¡ Espíritas ! Imploremos la paz social
Es obvio que el dinero no es instrumento del mal; al contrario, el dinero es sudor convertido en cifras. Es importante que le demos funciones nobles, recordando que la moneda en el bien hace prodigios de amor. Por eso, vale reflexionar en el precepto de Pablo : "tengo sustento y con lo que nos cubrimos, estamos, con eso, contentos". Esa lección debe sdr siempre ponderada cuando nos faltan recursos financieros.
El Espiritismo anuncia el régimen de la responsabilidad, en que cada Espíritu debe enriquecer la catalogación de sus propios valores. No se engaña con las alucinaciones de igualdad absoluta (comunismo), en vista de los conocimientos de la ley del esfuerzo y del trabajo individual, no se transforma en instrumento de opresión de los magnates de la economía y del poder (capitalismo), por los imperativosde solidaridad humana.
Los Espíritas, aunque comprendamos y expliquemos muchos fenómenos sociales y económicos a través de la tesis reencarnacionista, somos evolucionistas, porque proponemos cambios estructurales del ser humano; no contemporizamos con la concentración de riqueza y con la ausencia de fraternidad, que significan la manutención de privilegios y de excesos en el uso de los bienes, de las riquezas y del poder de unos pocos en detrimento del infortunio de la mayoría.
Importa esclarecer a los emisarios del odio político que la desigualdad de las riquezas no se resuelve con falacias y cartillas de ideología materialista. Las personas no son al mismo tiempo ricas sin no ser igualmente inteligentes, activas y laboriosas para adquirir, ni sobrias y previsoras para conservar. Considerando la pluralidad de existencias, la pobreza es para unos, una prueba de paciencia y de resignación; la riqueza es para otros la prueba de la caridad y de la abnegación, razón por la que el pobre no tiene, por tanto, motivo para acusar a la Providencia, ni para envidiar a los ricos, y estos, no la tienen para vanagloriarse por lo que poseen. Si, por otro lado, estos abusan de la fortuna, no será a través de decretos ni de leyes santuarias, como se podrá remediar el mal.
La variedad de aptitudes, al contrario que el ideal igualitario, es un medio propulsor del progreso social, ya que cada hombre contribuye con su parcela de conocimiento. Las desigualdades que presentamos entre nosotros, sea en inteligencia o en moralidad, no derivan de privilegios de unos en detrimento de otros, pero del mayor o menor aprovechamiento de ese "tiempo cósmico", en el esfuerzo de alargamiento de habilidades y virtudes que nos son inherentes, conforme al mejor uso del libre arbitrio por parte de cada uno. De este modo, las desigualdades naturales de las aptitudes humanas, son los resultados de las múltiples experiencias del pasado. Y creemos que esas diferencias constituyen los agentes del progreso y la paz social.
Reconocemos que los beneficios del desarrollo material no están siendo divididos equitativamente y el foso entre los afortunados y los desheredados ( ricos y pobres), es gigantesco. Esa tendencia es amenazadora para el equilibrio social, por eso, es urgente corregirla. Caso contrario, las bases de la seguridad global estarán seriamente amenazadas. Tenemos el conocimiento y la tecnología a nuestro favor, necesarios para sustentar toda la población y reducir los impactos de las desigualdades, porque los desafíos económicos, políticos, sociales y espirituales, están interligados, y juntos, podemos crear, de inicio, soluciones emergenciales para que evitemos el caos absoluto en poco tiempo.
El Mensaje de Jesús no preconiza que los ricos del mundo se hagan pobres, y si que todos los hombres se hagan ricos de conocimiento, porque solamente en las adquisiciones de orden moral, descansa la verdadera fortuna. Es más: " la concepción igualitaria absoluta es un error grave de los estudiosos, en cualquier departamento de la vida. La tiranía política podrá intentar una imposición en ese sentido, pero no pasará de ser espectaculares uniformizaciones simbólicas para efectos exteriores, por cuanto el verdadero valor de un hombre está en su interior, donde cada espíritu tiene su posición definida por el propio esfuerzo".
Urge crear una mentalidad crítica, que permita establecer nuevos comportamientos, reduciendo los extremismos, mayormente de los discursos vacíos de los que fantasean como "padres de los pobres"(en Brasil eso es tradición) y entronizar entre nosotros la solidaridad legítima. La sociedad debe formar nuevos modelos de convivencia lastrados en la fraternidad y en el amor. La falta de percepción de interdependencia y complementaridad entre los ciudadanos, genera una visión individualista, materialista, separatista.
