Sir Douglas Home, medium británico famoso por sus levi taciones en los albores del Espiritismo |
Cuando
la energía Psi del
médium o de un Ser espiritual, obra dinámicamente sobre la materia
, se manifiesta una energía llamada Telergia. Esta
palabra es derivada del griego,significando
Tele-lejos
/ ergon-acción
, y
es capaz de actuar sobre pequeños objetos a los
que mueve; este fenómeno también es conocido como Psicocinesia.
Puede ser de origen mediúmnico o anímico,
esto es, causado por un ser espiritual a través de un médium o
bien por la propia energía mental y psíquica de la persona que
posee esta capacidad (magnetismo).
En los casos en que este fenómeno se hace más
intenso, puede manifestar una potencia capaz de mover objetos de
mayor volumen y se le conoce como Telequinesia.
Por la Telequinesia se explican los
fenómenos de Levitación,
por los que el cuerpo de una persona en estado de “trance” o
concentración, se eleva en vertical desde el suelo a mas o menos
altura sostenida por su energía Psi (Telergia), venciendo la
contraposición que la ley física de la gravedad ejerce sobre su
cuerpo.
Trance con levitación |
El fenómeno de la Levitación es bastante raro, aunque
en la historia han quedado patentes varios testimonios de su
existencia, mas o menos llamativos, que se han dado principalmente en
personas con una sensibilidad espiritual extrema, llevados de una
intensa fe religiosa. Dicho sea de paso , cuando este fenómeno se ha
dado en algún místico de la Iglesia Católica, lo han calificado de
“milagro” y lo han atribuido a la santidad del sujeto que lo
protagonizó, pero cuando el protagonista no era ningún santo o
místico de la iglesia, entonces era atribuido invariablemente al
“demonio”.
La
levitación se puede explicar por la acción intensa y
extraordinaria de una Telergia mental , sobre el propio cuerpo al
que mueve en vertical elevándolo y superando el efecto físico de
la gravedad.
Toda esta clase de fenómenos junto con el los
Polstergeist, siempre
se han relacionado con lo sobrenatural, y
son bastante populares porque han sido muy divulgados por el
cine .
- José Luis Martín-
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- José Luis Martín-
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“
Y me levantó el espíritu, y oí detrás de mí
una voz de gran estruendo, que decía:
Bendita sea la gloria de Jehová desde
su lugar”.
-
Ezequiel, 3:12
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LA CREACION DEL HOMBRE
Me concedo el derecho de abstraerme del problema de Dios, para examinar la cuestión de la creación del hombre. Los científicos se han colocado precisamente en la posición de admitir la existencia de un proceso evolutivo, en el cual el hombre aparece como el resultado de una filogénesis fantástica.
Desde los animales inferiores hasta los superiores, en un desenvolvimiento progresivo y complejo, las fuerzas naturales han modelado formas sucesivas de vida, que dieron como resultado la aparición de la especie humana en la Tierra.
La superioridad del hombre ante las especies animales, de las que él procedería, suscitó dudas y debates que se mantienen hasta hoy. Simone de Beauvoir, discípula y compañera de Sartre en el terreno de la concepción existencialista sin Dios, admitió que la palabra especie no puede ser aplicada a la humanidad, ya que no es una especie animal, sino un devenir, algo en autoevolución constante e irrefrenable.
Alfred Russel Wallace –émulo de Darwin en el campo evolucionista,
- se opuso al materialismo biológico de éste, sustentando una posición espiritualista.
A.Russell Wallace |
De Spencer a Bergson, la concepción evolucionista consiguió afirmarse con la más elevada interpretación de la realidad, a pesar de la insistencia de las corrientes dogmático-religiosas y de las irracionalistas en combatirla, considerándola una simple teoría metafísica, sin bases científicas.
Después de la Segunda Guerra Mundial y, en consecuencia, de las atrocidades a las que grandes naciones civilizadas fueron conducidas, el pesimismo llevó al hombre a nuevas formas de duda. Se comenzó a hablar de cambios y no de progreso o evolución. Producto del susto y de la decepción, ese retroceso está siendo superado por el propio avance científico, en el que los procesos de la evolución se confirman continuamente.
