jueves, 28 de julio de 2022

El Final de los tiempos (II)

    INQUIETUDES

1.-El Final de los tiempos (II)

2.- El conocimiento de la muerte

3.-La Ley de Sociedad

4.-Espíritus en sufrimiento


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                      EL FINAL DE LOS TIEMPOS ( II )

( Continuación  del anterior )


El Espiritismo como filosofía, daba por tierra con muchos dogmas religiosos tenidos tradicionalmente como verdades inamovibles ante las que no se permitía la duda ni el análisis, por lo que el poder religioso, amparado siempre en el poder político, puso coto a cualquier disquisición de la mejor forma que pudo hacerlo: Ya no enviaba "herejes" a la hoguera como antaño, sino que al estar en una época más civilizada en la que el ser humano ya comenzaba a pensar por sí mismo, despertando de un letargo mental, intelectual  y espiritual de siglos, astutamente luchó contra la idea espiritista valiéndose de la ignorancia en que siempre han mantenido a las gentes, para dominarlas mejor, empleando todos los medios de intoxicación propagandística a su alcances, valiéndose de sus miedos y supersticiones, desfigurando esta filosofía porque presentían que era la luz de la verdad que disipaba sus ancestrales tinieblas en las que los jerarcas religiosos y políticos vivían asentados. Se atribuyeron al Espiritismo toda clase bulos totalmente falsos y grotescos, confundiéndolo con el Ocultismo, la brujería, el demonio, la superstición, la magia, etc, desfigurándolo con una falsa imagen moral negativa. atribuyéndole hasta crímenes rituales, contactos satánicos, charlatanería, fraude y demás lindezas por el estilo, que ningún parentesco guardan con lo que en verdad es la Doctrina Espírita.

  El Espiritismo ha sido y es aquel Consolador al que se refería Jesús, que le precedería antes de su segunda venida a la Tierra, pues todo aquel que ha tenido la inquietud de acercarse al conocimiento espírita, ha podido convencerse de este conocimiento le ha proporcionado un inagotable caudal de luz espiritual y de conciencia, ayudándole a transformar profundamente su vida, para bien, porque esta filosofía aclara y razona al ser humano las Leyes Cósmicas naturales que rigen todo el Universo y que afectan a cuantos existimos en él, creamos o no en ellas o aunque no las conozcamos o comprendamos, porque de una forma precisa gobiernan toda forma de vida y de inteligencia del Universo.

Entre estas se encuentra la Ley de Evolución Universal, que en todos los seres vivos se realiza mediante otra Ley que nuca dejó de funcionar: La de la Reencarnación del Espíritu en los seres humanos. por la que nuestro Ser espiritual retorna, tras cada vida en el plano físico, una y otra vez a dicho plano para un necesario mejoramiento que nos aproxime cada vez más a esa Perfección infinita que llamamos Dios, origen de todo cuanto existe. Así, vamos revistiendo nuevas personalidades, en nuevos cuerpos, adquiriendo en ellos las necesarias experiencias, progresando y engrandeciendo poco a poco nuestra alma, aumentando nuestros niveles de conocimiento, moralidad, experiencia e inteligencia. Así se realiza una verdadera Justicia Cósmica que apenas comenzamos a vislumbrar ahora.

 El alma humana, o Ser espiritual, antes de serlo, fue esencia que se fue forjando  a través de incontables experiencias en los tres Reinos de la Naturaleza hasta llegar  finalmente a alcanzar la etapa humana donde llegó a adquirir conciencia de sí mismo, de su propio Yo pensante, una vez finalizada su última experiencia dentro del Reino animal, en el que todavía no le acompañaba la "Chispa Divina" de su conciencia e inteligencia, y en donde solo era un especímen grupal que se regía por una inteligencia automática o instinto, propios de la especie animal de la que formaba parte hasta entonces.

Abundando más en la profecías de Jesús Cristo, creemos que han de cumplirse las mismas cuando habla de ese juicio final en el que "sería separado el grano de la paja" y "los corderos de los cabritos".

