domingo, 3 de enero de 2021

La decisión del aborto

                                                                                                           

  INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Lo que debe ser el espiritista ante sí mismo

2.- Entrevista a Carlos Roberto Campetti

3-La decisión del aborto

4.- ¿Cómo se desarrollan los sentimientos?

5.-¿Cómo es el alma animal?



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   Lo que debe ser el espiritista ante sí mismo

El hombre tiene la costumbre de ser muy indulgente consigo mismo; siempre encuentra medios para justificar su conducta, aunque esta no sea tan correcta como debe: siempre procura excusar sus defectos y atenuar sus faltas; tanto es así que, muy a menudo, se oye de labios de muchos, cuando se trata de inculcarles el Espiritismo, que dicen:

Yo no creo en nada, si sigo la corriente es para seguir a la mayoría, pero en materias de la otra vida creo que lo mejor es hacer el bien posible, y si hay algo después de la vida presente, nada malo me puede suceder; y estos hombres entienden que practican el bien, siendo padres correctos para sus hijos, no haciendo ningún mal, ni en su casa ni fuera de ella, pagando todas sus deudas y compromisos, y dando alguna limosna cuando les viene a bien. Estos hombres creen que así ya lo han hecho todo y que están preparados para cuando sean llamados a juicio. ¡Cuán engañados viven!

La sociedad vive mal y a veces lo que para la sociedad es cosa corriente, es falta grave ante la ley divina. No basta no hacer mal, es necesario hacer mucho bien, y luego ¿cómo sabe el hombre si hace mal o bien, si no se rige por la ley divina, y sí sólo por la ley humana? Aunque cumpla con los deberes sociales, en dónde estará la práctica “amarás al prójimo como a ti mismo”. Volverás bien por mal. Si te hieren en una mejilla volverás la otra. Bendecirás a los que te maldicen. Y orarás por los que te ultrajen y te persiguen.

Las leyes humanas dejan escapar las faltas que no alcanza el código penal, pero las leyes divinas alcanzan a todas las faltas que de alguna manera afectan a la conciencia. Por eso los que piensan como dejamos dicho, se equivocan; porque si bien viven en paz, según la ley humana, están en descubierto con la ley divina y cuando llegue su hora, sufrirán las consecuencias de su error y mientras sigan pensando y obrando así, la sociedad no se reformará y todos serán víctimas de su egoísmo y de la falsa interpretación de la ley, que, en definitiva, nos ha de colocar a cada uno según sus obras. Los espiritistas no debemos proceder así: todo espiritista ha de ser muy severo consigo mismo; nunca en su interior debe dispensarse una falta, nunca debe buscar atenuantes para justificar su conducta, si ésta en algo ha dejado que desear; él debe ser el primero y más severo juez de sí mismo, no debe olvidar que si está en este mundo y tiene que sufrir y luchar, la causa está en su atraso, en sus imperfecciones y defectos que urge que se eche de encima todo lo que no sea amor, virtud, caridad, justicia, o sino, en vano tratará de tener paz y nunca podrá honrar la doctrina que profesa y no será digno de llamarse espiritista.

Ya sabemos que es muy difícil llegar a ser hombre justo en todo, pero el espiritista aunque, por su historia pasada, se encuentre con resabios de lo que fue ayer debe luchar siempre para avanzar en el camino de depuración, sin desalentarse aunque le sea difícil el rehabilitarse o depurarse, hasta que llegue a ser hombre digno en todo. Para conseguir esto, aconsejamos una práctica que nosotros hemos seguido y seguimos durante bastantes años, práctica que nos ha dado muy buenos resultados llegando a obtener todo cuanto nos ha sido necesario para conseguir nuestros propósitos de vivir con justicia y dentro del amor de Dios. Todo espiritista procurará, todos los días antes de acostarse, hacer un examen de todo lo que durante el día ha sentido y ha hecho. Hay tres maneras de faltar: de pensamiento, de palabra y de acción o de obra.

La falta de pensamiento es aquella que ya por sentir pasiones injustas o mal reprimidas, o por no ser bastante indulgentes con las faltas del prójimo, o por codiciar cosas injustas, el espiritista puede sentir deseos que son punibles ante la ley divina. Como el espíritu tentador muchas veces acosa al espiritista por este lado y le tiene muy a menudo bajo su dominio, aunque no llegue a hacerle cometer la falta, esto le produce al tal espiritista cierto malestar y le imposibilita, mientras está en tentación, de concebir pensamientos y deseos del bien, y, por lo tanto, mal podrá practicarlo si no lo piensa.

