Ernesto Bozzano |
“Es tanto más importante puesto que son todavía numerosos los investigadores que continúan creyendo que, hasta ahora, nada se ha obtenido de importante y concordante, relativo a las modalidades de existencia espiritual.” Como el Espíritu comunicante dijera que, durante el período de la guerra estuvo encargado de asistir a los soldados que caían en los campos de batalla, le fueron pedidos esclarecimientos sobre este asunto y el respondió así: Llegan al mundo espiritual con los sentimientos que los dominaban en el momento de la muerte. Algunos creen estar todavía combatiendo: tienen que apaciguarse. Otros imaginan que se volvieron locos, al ver trasformarse de súbito el medio a su alrededor. Nada de esto os sorprenderá porque ya podéis imaginar en que terrible estado de tensión del espíritu, semejante a la locura, se desempeñan las batallas. Hay otros que piensan haber sido gravemente heridos sin haberse dado cuenta de eso. Y , de hecho, es eso lo que efectivamente les ocurrió, con la diferencia de que suponen haber sido transportados a un hospital de campaña y piden explicaciones sobre el estado en que se encuentran.
Tenemos primero que procurar distraerlos bromeando, y solo poco a poco llevarlos a comprender el verdadero significado del supuesto hospital en que se encuentran. Hay también los que acogen con real satisfacción la noticia de que ya murieron; estos son los que, en el transcurso de la vida horrible de las trincheras, traspasaron los límites extremos de lo que la sensibilidad humana puede soportar. Lo mismo no sucede con otros que dejan en el mundo padres a quienes aman con ternura; en este caso tenemos que conducirlos gradualmente a la realidad del estado en que se encuentran, con tacto y delicadezas infinitos. Muchos hay tan fatigados que ninguna energía más les queda para lamentar cosa alguna; esos no tardan en entrar en el período de sueño reparador. Hay finalmente los que tenían prevista la muerte inminente, al ver llegar el obús bajar desde lo alto; esperaban su fin con la explosión inevitable. Entre estos últimos muchos se cuentan de los que caen en el sueño en cuanto desencarnan; esto se produce cuando se hacían a la idea de que la muerte era aniquilamiento; el período de sueño reparador se adapta entonces inmediatamente a sus convicciones al respecto. Esos no necesitan explicaciones ni socorro hasta el término de su fase de reposo, que a veces puede prolongarse mucho tiempo cuando las convicciones, en lo tocante a la inexistencia del alma, estaban profundamente enraizadas...
En ese momento, dirigiéndose al experimentador, el Espíritu emite una observación sobre el modo en que su mensaje es trasmitido. Esa observación es muy significativa en el sentido de la autenticidad trascendental del comunicado en cuestión. Interrumpiéndose el Espíritu observa: “Verifico que consigo mucho mejor trasmitir mi pensamiento al médium, dejándolo libre de revestir con sus propias palabras lo que trasmito. ¿Notasteis que el estilo cambió de repente? Me limito ahora a comunicarle mi pensamiento, que su mentalidad recibe, asimila y reviste a su estilo literario bien conocido.”
Pregunta: ¿Caíste inmediatamente en el sueño?
Respuesta: No, necesitaba antes de todo cuidados porque yo comprendí la suerte que me esperaba.
Pregunta: ¿Qué comprendiste?
Respuesta: Sabía que estaba gravemente herido y esperaba morir de un momento al otro. Sin embargo cuando la muerte se produjo no estaba seguro de lo que me pasaba. Me preguntaba a mí mismo si no estaría soñando. Ese sueño me parecía de todos modos muy agradable, puesto que me veía rodeado de atenciones y conmovedores cuidados. Entonces comencé a sospechar la verdad; pero los Espíritus que me asistían me habían colocado en un medio, que me parecía la sala de un hospital, provista de todos el confort moderno. Me trataban tan bien que ya no sufría; al final cerraron las ventanas diciendo a todo el mundo que era necesario dormir. Cuando desperté tuve la intuición nítida de que me encontraba en el medio espiritual.
Pregunta: ¿Te alegraste al saberlo?
Respuesta: En cierto modo si, ya que me había familiarizado con esa idea; además el hecho de estar rodeado de tantos cuidados era perfecto para reconfortarme. Ahora soy yo quien rodea de las mismas atenciones a mis camaradas que en tan gran número llegan al mundo espiritual...