Todavía vemos en nuestro mundo la bondad mezclada con la maldad, siendo este como un gran laboratorio para el espíritu humano, en donde, como en un crisol, se depura y se transforma, generando vida tras vida las causas que originan los efectos que repetidamente sufre y que le conducen a ir aprendiendo a transitar por el camino que enseñó Cristo, así como otros Enviados anteriores que han asistido a la Humanidad a lo largo de la Historia, y este no es otro que el del Amor sentido y realizado hacia los demás seres que formamos parte de la Creación de esa Gran Potencia e Inteligencia Cósmica que llamamos Dios o de otras maneras.

El Espíritu humano unas veces asciende por medio de aprendizaje, depuración y mejora, y otras veces se estanca sumido en un estado involutivo en donde se deja vencer por su naturaleza inferior, y que se opone a la fuerza impulsora ascendente que es la Evolución.

Esto nos lleva a comprender que este proceso de separación entre la bondad y la maldad, finalmente es inevitable, lógico y necesario, pues ya va siendo llegado el momento en el que los que evolucionan normalmente se ven entorpecidos por los rezagados que se resisten a evolucionar en un empeño absurdo de estancamiento o involución.

Esta separación anunciada por Jesús, supone que "los de la derecha del Cristo" serán aquellos que habrán alcanzado ya el nivel necesario de desarrollo espiritual que les permita seguir ascendiendo en medio de otra sociedad con otros parámetros de convivencia y de entrega a los demás, como lo son los "Mundos de Regeneración_". Sin embargo los situados "a la izquierda del Cristo", no se perderán eternamente, pues como Jesús también dijo: "El Padre no quiere que se  pierda uno solo de sus hijos", y ello sería contrario a la bondad infinita del Creador. Estos Espíritus rezagados en el camino de la evolución, una vez abandonado este mundo físico de Expiación y Pruebas, irán a reencarnar en otros mundos de Expiación acordes con su grado evolutivo, o incluso en Mundos Primitivos en los que tendrán ocasión de progresar más rápidamente, ayudando a Humanidades más atrasadas que ellos mismos, en una labor misionera, por medio de su inteligencia y de las reminiscencias de sus conocimientos pasados. Estos son los ángeles caídos como la raza Adámica que un día llegó a la Tierra y se mezcló con el ser humano primitivo , tal como muestra la leyenda alegórica de Adán y Eva como los primeros padres de la Humanidad, una Humanidad más pensante y más moral.

En la gran obra de la Creación, absolutamente nada se pierde; todo forma parte del Todo y la meta final de todos los seres es común: la felicidad conquistada como hijos del Creador.

( Continúa y finaliza en la siguiente publicación)

- Jose Luis Martín- (Aguas Nuevas-Albacete)


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EL CONOCIMIENTO DE LA MUERTE

Cairbar Schutel

 

Uno de los capítulos de más transcendencia de la  filosofía espirita es el conocimiento de la muerte.

De la resolución del problema de la muerte la solución de innumerables problemas en torno de los cuales se debaten sin resultado fructífero a la ciencia oficial y a las religiones. Son cuestiones que se eternizan sin la firme esperanza de un acuerdo bajo las bases de la verdad y de la justicia.

La “salud y fraternidad” que suscriben los papeles oficiales, el “orden y progreso” que constituye la insignia de nuestra bandera (Brasil), todos estos nobles ideales que deben guiar a los pueblos y erguir a las naciones y sirven de soportes máximos de la ciencia y de la moral no ha tenido aplicación decisiva por faltar en ellos la linfa de la vida, única fuerza capaz de establecer el equilibrio de los pueblos y mantener la integridad de los gobiernos en el ejercicio de su tarea de gobernar con justicia y equidad.

Esa linfa, esa fuerza solo puede nacer de la solución del problema de la muerte. sin la revelación de ese misterio, la humanidad continuará paralizada en su ascensión para la luz, los sabios permanecerán en el circulo vicioso de las concepciones abstractas y las religiones limitadas a la tierra nada más harán que recibir al hombre en la cuna y entregarlo al Túmulo!

Religión sin ciencia, ciencia sin estudio, sin investigación, sin verdad, qué bienes podrán proporcionar a la inteligencia, que ya levantó su vuelo, y en un salto elevado de raciocinio sabe ya inquirir sobre su destino, para guiarse bien en el camino de la vida!