El espiritista que al hacer el examen vea que está sugestionado por una tendencia injusta, debe hacer el propósito de resistir a los pensamientos impuros o faltos de caridad; para esto, debe pedir mucho al Padre, recordar la pureza de las palabras y de los hechos del sublime Maestro y no olvidar que todos tenemos un ángel guardián que está encargado de guiarnos, que tendrá mucha satisfacción en cooperar en nuestra regeneración y que ayudará a su protegido, mientras éste persista en sus buenos propósitos. Y aunque esto a veces no se consiga en seguida, aún que el espiritista que falta de pensamiento no logre, a pesar de sus esfuerzos, separar pensamientos malos, no debe acobardarse, sino persistir, día tras día, en sus buenos propósitos, pedir y confiar y ya verá, como a la postre, serán coronados con éxito completo sus esfuerzos, y entonces se sentirá más tranquilo y los buenos pensamientos afluirán sobre él y conseguirá la práctica del bien sin grandes trabajos. Si la falta es de palabra, que por falta de previsión se haya sido indiscreto, intolerante o absoluto, el espiritista en seguida que reconozca su mal proceder, no le deben doler prendas, sino en seguida y sin dilación ninguna, debe proceder a dar cumplida satisfacción a la persona o personas ofendidas, procurando, con toda sinceridad, demostrar verdadero arrepentimiento, hasta conseguir que aquella falta cometida sea dispensada.

Entonces al hacer el examen, el espiritista a más de rogar al Padre y pedir al Señor que tan amable fue para todos, debe llamar poderosamente al guía espiritual, procurando tomar todas las resoluciones que sean necesarias para corregirse de tal defecto, procurando cumplir los propósitos que haya formado. Si no triunfa de su carácter tan pronto como desearía, no debe tampoco acobardarse, sino resistir consigo mismo y perseverar, pidiendo, arrepintiéndose y dando tantas satisfacciones cómo sean necesarias, cada vez que incurra en falta para borrarla, sin olvidar que esta conducta le garantizará la protección de arriba y le pondrá en condiciones para que las personas que trate le reconozcan su buena voluntad, a pesar de sus defectos, y esto hará que, sin tardar mucho, se encuentre corregido de las faltas en que acostumbraba incurrir de palabra. Si la falta es de obra, esta ya es más grave y el espiritista debe procurar por todos los medios posibles no incurrir en ella. Hay obras que pueden ser faltas leves como otras que pueden ser faltas graves; en las primeras, puede el espiritista, con la ayuda de Dios, de los buenos espíritus y de sus hermanos, corregirlas. Digo con la ayuda de sus hermanos, porque, cuando el espiritista incurre en falta de obra, no debe fiarse de sí mismo, sino que, además del decidido propósito de no volver a las andadas y pedir mucho la protección de los buenos espíritus, debe buscar el consejo y la protección de aquellos hermanos espiritistas que, más prácticos que él en las cosas de la vida, tengan ya otro temperamento y otras virtudes.

Estos hermanos, si el espiritista es sumiso y está bien arrepentido de sus faltas, pueden ayudarle con sus consejos, y entre los de arriba, los de aquí y los buenos propósitos del interesado, puede llegar a corregirse y ser espiritista correcto. Si la falta es grave acarrea consecuencias que no se borran con buenos propósitos, si no que le alcanza hasta la expiación; por esto aconsejamos a todo espiritista que si tuviera la desgracia de incurrir en una falta grave, sólo una larga penitencia podría borrarla. Entendemos por penitencia un olvido absoluto de todas las cosas que pueden halagar y distraer; entendemos por penitencia una vida de retiro, de mortificación, sufriéndolo todo por amor a Dios y por reparación de la falta; entendemos por penitencia dedicarse a la caridad en bien de los pobres, de los enfermos, de los afligidos, y no pensar más que en agradar a Dios y ser útil al prójimo, a medida de las fuerzas del penitente. Sólo así se borran las faltas graves.

Así es que todo espiritista que desgraciadamente se encontrara en este caso, en sus exámenes de conciencia ha de hacer grandes arrepentimientos y propósitos muy decididos y no cejar hasta conseguir su rehabilitación. Mucho puede el arrepentimiento, la oración y la práctica de la caridad. El Espiritista que siga nuestros consejos y siga las prácticas que dejamos indicadas en los artículos: “Lo que debe ser el espiritista ante Dios, ante el Señor y Maestro y entre sus hermanos”, mucho podrá adelantar y mucho podrá hallar en la vida venidera. De lo contrarío, muy difícil le será salir de esta existencia y tener vida tranquila y de dicha en el espacio. Hay espiritistas, y no pocos, que viven siguiendo los impulsos de su corazón, sin pararse en las faltas de pensamiento, poco de las faltas de palabra y, si bien se fijan en las obras, no dan toda la importancia que requieren todos aquellos actos y acciones que no son bastante justas. Estos espiritistas, aunque no hagan males de importancia, viven sin regla fija y no adelantan, y en muchas cosas se diferencian poco de los que no son espiritistas.

Estos hermanos en creencias van mal y se exponen a quedar en malas condiciones al salir de la tierra y el procedimiento de hoy puede costarles muchas lágrimas y muchos sufrimientos; por eso muchos de los espiritistas desencarnados, según nuestros estudios, han quedado en mala situación y son muy pocos los que quedan con una posición brillante en el espacio y es por falta de estudios en sí mismos y por falta de cuidado en la manera de pensar, hablar y obrar.

