miércoles, 4 de febrero de 2015

El Kardecismo hoy

  
                             
        LA CULPABILIDAD

 El sentimiento de culpabilidad es algo que duele mucho, es como tener una herida en la conciencia  haciendo sangrar al corazón. Puede surgir por numerosas razones; por ejemplo, cuando hacemos daño a otra persona o cuando sentimos vergüenza o estamos avergonzados por algo que hemos dicho o hecho.
 Igualmente sentimos culpa cuando no podemos controlar nuestra conducta, cuando reaccionamos de forma agresiva y sentimos ira o cuando actuamos de forma perversa. Nos sentimos culpables cuando una relación se deteriora, nos desenamoramos de nuestra pareja y rompemos con ella, cuando tenemos afectos ambivalentes por otra persona, cuando nos hacen chantaje emocional y nos manipulan, cuando  herimos a la persona amada, cuando sentimos remordimiento por haber fracasado por actuar de determinada manera e involucramos a los que nos rodean.
Cuando esto sucede, nos sentimos  culpables, y nos gustaría volver el tiempo atrás, pero lo hecho, hecho está y no podemos cambiarlo, pero si podemos en el futuro no cometer los mismos errores.
El grado de culpabilidad, está en la intención con la que hemos hecho las cosas, a veces obramos sin mala intención, tratando de solucionar las cosas, por sitios equivocados que las acentúan más, y que las empeoran.  Y eso Dios lo toma en cuenta, pues El ve que no fue nuestra intención hacer el mal.
Dios en su inconmensurable sabiduría, sabe lo que hacer con Sus criaturas, y nos deja hacer, es como la madre que deja al niño caer  para que aprenda a levantarse y comience andar.
Muchas veces nos olvidamos que las circunstancias se dan por alguna razón, que el niño que nace  en el seno de una madre drogadicta, no lo hace `porque si, que Dios lo permite y se vale de esa madre, para que el pague deudas contraídas en el ayer, y pueda con su padecer resarcir, de los grandes desmanes que pudo cometer en otras vidas, y que al mismo tiempo que recibe una prueba dolorosa, recibe la oportunidad gracias a esa madre que es la que merece tener, y la que le ofrece la capacidad para poder realizar su trabajo.
Dios escribe derecho en renglones torcidos, a veces cuando tiene que cambiar de manos el dinero, se vale del hijo ingrato que en el seno de una familia, gasta sin control y destroza a todas horas, que despilfarra, es a través de él, que ellos pueden llegar a ser pobres, para poder aprender las lecciones ya programadas en el plano espiritual para su bien y para aprender a nadar en la pobreza, lo mismo que nadaban en la opulencia. Nadie sufre nada que no merezca, pensamos que las pruebas están en las perdidas de un ser querido, en la ruinas, en la enfermedades del cuerpo etc.; se nos olvida que también están en la sumisión  del orgullo, en el egoísmo restringido, en las enfermedades morales, que doblegan al alma, en  llevar en nuestras espaldas el peso de la culpabilidad, por la situación del compañero enfermos por nuestra culpa.
A veces no nos damos cuenta que el orgullo, nos hace empeorar esta situación, porque lejos de resignarnos con lo que no podemos cambiar, nos revelamos, nos olvidamos de Pilatos, que lejos de defender a Jesús se lavo las manos, no quiso defender Al Inocente. De Francisco de Asís cuando contemplando a los que trabajaban para su padre, reflexionaba sobre la crueldad de su comportamiento para con ellos, y preguntaba a Dios porque consentía tal cosa, y una contestación  le vino al pensamiento preguntándole ¿Acaso crees tú qué quieres más  a esos hombres que Dios? la culpabilidad es un arma de doble filo, por un lado está el dolor por los que sufren, sin tener nada que ver con el sufrimiento, este es un sentimiento de conmiseración que todos tenemos más o menos desarrollado y otro es el dolor que se siente por ser autor del delito, de la causa que provoca el sufrimiento, este es más profundo, más intenso, y mucho más difícil de erradicar, porque siempre los que sufren por nuestra culpa, se vuelven sicarios, reclamando y protestando por lo que les hemos hecho, es aquí donde el orgullo, toma parte en este sufrimiento, porque la persona orgullosa,  siente interiormente este reproche, sufre por no poder resolver las cosas mal hechas por su culpa el ser el autor de la desgracia, y este es el pago que debemos soportar estoicamente, porque no es la prueba en sí,  sino  el peso de la culpa, por eso como las demás pruebas, hemos de llevarla con resignación y paciencia. Es esa sumisión y esperanza en el mañana en la que hay que confiar resignadamente, sin desanimarnos ni desesperar al ver el sufrimiento ocasionado por nuestra causa, es el que tenemos que procurar soportar estoicamente, tratar de afrontarla con valentía, luchando por defender y ayudar a aquel que le hicimos daño, pero no con el desconsuelo y la desesperación, y si, con la fe y esperanza que hace que dejemos aquello que no está en nuestras manos resolver en las manos del Creador, que es el que permite que las cosas sucedan, pues ni un solo pelo de nuestro cabello se cae sin la voluntad de Dios, y todos estamos sirviendo en la obra Divina.
Debemos resarcir de todas las debilidades y el sentimiento de culpa, es también un estado enfermo del espíritu, levantemos el ánimo y sigamos caminando, mientras hay vida hay esperanza, y el mañana nos ofrecerá la oportunidad de devolver  a través del bien, el mal que hicimos, cuando lo merezcamos y lo merezcan aquellos que sufren el peso de las pruebas que sufren por nuestra culpa, sino en esta vida en otras, pues no nos quepa la menor duda que todos sufrimos por donde pecamos, sea por el sufrimiento directo proveniente de nuestros actos, sea por el causado por aquello que nos sirven de herramienta, sea por el que hacemos sufrir nosotros sin querer, el caso es el mismo expiar y probar, porque no se nos olvide que estamos en un planeta de expiación y de pruebas.
 Merchita
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¿Hay relación entre la Ley Consecuencias y la ley de la  Reencarnación y otras Leyes espirituales ?

