Mamá, yo morí en un río....» fue la frase pronunciada hace algunos años por Felipe (nombre adoptado para esta narrativa) al pasar sobre un puente, causando una gran conmoción a su madre (que llamaremos Amelia). El niño, que desde muy temprano manifestaba un gran miedo al mar, en aquella ocasión tenía dos años de edad y su familia residía en la ciudad de Santos, litoral del Estado de São Paulo, Brasil. Hoy, Felipe tiene trece años y vive con su familia en la ciudad de Jarinu en el mismo Estado. No recuerda los detalles de la historia que contaba a sus atónitos padres: que había vivido en la ciudad de Campos de Jordão, que su nombre había sido Augusto Ferreiro, que trabajaba con herraduras de caballos y que había muerto en un accidente donde un automóvil modelo Gol color vino cayó en un río. Cuando era pequeño, Felipe contaba detalles de la referida ciudad que no podría haber conocido –como el clima frío y la gran cantidad de flores azules (hortensias) en las calles– puesto que su familia actual jamás estuvo allá.
El tiempo pasó y la familia de Felipe nunca tuvo la oportunidad de comprobar la veracidad de la historia. Hasta que en el mes de diciembre pasado, al asistir al programa «Espiritismo Vía Satélite», hoy llamado «Visión Espírita», en el canal ejecutivo de la Embratel, Doña Amélia conoció al entrevistado de ese domingo, el Dr. João Alberto Fiorini de Oliveira, comisario titular del Servicio de Registros Policiales para Investigaciones en Curitiba, Estado de Paraná. Y cuando supo que realiza investigaciones de casos de reencarnación, utilizando técnicas avanzadas, no tuvo dudas, envió un fax contando su historia y pidiendo orientación.
El Dr. Fiorini se interesó por el caso y se dirigió a la ciudad de Campos de Jordão en la semana de Navidad del año 2000 y después de buscar varias pistas del tal Augusto Ferreiro, no tuvo éxito. Consultó registros en la alcaldía, comisaría, cementerio, hospitales... y nada. Ninguna señal de Augusto Ferreiro. Hasta que pasando cerca del teleférico, en un punto de carrozas (que en Campos de Jordão desempeñan la función de taxi), decidió detenerse e indagar a los cocheros de mayor edad.
– Le pregunté a uno de ellos, llamado Antonio, si había conocido a un tal Augusto Ferreiro. El respondió que sí lo conocía. Me quedé asombrado.
Todo indicaba que se trataba de un caso paranormal, pero no de reencarnación, puesto que Augusto Ferreiro continuaba vivo. Entonces Fiorini llamó por teléfono a Amelia –madre de Felipe– y le contó lo que había sucedido. A su vez, Amelia le contó a Felipe, quien en ese momento tuvo una reacción inusitada: entró en un estado de profunda agitación, casi de pánico, al recordar al verdadero Augusto Ferreiro.
Frente a esta situación, Fiorini decidió ir en busca de ese personaje que, a esta altura de los acontecimientos, era la única persona capaz de descifrar el enigma. Volvió al punto de las carretas y después de hacer las debidas indagaciones, fue llevado a la residencia del referido señor.
En una casa simple, distante siete kilómetros del teleférico, Fiorini encontró a un anciano de 80 años que lo atendió con cortesía, pero bastante desconfiado. Entonces supo que Augusto Ferreiro era un sobrenombre. Su nombre verdadero era José Chagas, aunque nadie lo conocía como tal, ganó el apellido de Augusto cuando era un bebé, cuando otro niño que había nacido el mismo día que él –el verdadero Augusto– falleció dos días después. El «sobrenombre» Ferreiro (herrero en español) sólo vino más tarde, cuando pasó a trabajar con carretas, metales, herraduras. Después de realizadas las presentaciones, entabló el siguiente diálogo:
– Traje un texto –dijo Fiorini, entregándole el fax que la madre de Felipe le había enviado contando la historia– y me gustaría que usted lo leyera y me suministrara algunas informaciones.
– Este niño –prosiguió el comisario– dice que es usted. Está claro que es un malentendido, pero dígame, ¿existe alguien en su familia que murió ahogado en un río?
– No, no hay nadie, –fue la respuesta categórica–.
– Bueno... ¿entonces cómo se explica que un niño que nunca escuchó hablar de usted sepa su nombre, la ciudad donde vive y cómo es la misma, sin haber estado nunca aquí?