Kardec ya advertía, en su época, que el mal de las interpretaciones humanas, radica en la falta de una visión más amplia y profunda de la realidad.
Los hombres ven apenas un ángulo del cuadro general de la Naturaleza y se apegan a esa percepción restringida para la elaboración de sus pensamientos.
En la ciencia, como en todo, tenemos que admitir la oposición de los contrarios. El método analítico es una navaja de doble filo. Por un lado, nos faculta la precisión objetiva en el conocimiento de una realidad específica, pero por otro, nos impide la visión de conjunto.
Fue exactamente por eso que, después del aparente desprestigio de la filosofía y ante las conquistas innegables de la investigación científica, hubo que recurrir a la filosofía de las ciencias, a efectos de evitar la fragmentación total del conocimiento.
Sólo en el plano filosófico se torna posible reajustar las conquistas científicas en un cuadro general de interpretación de la realidad. Pero existe otro factor determinante de la desconfianza científica en relación a los principios espíritas, que es el instinto de conservación, agente preservador de la integridad del hombre y de sus realizaciones.
Ese instinto, bien manifiesto en el sociocentrismo de las instituciones científicas o de cualquier otra naturaleza, reacciona contra todo lo que pueda modificar el saber reconocido oficialmente.
Recientemente, el profesor Remy Chauvin, del Instituto de Altos Estudios de París, denunció la existencia en el campo científico de una alergia al futuro, responsable del rechazo radical y sin examen de toda novedad, aún cuando esta fuese sustentada por científicos de renombre, esa neofobia ha producido muchos mártires en el campo científico y cultural en general.
Poco a poco, sin embargo, y hoy más rápidamente que en el pasado, esa posición cómoda y conservadora va siendo vencida por las mismas exigencias del progreso, de la evolución científica.
En nuestros días, el descubrimiento de la antimateria, las investigaciones cósmicas, el reconocimiento de los fenómenos paranormales por medio de la Parapsicología, el reciente descubrimiento del cuerpo bioplasmático del hombre y de todos los seres.
El éxito, aún incipiente pero ya significativo, de los estudios sobre la reencarnación, la constatación de la existencia de otras dimensiones de la realidad.
La evolución del concepto de universos-paralelos por el de universos - interpenetrados, la aceptación de la pluralidad de los mundos habitados y de la escala evolutiva de los planetas – propuesta hace mas de un siglo por el espiritismo -, están sacando a las corporaciones científicas de su cómodos sillones académicos y lanzándolas decididamente en órbita por las rutas giratorias del progreso.
Me recuerdo de un poema de Rainer Maria Rilke, en el que se compara a un halcón que gira en círculos incesantes alrededor de una torre secular, símbolo de Dios. Es una imagen feliz de la evolución, que se procesa en espiral.
El retorno a la barbarie en la Segunda Guerra Mundial no representa un retroceso de la evolución humana, sino apenas una curva decreciente de la espiral que alcanzó los residuos bárbaros del hombre – la región subterránea de los instintos animales – para lograr una especie de catarsis colectiva.
Pero todo sirve para la investigación de quienes se entregan al comodismo y de quienes aún no lograron desprender su pensamiento de las cosas materiales. La historia de la Matemática nos muestra que el pensamiento de los primitivos era de tal manera sujeto a lo concreto que, en las tribus salvajes, los medios para contar las cosas no pasaban del número de los dedos de la manos, o cuando mucho hasta la suma de los de los pies.
La posición de los antievolucionistas actuales se asemeja. Guardadas las distancias culturales, a la de los salvajes que calculaban sólo con sus dedos. Tenemos la prueba de la evolución en nosotros mismos y en todo lo que nos rodea, mas los espíritus sistemáticos y obstinados quieren hallar habas, donde no las hay.
El Espiritismo enseña que todo se eslabona en la Naturaleza, en una secuencia constante de relaciones. En el párrafo 540 de El Libro de los espíritus, obra fundamental de la doctrina espírita, nos encontramos con esta proposición:
Todo se eslabona en la Naturaleza, desde el átomo primitivo hasta el arcángel, pues él mismo comenzó en un átomo.
