miércoles, 12 de enero de 2022

¿ Qué responsabilidad tiene un médium espírita ?

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.-  ¿ Qué responsabilidad tiene un médium espírita ?

2.- Espiritismo versus : Sincretismo

3.- No dejemos de confiar en Dios

4.- ¿Cómo puede el Espiritismo contribuir al progreso?




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¿ Qué  responsabilidad tiene un médium espírita?

Toda persona que posea una facultad mediúmnica tiene una responsabilidad moral que le obliga a su buen uso, pues no es casualidad que la posea, sino que debe tener presente que su facultad es para beneficio de los espíritus encarnados y desencarnados , así como también para su propio desarrollo evolutivo.

El médium puede influir en la interpretación de la información que le transmiten los espíritus comunicantes, debido a falta de higiene mental, por la intervención de su súper yo, su conciencia, etc, o bien por otros problemas humanos, como son las patologías de poder o de egocentrismo, etc.; por tanto, consciente de esto, debe procurar no influir personalmente en los comunicados que reciba, aunque por su conducta y su conocimiento, los comunicados que reciba  se mantengan en una línea de moralidad y de enseñanza,  de lo más positiva y elevada. 

El mejor médium es aquel que consigue que su facultad solamente sirva como instrumento o canal de manifestación a Espíritus positivos, sin dejarse envolver por otros Espíritus mixtificadores de baja condición moral , y sin perder de vista el importante objetivo de emplear su mediumnidad para servir y ayudar a otros Seres sufrientes y obsesores , mediante sus trabajos o actividades mediúmnicas.

Por tanto el médium consciente de su responsabilidad se debe de esforzar constantemente en ser ejemplo de virtudes humanas y en llevar una vida sobria y sencilla , siendo desinteresado y caritativo en la mayor medida posible, manteniendo cada día una sintonía espiritual lo mas elevada posible. Asimismo deberá cuidar por mantener un cuerpo sano y una mente sana, de modo que a ella solo accedan espíritus positivos y  moralmente sanos.

   Para todas las manifestaciones de espíritus que reciba no deberá ser demasiado crédulo ni demasiado desconfiado y estricto, sino que siempre las deberá pasar cuidadosamente por el tamiz de la razón, analizándolas preferiblemente bajo el prisma de lo que aconseja la filosofía y el conocimiento espírita, y huyendo así de la fácil credulidad y del fanatismo. La vigilancia en este análisis debe ser siempre una norma que no deberá descuidar, no dejándose impresionar  con nombres pomposos falsos ni con entidades engañosas que traen altas dosis de banalidad.

   Por el fruto se conoce al árbol, y al médium se le conoce por su integridad y nivel moral, cuando a través de su facultad solo se manifiestan Espíritus de sintonía moral elevada, que jamás se contradicen ni usan un lenguaje vulgar; sin embargo al médium de baja condición moral y por tanto poco fiable en cuanto a sus comunicados, que mercadea con la mediumnidad y se alía fácilmente  con Espíritus vulgares que vibran en su misma baja sintonía, y se complacen con liviandades, si su facultad le es fuente de ingresos económicos o de alimento de su ego personal, aunque deje de tener la facultad, la sigue fingiendo para seguir viviendo y disfrutando  del fraude y del engaño. Los que así actúan teniéndose por espíritas, posiblemente no sean conscientes del gran daño que hacen al verdadero Espiritismo, al que emborronan, y a la mediumnidad que presentan a la opinión pública como un fraude o una superstición.

   Por lo dicho anteriormente, el médium tiene el deber moral de vigilarse, teniendo en cuenta de que su facultad le obliga moralmente a ser cada día mejor persona, pero que es un ser humano falible como cualquier otro, y que es portador de una facultad que le puede ser un instrumento de felicidad o de desgracia, según el uso que le dé. Tiene la responsabilidad moral de esforzarse por un mejoramiento espiritual propio, que le permita recibir a Seres elevados que tengan algo que comunicar, y el único camino para lograr este mejoramiento es el caminar con Jesús , asumiendo el Pensamiento Crístico apoyado en una correcta educación espírita. Esto le llevará a un aumento cada vez mayor de su capacidad de ser caritativo  y amoroso, lo cual le conducirá a aumentar su capacidad de percepción espiritual.