Hay, pues, que vivir apercibidos, y no distraerse en la vida terrestre, los que quieran aprovecharse de ella para su progreso y para su bienestar. Es necesario orar, pedir, suplicar, y aconsejarse con aquellos que son prácticos en la vía de purificación, hay que consultar libros de moral espiritista, y sobre todo El Evangelio según el Espiritismo, por Allan Kardec, en el cual están previstos muchos de los peligros que pueden hallar los espiritistas en la vida terrestre.

Es necesario no olvidar, y esto deben tenerlo presente todos los espiritistas, que el tiempo que pasamos en la tierra es sumamente corto, y que el tiempo que tendremos que pasar y que sin remisión nos espera en el espacio, será sumamente largo; aquél será feliz o desgraciado, según hayamos cumplido o dejado de cumplir; procuremos, pues, progresar en virtudes, en amor y adoración al Padre, en respeto y veneración hacia nuestros semejantes, y no dudemos que nuestra felicidad será grande y se habrán acabado para nosotros los sufrimientos y males que tantos años nos aquejan y nos tienen retenidos en planetas de expiación.

Miguel Vives
Extraído del libro «Guía práctica del espiritistas»


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     Dialogar con Carlos R. Campetti es rememorar, al cabo de casi veinte años de amistad, tiempos en los que ambos compartimos viajes, conferencias, cursos y, sobre todo, el contacto familiar del que en su día con todo cariño participamos conviviendo. Carlos es una parte muy importante del Movimiento Espírita Español, de los últimos veinte años, puesto que ha sido el impulsor de algunos Centros Espíritas, así como instructor de capacitación de compañeros de ideal.

Recuérdanos, por favor, tu despertar desde la infancia.

Viví en el campo y caminaba todos los días varios kilómetros para ir a la escuela. En aquel tiempo mi familia luchaba duro por la supervivencia, y gracias al trabajo de mi padre, que no tenía descanso ni los fines de semana, las cosas fueron mejorando.

¿Cómo fueron tus primeros contactos con el mundo espiritual?

Siendo muy pequeño, tendría 4 o 5 años, observaba a mi padre leyendo El Evangelio según el Espiritismo y escuchando un programa espírita en la radio. Tenía mucha curiosidad por saber que era aquello que mi padre leía y qué significaba lo que aquel hombre de fuerte voz hablaba por la radio. Fue en ese periodo cuando se inició en mí la mediumnidad. Yo percibía a los Espíritus y sentía su influencia en mis pensamientos. Pero no entendía lo que pasaba y algunas veces tenía miedo por no comprender las cosas que veía y escuchaba. Recuerdo también, cuando tenía unos 8 o 9 años, que era utilizado por algunos Espíritus que mantenían conversaciones con mi madre, sin que yo tuviera aún condiciones de razonar de aquella forma.

¿Cuál fue el primer trabajo mediúmnico que viste?

A los 4 ó 5 años. Ocurrió en la casa de un vecino y nosotros los niños lo seguimos dentro de la casa mientras el trabajo se realizaba. Hoy día sabemos que eso no debe ser así.

¿Cómo fue tu primer contacto con un Centro Espírita?

A la edad de 9 años fui a vivir con una hermana de mi padre que leía libros espíritas. Y surgió mi interés por el Espiritismo. Yo sufría mucho porque era perseguido por Espíritus ignorantes que me hacían ver cosas feas que me asustaban. Y ella me llevó a un Centro donde había clases para niños, me prestó libros de Allan Kardec y André Luiz y, por segunda vez en mi vida, pude participar en un trabajo mediúmnico. También surgió el deseo de hablar a las personas sobre la Doctrina. Más tarde a los 10 años compraba libros en un Centro que había en una ciudad vecina de donde vivía y a los 16 años, más o menos, me invitaron por primera vez para hacer una charla.

Pasan los años y por razones de estudio en la Universidad, después de frecuentar la Federación Espírita Brasileña, te surgen los trabajos con la juventud, con la niñez y más tarde con el Estudio Sistematizado para los adultos. De aquellas cuestiones relacionadas con la Doctrina, que divulgas a través de tus charlas, 

¿En qué área te encuentras más cómodo, identificado e inspirado?

Me encantan todos los temas a la luz del Espiritismo, pero tal vez sienta más influencia, más inspiración, en los temas de la educación y de la mediumnidad. Tengo la facultad de ver a los Espíritus, cuando ellos necesitan de mí para auxiliar a alguien y percibo sus intuiciones.

¿Te consideras una persona polémica a la hora de exponer tus temas, por tu rigidez?

No, pero no me gusta dejar sin respuesta alguna cuestión que me es presentada. Como no tengo el hábito de ofrecer opiniones personales, me siento muy a gusto contestando a la gente con lo que el Espiritismo nos enseña.