Por consiguiente, del átomo nació el mineral, de éste el vegetal, y así, sucesivamente, el animal, el hombre, el ángel, el arcángel y cuantas criaturas espirituales quisiéramos enumerar.
Y es por tal razón que lo sobrenatural desaparece cuando admitimos el proceso continuo de la evolución. ¿Qué podría existir fuera de la Naturaleza? ¿Dios? Ya vimos que la fuente originaria, por el hecho mismo de ser original de todo, está ligada al Todo y con él consustanciada.
Podemos imaginar, como los druidas – los sacerdotes celtas de las Galias - , al Universo formado por tres círculos: el de Gwinfid, en que Dios permanence; el de Abred, en que vivimos nuestras vidas carnales, y el de Anunf, correspondiente a las regiones inferiores del plano evolutivo. Más en la concepción materialista el círculo de Gwinfid no puede existir, dado que Dios ha sido excluido de ella. ¿Cómo podemos considerar la creación del hombre sin la acción de Dios? Es lo que intentaremos exponer seguidamente.
La unión de dos principios fundamentales: fuerza y material, existentes en el caos primitivo, determina la aparición de las estructuras atómicas. Los átomos se aglutinan en formaciones diversas y producen los elementos minerales.
Pero estos elementos no están muertos, no son estáticos. En el seno de su aparente inmovilidad los átomos continúan en permanente agitación y producen, cuando las condiciones se muestran favorables, las primeras formas vegetales. En estas formas tenemos el nacimiento de la sensibilidad rudimentaria, que va desarrollándose hasta la aparición de las primeras formas animales. La actividad atómica se transmite a esas formas produciendo la motilidad, la capacidad del movimiento propio, que faculta la traslación a los animales y los somete a las experiencias vitales.
La sensibilidad se agudiza y perfecciona a través de los milenios. Los cerebros rudimentarios se desarrollan y enriquecen, el sistema nervioso – desenvolvimiento del sistema fibroso vegetal – se estructura como una red sensible, permitiendo la organización de un aparato cerebral que capta y reelabora los estímulos exteriores.
Los animales evolucionan hasta la aparición de los primates, que señalan el salto cualitativo, del cerebro animal al del cerebro humano.
En líneas generales, es ese el esquema superficial del proceso de la creación del hombre. Cuanto más simple es tal esquema, más fácil es de comprender la lenta elaboración de la criatura humana a partir de la noche de los orígenes. Es de suponer que esa criatura grosera, creada a partir del mineral, no tenga ninguna otra experiencia, además de las que enfrentó en el proceso de su formación.
Pero acontece que el hombre se encuentra dotado de una inteligencia creadora, capaz de desarrollar ilimitadamente su imaginación y – lo que más admira – dotada de un ansia creciente para elevarse más allá de su condición humana y alcanzar una posición superior, de la que él jamás pudo tener un vislumbre.
Cuanto mas evoluciona, mas se acentúa en él, el contraste entre su condición primitivo – de bicho de la Tierra, como escribió Camoens – y sus anhelos insospechables de elevación y comunicación con planos y seres superiores, que él nunca pudo haber visto.
¿De dónde le vino todo eso? Los materialistas suponen que se trata de productos de su imaginación, excitada por el miedo, en un deseo natural de sentirse protegido a través de creaciones imaginarias. Mas, ¿cómo explicar la coherencia de esas creaciones arbitrarias con los fenómenos paranormales, cuya existencia esta hoy científicamente probada?
¿Qué decir de una idea primitiva, como la de un duplicado del cuerpo material que puede proyectarse a la distancia y a la que Spencer atribuyó simplemente al sueño, cuando ese cuerpo se constata hoy por medio de la investigación científica en el campo de la Física y de la Biología e, incluso, por investigadores declaradamente materialistas?
Este es el momento en que tenemos que volver a la idea innata de Dios en la criatura humana – el ser perfecto de Descartes encontrado en el fondo de su propia imperfección -, a la ley de adoración – señalada por Kardec -, que ejerció un papel decisivo en la orientación del hombre con respecto a su humanización.