Las leyes espirituales se complementan y justifican de tal modo entre ellas, que juntas forman un Todo que refleja la gran Inteligencia, Bondad, Sabiduría , Justicia y Perfección de la Fuente de Origen de todo cuanto existe y llamamos Dios.
La Ley de Consecuencias junto a la ley de Evolución, dan razón de existir a la de la Reencarnación con la que están íntimamente relacionadas. La ley de Consecuencias o de Causa y Efecto, más popularmente conocida como ley del Karma, regula la forma de realizarse y manifestarse la reencarnación. La ley de Consecuencias hace que mediante la Reencarnación, las faltas que comete cualquier Ser humano, deba corregirlas o soportar sus consecuencias , si no es en esta misma vida , en otras siguientes.
No hay sufrimiento en esta vida que no tenga su origen en los sufrimientos o dolores que alguna vez hayamos causado a alguien; y si este mal no lo hemos causado en la vida presente, sin duda que alguna vez sucedió en una existencia anterior.
Cuando tenemos conciencia clara de estas leyes naturales, tenemos claro que lo que sembremos hoy de bueno o de malo, lo tendremos que recoger tarde o temprano.
Como ya se ha dicho, esta ley de Consecuencias, no solamente regula y corrige las consecuencias de acciones del mal o erróneas, sino que también premia y recoge los beneficios que ocasionan las acciones de bien, por lo tanto es una Ley Natural que actúa sabiamente como un mecanismo equilibrador preciso y automático para la realización de la Ley de Justicia, y de todas las demás leyes cósmicas, reajustando y corrigiendo nuestro Ser de forma precisa, cuando nos desviamos de la Ley del Amor e intentamos estancarnos en nuestra evolución, así como también , premiándolo cuando fue merecedor de ello por sus buenas acciones; por tanto el karma o ley de Consecuencias, resulta que también es una ley reguladora de la Ley de Evolución por el proceso de mejora y perfección mediante el reajuste personal al que va conduciendo al ser espiritual vida tras vida.

-Jose Luis Martín-
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No es el mal que recibimos el que nos hace daño, sino el que hacemos a otros”
- Longfellov – (1807-1821)

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        EL KARDECISMO HOY

“El espiritismo está lejos de haber dicho su última palabra en cuanto a sus consecuencias, pero es inquebrantable en su base, porque esta base está asentada sobre los hechos”. “Marchando con el progreso, el espiritismo jamás será superado, porque, si nuevos descubrimientos le demostraran que está equivocado sobre un punto, se modificaría en ese punto; y si una nueva verdad se revela, la acepta”. (La Génesis, carácter de la revelación espírita, N° 55) Con estas palabras, Allan Kardec insiste en los principios fundamentales que ha puesto en evidencia y que constituyen las bases del espiritismo experimental y filosófico. Además, expresa claramente que el espiritismo nunca será dogmático y por tanto, si fuera necesario, deberá plegarse a los cuestionamientos en función de nuevos descubrimientos que vengan a contradecir uno u otro de sus principios. Se encuentra allí el sentido de una postura intelectual lógica y rigurosa, que ha permitido la eclosión de un cuerpo de doctrina meticulosamente elaborado a partir de la experiencia y la reflexión, dentro de un espíritu de análisis y síntesis donde nada fue dejado al azar. Sin duda alguna fue necesario todo el rigor del pedagogo Rivail convertido en Allan Kardec, para descifrar el sentido de las manifestaciones póstumas a fin de extraer de ellas un conjunto de leyes naturales. Las informaciones recibidas fueron analizadas y organizadas por un trabajo metódico y razonado, con la participación de algunos médiums de confianza, para permitir la realización de la obra fundamental El Libro de los Espíritus. Ninguna otra gran obra, ni antes ni después de Allan Kardec, ha dado cuenta de los grandes principios metafísicos del universo a partir de la comunicación con los espíritus. Hubo pues, un antes y un después 
de Allan Kardec; antes, existía aún la gran nebulosa de teorías diversas, mal definidas e influenciadas por las religiones, aunque ya personajes brillantes como Emmanuel Swedenborg (1688-1772) o Jean Reynaud (1806-1863) habían sido, de alguna manera, precursores del espiritismo. En primerísimo lugar, se debe a Allan Kardec el hecho de haber introducido la comunicación espírita en los campos de la ciencia y la filosofía, a partir de un estudio que recurre a la lógica y la razón, dentro de una reflexión intelectual y moral. Aún aquellos que se han alejado de su pensamiento, como Charles Richet y otros metapsiquistas, han reconocido en él al precursor de una conducta nueva e inédita, la de un hombre riguroso que se ha colocado sobre un terreno experimental e intelectual, con una grandeza de miras que ya no tenía nada en común con las concepciones habituales del esoterismo y del misticismo religioso. Adoptó la palabra espiritismo para desmarcarse del espiritualismo anglosajón; hizo entrar los fenómenos en una nueva era, la de la experiencia y la reflexión intelectual. Y, contrariamente a las posiciones dogmáticas tomadas en su nombre, él mismo se cuidó mucho de todo dogmatismo, ubicando al pensamiento espírita dentro de una perspectiva evolutiva, donde el espiritismo nunca debería ser sobrepasado por el progreso. Y es esta noción la que, todavía hoy, genera debates: ¿sería el kardecismo una doctrina detenida en el más allá, en la no habría más nada que descubrir? El propio Allan Kardec deseaba que su doctrina no se convirtiera en un dogma inmutable, lo que expresó con “El espiritismo, marchando con el progreso, nunca será rebasado…” Si bien el kardecismo es y sigue siendo un aporte considerable en sus bases esenciales, ha sido necesario, sin embargo, afinar ciertas nociones, lo que a menudo hemos tenido oportunidad de hacer en esta revista, como por ejemplo todo lo que se refiere a los términos de expiación, prueba y resignación (Editorial - Journal Spirite N° 82). Sin desnaturalizar el conjunto de principios puestos de relieve por Allan Kardec, los progresos y transformaciones de nuestras sociedades han impuesto reajustes en cierto número de puntos y precisiones complementarias sobre temas sociales como el suicidio, la eutanasia, el aborto o la homosexualidad. ¿Es eso injuriar al fundador del espiritismo? Ciertos espíritas lo creen, encerrándose en un dogmatismo neo-religioso que se aleja del fondo mismo de un pensamiento abierto y progresista que siempre debe ser capaz de interrogarse acerca de lo que ya no estaría de acuerdo con los progresos científicos, intelectuales y sociales de nuestras civilizaciones. Así, aún hoy, subsisten querellas escolares entre los dogmáticos y los progresistas, por el hecho de que el ser humano a menudo necesita marcos muy establecidos y referencias inmutables y definitivas. Por el contrario, es preciso interrogarse permanentemente sobre conocimientos, a veces mal meditados, que pueden convertirse en lecciones recitadas de memoria. La evolución de los conceptos Respecto a la cuestión de las pruebas y expiaciones, volvamos sobre el tema con algunos argumentos complementarios. Para comprender estas nociones, es preciso en primer lugar situarse en el contexto histórico de la época de Allan Kardec: el espiritismo nacía en un universo judeo-cristiano bajo el Segundo Imperio en Francia. ¿No hacía falta entonces una necesaria transición para pasar de una espiritualidad a otra, del catolicismo al espiritismo? La idea podría afinarse en tiempos futuros más favorables, y por otra parte, eso es lo que ha venido ocurriendo progresivamente en la historia espírita después de Allan Kardec. Al leer la obra del fundador, se experimenta cierta dificultad en conciliar la resignación ante la prueba y la responsabilidad activa del libre albedrío. Es como si hubiera hecho falta encontrar un término medio en una transición entre la religión y el espiritismo, como si hubiera hecho falta adaptar progresivamente al Dios de la religión a otra concepción de la divinidad. Y ya en la época, la contradicción fue ruda; nada le fue escatimado a Allan Kardec que había franqueado una frontera inaceptable para la religión. Es sobre esto que hay que reflexionar cuando la noción de expiación, heredada de la religión, ya no conviene a nuestro pensamiento espírita de hoy. La simple relación de causa a efecto es una noción mejor adaptada, noción ya desarrollada por Allan Kardec y que de hecho se basta a sí misma. Hay otro elemento de importancia a hacer entrar en juego, y es que la comunicación espírita se ha perpetuado en el tiempo y a través de testimonios individuales de espíritus, hemos podido discernir mejor este principio natural de la relación de causa a efecto. Un espíritu que hace su balance en el más allá y que viene a participar en sesión espírita, se convierte en un elemento determinante de comprensión. Cuando, por ejemplo, un espíritu mide sus fracasos o sus inconsecuencias, si se arrepiente amargamente de ellos, no siente por ello la capa de plomo de un juicio divino y de un castigo. Siente ante todo lo que él es, lo que no ha hecho y debía haber hecho; es confrontado a su propia naturaleza, a su libre albedrío y a sus debilidades, pero no está sujeto a un juicio de los espíritus superiores o de Dios. Sólo tiene en sí mismo la respuesta a su propia naturaleza que ha incumplido y que deberá superar, no por expiación, sino tomando por sí mismo nuevas resoluciones para una nueva encarnación. En sí, la divinidad es la ley de la naturaleza que se impone de entrada al espíritu que se encuentra frente a su propia verdad. He aquí lo que hace la diferencia, y no es inconveniente revisar en la obra inicial un vocabulario que deja entrever un severo juicio divino. Precisar y afinar ciertas nociones no es injuriar a Allan Kardec, puesto que él mismo había anticipado esta eventualidad. Las conclusiones del congreso de Santos En el mismo orden de ideas, la Confederación Espírita Panamericana - CEPA - siempre ha militado por una reflexión actualizada de los conceptos espíritas y su último congreso, en Santos, Brasil (del 5 al 9 de septiembre de 2012), se realizó sobre el tema: Las perspectivas contemporáneas de la teoría espírita de la reencarnación. Resalta de este congreso, dentro de la síntesis de reflexiones comunes y compartidas, un cierto número de conclusiones aquí resumidas: “- Las estadísticas muestran que la creencia en la reencarnación y su aceptación como hipótesis científica y filosófica, se expande en todos los continentes, independientemente de las tradiciones culturales y religiosas de sus respectivos pueblos y naciones. - Episodios cada vez más frecuentes de recuerdos espontáneos de probables vidas pasadas, en particular entre los niños, así como la hipnosis regresiva y las experiencias mediúmnicas que acceden a presuntas vidas anteriores, ofrecen hoy una rica fuente de estudios que refuerza la teoría reencarnacionista. - La aceptación de la hipótesis palingenésica, en particular a partir de un enfoque racional y filosófico, apoyado por indicios o evidencias que se verifican en el campo de la ciencia experimental, vienen a confirmar las propuestas fundamentales del espiritismo, enunciadas en las obras de Allan Kardec y en las obras complementarias de filósofos, científicos, escritores y pensadores que, después de él, han desarrollado una filosofía espírita dentro de una perspectiva progresista, laica y de libre pensamiento.
- Estamos ante un nuevo paradigma filosófico y científico que merece el estudio, la profundización de la investigación y la aplicación práctica en todos los campos del conocimiento del ser humano. - La reencarnación no es para considerarla como un dogma religioso, sino como un conocimiento capaz de dotar al individuo y la sociedad de una responsabilidad personal y colectiva respecto al progreso individual y social. - A la luz de la filosofía espírita, la reencarnación puede ser vista como un poderoso instrumento para buscar la justicia social, reduciendo progresivamente las desigualdades y las injusticias. Éstas jamás deben ser interpretadas como consecuencia de una presunta justicia divina, sino como el resultado del orgullo, el egoísmo y el desprecio por las leyes naturales. La propuesta ética espírita combate estos tropiezos humanos y contribuye a la construcción de una sociedad más justa y solidaria. - A diferencia de antiguas creencias como la metempsicosis o de concepciones reencarnacionistas inspiradas en el cristianismo, el hinduísmo u otros, la palingenesia espírita indica que el espíritu reencarna para progresar y no para pagar sus faltas. Así, la visión espírita es esencialmente pedagógica, ejerciendo un rol importante en la educación progresiva del espíritu inmortal, contribuyendo igualmente a la toma de conciencia de la humanidad en el sentido de evitarle el consumismo excesivo y la falsa prosperidad. - La palingenesia espírita es un instrumento de conocimiento de sí, de educación y progreso ético individual y colectivo. De acuerdo con las leyes naturales, especialmente con los valores de justicia, amor y caridad, la reencarnación según el espiritismo, contiene elementos de convicción científicos, filosóficos y éticos de carácter universal. La evolución consistirá en un acercamiento de los pueblos y las culturas en favor del progreso, la paz y la fraternidad”.
Nuestra asociación suscribe totalmente esta visión reactualizada de la reencarnación, a partir de reflexiones sobre la aplicación de una moral espírita que esté conforme con los principios fundamentales del kardecismo, y que, al mismo tiempo, esté en concordancia con los progresos científicos y las evoluciones sociales de nuestro tiempo.
 por JACQUES PECCATTE
LE JOURNAL SPIRITE N° 91 JANVIER 2013
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"El Espiritismo proclama la libertad de conciencia como un derecho natural y la reclama para los suyos como para todo el mundo. Respeta todas las convicciones sinceras, pidiendo para sí la reciprocidad.",
Allan Kardec, Obras Póstumas


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