   Asimismo deberá tener muy presente que es médium, que tiene una facultad y no la tiene por casualidad ni la debe tomar como una carga en su vida,  sino que lo es para algo serio y positivo, y que deberá responder de su uso. Esto es así de por vida, del mismo modo que el inteligente no puede dejar de serlo voluntariamente, o el que sabe leer ya no puede volver a decir que no lee más, pues aunque no quiera toda palabra impresa que se ponga ante su vista la leerá y sabrá lo que dice, pues en este ejemplo, la facultad de la lectura ya es inherente a su realidad humana, como su facultad mediúmnica, salvo que se la hayan retirado, es también inherente a su condición física y moral.

- Jose Luis Martín -

Precisa dar de gracia lo que se recibe de gracia, porque es muy perjudicial y antiespírita hacer de la protección de lo Alto una profesión lucrativa. Es bueno hacer la caridad, pero es muy malo explotarla”

-Miguel Vives (El tesoro de los espíritas)-

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    Cuando me inicié en el estudio de la Doctrina espírita, recuerdo cómo empecé absorbiendo en dos largas noches “El libro de los espíritus”, lectura aderezada por la melodiosa voz de mi madre, que desde el otro lado, me invitó con dulzura a introducirme en un mundo tan fascinante. Tras unas semanas, en las que intenté con energía procesar esa información tan valiosa y esencial que había llegado a mis manos, pasé a instruirme en el resto de la codificación hasta completar toda la obra del genial Allan Kardec. Después, llegó el tiempo de un León Denis maravilloso, tan diáfano y tan didáctico que resultaba un auténtico placer leer sus escritos. ¡Dios mío, qué pluma tan esclarecedora entre sus dedos! Si Rivail, con la ayuda de la espiritualidad, diseñó y firmó el plano de la obra, Denis la acondicionó y la hizo habitable para que se pudiera vivir en ella y acoger a todos los que quisieran entrar en su interior.

Meses más tarde, descubrí a Amalia Domingo Soler, la cual me cautivó con su estilo sencillo y atractivo, capaz de hacer interesante el Espiritismo hasta para las mentes más materialistas. Con los conceptos ya más claros, me introduje con posterioridad en el apasionante mundo de los libros psicografiados, elaborados por la inspiración de autores tan reconocidos como Chico Xavier, Divaldo Franco, Ivonne Pereira, Abel Glaser y otros. Estos últimos, fueron los que mostraron y abrieron las puertas de la casa del Espiritismo al resto del orbe y fue entonces cuando la gente, en un número no conocido antes, abandonó la ignorancia y empezó a descorrer el velo de la increíble sabiduría y enseñanza moral que destilaban las gotas filtradas de la Doctrina.

Tras empaparme bien de todo este compendio de sapiencia, empecé a trabar amistades que compartían mis mismas creencias y objetivos y con los cuales me sentía muy a gusto. Sin embargo y para mi sorpresa, al contactar con algunos hermanos del continente americano comenzaron a surgir algunas dudas en mi interior. Muchos de ellos insistían con frecuencia en mencionar la expresión “Espiritismo kardecista”, como si quisieran poner un punto de distinción en sus ideas y también una diferenciación con respecto a otras supuestas «formas» de Espiritismo.