Es urgente que se creen los servicios necesarios para una vida humana decente. El crecimiento desordenado de la población, el desempleo estructural, la pobreza, la miseria, la exclusión social, la falta de atendimiento a las necesidades básicas, el no reconocimiento de los derechos del ciudadano, el desrespeto a los derechos humanos, la facilidad de acceso a las drogas y a las armas, la falta de Dios en los corazones, la influencia nociva de las nuevas tecnologías, el uso abusivo de bebidas alcohólicas y otras drogas, favorecerán todo tipo de desequilibrio social. Es por eso que urge un alto grado de trabajo de todos. Desapego, oración, ¡ Sí !. Muchas rogativas al Creador, a fin de que conquistemos definitivamente la paz social en la Tierra.
- Jorge Hessen -
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El tema que intento desarrollar aquí, es modesto, y así lo expresa el autor del libro del cual saque el material, pero aporta un granito de arena en el camino de los adolescentes, pues es un tema que palpita en todos los hogares de la tierra, sobre todo en aquellos hogares donde hay adolescentes.
En el cuadro primaveral de la adolescencia todo parece fácil, esto sucede por la falta de vivencia de la realidad humana. El adolescente observa el mundo a través de las lentes límpidas del entusiasmo, cuando se encuentra contento, o mediante las pesadas manchas del pesimismo que dominan de momento sus paisajes emocionales. La realidad, sin embargo, difiere tanto de una como de otra percepción, sin los altos vuelos del encantamiento ni los abismos profundos del existencialismo negativo.
La vida es un conjunto de posibilidades que se presentan para ser experimentados, facultando el crecimiento intelecto moral de los seres. La forma como cada persona se sirve de esos recursos redunda en el éxito o en el pesar, no siendo la misma responsable por la gloria o por el pesar de aquellos que la buscan y en ella se encuentran envueltos.
Para el joven soñador, que todo lo ve de color de rosa, hay muchos caminos para recorrer, que exigen esfuerzos, buena dirección para la opción y sacrificio. Toda ascensión impone inevitable cuota de dedicación, como es natural, hasta que la conquista de los altiplanos delinee nuevos horizontes aun más amplios y fascinantes.
Es por esa razón, que las posibilidades del adolescente están en el ímpetu que él aplica para la conquista de lo que traza como objetivo. En ese periodo, se tiene prisa, porque todas las manifestaciones son rápidas y los acontecimientos obedecen a un organigrama que no puede ser anticipado, esperando que se consuman los mecanismos propiciatorios para su realización.
Ansioso por los vuelos que pretende efectuar, piensa que sus aspiraciones pueden ser transformadas en realidad de uno para otro momento, y, cuando eso no ocurre, se deja abatir por graves frustraciones y desanimo. Es en ese vaivén de alegrías y desencantos el pasa a entender que los fenómenos en la existencia son independientes de sus imposiciones, proviniendo de muchos factores que se conjugan para ofrecer el correspondiente resultado.
La ignorancia es la causante de los incontables males que afligen a la criatura humana y confunden a la sociedad. Igualmente es perversa la información equivocada, destituida de fundamentos éticos y carentes de estructura de lógica.
En la gran educación de la sociedad futura, que promete más justicia social y menos suma de tribulaciones para la criatura humana en estos momentos, se está desafiando a psicólogos, pedagogos, sociólogos, teólogos y principalmente a los padres para bien conducir a los jóvenes, ya que la criatura humana, en este momento, camina con los pies en la infancia y la juventud.
La adolescencia es el periodo propio para el desarrollo físico y psicológico, que se inicia aproximadamente a los catorce años para los rapaces y a los doce para las mozas, prolongándose hasta los veinte y dieciocho años, respectivamente, en los países de clima frío, siendo que en los trópicos hay una variación siendo para más jóvenes.
En esa fase, hay un desdoblamiento de los órganos secundarios del sexo, dando surgimiento a los factores que propician la reproducción, como es el caso del espermatozoide en el fluido seminal . Los jóvenes experimentan alteraciones en la voz, mientras las mozas presentan un mayor desarrollo de los huesos de la cadera, así como en los senos, lo que ocurre con cierta rapidez, normalmente acompañados del surgimiento de la afectividad, del interés sexual y de los conflictos en el área del comportamiento, como son la inseguridad, la ansiedad, la timidez, la inestabilidad, la angustia, facultando el desenvolvimiento y definición de la personalidad, el surgimiento de las tendencias y de las vocaciones.
Completando la reencarnación, el adolescente pasa a vivir la experiencia nueva, definiendo los rumbos del comportamiento que el tiempo madurará a través de la vivencia de los nuevos desafíos.
