LA CIVILIZACIÓN EGIPCIA
EL CULTO DE LA MUERTE Y LA METEMPSICOSIS
Uno de los trazos principales de ese gran pueblo fue la preocupación insistente y constante de la muerte.Su vida era apenas un esfuerzo para morir bien.Sus papiros y frescos están llenos de los consoladores misterios del mas allá del túmulo.
Era natural.El gran pueblo de los faraones guardaba la reminiscencia de su doloroso exilio en la faz oscura del mundo terreno.Y tanto le dolía semejante humillación,que,en el recuerdo del pasado,creó la teoría de la metempsicosis,creyendo que el alma de un hombre podría regresar al cuerpo de un irracional.,por determinación punitiva de los dioses.La metempsicosis era el fruto de su amarga impresión,al respecto del exilio penoso que le fuera infligido en el ambiente terrestre.
se inventó de ese modo,una serie de ritos y ceremonias para solemnizar el regreso de sus hermanos a la patria espiritual.
Los misterios de Isis y Osiris no eran mas que símbolos de las fuerzas espirituales que presiden los fenómenos de la muerte.
A CAMINO DE LA LUZ. EMMANUEL (ESPÍRITU)
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CUANDO VUELVA A
REENCARNAR
Con carne florida y mansa
quiere el alma regresar:
habrá luna,sueño y brisa
cuando vuelva a reencarnar.
Otra sangre y otra senda
y una niña en el lugar
en la noche habrá mil besos
cuando vuelva a reencarnar.
Otra tierra y otra estrella
y otra ronda en mi rondar:
florida estará la rama
cuando vuelva a reencarnar.
Otro grito y otra vida
y otra cima que escalar:
la tierra tendrá mas rosas
cuando vuelva a reencarnar.
Otra herida y otra cuna
y otro canto en mi cantar:
habrá luz de plenilunio
cuando vulva a reencarnar.
Un suspiro,una mirada
y otra sangre en mi rondar:
la tierra tendrá otra pena
cuando vulva a reencarnar.
Un olvido, una promesa
una sombra sobre el mar:
el cielo tendrá otra muerte
cuando vuelva a reencarnar.
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Misión de los Espiritistas
4. ¿Oís ya rugir la tempestad que debe acabar con el viejo mundo y sumergir en la nada las iniquidades terrestres? ¡Ah! bendecid al Señor, vosotros que habéis puesto vuestra fe en su soberana justicia y como nuevos apóstoles de la creencia revelada por las voces proféticas superiores, id a predicar el dogma nuevo de la reencarnación y de la elevación de los espíritus, según cumplieron bien o mal su misión y soportado sus pruebas terrestres.
¡No tembléis ya! Las lenguas de fuego están sobre vuestras cabezas.
¡Verdaderos adeptos del Espiritismo, vosotros sois los elegidos del Señor! Id y predicad la palabra divina. Ha llegado la hora en que debéis sacrificar, para su propagación, vuestras costumbres, vuestros trabajos y vuestras ocupaciones fútiles. Id y predicad. Los espíritus de lo alto, están con vos otros. Ciertamente hablaréis a personas que no querrán escuchar la voz de Dios, porque esta voz les re cuerda sin cesar la abnegación; vosotros predicaréis el desinterés a los avaros, la abstinencia a los viciosos y la mansedumbre a los tiranos domésticos y a los déspotas, palabras perdidas, ya lo sé; pero ¡qué importa! es preciso rociar con vuestros sudores el terreno que debéis sembrar, porque no fructificará y no
producirá sino con los esfuerzos reiterados del azadón y del ara do evangélico. Id y predicad.
Sí, todos vosotros, hombres de buena fe, que creéis en vuestra inferioridad mirando los mundos diseminados por el infinito, marchad en cruzada contra la in justicia y la iniquidad. Id y destruid ese culto del be cerro de oro que cada día se hace más invasor. Marchad, Dios os conduce. Hombres sencillos e ignorantes, vuestras lenguas se desatarán y hablaréis como no habla ningún orador. Id y predicad, y las poblaciones atentas recogerán felices vuestras palabras de consuelo, de fraternidad, de esperanza y de paz.
¡Qué importan los tropiezos que se opondrán a vuestro paso! Sólo los lobos caerán en la trampa del lobo, porque el pastor sabrá defender sus ovejas contra los carniceros sacrificadores.
Id, hombres grandes ante Dios, que más felices que Santo Tomás, creéis sin poder ver y aceptáis los hechos de la mediumnidad, aun cuando vosotros no la hayáis podido obtener de vosotros mismos; id, el espíritu de Dios os conduce.
Marcha, pues, adelante, falange impotente por tu fe, y los numerosos batallones de incrédulos desaparecerán ante ti como la niebla de la mañana a los primeros rayos del sol naciente.
La fe es la virtud que levantará las montañas, os dijo Jesús, pero más pesadas que las más escarpa das montañas están en el corazón de los hombres la impureza y todos los vicios de ella. Marchad, pues, con valor para levantar esa montaña de iniquidades que las generaciones futuras no deben conocer sino por la leyenda, como vosotros no conocéis tampoco sino muy imperfectamente el período de los tiempos anteriores a la civilización pagana.
Sí, los cataclismos morales y filosóficos van a estallar en todas las partes del globo; la hora se acerca y la luz divina aparecerá sobre los dos mundos.
Id, pues, y llevad la palabra divina: a los grandes que la desdeñarán, a los sabios que pedirán pruebas, a los pequeños y a los sencillos que la aceptarán, porque sobre todo entre estos mártires del trabajo, en esta expiación terrestre, encontraréis el favor y la fe. Id, éstos recibirán con cánticos de acción de gracias, cantando las alabanzas de Dios, el consuelo santo que les llevaréis, y se inclinarán dándole gracias por la parte que les corresponde de sus miserias terrestres.
¡Que vuestra falange se arme, pues, de resolución y de valor! ¡A la obra! El arado está preparado; la tierra espera, es preciso trabajar.
Id y dad gracias a Dios por la tarea gloriosa que os ha confiado, pero pensad que entre los llamados al Espiritismo, muchos se han estacionado; mirad, pues, vuestro camino, y seguid la senda de la verdad.
P. Si muchos de los llamados al Espiritismo se han estacionado, ¿cómo conoceremos a los que están en el buen camino?
R. Los reconoceréis en los principios de verdadera caridad que profesarán y practicarán: los reconoceréis en el número de afligidos que habrán consolado; los reconoceréis en su amor hacia el prójimo, por su abnegación, por su desinterés personal; los reconoceréis, en fin, en el triunfo de sus principios, porque Dios quiere el triunfo de su ley; los que siguen su ley son sus elegidos y él les dará la victoria, pero destruirá a los que falsean el espíritu de esa ley y hacen de ella su comodín para satisfacer su vanidad y su ambición. ( Erasto, ángel guardián del médium. París, 1863).
4. ¿Oís ya rugir la tempestad que debe acabar con el viejo mundo y sumergir en la nada las iniquidades terrestres? ¡Ah! bendecid al Señor, vosotros que habéis puesto vuestra fe en su soberana justicia y como nuevos apóstoles de la creencia revelada por las voces proféticas superiores, id a predicar el dogma nuevo de la reencarnación y de la elevación de los espíritus, según cumplieron bien o mal su misión y soportado sus pruebas terrestres.
¡No tembléis ya! Las lenguas de fuego están sobre vuestras cabezas.
¡Verdaderos adeptos del Espiritismo, vosotros sois los elegidos del Señor! Id y predicad la palabra divina. Ha llegado la hora en que debéis sacrificar, para su propagación, vuestras costumbres, vuestros trabajos y vuestras ocupaciones fútiles. Id y predicad. Los espíritus de lo alto, están con vos otros. Ciertamente hablaréis a personas que no querrán escuchar la voz de Dios, porque esta voz les re cuerda sin cesar la abnegación; vosotros predicaréis el desinterés a los avaros, la abstinencia a los viciosos y la mansedumbre a los tiranos domésticos y a los déspotas, palabras perdidas, ya lo sé; pero ¡qué importa! es preciso rociar con vuestros sudores el terreno que debéis sembrar, porque no fructificará y no
producirá sino con los esfuerzos reiterados del azadón y del ara do evangélico. Id y predicad.
Sí, todos vosotros, hombres de buena fe, que creéis en vuestra inferioridad mirando los mundos diseminados por el infinito, marchad en cruzada contra la in justicia y la iniquidad. Id y destruid ese culto del be cerro de oro que cada día se hace más invasor. Marchad, Dios os conduce. Hombres sencillos e ignorantes, vuestras lenguas se desatarán y hablaréis como no habla ningún orador. Id y predicad, y las poblaciones atentas recogerán felices vuestras palabras de consuelo, de fraternidad, de esperanza y de paz.
¡Qué importan los tropiezos que se opondrán a vuestro paso! Sólo los lobos caerán en la trampa del lobo, porque el pastor sabrá defender sus ovejas contra los carniceros sacrificadores.
Id, hombres grandes ante Dios, que más felices que Santo Tomás, creéis sin poder ver y aceptáis los hechos de la mediumnidad, aun cuando vosotros no la hayáis podido obtener de vosotros mismos; id, el espíritu de Dios os conduce.
Marcha, pues, adelante, falange impotente por tu fe, y los numerosos batallones de incrédulos desaparecerán ante ti como la niebla de la mañana a los primeros rayos del sol naciente.
La fe es la virtud que levantará las montañas, os dijo Jesús, pero más pesadas que las más escarpa das montañas están en el corazón de los hombres la impureza y todos los vicios de ella. Marchad, pues, con valor para levantar esa montaña de iniquidades que las generaciones futuras no deben conocer sino por la leyenda, como vosotros no conocéis tampoco sino muy imperfectamente el período de los tiempos anteriores a la civilización pagana.
Sí, los cataclismos morales y filosóficos van a estallar en todas las partes del globo; la hora se acerca y la luz divina aparecerá sobre los dos mundos.
Id, pues, y llevad la palabra divina: a los grandes que la desdeñarán, a los sabios que pedirán pruebas, a los pequeños y a los sencillos que la aceptarán, porque sobre todo entre estos mártires del trabajo, en esta expiación terrestre, encontraréis el favor y la fe. Id, éstos recibirán con cánticos de acción de gracias, cantando las alabanzas de Dios, el consuelo santo que les llevaréis, y se inclinarán dándole gracias por la parte que les corresponde de sus miserias terrestres.
¡Que vuestra falange se arme, pues, de resolución y de valor! ¡A la obra! El arado está preparado; la tierra espera, es preciso trabajar.
Id y dad gracias a Dios por la tarea gloriosa que os ha confiado, pero pensad que entre los llamados al Espiritismo, muchos se han estacionado; mirad, pues, vuestro camino, y seguid la senda de la verdad.
P. Si muchos de los llamados al Espiritismo se han estacionado, ¿cómo conoceremos a los que están en el buen camino?
R. Los reconoceréis en los principios de verdadera caridad que profesarán y practicarán: los reconoceréis en el número de afligidos que habrán consolado; los reconoceréis en su amor hacia el prójimo, por su abnegación, por su desinterés personal; los reconoceréis, en fin, en el triunfo de sus principios, porque Dios quiere el triunfo de su ley; los que siguen su ley son sus elegidos y él les dará la victoria, pero destruirá a los que falsean el espíritu de esa ley y hacen de ella su comodín para satisfacer su vanidad y su ambición. ( Erasto, ángel guardián del médium. París, 1863).
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Cada
existencia humana tiene una finalidad evolutiva
para el Espíritu humano,cumpliendo misiones a las cuales se
comprometió el Ser desde antes de nacer en este mundo.
La
vida presente también tiene la finalidad de poder expiar los
errores cometidos en nuestras pasadas vidas anteriores, con el fin
recuperar el
equilibrio espiritual necesario para el normal progreso evolutivo.
La
vida del hombre es breve, como breve e insuficiente resulta un
curso escolar para adquirir en él todos los conocimientos de una
carrera superior
De la respuesta
sobre quienes somos o de donde venimos o a donde vamos, deducimos
facilmente el sentido de la vida, el por qué y el para qué estamos
aquí y hacia dónde caminamos, o cual es nuestro futuro como Seres
espirituales que somos.
Si sabemos que
todos tenemos el mismo punto de partida desde nuestra creación como
humanos, también tenemos todos la misma meta a alcanzar : la
Perfección y la suprema felicidad cerca del Padre. Esta es la meta a
alcanzar por el Espíritu humano, es la que da sentido a cada vida
humana. La vida humana tiene el fin trascendente de alcanzar
finalmente una meta evolutiva de carácter infinito, como infinito
lo es Dios, la Fuente de Origen hacia la que todos aspiramos desde
lo más íntimo del alma y a la que tarde o temprano nos iremos
aproximando en diversos grados, según el esfuerzo que haga cada uno
por conseguirlo.
Resulta evidente
que si venimos perfeccionándonos y evolucionando a través de las
edades, el sentido de nuestra vida actual
debe ser para aprovecharla conscientemente, aprendiendo, mejorando y
progresando siempre, superando pruebas,
ganando virtudes y adquiriendo experiencias, a la vez que vamos
equilibrando la balanza Divina de la Justicia, reajustando los
errores cometidos en cada existencia humana y prosiguiendo así
nuestro caminar evolutivo.
El
sentido de nuestras vidas debe ser para engrandecernos
espiritualmente mediante la entrega y el esfuerzo por los demás,
estudiando y adquiriendo Ciencia y Sabiduría, aprendiendo siempre
las valiosas lecciones que nos aporta la vida en este mundo, aquí y
ahora, y purificándonos tantas veces a través del dolor por
nuestras acciones erróneas del pasado. En una palabra: Luchando por
nuestra autoperfección.
La
principal misión que tenemos es individual, transmutando lo negativo
en positivo, tanto en lo personal siguiendo las enseñanzas de Jesús
y de otros grandes Enviados o Mesías que han visitado nuestra
humanidad en diferentes épocas y lugares, como en lo colectivo que
afecta a todo el planeta Tierra. Así llegará un momento evolutivo
de madurez suficiente para seguir nuevas etapas evolutivas en otros
mundos superiores, hasta que lleguemos a abandonar la etapa humana
en mundos como el nuestro y de superior rango, como lo son los de
Regeneración, para finalmente alcanzar la etapa de la Angelitud.
- Jose Luis Martín-
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“El Ser se
eleva desde el abismo y asciende por etapas sucesivas hasta la
perfección, encarnándose en el seno de las humanidades sobre los
mundos de la materia, que son otras tantas estaciones de su largo
peregrinaje”
-Los
Druidas -
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