desarrolla en la opulencia constituye el objeto de nuestras adulaciones, en tanto solo dedicamos una mirada desdeñosa al verdadero merito que está en la oscuridad.

Un rico libertino se presenta en cualquier parte, perdido de cuerpo y alma, y todas las puertas se le abren, todas las atenciones son para el, y al hombre de bien que vive de su trabajo solo nos dignamos a concederle apenas un saludo.

 Cuando consideramos las personas según el peso del oro que poseen, o de acuerdo al apellido que llevan ¿Qué interés tendrán ellas en enmendar sus faltas? Muy distinto seria si el vicio dorado fuese castigado por la opinión pública como lo es el vicio harapiento. Pero el orgullo se muestra indulgente con todo lo que halaga.

“Siglo este de concupiscencia y de dinero” hemos permitido que las necesidades materiales prevalezcan sobre el buen sentido y la razón. Todos queremos elevarnos por encima de nuestros hermanos y la sociedad está sufriendo las consecuencias.

 Cuando el orgulloso alcanza limites elevados, es indicio cierto de una caída próxima, porque Dios hiere siempre a los soberbios. Si en ocasiones les deja ascender, lo hace para darles tiempo a reflexionar y enmendarse bajo la acción de los golpes, que de vez en cuando, asesta su orgullo para que les sirvan de advertencia. Pero, en vez de humillarse, el orgulloso se subleva. Entonces, es cuando han colmado la medida, i Dios los  derriba por completo, y su caída es tanto más terrible cuanto más alto habían subido.

 Pobre raza humana, cuyo egoísmo ha corrompido todos los caminos, recobra, empero, tu valor: en su infinita Misericordia, Dios te envía un remedio poderoso para tus males, un socorro inesperado en tu extrema miseria. Abre los ojos a la luz. Ve aquí en estas palabras las almas que vuelven para reconducirte a tus verdaderos deberes. Con la autoridad que nos otorga la experiencia, te decimos, que son muy poca cosa las vanidades y grandezas de la pasajera existencia, si se las compara con la eternidad. Allá es el mayor quien ha sido el más humilde entre los pequeños de la Tierra. Que el que más amó a sus hermanos es quien será más amado en el Cielo. Que los poderosos de este mundo, si abusaron de su autoridad, se verán reducidos a obedecer a sus servidores. Que la Caridad y la Humildad, en suma, esas dos hermanas que marchan de la mano, son los títulos más valiosos para obtener gracia ante Dios.

 Nunca nos entreguemos a la desesperanza, al abandono. No somos una piedra suelta en el lecho del río del destino, condenada a rodar incesantemente. Tenemos una meta, que nos aguarda y que alcanzaremos.

 Analicemos nuestros actos mediante la reflexión, y descubramos las incalculables posibilidades de realización.

 Es necesario que prestemos atención y cuidemos la conducta del vehículo carnal.

 - Mercedes Cruz Reyes-

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 LA EXPERIENCIA DE ESTAR PRESENTE ANTE UNA MUERTE ESPERADA                                


Muerte esperada ~ Cuando alguien muere en nuestra presencia, lo primero que se debe hacer es no hacer nada. No salga corriendo ni llame a la enfermera. No conteste el teléfono. Respire profundamente y esté presente tomando consciencia de la magnitud del momento.

Es una gracia estar al lado de la cama de alguien que amas mientras hace su transición fuera de este mundo. En el momento en que dan su último aliento, hay un increíble ambiente, casi sagrado en el espacio. Parece como si el velo entre los mundos se abriese.

No estamos tan preparados ni entrenados sobre cómo lidiar con la muerte, y a veces surge una especie de respuesta de pánico: "¡Están muertos!"

Sabíamos que iban a morir, por lo que su muerte no es una sorpresa. No es un problema a resolver. Es muy triste, pero no es motivo de pánico.

En todo caso, su muerte es motivo para respirar profundamente, detenerse y estar realmente presente en lo que está sucediendo. Si estás en casa, quizás pongas la olla y prepares una taza de té.

Siéntate al lado de la cama y estate presente durante  la experiencia en la habitación. ¿Qué te pasa? ¿Qué podría estar pasando con ellos? ¿Qué otras presencias hay aquí que podrían estar apoyándolos en su camino? Sintonízate con toda la belleza y la magia del momento.

Hacer una pausa le da a tu alma la oportunidad de adaptarse, porque no importa cuán preparados estemos, una muerte sigue siendo un shock. Si entramos directamente en modo "hacer" y llamamos a  cualquier teléfono de emergencias, mientras tanto nunca tendremos la oportunidad de asimilar la enormidad del evento.

Tómate 5 minutos, 10 minutos o 15 minutos simplemente para estar. Nunca recuperarás ese tiempo si no lo aprovechas ahora.

