lunes, 5 de mayo de 2014

León Denis (espíritu), nos sigue diciendo....


        
  EL APOSTOL DEL ESPIRITISMO, LEÓN DENIS,  NOS ENSEÑA DESDE EL MÁS ALLÁ.

Cercano a nuestro Círculo, Léon Denis, el infatigable defensor del espiritismo, no ha dejado de manifestarse a nosotros desde su más allá. Les sugerimos conocer más a este espíritu y encontrarnos un momento con aquel cuya mirada esclarecida ha sabido transmitirnos toda la flama ardiente de su compromiso. Él ha venido a hablarnos de varios temas: el objetivo del espiritismo, el compromiso espírita, Dios, la hermosura de la Naturaleza, el celtismo, la turbación vivida después de la muerte, la clarividencia, la psicometría, el suicidio, etc. A través de algunos extractos de mensajes, compartiremos con ustedes la reflexión de este espírita  comprometido, convertido en espíritu cuya preocupación es instruirnos siempre sobre lo que es posible realizar y sobre nuestro porvenir.

El espiritismo como respuesta filosófica al sentido de la vida

Extractos de mensajes:

En esta época, donde muchos hombres tienen miedo al porvenir, creo efectivamente que es preciso comprometerse, luchar, manifestar su voluntad de vivir con amor e inteligencia. Creo que la fórmula espírita responde a la angustia de vuestra época y que el sentido del deber, sin que signifique “obediencia ciega”, llama a compartir una verdad, siempre mejor definida cuando aceptáis oírnos”. “

 Desde los tiempos heroicos del espiritismo, la Tierra no ha conocido sino la tormenta guerrera, el odio racial y el desprecio por el sentido de la vida en pro del dinero. Más vale decir que todos nuestros ideales de antaño han caído en el olvido de la historia, y que los valores humanos han cedido el paso a los valores mercantiles. Las ciencias y las técnicas se han desarrollado en la Tierra y me alegro por eso, el dominio de las energías es una prueba incontestable del genio humano. La mala suerte ha querido que predomine la inferioridad moral de los Espíritus de la Tierra, y que el tecnicismo así desarrollado no esté al servicio de todos, en el alivio de las miserias, sino para el bien de algunos convertidos en consumidores del “progreso”, sin preocuparse por las leyes de la naturaleza, el compartir y el amor…”.

“… El retroceso de la espiritualidad ha desprovisto a la evolución científica de todo sentido moral. Es así como, progresivamente, el materialismo ha penetrado las conciencias y los métodos de producción social se han apartado de la indispensable justicia evocada por todos los misioneros de Dios…”.

“… Vuestro mundo no puede continuar mucho tiempo más pisoteando su filiación divina, y los muertos tienen como deber despertar a los vivos. Así, la manifestación de los Espíritus en la comunidad humana, debe ser un llamado permanente al sentido moral de la vida. Así, después de más de un siglo, el fénix debe renacer de sus cenizas. No es necesario que nuestro trabajo, de nosotros, los descubridores del espíritu, los exploradores del más allá, se ahogue en el río de la ignorancia y del tiempo que pasa…”.

A la ignorancia, es preciso responder con la cultura, al fanatismo con la razón, al egoísmo con el amor, al ateísmo con el espiritismo. Actualmente vosotros vivís en la Tierra, una mutación que no tiene comparación alguna. La electrónica, la física, la cibernética y la biología no pueden escapar, y no deben escapar, a la ética espiritual de la vida…”

El carácter único de la revelación espírita

He aquí otro extracto, donde el espíritu Léon Denis evoca el carácter único de la revelación de los Espíritus: “… El espiritismo es la única, sí, la única filosofía en la Tierra que no es resultado de la reflexión de un hombre o de un grupo de hombres, sino el resultado de la reflexión y el conocimiento de los desencarnados, vulgarmente llamados «los muertos». El espiritismo es pues un conocimiento como no existe ningún otro, pues los Espíritus que os hablan, os guían y os protegen, se hallan en un estado tal que sus percepciones sobrepasan todas las posibles percepciones que podéis tener en estado humano. Allí, donde nos hallamos, podemos discernir mejor el bien del mal. Allí donde nos hallamos, podemos entrar en contacto con fuerzas que también son superiores a nuestros Espíritus que sin embargo ya os guían. Podemos transmitiros pues un conocimiento infinito. El espiritismo jamás ha sido tan justo, tan verdadero, tan pertinente, tan contemporáneo y tan moderno como en vuestro mundo actual, donde se plantean todas las preguntas y donde la ciencia materialista ya comienza a vislumbrar sus límites…