Los más graves `problemas humanos, repetimos, solo pueden ser resueltos cuando la muerte raja el velo del misterio y se presenta en su magnífica realidad.

Mas no se puede estudiar la muerte sin estudiar la vida, no se puede estudiar lo que no se ve sin conocerse lo que se ve.

Urge que comencemos nuestras indagaciones desde lo conocido para lo desconocido, desde lo visible para lo invisible, de la materia para la esencia, de lo físico a lo psíquico.

No ponemos en duda que la humanidad haya progresado y que la ciencia haya revelado, en el campo de la fisiología, misterios que parecían insondables. Basta recordar el descubrimiento de Harvey, que señala una fecha memorable en el progreso de la medicina, el de Jenner, abriendo el larguísimo campo de la microbiología al descubrir la vacuna; los trabajos de Bésale sobre el estudio anatómico del cuerpo humano; el de Bell sobre las funciones de los nervios espinales; el de Pasteur, uno de los más ilustres sabios del siglo XIX, aunque no fuese médico, ni farmacéutico, para ver que la fisiología no ha paralizado su acción progresiva, como sueles acontecer a todas las ciencias.

¿Mas habrá  llegado a la meta, al non plus ultra de las realidades?

Es una pregunta que nadie será capaz de responder afirmativamente. Al contrario, los más competentes fisiólogos de nuestra época son unánimes en afirmar que la fisiología está muy ajena a la explicación de los fenómenos de ectoplasmia, así como de otros tantos, visibles y tangibles, que causan profunda perturbación a los doctos de nuestros tiempos. Por la misma forma, la química no explica las producciones de flores y hiervas que aparecen repentinamente en las sesiones espiritas, no explica la agregación y desagregación de cuerpos, en esas mismas experiencias; y ni la física es capaz de dar la razón de la levitación de cuerpos, sin contacto aparente, contrariando las leyes establecidas de atracción y repulsión , o de gravedad!

La ciencia oficial, es innegable, está en las fajas de la infancia, es la razón por la que no tenemos conocimiento de la muerte.

Foméntese el estudio, invítese al sabio a progresar, ya que constituye dictador de leyes que rigen los fenómenos más conocidos de nuestro mundo; obligarlos a dejar el comodismo de sus salones tapizados, sustituyéndolos por el laboratorio, por el gabinete de análisis, de pesquisa, y muy en breve nuestra humanidad caminará por uno u otro camino en el que brillen las luces de los grandes ideales. Lo que la filosofía no alcanza, lo alcanza la psicología; lo que la química no puede resolver, una química más elevada nos dará la solución; lo que la física no hiciere, lo hará la física transcendente.

El problema de la muerte está íntimamente ligado a la solución del problema de la organización humana, o antes, de la organización del hombre. Sin el estudio imparcial y criterioso del hombre ese problema se conserva insoluble.

El inicio de este trabajo ya está magníficamente trazado por el Espiritismo.

Según los hechos espontáneos y provocados para la realización del gran desiderátum, se verificó que el hombre es un ser transcendente compuesto de cuerpo y espíritu, y que el espíritu es retenido al cuerpo por un mediador que lo envuelve llamado, por eso, periespiritu.

El conocimiento del periespiritu viene a llenar una gran laguna, esclareciendo muchos fenómenos de la fisiología.

Estudiándose al hombre a primera vista, se encuentra en él un primer motor, invisible e intangible, que es la vida. Más esta fuerza no puede dejar de tener una acción determinada, pues, como dice Geoffroy Saint Hilaire, “la vida es al mismo tiempo organizadora, conservadora y reparadora, conforme un modelo ideal.” Este modelo no puede absolutamente consistir en el hombre exterior, carnal, que se transforma sin cesar. Antes, debe ser en el periespiritu que se incorporan las moléculas materiales, los átomos que forman el organismo corporal.

En fin, el estudio del periespiritu es la base del estudio del hombre, en su ser complejo. Sin ese estudio es absolutamente imposible llegar al conocimiento de la muerte y su misterio.