Siendo un inepto en el nuevo medio social en el cual se encuentra, sufre el conflicto de no ser ya un niño, encontrándose, sin embargo, sin una estructura organizada para la edad adulta. Es, por tanto, el periodo intermedio entre las dos fases importantes de la existencia terrena, que se encarga de preparar al ser para las actividades existenciales más profundas.
Inseguro, en cuanto a los rumbos en su futuro, el joven enfrenta el mundo que le parece hostil, refugiándose en la timidez o en la expansión del temperamento, según sean las circunstancias en las cuales se presenten las propuestas de la vida.
Las bases de sustentación familiar, religiosa y social, le sientan las bases de los desafíos que enfrentan, pues relaciona todo cuanto aprendió con lo que encuentra al frente.
No poseyendo madurez en el discernimiento, y fascinado por las oportunidades encantadoras que le surgen en algunos momentos, se lanza con frenesí a placeres nuevos sin darse cuenta de los compromisos que pasa a firmar, entregándose a las sensaciones que dominan su cuerpo.
El ser humano es esencialmente el resultado de la educación, cargando los factores genéticos que lo componen como consecuencia de las experiencias en reencarnaciones anteriores. Modelarlo siempre, teniendo por miras un patrón de equilibrio y de valía, le faculta el desenvolvimiento de los valores que duermen en él latentes, ampliándolos y posibilitando así la conquista de la meta a la que está destinado el ser, cual es la perfección.
El niño y el adolescente, sin embargo, aunque se presenten ingenuos, puros, en la acepción del conocimiento de los errores, no siempre lo son en profundidad, pues el Espíritu que habita en ellos es viajero de largas jornadas, en sucesivas experiencias, en las cuales no siempre se desarrolló con los valores que se espera, por el contrario contrajo débitos que deben ser resarcidos en la actual existencia. En razón de eso, se torna necesaria e indispensable la educación en su sentido más amplio y profundo, para que sean liberados de sus vicios anteriores y la adquisición de nuevos valores.
Procurar infundirles costumbres sanas desde los primeros días de la existencia física, es la principal tarea de los padres, ya que la educación comienza en el instante de la vida extra-uterina, y no más tarde, , cuando el ser está habilitado para la instrucción.
Para ese hermoso ministerio son indispensables el amor, el conocimiento y la disciplina, para así poder insuflarles las lecciones que los acompañaran para siempre.
El cuerpo del adolescente es un laboratorio de hormonas que trabajan a favor de las definiciones orgánicas, al tiempo en que su psiquismo se adapta a las nuevas formulaciones, pasando un periodo de ajustamiento que debe facultar la madurez de los valores éticos y de comportamiento.
Los jóvenes no poseyendo la madurez en el discernimiento, y fascinados por las oportunidades encantadoras que les surgen en todo momento, se dan con facilidad a los nuevos placeres sin darse cuenta de los compromisos que pasa a firmar, entregándose a las sensaciones que dominan todo el cuerpo.
Otras veces, victima de los conflictos naturales que surgen de la incertidumbre de cómo debe comportarse, se refugia en el medio de asumir responsabilidades provenientes de las actitudes y presenta cuadros psicopatológicos, como la depresión, la melancolía o la irritabilidad, escamoteando el miedo que lo asalta y lo intimida.
En los días actuales las licencias morales son muy agresivas, invitando al joven, aún inadecuado, a los juegos veloces del placer, a lances audaces en el área del sexo, que parece constituir en él la meta prioritaria en la que revuelca hasta el cansancio, dando surgimiento a la ausencia de recursos escapistas, que no atienden a las necesidades presentes, antes, por el contrario, lo perturban, comprometiéndolo de una manera lamentable.
Como es comprensible, la escala de la valoración de la vida se modifica ante el mundo extraño y atrayente que descubre, contestando a todo cuanto antes le suponía seguridad y estabilidad.
Los nuevos paneles le presentan colores deslumbrantes, y no encontrando conveniente orientación y educación consistente, firmadas en el entendimiento de sus necesidades, contesta y agrede los valores convencionales, elaborando un cuadro compatible con su concepto, en el cual pasa a complacerse, ignorando los cánones y paradigmas en los cuales se basan los grupos sociales, que pierden, para él, momentáneamente, su significado.
La velocidad de la telecomunicación, la disminución de las distancias a través de los recursos de la prensa, de la computadora, de los viajes aéreos, amedrantan los caracteres más frágiles, mientras estimulan a los más audaces, proponiéndoles el descubrimiento del mundo y el sorber todos los placeres casi de un solo golpe.