¿Cuándo fue tu primera visita a España y cuantas veces recuerdas haber estado aquí?

Vine a España por primera vez en 1992 para vivir con mi familia. Estuvimos durante 3 años hasta el año 1995. Cuando regresamos a Brasil, estuve 4 años sin volver a España. Después de ese tiempo, empecé a venir con alguna regularidad, de forma que no podría saber cuántas veces he estado aquí. Siento España como si fuera mi propio país. Me encanta el pueblo español, la comida, la cultura. Pero algo que no me agrada para nada son todas las cosas que hacen con los toros.

¿Recuerdas tus primeras actividades cuando llegaste a España?

Ya en 1992 estuve presente y colaborando en el I Congreso Espírita Mundial que se celebró los días 26, 27 y 28 de noviembre en el Palacio de Exposiciones y Con- gresos de Madrid. En 1993, iniciamos las clases del Estudio Sistematizado en CEyDE y Don Rafael González Molina me invitó a visitar entonces Alcázar de San Juan y, a partir de allí, se desarrollaron los encuentros con gente de Alcázar y Tomelloso. Visitamos, acuérdate puesto que tú participaste también, varias veces en Montilla, Jaén, Los Pastoreros en Fuente Vaqueros (Granada) y posteriormente conocimos a los componentes de Málaga. y creo que fue a comienzos de 1994 cuando hicimos las reuniones, los lunes por la noche, del estudio y práctica de la mediumnidad en mi casa de la calle Gabriela Mistral, en Puerta de Hierro, donde por cierto estabais presentes tu esposa María Jesús y tú, así como otros amigos espíritas. Fueron días de mucho aprendizaje, cuando participaba también activamente mi esposa Vera.

¿Has encontrado diferencias en el Movimiento Espírita Español desde aquel tiempo a esta época?

Sí, muchas diferencias. El MEE. creció mucho y sigue creciendo. Hay más madurez y las instituciones espíritas se multiplican. La gente está cada día más interesada en los temas del Espiritismo y las oportunidades de divulgación se amplían. Hay dificultades como en todos los movimientos que hacemos los humanos, pero crece siempre el número de aquellos que efectivamente desean conocer el Espiritismo y poner en práctica sus enseñanzas y eso aumenta nuestras esperanzas de un Movimiento cada vez más fuer- te y cumplidor de su deber, de hacer que el conocimiento de la realidad espiritual y todo lo que significa, llegue a la sociedad.

Por último ¿Cuál sería el sueño que quisieras realizar antes de marcharte de este mundo?

Ver a los seres humanos que habitamos la Tierra más conscientes de nuestra realidad espiritual.. Ver a la Humanidad volcada para el esfuerzo del perfeccionamiento conforme nos propone la Ley Divina. Sentir que formo parte del grupo de aquellos que trabajan por el bien del semejante sin intereses personales y con el solo propósito de sentir el bien en mi intimidad y alrededor mío.

Hasta siempre Carlos

-Juan Miguel Fernandez-

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             La decisión del aborto


  
                                                                 




¿En qué momento ocurre el milagro de la vida?       

¿En qué instante el soplo Divino pasa a animar el cuerpo de aquel nuevo ser que pronto surgirá en la Tierra? 

La respuesta a estas preguntas siempre inquietó  a la   Humanidad. Meditaron sobre ella filósofos,  religiosos y  científicos. Solamente la religión  ofrece certezas. 

Lo más interesante es que esas certezas son muy semejantes, lo que indica que las diversas tradiciones

religiosas, alrededor del Mundo, guardan entre si muchas cosas en común. 

Por ejemplo, casi todas las religiones enseñan que la vida se inicia en el momento de la concepción. 

En aquel momento en que el espermatozoide fecunda el óvulo, se inicia lo más complejo y conmovedor proceso:  la formación de un nuevo cuerpo humano. 
 Y, lo aseguran los religiosos, es en ese instante sublime que el Espíritu se une al cuerpo en formación.

Por eso, también, las religiones son unánimes en reprobar el aborto. La única excepción es cuando el embarazo amenaza la vida de la madre. Y eso también es una unanimidad entre las creencias.

Bueno, si es así, si todas las religiones humanas desaconsejan el aborto, ¿por qué la Humanidad insiste en el abortamiento?

¿ El qué hace que un padre o una madre, decidan matar a su hijo?.¿Que nos mueve a tomar una actitud que hace víctima a una frágil criatura desprotegida?

Respuesta: nuestro egoísmo. Cuando nos vemos en una situación que amenaza nuestro confort, en general nos defendemos escogiendo una actitud defensiva.

El problema es cuando nuestra actitud viola los derechos de los demás. Y eso, definitivamente, ocurre cuando se hace el aborto.

Sí, porque en el silencio del vientre crece un cuerpo que ya tiene dueño. Será morada de un Espíritu inmortal, abrigará a un hijo de Dios.

