lunes, 5 de octubre de 2015

La palabra que faltaba




 EL DUELO TRAS LA PÉRDIDA DE UN 


SER  QUERIDO


El duelo es completamente normal. 
No solo se siente el duelo cuando un ser querido desencarna, también podemos experimentarlo cuando estemos enfrentando un divorcio o separación, hasta en los trámites de una adopción, se puede experimentar, en muchos casos incluso antes de que el bebé nazca. 
Es importante saber que además de la primera etapa, las demás se pueden experimentar fuera del orden que aparecen a continuación. Muchas veces ni nos percatamos que estamos pasando por algunas de ellas, ni cuando brincamos de una a otra. 

ETAPAS DEL DUELO 

INCREDULIDAD - es un mecanismo anestésico muy común cuando nos enteramos de la pérdida de un ser querido. 
NEGACIÓN o RECHAZO - en cierto nivel es un arma de defensa con el fin de evitar sentir el dolor que la pérdida nos causa. Este sentimiento puede durar semanas. Haciendo que rechacemos la idea que nunca más volveremos a estar con la persona que partió de nuestras vidas. 
DOLOR - es importante sentirlo, dejándolo correr sin tratar de ocultarlo, evitarlo ni escapar de el con alcohol o drogas. 
CULPA - estos sentimientos regularmente se mezclan con remordimientos por cosas que hicimos o dejamos de hacer con el ser querido. También es normal el sentir que nuestra vida se torna caótica y un tanto aterradora durante esta fase. 
ENFADO y RABIA - la frustración de no haber podido hacer nada para evitar lo que paso, da paso a la ira y la rabia, haciendo que culpemos injustamente a alguien o a nosotros mismos. Es necesario el tratar de controlar nuestras palabras y pensamientos durante esta etapa, porque pueden provocar daños irreparables en nuestras relaciones con otras personas. 
NEGOCIACIÓN - en esta etapa, empezamos a tratar de salirnos fuera de los sentimientos de ira, rabia y frustración, buscando alternativas formas de pensar. 
DEPRESIÓN - se presenta cuando casi todas las personas a nuestro alrededor piensan que lo peor ha pasado, entonces, de repente una gran tristeza nos embarga, la cual nos quita los deseos de todo lo que deberíamos de hacer. 
REFLEXIÓN - este periodo será el más largo casi siempre ocurre al salir de la depresión. 
SOLEDAD - durante esta etapa, el estímulo que los demás nos brinden no es útil, al contrario nos hará sentirnos mas solos aunque estemos rodeados de muchas personas. 
LEVANTE de ÁNIMO - es cuando empezamos la adaptación a la vida sin la otra persona, el vivir cotidiano se vuelve mas tranquilo y mas organizado. Disminuyen los síntomas físicos que nos abatían y la depresión empieza a minorar. 
RECONSTRUCCIÓN - la mente empieza a trabajar otra vez, empezando a buscar soluciones realistas y mas practicas a los problemas de la vida. Teniendo nuevamente la capacidad para poder enfrentar nuestras finanzas y empezar en la reconstrucción de la vida sin el ser querido. 
ACEPTACIÓN - en esta etapa aprendemos a aceptar y afrontar la realidad de nuestra situación. Esto no significa que nos sintamos instantáneamente felices, o lo que hemos sufrido quede atrás para siempre y aunque lo que era nuestra vida antes de lo sucedido nunca volverá a ser igual, lo que pasa es que empezamos a encontrar un rumbo a seguir. Empezaremos a mirar hacia adelante, planificando cosas para el futuro. Eventualmente, podremos reflexionar sobre el ser querido con cierto dolor y tristeza, sí, pero el dolor desgarrador habrá desaparecido. Pudiendo anticipar una vez mas algunos momentos buenos por venir y sí, incluso encontrar alegría otra vez en las experiencias de la vida. 
Usualmente, se lleva aproximadamente un año para procesar el duelo, durante ese tiempo, las personas pueden pensar que han llegado a la aceptación, cuando de pronto, ven o escuchan algo que los hace volver al estado de duelo inicial, pero cada vez que esto ocurra, sera con menos intensidad.
- Aportación de Mercy Ingaro -

