domingo, 30 de agosto de 2015

El Cielo estrellado


                         
        LA FE Y LA RAZÓN

Para el diccionarista, la definición de fe es la convicción y creencia firme e incondicional, ajena a argumentos de la razón. Concebimos como una especie de fuerza intrçinseca, una certeza racional, aunque también instiniva de la Bondad de Dios. La práctica de las lecciones espíritas, a través de una fe racional, desempeña una función relevante en la terapia de muchas patologías que nos atormentan, principalmente por rvelar el medicamento del alma en bases del amor.
La mayoría de las personas inquietas pie alivio, apresuradamente, como si el consuelo real fuese obra de la improvisación y se importase de fuera hacia dentro. Allan Kardec afirmó en "El Evangelio según el Espiritismo", que la "Fe inavalable solo es la que puede encarar a la razón, cara a cara, en todas las épocas de la Humanidad".  Por tanto es importante que se establezcan las relaciones entre la fe y la razón, pues forman parte del contexto espírita. Con todo, sin traer a consideración cuestiones de órden fiosófico, conviene relexionar, concretamente, que ni todos los espíritas comprenden la dimensión  del concepto de fe razonada, hasta  las más extrañas posturas de "fe" en las terapias "doctrinarias" propuestas en muchos Centros Espíritas.
Kardec nos enseña que la fe razonada es aquella que permanece en constante contacto con la razón(buen sentido), esto es, busca siempre, un encuentro con la transcendencia, argumenta y cuestiona. Motivo por el cual la fe espírita ha de ser una fe en constante reciclaje, una fe siempre renovada, siempre reconstruida, pero ciertamente, sin que exceda sus límites. Caso contrario, sucumbirá en una especie de fe ciega,"inteligente"; la que se contenta con apenas descubrir los placebos para "tratamiebtos espirituales" que en nada ayudan.
La fe, apoyada en la razón, es indispensable para que logremos el socorro que necesitamos. Pero, no nos referimos al fanatismo religioso o a la ceguera de la ignorancia, pero si, a la actitud de seguridad íntima, sensatez con respeto y sumisión, delante de las Leyes de Dios, en cuya sabiduría y amor, procuramos respaldo.

Nada tenemos contra las propuestas terapeúticas en las Casas espíritas, para aliviar las molestias del cuerpo y del espíritu. Pero no podemos olvidar que, por mucho tiempo, aún no podremos prescindir de la contribución del clínico, del cirujano y del farmaceútico, misioneros de la salud colectiva. Indudablemente, es en el alma donde reside la fuente primaria de todos los recursos medicamentosos definitivos. La asistencia farmaceútica del mundo, no puede remover las causas transcendentes de carácter mórbido de los indivíduos. El remedio eficaz  está en la  acción del propio espíritu enfermizo, movido por la fe racional. Porque nada ni nadie, conseguirán eliminar efectos cuando las causas permanecen.
Una fe espírita legítima nos demuestra que los dolores, resentimientos, irritaciones, crímenes, cólera, desespero, crueldad e intemperancia, crean zonas mórbidas de naturaleza particular en el cuerpo físico, imponiendo en las células las desarmonías por las que se anulan casi todos los recursos de defensa, abiéndose campo fertil para el cultivo de microorganismos patógenos en los órganos menos inmunes. De esa forma atormentan el pensamiento, proporcionando lesiones mentales (espirituales), verdaderas matrices de dolencias que desembocan en el cuerpo físico. Por otro lado, el ejercicio del amor, encierra la filosofía del ideal superior y nos da la visión correcta de una vida en constante evolución espiritual.
Conquistar la fe es alcanzar la posibilidad de no tener que decir más: "Yo creo", sino afirmar "yo se", con el respaldo de la razón, tocado por la luz del sentimiento. Esa fe, que es fuerza y es vitalidad, no se estanca bajo ningún pretexto o circunstancia de la vida y, bien comprendida y asimilada, se intensifica ante el dolor, contribuyendo para que soportemos cualquier desafío existencial.
La fe es la virtud que mueve montañas, dice Jesús. Todavía más pesados que las mayores montañas, yacen depositados en los corazones de los hombres, la impureza y todos los vicios que derivan de la impureza.
La fe es el resultado de nuestro conocimiento interior. Cuanto  mayor sea nuestra identidad con la fe, más fuerte aparecerá en nuestras vidas la felicidad. La edificación da paz interior como la luz divina exige trabajo constante y sereno. No será tan solamente al precio de promesas verbales como erguiremos los templos de la fe rezonada.