En este punto el Espíritu se dirige al médium diciendo : “Transcribiste fielmente hasta la última sílaba que te comuniqué. En breve retornaré a mi mensaje, pero en este momento me retiro un poco y te dejo libre de conversar por tu cuenta...” El Médium: ¡Qué extraño que es! Percibo ahora al Espíritu por detrás de mi. Está aquí (indica el lugar). Experimento una sensación curiosa: me siento aquí donde se halla mi cuerpo y, sin embargo, tengo la sensación de tener en él (Espíritu) una parte de mí mismo. Ahora mismo su forma ocupa parcialmente el mismo lugar donde se hallan mi cabeza y mis hombros, pero también se prolonga un poco por detrás del límite de mi cuerpo. Me dice ahora que va a retomar la narración interrumpida. Continúa así el Espíritu: Cuando se sale del sueño reparador, las cosas cambian de aspecto; es un estado de alma difícil de explicar. Me esforzaré lo más que pueda para ser comprendido. Antes del sueño siempre se guarda la ilusión de ser todavía la misma persona que precedentemente. Ese estado de inseguridad genera lasitud, el Espíritu siente la necesidad de descansar, de dormir; cae finalmente adormecido. Durante el sueño transformaciones notables se producen; pero todavía no estoy en condiciones de esclarecerte a este respecto. Has de comprender que no se trata del sueño que conoces; es, de todos modos, la mejor analogía para darte una idea de ese estado, tanto más cuando no ignoras que incluso en el sueño fisiológico, se producen fenómenos que nadie llega a explicar.
En todo caso, cuando despierta el Espíritu se siente otro ser. Sabe que se encuentra en un medio espiritual y que es un Espíritu: tal y como cuando en el mundo de los vivos una persona da con la solución de un problema que le parecía insoluble antes de dormir. Los que desencarnan con la convicción de la existencia de la vida de ultratumba no necesitan dormir, al menos que lleguen al mundo espiritual agotados por una larga enfermedad, o deprimidos por una vida de tribulaciones. En la práctica, pocos hay que no necesiten un período de sueño más o menos largo. La duración de este período y la profundidad del reposo dependerán de la dificultad que el espíritu siente para adaptarse a las nuevas condiciones. Voy ahora a decirte las impresiones que experimenté al despertar del sueño. Ya no se tiene más la impresión de estar soñando. Los Espíritus muy inferiores que permanecen ligados a la Tierra no gozan del beneficio del sueño reparador; por consiguiente perseveran en la ilusión de estar todavía vivos y presas de extraño sueño. No olvides pues, que los Espíritus ligados a la Tierra, o los Espíritus “asombradores”, son los que viven perpetuamente en esa ilusión... Una enorme curiosidad es el primer sentimiento que asalta a aquel que despierta con plena conciencia de lo que somos y del lugar donde nos encontramos, esto es, sabiendo que somos Espíritus supervivientes a la muerte del cuerpo y que nos encontramos en otro plano de la existencia. Esa curiosidad va acompañada normalmente de un gran deseo de explorar el nuevo medio, de saber más a su respecto. Verificamos primeramente que hay, alrededor de nosotros, “cosas”; es la primera observación que nos llena de admiración, tanto más cuanto esas “cosas” nos parecen de la misma naturaleza que las que conocemos en la Tierra, aunque también parezcan diferentes, pero de un modo difícil de comprender.
Son reales, absolutamente reales: esto lo vemos bien y, no obstante, tenemos la intuición de que son temporales y que corresponden apenas al estado espiritual que sigue al despertar. Inmediatamente no tardamos en descubrir (y esto es muy curioso e interesante) que podemos trasformar ciertas cosas que vemos alrededor nuestro únicamente deseando que ellas se trasformen. Aunque no podemos hacerlo más que con objetos de poca importancia. Por ejemplo, si percibo a mis pies una aguja de pino y deseo que ella se vuelva una aguja de acero, ella se convertirá en una verdadera aguja de coser que puedo coger y observar. No podríamos, sin embargo, trasformar los objetos voluminosos y todavía menos el medio en que vivimos. Y no podríamos hacerlo
porque el paisaje que nos rodea no es solamente ” escenario” nuestro; es el “escenario” de todos los Espíritus. Podemos trasformar cosas pequeñas cuando eso a nadie moleste, a nadie perjudique. Después de repetidas experiencias de esta naturaleza se comienza a comprender la verdad, esto es, que el medio donde vivimos está en realidad únicamente constituido por “formas de pensamiento” y por “proyecciones de la memoria” ; que todo esto está organizado con el fin de hacer más fácil a los Espíritus recién- llegados el período de transición de la existencia terrestre hacia la existencia espiritual propiamente dicha. Y mucho aprendemos a este respecto, observando a nuestro alrededor todo lo que estamos en condiciones de trasformar mediante un acto de voluntad y todo lo que se conserva inalterable, a pesar de los esfuerzos de la voluntad. Hasta ahora no hablé de nuestras percepciones y realizaciones; hay muchas cosas que todavía no podemos aprender por la simple observación del medio espiritual. De este modo, tendríamos que aprender, por ejemplo, cómo se producen las conversaciones y los cambios de ideas entre los Espíritus que se encuentran en la misma fase de desarrollo.
