domingo, 27 de julio de 2014

El sentido de la existencia fenoménica




¿Qué nos indican los fenómenos Paranormales?.-

La principal deducción que se obtiene de la realidad de todos estos fenómenos, es la existencia de otra dimensión diferente de la nuestra , como Seres humanos, así como de la existencia y continuidad del mismo en esa otra dimensión, en donde sigue existiendo el Ser humano tras su muerte. Por todos estos fenómenos podemos deducir que después de nuestra muerte, seguimos existiendo o algo de nosotros sigue existiendo de forma diferente a como existimos ahora, y esto es precisamente lo que desde siempre han intuido los pueblos, con sus brujos, chamánes, y profetas que trataban de demostrarlo mediante sus mediaciones y sortilegios.
Esta fenomenología nos lleva a comprender que somos algo mas que materia; conocemos que ella queda en la sepultura y se disgrega al paso del tiempo, pero no así la energía mental que tenemos, la fuerza de voluntad, la inteligencia, la mente, los sentimientos, la voluntad que obraban en ella, el espíritu en definitiva.
También vienen a ser una llamada de atención para que el hombre piense y razone sobre el por qué y el para qué de los mismos, y comprenda que tras esta vida terrenal que siempre es efímera por larga que parezca, detrás hay una forma de vida diferente en otra dimensión o forma existencial, que llamamos dimensión espiritual o planos espirituales .
Por último solo me queda añadir que los fenómenos paranormales no son un “invento moderno”, pues estos siempre existieron como algo normal y cotidiano entre los primeros núcleos humanos, y más tarde fueron tenidos como milagros por las religiones, simplemente a causa del desconocimiento de las leyes físicas o naturales de otra índole que intervenían en ellos. Este es por ejemplo el caso de las apariciones de fallecidos, de dioses o demonios, los fenómenos de Polstergeist, etc.. Por si mismos, estos fenómenos evidencian que los Seres humanos somos mucho más que un cuerpo de carne y huesos que se mueve y deambula sin mucho sentido en su camino por este mundo, ignorando el sentido existencial de nuestras vidas, a pesar de que nos vanagloriamos de nuestra superior inteligencia.

José Luis Martín
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La Ciencia es un ideal. La de hoy corrige a la de ayer, y la de mañana a la de hoy”
- José Ortega y Gasset - 
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EL CONOCIMIENTO ESPIRITA ES LIBERADOR


Me deprime la monótona estupidez instituida de
Cruces, calvarios, Cristos, columnas destruidas y ángeles
Llorando, como si la muerte, nivelando a los muertos,
sólo mereciese moldes viles y convencionales.”Marques Rebelo1