Jorge Hesen

                                                 ****************************



                                        PERIESPÍRITU

Numerosas observaciones y hechos irrefutables, de los que hablaremos más adelante, nos han llevado a la conclusión de que hay en el hombre tres componentes: 1.º, el alma o espíritu, principio inteligente en el cual reside el sentido moral; 2.º, el cuerpo, envoltura densa, material, que recubre transitoriamente al alma para el cumplimiento de ciertos designios providenciales; 3.º, el periespíritu, envoltura fluídica, semimaterial, que sirve de vínculo entre el alma y el cuerpo. La muerte es la destrucción o, mejor dicho, la disgregación de la envoltura densa, que el alma abandona. La otra se desprende del cuerpo y acompaña al alma, que de esta manera queda siempre con una envoltura. Esta última, aunque fluídica, etérea, vaporosa, e invisible para nosotros en su estado normal, no deja de ser materia, aunque hasta el presente no hayamos podido aprehenderla y someterla a análisis. Así pues, esta segunda envoltura del alma, o periespíritu, existe durante la vida corporal. Es la intermediaria de todas las sensaciones que el espíritu percibe, y mediante la cual transmite su voluntad hacia el exterior y actúa sobre los órganos del cuerpo. Para valernos de una comparación material, es el hilo conductor eléctrico que sirve para la recepción y la transmisión del pensamiento. Es, en suma, ese agente misterioso, inaprensible, que se designa con el nombre de fluido nervioso, que desempeña un muy importante papel en la economía del organismo, y que todavía no se toma demasiado en cuenta en los fenómenos fisiológicos y patológicos. La medicina, puesto que en la apreciación de los hechos solamente considera el elemento material ponderable, se priva de una causa incesante de acción. Con todo, no corresponde aquí analizar esa cuestión. Sólo haremos notar que el conocimiento del periespíritu constituye la clave de una cantidad de problemas que hasta hoy no tenían explicación. El periespíritu no es una de esas hipótesis a las que suele recurrir la ciencia para explicar un hecho. Su existencia no ha sido revelada solamente por los espíritus, pues constituye el resultado de observaciones, conforme tendremos oportunidad de demostrar. Por el momento, y para no anticipar los hechos que más adelante relataremos, nos limitaremos a decir que, sea durante su unión con el cuerpo, o bien después de haberse separado de él, el alma nunca está separada de su periespíritu.