Al principio nos parece que los Espíritus conversan de la misma manera que lo hacían en la Tierra, cuando vivos; simplemente se experimenta desde el principio la curiosa sensación, que también muchas veces se produce en el mundo de los vivos, de comprenderse mucho mejor de lo que se formula verbalmente. Pero, en el medio espiritual, ese sentimiento es continuamente experimentado y es infinitamente más fuerte del que se produce en el mundo de los vivos. Hacemos constar, pues, que nuestra conversación por medio de palabras no es más que una especie de superestructura artificial, sustancialmente inútil para el intercambio de nuestras ideas, que en realidad se opera directamente por la transmisión de pensamientos... Me abstengo, contra mi gusto, de extraer del texto otros detalles importantes que en él encontramos, por la necesidad de no traspasar los límites de lo que es necesario para alcanzar el fin que me propongo en la presente obra. Como se puede apreciar en la narración, también son notables las concordancias que habitualmente se verifican en los mensajes sobre las modalidades de existencia espiritual. Incluso, en este caso las descripciones toman mayor amplitud en las descripciones de pormenores instructivos. Apuntaré, por ejemplo, a la eficacia, psicológicamente sugestiva, con que el Espíritu comunicante describe las impresiones multiformes que experimentaban los Espíritus de los soldados muertos en la guerra, en el momento de entrar en el medio espiritual: impresiones correspondientes a las diversas condiciones psicológicas y morales en que se hallaban al morir.
Indicaré también que nadie dejará de reconocer la manera no menos significativa desde el punto de vista psicológico en que la entidad describe las modalidades variadas en que se producía el sueño reparador en los difuntos, lo que, a su vez, está en relación con las diferentes condiciones psicológicas, afectivas, morales, emocionales, en las que se encuentran los recién- llegados, en el momento del traspaso. Señalo igualmente la verosimilitud psicológica, racional y natural, con la que la misma entidad describe las impresiones por las cuales los Espíritus recién – llegados serían gradualmente conducidos a enterarse de que las conversaciones de viva voz son superfluas en el mundo espiritual, y que el mismo fin es alcanzado mucho mejor, intercambiando las ideas por transmisión de pensamientos. Me queda finalmente remarcar la misma amplitud de detalles, teóricamente instructivos, en la circunstancia del muy interesante fenómeno del pensamiento y de la voluntad, considerados como las fuerzas que modelan y organizan el medio espiritual. Ya tuve ocasión de desarrollar ampliamente este asunto, que es excepcionalmente interesante, pues permite que se aprendan nítidamente las modalidades en que se desenvuelve la existencia espiritual en las esferas preparatorias, cercanas al mundo de los vivos. De este modo se llega a eliminar las formidables objeciones que inducían a la mayoría de los investigadores a atribuir un origen puramente subconsciente a todas las revelaciones trascendentales, objeciones que, inamovibles en apariencia, desaparecen, al contrario, como la nevada frente al Sol, ante la gran verdad psicológica de que tratan verdad que es también reconocida como experimentalmente demostrada en el mundo de los vivos. En estas condiciones se vuelve indispensable que me detenga posteriormente sobre este tema. En el presente caso solamente podríamos calificar de muy instructiva la descripción que hace el Espíritu comunicante de las modalidades por las cuales los recién-llegados descubren gradualmente que el medio donde se encuentran está constituido de “formas de pensamiento” y de “proyecciones de la memoria” y que todo esto está organizado con el fin de hacer más fácil, a los recién- desencarnados, el período de transición de la existencia terrestre a la existencia espiritual propiamente dicha. Para mejor ilustrar esta gran verdad, encuentro útil reproducir un largo trecho de un artículo que publiqué hace algún tiempo sobre ese asunto. Refiriéndome a las revelaciones trascendentales en general, razonaba así: Los informes que acabo de reproducir concuerdan exactamente con lo que leemos en la obra del profesor Oliver Lodge, titulada “Raymond”.