El más allá que se manifiesta por todas partes

Luego Léon Denis evoca, a través del siguiente mensaje, la manifestación de los Espíritus que, en todas partes del mundo, buscan llamar la atención de los hombres sobre la supervivencia del alma.

“… Penetramos en la cotidianidad de cada uno. Entramos a las casas. Golpeamos las paredes de esas casas. Desplazamos los objetos. Provocamos la conciencia de todos en su sueño. Aportamos nuestra luz por no decir nuestra luminosidad. Nuestros fantasmas vivos se manifiestan en múltiples lugares y sin embargo el hombre calla, y sin embargo el hombre no se atreve a decir que existimos. El hombre se oculta, el hombre se esconde, el hombre se obliga a olvidar y ocultar lo que aprende y lo que ve. El orgullo ciega la naturaleza de los hombres. El orgullo impide nuestra verdadera presencia…”

Comprender un hecho social: el suicidio

En el siguiente extracto de mensaje de 1989, Léon Denis aporta un punto de vista espírita sobre un flagelo que con frecuencia suscita desconcierto e incomprensión. Se trata del suicidio:

… estamos frente a un problema real que no puede resumirse en una respuesta moral simplista. Dios no prohíbe el suicidio, ya que sólo el hombre es responsable ante su muerte. El suicidio no es pues un acto inmoral y no debe ser considerado como una infracción, una falta o incluso, hasta un pecado. El suicidio es un estado de desamparo enfermizo cuyas causas son a menudo ajenas al sujeto que cometerá esa acción. Las principales causas del suicidio son las siguientes: falta de amor; desmejora en el trabajo, si ese trabajo es envilecedor, repetitivo que vuelve esclavo al espíritu; el sentimiento de inutilidad en una sociedad no igualitaria que no reconoce el valor de un hombre sino su éxito financiero, tildando al otro de «fracasado», este adjetivo hace mucho daño y mata; el sentimiento de inferioridad, marcado por el odio social y el rechazo a las diferencias; y por último, el despertar repentino de una vida anterior, ya suicida, pueden llevar a una neurosis obsesiva que conduce al acto. Es pues tiempo de considerar la desesperación como un llamado a la esperanza, de considerar el suicidio como una enfermedad del alma que se ahoga en el cuerpo social. No afirméis jamás vuestro porvenir en este campo, pues la ausencia de amor es una enfermedad que acecha a todos los hombres. El hombre tiene el deber de vivir su encarnación, pero el hombre no es nada en el abandono, en el desprecio y en la soledad. La respuesta a la calamidad suicida es pues una respuesta profundamente amorosa. Debe proceder de los individuos, pero también de los Estados, de las sociedades que éstos representan y de las leyes que ellos deciden. Quiero imaginar con vosotros una sociedad de amor que no pueda sino retener al hombre en la responsabilidad de su vida física y no lo empuje hacia la muerte como una herramienta inútil que estorba. En cuanto al trastorno palingenésico que puede llevar al hombre a darse muerte, debe encontrar su respuesta en el desarrollo de un psicoanálisis de tipo reencarnacionista que sea reconocido por toda la profesión médica.
No he venido a daros una solución a este grave problema, pero he venido a traeros una respuesta. De ahora en adelante, si se le pregunta al espírita su posición ante el suicidio, responderá ante todo que es el crimen de los otros y no la falta de uno solo”.

