lunes, 17 de julio de 2023

Autenticidad y comprobaciones

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- El primer Centro Espírita que existió

2.- Pactos con malos espíritus

3.- ¿ Existen motivos para temer el Espiritismo?

4.-    Autenticidad y comprobaciones


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EL PRIMER CENTRO ESPÍRITA QUE EXISTIÓ

El primer Centro Espírita que existió fue el de París, fundado en 1858 y denominado "Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas".

La extensión universal, por así decir, que cada día tomaban las creencias espíritas, hacía vivamente deseable la creación de un Centro regular de observaciones; esa laguna acaba de ser cubierta. La Sociedad, cuya formación tenemos el placer de anunciar, compuesta exclusivamente por personas serias, exentas de prevenciones y animadas por el sincero deseo de ser esclarecidas, contó, desde el inicio, entre sus asociados, con hombres eminentes por su saber y posición social. Ella está llamada- de eso estamos convencidos- a prestar incontestables servicios para la comprobación de la verdad. Su regulación orgánica le asegura una homogeneidad sin la que no habría vitalidad posible; se basa en la experiencia de los hombres y de las cosas y en el conocimiento de las condiciones necesarias para las observaciones que son el objeto de sus estudios. Viniendo a París, los extranjeros que se interesen por la Doctrina Espírita, encontrarán, así, un Centro al que se podrán dirigir para obtener informaciones y en donde podrán también comunicar sus propias observaciones.

- Allan Kardec-

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                         PACTOS CON MALOS ESPÍRITUS


549. ¿Hay algo de cierto en los pactos con los malos Espíritus?
- No, no existen pactos, sino una índole perversa que simpatiza con los Espíritus malos. Por ejemplo: tú quieres atormentar a tu vecino y no sabes cómo hacerlo. Entonces acudes a Espíritus inferiores que, igual que tú, sólo quieren el mal, y éstos para ayudarte desean que tú les sirvas en sus malos propósitos. Pero no se deduce de ello que tu vecino no pueda desembarazarse de esos Espíritus mediante una conjura contraria y por imperio de su propia voluntad. El que quiere cometer una mala acción por el mero hecho de desearlo apela a los malos Espíritus para que acudan en su ayuda. Está entonces obligado a servirles, como ellos lo han hecho con él, porque también ellos necesitan de él para el mal que quieren cometer. El pacto consiste solamente en esto.

La dependencia en que a veces se encuentra el hombre respecto de los Espíritus inferiores procede de su entrega a los malos pensamientos que ellos le sugieren, y no de estipulación alguna entre ellos y él. El pacto, en el sentido vulgar que se concede a esta palabra, constituye una alegoría que describe a un individuo de mala índole simpatizando con Espíritus malévolos.

550. ¿Qué sentido tienen las leyendas fantásticas según las cuales ciertos individuos habrían vendido su alma al Diablo para obtener de él ciertos favores?
- Todas las fábulas contienen una enseñanza y una moraleja. Vuestro error consiste en que las tomáis al pie de la letra. Esta es una alegoría que puede explicarse así: el que llama en su ayuda a los Espíritus para obtener de ellos bienes de fortuna o cualquier otro favor, está contra la Providencia. Renuncia a la misión que ha recibido y a las pruebas que ha de soportar en la Tierra, y sufrirá las consecuencias de esto en la vida futura. Ello no significa que su alma quede para siempre condenada al infortunio. Pero, puesto que en lugar de desligarse de la materia se hunde cada vez más en ella, las alegrías de que haya gozado en este mundo no las tendrá en el de los Espíritus, hasta que haya expiado su falta con nuevas pruebas, quizá mayores y más aflictivas aún. Debido a su afición a los goces materiales se pone bajo la dependencia de los Espíritus impuros. Entre ellos y él existe un pacto tácito que lo conduce a su perdición, pero que siempre le es fácil romper con la asistencia de los buenos Espíritus, si tiene la firme voluntad de lograrlo..


EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS.
ALLAN KARDEC.

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   ¿EXISTEN MOTIVOS PARA TEMER EL ESPIRITISMO?

Al desconocer lo que sea el Espiritismo, es natural que se tenga miedo de trabar contacto con los espiritistas o con los libros de esa Doctrina. Aún más cuando ella es confundida con brujería, cartomancia,  curanderismo.