A mí, esto me causaba un cierto estupor, pues desde mis inicios no contemplaba la posibilidad de que existieran otro tipo de postulados que los aportados desde 1857 por el codificador, a través de aquellas famosas reuniones en las que compilaba todo el saber que el espíritu de Verdad le iba revelando con la aquiescencia de Jesús y de nuestro Creador. Una semana cualquiera, llegó a mis oídos el dato de que incluso existía un grupo o corriente “dentro” de la Doctrina que había optado por suprimir la parte moral del Espiritismo para limitarla exclusivamente a su vertiente científica, es decir, al estudio y análisis de la información recogida en el contacto con los diversos espíritus.

Reconozco que me sentía aturdido, pues todo esto me sonaba a unidad disgregada, a grupo que pierde su fuerza de cohesión debido a la aparición de numerosos corpúsculos que debilitan una concordancia desde la que se parte cuando se inicia un recorrido. No dejaba de resultar algo curioso, pero salvando las distancias, me recordaba al gran Alexander Fleming, aquel que pasó años y años investigando hasta que dio felizmente con la fórmula de la penicilina. Pues bien, aquello se asemejaba a como si él, tras su genial descubrimiento, hubiera decidido no aplicarlo para combatir las enfermedades infecciosas de los demás, argumentando que el límite de su misión estaba tan solo en el hallazgo del producto, mas no en su puesta en práctica o en su tratamiento a los pacientes. No hace falta decir la de millones de vidas que se hubieran perdido si este médico se hubiera limitado a conservar su “solución” antibiótica en las paredes de su laboratorio o las consecuencias que se habrían derivado para la salud mundial si este remedio no se hubiera extendido entre la población.

Confieso que desde mis inicios, siempre entendí y estuve de acuerdo en que el Espiritismo era ante todo ciencia, filosofía y moral y que sin estos tres pilares, difícilmente podría llegar la Doctrina a cumplir el objetivo que en su día previeron los sabios espíritus, coordinados por Jesús desde las alturas. Tenía meridianamente claro que sin estudiar con empeño no iba a arribar a ninguna parte pero también, que sin poner en práctica esos conocimientos aprendidos, me postraría en la más espesa mediocridad al permanecer estancado, pues la reforma moral íntima se constituía en el fin más sublime hacia el que debía transformarse todo el proceso de formación previa. Como le expresé una vez a un amigo, era como si tuviera en mis manos los mejores ingredientes culinarios jamás vistos pero como si nunca me decidiera a encender el fuego para cocinar con ellos y elaborar así un magnífico plato.

Por todo esto y desde el más absoluto respeto a las creencias y puntos de vista que cada persona mantiene, existe algo en mi interior que me impele a intervenir en este asunto. Yo estudié psicología y sé lo que es la recogida de datos, la observación y la experimentación unido a la aplicación de una serie de principios y por esta razón, he tenido siempre la seguridad de que, en muchas ocasiones, saber lo que ES algo implica primero conocer lo que NO es. En este sentido y con la consideración debida hacia cualquier opinión no concordante con la mía, expongo:

—Que en el Espiritismo, la parte que atañe al conocimiento no puede separarse de las implicaciones morales que conlleva, todo ello atendiendo a los postulados expuestos por Jesús en su día, espejo donde el ser humano ha de mirarse, por lo que deben caminar juntos de la mano si lo que realmente pretendemos es que la Doctrina nos conduzca a la evolución.

—Que en el Espiritismo, no se usan altares, ni imágenes, esculturas o pinturas que sirvan para atraer la atención del público.

—Que los espíritas no se visten de blanco ni de ningún otro color, al igual que tampoco existen trajes ceremoniales.

—Que no efectuamos bailes o danzas ni rituales para entrar en “trance” y comunicarnos con los espíritus.

—Que no se utilizan bebidas, brebajes o sustancias que ayuden en la práctica espírita.

—Que en el Espiritismo no se usan elementos como el incienso, la mirra u otros que creen una “atmósfera” especial.

—Que tampoco se cantan o recitan letanías ni himnos de ningún tipo.

—Que no existen sacramentos ni por supuesto se administra ninguno de ellos.

