INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- El embrión congelado
2.- Grados de obsesión
3.- Ventajas de la comunicación con Seres espirituales
4.- Analicemos el Perdón
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EL EMBRIÓN CONGELADO
Hoy me encontré con una cuestión doctrinaria cuya respuesta enseguida intuí, pero comprendí que me debería poner a escribir con la ayuda de algún Espíritu, para aclarármela y darle forma y sentido a la posible respuesta.
Se trataba del caso de un embrión humano que para un posible implante
futuro, fue congelado en nitrógeno líquido, hace unos treinta años y así lo conservaron
en ese estado,( criogenizado), hasta que recientemente lo descongelaron e implantado en una
mujer joven, más joven incluso que este
embrión que iba a ser su hijo. Esta
mujer no podía tener hijos y deseando la maternidad, esta se llevó a cabo exitosamente
con dicho embrión descongelado e implantado
en su útero.
Entonces, las cuestiones que me plantea este caso son : ¿ El espíritu de ese embrión permaneció también congelado, durante todos
estos años hasta que fue implantado en una mujer, de la que luego nació con normalidad?. Y si el espíritu no estuvo
congelado con el embrión, ¿ qué fue de él durante esos años en los que el
embrión permaneció congelado ?, ¿ dónde estuvo?, ¿ qué hizo mientras tanto ?
¿ El espíritu se unió a su materia
cuando esta misma se descongeló para el
implante, o ya estaba unido anteriormente a su embrión, mientras este permanecía congelado?.
¿ Se podría considerar este nacimiento
como “contra-natura ?
Ante estos dilemas, he de señalar que soy de la opinión de que una cosa es la energía vital del embrión, que
puede encontrarse adormecida o aletargada en una especie de reposo invernante, a
semejanza de lo que ocurre con ciertos
animales, que en los crudos inviernos de zonas muy frías, lo pasan durmiendo en un profundo letargo,
relentizando al máximo el metabolismo y el latido cardiaco hasta extremos inimaginables y
manteniendo mientras tanto una temperatura
corporal muy por debajo de lo normal. Esto se puede observar, más acentuado aún, en
el caso de los reptiles, que siendo de sangre fría, pasan toda la época invernal escondidos en
sus madrigueras o cuevas, a temperaturas de congelación, sumidos en una muerte
aparente, pero cuando pasa el invierno y regresan las temperaturas, sus cuerpos
“resucitan” saliendo del letargo y continuando con su vida normal.
Por lo explicado sobre el caso de
los animales, vemos que la congelación que soportan y la resucitación posterior, es un proceso totalmente
natural, aunque en el caso de los seres humanos no sea habitual, y cuando se
produce, la llamada criogenia conduce a la muerte. Como ya se conoce, hay casos en que se practican cirugías " a corazón abierto", donde el paciente permanece totalmente congelado a muchos grados bajo cero durante la intervención quirúrgica, y luego "los regresan a la vida", aunque en estos casos solo se produce una muerte aparente, porque los lazos fluídicos que mantienen unidos al espíritu dc la persona con su materia, no se han deshecho o interrumpido del todo en el paciente, pues en ese caso la muerte real sería irreversible.
Yo considero que una cosa es la
vitalidad o energía vital, la energía de la vida, que todos los organismos mantienen mientras
permanecen vivos y activos, pero otra cosa aparte del organismo físico con su vitalidad, es el espíritu
que anima al ser humano y que por sí solo puede
existir desencarnado en otro plano de
existencia espiritual, con las actividades normales que desarrolla en dicho plano, así como también en otras fases de su existencia, se
encuentra encarnado en un cuerpo físico, como todos los seres vivos, lo que supone una unión con el cuerpo
físico que acompaña, primero durante el
periodo del embarazo, como embrión y como feto, y después durante toda su vida hasta que es
separado del cuerpo por el fenómeno de la muerte.
O sea, que puede existir un embrión congelado, con su energía vital inactiva y paralizada, aunque no haya un espíritu unido a él y quedando de momento su desarrollo vital interrumpido temporalmente con un espíritu reencarnante en espera, en el más allá, como igualmente puede el espíritu reencarnante encontrarse a la espera y activo en la otra dimensión de la vida- lo que se dice en estado errante, y desde ese estado, esperar el día en que será llamado a unirse a ese embrión o a otro, si se malograse el congelado, y lo podrá hacerlo cuando el embrión que se congeló recupere su temperatura y se active su energía vital, reiniciando su desarrollo junto con el espíritu que lo animará como persona mientras su `programa existencial no se termine.