El acaso, de la concepción materialista, se transforma necesariamente en una inteligencia cósmica que desafía, por su grandeza e inteligencia humana, capaz de atribuir todo a un juego de las fuerzas ciegas en el seno de una nebulosa.
No precisamos ni siquiera pensar en las formaciones complejas del hombre o del ángel. Podemos quedarnos en los orígenes, examinando sólo la estructura del átomo, la construcción infinitesimal de ese universo microscópico o, mejor dicho, inframicroscópico. Pero si miramos hacia arriba y pensamos en los sistemas solares, en las galaxias y las supergalaxias, lo absurdo de la concepción materalista se tornará simplemente monstruoso.
Sentiremos las orejas de Midas trastrocarse, de peludas y agudas, en nuestras delicadas orejas humanas.¿Qué decir, entonces, de la experiencia de Dios, procurada a través de artificios religiosos, después de ese largo trayecto recorrido por la humanidad a través de los milenios, en una experiencia natural y vital en que las fuerzas de la vida van brotando del suelo del planeta y se proyectan en las profundidades cósmicas?
Es como si millonarios ensoberbecidos resolviesen reunirse en un cuarto oscuro, de puertas y ventanas cerradas, para contar los níqueles del bolsillo del chaleco con el fin de probar cuanto poseen y tener la experiencia del dinero. Eso es suficiente para mostrarnos la razón de la crisis religiosa actual. Los hombres han comenzado a descubrir que poseen mucho más de lo que las iglesias les pueden dar.
Creado del limo de la tierra – según la alegoría bíblica -, arrancado de las entrañas del reino mineral – según la teoría evolucionista espírita -, el hombre está todavía en formación, en desenvolvimiento, madurando con las experiencias que enfrenta en la existencia corporal. El cuerpo es su instrumento de evolución. Un instrumento vivo y activo que él necesita controlar con la fuerza del espíritu.
En la proporción en que avanza, el espíritu se impone al cuerpo y lo domina. La dialéctica de la evolución se convierte en él en un proceso consciente. Es él el único responsable por el éxito o el fracaso de su destino. Dios está en él, como un poder mantenedor y orientador, pero no punitivo. El mismo se castiga ante el tribunal de su conciencia. Cuando se dispone a poder vencer el mal. Nadie puede perdonar sus errores, disminuir sus faltas.
Dispone de la jurisdicción de sí mismo y supera su condicionamiento determinista por las decisiones de su libre albedrío. Juez y reo al mismo tiempo, puede juzgarse con pleno conocimiento de causa.
J. Herculano Pires
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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“Qué es y qué no es Espiritismo”
"Para opinar sobre una idea hay que estudiarla; estudiarla para comprenderla y comprenderla para juzgarla, y esto únicamente puede hacerse si acudimos a las fuentes originales".
Los postulados básicos del espiritismo son:
1) Existencia de Dios: La idea espiritista de Dios se distingue radicalmente de la concepción antropomórfica de las religiones, ya que no se lo concibe como un ser personal o mutable que premia o castiga, sino como la energía primaria y creadora del universo, arquetipo del Supremo Amor.
2) Preexistencia y supervivencia del espíritu: Existimos antes de nacer y continuamos viviendo después de la muerte. Todos los seres vivientes estamos dinamizados por un principio psíquico, asiento permanente de lo intelectual, indestructible e imperecedero que coexiste con el organismo corporal.
3) Reencarnación: El espíritu va utilizando diversos cuerpos a lo largo de su trayectoria progresiva. Va alcanzando nuevos conocimientos y experiencias a través de innumerables vidas sucesivas. Así, el pasado y el presente están enlazados en una relación causal, cuya comprensión es indispensable para el perfeccionamiento del Ser y para la construcción de su porvenir.
4) Mediumnidad: Es la facultad que poseemos los seres humanos (más agudizada en aquellos que llamamos médiums) para relacionar las humanidades visible e invisible, es decir, el mundo físico y el mundo espiritual. Por medio de la mediumnidad, se prueba experimentalmente la inmortalidad del alma. Se rectifican las falsas ideas del cielo, el infierno, penas o castigos eternos.