- EL LIBRO DE LOS MEDIUMS -

                                                ****************************


 EL CIELO ESTRELLADO

León Denis


Un libro grandioso está abierto a nuestros ojos, y todo observador paciente puede leer
en el la palabra del enigma, el secreto de la a vida eterna.
Ahí se ve que una Voluntad después del orden majestuoso en que se agitan todos los
destinos, se mueven todas las existencias, palpitan todos los corazones.
¡Oh alma! Aprende primero la suprema lección que desciende de los espacios sobre las frentes aprensivas. El Sol está escondido en el horizonte; sus albores de púrpura tintan aún en cielo; la luz serena indica que, más allá, un astro se velo a nuestros ojos.
La noche extiende por encima de nuestras cabezas su pináculo constelado de estrellas.Nuestro pensamiento se recoge y procura el secreto de las cosas. Volvámonos para  Oriente. La Vía-Láctea expande, cual inmensa cinta, sus miríadas de estrellas, tan acogedoras, tan distantes, que parece formar una continua masa. Por todas partes, à medida que la noche se torna más densa, otras estrellas aparecen, otros planetas se encienden cual si fuesen lámparas suspensas en el suntuario divino. A través de la profundidad insondeables, esos mundos permutan sus rayos de plata; nos impresionan a distancia, y nos hablan un lenguaje mudo.
Ellos no brillan todos con el mismo fulgor; la potente Sírius no se puede comparar a la lejana Capela. Sus vibraciones gastarán siglos para llegar hasta nuestro hogar, y cada uno de sus rayos vale por un cántico, una verdadera melodía de luz, una voz penetrante. Esos cánticos se resumen así: “Nosotros también somos focos de vida, de sufrimiento, de evolución. Almas, a millares, cumplen, en nosotros, destinos semejantes a los vuestros”.
Entretanto, todos no tienen el mismo lenguaje, porque unos son moradas de paz y de felicidad, y otros, mundos de luchas, de expiación, de reparación por el dolor. Unos parecen decir: Yo te conocí, Alma humana, Alma terrestre; yo te conocí y he de volverte a ver! Yo te abrigue en mi seno de otrora, y tú volverás a mí. Yo te espero,para, por tu vez, guiar a los seres que se agitan en mi superficie!
Y desoís, más lejos aun, esa estrella que parece perdida en el fondo de los abismos del cielo y cuya luz trémula es apenas perceptible, esa estrella nos dirá: Yo se que tu pasarás por las tierras que forman mi cortejo, y que yo inundo con mis rayos; yo se que tu ahí sufrirás y te tornarás mejor. Apresura tu ascensión. Yo seré y soy ya para contigo una verdadera amiga, porque hasta mi llego o tu apelo, tu interrogación, tu oración a Dios.
Siendo así, todas las estrellas nos cantan su poema de vida y amor, todas nos hacen oír una evocación poderosa del pasado o del futuro. Ellas son las “moradas” de nuestro Padre, los estadios, los marcos soberbios de las estrellas del Infinito, y nosotros ahí pasaremos, ahí viviremos todos para entrar un día en la luz eterna Y divina.
¡Espacios y Mundos! ¿Qué maravillas nos reserváis? Inmensidades sidérales,profundidad  sin límites, dan la impresión de la majestad divina. En vosotros, por todas partes y siempre, está la armonía, el esplendor, la belleza! Ante vosotros, todos los orgullos caen, todas las vanaglorias se desvanecen. Aquí, recorriendo sus órbitas  inmensas, están los astros de fuego cerca de los cuales nuestro Sol no es más que unasimple hoz. Cada uno de ellos arrastra en su séquito un imponente cortejo de esferas que son otros tantos teatros de la evolución. Allí, y así en la Tierra, seres sensibles viven, aman, lloran. Sus pruebas y sus luchas comunes crean entre sí lazos de afecto que crecerán poco a poco. Y es así que las Almas comienzan a sentir los primeros efluvios de ese amor que Dios quiere dar a conocer a todos. Más lejos, en el insondable abismo, se mueven los que conocieron el sufrimiento, el sacrificio, y llegaron al tope de la perfección; Almas que contemplan a Dios en su gloria, y van, sin jamás cansarse, de astro en astro, de sistema en sistema, llevando los apelos divinos.
Todas esas estrellas parecen sonreír, cual si fuesen amigas olvidadas, Sus misterios nos atraen. Sentimos que son la herencia que Dios nos reserva. Más tarde, en los siglos futuros, conoceremos esas maravillas que nuestro pensamiento apenas toca.
Recorreremos ese Infinito que la palabra no puede describir en un lenguaje limitado.
Hay, sin duda, en esa ascensión, de grados que no podemos contar, tan numerosos son; mas nuestros guías nos ayudarán a subirlos, ensenándonos a deletrear las letras de oro y de fuego, el divino lenguaje de la luz y del amor. Entonces el tiempo no tendrá más medida para nosotros. Las distancias no existirán más. No pensaremos más en los caminos oscuros, tortuosos, escarpados, que seguimos en el pasado, y aspiraremos a las alegrías serenas de los seres que nos hubieran precedido y que trazan, por medio de chorros de luz, nuestro camino sin fin. Los mundos en que hubiéramos vivido habrán pasado; no serán más que polvo y los escombros; mas nosotros guardaremos la deliciosa impresión de las aventuras vividas en sus superficies, de las efusiones del corazón que comenzaron a unirnos a otras almas hermanas.
Conservamos hace mucho cara y dolorosa recuerdos de los males compartidos y no seremos más separados de aquellos que hubiéramos amado, porque los lazos son entre las Almas los mismos que entre las estrellas. A través de los siglos y de los lugares celestes, subiremos juntos para Dios, el gran foco de amor que atrae a todas las criaturas!
León Denis
Traducido por: M. C. R