¿Cuántas veces nosotros, los que creemos en Dios, pensamos que aquel cuerpo en formación es la morada de un hermano nuestro? ¿Un ser especial que las manos de Dios depositaran en nuestros brazos?

Y ¿cómo recibimos esa nueva vida? ¿Qué hacemos con el Divino regalo que nos llegó a las manos? ¿Será correcto sofocarlo cuando está todavía tan frágil y pequeñito?

 No. La vida pide protección, amparo.

En todos los países e idiomas del Mundo, la maternidad es alabada como sublime. No podemos, en nombre de la modernidad, corromper los valores morales y éticos que heredamos. La ley natural es la del progreso. Jamás de retroceso.

Hoy, el discurso de mucha gente es que la mujer debe tener poder de decisión sobre su cuerpo.

La legalización del aborto es tratada como avanzo de los derechos humanos, pues se alega que la medida va a proteger las mujeres pobres que hacen abortos ilegales.
Son argumentaciones equivocadas, parten de principios erróneos. 

Primero, porque el feto es otro ser, él no es parte del cuerpo de la madre.

Y cabe la pregunta: ¿De qué derechos humanos hablamos? Derechos humanos están para garantizar prácticas éticas y no legalizar un asesinato de niños.

Y si deseamos de hecho proteger a las mujeres pobres de las consecuencias de un aborto ilegal, deberíamos invertir en salud y educación.

Son antídotos. Mujeres informadas van a usar métodos contraceptivos, tendrán acceso a la información. No necesitarán matar para evitar la gestación.

Por otro lado, ¿dónde está el amor de que tanto hablamos y aspiramos sentir? El ejercicio del amor nos recomienda cuidar de los más débiles, ¿Qué amor es ese que se desvencija de la vida que florece?

El amor acoge, bendice, fortalece, es la expresión máxima de solidaridad. El amor seguramente no mata.

- Redacción de Momento Espírita- 

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CÓMO SE DESARROLLAN  LOS  SENTIMIENTOS

                             

La afectividad es la capacidad que tenemos de vivir los sentimientos. La experimentamos continuamente, desde antes incluso de nacer, porque está tan introducida en nuestro ser que conforma la esencia de nuestra vida. Es la energía más poderosa de nuestro interior y el dinamismo que nos empuja a actuar.

Esas vibraciones son armónicas cuando los sentimientos buscan el bien general de la vida o desarmónicas cuando van encaminados hacia el mal en sus múltiples facetas. Los sentimientos vienen a ser la base de nuestras relaciones sociales porque nos ayudan a expresarnos y a comunicarnos. Como tenemos la capacidad de percibir la naturaleza de su expresión, terminan generando empatía o rechazo en base a su nobleza, sinceridad y honestidad. Sea cual sea su condición, los primeros afectados seremos siempre nosotros, porque esas energías que generan están en nuestro interior, equilibrando o desequilibrando nuestra vida.

Todos tenemos sentimientos que necesitamos desarrollar más para mantenernos en paz y armonía interiormente, y afrontar los diversos retos que surgirán con mayores capacidades para superarlos. Mantener unos sentimientos equilibrados y dispuestos a su desarrollo es la base sobre la que puede sustentarse el resto de estructuras de nuestra personalidad. Ser mejor persona es tener mejor afectividad, y esto influye enormemente en nuestro equilibrio y felicidad, y en nuestro entorno.

Nuestras acciones dependen en gran medida de nuestros sentimientos. Según su condición, en general altruista o egoísta, así se verán reflejados en nuestro modo de hacer, con todas las connotaciones de bienestar o malestar que llevan consigo.

¿Cómo son los sentimientos?

 Vamos a diferenciar dos tipos distintos de sentimientos, basándonos en su naturaleza y la incidencia que ejercen en nuestra vida:

Sentimientos negativos:

Miedo, hostilidad, tristeza, frustración, ira, celos, culpa, etcétera. Son todos aquellos que bajan nuestras vibraciones y desgastan nuestra energía, con lo que esto conlleva. Todos ellos dañan a la persona que los siente, así como también a aquellas con quienes nos relacionamos. Podemos pensar que algunos como la tristeza solo afectan a la persona que se siente triste, pero no es así porque quienes la quieren sufren por verla en ese estado. No obstante, dentro de ellos y por su naturaleza podemos definir dos tendencias afectivas con una ligera diferencia.

Por un lado están los que generan predisposiciones de soledad y abatimiento de forma muy directa y dañina para quien los experimenta, como por ejemplo el miedo, la tristeza o la frustración, que crean ambientes nada propicios para el desarrollo de la propia persona y son un tremendo lastre en su vida, ya que son sentimientos muy limitantes. Y por otro, aquellos que tienden a desunir a las personas, generando ambientes de continuos conflictos, insatisfacciones e infelicidad, como por ejemplo la hostilidad, la ira o los celos, porque son sentimientos que habitualmente llevan a la confrontación.

El resultado de tener y mantener cualquiera de estos sentimientos negativos y de los ambientes desfavorables que crean es dañino porque conducen a la soledad y al sufrimiento.