—Que el espírita no precisa en su vida de una terminología cifrada o de palabras enigmáticas, sino que se vale de un lenguaje tan sencillo y tan claro como el que empleó el codificador.

—Que en el Espiritismo no existen intereses materiales o comerciales de por medio ni se aceptan pagos o cobros por las buenas obras llevadas a cabo para con el prójimo.

—Que el Espiritismo no contempla el uso de talismanes ni amuletos ni de recitaciones o fórmulas milagrosas realizadas a modo de rito, salvo la oración que cada ser efectúa desde su corazón.

—Que la Doctrina tampoco tiene ninguna relación con la confección de horóscopos, ni con la cartomancia o cualquier otra forma de adivinación o previsión del futuro.

—Que no existen escenificaciones o puestas en escena que sirvan para impresionar a personas o grupos de personas.

—Que el espírita tampoco realiza “trabajos” mágicos, ni utiliza objetos de apoyo como velas, ni “arregla” la amistad o enemistad entre los individuos ni efectúa sacrificio alguno de animales.

—Por último, el Espiritismo carece de sacerdotes, clero, intermediarios o como quiera denominarse y por supuesto, desconoce de jerarquía o de relaciones de jerarquía entre sus miembros.

Es posible que por olvido, haya omitido algún matiz de lo que a mi entender, NO es el Espiritismo, pero aunque a algunos pueda sorprenderle el contenido de la lista enumerada, la cual parece extraída de épocas ya superadas en la historia del hombre, yo también me llevé una gran sorpresa cuando constaté que existen personas y grupos, que por las razones más diversas, todavía piensan que estas prácticas forman parte constituyente de la Doctrina espírita, cuando esta se distingue ante todo por su racionalidad y sentido común, aspectos que la hacen tan sugestiva e inigualable.

De verdad y haciendo uso de la razón de la que Dios dotó al ser humano ¿alguien puede pensar seriamente que el uso de un objeto, sustancia, bebida, elemento, ropa, palabra mágica, canto, recitación, danza, adivinación, escenificación o cualquier tipo de ritual en el que podamos pensar va a hacernos mejores personas? ¿Va a cambiar nuestras vidas hasta el punto de transformar nuestro estado moral? ¿Va a permitirnos aumentar nuestro caudal de conocimientos? En definitiva, ¿acaso el empleo de alguna de las cosas citadas va a acelerar nuestra evolución o va a facilitar nuestro progreso? Si podemos responder a esta pregunta con sinceridad y escuchando la voz de la conciencia, ya estamos en el camino correcto, aquel para el que vinimos a esta tosca dimensión, es decir y como diría Kardec, para “nacer, morir, renacer y progresar, tal es la ley”.

Todo esto, que a grandes rasgos podríamos englobar en la expresión que comúnmente se conoce con el nombre de “sincretismo”, queda claro que NO es el Espiritismo, insisto, al menos desde mi punto de vista y acorde a los principios que siempre estudié. Muchas veces, cuando alguien que se inicia por primera vez en nuestra maravillosa filosofía, me pregunta para que le defina con un mensaje simple lo que es el Espiritismo, yo le digo que en verdad, este no es más que el Cristianismo original promulgado por el Maestro de Nazaret a su paso por la esfera física, pero al que se le han añadido una serie de consideraciones que en el siglo XIX sí pudieron establecerse y no en su época, debido a las limitaciones cognoscitivas y morales que poseía el ser humano por aquel entonces. Entre esos postulados que aportó el espíritu de Verdad a lo promulgado por Jesús y de forma muy resumida, están: la explicación clara y rotunda a lo que ocurre más allá de la muerte, la cuestión de la reencarnación y la descripción de las leyes divinas y por supuesto y a través de la Doctrina, el hallazgo de un sentido definitivo a la vida humana.