Los deportes, que se pierden en un incontable número de propuestas, lo llaman y los otros deberes, aquellos que dicen respecto a la cultura intelectual, a la vivencia religiosa, al comportamiento ético-moral, porque exigen sacrificios más demorados y respuestas más lentas, quedan al margen, casi siempre despreciados, en favor de los otros esfuerzos que gratifican de inmediato, ensoberbeciendo el ego y exhibiendo la personalidad.
El culto del cuerpo, en los campeonatos de glorificación de las formas, les agrada, elaborando programas, algunas veces de sacrificio inútil, en razón de la propia fragilidad de que se reviste la materia en su transitoriedad orgánica y constitucional.
La música alucinante y las danzas de exaltación de la sensualidad lo llevan al ardor sexual, sin que tenga resistencia para los embates del gozo, que exige nuevas y diferentes formas de placer en constante exaltación de los sentidos.
La moderación cede lugar al exceso y el equilibrio pasa a un plano secundario, porque el joven, en ese momento, recela perder las facilidades que se multiplican y lo agotan, sin darse cuenta de las finalidades reales de de la existencia física.
El Espiritismo ofrece al joven un proyecto ideal de vida, explicándole el objetivo real de la existencia en la cual se encuentra sumergido, cuando está viviendo en el cuerpo y, después fuera de él, como un todo que no puede ser disociado solamente porque se presenta en etapas diferentes. Le explica que el Espíritu es inmortal y el viaje orgánico constituye un recurso precioso de valoración del proceso iluminativo, libertador y placentero.
Esclareciéndolo, en cuanto al investimento que a todos es exigido, lo despierta para la siembra por intermedio del estudio, del ejercicio del aprendizaje, del equilibrio moral por la disciplina mental y la acción correcta, a fin de poder tomar por mucho tiempo, durante todos los años de la vida carnal, los resultados hermosos, provenientes del empeño por la propia dignificación.
Los padres y los educadores son invitados, en esa fase juvenil, a caminar a su lado, dialogando y comprendiendo las aspiraciones, aunque ejerciendo una postura moral que infunda respeto e intimidad, al mismo tiempo fortaleciendo el coraje y ayudándole en los desafíos que son propuestos, para que él mismo se sienta confiado para proseguir avanzando con seguridad rumbo al futuro.
Es muy importante la conducta de los adultos, que, aun sin desearlo, sirven de modelos para los aprendices que transitan por la adolescencia, pues los hábitos que se arraigan permanecerán como definidores del comportamiento para toda la existencia física.
El amor, en su total esplendor, será siempre el gran educador, que posee los mejores métodos para atender la búsqueda del joven, ofreciéndole los seguros mecanismos que facilitan el éxito en los emprendimientos acometidos, así como en los que están por venir.
La continencia moral, el comedimiento de a actitudes constituyen preparativos indispensables para la formación de la personalidad y del carácter del joven, es un periodo de claro-oscuro discernimiento, para el triunfo sobre si mismo y sobre las dificultades que enfrentan todas las criaturas, durante la marcha física en la Tierra.
En la adolescencia, el despertar de la sexualidad es como romper un dique, en el cual se encuentran reprimidas inconmensurables fuerzas, que se escapan, desordenadas, produciendo daños y prejuicios en relación a todo cuanto encuentran al frente .
En el pasado, el tema era tabú, que la ignorancia y la hipocresía preferían esconder, pero en la actualidad, liberado de los preconceptos perniciosos, se dio paso al libertinaje, sin que haya habido un periodo de madurez emocional entre lo prohibido y lo liberado, lo que era considerado vergonzoso y sucio y lo que es biológico y normal.
La sociedad contemporánea se encuentra en grave momento de conducta en relación al sexo, particularmente en la adolescencia. Superada la ignorancia del pasado, contempla, asustada, los desastres morales del presente, sufriendo terribles dudas acerca del futuro.
La orientación sexual sana es la única alternativa para el equilibrio en la adolescencia, como base de seguridad para toda la reencarnación.
Las inseguridades y miedos, muy comunes en la adolescencia, proceden de las actividades mal vividas en las jornadas anteriores, que imprimieron matrices emocionales o limitaciones orgánicas, deficiencias o exaltación de la libido, preferencias perturbadoras que exigen correcta orientación, así como una terapia especializada.
A los padres les cabe la tarea educativa inicial. Aunque mal equipados de conocimientos sobre la conducta sexual, castran a los hijos por el silencio respecto al tema, dejándolos desinformados, a fin de que aprendan con los colegas pervertidos y viciados, o bien los liberan, aun sin estructura psicológica, para que atiendan a los impulsos orgánicos, sin cualquier ética o lucidez a respecto de ocurrencias y de sus consecuencias inevitables.