Después de eso, haz simplemente lo indispensable en el momento . Llama a la única persona que haya de  ser llamada. Involucra  cualquier sistema que sea necesario, pero involúcralo lo mínimo. Muévete muy, muy, muy lentamente, porque este es un período en el que es fácil que el cuerpo y el alma se separen.

Nuestros cuerpos pueden galopar hacia adelante, pero a veces nuestras almas no lo alcanzan. Si tienes la oportunidad de estar en silencio y estar presente, aprovéchala. Aceptar, aclimatarse y adaptarse a lo que está sucediendo. Luego, cuando el tren comience a rodar con todas las cosas que suceden después de una muerte, estarás mejor preparado.

No tendrás oportunidad de recuperar el aliento más adelante. Tienes que hacerlo ahora.

Estar presente en los momentos posteriores a la muerte es un regalo increíble para ti mismo, es un regalo para las personas con las que estás y también es un regalo para la persona que acaba de morir. Están a sólo un pelo de distancia; apenas están comenzando su nuevo viaje en el mundo sin cuerpo material. Si mantienes un espacio tranquilo alrededor de su cuerpo y en la habitación, se podrán marchar de una manera más hermosa. Es un servicio a ambos lados del velo.

Por Jorge Ducay

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  EL PELIGRO DEL EGO DISFRAZADO

              El peligro del ego escondido o disfrazado. Abundan en todo lugar

El ego tiene un impulso velado que le mueve a demostrarse a si mismo ser mejor que los demás, de muchas formas distintas. A veces, el impulso es tan velado e inconsciente, que el ego cree que está sirviendo a los demás, que está realizando un trabajo altruista, que se regala, que no pide nada para sí mismo, y eso le hace sentir una personal amorosa y entregada, digno ejemplo a seguir. Pues bien, ese actuar es solamente otra forma de competir, otra forma de explorar y experimentar la vida. Cuando el ego es servicial lo que busca es reconocimiento, está reclamando ser el mejor, y sentirse grande a través de una especie de autoengaño, creerse que no necesita nada, de modo que no reclama nada pero lo espera todo, su expectativa a ser reconocido y su ansia es muchísimo mayor a la persona cuyo ego alza la voz y dice abiertamente “aquí estoy yo y darme lo que me merezco”. 

El ego falsamente altruista, es un ego más madurado que el ego que abiertamente reclama atenciones. El ego falsamente altruista no reclama directamente ni reclama tanto. Su necesidad de demostrarse ser el mejor y un ejemplo a seguir es muy inconsciente, incluso parece no existir ya esa necesidad, sin embargo está. Su reclamo, su necesidad de reconocimiento se solicita indirectamente, su actitud es entregarse al otro y esperar el agradecimiento. Un agradecimiento que nunca llega cuando lo que nos mueve a ayudar a la otra persona es nuestra propia necesidad de sentirnos útiles y reconocidos. El agradecimiento viene cuando la otra persona pide ayuda, prestarse solo porque sabemos que somos muy útiles, es puro ego, pura necesidad egoísta, aunque muy velada. Se descubre a un ego escondido porque se cree que su conducta es la única correcta, y que sólo él tiene la razón. 

REYNALDO FORMOSO

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                  ¿ QUIEN ES DIOS?

                                                                



 Pregunta interesante esta, ¿ no?. 