Podremos hablar de todo tipo de manifestaciones, de múltiples procedimientos y de numerosos rituales, pero todo ello, NO es Espiritismo, al menos el que yo conocí, con el que me inicié y aquel que cambió mi existencia para siempre.

El Espiritismo supone un eterno aprendizaje de conocimientos y señala a la vez el camino moral que todos debemos emprender desde el más feroz e instintivo salvajismo hasta las cotas más elevadas del actuar ético. Lo que debe quedar claro, es que si nuestra construcción está edificada sobre pilares fuertes y adecuados, esta sobrevivirá permaneciendo firme y duradera en el tiempo. Esto concuerda con lo que Jesús expresaba, cuando decía que había que construir la casa sobre cimientos en la roca, pero que si no se ponían sus palabras en práctica, sería como edificar la casa sobre arena, por lo que la crecida del río se la llevaría y arruinaría (Lc 6, 46-49).

Para terminar, y aunque comprendo totalmente a los hermanos que siguen empleando la expresión “Espiritismo kardecista”, yo no la voy a utilizar, probablemente porque no necesito distinguirla de ninguna otra forma de Espiritismo. Para mí, la Doctrina es Una, a secas.

Una vez aclarado lo que NO es el Espiritismo, resta por saber lo que ES, pero esto, querido lector, será materia de otro artículo.

- Jose Manuel Fernandez-  Psicólogo, Escritor, y Poeta

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        NO DEJEMOS DE CONFIAR EN DIOS

REFLEXIÓN:

Hay muchos días en que pueden surgir imprevistos, la desesperación llega a las almas, y el desamparo nos ciega.

Pero pensemos pues que la vida es un proceso de aprendizaje , de conocimientos, que a pesar de todo la vida continua, dándote palmaditas o golpes fuertes, pero no nos desmoralicemos, no nos caigamos, porque la vida es muy importante.

La vida que DIOS nos dio tiene un gran propósito, y es el de crecer, y surgir, es dar el paso mas seguro con la fe que nos caracteriza, esa fe razonada. No nos basemos en la religiosidad o en los milagros, pero sepamos que existe el día y el momento en que DIOS obrará en nosotros; estemos abiertos a comprender que las oportunidades aparecen en el momento oportuno y sin desesperarnos lograremos ver la luz nuevamente.

Con pie firme y seguro y sin vacilar, creamos que Dios es justo, que Él nos ama, y quiere lo mejor para nosotros. Demos-Le la oportunidad de actuar y no reclamar contra Él.

DIOS LES BENDIGA. HOY Y SIEMPRE Y NO PERDAMOS LA FE.
- Susana Gómez-

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     ¿Cómo puede el Espiritismo                   contribuir al progreso?

- Destruyendo al materialismo, que es una de las plagas de la sociedad, hace él comprender a los hombres dónde está su verdadero interés.- No estando ya la vida futura velada por la duda, el hombre comprenderá mejor que puede asegurarse el porvenir mediante su presente. Al destruir los prejuicios de sectas, castas y colores, enseña a los hombres la gran solidaridad que debe unirlos como hermanos.

800. ¿No es de temer que el Espiritismo no pueda triunfar sobre la indiferencia de los hombres y su apego a las cosas materiales?

- Sería conocer muy poco al ser humano si se pensara que cualquier motivo podría transformarlo como por arte de encantamiento. Las ideas se modifican de una manera paulatina, con los individuos, y hacen falta generaciones para que se borren por completo las huellas de viejos hábitos. Por tanto, sólo con el tiempo puede operarse la transformación, gradualmente y paso a paso. En cada generación, una parte del velo se levanta. El Espiritismo viene a quitarlo por completo. Pero en el ínterin, aunque únicamente lograra enmendar un solo defecto de un hombre, le habría hecho dar un paso adelante, y por lo mismo sería ese un gran bien, pues ese primer paso haría que los siguientes le resultaran más fáciles.

EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS- 
ALLAN KARDEC

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