Es por motivo de esas confusiones por lo que muchos miran de reojo a aquellos que se atreven a dedicarse a esos temas del Espiritismo. Por eso hay que tener coraje para presentarse como espiritista hoy día. 

Cuando surgió el Cristianismo, anunciado por el propio Cristo, pasaba lo mismo. La sociedad criticaba a los primeros cristianos y hacia chistes con ellos. Movidos por los intereses de la política dominante de la época, hubo quienes condenaban a los primeros cristianos que eran muertos en circos por fieras hambrientas o quemados vivos como antorchas humanas. Y, a pesar de todo, el Cristianismo triunfó. Cuanto más eran perseguidos, más cristianos surgían; hasta el momento en que Constantino, emperador romano, tuvo la infeliz idea de unir la religión naciente al estado decadente. A partir de entonces el Cristianismo empezó a perder su pureza primitiva presentada por el Cristo y vivenciada por los primeros cristianos. 

Hoy ya no hay más persecuciones como en aquellos tiempos, pero aún es grande la ignorancia de lo que sea la  verdadera enseñanza de Jesús que nada tiene que ver con dogmas o  sacramentos. Su Doctrina es simple, pues anuncia, sin misterios, el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. El Espiritismo viene a recordar a los hombres de buena voluntad, la importancia de esa vivencia del amor, de la fraternidad. Mas, para eso, es necesario que el hombre aprenda a pensar en el bien de los demás al revés de pensar solamente en sí mismo o en los de su propia sangre. Todas las religiones enseñan que somos hijos del mismo Dios, por lo tanto somos hermanos. Pero son muy pocos los que piensan en ello. Menos aún los que se dedican a ello.

 Con la enseñanza de los Espíritus superiores podemos aprender como vivir esas enseñanzas sin sufrir perjuicios, logrando el paso necesario para que uno se sienta más útil, más valorado por el hecho de saber que es mejor de lo se creía muchas veces. Porque son muchos los que tienen ganas de hacer el bien, pero, acostumbrados a prácticas religiosas exteriores que nada dicen al corazón o al alma, vacilan delante de las oportunidades por miedo, por no creer que valga la pena, por no encontrar claros los motivos para auxiliar a los demás, por no ver y no meditar en los ejemplos de aquellos que ya se dedican al bienestar de otros. 

Al estudiar el Espiritismo, uno lo encuentra muy claro, comprendiendo los motivos de los sufrimientos humanos y de la necesidad de la solidaridad entre todos. El nada tiene que ver con esas prácticas de brujería, cartomancia u otras semejantes, pues que es una filosofía de vida que propone al hombre el ejercicio del bien, la búsqueda del conocimiento de uno mismo, de los motivos que dan origen a las acciones y reacciones en las distintas situaciones de la vida, sea en familia o en sociedad. 

No hay motivos para temer al Espiritismo, pues sus enseñanzas objetivan el bien de todos sin distinciones. De hecho esa es la parte más fácil de ser vencida porque no es difícil comprender que la Doctrina Espírita objetiva el bien. El temor de la opinión de los demás, sí que es difícil de vencerse. Pero, cuando uno sabe lo que es mejor para sí, gana el coraje de enfrentarse a las opiniones habituales, pues muchas veces las gentes están acomodadas en sus costumbres y alejadas del esfuerzo necesario a su progreso y adelantamiento. 

Por eso podemos afirmar con Allan Kardec, el Codificador de la Doctrina Espírita, que para comprender la parte esencial de las enseñanzas espíritas se requiere cierto grado de sensibilidad que se puede llamar la madurez del sentido moral, madurez independiente de la edad y del grado de instrucción, porque es inherente al desarrollo, en un sentido especial, del Espíritu encarnado. La ignorancia produce el temor y la pereza. El conocimiento lleva a la plena conciencia de su papel en la vida y promueve la liberación del hombre.