    Si partimos del principio de creer solamente las cosas que vemos, sería difícil creer en la existencia de Dios, pues no podemos verlo. Pero si partimos del principio de que no hay efecto sin causa, ya es más fácil. Si no podemos ver a Dios, podemos sentirlo al ver su obra; y si de la nada, nada sale, toda  obra existente tiene que tener un autor. De ahí concluimos que Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todo cuanto existe.
     Para creer en Dios basta que pongamos nuestra mirada sobre su creación. El universo existe, por tanto tiene una causa. Dudar de la existencia de Dios sería negar que todo efecto tiene una causa y admitir que de la nada puede salir cosa alguna.
     La Biblia dice que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Se deduce entonces que Dios tiene forma humana, por lo que a Dios  le dieron imagen humana: Un señor barbudo, sentado en un elevado trono sobre las nubes, impartiendo órdenes a sus  súbditos.  ¡ Ridículo ¿no? !. ¡ Como si fuese posible dar forma a algo que no podemos ver.
     En la Biblia está escrito: " No harás para ti escultura, ni imagen alguna de aquello que existe en lo alto, en el Cielo, o aquí abajo, en la Tierra, o de aquello que existe debajo de la Tierra, en las aguas. No te postrarás delante de ellas ni las servirás"- Exo. 20:4-6
     Dar forma a Dios sería como dar forma al viento que sopla sobre nuestro rostro, o al aire que respiramos. ¡¡ Imposible !!.
     Podríamos comparar a Dios como un fluido universal, invisible a nuestros ojos, pero que está presente en todos los lugares al mismo tiempo. 
     En cada átomo existente en el universo, por pequeño que sea, Dios está presente.
     Dios es eterno.-- Si hubiese tenido un comienzo habría salido de la nada o habría sido creado por un ser anterior. 
     Es inmutable, pues si estuviese sujeto a cambios, las leyes que rigen el universo no tendrían ninguna estabilidad.
     Es inmaterial, o sea, que Su naturaleza difiere de todo lo que llamamos materia. De otro modo no sería inmutable porque estaría sujeto a las transformaciones de la materia.
     Es único, pues si hubiese varios Dioses, no habría unidad de designios ni unidad de poder en el ordenamiento del universo.
     Es todo poderoso porque es único. Si no tuviese el soberano poder habría alguna cosa tanto o más poderosa que Él; no habría hecho todas las cosas y las que no hubiese hecho serían obra de otro Dios.
     Es soberanamente justo y bueno. La sabiduría providencial de las Leyes Divinas se revela en las menores como en las mayores cosas, y esa sabiduría no permite dudar de su justicia ni de su bondad. La imagen de un dios vengativo y cruel que manda al infierno a todos aquellos que no,  concuerdan con él, fue  creada por Moisés, que tenía sus razones. Moisés era líder de un pueblo naturalmente turbulento e indisciplinado en el que tenía que combatir los abusos y los preconceptos enraizados, adquiridos durante el periodo de la esclavitud en Egipto. Para dar autoridad a sus leyes, les atribuyó un origen divino, tal como hicieron todos los legisladores de los pueblos primitivos. La autoridad del hombre precisaba apoyarse sobre la autoridad de Dios. Pero solamente la idea de un Dios terrible podría impresionar a los hombres ignorantes en los que el sentido moral  y el sentimiento de una delicada justicia, aun estaban poco desarrollados.
     La Ley de Moisés está compuesta por dos partes distintas: La Ley de Dios recibida en el Monte Sinaí, que se puede considerar como el primer libro psicografiado en la historia de la humanidad, y la primera Ley civil o disciplinaria, establecida por el propio Moisés. La Ley de Dios es inalterable; la Ley de Moisés era apropiada a las costumbres y al carácter de cada pueblo y puede ser modificada con el tiempo.
     Jesús no vino a destruir la Ley de >Moisés, pero la modificó profundamente. Tanto en el contenido como en la forma. Combatió constantemente los abusos de las prácticas exteriores y las falsas interpretaciones, y no les podía haber dado una reforma más radical, reduciéndolas a estas palabras: "Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo". Y añadió: Esta es toda la Ley y los profetaso sea, que todos los demás mandamientos y preceptos se sintetizan en esta sentencia de Jesús.
     t Dios no es un juez, sino un legislador !. El juez condena, el legislador hace las leyes. Cuando alguien comete un atentado contra la vida humana es llevado ante un jurado popular. Quien lo juzga es el Jurado. Quien lo condena es el Juez. ¿ Pero condena, basada en qué?. Basada en un código de leyes hechas por un legislador. Así es Dios. Sus leyes son inmutables por toda la eternidad y quien infringe una coma de estas leyes sufrirá las consecuencias por esta desviación o desobediencia.
    Jesús dice: " No harás a los demás lo que no quieres a  ti te hagan. Pues por Ley Divina toda acción provoca una reacción. Imposible plantar maíz y recoger trigo.... odiar a alguien y ser amados... dar un puñetazo  en una pared sin herir nuestra mano. La pared hasta se puede caer, pero en consecuencia nuestra mano quedará herida. 
    Por tanto, Dios no tiene culpa de nuestros sufrimientos. Sufrimientos a los que a veces no encontramos explicación en esta existencia. Tal vez la explicación puede estar en vidas pasadas. Por lo tanto nos hace libres. Nos dio el libre albedrío. Podemos seguir el camino que queramos. Pero a veces tomamos el camino equivocado y cuando lo percibimos ya es tarde; solo nos queda pagar el precio de nuestra ignorancia y de nuestra  testarudez, para no desviarnos más de él en nuestro futuro.
     Pero Dios, que no es vengativo, que no condena a nadie, está siempre esperándonos con los  brazos abiertos. Sabe que nos creó, no para que seamos eternamente malos, sino para que seamos santos, para lo cual necesitaremos muchas existencias en el plano físico.  Podrá pasar mucho tiempo. Centenas de años tal vez. Nos puede costar muchas encarnaciones... muchos sufrimientos; pero un día llegará en el que  comprenderemos lo que Dios quiere de nosotros; comprenderemos el significado de Su creación. En este día, como el hijo pródigo, arrepentido, volveremos a la casa del Padre, que estará con las puertas abiertas esperándonos, y con certeza que hará una gran fiesta para recibirnos.

Fuente:  " EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS y EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO"
ALLAN KARDEC

(  Elaborado por J.L.Martín  a partir del original escrito por -Sabino Rodrigues-)

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