Todos nos acordamos de la ironía y de las vulgares bromas de los periodistas, a propósito de una afirmación similar a las precedentes, aunque más específica, del Espíritu “Raymond”, que tuvo ocasión de referirse a la anécdota siguiente: “Otro día llegó un soldado que deseaba fumar un pitillo. Le dieron una cosa cuya apariencia era exactamente la de un pitillo. El soldado lo cogió ávidamente; sin embargo al fumárselo no experimentó la satisfacción habitual; por lo que después de haber consumido cuatro dejó para siempre de pedirlos. Es lo que sucede a todos los Espíritus recién-llegados: no encuentran la misma satisfacción que antes, en esos hábitos voluptuosos, adquiridos en el mundo de los vivos, y los pierden. Entretanto, cuando llegan aquí todavía están influenciados por las tendencias que los dominaban en la Tierra. Así hay algunos que piden de comer; otros desean beber un vaso de güisqui. No debes sorprenderte, si yo te dijera que hay medio de que sean contentados, aportándoles cualquier cosa que se asemeje a lo que reclaman. Solamente cuando hayan saboreado una o dos veces la cosa deseada, ya no sienten más la necesidad y se olvidan...” (Raymond, páginas 197-198) He aquí lo que se refiere a la personalidad mediúmnica de “Raymond” que, conforme dije, lo único que hace es relatar anécdotas análogas a otras narradas precedentemente por muchas personalidades mediúmnicas. Pero, al mismo tiempo, es importante notar que las personalidades en cuestión jamás dejaron de advertir que no se trataba de alimentos, de bebidas, de tabaco, sino de creaciones efímeras del pensamiento, con el único fin de traer, gradualmente y sin sobresaltos emocionales, a aquellos Espíritus todavía excesivamente dominados por hábitos contraídos en la existencia, al conocimiento de las condiciones en que se encuentran, de manera que no quedasen consternados, como seguramente lo estarían si se supiesen de manera brusca Espíritus desencarnados o, más exactamente, “Espíritus desprovistos del cuerpo”. Por ello, el Espíritu del difunto “Raymond” nunca pensó en afirmar que en el medio espiritual se fumaban cigarrillos auténticos, ni se bebía güisqui con alcohol.
Los periodistas no repararon en ese detalle y se sirvieron del episodio en cuestión para provocar la hilaridad de las masas, anunciando que en el paraíso de los espíritas se fumaban habanos y se saboreaba güisqui. Quien se
disponga a considerar estos hechos, con un punto de vista sereno y objetivo, no podrá dejar de reconocer después que los fenómenos anímicos de la“fotografía del pensamiento” y de la “ideoplastias”, similares a los que se realizan experimentalmente en el mundo de los vivos, ya sirven para confirmar, apoyándonos en hechos incontestables, la afirmación fundamental contenida en la revelación que nos ocupa. De hecho, si el pensamiento es una fuerza creadora durante la existencia terrena, nada hay de absurdo, ni de insostenible en mantener la postura de que, en las esferas espirituales y, más exactamente, en la esfera preparatoria de la existencia espiritual propiamente dicha, la fuerza creadora del pensamiento se ejercite espontáneamente sobre esencias etéreas, por decirlo así, para producir duplicados efímeros de todos los objetos o de todas las sustancias terrestres, y que, esa facultad del Espíritu, sea empleada con los Espíritus poco elevados, dominados por las tendencias voluptuosas traídas de la Tierra. Esos Espíritus son así preparados gradualmente, gracias a convenientes ilusiones de esta especie, para adaptarse al cambio radical que sufren y que un oportuno estado psicológico, similar al sonambulismo, no les permite reconocer en el primer momento. Parece que los que más necesitan de estas ilusiones reconfortantes son los Espíritus de aquellos que entraron en la existencia espiritual por causa de una muerte violenta o repentina, como se da justamente en los soldados caídos en la guerra, o con los que sucumben de súbito de una apoplejía, de un síncope, o de infortunios accidentales. En estas condiciones, se tiene el derecho de preguntar qué hay de absurdo, de ridículo, de inconciliable con la existencia espiritual, en todo lo que describen las personalidades mediúmnicas.