Concluiremos este encuentro, con las palabras encarnadas de Léon Denis en 1885 en El Porqué de la Vida. El extracto está tomado de su abundante literatura espírita que les invitamos a descubrir; allí se expresa toda su alma poética: “Es a vosotros, oh mis hermanos y hermanas en humanidad, a vosotros todos a quienes el fardo de la vida ha encorvado, a vosotros a quienes las ásperas luchas, las preocupaciones y las pruebas han agobiado, a quienes dedico estas páginas. Es a vuestra intención, afligidos y desheredados de este mundo, que las he escrito. Humilde pionero de la verdad y del progreso, he puesto en ellas el fruto de mis desvelos, mis reflexiones y mis esperanzas, todo lo que me ha consolado y sostenido en mi marcha por este mundo. Podéis encontrar allí algunas enseñanzas útiles, un poco de luz para iluminar vuestro camino. Pueda esta modesta obra ser para vuestro espíritu entristecido lo que la sombra es al trabajador quemado de sol, lo que es, en el árido desierto, la fuente límpida y fresca, que se ofrece a la mirada del viajero aturdido”.

EMMANUEL POCHEUR
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 " Vuestro mundo no puede permanecer por mucho tiempo más, pisoteando su filiación divina, y los muertos tienen la obligación de despertar a los vivos. Así, la manifestación de los espíritus en la comunidad humana, debe ser un llamado permanente al sentido moral de la vida."
- León Denis (Espíritu) -

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                   ANTE  EL MIEDO, MANTENGAMOS LA FE EN DIOS.

El mayor temor de quien tiene empleo, hoy, es perderlo. El despido es traumático, sin duda, y para muchos es más trágico, aun, que quedar viudo o divorciado, en consonante estudio divulgado, recientemente, en Alemania. Durante 20 años, la pesquisa analizó el nivel de satisfacción de centenares de alemanes. El estudio anotó una tendencia en el nivel básico de la felicidad de una persona común, esencialmente, permanece el mismo durante toda la vida adulta.

En otra pesquisa, realizada con trabajadores de varias empresas, afectados por disturbios psíquicos, fueron observadas “las manifestaciones del desgaste mental en el trabajo e identificadas las variadas conexiones entre la vida laboral y las conexiones generales de la vida. De entre esos aspectos, el miedo surgió como factor importante de evaluación, ya que la sanción más temida, por todos los funcionarios afectados, era la dimisión”. (1)

Hay otros estudios que hacen referencias al proceso psicológico llamado “adaptación” – forma como los seres humanos adaptan su humor a las nuevas circunstancias – buenas o malas. Yannis Georgellis, de la Universidad de Brunel, en Inglaterra, que participó de la elaboración de un determinado estudio “dijo que sus conclusiones sugieren que el viejo dicho de que “el tiempo todo lo cura” puede ser verdadero en algunos casos.” (2) Su estudio refuerzas la tesis de otros trabajos que dicen que las personas se recuperan de los acontecimientos negativos, rápidamente. “Hay alguna literatura sobre personas que se tornaron parapléjicas que, cuando fueron entrevistadas pocos años después, tenían los niveles de felicidad de esta manera.” (3) De la misma forma, “hay estudios de personas que ganaron, la lotería y que no son más felices a largo plazo.” (4)

Una situación de crisis económica es agraviamiento de la inseguridad, como en los días de hoy, alteran las relaciones sociales, sobretodo en el trabajo. Hay, en esa coyuntura, una relación entre lo social y el trabajo, y el sujeto en la organización será afectado por eso, aumentando su miedo y sufrimiento.

Estudios realizados afirman que, una gran empresa o empresa súper moderna, solo existe lugar para súper empleados, que deben ser súper-hombres: bonitos, felices, altamente cualificados, que no cometan errores, en fin, perfectos y eso ya es una súper paranoia. Esas fobias coexisten con la culpabilidad, pues, difícilmente, el trabajador estará a la altura de las exigencias de la organización y del ideal que se procura atender. De este modo, el individuo, en las organizaciones, vive el sueño de omnipotencia y perfección, y la empresa, obviamente, sabe lidiar con esa fragilidad a su favor, cobrando, cada vez más, un proceso vil de robotización, de la conciencia de los más frágiles (los empleados). En esta sociedad alucinada por el tener y no por el ser, fácilmente, el miedo se instala en los temperamentos frágiles, en las constituciones emocionales de poca resistencia, al principio en el individuo, después, en la sociedad.