Artículo de: Carlos Campettí 

Nota Biográfica: El Señor Carlos Roberto Campettí Nació en hogar espiritista, en el interior del Estado de São Paulo - Brasil, y empezó a leer libros espíritas con nueve años de edad. A los 15 años empezó sus primeros estudios de las obras de Allan Kardec.
   Es médium de psicofonía y expositor espiritista. Participó activamente en eventos espíritas en Argentina, Brasil, España, Estados Unidos, Francia, Portugal, Puerto Rico, Suiza y Venezuela.
   Imparte seminarios y cursos para preparación de trabajadores para los centros espiritistas, o sea, expositores, orientadores del Estudio Sistematizado, médiums, colaboradores del atendimiento fraterno, pasistas. Vivió en Uruguay y España. Actualmente vive en Estados Unidos.
    Fue miembro de la Junta Directiva de la Federación Espírita Brasileña desde 1982 a 1992.
Actualmente es miembro de su Consejo Superior 


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Autenticidad y comprobaciones


                                                              

                                                    Materialización mediante ectoplasma


¿Qué significa comprobar una idea o fenómeno? ¿Presenciarlo y  tocar sus efectos? ¿O admitirlo como razonable, dentro de una línea de razonamientos lógicos, experimentos personales y observaciones?

Numerosas personas no creen en los Espíritus, en fenómenos anímicos o mediúmnicos.

Algunas esperan pruebas, prefiriendo que sean producidas exclusivamente para sí, riéndose de aquellos que consideran crédulos o ingenuos. Sobre esas personas, dice Allan Kardec:  "los que en el Espiritismo únicamente buscan efectos materiales, no le pueden comprender la fuerza moral. De ahí viene que los incrédulos, que apenas lo conocen a través de fenómenos cuya causa primaria no admiten, consideran a los Espíritus prestigiadores y charlatanes. No será, pues, por medio de prodigios que el Espiritismo triunfará en la incredulidad: será por la multiplicación de sus beneficios morales, por cuanto, si es cierto que los incrédulos no admiten los prodigios, no menos cierto es que conocen, como toda la gente, el sufrimiento y las aflicciones de quien rechaza alivio y consolación".
  Y observa aun: "Los medios de convicción varían extremadamente, según los individuos. Lo que persuade a unos no impresiona a otros. Si uno se convence por medio de ciertas manifestaciones materiales, otro por comunicaciones inteligentes, la mayoría es por el razonamiento".
En cuanto una mirada atenta y una mente abierta podrían ver evidencias de la vida espiritual y de la fenomenología espírita por todas partes, continuamos encontrando personas que las niegan sistemáticamente.
    Tal vez, porque el convencimiento dependa del grado de entendimiento de la naturaleza de la realidad espiritual, que sólo puede llegar a un estudio profundo de las leyes universales y de una observación exenta de pasiones y sectarismo. 

Sincronismo

  Muchas de las comprobaciones posibles, de una acción inteligente presidiendo nuestras vidas, ocurren en el campo de lo que llamaremos sincronismo. Creado por el psicoanalista Carl Gustav Jung, en 1929, el término sincronismo define un principio de “unión no-causal”, o sea, uniones subjetivas y significativas entre hechos aparentemente no relacionados entre sí.

¿Alguna vez ya tuvo un presentimiento o intuición sobre una cosa que quisiese hacer? ¿Un rumbo que quisiese dar a su vida? ¿Y se preguntó como eso podría ocurrir? ¿Y entonces, después de casi haber olvidado el asunto y concentrándose en otras cosas, de repente encontró a alguien, o leyó alguna cosa, o fue a algún lugar que lo llevó a aquella misma oportunidad que había vislumbrado? 

Hechos sincronizados revelan el propósito de la vida, orientando e incentivando a través de pequeños y simples hechos, en general percibido solamente por aquel a quien se dirige. Puede ocurrir (y ocurre) con cualquier persona, lo que varía es el grado de conciencia al respecto.

Es preciso estar en contacto consigo mismo y con un nivel más sutil de percepción, para constatar que existen y funcionan. Puede ocurrir un hecho externo banal para la mayoría de las personas, pero con un significado subjetivo que descubrimos posteriormente, un significado que conduce a una nueva comprensión o percepción de sentidos anteriormente ocultos en las situaciones de la existencia.

Los caminos de la Espiritualidad son sutiles y delicados. Solamente las almas endurecidas piden pruebas retumbantes, y aún así serían capaces de dejar de creer en ellas.

Para los hijos de almas sensibles, una flor que nace en el jardín puede ser un recado de su madre, por los significados y conexiones internas que se establecen, por la sintonía de afecto que se crea.

¿No es curioso que aquellos que más exigen pruebas y comprobaciones sean aquellos que están más lejos de percibirlas y de comprender? 

-Rita Foelker-

-La era del Espíritu-

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