Las propiedades funcionales del periespiritu resuelven aun cuestiones de alta importancia para la fisiología, como el agrupamiento en la forma orgánica de las innumerables células que constituyen nuestro cuerpo; la conservación de la individualidad física e intelectual, a pesar de la renovación perpetua de las moléculas, las relaciones entre lo físico y lo moral; y otras tantas, como tendremos ocasión de recordar más tarde.

Es llegada la época en la que el hombre tendrá la verdadera noción de su individualidad para mejor trabajar por su progreso.

La ciencia, si no quiere mantenerse retrasada, tiene la obligación de tomar en serio estos estudios, que constituyen el punto de partida de todos los conocimientos que deben ilustrar las generaciones venideras.

CASA EDITORA O CLARIM

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                     LA LEY DE SOCIEDAD                        El filósofo griego Aristóteles, que vivió de 384 a 322 antes de Cristo, dijo que "el hombre es un animal social", es decir, no basta a sí mismo, nació para convivir con lo semejante.

Algunos siglos después, Jesús mostró la fuerza de la unión, cuando escogió a doce Apóstoles, para ayudarle en su misión y dar continuidad a su tarea.

En el siglo 19, Fenelón (Espíritu), en el ítem 10 del primer capítulo (No he venido a destruir la Ley), de El Evangelio según el Espiritismo, confirma: "Porque vosotros sois el grano de arena, pero sin los granos de arena no habría montañas. Así, pues, que estas palabras: 'Nosotros somos pequeños', no tengan sentido para vosotros. A cada uno su misión, a cada uno su trabajo. La hormiga no construye su hormiguero, y los pequeños animales insignificantes no forman continentes? ... "

En el capítulo Ley de Sociedad, del Libro Tercer (Las Leyes Morales) de El Libro de los Espíritus, Allan Kardec explica que: Ningún hombre dispone de facultades completas y es por la unión social que ellos se complementan unos a otros, para asegurar su propio bien -pregunte y progrese. Por eso, teniendo necesidad los unos de los otros, están hechos para vivir en sociedad y no aislados.

Esta explicación de Kardec viene después de la respuesta a la pregunta que él hizo a los Espíritus, registrada en la pregunta 768:

"El hombre, al buscar la sociedad, obedece apenas a un sentimiento personal o hay también en ese sentimiento una finalidad providencial de orden general?"

Respuesta: "El hombre debe progresar, pero solo no puede hacerlo porque no posee todas las facultades; necesita el contacto de los demás hombres. En el aislamiento, él se embrutece y se estira.

La sociabilidad es una tendencia natural y obedece al imperativo de la Ley del Progreso. Es en la vida de relación que el hombre se desarrolla, se enriquece y satisface los anhelos de compartir que caracterizan la naturaleza de su Espíritu. Es en la vida social que se revela la esencia divina que habita el Espíritu humano.

Dentro de estos conceptos, surge la solidaridad, que sólo puede ser ejercida por los que no viven sólo para sí. Es una palabra que asusta a los egoístas, porque impone la movilización de recursos en favor del prójimo.

Ser solidario es sentir necesidad íntima de compartir algo con el prójimo. La solidaridad es el sentimiento de identificación con los problemas de los demás, que lleva a las personas a ayudarse mutuamente. Es el compromiso por el cual nos sentimos en la obligación de ayudarnos unos a otros.

En este punto, la solidaridad espírita se proyecta en el plano social general de la comunidad espírita a través de los Grupos, Centros e Instituciones Espíritas, envolviendo a todas las criaturas, protegiéndolas, amparándolas, estimulándolas en sus luchas y necesidades diarias, buscando ayudar -las sin pedir nada a cambio, ni siquiera la simpatía doctrinaria, pues quien ayuda no tiene el derecho de imponer nada.

La Ley de Sociedad impulsa al hombre a la comunión, a la solidaridad. Y al amor, chispa divina que todos, sin excepción, tienen en el fondo del corazón, hay vista que un hombre, por más vil que sea, vota a alguien, a un animal oa un objeto cualquiera, viva y ardiente afecto.