El exceso de tecnología generó ausencia de solidaridad humana, que provoca una avalancha de recelos.”(5) El modelo de relación de trabajo actual es cruel. El sujeto que, dentro de la organización, asiste a diversas dimisiones, ve varios de sus colegas ser “despedidos”, y tiene miedo de ser la próxima victima, sabe que la falta de protección es una de las causas de su angustia. En verdad, el mercado es volátil. Historias de desempleo de larga duración y de situaciones en que el trabajador no consigue volver para el mercado formal se repiten. Ante esa perspectiva, cada individuo deberá preocuparse con su seguridad, rompiendo con los lazos emocionales, exaltando el individualismo y aumentando la competición dentro de la empresa.

En esa situación de inestabilidad sociopolítica y económica, es común que los trabajadores no se acuerden de Dios, más urge reconocer que el Creador no olvida a los trabajadores, cuyas actividades dignas desenvuelven los valores reales del espíritu. Dios extiende a todos su misericordia. Es bien verdad que El nos da la respuesta que no siempre corresponde a nuestras expectativas. Sino, veamos: Pedimos lo que deseamos, más Dios nos da lo que precisamos.

Las “tempestades” (tempestades y furores) de la experiencia humana simbolizan las advertencias del Creador, señalándonos el cambio de rumbo. Simonetti recuerda que “La dolencia espiratoria, el hogar en desajuste, la dificultad financiera, la perdida del empleo, el accidente automovilístico, son situaciones constreñidotas que nos perturban. Pedimos la ayuda divina. Dios viene en nuestro auxilio, más es preciso que nos dispongamos a tomar el barco del futuro, dejando, en el pasado, viejas tendencias. Podemos considerar, en la misma secuencia, que: el tabaquismo afecta a los pulmones. La incomprensión conturba el reracionamiento afectivo. La indisciplina en los gastos hace rombos en las cuentas. La displicencia profesional resulta en dimisión. La irresponsabilidad en el transito favorece desastres”. (6) (grifamos)

La poca disposición de encarar nuestros errores y desaciertos, como causa de nuestras dificultades y problemas, neutraliza la acción divina a nuestro beneficio. En las crisis surgen cambios. Si no cambiamos con ellas, siempre nos sentiremos abandonados por Dios, incapaces de identificar el socorro divino. ¿Te sientes libre del miedo? Es ahí lo amargo de la cuestión, pues el temor es desarmonía y desintegración emocional. El miedo no existe solo bajo una sensación de ser punido, de perder el empleo, del in suceso, además de temor al propio miedo. El miedo es un sentimiento de gran inquietud, cuando estamos delante de un peligro real, un peligro imaginario o en una amenaza. Es, por tanto, un síntoma de inseguridad, proveniente de la falta de fe en Dios, en ciertas situaciones de la vida, más que precisan ser bien trabajadas en la mente cristiana.

Para nosotros, estudiosos del espiritismo, la solución para el miedo es, sin duda, “la fe que traspasa las montañas, mostrándonos el rumbo hacia la victoria. Es, igualmente, la certeza de la reencarnación, la certeza de que la vida terrenal no es más que un largo día ante la eternidad de la vida del espíritu. Somos seres pensantes e inmortales y, ante esas verdades, podemos enriquecer nuestra actividad mental, indefinidamente, rumbo a los objetivos superiores. Podemos desenvolver recursos que nos conduzcan a un reracionamiento humano y social, a través del trabajo solidario y fraternal, aprendiendo a entender los dolores y angustias de nuestros compañeros, a tener compasión, y finalmente, “a amar al prójimo como a nosotros mismos”. Fundamentalmente, la fe debe apoyarse en la razón, para no ser ciega.

En el mensaje del Maestro, aprendemos la lección de optimismo vivo, factor psicológico ese capaz de renovar nuestras tendencias, obstando que el miedo, la depresión y la angustia se apoderen de nuestra mente.