Alrededor del año 1970, cuando el conocimiento espírita aun no nos felicitaba la noche oscura de la ignorancia, manteniéndonos, por consiguiente, en un total alejamiento acerca de la trascendencia de la vida, a pesar de que trajesen la personalidad revestidas de espíritu religioso.
En tanto, la creencia que hasta entonces profesaba, apuntaba el más allá de la tumba con teorías tan anémicas y flojas que el panorama se nos antojaba como si fuera una gran incógnita nublada, misteriosa, impenetrable, desconocida y porqué no decir: ¡tenebrosa!...
En aquella ocasión, acompañando el entierro de una persona conocida, quedamos deambulando entre las tumbas y dimos con una sepultura adornada con un ángel de grandes alas, portando en las alas una faja con la siguiente inscripción: “Ayer yo fui lo que eres, y mañana serás lo que yo soy”.
La frase me afectó tanto que pasada varias décadas aun la tenemos nítida en la mente, así como la expresión desconsolada y frustrada de aquel ángel.
Ahora, con el conocimiento Espírita ya podemos responder al ángel con la misma frase, porque la reencarnación trae de vuelta a los que se fueron para el más Allá.
¡Es preciso ser muy ciego y obtuso para creer en algo tan ilógico como la unicidad de la existencia!... No podemos acomodar la Justicia Divina y la bondad de Dios en tan insulso concepto.
El Espiritismo es el Sol de la Espiritualidad Mayor esclareciendo los panoramas existenciales. Ellos nos revelan que el nacimiento y la tumba no son el inicio ni el fin de nada, sino, tan solamente dos estaciones de la vida que es imperecible.
El vigor de la incredulidad y del materialismo no tiene otra fuente energética sino en las empobrecidas religiones medievales incrustadas en sus anquilosados dogmas.
Cuando el Conocimiento Espírita conquiste su definitivo espacio (y de eso no podemos dudar porque El es de origen Divino), la Humanidad nunca más pintará la muerte con paños rojos y lacrimosas ceremonias fúnebres, ya que, en general, la muerte física marca una etapa más vencida en el largo camino evolutivo y sólo debe ser motivo de alegría y alivio para quien trae la conciencia tranquila de una vida recta y del deber cumplido.
Allan Kardec estudia hasta la extenuación este tema en el libro: “El Cielo y el Infierno”, capítulo II de la primera parte ítems 1 al 10. Saquemos de ahí algunos extractos para nuestros comentarios:
(...) Para liberarse del temor de la muerte es menester poder encararla bajo su verdadero punto de vista, esto es, haber penetrado por el pensamiento en el mundo espiritual, haciendo de el una idea tan exacta como posible, lo que denota de parte del Espíritu encarnado un tal o cual desenvolvimiento y aptitudes para desprenderse de la materia.
En el Espíritu atrasado la vida material prevalece sobre la espiritual. Apegándose a las apariencias, el hombre no distingue la vida del cuerpo, esté sin embargo en el alma la vida real; aniquilado aquel, todo se le figura perdido, desesperante.
Si, al contrario, concentramos el pensamiento, no en el cuerpo, sino en el Alma, fuente de la vida, ser real a todo sobreviviente, lastimaremos menos la perdida del cuerpo, antes fuente y miserias y dolores. Para eso, no obstante, necesita el Espíritu de una fuerza sólo adquirida en la madurez.
El temor de la muerte deriva, por tanto, de la noción insuficiente de la Vida Futura, aunque denote también la necesidad de vivir y el recelo de la destrucción total: igualmente el estimula un secreto anhelo por la sobrevivencia del alma, velado aun por la inseguridad.
Ese temor disminuye, a medida que la seguridad aumenta, y desaparece cuando esta es completa.
He ahí el lado providencial de la cuestión. Al hombre no suficientemente esclarecido, cuya razón mal pudiese soportar la perspectiva muy positiva y seductora de un futuro mejor, prudente sería no deslumbrarlo con tal idea, ya que por ella pudiese ser negligente en el presente, necesario a su adelantamiento material e intelectual. Este estado de cosas es entretenido y prolongado por causas puramente humanas, que el progreso hará desaparecer. La primera es el modo con que se insinúa la Vida Futura, modo que podría contentar a las inteligencias poco desarrolladas, pero que no conseguiría satisfacer la razón esclarecida de los pensadores referidos. Así dicen estos: “Desde que nos presentan como verdades absolutas principios contestados por la lógica y por los datos positivos de la Ciencia, es que ellas no son verdades”. De ahí, la incredulidad de unos y la creencia dudosa de un gran número.
La Vida Futura les es una duda vaga, antes una probabilidad que una certeza absoluta; creen, desearían que así fuese, pero a pesar de eso exclaman: “¡Si todavía así no fuera! El presente es positivo, ocupemosno de el primero, que el futuro a su vez vendrá”. Y después, añaden, ¿definitivamente qué es el Alma? Un punto, un átomo, una chispa, una llama? ¿Cómo se siente, ve o percibe? Es que el Alma no les parece una realidad efectiva, sino una abstracción.
Los seres que le son queridos, reducidos al estado de átomos en su modo de pensar, están perdidos, y no tienen más a sus ojos las cualidades por las cuales se les hicieron amados; no pueden comprender el amor de una llama en la que ella podamos tener. Se justifica así la preferencia a lo positivo de la vida terrestre, que algo posee de más sustancial; y es considerable el número de los dominados por este pensamiento.
Añadamos aun la circunstancia de todo en las costumbres concurridas para lamentar la perdida de la vida terrestre y temer el pasaje de la Tierra al Cielo. La muerte es rodeada de ceremonias lúgubres, más propias a infundir terror que a provocar la esperanza. Si describen la muerte, es siempre con aspecto repelente y nunca como un sueño de transición; todos sus emblemas recuerdan la destrucción del cuerpo, mostrándolo hediondo y descarnado; ninguno simboliza el alma desembarazándose radiante de las cadenas terrestres. La partida para ese mundo más feliz sólo se hace acompañar del lamento de los sobrevivientes, como si una inmensa desgracia alcanzara a los que parten; diciéndoles eternos adioses como si jamás debiesen volver a verlos. Se lastima por ellos la pérdida de los goces mundanos, como si no fuesen a encontrar mayores goces en el más allá de la tumba.
¡Que desgracia, dicen, morir tan joven, rico y feliz, teniendo la perspectiva de un futuro brillante! La idea de un futuro mejor apenas toca de leve el pensamiento, porque no tienen en él raíces. Todo concurre así, para inspirar el terror de la muerte, en vez de infundir esperanza.
Sin duda que mucho tiempo será necesario para el hombre se deshaga de esos preconceptos, lo que no quiere decir que esto no suceda, a medida que su fe se fuera afirmando, al punto de concebir una idea más sensata de la vida espiritual”.

( AUTOR DESCONOCIDO )
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TRANSICIÓN PLANETARIA


INTRODUCCIÓN 




  Para que los hombres sean felices en la Tierra es preciso que ella sea poblada por espíritus buenos, tanto encarnados como desencarnados, que sólo quieran el bien. Dado que esos tiempos han llegado, en la actualidad se lleva a cabo una gran emigración entre sus habitantes. Allan Kardec. La Génesis, “La Nueva Generación” Cap. XVIII 27 y 28. 


  A finales del año 1985 comenzamos la publicación de una sección titulada “SÍNTOMAS DEL CAMBIO DE CICLO”, en la que pretendíamos hacer un análisis profundo de aquellas circunstancias y acontecimientos que pudieran aproximarnos a la confirmación de que efectivamente nos encontrábamos a las puertas de esa Nueva Era tan preconizada desde la venida del Maestro.