La cuestión de la sexualidad merece tratamiento especializado, conforme lo exige la propia vida. El ser humano no es solamente un animal sexual, es también racional, que despierta para el comando de los instintos bajo el amparo de la conciencia.
El sexo merece en el adolescente el mismo tratamiento y dignificación que son dispensados a los demás órganos, con la gravedad de tratarse del aparato reproductor, que posee una alta y expresiva carga emocional, necesitando mayor suma de responsabilidad, así como de higiene y respeto moral.
El control mental, la disciplina moral, los hábitos saludables en el paso de las horas, el trabajo normal, la oración ungida de amor y de entrega a Dios, constituyen una metodología correcta para la travesía de la adolescencia y el despertar de la edad de la razón con madurez y equilibrio.
El sexo cuando es orientado reposa y se estimula en el aura del amor, que debe constituir el guía seguro para solucionar todos los problemas que surgen y preservarlo de los abusos que alucinan.
Sexo sin amor es agresión brutal en la búsqueda del placer de efímera duración y de desastroso resultado, porque no satisface ni calma.
Cuanto más sea usado en mecanismo de desesperación o fuga, menos tranquilidad proporciona.
La orientación del sexo ha de iniciarse en la infancia, de forma que el joven se dé cuenta que el sexo existe en función de la vida y no esta como un instrumento de él.
El propósito de vida del joven debe centrarse en la búsqueda del conocimiento, en la vivencia de las disciplinas morales, con el fin de prepararse para las luchas, no siempre fáciles del proceso evolutivo, en la reflexión, también en la alegría de vivir, en los placeres éticos, en la recreación, en las cuales encuentra resistencia y renovación para los deberes que son parte integrante de su proceso de crecimientos personal.
El adolescente actual es Espíritu envejecido, acostumbrado a realizaciones, no siempre meritorias, lo que le produce ansias y disgustos aparentemente inexplicables, inseguridad y miedos sin justificativa, que son provenientes de su conciencia de culpa, en razón de los actos practicados, que ahora vino a reparar, superando los limites y avanzando en otra dirección por el camino de la iluminación interior, que es el esencial objetivo de la vida.
El proyecto existencia del adolescente no puede prescindir de la visión espiritual de la vida; de la realidad transpersonal del mismo; de las aspiraciones de lo noble, de lo bueno y de lo bello, que serán las realizaciones permanentes en su interior, dirigiendo sus pasos hacia la felicidad.
Para ese cometido, la buena orientación sexual se hace indispensable en la fase de la afirmación de la personalidad del adolescente, como ocurre en todos los diferentes periodos de la vida física.
El hogar es el mejor educador, el más eficiente, porque las lecciones administradas son vivas e impresionables, cargadas de emoción y de fuerza.
No siempre, sin embargo, la familia está constituida por Espíritus afines, afectivos, comprensivos y fraternos.
La mayoría de las veces, la familia está formada para auxiliar a los equivocados a que se recuperen de los errores morales, para reparar daños que fueron causados en otras ocasiones en los cuales fracasaron.
Es por esa razón que existen familias bendecidas y familias de pruebas. Las primeras son aquellas en las que se reúnen los Espíritus que se identifican en los ideales del hogar, en la comprensión de los deberes, en la búsqueda del crecimiento moral, beneficiándose por la armonía frecuente y por la fraternidad habitual. Las segundas son caracterizadas por los conflictos que se presentan desde temprano, en las animosidades entre sus miembros, en las alucinadas disputas, en los conflictos continuos, en las revueltas sin descanso.
Amantes que se corrompieron, y se abandonaron, renacen en la condición de padres e hijos, a fin de alterar el comportamiento afectivo y sublimar sus aspiraciones; enemigos que lucharon en duelos políticos, religiosos, afectivos, empuñando armas e hiriéndose, matándose, retornan casi siempre en la misma consanguinidad, con el fin de superar antipatías que continúan; traidores de entonces ahora se refugian al lado de las victimas para conseguir su perdón, vistiendo la indumentaria del parentesco próximo, porque nadie huye de sus actos.
La familia, de este modo, es el laboratorio moral para las experiencias de la evolución, que caldea los sentimientos y trabaja las emociones, proporcionando la oportunidad del equilibrio, desde que el amor sea aceptado como el gran moldeador de los desafíos y de las dificultades.
En razón de esto, el adolescente experimenta en la familia esos choques emocionales o se siente atraído por las vibraciones positivas, de acuerdo con los vínculos anteriores que mantiene con el grupo en el cual se encuentra comprometido. Esa aceptación o repulsión lo afectar de una manera muy significativa en el momento actual, exigiendo, cuando es negativa, de terapia especializada y gran esfuerzo del paciente, con el fin de poder ajustarse a la sociedad que le parecerá siempre un reflejo de lo que vivió en el nido domestico.
Los padres deben unirse aun mismo ante la dificultad en el relacionamiento personal, con el fin de ofrecer seguridad psicológica y física a los hijos.
Esa tarea desafiadora es de gran valía para el conjunto social, los divorcios y las separaciones, legales o no, agrava la economía moral de la sociedad, que sufre el daño de creciente desequilibrio.
El adolescente, en un hogar desajustado, naturalmente experimenta las consecuencias nefastas de los fenómenos de agresividad y de la lucha que tienen allí, escondiendo las propias emociones o dando largas a los vicios, con el fin de sobrevivir, cargado de amargura y asfixiado por el desamor.
Pese a todo esto, el adolescente en formación de su personalidad, le cabe comprender la situación en la que se encuentra, aceptando el desafío y compadeciéndose de sus padres y demás familiares envueltos en la lucha infeliz, como seres enfermos que están lejos de la cura o que se niegan a la terapia de la transformación moral.
Es, sin duda el más grande desafío que enfrentan el joven, pagar ese elevado precio, que es entender a aquellos que deberían entenderlo , a aquellos que siendo más viejos, y por tanto, más experimentados, deberían comprenderlo a el y orientarlo.
El hogar es el gran formador del carácter del joven. Cuando los adultos adquieran la dignidad, maduren emocionalmente antes de asumir los compromisos de la procreación, habrá un cambio radical en los paisajes de la familia, iniciándose la época de la verdadera fraternidad.
Cuando el sexo sea ejercido con responsabilidad y no agresivamente; cuando los individuos comprendan que el placer cobra un precio, y este, en la unión sexual, aun mismo con los cuidados de los preservativos, es la fecundación, habrá un cambio real en el comportamiento general, abriendo espacio para la adolescencia bien orientada en la familia en equilibrio.
Sea cual sea el hogar en el cual se encuentre el adolescente, tendrá el campo para la comprensión de la fragilidad de los padres y de los hermanos, para la valoración de sus méritos. Si no es comprendido o amado, debe esforzarse en amar y comprender, teniendo en cuenta que es deudor de los padres, que podrían haber interrumpido el embarazo, y sin embargo, no lo hicieron.
El adolescente tiene para con su familia, una deuda de cariño, aun cuando sus padres no se den cuenta del inmenso débito que tienen para con el joven en formación. Por eso el adolescente debe procurar, entender y disculpar, orando y contará siempre con el auxilio divino que nunca falta y la protección de sus Guías Espirituales, que son responsables por su nueva experiencia reencarnatorio.
La adolescencia es aun la fase de amoldamiento, de adaptación, al mismo tiempo de transformaciones que merece y exige paciencia y habilidad psicológica.
Por un lado existe el interés familiar, que trabaja para lo mejor del educando, más por otro lado se encuentra el grupo social, no siempre equilibrado, en la Escuela, en el Club, en la calle, en el trabajo, conspirando contra las actitudes saludables que se desea ofrecer y que naturalmente atraen al adolescente, porque a el le gusta ser igual que los demás, no llamar la atención, o cuando, se trata de un conflicto, quiere destacar, exhibirse, exactamente porque vive inseguro, experimenta dramas, que oculta bajo el disfraz del cinismo aparente…
Con la tranquilidad del flujo sexual, mediante la reflexión y el trabajo a través del estudio y de las aspiraciones superiores que se deben administrar con cuidado, el pasa a identificarse con el mundo, con las personas y por fin con el mismo. Esa auto-identificación es más demorada, porque es más profunda, prolongándose durante toda la existencia bien orientada por el deber y por las aspiraciones ennoblecidas.
El idealismo se torna para el un alimento que debe ser ingerido con frecuencia, a fin de que no haya carencia emocional y pérdida de identidad en el tumulto de las propuestas sociales, económicas y artísticas…
En esta fase de inseguridad del adolescente, es necesaria toda la vigilancia para poder auxiliarlo a encontrarse y a definir su ideal en la vida, entregándosele confiado y rico de perseverancia hasta conseguir la meta ambicionada.
La perseverancia y el idealismo sin exceso responderán por el emprendimiento iniciado.
El adolescente no debe temer nunca al porvenir, porque eso seria limitar las aspiraciones, ni subestimar las lecciones de lo cotidiano, que deben constituir mensajes de advertencia, propias para enseñarle como ha de conseguir los resultados superiores.