                                                 ****************************

                                     
 ¿  Qué es el bien y qué es el mal ?-

El bien se podría describir como lo bueno, lo positivo, lo deseable, lo que todos en el fondo queremos para nosotros mismos y que cuando amamos, queremos también para los demás, por eso el mayor bién que podemos concebir se resume en el Amor que supone la observación de una recta conducta regulada por un recto pensar y por un recto sentir.
Allan Kardec definió al bien como todo aquello que está conforme con la Ley de Dios, y el mal es todo aquello que la infringe, o sea, la ausencia del bien.
Hacer el bien supone actuar de acuerdo a las Leyes Divinas, mientras que actuar mal es precisamente infringir estas leyes naturales. El ser humano se conduce en el bien cuando tiene a la vista el deseo de realizar siempre lo bueno y positivo para crear el bien de los demás, porque de este modo actúa según la Ley de Dios.
Es necesario conocer tanto el bien como el mal, porque así adquirimos experiencia y aprendemos a distinguir el uno del otro para seguir responsablemente el único camino adecuado para la evolución del Espíritu: el camino del bien. Este es el resultado de la Ley del Amor puesto en acción, pero sin embargo, el mal no conforma ninguna Ley , sino que supone la ausencia del bién, por lo cual no tiene existencia propia .Viene a ser como la oscuridad, que en si misma no es nada, sino la ausencia de luz.
Solamente depende para su manifestación de que el Ser humano quiera o consienta en hacerlo o en dejar de hacer un bien; por eso no solamente es necesario no hacer el mal, sino que es preciso hacer el bien. El mal o la ausencia de bien, es una realidad negativa consecuencia del incorrecto uso de la libertad del Ser . De igual modo, el bien tampoco es simplemente la ausencia del mal, sino una actitud y una vibración del espíritu, en sintonía con las leyes del Creador, y es naturalmente contrario y opuesto al mal..
Tanto el Amor como el Bien ,que es su manifestación , son una Ley Divina; no así el mal que solamente es producto del equivocado uso de la libertad humana cuando se desvía de las leyes Divinas. Vemos como existe el bien en la armonía y la belleza en toda la Creación, que cuando aprendemos a admirarlas y a degustarlas, podemos llegar a sentir que son como un poema de Amor de un Dios que no se contradice en sus leyes y que no ha creado ninguna contraria a otra o que se anulen entre ellas;por el contrario, como veremos, todas las leyes divinas y cósmicas se complementan y estructuran maravillosamente entre ellas.
La voz de la conciencia es una voz de advertencia del Yo superior que siempre nos señala en lo más íntimo que debemos obrar bien como camino acertado, y el mal se produce cuando se desoye esta llamada interior. Las personas nos inclinamos hacia lo bueno y lo malo, según la capacidad de discernimiento y de clara voluntad en el actuar que les otorgan su grado de evolución.
El mal se produce también cuando el Ser se deja dominar por alguna pasión que le ciega o cuando se deja envolver por el egoísmo o la ambición que le pueden llegar a turbar la razón. Asimismo muchas veces la inclinación a actuar mal, la recibimos como una sugerencia externa mas o menos fuerte de otros seres negativos e invisibles que nos rodean atraídos por nuestra sintonía mental y anímica con ellos.
Quede claro que el mal que hace el Ser humano con mas o menos conciencia de ello, siempre es producto de la ignorancia de las consecuencias negativas que se obtienen contra uno mismo cuando así se ha actuado.
Para progresar espiritualmente y evitar reajustes por el dolor, no basta con no hacer mal, sino que es necesario esforzarse en hacer el bien sin condiciones y en la mayor medida, siempre y en todos los casos . Cuando una persona tiene la ocasión de hacer el mal y se retira a tiempo de no hacerlo, es porque la semilla del bien ya opera en su alma, pero quien sin embargo no hace el mal simplemente porque no tiene la ocasión de hacerlo, en su alma es como si ya lo hubiera hecho y su responsabilidad es por ello tan reprensible como su lo hubiese realizado.
En las fases inferiores del Ser humano, cuando es todavía un Espíritu muy joven, sin apenas experiencia, suele ser arrastrado e inducido con facilidad por sus defectos y pasiones instintivas, residuos de su anterior etapa animal ,a cometer errores y caer en el mal. Con el devenir de las existencias humanas a lo largo del tiempo, va despertando y desarrollando su conciencia, aprendiendo por el dolor poco a poco, que el mal no debe hacerse jamás, sino solamente el bien, y así vida tras vida, el Ser va errando, sufriendo y aprendiendo, cayéndose y levantándose repetidamente, hasta que su conciencia llega a adoptar naturalmente la tendencia y a sentir la necesidad de hacer siempre el bien.

- Jose Luis Martín -

                                        ***************************

No hay comentarios: