El término Polstergeist es de origen
alemán, y significa “ espíritu ruidoso”. Básicamente es un
fenómeno muy espectacular e impresionante que se manifiesta de muy
diversas formas: objetos que se mueven o caen sin un motivo físico
aparente, muebles que se desplazan solos, ruidos misteriosos, olores
desagradables, levitación incontrolada de alguna persona, objetos
que vuelan literalmente, etc
A
veces lo que se desplazan y aparecen expontáneamente son fuegos o
combustiones expontáneas de carácter paranormal, lo que en
Parapsicología se conoce como “Papirogenia”.
Este fenómeno viene causado por una energía que
se desprende y proyecta a través de un sujeto dotado para ello o
por un médium que normalmente desconoce que la causa del fenómeno
la lleva en sí mismo y provoca lo que se llama “actividad
polstergeist”. De él se encuentran testimonios de su existencia
desde el siglo XII y siempre sus manifestaciones se achacaban al
diablo , personaje amenazador y terrible, siempre presente en las
mentalidades de aquella época.
Los polstergeist pueden ser de dos clases según su
origen: anímico o
causado consciente o inconscientemente por una persona sujeto emisor
de una energía psíquica llamada Psicorragia,
y también puede ser de origen mediúmnico,
cuando está provocado por Entes desencarnados que utilizan para su
manifestación la energía psíquica del médium, dirigiéndola y
proyectándola sobre los objetos materiales
Este fenómeno es diferente y no se debe
confundir con el de las “Casas Encantadas”,
cuyos efectos físicos son similares, pero no así el mecanismo
que los produce, pues en este caso el fenómeno también
se debe a la utilización de la energía Psi de un médium, pero
quedando circunscrita a un determinado lugar
en donde el Ser o Seres desencarnados actúan de forma directa
sobre la materia y objetos del lugar. Este fenómeno viene a ser
motivado por la fijación en ese lugar de ciertos seres desencarnados
que ignoran su estado real así como nuestro sentido del tiempo del
que ellos carecen en la dimensión espiritual donde existen.
Otras veces no son entidades reales quienes
intervienen, sino que en efecto , existen unas presencias
paranormales que se podrían considerar como verdaderos fantasmas
irreales
presentes en el ambiente por la “impregnación psiquica”
causada por personas que alguna vez tuvieron un fuerte choque
psíquico en el lugar de las manifestaciones ( terror, ira, etc).
Según la Parapsicología, la impregnación psíquica consiste en
que en los objetos materiales o en el medio ambiente que rodeó a
unas personas protagonistas de unos hechos en el pasado, quedaron
impregnados a lo largo del tiempo, a modo de un cliché fotográfico, y tras haber dejado atrás las
causas que lo generaron, quedando formados como unos “clichés”
fotográficos con esa energía psíquica emanada en su día en
aquel lugar de modo impactante a causa de unos hechos impactantes.
- José Luis Martín-
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“No soy de aquellos que
menosprecian a priori el estudio de los llamados fenómenos psíquicos
esotéricos,considerándolos anticientíficos, poco serios o incluso
peligrosos”
- Sigmund Freud -
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LA ENCARNACIÓN DE LOS ESPÍRITUS
Del Libro: “Génesis” – Capítulo XI
El Espiritismo enseña de que manera se opera la unión del Espíritu con el cuerpo, en la encarnación.
Por su esencia espiritual, el Espíritu es un ser indefinido, abstracto, que no puede tener acción directa sobre la materia, siéndole indispensable un intermediario, que es la envoltura fluídica, la cual, de cierto modo, hace parte integrante de él. Esa envoltura es semimaterial, es decir, pertenece a la materia por su origen, y a la espiritualidad por su naturaleza divina. Como toda materia, es extraída del fluido cósmico universal que, en esa circunstancia, sufre una modificación especial. Esa envoltura, denominada supraespíritu, hace de un ser abstracto, del Espíritu, un ser concreto, definido, comprensible por el pensamiento. Lo Torna apto para actuar sobre la materia tangible, conforme se da con todos los fluidos imponderables, que son, como se sabe, los más poderosos motores.