Siendo así, en ese periodo de formación, de identificación consigo mismo, la docilidad en el trato, la confianza en las realizaciones, la gentileza en la afectividad, el trabajo constante, al lado del estudio que da paso a los valores y desenvuelve la capacidad de entendimiento, deben ser el programa normal de vivencia. Los placeres, los juegos apasionados del deseo, la búsqueda interminable del gozo, ceden lugar a los compromisos iluminativos, que diseñan la felicidad en el alma.
Ser joven no es, solamente poseer fuerza orgánica, capacidad de soñar y de producir, es sobre todo, poder discernir lo que es necesario hacer, como ha de ser hecho, y para que lo realicemos.
La escala de valores personales necesita ser muy bien considerada, a fin de que el tiempo no sea empleado de forma caótica con proyectos de secundaria importancia, en detrimento de otras labores primacías, que constituyen primera meta existencial, de la cual discurren todas las otras realizaciones.
Son infinitas, por tanto, las posibilidades de la vida, limitadas por las circunstancias, por el estado de evolución de cada hombre y de cada mujer, que deben, desde la adolescencia, programar el camino de la evolución y seguir con seguridad, etapa a etapa, hasta el momento de su auto realización.
Es imposible garantizar que un adolescente concreto llegará a ser un adulto maduro, responsable y capaz. La influencia de los padres es mucho mayor de lo que se cree. A pesar de episodios frustrantes y al límite de la paciencia manténgase al tanto de su hijo, pues nadie lo va a hacer por usted.
Aprenda todo lo que pueda sobre los adolescentes, su mundo es fascinante.
No deje pasar la oportunidad de disfrutar de una etapa esencial en el crecimiento de su hijo o hija.
· Cuanta más información tenga sobre la adolescencia, mejor podrá anticiparse a los cambios y las decisiones que tome serán mucho más eficaces.
Manténgase al tanto de la vida de su hijo dentro y fuera de la escuela. Una buena relación con los padres es la mejor protección para crecer y explorar el mundo. Sea imaginativo para seguir conectado a su hijo.
El afecto incondicional y unas normas claras, razonables y razonadas son los cimientos para que su hijo se desarrolle y se sienta seguro.
Hable con su hijo de los temas importantes en la vida y no evite los temas delicados o difíciles.
Fijele metas altas pero realistas. Dígale que espera de él su mejor esfuerzo.
Valore la educación, mantenga el contacto con los profesores, y supervise su evolución académica.
Ayúdele a descubrir sus puntos fuertes y elógielo por lo que hace bien.
Conozca a los amigos de su hijo y a sus padres. Hable con él sobre los amigos, la amistad y las cosas que pueden pasar cuando esté con sus amigos.
No deje a su hijo solo frente a los medios de comunicación y la publicidad.
Converse sobre las películas, los video-juegos, las revistas que lee y la música que escucha.
Los valores que usted desea para su hijo tienen que vivirlos en la familia para luego ponerlos en práctica.
Esté alerta ante los problemas graves que pueden surgir durante la adolescencia.
Si no puede afrontarlos busque ayuda profesional cuanto antes.
No se desanime ante las dificultades, la mayoría de adolescentes las superan con éxito si los padres están disponibles para ayudarles y no se rinden.
Escuche a su adolescente.
Trabajo realizado por Mercedes Cruz Reyes
Extraído del libro de Divaldo Pereira Franco “Adolescencia y Vida” por el espíritu Joanna de Angelis y de internet.
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" El amor es una fuerza que mueve todo el universo, y la caridad es su movimiento más sublime "
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Existen tantas diferencias entre los diversos estados vibratorios como las hay entre las fisonomías y los caracteres humanos. Sin embargo, es necesaria cierta concordancia para que se establezcan relaciones entre
Espíritus y encarnados. El Espíritu que desea comunicarse debe buscar un médium cuyo estado psíquico presente la mayor analogía posible con el suyo propio. Luego, mediante un adiestramiento gradual que puede abarcar
-según los casos- semanas, meses y aun años enteros, adiestramiento este al que el médium debe cooperar con el pensamiento, el deseo y la voluntad, llegará a establecer con él una especie de sincronización. Pero si fracasa,
deberá poner sus esfuerzos en otra persona.
La mediumnidad más común es la de la escritura en sus diversas formas.
La apodada "mecánica", porque el Espíritu actúa sobre el brazo del médium sin impresionar su cerebro, nos parece que presenta mayores garantías que los otros procedimientos en uso.
LEÓN DENIS, MUNDO INVISIBLE.