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  Adquisición de la conciencia
Allan Kardec, el gran responsable por la codificación del Espiritismo, les preguntó a los Sabios del espacio dónde están escritas las leyes de Dios.
Y ellos le contestaron: en la conciencia. 
De esta forma, todos los seres humanos traen consigo, entalladas en la propia conciencia, las leyes divinas.      
Sin embargo, aunque estén escritas, no todos logran leerlas, interpretarlas y practicarlas. Para ello es necesario el desarrollo del sentido moral.
Esa conquista es fruto del esfuerzo personal, del estudio, de la meditación,  de los pensamientos nobles.  
El despertar de la conciencia es un efecto natural del proceso evolutivo, y esa conquista permitirá al ser evaluar factores profundos como el bien y el mal, lo correcto y lo erróneo, el deber y la irresponsabilidad, la honra y la deshonra, lo noble y lo vulgar, lo lícito y lo irregular, la libertad y el libertinaje.
Esa conciencia no es de índole intelectual, actividad de los mecanismos cerebrales. Es una fuerza que los impulsa nacida en las experiencias evolutivas, que se exteriorizan en forma de acciones.
La encontramos en personas incultas intelectualmente, y ausente en otras, portadoras de conocimientos académicos.
Especialistas en problemas respiratorios, por ejemplo, que conocen los daños provocados por el tabaquismo, por el alcoholismo y por otras drogas, y que, a pesar de ello, usan, ellos mismos, uno de esos flagelos, demuestran que aún no han desarrollado la conciencia plena.
Sus datos culturales son frágiles de tal forma, que no disponen de valor para mantener una conducta saludable.  
Por otro lado, hay individuos que no tienen nociones intelectuales pero tienen lucidez para actuar ante los retos de la existencia, y eligen un comportamiento no agresivo y digno, aunque a costa de sacrificios.
La conciencia puede ser entrenada mediante el ejercicio de los valores morales elevados, que tienen por objeto el bien del prójimo y, en consecuencia, el propio bien. 
Si desea iluminar su conciencia, he aquí algunas breves reglas que van a ayudarlo a alcanzar ese propósito:
Administre sus conflictos. El conflicto psicológico es inherente a la naturaleza humana y todos lo sufren.
Evite elegir hombres modelo para seguir. Ellos también son falibles y, a veces, se comprometen, lo que, de ninguna manera, debe constituir falta de estímulo.
Permítase una dosis mayor de confianza en sus valores, esforzándose para mejorar siempre y sin desanimar. Si se equivoca, repita la acción, si acierta, siga adelante.
No huya al enfrentamiento de problemas usando disculpas falsas, comprometedoras, que lo sorprenderán más tarde con dependencias infelices.
Reaccione a la depresión, y trabaje sin auto piedad ni acomodación  perezosa.
Tenga en su mente que los suyos no son los peores problemas. Ellos pesan  de acuerdo al volumen que usted les imprime.
Libértese de la queja pesimista y medite más en las fórmulas para perseverar y producir.
Nunca ceda espacio a las horas vacías, que se llenan de aburrimiento,  malestar o perturbación.
Recuerde que usted es humano y el proceso de toma de conciencia es lento. Usted adquirirá seguridad y lucidez a través de una acción  continua y firme. 
¡Piense en eso! 
La existencia terrena es toda una oportunidad para el enriquecimiento continuo.  
Cada instante es una aspiración de nuevas acciones que favorezcan el  crecimiento, el conocimiento y la conquista.
Saber utilizarla es un reto para la criatura que se afana por nuevas realizaciones.
¡Piense en eso, pero piense ahora! 
Equipo de Redacción de Momento Espírita, con base en el libro Momentos de Conciencia, caps. 1 y 6, Divaldo Franco. Edit. LEAL
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LA VISIÓN DEL ESPÍRITU
FELIPE * SENILLOSA  

Es indudable que los espíritus pueden hacerse visibles. Tal es la persuasión de los espiritistas que ya cuentan por años, el tiempo de la observación y del trabajo en  el Espiritismo.
Antes de intentar la explicación de estos hechos, creo conviene darnos cuenta del por qué, no se ven los espíritus. No se ven, como no se ve la electricidad, porque los fluidos no se oponen al paso de la luz, como no se le opone el cristal.
Nótese bien que me refiero a la vibración, pues, por lo demás, todo cuerpo está compenetrado por el éter, que como se ha dicho, es uno e indivisible; pero los cuerpos que podemos ver, descomponen las vibraciones del haz de luz, absorbiendo parte de ellas y reflejando otras, de lo cual resulta su visión y color en nuestra retina.
Los antiespiritualistas lo son, porque no quieren darse al trabajo del estudio, por medio del cual hemos llegado los espiritistas, a asegurarnos de que en todos los fenómenos, antes llamados sobrenaturales, toma parte la materia, en su estado fluídico imponderable, las leyes que la rigen y una voluntad que opera dentro de ellas, como opera el hombre en la materia tangible, mediante el conocimiento de las leyes naturales, a que está sometida.
 Hasta los más noveles espiritistas, saben que la inmortalidad es un hecho probado, por la comunicación revelada, mediante el fenomenalismo espírita; y deben, en consecuencia, comprender que la voluntad, facultad directa del espíritu, conserva el poder de actuar sobre su cuerpo fluidito o periespiritu, con más libertad que cuando constituía con el cuerpo, la dualidad humana.
 Las manifestaciones de los espíritus, sea cual sea su forma, exigen la intervención del periespíritu; pero así como por medio de él, puede el encarnado obrar sobre los nervios, por éstos sobre los músculos y en último término sobre los objetos que le rodean, manipulándolos y utilizándolos de tan diversos modos; así también el espíritu en libertad, obra sobre los fluidos de los encarnados, y en último término sobre los elementos substanciales de la materia, y combinándolos, produce en su periespíritu, en el caso de que nos ocupamos, una disposición particular que no tiene analogía para nosotros y que le hace perceptible.
 La mayor o menos perceptibilidad del espíritu que quiere hacerse visible, depende entonces, de la habilidad y de la fuerza que despliega en el manejo de los fluidos, como así mismo depende, de la afinidad que encuentra en los fluidos del médium.
Tal es la causa de los diferentes grados de visibilidad, desde la que solo permite la percepción al médium, hasta la que está al alcance de todos los presentes en la oscuridad, y la que constituye la materialización, que todos pueden ver a la luz del día.
Así pues el alma es en definitiva la que ve, pudiendo hacerlo a la luz del día, como en la oscuridad, porque la luz que ilumina al espíritu es otra; es la luz del alma.