Amemos. Seamos solidarios. Ejerzamos la caridad moral, apoyándonos unos a otros, a pesar de las diferencias. (...) Pongamos en práctica el consejo de Lázaro (Espíritu), registrado en el ítem 8 del capítulo 11 (Amar al prójimo como a sí mismo), del Evangelio: "¡Feliz aquel que ama, porque no conoce las angustias del alma, ni las del cuerpo! Sus pies son leves, y él vive como transportado fuera de sí mismo. Cuando Jesús pronunció esa palabra divina-amor-, hizo estremecer a los pueblos, y los mártires, ebrios de esperanza, descendieron al circo.

- Fabiano Máximo-

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           ESPÍRITUS EN SUFRIMIENTO

Espíritus en sufrimiento- El castigo

Exposición general del estado de los culpables a su entrada en el mundo de los espíritus, dictada a la Sociedad  Espiritista de París en octubre de l860.

“Los espíritus malos, egoístas y endurecidos, están, después de la muerte, entregados a una
duda cruel sobre su destino presente y futuro. Miran a su alrededor, no ven al principio ningún
objeto sobre el que puedan ejercerse sus fechorías, y la desesperación se apodera de ellos, porque el aislamiento y la inacción son intolerables para los malos espíritus: no se elevan hacia los lugares habitados por los espíritus puros. Consideran lo que les rodea, e impresionados al instante por el abatimiento de los espíritus débiles y castigados, se adhieren a ellos como a una presa, y les recuerdan sus pasadas faltas, que ponen sin cesar en acción por sus gestos irrisorios. No bastándoles esta burla, se sumergen en la Tierra como buitres hambrientos, buscan entre los hombres el alma más accesible a sus tentaciones, se apoderan de ella, exaltan su concupiscencia, procuran apagar su fe en Dios, y cuando, en fin, dueños de su conciencia, consideran su presa asegurada, extienden sobre todo lo que rodea a su víctima el fatal contagio.

“El espíritu malo, cuando puede ejercer su ira, es casi feliz. No sufre sino en los momentos
en que no puede obrar y en los que el bien triunfa sobre el mal.

“Sin embargo, los siglos corren. El espíritu malo siente de repente que las tinieblas le invaden, su círculo de acción se estrecha, su conciencia, sorda hasta entonces, le hace sentir las puntas aceradas del arrepentimiento. Inactivo, llevado por el torbellino, corre al azar sintiendo,como dice la escritura, erizársele de espanto los cabellos. Pronto se hace un gran vacío a su alrededor. El momento de su expiación ha llegado, la encarnación se le presenta amenazadora. Ve como en espejismo las pruebas terribles que le aguardan. Quisiera retroceder, adelanta, y precipitado en el ancho abismo de la vida, divaga espantado hasta que el velo de la ignorancia cae sobre sus ojos. Vive, obra, aún es culpable. Siente en él no sé qué recuerdos que le inquietan, presentimientos que le hacen temblar, pero no retrocede en la vía del mal. Cargado de violencias y de crímenes, va a morir. Extendido en el suelo o sobre su cama, ¡qué importa! El hombre culpable siente, bajo su aparente inmovilidad, removerse y vivir un mundo de sensaciones olvidadas. Bajo sus párpados cerrados ve apuntar una luz, oye sonidos extraños. Su alma, que va a dejar su cuerpo, se agita impaciente, mientras que sus manos crispadas tratan de agarrarse a las sábanas. Quisiera hablar, quisiera gritar a los que le rodean: Retenedme, veo el castigo. No lo consigue: la muerte se fija sobre sus labios descoloridos, y los asistentes exclaman: ¡Descansa en paz!

“No obstante, lo oye todo. Gira alrededor de su cuerpo, que no quiere abandonar. Una fuerza
secreta le atrae. Lo ve y reconoce todo. Desatinado, se lanza en el espacio, donde quiere ocultarse.

¡No puede retroceder! ¡No tiene reposo! Otros espíritus le vuelven el mal que ha hecho, y
castigado, burlado, confuso a su vez, camina y caminará al azar, hasta que la divina luz se deslice en su endurecimiento y le ilumine para mostrarle el Dios de justicia, el Dios triunfante del mal, que no podrá aplacar sino a fuerza de gemidos y de expiaciones.”


El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo
- Allan Kardec Página 136

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