El alma o espíritu no está
enclaustrada dentro de su cuerpo, ya sea
este un embrión o un ser humano desarrollado y completo; dicha alma o espíritu,
establece lazos con el embrión a partir del inicio de su desarrollo fetal,, a partir de la
fecundación del óvulo por un espermatozoide, y esos lazos de energía vital se
van consolidando y fortaleciendo poco a poco, a lo largo de la gestación, de modo que el espíritu queda ligado al cuerpo en su plenitud en el momento del nacimiento, y después lo
acompaña durante toda su vida física permaneciendo unido a él hasta su muerte o desencarnación, pero dicho
espíritu durante todo el proceso vital no permanece precisamente “ dentro de su cuerpo”.
Sin embargo mientras la energía vital
del embrión permaneció inactiva por la congelación, el espíritu con su periespíritu, no pudo estar ligado al embrión, pues esa
energía vital que ha permanecido estática, cuando se activa de nuevo y vuelve a ser dinámica, es precisamente este el lazo que une a ambos elementos constituyentes del ser humano: espíritu y materia.
También soy de la opinión de que casos como
este, son poco frecuentes, pero no excepcionales, pues habría que hacer un
sondeo por los hospitales y clínicas maternales a ver cuántos casos similares
registran a lo largo de unos pocos años. No es este un caso antinatural , si acaso, poco frecuente, pero la naturaleza, aun manejada o
manipulada por la ciencia del hombre, no deja de ser Naturaleza, y si Dios permite a veces
estos casos mediante la intervención de la ciencia humana, quizás sea precisamente para
darnos la opción de pensar y considerar
por nosotros mismos, como ahora es el caso con el presente escrito.
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José Luis Martín-
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VENTAJAS DE LA COMUNICACIÓN CON
SERES ESPIRITUALES
¿Y qué ventajas reporta a los hombres la comunicación con los espíritus?:
¡Muchas! Si se saben apreciar, inmensas si se comprenden sus tendencias generalmente moralizadoras. La comunicación de los espíritus rasga el tupido velo de los misterios religiosos; y como dice muy bien Kardec: Hasta ese día el hombre no había podido crear sino hipótesis acerca de su porvenir, y he aquí por qué sus creencias en esa materia estaban divididas en sistemas tan numerosos y tan opuestos desde el aniquilamiento, hasta las fantásticas descripciones del paraíso y del infierno. Hoy son testigos presenciales los actores mismos de la vida de ultratumba, los que vienen a decirnos lo que en eso hay, lo cuál sólo ellos podrán hacerlo.
Esas manifestaciones han servido no para darnos a conocer el mundo invisible que nos rodea y que ni siquiera sospechábamos, cuyo conocimiento, por si solo es de una importancia capital, aún suponiendo que los espíritus no pudieran enseñarnos otra cosa.
¿Quién si se encontrara en un país desconocido, despreciará las señas que pudiera darle el campesino más humilde que a su paso encontrara? ¿Rehusaría preguntarle, siquiera, acerca del estado del camino, porque fuera un pobre labriego?.
En verdad que no habría que esperar de él profundas instrucciones, más en su esfera y por ser lo que es, podría en ciertos puntos guiarnos mejor que un sabio muy distinguido que no conociera el país. Se sacarían de sus indicaciones consecuencias que quizás él mismo no podría sacar, sin que por eso hubiese dejado de ser un medio muy útil para hacer ciertas observaciones, aunque no hubiese servido sino para darnos a conocer las costumbres de los habitantes del país. Lo mismo puede decirse de las relaciones de los espíritus, de los cuales el más humilde puede darnos instrucciones muy útiles.
Una comparación vulgar hará comprender mejor todavía la situación :
Un navío cargado de emigrantes parte de un país lejano:
Lleva gente de todas condiciones, que dejan parientes y amigos numerosos.
Corre la voz de que el navío ha naufragado: no queda de él rastro ninguno, ni llega noticia alguna de su suerte, por lo que se cree que todos los pasajeros han perecido, y se esparce el luto y la consternación en todas las familias. Sin embargo, todos sin exceptuar uno solo, han arribado a otra tierra desconocida, pero abundante y fértil, donde viven bajo un hermoso cielo, alegres y felices. Pero esto se ignora.
Mas un día otro navío llega a dicha tierra y encuentra a los náufragos sanos y salvos; la noticia circula con la rapidez del rayo, y cada cual felicita a los demás diciendo: nuestros amigos viven, y dan gracias a Dios. No pueden verse, pero están en correspondencia regular, se cruzan los testimonios de afecto, y la alegría sucede a la tristeza.
Tal es la imagen de la vida terrestre y de la vida de ultratumba antes y después de la revelación moderna; ésta, semejante al segundo navío nos trae la buena noticia de la supervivencia de los que nos son queridos, y la certidumbre de irnos a reunirnos con ellos algún día.
La duda acerca de su suerte y de la nuestra ya no existe, y la tristeza y el desaliento ceden su puesto a una risueña esperanza. Pero otros resultados vienen a fecundar esta revelación.