Sentimientos positivos:

Amor,   afecto,   tolerancia,   confianza,  bondad,  paz,  felicidad, alegría, amistad, gratitud, esperanza, etcétera. Son todos aquellos que suben nuestra vibración, dan seguridad y nos fortalecen. Tienen la cualidad de unirnos a los demás con paz, armonía y satisfacción. Son sentimientos de integración que rompen todas las barreras entre los seres humanos y amplían los horizontes de la convivencia y los grandes logros que solo la unión es capaz de alcanzar. Siempre tienen un resultado beneficioso para todos, pues tienen como principio el bien, lo que permite entrar en sintonía con las necesidades de los demás y nos aleja del tan dañino egoísmo. Actuar bien y hacer el bien nos hace sentir bien interiormente, lo que amplía el conocimiento de la vida e incluso aumenta la intuición.

Solemos escuchar o leer con frecuencia que somos nosotros los que elegimos tener unos u otros sentimientos. Esta afirmación es cierta, pero hasta determinado punto. Por un lado, en nuestra personalidad tenemos más acentuados unos que otros, y estos tienen su fortaleza, lo que nos condiciona de forma decisiva en la mayoría de los casos. Por otro, sucede que somos los últimos en darnos cuenta del perjuicio que ocasionan los sentimientos negativos, porque solemos tenerlos como algo natural y normal en nuestra vida, sin llegar a comprender el alcance de los perjuicios que causan y nos causan, como tampoco terminamos de entender a un nivel interno y profundo los beneficios de los sentimientos positivos.

La realidad nos demuestra que tenemos el poder de decidir cuáles sentimos, pero una vez se ha instalado en nosotros algún sentimiento negativo es imprescindible realizar el esfuerzo necesario para eliminarlo porque no se va a quitar por la simple condición de pensar que nos perjudica y queremos eliminarlo, pues requiere trabajo y dedicación. A pesar de las dificultades siempre que tengamos deseos de mejora personal, iremos avanzando y mejorando nuestra vida.

Cómo eliminar los sentimientos negativos.

Los sentimientos vienen a ser nuestro punto de vista subjetivo y particular de cómo vivimos los acontecimientos que nos afectan y actuamos sobre esa valoración que hacemos. Son la respuesta de nuestra interpretación ante lo que deseamos o rechazamos, lo que conocemos o desconocemos. Si nuestra valoración es negativa los sentimientos que vamos a tener tendrán esa misma naturaleza. Vienen a representar los valores desde los que actuamos habitualmente.

Esto nos da una primera respuesta: Aprender a vivir de forma diferente lo que nos afecta. Es imposible sentir amor y odio al mismo tiempo, aunque tengamos actos de amor y de odio, sencillamente porque son antagónicos, pero siempre va a predominar uno de ellos sobre el otro. Cambiar nuestra visión de los acontecimientos, viviéndolos en sentido positivo, desarrolla los sentimientos positivos porque son los que más se viven. Al dejar de vivir los acontecimientos como algo negativo, los sentimientos de esta misma naturaleza van dejando de surgir.

Desear sinceramente que los demás sean felices, que tengan una vida alegre y satisfactoria y colaborar desde nuestras posibilidades para ello es una práctica muy beneficiosa también para nosotros, porque es muy útil para ejercitar el bien, con lo que conseguiremos alejar el mal y por consiguiente esos sentimientos negativos. La práctica de buenas acciones ayudan a desarrollar los sentimientos positivos y no dar cabida a los negativos, con lo que nuestra naturaleza interior va transformando su irradiación y elevado nuestra vibración hacia el bien común, disfrutando más de la vida. Los sentimientos negativos van desapareciendo en la medida que vamos desarrollando los positivos.

Cómo desarrollar los sentimientos positivos.

Cualquier sentimiento, como por ejemplo la comprensión, se puede desarrollar para armonizar más nuestra vida. Cuanto más y mejor comprendamos al resto de personas menos conflictos emocionales tendremos, al observar los hechos sin hacer valoraciones negativas de las personas que los realizan, que es la base de muchos de nuestros malestares porque nos sentimos atacados en nuestros intereses. Ser comprensivo ante los errores ajenos no significa, en absoluto, compartirlos ni disculparlos, se trata de que la valoración que solemos hacer nos molesta y eso es lo que nos hiere en la vida y lo que nos hace reprochar a la otra persona lo que dice o hace. Con comprensión no hay dolor, porque el entendimiento es superior a la incomprensión, y cuando nos relacionamos con los demás lo hacemos con la empatía necesaria que nos permite hablar sin herir y escuchar sin sentirse mal.

Todas nuestras capacidades se van desarrollando, a un ritmo lento o rápido, según la percepción que tengamos sobre ella y nuestro deseo de hacerlo; los sentimientos no son una excepción, siendo además las cualidades de mayor fortaleza para afrontar la vida. Todos nuestros sentimientos se expanden en la medida que los vamos experimentando y van penetrando en las capas más profundas de nuestra personalidad. Cuanto más vivamos y practiquemos ese sentimiento, más se va a desarrollar.