– No lo sé –respondió con sinceridad–. Yo no sé nada sobre ese asunto –concluyó–.
Fiorini agradeció y se despidió sintiéndose frustrado. Sin embargo, se enteró más tarde que la perplejidad no fue únicamente suya. Esa noche, el viejo Augusto Ferreiro no consiguió conciliar el sueño. Dijo posteriormente que le costó dormir y cuando lo logró, soñó con uno de sus nietos, Fernando, que no lo había visto hacía quince años.
Fernando era hijo de una de sus hijas, Cidinha, que vivía en Ubatuba, litoral norte de São Paulo. Lo que intrigó a Augusto fue el hecho de que el niño se presentaba de espaldas. Y según su creencia, eso sucedía cuando la persona con quien soñó había fallecido.
Al día siguiente, Augusto Ferreiro reunió a sus hijos y les contó toda la historia: que apareció en su casa un sujeto extraño, contando una historia igualmente extraña, de un niño que decía ser él y que había muerto ahogado.
Después, relató el impresionante sueño que tuvo con Fernando, que hacía mucho tiempo no veía y les preguntó si ocultaban algo sobre el nieto.
Los hijos se sintieron horrorizados. Confusos, le contaron a su padre que Fernando realmente había fallecido ahogado, hacía ya varios años, en el río Boi en Ubatuba, absorbido por un tubo al caer de un puente que el propio Augusto había ayudado a construir. En esa ocasión, la familia decidió esconder el hecho al abuelo para que no sufriera. Los hijos le confirmaron que Fernando no estaba más entre ellos.
Fue una conmoción general y Augusto Ferreiro decidió buscar al extraño que lo visitó la víspera para contarle el caso. Pero no sabía dónde encontrarlo. Decidió dirigirse al punto de las carretas y dejarle un recado para que Fiorini se lo entregue, en caso de que volviese a pasar por allí.
Y así sucedió, el día de Navidad, Fiorini volvió a la estación de las carretas llevando panetones y vinos para sus amigos cocheros. En ese momento recibió el recado de Augusto Ferreiro y fue a su encuentro, escuchando de su boca todo lo acontecido:
– Hace quince años mi hija Cidinha tuvo un problema de tuberculosis y yo fui a buscarla para hacerle un tratamiento aquí en Campos do Jordão. Ella vino y trajo a su hijo Fernando, que permaneció conmigo durante el período de su tratamiento. En esa época, otro hijo mío tenía un automóvil marca Gol color vino y ellos paseaban bastante por la ciudad; pero ese carro no cayó al río, fue destruido mucho tiempo después en un incendio. Yo construía juguetes y carretas para Fernando, que se encariñó conmigo y yo con él. Fue en esa ocasión que conoció las flores de la ciudad y el frío. Cuando su madre mejoró, volvieron para Ubatuba y después nunca más vi a Fernando. Mis hijos me contaron que poco tiempo después de volver a su casa, mi nieto fue a jugar al río cuando fue absorbido por un tubo, debajo de un puente que yo ayudé a construir y murió ahogado. Me habían ocultado la historia y solamente hoy me enteré de todo.
Las mismas huellas digitales
La historia de Felipe aparentemente termina aquí. A Fiorini le gustaría tener las huellas digitales de Fernando, nieto de Augusto Ferreiro, pero no será posible. Fernando falleció a los seis años de edad. Dos años después, reencarnó en la ciudad de Santos, donde recibió el nombre de Felipe. Si fuese posible comparar las huellas digitales de los dos niños... Fiorini está convencido de que serían idénticas siendo la prueba definitiva de la realidad de la reencarnación.
La polémica tesis del Dr. João Fiorini, que dice que cargamos las mismas huellas digitales de una encarnación a otra cuando el intercurso –tiempo entre una y otra encarnación– es relativamente corto.
Se sabe que no existen dos seres humanos con las mismas huellas digitales. Fiorini cita los estudios del fallecido médico Almeida Jr. que fue profesor de Derecho de la Facultad de San Francisco, en São Paulo y de Medicina Forense de la Escuela Paulista de Medicina. De acuerdo con los referidos estudios, en una relación sexual existen cerca de diecisiete millones de espermatozoides debatiéndose por fecundar uno de los óvulos de la mujer. Esto resulta en una impresionante cifra de posibilidades de combinaciones diferentes. Es por esa razón que existen escasas probabilidades de que dos personas tengan las mismas huellas digitales.