Debe decirse, muy al contrario, que nada hay de más racional, desde el punto de vista psicológico y terapéutico, que estos procesos para deshabituar, empleados en las esferas espirituales, para liberar gradualmente a los Espíritus desencarnados de las tendencias malsanas adquiridas en el curso de la existencia terrestre, procesos absolutamente análogos a los adoptados en la Tierra para desintoxicar a los alcohólicos y a los morfinómanos, a los cuales no se les interrumpe bruscamente los hábitos viciosos, ya que eso podría provocar graves perturbaciones funcionales. Lo que se hace es someterlos, mediante una lenta graduación, a un uso cada vez más restringido de las dosis de alcohol o de morfina. Por eso vale la pena preguntar también: ¿Por qué se habría de considerar absurda y ridícula la información de que, en el mundo espiritual, se sigue el mismo racional sistema, para hacer que los Espíritus desencarnados abandonen los hábitos viciosos que contrajeron en la Tierra? No son idénticas las leyes psicológicas a las que está sujeto el Espíritu encarnado y el desencarnado? Siendo así, por qué los procesos para deshabituar, eficaces e indispensables en un estado de existencia, serían menos eficaces e indispensables en otro? ¿No hay razón para observar que, las ironías hirientes de los periodistas y la hilaridad de las masas simplemente demuestran la ignorancia que poseen unos y otras sobre el asunto de los fenómenos de la “fotografía del pensamiento” y de la “ideoplastias”, por un lado, y los procesos de análisis comparado, por otro, prueban, por el contrario, ser dignos de más seria consideración? Y si los procesos del análisis comparado llegasen un día a probar definitivamente que un fondo incontestable de verdad existe en este tema, entonces, lejos de considerarlo merecedor solamente del desprecio, tendríamos todos que mostrar verdadera sabiduría, examinándolo sistemáticamente, con gran beneficio para la Humanidad. Así me expresaba yo, en el artículo que publiqué sobre el asunto, y no creo que sea menester agregar nada más, a no ser una observación de orden general; correspondiente a la naturaleza de las proyecciones del pensamiento en el mundo espiritual. Si del punto de vista de la evolución posterior del Espíritu esas “proyecciones” podrían considerarse efímeras, no menos cierto es que, desde el punto de vista de la existencia espiritual en las esferas en que se producen tales manifestaciones, ellas debieran, al contrario, ser consideradas substanciales.
Admitamos, en efecto, la existencia de un medio espiritual, cuya densidad específica esté constituida de “éter vitalizado”. En un mundo así formado, incluso el paisaje general (probable proyección de entidades superiores que dirigen las esferas en cuestión), así como las proyecciones particulares de las voluntades de los Espíritus, deberían ser considerados como reales, absolutamente reales, ya que poseen la misma consistencia que el organismo espiritual de los seres que lo habitan y están constituidas por el mismo elemento inmaterial. Es así, que las cosas que nos rodean nos parecen consistentes en el medio terrestre. Es porque este está constituido de los mismos elementos físicos que componen el organismo corporal de que estamos revestidos. Pasando a otras informaciones importantes, contenidas en el mensaje cuyo análisis me propuse, señalaré el interés que presenta el párrafo referente a los Espíritus muy inferiores, cuyas pasiones y aspiraciones terrenas continuarían dominándolos al punto de apegarlos por tiempo más o menos largo al medio en que vivieron. Debe deducirse que, excluidos del sueño reparador, permanecerían en la ilusión de estar todavía vivos, aunque presas de un sueño singular. Esta última información que, en la narración de la entidad cuyo mensaje acabamos de leer, no pasa de simples episodios, presenta, en realidad, inmensa importancia teórica, porque basta para disipar una de las formidables dudas, que impedían reconocer el origen, extraño al médium y, por tanto, espírita, de toda una categoría de manifestaciones paranormales: la de los fenómenos de “encantamiento”, en los cuales se verifica el detalle de que un fantasma repite constantemente la misma acción, como, por ejemplo, la de pasear a lo largo de un corredor, quedarse al lado de una chimenea apagada, contar dinero ávidamente cerca de una caja fuerte que realmente existe en la casa encantada.