Si algún trabajador pierde el empleo, o si los amigos lo abandonan, otras oportunidades surgirán, otros amigos estarán presentes. “Y la dinamos generador de este optimismo es la fe. Si la situación fuera tan aflictiva que no observamos salida, confiemos y sigamos al frente con alegría, pues la vida eterna está a nuestro frente, y jamás estará solo aquel que contribuye para la construcción del reino de amor y de paz.”(7)

Confiemos, plenamente, en la Inteligencia Suprema que, providencialmente, administra la vida, sabiendo que El, la Causa primera de todas las cosas, es Soberanamente Bueno y Justo, y que en sus estatutos no hay espacios para injusticias. ¡Ciertamente, actuando así, al mirar para tras, tendremos una percepción diferente de los hechos que nos acontecieron y percibiremos que todas las experiencias, buena o malas, cooperan para nuestro bien, mediante las cuales el ser progresa siempre!

Merchita-
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Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que  pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio.
 Mahatma Gandhi
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ANTE LOS QUE PARTIERON


Ningún sufrimiento, en la Tierra, será tal vez comparable al de aquel corazón que se incline sobre otro corazón helado y querido que el ataúd transporta para el gran silencio. 
Ver la nube de la muerte estamparse, inexorable, en la fisonomía de los que más amamos, y cerrarles los ojos en el adiós indescriptible, es como despedazar la propia alma y proseguir viviendo… 
Digan aquellos que ya estrecharon en el pecho a un hijito transfigurado en ángel de la agonía; un esposo que se despide, procurando en balde mover los labios mudos; una compañera, cuyas manos consagradas a la ternura penden extinguidas; un amigo que se cae desfallecido para no erguirse más, o un semblante materno acostumbrado a bendecir, y que no consigue expresar nada más, sino el dolor de la extrema separación, ¡a través de la última lágrima!
Hablen aquellos que, un día, se inclinaron, abatidos de soledad, al frente de una tumba; los que se arrojaron en oración en las cenizas que recubren el último recuerdo de los entes inolvidables; los que cayeron, pasando de la salud, cargando en el seno el ataúd de los propios sueños; los que tantearon, gimiendo, la losa inamovible, y los que sollozaron de angustia, en lo adicto a los propios pensamientos, preguntando, en vano, por la presencia de los que partieron…
Todavía, cuando semejante prueba le toque a la puerta, reprima la desesperación y diluye la corriente de la amargura en la fuente viva de la oración, porque los llamados muertos son apenas ausentes y las gotas de llanto les fustigan el alma como lluvia de hiel.
También ellos piensan y luchan, sienten y lloran.
Atraviesan la faja del sepulcro como quien se desprende de la noche, pero, en la madrugada del nuevo día, se inquietan por los que quedaron... Les oyen los gritos y las suplicas, en la onda mental que rompe la barrera de la gran sombra y se estremecen cada vez que los lazos afectivos de la retaguardia se rinden a la información o se vuelcan para el suicidio.
Se lamentan en cuanto a los errores practicados y trabajan con ahínco, en la regeneración que les habla al respecto.
Estimúlate a la práctica del bien, repartiéndote los dolores y las alegrías.
Prejubílense con sus victorias en el mundo interior y consuelate en las horas amargas para que no te pierdas en el frío del desencanto.
Tranquiliza, de ese modo, a los compañeros que piden el Más Allá, soportando valientemente la despedida temporal, y hónrales la memoria, abrazando con nobleza los deberes que te legaron.
Recuerda que, en el futuro próximo que imaginas, respiraras entre ellos, comulgándoles las necesidades y los problemas, por cuanto terminarás también el propio viaje en el mar de las pruebas redentoras...
Y, venciendo para siempre el terror de la muerte, no nos será lícito olvidar que Jesús, nuestro Divino Maestro y Héroe de la Tumba Vacía, nació en una noche oscura, vivió entre los infortunios de la Tierra y expiró en la cruz, en una tarde pardusca, sobre un monte empedrado, pero resucitó a los cánticos de la mañana, en el fulgor de un jardín.


Emmanuel - Espíritu

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