La caridad, por ejemplo, se desarrolla de muchas formas: Pensando en ella, lo que es, lo que se siente cuando se practica, lo que puede pensar y sentir la otra persona o lo que se experimenta cuando la recibimos. Haciendo actos caritativos, participando en acciones de ayuda a personas necesitadas, colaborando con cualquier asociación altruista; en definitiva, practicándola todas las veces posibles. Vivir hondamente este sentimiento cada vez que se piensa en él y cada vez que se practica para estimularlo y que cada vez sea más intenso y más profundo. Todo ello hace que se vaya desarrollando y teniendo más energía para su manifestación.

Si una persona hambrienta me pide de comer y le doy un poco del dinero que llevo, es un acto de caridad. Si no llevo dinero y estando comiendo comparto la comida con él, es otro acto de caridad. Pero si lo encuentra hambriento y entonces no la comparto y lo dejo sin comer, ¿qué ha ocurrido? Sencillamente que he llegado al nivel donde todavía no ha penetrado en mí la caridad.

Cuanto más difícil nos resulta realizar la acción, más energía (esfuerzo) requiere de nosotros, y ha de ejercerse desde un nivel superior porque necesita que esa cualidad esté más desarrollada. En el ejemplo anterior me resulta fácil dar lo que me sobra, es más difícil compartir lo que tengo, pero ya no estoy dispuesto a dar lo único que tengo, para quedarme sin nada. En cambio, otras personas no dan ni lo que les sobra, mientras hay quien lo da todo quedándose sin nada. Esto nos demuestra que cualquier sentimiento lo tenemos adquirido hasta un nivel determinado y que cuando el requerimiento supera ese nivel, sencillamente no llegamos, no actuamos. La única forma de hacerlo es conseguir un mayor desarrollo de ese sentimiento concreto, practicándolo y ejercitándolo muchas más veces.

De la misma forma se desarrolla el resto de sentimientos positivos, regenerando nuestro interior y dotándonos de una fortaleza cada vez mucho mayor. Esta es una labor diaria porque cambiar nuestra naturaleza requiere dedicación, esfuerzo y tiempo. Pero si no empezamos ya a vivir los sentimientos positivos no avanzaremos nunca en las resoluciones de nuestras mayores dificultades, y nos estaremos perdiendo los mejores momentos y las mejores vivencias de nuestra vida.

 Antonio Gómez SánchezAmor, Paz y Caridad.

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           ¿Cómo es el alma  animal ?

 Esta  cuestión depende  de la especie animal que se trate; esto es debido a los diferentes grados evolutivos de perfección psíquica  que diferencian las almas de unas especies de las de otras. Llega un momento en la evolución de la especie, que la energía del alma grupal se perfecciona de grado en grado y va dando vida y existencia a otras especies que aparecen como más evolucionadas psíquicamente.( No hablo de cuerpos físicos y sí de la energía psíquica o inteligencia).

 El alma animal aun en especies muy evolucionadas e individualizadas, no conforma un  Espíritu semejante al humano, pero  sí tienen su particular espíritu  inmerso en otros niveles de evolución  particulares y diferentes en  cada  especie. En el plano espiritual  se agrupan  por semejanza  evolutiva común y particular  dentro de un proceso evolutivo  que se desarrolla paralelo al del Ser humano, y en el transcurso de  esta evolución ( nos podemos imaginar billones de años),  el  alma   animal  va madurando progresivamente desde formas y especies unicelulares cercanas al reino vegetal, hasta  otras  más evolucionadas en instinto e inteligencia para llegar a dar el gran paso evolutivo  que supone finalmente su transformación como espíritu recién llegado a una nueva reino hominal.

    Por  las experiencias que les proporciona la vida instintiva en la materia, el alma animal, tras un largo periodo de experimentación en determinada especie, va pasando progresivamente  a otros grupos, cada vez,  un poco más evolucionados, y  así,  de grado en grado, finalmente llegan  a alcanzar la categoría de Alma humana, cuando tras el casi infinito proceso evolutivo anterior como alma animal instintiva e inconsciente,su evolución le permite tomar  consciencia de su Ego,  y  una vez llegado a ese grado de madurez evolutiva y tras  un proceso de adaptación y  transformación en el mundo espiritual , adquiere de ese modo, aún desconocido para nosotros, lo que se podría llamar    “ el Árbol de la Ciencia” o  “Chispa Divina” que   le da consciencia de sí mismo y le capacita para desarrollar su Ego, con el sentido moral, naciendo así como Espíritu humano recién creado, al principio sencillo e ignorante, pero con un infinito potencial por desarrollar.   Este es uno de los grandes  secretos que todavía   no merecemos alcanzar los humanos debido a nuestro pobre nivel evolutivo, por lo que no dejo de señalar que  esta teoría no es  propia del Espiritismo, sino que solamente  es mi concepción particular de  cómo pudiera ser la transición del alma animal a la humana, y tal vez, algún día llegue en que se  comprenda  cómo es este paso evolutivo , o  bien se  demuestre que la verdad  sobre este punto es de otra manera.