Recuperamos el contacto con seres queridos y recibimos valiosas informaciones e instrucciones por parte de variadas fuentes espirituales.
5) Pluralidad de mundos habitados: La vida no es un accidente, que excepcionalmente se produjo en La Tierra, sino que es una constante universal; No estamos solos en un universo infinito, eterno e ilimitado, sería un grosero antropocentrismo negar las posibilidades de vida en otros planetas, sistemas o galaxias, la cual, obviamente, habrá adquirido distintas formas de expresión o de relacionarse con su entorno, de acuerdo con sus propias circunstancias.
6) El Espiritismo es una ciencia experimental: Kardec definió el Espiritismo como "la ciencia que estudia el origen, la naturaleza y el destino del espíritu y sus relaciones con el mundo corporal"
El Espiritismo es científico porque se apoya en hechos demostrados y demostrables. Lo es porque su objeto de estudio es susceptible de ser analizado, registrado y controlado. Es científico porque aplica una metodología rigurosa y precisa y en sus conclusiones ha enunciado leyes de vigencia general.
7) El Espiritismo es una filosofía racionalista: Nos aclara nuestro origen y nuestro destino, proporcionándonos respuestas al por qué y para qué de nuestra existencia, sin apelar a expedientes sobrenaturales, ni a dogmas o fideísmos, haciendo por el contrario, de la razón la brújula para orientarnos.
Decía Amalia Domingo Soler "pon el dedo de tu razón, en la roca de tu conciencia y brotará el manantial de tu deber, que el cumplimiento de todos los deberes, es la suma de todas las felicidades"
8) El Espiritismo no es una religión: Recordemos con Kardec "El verdadero carácter del Espiritismo es el de una ciencia y no el de una religión". Toda religión se asienta en dogmas; admite lo sobrenatural; su vía de conocimiento es la fe; adopta ritos, cultos, liturgias, se organiza en iglesias, posee sacerdotes, jerarquías, etc.; mientras que el Espiritismo se respalda en la ciencia, excluye cualquier tesis sobrenaturalista, preconiza la razón como fuente del saber, no tiene ritos, altares, ceremonias, templos ni jerarquía.
9) El Espiritismo no guarda relación con ningún género de supersticiones: En el Espiritismo no hay prácticas de africanismos o ritualismos étnicos, religiosos, folclóricos o sincretismos, ni se hacen rezos, baños de plantas, consumo de aguardiente o tabaco, inhalaciones tóxicas, curaciones mágicas, maleficios o encantamientos.
10) El Espiritismo es una Ética Social: La filosofía y la ciencia Espírita encuentra su complemento en la Ética Espírita. No basta conocer los fundamentos de esta doctrina, es necesario que los relacionemos con nuestra vida para lograr la transformación moral que nos permita evolucionar.
Los conscientes espiritistas no podemos perdonarnos la más mínima negligencia en nuestros trabajos, ni estudios y sobre todo en la práctica de la caridad hacia otros hermanos, que también necesitan la luz que de Dios emana.
El espírita no debe ser ajeno a ninguna actividad social, y por tanto, con arreglo a su vocación y profesionalidad debe estar preparado concientemente para cumplir como tal, dejando sentado su principio dinámico, su ética, su amor por la causa espírita, ejemplarizando como se consigue una sociedad culta, progresiva y feliz.
Porque el Espiritismo no se reduce a la fría experimentación de un laboratorio, ni se limita a razonar lo inductivo o deductivo. Lo científico y lo filosófico se proyectan en lo ético y en lo moral, mostrando así el prototipo de hombre nuevo, que el Espiritismo en capaz de formar.
AMALIA DOMINGO SOLER
El estudio razonado del Espiritismo, es de imprescindible necesidad para los que sufren, porque no hay ningún ideal religioso o filosófico que de contestación satisfactoria a la pregunta que le hacen los desgraciados.
Yo bien preguntaba a Jesús la causa de mi infortunio y uno de sus "intérpretes", un pastor evangélico me respondía:
- "No te impacientes, no te desesperes, no profundices cuestiones que nunca comprenderás: ama a Dios, cree en la divinidad de Jesús, resígnate con el peso de tus culpas y no murmures.