Juzgando Dios a la humanidad dispuesta para penetrar en los misterios de su doctrina y contemplar a sangre fría nuevas maravillas, ha permitido que se descorriese el velo que separaba el mundo visible del invisible. El hecho de las manifestaciones no tiene nada de extrahumano, es la humanidad espiritual que viene a conversar con la humanidad corporal y a decirle: nosotros existimos, luego la nada no existe; ved ahora lo que somos y lo que habréis de ser; éste es vuestro porvenir, así como el nuestro. Vosotros marchabais en las tinieblas, venimos a ilustraros y a mostraros el camino; marchabais sin rumbo y a la
ventura, y os enseñamos el puerto. La vida terrestre lo era todo para vosotros, porque nada veíais después de ella y nosotros os decimos, manifestando la vida espiritual que gozamos: la vida terrestre no es nada.
Vuestra vista se detenía en los bordes de la tumba, y del lado de allá existe horizontes espléndidos e interminables. No os dabais cuenta de la causa de vuestro sufrimiento, y ahora veis en ellos la justicia de Dios; el bien existía sin frutos aparentes para el futuro, mas en lo sucesivo tendrán un gran objeto presente y será una necesidad; la fraternidad será una utopía generosa, ved ahora como es una realidad espléndida fundada en las leyes de la naturaleza. Bajo el influjo de la creencia de que todo acaba con la vida del cuerpo, la inmensidad es el vacío, el egoísmo impera entre vosotros y es el mote de vuestro escudo y la última palabra de vuestra moral es cada uno para sí; con la certidumbre del porvenir, los espacios infinitos se pueblan hasta el infinito, y el vacío y la soledad no existe en ninguna parte: la solidaridad une a todos los seres del lado de allá de la tumba, y existe el reinado de la caridad con el mote en su escudo. Cada uno para todos y todos para uno.
Amalia Domingo Soler
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Analicemos el Perdón
La creencia en la existencia del perdón y de la gracia, tal como muchos la entienden, es la causa de tantos errores y maldades; es la valla que detiene el progreso moral de la humanidad de nuestro mundo occidental.
Si bien es verdad que el más favorecido por el perdón es precisamente la víctima, o sea, quien perdona; porque no se une al victimario por los lazos de odio, que tanto daño hace al alma y a la salud del cuerpo y aún al pasar el umbral del Más Allá; el perdón de la víctima, no puede borrar la falta del victimario. Porque, toda acción es una fuerza psicocinética que graba, mancha, densifica el alma de quien la realiza. Así, las acciones, sentimientos y pensamientos de maldad, impregnan el alma de un magnetismo denso, deletéreo que, ni el arrepentimiento ni el perdón, podrán borrar, ya que el perdón de la víctima no da al victimario la tranquilidad perdida; sino el dolor purificador, pasando por el mismo sufrimiento que haya causado. Pero, el Eterno Amor, ofrece un recurso maravilloso para depurar el alma de ese magnetismo deletéreo: el AMOR; el amor sentido y realizado en la práctica del bien.
Sólo cuando estemos vibrando en Amor (con mayúscula), cuando de verdad amemos a nuestros semejantes como nos amamos a nosotros mismos y entremos en la práctica del bien, aliviando el sufrimiento humano y otras múltiples modalidades; sólo entonces nos asemejaremos a Cristo, porque estaremos unidos a esa vibración divina y poderosa que es el Amor, y nuestra alma irá depurándose.
Es increíble que se acepten ciertas creencias que un elemental análisis rechaza por ilógicas e inadmisibles, y además son contrarias a la ley del progreso del ser espiritual. Pero, como son más cómodas..., como ellas no piden el esfuerzo de la propia superación, son las que siguen las mentalidades infantiles que aún continúan creyendo en la cigüeña y en los Reyes Magos.
De todo lo expuesto se deduce que, TODO EL BIEN O EL MAL QUE HAGAMOS A LOS DEMÁS, LO HACEMOS A NOSOTROS MISMOS. Tenemos libertad de acción, podemos hacer lo que nos plazca; pero, somos totalmente responsables de las consecuencias de nuestros actos, pensamientos, sentimientos y deseos.
De aquí, se desprende esta conclusión: cada vez que hagamos un bien o un mal a alguien, estamos haciéndolo para nosotros mismos: porque nadie puede escapar a las consecuencias de sus propias acciones.
Cuando la humanidad haya asimilado este principio fundamental para una mejor convivencia humana, ¡qué mundo maravilloso será el nuestro!
Por ello, aquel reformador social —el sublime Profeta Nazareno— repetía con frecuencia a quienes presenciaban sus famosas sanaciones: «HAZ CON TU PRÓJIMO COMO QUIERES QUE SE HAGA CONTIGO».
Sebastián de Arauco.
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