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

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LA PALABRA QUE FALTABA
Redacción de Momento Espirita
Había una mujer que amaba las palabras. Desde la niñez, ejercían sobre ella una gran fascinación.
Tal vez por eso ella había aprendido a leer desde muy temprano. Deseaba descifrar aquellas señales que llenaban las páginas del periódico.
Le gustaba apreciar la sonoridad de las palabras. Unas suaves, otras más agresivas. Y de aprender el significado de cada una de ellas.
Le encantaba saber que las palabras tienen el poder de representar el pensamiento humano y establecer la comunicación entre las personas.
Descubrió que existen palabras dulces y perfumadas, como la flor, cariño, y amistad, manzana. Otras, tristes y angustiantes como lagrimas, distancia, pesar. Algunas dolorosas como crimen, hambre, abandono, guerra.
Algunas alegres y descentradas, como primavera, naturaleza, crianza.
Verifico que existen palabras que suenan como una sentencia de muerte, como metástasis
Un día, no en tanto, ella oyó de las palabras del médico, que la acabara de examinar con mucho cuidado los resultados de sus exámenes, esta palabra la hayo muy fea.
En un momento, el paisaje se modifico, le pareció no haber más luz, aunque fuse de día. La sangre le subió a la cara, dando lugar a un sudor frio.
El corazón intento huir de golpe. Fruto de la ignorancia, el miedo, siempre oportunista, se instaló y la inseguridad la dominó. El especialista fue diciéndole que hay muchas oportunidades de mejoría, gracias a las más recientes conquistas de la farmacología.
Mas, ella no conseguía prestar atención. La voz del médico parecía distante. El cerebro diseñaba paisajes sombríos, comprometiéndole el equilibrio.
De regreso al hogar, un tanto más calmada, tal vez inspirada por benefactores invisibles, ella se acordó de orar. Preparó su alma para entrar en contacto con Jesús y le rogo le diera las fuerzas necesarias.
Mientras oraba, le pareció ver el azul del firmamento, en un caer de la tarde, comenzando a salpicar de estrellas. De el se destacó una luz radiante, cubriendo todo el espacio a su alrededor.
Alguien, de mirada serena y una sonrisa cautivadora, le extendió los brazos. Caminó en su dirección y un delicado perfumé la envolvió.
Ella se sintió cobijar contra el pecho de aquella criatura tan serena, como si fuese un niño atemorizado.
Una nueva energía la invadió y, entonces, como un canto divino ella oyó dentro del alma la voz melodiosa:
¿Hija, porque lloras? Entre todas las palabras que admiras, olvidaste la más importante, la más poderosa.
Ella se atrevió a preguntar:
¿Y qué palabra olvide Señor?
El la apartó un poco, tomó el rostro de ella entre sus manos y mirándola, con dulce ternura, respondió:
¡La palabra es la Fe!
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La Fe es la propulsora que permite superar óbices y vencer obstáculos.
La Fe es la fuerza motriz del alma que, alimentada así, vence los obstáculos y avanza, victoriosa.
Por estas razones que el Maestro de Nazaret enseño un día: Si tuvierais Fe como un grano de mostaza, diríais a esta montaña: muévete de aquí para allá y ella se moverá.
Y la montaña que todos precisamos mover para avanzar en el camino de la vida, se llama dificultades.
Pensemos en eso
Redacción de Momento Espírita
Traducido por: M. C. R
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