Espíritus y encarnados. El Espíritu que desea comunicarse debe buscar un médium cuyo estado psíquico presente la mayor analogía posible con el suyo propio. Luego, mediante un adiestramiento gradual que puede abarcar
-según los casos- semanas, meses y aun años enteros, adiestramiento este al que el médium debe cooperar con el pensamiento, el deseo y la voluntad, llegará a establecer con él una especie de sincronización. Pero si fracasa,
deberá poner sus esfuerzos en otra persona.
La mediumnidad más común es la de la escritura en sus diversas formas.
La apodada "mecánica", porque el Espíritu actúa sobre el brazo del médium sin impresionar su cerebro, nos parece que presenta mayores garantías que los otros procedimientos en uso.
LEÓN DENIS, MUNDO INVISIBLE.
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EXPLICACIÓN SOBRE NIVELES EVOLUTIVOS Y VIBRACIONALES
Imagina que estas frente a una gran escalera...esta junto a ti esa persona que es importante para ti..(novio/a, esposo/a, amigo/a etc)...y están fuertemente tomados de la mano...
Mientras están en el mismo nivel todo está perfecto, es disfrutable. Pero de pronto tu subes un escalón, pero esa persona no, esa persona prefiere mantenerse en el nivel inicial, ok, no hay problema, es fácil aun así estar tomados de las manos...
Pero tu subes un escalón mas...y esa persona se niega a hacerlo..ya las manos han empezado a estirarse y ya no es tan cómodo como al principio, subes un escalón mas y ya el tirón es fuerte. Ya no es disfrutable y empiezas a sentir que te frena en tu avance, pero tú quieres que esa persona suba contigo, para no perderla...
Desafortunadamente para esa persona no ha llegado el momento de subir de nivel, así que se mantiene en su posición inicial, subes un escalón mas y ya ahí es muy difícil mantenerte unido, te duele y mucho. Luchas entre tu deseo de que esa persona suba, de no perderla, pero tu ya no puedes ni quieres bajar de nivel....
En un nuevo movimiento hacia arriba, viene lo inevitable y se sueltan de las manos. Puedes quedarte ahí y llorar y patalear tratando de convencerle de que te siga, que te acompañe...puedes incluso ir contra todo tu ser y tu mismo/a bajar de nivel con tal de no perderle, pero después de esa ruptura en el lazo, ya nada es igual; así que por mas doloroso y difícil que sea, entiendes que no puedes hacer mas, mas que seguir avanzando..y esperar que algún dia..vuelvan a estar al mismo nivel.
Eso pasa cuando inicias tu camino de crecimiento interior...en ese proceso, en ese avance pierdes muchas cosas: pareja, amigos, trabajos, pertenencias, todo lo que ya no coincide con quien te estas convirtiendo, ni puede estar en el nivel al que estas accediendo.
Puedes pelearte con la vida entera, pero el proceso así es.
El crecimiento personal es eso, personal, individual, no en grupo, puede ser que después de un tiempo esa persona decida emprender su propio camino y te alcance o suba incluso mucho mas que tu, pero es importante que estés consciente, de que no se puede forzar nada en esta vida.
Llega un momento, en tu escalera hacia convertirte en una mejor persona, en que puedes quedarte solo/a un tiempo y duele, claro que duele y mucho, pero luego, conforme vas avanzando, te vas encontrando en esos niveles con personas mucho mas afines a ti, personas que gracias a su propio proceso, están en el mismo nivel que tu y que si tu sigues avanzando, ellos también..
En esos niveles de avance ya no hay dolor, ni apego, ni sufrimiento; hay amor, comprensión, respeto absoluto.
Así es nuestra vida amigos/as, una infinita escalera, donde estarás con las personas que estén en el mismo nivel que tu y si alguien cambia la estructura se acomoda.
Me costó mucho soltarme, aun después de una fuerte ruptura, seguía viendo para atrás, esperando un milagro y el milagro apareció, pero no de la manera en que yo hubiera supuesto, apareció bajo otros nombres, otros cuerpos, otras actividades. Perdí a una amiga y gané a 20 mas, perdí un mal trabajo y ahora tengo un excelente trabajo y con oportunidades de tener mas de lo que soñé alguna vez, perdí un auto que no me gustaba y ahora manejo el auto de mis sueños, perdí a un hombre al que creí amar, para darme cuenta que ahora lo que tengo en este momento de mi vida, ni siquiera podía soñarlo hace unos cuantos meses.
Cada pérdida, cada cosa que sale, es porque así tiene que ser. Déjales ir y prepárate para todo lo bueno que viene a tu vida. Tu sigue avanzando y confía,porque esta escalera es mágica y si no me crees, porque no lo compruebas por ti mismo/a?
Recopilado por Carmen Checo
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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