El fluido supraespiritual constituye, pues, el trazo de unión entre el Espíritu y la materia. Siempre que aquél se encuentra unido al cuerpo, le sirve de vehículo al pensamiento, para transmitir el movimiento a las diversas partes del organismo, las cuales actúan bajo el impulso de su voluntad y para hacer que repercuten en el Espíritu las sensaciones que los agentes exteriores produzcan. Le sirven de hilos conductores los nervios como, en el telégrafo, al fluido eléctrico le sirve de conductor el cable metálico.
Cuando el Espíritu tiene que encarnarse en un cuerpo humano en vías de formación, un lazo fluídico, que no es más que una expansión de su supraespíritu, o unión al embrión lo atrae por una fuerza irresistible, desde el momento de la concepción. A medida que el embrión se desenvuelve, el lazo se acorta. Bajo la influencia del principio vito-material del embrión, el supraespíritu, que posee ciertas propiedades de la materia, se une, molécula a molécula, al cuerpo en formación, donde puede decirse que el Espíritu, por intermedio de su supraespíritu, se enraíza, de cierta manera, en ese embrión, como una planta en la tierra. Cuando el embrión llega a su pleno desarrollo, la unión es completa; nace entonces el ser para la vida exterior.
Por un efecto contrario, la unión del supraespíritu y de la materia carnal, que se efectuara bajo la influencia del principio vital del embrión, cesa, desde que ese principio deja de actuar, en consecuencia de la desorganización del cuerpo. Siendo mantenida por una fuerza activa, tal unión se deshace, luego que esa fuerza deja de actuar. Entonces, el supraespíritu se desprende, molécula a molécula, conforme se uniera, y al Espíritu es restituida la libertad. Así, no es la partida del Espíritu que causa la, muerte del cuerpo, esta es la que determina la partida del Espíritu.
Dado que, un instante después de la muerte, es completa la integración del Espíritu; que sus facultades adquieren hasta mayor poder de penetración, al paso que el principio de vida se encuentra extinguido del cuerpo, queda evidentemente probado que son distintos el principio vital y el principio espiritual.
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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KARDEC
Y EL AUTO CONOCIMIENTO
Wellington
Balbo
Complicado
es el caminar por tierras extrañas, en un viaje donde falta
conocimiento del camino a seguir.
Cuando
esto ocurre las posibilidades de error son grandes. Imprescindible,
por lo tanto, es abastecerse de todas las mejores condiciones, para
que este viaje transcurra de la mejor forma posible.
El
viaje al cual nos referimos aquí, es el retorno del Espíritu al
mundo de la materia, por las puertas sagradas de la reencarnación.
¿Pero,
y el planeamiento? ¿No planificamos este viaje de retorno al mundo
físico?
Si
lo hicimos, no será algo extraño, al final, es como si recordásemos
los caminos a recorrer, basta seguir lo planificado y no nos
perderemos.
Si;
la verdad es que si seguimos el plan elaborado, procurando cumplirlo,
todo es más fácil, a pesar de las posibilidades de cambios de
rumbo.
Todo
dependerá de nuestra elección.
Podemos
seguir lo que fue planeado en el plano espiritual, como también
podemos, entorpecernos con los sentidos de la carne y desviarnos por
otros caminos.
Entonces,
cómo lograr el éxito en nuestra jornada terrena, ¿si no cumplimos
lo que nos fue trazado otrora, en el plano espiritual?
A
final, si optamos por otros caminos, no estudiados, ni planificados,
nuestras posibilidades de éxito se hacen menores
Esto
no quiere decir, que sea imposible la salida de lo que fue planeado,
ni que sea un fracaso existencial.
Entretanto,
hay en toda esta historia, un ingrediente que hace la diferencia en
nuestro favor: ¡el auto conocimiento!
Auto
conocimiento que está explícito en la codificación de la Doctrina
Espírita, más precisamente en la cuestión nº 919, de “El
Libro de los Espíritus”,
donde los bienhechores indican al auto conocimiento, como condición
esencial para el éxito en la vida.