    En esos momentos apenas se hablaba, o mejor dicho apenas se le daba importancia en los medios de comunicación, y por ende en los medios espiritistas, a este hecho, era algo que se suponía muy lejano; algo que sabemos que tiene que venir, porque de ello advierte la Doctrina de los Espíritus, pero que siempre se dejaba en un segundo lugar.

  Esta redacción, sin embargo, siempre le ha dado una transcendencia e importancia muy significativa. El establecimiento de una nueva época, de un nuevo orden de cosas, vivir presencialmente una transición como la anunciada no es algo simple, no es una experiencia de segundo orden, es algo, pensamos, vital, y a lo que hay que darle la importancia adecuada y que se merece.

 A todo en esta vida hay que prestarle el estudio, el análisis y la importancia debida, dejando a un lado los fanatismos y la fantasía, pues si no lo hacemos así pueden pasar a nuestro lado acontecimientos y experiencias que quedarán desapercibidas y no tendremos la oportunidad de sacarle el jugo y las enseñanzas que nos pueden reportar.

  El espiritismo como doctrina, no tiene temor de enfrentarse a ningún análisis, al contrario está para aclarar, para interpretar, para arrojar luz, comprensión y entendimiento, en cualquier aspecto de la vida en nuestra sociedad, ya sean aspectos científicos, filosóficos, religiosos etc., el espiritismo como anunció Allan Kardec ha de andar con los tiempos, ha de evolucionar y asimilar e incorporar a su doctrina todo aquello que la humanidad como fruto del progreso vaya descubriendo y desarrollando.

  Nada escapa al análisis y razonamiento del espiritismo, como doctrina es la herramienta más completa que tenemos a nuestra disposición para que seamos capaces de dilucidar todo aquello que es positivo para el progreso de la humanidad y descartar aquello que significa lo contrario; estancamiento, degradación, etc.

  No debemos quedarnos anquilosados, hemos de ser valientes y transmitir claridad de ideas, razonamiento y frescura en nuestra interpretación de los momentos que vivimos y que nos afectan a todos, tenemos que atrevernos a saber dar las respuestas y las explicaciones que la sociedad pueda demandarnos, y en este sentido no cabe duda que una de las claves que vamos a vivir de aquí en adelante es la comprensión de la transición que ya ha comenzado.

  Esta transición planetaria no hemos de tomarla a la ligera, no es algo trivial, podemos estar jugándonos parte de nuestro futuro aquí y ahora, en estos momentos.

  ¿Qué importancia creemos que le dan a este aspecto desde el plano espiritual?
 ¿Acaso no estarán tomando las medidas oportunas y llevando a la práctica aquellas acciones que desde la supervisión del Maestro Jesús se tengan que llevar a cabo?

  Hemos de analizar los acontecimientos que estamos experimentado, por un lado a nivel geológico, tales como las catástrofes naturales, el cambio climático; por otro los cambios sociales, tales como la globalización, las crisis en lo económico, político y social, y sus consecuencias que se manifiestan sobre todo en las guerras y actos de terrorismo que causan todos los años miles de vidas sesgadas, arrojando a la miseria a miles de familias.


  Las profecías del Evangelio también son otro campo a investigar y dilucidar, es preciso desvelar si coinciden con nuestro tiempo. Si el espiritismo es el Consolador Prometido, no debemos andar muy lejos de su cumplimiento.

  Por otro lado entender qué tiene que ver en todo esto el fenómeno ovni-extraterrestre:

  .    ¿Tiene algún significado espiritual?
  • ¿Aporta algo a la doctrina? 
  • ¿Aporta algo a la nueva humanidad que se tiene que establecer? 
  • ¿Qué tiene que decir el espiritismo a este respecto? 
  • ¿Existe alguna opinión oficial en torno a la visita de seres extraterrestres a nuestro planeta? 
  • ¿Vienen sólo con materia, o pueden venir también espiritualmente? 

 En fin son muchas las preguntas, y a todas ellas hay que encontrarles respuestas, puesto que el espiritismo sin lugar a dudas las tiene, otra cosa es que nos hayamos parado más o menos a investigar y reflexionar en este campo, o que lo hayamos descartado por considerarlo algo de dudosa importancia.

  El libro Transición Planetaria psicografiado por Divaldo Pereira Franco, publicado recientemente, arroja muchísimas aclaraciones a este respecto, recomendamos su lectura y análisis profundo pues ofrece muchísimas respuestas en relación al tema que estamos tratando. En la presentación de esta obra el espíritu Manuel Filomeno de Miranda dice así:

  Contribuyendo en la gran obra de regeneración de la Humanidad, espíritus de otra dimensión se sumergen en las sombras terrestres, a fin de que junto a los dignos misioneros del amor y de la caridad, de la inteligencia y del sentimiento, que protegen a los seres terrestres, puedan modificar los paisajes aflictivos, facilitando el establecimiento del Reino de Dios en los corazones.

 L.R.K- ( Grupo Villena )

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