    A diferencia del ser humano en el que las almas progresan por su voluntad, en los animales lo hacen por la  propia fuerza de la ley general de evolución, en su medio ambiente natural, en donde tras etapas milenarias van modelando su  particular inteligencia instintiva dentro de cada especie.

    El  Ser Humano considerado integralmente (cuerpo y alma),  al provenir  evolutivamente de una etapa animal, aún posee los rudimentos  instintivos  y emocionales  procedentes de la misma, que le acompañaron  antes de entrar en la  actual etapa humana  y aún le acompañarán durante un buen tramo de su camino evolutivo hacia otra etapa superior a la hominal. La cuestión es comprender ahora que  cuando por la madurez psíquica, alcanzó  la  consciencia de su  individualidad, se produjo un gran cambio en su  camino evolutivo anterior, y a partir de ahí comenzó a experimentar  las primeras sensaciones que le llevaron a sentir la presencia a su alrededor de algo superior que gobierna la vida y la muerte, y que en muchos casos le dio el nombre de   Dios o de cualquier otro modo.

    Todas las almas animales poseen un  mayor o menor  grado de sensibilidad e inteligencia, pero la gran diferencia con el alma humana es la de que carecen de  las facultades inherentes en el hombre  que  posee  no solamente la facultad intelectual y la del razonamiento filosófico, sino también  la capacidad  volitiva y consciente, para  amar, o  para  crear  arte  y belleza, así como para poder llegar a  gozar  y a  percibir estados subliminales  de conciencia con su creación y contemplación.

    No obstante habría que matizar que en el caso de  ciertos animales domésticos que conviven estrechamente con el hombre, (perros, gatos, etc)  estos llegan a desarrollar aunque a niveles mínimos, un cierto grado de “humanización”,  o mejor dicho, de un aspecto de lo que es la humanización, esto es,  un nivel de inteligencia  que les  diferencia  de otros congéneres silvestres y llegan a alcanzar  un desarrollo de personalidad equivalente a la de un niño de dos años ( según las especies y razas). Asimismo también suelen manifestar una gran capacidad para demostrar y manifestar una capacidad de sentimientos y emociones, que no dejan de asombrar a los seres humanos que los observan.  En los animales domésticos cuando son de especies psíquicamente más evolucionadas, se aprecian también diferencias de carácter entre los individuos  de cada  especie, pareciendo estar unos  mucho más capacitados en facultades  intelectivas que otros, e incluso algunos llegan a   mostrar cualidades morales que les aproximan a la humanidad, a la que a veces superan y a veces hasta sirven de ejemplo,  como son el cariño y la abnegación.  Siendo la materia por si  sola incapaz de amar y sentir, preciso es reconocer en esto una prueba de la realidad existencial del  alma   animal.

  Tal vez  se podría considerar al Ser humano, como el único Ser naturalmente  híbrido de toda la  Creación, porque somos los únicos que gozamos de una doble naturaleza: la animal por nuestro cuerpo y  nuestros vestigios del alma animal  evolucionada procedente del reino animal, y la naturaleza  espiritual a la vez, en el sentido de que en nuestra etapa humana, somos los únicos Seres que  a la vez somos  esencialmente un Espíritu de orden superior  a  los de la escala animal 

Podemos pensar que el alma humana procede del  alma animal, si consideramos que el cuerpo humano está constituido por los mismos elementos químicos y constitucionales, ya que nacemos, vivimos y morimos de igual modo que los animales, por lo que nuestro  cuerpo espiritual   se debe haber formado bajo las mismas condiciones que  ahora están atravesando ellos.

 Por nuestro pasado conservamos la naturaleza animal y como posteriormente adquirimos  naturaleza espiritual,  en el futuro,  por  normal evolución, nos iremos acercando cada vez más a la naturaleza del  mundo espiritual, que será nuestra meta y nuestro medio natural, al tiempo que nos iremos alejando  cada vez  mas de  nuestra anterior etapa existencial procedente  del reino animal .

 Los preconceptos y los prejuicios pueden escandalizar a alguien por estas ideas por las que parece que la evolución es una inteligencia ciega y automática que tras un largo proceso va creando y desarrollando a las almas, dejando a Dios de lado aparentemente, pues no se le ve intervenir directamente en la creación del alma humana. Pero esto no es así, pues Dios, Inteligencia Suprema, “tiene sus métodos” y no somos quienes para determinar o juzgar como  debe crear a sus criaturas, y la evidencia es que la “herramienta de trabajo” que siempre utilizó para ello, parece ser que ha sido la ley establecida por El, desde toda la eternidad, y que se llama  Evolución.

- Jose Luis Martín-


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