Ahora, desde el punto de vista del origen espírita de los fenómenos en cuestión, no se sabía cómo explicar esa repetición invariable del mismo episodio, cada vez que el fantasma aparecía. Se era entonces llevado a examinar otras hipótesis que, demasiado gratuitas, forzadas y, sobretodo, impotentes, para bien explicar el conjunto de los hechos, parecían menos inverosímiles que la espírita. Ahora, el esclarecimiento de la frase que tratamos resuelve de forma simple el formidable problema. Efectivamente, debemos admitir que hay Espíritus desencarnados, dominados por sus pasiones terrenas hasta el punto de quedar apegados al medio dónde viven, perdiendo, de este modo, el beneficio del sueño reparador y permaneciendo largo tiempo en condiciones psíquicas especiales (análogas a las del “somnambulismo vigilante” de los hipnotizados), creyéndose todavía vivos, pero presas de un sueño curioso, o de una horrible pesadilla, quedan explicadas así las repeticiones monótonas de episodios, en los casos de los “fantasmas”. Tenemos que concluir por ello, que esos Espíritus están prisioneros de su propio “monoideismos” , que los obliga a repetir automáticamente una determinada acción, que les era habitual cuando vivos, como la escena obsesiva de una obra que estuviesen ensayando. Es, de hecho, eso lo que se da en los casos de los “monoideismos” experimentalmente provocados en pacientes hipnotizados, ejecutados y renovados sin interrupción por el paciente, hasta el momento en que el experimentador retira la sugestión que le dio. Termino requiriendo la atención de mis lectores sobre la expontaneidad, derivada de la sinceridad de las comunicaciones auténticas, con que el Espíritu comunicante interrumpió dos veces la narración. La primera vez fue para dirigirse al experimentador e indicarle una observación interesante que acababa de hacer, esto es, que conseguía mucho mejor transmitir su pensamiento al médium cuando lo dejaba libre de revestirlo con sus propias palabras. Y pregunta a ese respecto al experimentador: “¿Notaste que el estilo cambió súbitamente?”. Otra vez interrumpe la narración para intentar la experiencia de hacerse ver por el médium. Este efectivamente anuncia con vivida sorpresa, percibir detrás de sí al fantasma del Espíritu comunicante y agrega que sentía ser, en parte, él mismo, y en parte, otro, el que concuerda con la visión percibida. Siente el cuerpo del Espíritu como si una parte de este último le hubiese penetrado. Todas las personas comprenden que esas intercalaciones, en el transcurso de la historia, contribuyen mucho a convencer de la presencia real del Espíritu autor del mensaje. De hecho, en la hipótesis de las “personalidades subconscientes”, no se sabe cómo justificar, de manera racional, esas interrupciones repentinas, tanto más si se considera que corresponden a dos circunstancias verificadas simultáneamente: la del médium cambiando repentinamente el estilo que llevaba hasta aquel momento y la de haber tenido la visión del Espíritu autor del mensaje.
Ernesto Bozzano
Extraído del libro "La crisis de la muerte"
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Quien sintoniza con la Mente Divina :
Siempre exterioriza paz e irradia una alegría de vivir poco común.
Cual rayo de sol que besa en pantano con la misma serenidad con que besa el pétalo de una rosa, no se desequilibra en la algarabía, ni se altera en el silencio.
Disfruta de la armonía que absorbe, y ninguna perturbación quiebra sus estructuras porque comprende que el perseguidor está enfermo, y el adversario se encuentra en un nivel inferior de evolución.
En vez de responder en mal que le imponen, ofrece el amor que les falta, en forma de perdón y de fraternidad, que es lo que necesitan.
Nunca hostiliza a nadie, porque superó las herencias del primitivismo y aspira las vibraciones elevadas de las planicies de la felicidad, donde se encuentra psiquicamente.
Se siente estimulado a la evolución y se entrega más aún, por constatar cuán inmensa es la carencia de aquellos que todavía se debaten en medio de las pasiones que los perturban.
El hálito de Dios, que todo lo vitaliza, encuentra en él receptividad y lo penetra, por eso es feliz.
- Juana de Angelis -
NOTA IMPORTANTE: Los lunes,miércoles y jueves a las 22,30 horas, pueden participar en el chat de la Federación Espírita Española.
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