No obstante, existe en los Estados Unidos un servicio centralizado de registro de personas con cincuenta millones de individuos, todos con sus huellas digitales. Pero, siempre que ocurre una repetición de huellas digitales, una de las personas relacionadas al episodio ya falleció. Jamás la huella digital se repite entre personas vivas. Como los norteamericanos, de manera general, no creen en la reencarnación, todo no pasa de una fortuita coincidencia, asevera Fiorini.
Además, cuando el período entre las encarnaciones es prolongado, las huellas digitales acaban por sufrir la influencia genética de los padres del individuo reencarnado. Pero si la reencarnación ocurre poco tiempo después del desencarnación anterior, la posibilidad de que el periespíritu mantenga las huellas digitales inalteradas es bastante acentuada.
Divisor de aguas
Con la documentación de los casos que ha investigado y con los que se encuentran en proceso, el comisario João Fiorini pretende escribir un libro que será un divisor de aguas en la historia de las investigaciones científicas de identificaciones. La comprobación documental de la reencarnación, sin lugar a duda, dará un salto cualitativo no sólo en la investigación policial, sino también –y principalmente– en otras áreas del conocimiento científico con énfasis en la Medicina y Psicología.
Reinaldo Andrade
(Texto enviado por João Alberto Fiorini
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INVOCACIÓN - EVOCACIÓN
Estas dos palabras de ninguna manera son sinónimos perfectos, aunque tengan la misma raíz vocare: llamar; es un error emplear la una por la otra.
«Evocar es llamar, hacer venir hacia sí, hacer aparecer mediante ceremonias mágicas o encantamientos. Evocar almas, Espíritus, sombras. Entre los Antiguos, evocar era hacer salir las almas de los Infiernos para que atendiesen al llamado.
Invocar es llamar en sí o en nuestra ayuda a un poder superior o sobrenatural. Se invoca a Dios por la oración. En la religión católica se invoca a los Santos. Toda oración es una invocación. La invocación está en el pensamiento; la evocación está en el acto.
En la invocación el ser al cual os dirigís os escucha; en la evocación él sale del lugar en que se encontraba para venir a vosotros y manifestar su presencia.
La invocación sólo se dirige a los seres que suponemos lo bastante elevados como para asistirnos; en cambio, se evoca a los Espíritus inferiores tanto como a los Espíritus superiores.
«Moisés prohibió, bajo pena de muerte, evocar a las almas de los muertos, práctica sacrílega en uso entre los cananeos. El capítulo XXII del Segundo Libro de los Reyes habla de la evocación de la sombra de Samuel por la pitonisa».
Como se ve, el arte de las evocaciones remonta a la más alta Antigüedad; se lo ha de encontrar en todas las épocas y entre todos los pueblos. Antaño, la evocación era acompañada de prácticas místicas, ya sea porque las considerasen necesarias o para ostentar el prestigio de un poder superior, lo que es más probable.
Hoy en día se sabe que el poder de evocar no es de manera alguna un privilegio: pertenece a todo el mundo, y todas las ceremonias mágicas y cabalísticas no eran más que un vano aparato. Según los Antiguos, todas las almas evocadas, o se hallaban errantes o provenían de los Infiernos, que como se sabe, comprendían los Campos Elíseos tanto como el Tártaro; esa expresión no tenía entonces ninguna interpretación negativa.
En el lenguaje moderno, el significado de la palabra infierno (enfer) se ha restringido al de morada de los réprobos, de donde se sigue que a la idea de evocación se ha venido a agregar; para ciertas personas, la de Espíritus malos o de demonios.
Pero esta creencia se desmorona a medida que se adquiere un conocimiento más profundo de los hechos; por ello es la menos extendida entre todos aquellos que creen en la realidad de las manifestaciones espíritas: no puede prevalecer frente a la experiencia y ante un razonamiento exento de prejuicios.
Tomado del libro Vocabulario Espírita
Adaptación Oswaldo E. Porras Dorta
NOTA IMPORTANTE: Los lunes,miércoles y jueves a las 22,30 horas, pueden participar en el chat de la Federación Espírita Española.
Los viernes a las 23,00 horas se os invita a asistir a una conferencia en la misma sala.
Los domingos a las 21,00 horas tenemos la clase de Estudio del Espiritismo por el "Grupo espírita Sin Fronteras".dirigido por Carlos Campetti-
Y además recomiendo los Blogs:
El espirita albaceteño.- elespiritadealbacete.blogspot.com.es
Albacete espírita: espiritismoalbacete.blogspot.com.es
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