- Pero señor- decía yo con impaciencia- ¿qué culpas son esas, si a los ocho días de nacer me quedé ciega?, ¿qué culpa pagaba yo entonces, si no tenía tiempo de haber pecado?
- "Sería para mortificación o escarmiento de tu madre"
- ¿por qué habría de servirle yo de tormento sufriendo dolores que no merecía, puesto que aún yo era impecable?
- "Nadie hay impecable, puesto que tiene el pecado de origen, originario de sus primeros padres, de Adán y Eva, que no obedecieron los mandatos del Señor".
- y entonces, si todos son pecadores, ¿no se quedan ciegos todos, mancos, mudos, cojos o tullidos? Bien hay personas que no sufren el menor quebranto en su salud.
-"Tienen penas en otro sentido"
- Y el que, como yo, las ha tenido físicas y morales desde que nací, ¿porqué para unos la luz y para otros la sombra?
-" Hay misterios que el hombre no sabrá jamás, sigue con tu cruz las huellas de Jesús y un día entrarás con él en el reino de los cielos".
Este era todo el consuelo y la esperanza que me daba la religión de la Reforma, el Ateísmo me ofrecía el suicidio como único puerto de salvación, así es que, la religión me dejaba en brazos de la mendicidad, sin más porvenir que vivir de limosna, un asilo para la vejez y un hospital para morir y el ateísmo me ofrecía la muerte, la nada, el no ser; El Espiritismo, en cambio; me dijo:
HASTA EL ÚLTIMO SEGUNDO DE TU ACTUAL EXISTENCIA PODRÁS TRABAJAR EN BIEN DE LA HUMANIDAD Y EN EL PROGRESO DE TU ESPÍRITU; NO ERES MÁS DESGRACIADA QUE LOS OTROS POR TENER LA RAZA DE LOS DESHEREDADOS, TAL CASTA NO EXISTE MÁS QUE EN LA MENTE CALENTURIENTA DE LAS RELIGIONES DEICIDAS, QUE SIEMPRE LES HA CONVENIDO CREAR SIERVOS DEGRADADOS PARA MANTENERLOS EN LA IGNORANCIA Y EN LA HUMILLACIÓN.
El Espiritismo es luz y sombra, es vida y es muerte; es la razón natural iluminando todo cuanto existe. Para estudiar el espiritismo no se debe nunca abdicar del propio criterio, no se debe considerar a los espíritus como los creyentes de la religión Católica Apostólica Romana, que conceptúan a su confesor como si fuera la imagen de Dios en la Tierra, dejando que él piense por ellos. No, las comunicaciones deben leerse y examinarse detenidamente si son escritas y escucharlas con atención profunda, si son parlantes, y siempre que los espíritus aconsejen el fiel cumplimiento de todos los deberes, el afán por el trabajo y el deseo del bien universal, no deben aceptarse sus consejos si en ellos demuestran parcialidad y tienden hacia la desunión entre la familia o determinados amigos.
Si al espiritismo se le considera como una nueva religión, si se convierten los espíritus en otros tantos ídolos y los médiums en sacerdotes, es mejor, es preferible mil y mil veces, ignorar siempre la vida de ultratumba para evitar obsesiones y subyugaciones de fatalísimos resultados.
Así que nuestro mayor afán debe ser la difusión de un espiritismo claro, basado, como ya hemos dicho, en el estudio razonado, siguiendo las enseñanzas de Allan Kardec, de Amalia Domingo Soler, León Denís así como de otros muchos más serios autores que nos han dejado su herencia más valiosa, una fuente de conocimiento inmejorable e impecable por su transparencia absoluta, por ello, no debemos decepcionarlos y continuar con la proclamación de un Espiritismo tan racional como el que ellos han dejado en nuestras manos, porque el Espiritismo nos ha enseñado que lo más valioso que tenemos es la libertad de pensamiento, demasiado valiosa como para dejarla en manos de otros que piensen por nosotros como han pretendido todas las religiones, y asumir las respuestas dadas por otros en vez de comprobarlas por nosotros mismos.
Decía Kardec que más vale descartar nueve verdades que asumir una sola mentira.
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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