Quien
ejercita el auto conocimiento, conoce las virtudes que posee y las
limitaciones a superar.
Y
digo de paso, que conocer las virtudes no quiere decir ser
prepotente, pero si saber de los éxitos conquistados, ¿o alguien
duda que tenemos muchos triunfos?
Si,
tenemos muchas virtudes, muchas habilidades que desarrollamos al
largo de nuestras existencias. El gran problema, es que muchos
consideran, que reconocer de la existencia de estas virtudes, es en
si vanagloriarse.
Nada
de esto; eso es conocerse, saber lo que ya fue conquistado. Lo que no
puede es resbalar a los excesos e idolatrar la propia figura, o
utilizar las conquistas efectuadas en el campo de la cultura, por
ejemplo, para constreñir al semejante, eso es otra historia.
Quien
se considera profesor de la vida, y estar efectivamente ocupando un
dignísimo lugar al lado de “DIOS”, entra en letárgica
existencial, dejando de avanzar por la simple razón de considerarse
perfecto.
Somos
seres en constante construcción, insertados en un incesante proceso
de aquilatar virtudes y superar limitaciones.
Con todo, es necesario conocer las
virtudes que faltan por conquistar y las malas que se deben depurar.
Es
ilustrativo el caso del alcoholismo, una enfermedad que solo es
vencida cuando el alcohólico se entera de su condición.
Es
necesario que el alcohólico primero admita que está enfermo, para
después vencer el vicio.
Mientras
el alcohólico intenta engañarse, considerando que nada tiene,
persistirá enfermo por un simple motivo: ¡ignorancia!
Este
ejemplo, apenas demuestra la necesidad constante que tenemos de
cultivar el auto conocimiento, estudiándonos permanentemente para
que no quedemos sometidos a nuestras debilidades.
Y
en el tópico de auto conocimiento, vale la pena recordar a Kardec,
ya que, se auto conocía y sabia de las virtudes que poseía, como
también tenía plena conciencia de que no era el único capaz de
desempeñar el trabajo de organización de la Doctrina Espírita.
Y
demostrando de esa manera objetiva y segura, sin aires de
superioridad que caracteriza el ser prepotente.
Nos
dice en “Obras
Póstumas”,
refiriéndose a la caridad:
(...)
“Es
cierto que no me pertenece formular el inventario del bien que pude
hacer; pero en un momento en el que todo parece olvidarse, debe serme
permitido manifestar a los que me sobrevivan, que mi conciencia me
dice que no he traicionado a nadie, que he hecho todo el bien que me
ha sido posible y que he respetado y no he pedido cuentas a la
opinión; sobre este punto mi conciencia está tranquila,” (...)
Y
en la misma obra antes citada, extraemos otra prueba de auto
conocimiento que poseía el codificador, quien no se consideraba
insubstituible, dejando explícito que una obra gigantesca como el
Espiritismo, no queda subordinada a solamente un hombre, prueba cabal
de la magnitud divina:
(...)”
no
tengo la pretensión de ser el indispensable, que Dios es muy sabio
para hacer descansar el porvenir de una doctrina que debe regenerar
el mundo sobre la vida de un hombre, y que además, me ha sido dicho
que para cumplir mi tarea de constituir la doctrina, me será
otorgado el tiempo necesario.”
(...)
En
la familia, en la sociedad, en el trabajo y en las actividades
voluntarias que desempeñamos, somos todos importantes, pero no
insubstituibles.
Tener
consciencia de la condición de eternos alumnos de la vida y es el
secreto para no estacionarnos en la prepotencia, ni hundirnos en las
obscuras aguas, de falta de confianza en nosotros mismos.
Todos tenemos virtudes, y es
importante saber esto. Todos tenemos limitaciones, y más importante
aun es no ignorarlas, para que cumplamos fielmente los designios del
creador, que augura a todos un futuro promisor.
Pensemos
en esto.
Traducción
Cassio Lopes
Adaptación :
Oswaldo
E. Porras Dorta
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